sábado, 15 de mayo de 2021

Recuerdo de la Indignación



Hoy es 15M. Y hoy se cumplen 10 años de aquel 15 de mayo de 2011. Estábamos a las puertas de unas elecciones municipales y autonómicas. Se barruntaba el descalabro electoral de un PSOE en el gobierno que aplicó inmisericorde políticas económicas de derechas para paliar las consecuencias de la crisis provocada por la desmesurada avaricia de los poderosos, la excesiva desregularización de los mercados y las burbujas financieras que solapaban en relación de 20 a 1, a la economía real.

Era claramente un movimiento urbano y juvenil que iba a ayudar a desmembrar el bipartidismo provocando la “pasokización” del PSOE y que éste, siguiera los designios del resto de partidos socialdemócratas en la Europa occidental.

Sin duda es el PSOE la pata del bipartidismo que más está sufriendo la emergencia del 15M, constituido como movimiento político contra la política establecida. Fue su electorado el que salió a las calles aquella primavera. Muchas personas de izquierdas votantes tradicionales o cuando menos votantes potenciales del PSOE en un escenario de voto útil (tradicional axioma del bipartidismo de votar con la nariz tapada a quien menos nos gusta para que no nos gobierne quien no nos gusta nada) se vieron huérfanos de representación ante las políticas con las que el gobierno Zapatero intentaba paliar los efectos de la crisis, estafa, económica de 2008, socializando las pérdidas y asegurando los privatizados beneficios a base de recortes en las condiciones laborales y los servicios sociales. Ahí estuvo el desencanto y con él, el germen de la movilización del 15M, dentro del grupo de personas jóvenes, de entornos urbanos, con estudios y expectativas de vida de alta calidad, trastocadas por estas políticas.

Recuerdo como se fue caldeando el ambiente. Como a través de Democracia Real Ya, surgía la convocatoria estatal para aquel domingo. Me acuerdo, como contrariamente a lo ocurrido en otras ocasiones, los mensajes fluían entre personas de toda condición y como era el comentario la semana previa en toda reunión. Un “pues hay una manifestación el domingo”, que pensando en quienes lo expresaban hacían creer que se estaba preparando algo grande.

De aquel domingo recuerdo como subí a Salamanca, con mi hermano a tomar el café. Como estábamos tranquilos disfrutando de la conversación en nuestra cafetería de cabecera. Tanto que llegamos 10 minutos después de la hora de convocatoria. Y recuerdo llegar a la Plaza de los Bandos y comprobar el gentío que se agolpaba. Como sonaban los primeros lemas. Ahora escribiendo revivo la sensación al leer pancartas reivindicativas, llenas de ácido ingenio y áspera denuncia. “No hay pan para tantos chorizos”, “Si somos el futuro, por qué nos dais por culo", "PP y PSOE la misma mierda son", "Bipartidismo = Dictadura", "Me sobra mes para llegar a fin de sueldo", "Qué pasa, Qué pasa, Qué no tenemos casa", "Queremos un pisito, como el del principito", "Menos bodas reales, más gastos sociales", "Aquí está, este es. El estado de Malestar", "Qué no, Qué no. Qué no nos representan", "Con este sistema vamos de culo", "Si seguís así os hacemos la islandesa", "No nos mirés, ¡Únete!", "Te están robando y te quedas mirando", y tantas otras…

 
 

Aquella explosión de dignidad y empoderamiento ciudadano supuso por lo pronto convertir la apatía en impulso, la resignación en activación, el miedo en coraje y la pesadumbre por el presente y el futuro en la alegría segura en la victoria.

El 15M pillaba de sorpresa a los partidos tradicionales (y a los medios) porque no había nadie, aparentemente, detrás de aquellas movilizaciones.

Se enfrentó a esos medios tradicionales, entre ellos, los medios de ultra derecha, que vieron al principio con simpatía el movimiento porque iba contra el gobierno del PSOE, para después al comprobar que se trataba de planteamientos de ruptura con el orden establecido, criminalizarlos, manipular y desinformar sobre lo que realmente estaba pasando en las plazas.

Su gran valor fue colocar en la agenda tanto de los partidos, como de los medios, multitud de problemas que robaban dignidad y que compartían entre sí las mismas causas y los mismos problemas para poder resolverse. Esta puesta en común generó profundas redes de ayuda cooperativa, ampliando así los megáfonos y las protestas, y también enriqueciendo debates.

Hay quienes nos preguntamos para qué sirvió el 15M. Que si mucho ruido y pocas nueces. Que si se le da una importancia desmesurada por una parte de la sociedad y/o se ignora por la contraria. Pero lo único cierto y lo absolutamente innegable es que la deslegitimación tan grande que sufre hoy el Régimen surgido de la transición, o “transacción” como prefiero llamarlo yo aprendiendo del añorado Julio Anguita, los partidos políticos convencionales y las instituciones (incluidos los medios de comunicación de masas ligados a emporios empresariales) no se debe sólo a sus deméritos (corrupción, oligarquía, represión, caciquismo, violencia, capitalismo de amiguetes, etc.) sino que, y muy especialmente, a esa marea indignada que a partir del 15 de mayo del 2011 ocupó, sin pedir permiso, el espacio público, tanto físico como ideológico. El malestar cristalizó entonces en forma de un desafío sin precedentes a “políticos y banqueros”. Y a partir de ahí, la “democracia”, la Constitución, la Monarquía… han visto su legitimidad erosionada. Atrás quedan los tiempos en los que estas instituciones eran prácticamente incuestionables.

Era la Indignación de Stephane Hassel, hecha carne, ocupando espacios, abriendo debates, removiendo conciencias y promoviendo análisis de causas y planteando en ocasiones, alternativas racionales. Era la desobediencia de Thoreau tomando conciencia y encontrando espacios de diálogo y comunión entre distintas reivindicaciones y activaciones sociales. Era y es el discurso de José Luis Sampedro motivando a la juventud para buscar un futuro en el que los pobres fueran menos pobres.

La corrupción, la impunidad, las puertas giratorias entre lo público y lo privado, y el expolio colectivo que estamos sufriendo se daba ya antes del inicio de la gran estafa llamada crisis, pero esta puso blanco sobre negro la cruda realidad y la desposesión masiva a la que nos somete la oligarquía financiera. Éramos y somos Mercancía en las manos de políticos y banqueros, y todavía hoy lo seguimos siendo aunque buena parte de la sociedad se haya activado y suplicado la pastilla roja para despertar de Matrix.

Esa realidad no ha cambiado y se sigue manifestando con la misma virulencia, pese a las buenas intenciones con las que apareció el Movimiento 15M y miles de personas bien intencionadas participamos.

Con el tiempo muchos y muchas de los que estábamos ahí, colaborando y ayudando observamos como se fue instrumentalizando el Movimiento. Aquella herramienta según pasaban los meses y bajo el paradigma de la mayoría absoluta más grande en democracia, la de un corrupto y retrógrado PP, fue convirtiéndose en una plataforma de lanzamiento, siendo capitaneada, tanto a nivel nacional como por ciudades por ciertos personajes que de una supuesta “nada” venían a resolver todos nuestros problemas.

Así aparecieron Podemos y sus candidaturas de confluencias o marcas blancas periféricas, y con ello se vaciaron las calles. La gente se fue a su casa a afilar un voto, numeroso si, pero insuficiente y que no ha servido de nada, salvo para guerrear pequeñas batallas. Los planteamientos de ruptura del sistema no se han ido, pese a lo que si que se ha roto ha sido esa ensoñación de una izquierda organizada, unida y representativa del pueblo. 

En una difusa neblina Podemos se convirtió en casta, mientras que a plena luz del día se configuraba un poder en la sombra, para desacreditarles, eliminarlos del tablero político y de paso, borrar todo atisbo de movilización social que quiera recuperar dignidad, compromiso y futuro. Fuimos inocentes al delegar en la política ordinaria, cuando era esa ordinariez y esa opresión económica sin atisbo de representación lo que veníamos a cambiar.

Poco se ha conseguido tangible en el Parlamento donde la mayoría bipartidista y la de su agente naranja de renovación impusieron sus políticas ultraliberales, conservadoras y fachas. Ahora con un gobierno de coalición se pelea unas pocas mejoras, mientras se atascan el problema de la vivienda (la propiedad de la Tierra del siglo XXI) o la derogación de lesivas reformas laborales, de antideocráticas Leyes Mordaza. Y sobretodo, y mucho más doloroso, no ha servido de nada en los llamados "Ayuntamientos del cambio" donde tras una legislatura de mandato, no se pudieron hacer efectivas políticas reales de cambio, tanto en lo tangible como en lo simbólico (salvo honrosas excepciones).

Por supuesto que estas corporaciones municipales que Podemos y sus Mareas ostentaron y las que mantienen, sufren la contra-ofensiva neoliberal, la estela conservadora y el yugo presupuestario de Montoro, pero desde luego existen temas y campos, con las competencias suficientes para con atrevimiento devolver la toma de decisiones a la gente, y resolver problemas, como los de vivienda y habitacionales en nuestras ciudades.

Lejos de acercar la democracia a las calles en los "Ayuntamientos del cambio" se siguieron mostrando claramente corporativistas con los bancos y el IBEX35, temerosos de los medios de opinión tradicionales (que lógicamente los tienen en su punto de mira) y presos de un electoralismo que atenazó políticas atrevidas y revolucionarias que vinieran a solventar muchos de los problemas e indignidades que salieron a la palestra en el 15M.

Al tiempo, salvo con eventos muy especiales y significativos, las calles están vacías. No hay conflictividad física pese a las agresiones que los poderosos y el capital nos infringen cada día. La extrema ultra derecha ha usurpado la calle a la dignidad, mientras miramos el móvil embelesados. El femenismo es la punta de lanza. No se trata de mujeres, sino de derechos humanos. Pero mientras, tanta corrupción, tanto olor nauseabundo de conveniencia entre gobernantes y magnates no provoca el estallido de las gentes. La falsa "Paz Social" mantiene en un cajón la convocatoria de huelga general y toda esta inactividad hace imposible ganar adhesiones y simpatías a la causa, vierte por el desagüe el ánimo y el trabajo de los más activos.

Tan necesario como estar en las instituciones es plantear una estrategia de contestación social en las calles, los centros de trabajo, los servicios públicos en su defensa y en cada tropelía y ofensa que se hace contra la clase trabajadora (deshaucios, gentrificación del centro de las ciudades, preferentes, lucha contra las minas ilegales e irracionales, las agresiones al medio ambiente, etc.). 

Se han trastocado resortes del poder económico y político y roto estructuras oligarcas que han construido un edificio en esencia fascista. España es un su cortijo privado y la respuesta es de víscera, odio y violencia. La situación de Catalunya explota por la ruptura del pactismo entre el rancio centralismo y la burguesía catalana, ambas expuestas con acierto por el empuje del 15M. La Monarquía pierde justificación y sentido semana a semana mientras descorcha toneladas de inmundicia moral injustificables. El cambio climático, la España Vaciada o el machismo son tres lacras por las que luchar.  Somos generaciones pérdidas, manoseadas y explotadas. Precarizados y atomizados hasta la nausea. Y hacerlo contra el individualismo exacerbado de una sociedad llevada hasta el egoísmo extremo, la barbarie y absolutamente dependiente de los estados de opinión que generan los poderes fácticos. Y más aún, en una situación de pandemia global y de un capitalismo ultraliberal que se desmorona por momentos.

Por todo esto la desilusión y la apatía es un ingrediente a tener en cuenta a la hora de valorar la trascendencia y legado del 15M en éste 2021. Pero sin duda, afirmo que hay hueco para la ilusión por cambiar un sistema político, económico y sobretodo de valores que favorezca la vida y nos devuelva dignidad. Que exprima la justicia como garante de igualdad y libertad y generé una economía al servicio de las personas, garantizando la supervivencia y la recuperación de los espacios naturales de todas y todos.

La situación no es buena. Y venimos de un palo tremendo; pero es indudable que sin el 15M, sin su aparición, legado y consecuencias estaríamos mucho peor, porque no habría habido esa activación y sin ella tampoco existiría todo el trabajo ya hecho en favor de devolver bienestar y futuro a nuestro planeta y sociedad.

 

Hacer el camino es lento porque vamos lejos.




 

jueves, 6 de mayo de 2021

El bienio negro de Madrid

Con una participación histórica y de récord (y en pandemia y en día laborable) Isabel Díaz Ayuso revalida mandato y gana las elecciones madrileñas de ayer 4 de mayo, may-the-4rce. Lo hace mejorando sus resultados y manteniendo el auge de la extrema derecha de Vox, toda vez que buena parte del espectro de esa extrema derecha se ha sentido identificada y respaldada en la figura de la IDA.

Para poner en contexto a continuación unos cuantos hechos que las madrileñas y madrileños ayer certificaron con sus votos:

  • Las corrupciones, nepotismos y caciquismos de 25 años de gestión del PP en la Comunidad de Madrid y los de la propia Ayuso (sobrecostes del Zendal y los favores a un especulador inmobiliario que le ha regalado su alojamiento durante la pandemia, por poner unos ejemplos).

  • Una gestión de la pandemia caótica y criminal en el tema de las residencias de mayores, QUE SI SON RESPONSABILIDAD DIRECTA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS.

  • En esta línea posteriormente, no tuvo problemas en cerrar y COARTAR LA LIBERTAD de los madrileños que viven en barrios y pueblos humildes, mientras mantenía abiertos los distritos adinerados aunque estos últimos tuvieran tasas de contagio de la COVID mayores (incluso hasta llegar a triplicar).

  • Sucesión de mentiras en los mandatos de la administración central para la desescalada: No ha contratado más médicos ni personal sanitario, no contrato ni un sólo rastreador.

  • Ha encabezado una oposición al gobierno central -que tiene lo suyo- con el único propósito de conseguir el poder. Ya sabéis son tan patriotas que quieren el país para ellos solos, aunque sean sólo los escombros.

  • Adoptando un discurso y unas formas claramente trumpistas ha enfangado la ya depauperada convivencia en el estado, lo que ha dado alas aun más a la extrema derecha de Vox como se ha visto con el episodio de los debates electorales.

  • De hecho, la ciudadanía madrileña, ha validado una política oscura, violenta, barrio-bajera, sin propuestas. Sólo ataques personales, bulos, mentiras y opresión.

  • Menús escolares concedidos a multinacionales del sector de la comida rápida y comida basura.

  • Privatización de la sanidad pública. Con dos huelgas del personal médico en menos de un año.

  • Privatización de la enseñanza pública.

  • Bajadas de impuestos a las clases altas lo que supone un atentado inmisericorde a esa Constitución, que tanto les gusta citar, y que proclama la progresividad fiscal de las y los españoles.

  • Más gestión caótica, en este caso, con la famosa nevada de Filomena en enero, donde los escasísimos recursos que tienen privatizados y arrinconados en concesionarias se pusieron a disposición de los barrios ricos, mientras en las zonas de clase trabajadora las gentes tenían que quitar la nieve con palas y con las bandejas del horno.

  • Alquileres (y precio de vivienda nueva) por las nubes con 3 y hasta 4 veces por encima del valor de mercado.

  • Venta, ilegal ya en los juzgados, de inmuebles de protección oficial a fondos buitres que buscan especular con la riqueza nacional y con un derecho básico.

  • Una sarta de declaraciones incoherentes, abochornantes e infames que denotan un problema mental o por lo menos una tara considerable.

  • Una campaña de acoso mediático y físico contra Pablo Iglesias y su familia basada en coacciones del sistema dentro del sistema, de bulos y mentiras de medios de comunicación oligarcas.

Pero todo esto y más, ha quedado validado ayer con un voto numerosísimo que le permite no sólo seguir gobernando Madrid durante dos años más con el apoyo de Vox; sino que Ayuso puede presentarse abiertamente a despachar a Casado en la dirección nacional del PP y como candidata a la Moncloa. Mientras Feijoo, tiene que guardar armas en casa.

La extraordinaria movilización si ha sido en pro de la libertad de tomar cañas, disfrutar de los atascos, pagar pocos impuestos y vivir a la madrileña. Y también en oposición a Pablo Iglesias que ante el resultado, no ha tenido más que dimitir y abandonar la primera línea de la política. Otra victoria infame para esta desquiciada, estos energúmenos y una pérdida irreparable para la política.

Ayuso ha despachado a Iglesias no sólo fagocitando a Ciudadanos que está a semanas de ser disuelto, demostrando aquello que más que una fuerza bisagra se ha tratado de una marca patrimonial de la derecha en la que cobijarse cuando han venido mal dadas. Es que además ha reorganizado buena parte del voto ultra y lo que es peor: Ha pescado y en cantidades ingentes en los caladeros obreros tradicionales de la izquierda.

Probablemente las elecciones de ayer se perdieron el día de la famosa rueda de prensa en Sol de Pedro Sánchez y Ayuso con la retahíla de banderas. Ahí podría el presidente haber desactivado el peligro simplemente apretándole las tuercas y exigiendo lo que había salido publicado en el BOE semanas atrás. Sin embargo, le mostró el cuello a un perro rabioso. Y eso no se puede hacer, porque te arranca la cabeza. Ante la debilidad amparada en el respeto entre administraciones, Ayuso no respondió con cordialidad o comunicación como prometió ante los medios; sino con víscera, con odio y con mayores llamamientos al desacato y el libertinaje.

Ante una izquierda desaparecida, ajena al conflicto y que no ha hablado hasta la llegada de Iglesias, de los problemas de las clases trabajadoras, estas han sido seducidas por los cantos al onanismo liberal, del sentimiento de identidad sabiamente utilizado por el fascismo. Por unas cañas que no van a poder ni siquiera pagar, han preferido encadenarse a las levas, en vez de romper los grilletes.

El fiasco de la izquierda es importante por el volumen de voto obrero perdido en favor de la derecha. Es cierto que Madrid aún con la influencia que ejerce sobre la que pasa en el resto de territorios del estado español, es un experimento neoliberal de primera magnitud, con más de 25 años de funcionamiento y que ha ido arrinconando el asociacionismo vecinal y los sentimientos colectivos de pertenencia, lucha y rebeldía. No se puede extrapolar lo que pasa en Madrid al resto de España, pero es innegable que el peso mediático que genera condiciona. En Madrid la derecha ha creado sus propios votantes plantando una ilusión de clase media al dejarlos desprovistos de buena parte de los servicios públicos, tanto en calidad, como en cantidad. El transporte y el urbanismo de la región muestran el individualismo exacerbado de la sociedad totalmente ausente de conciencia de clase.

Por otro lado, no se debe de obviar tras esta derrota, el hecho de que tras año y medio de gobierno “de izquierdas y pese a la pandemia y todas las dificultades emergidas, las reformas laborales y la Ley Mordaza siguen vigentes. Una lección que deberíamos de aprender ya es que la izquierda tiene que ser igual de agresiva con el BOE en la mano que como lo es la derecha cuando tiene el poder. Ser prudentes y tratar de evitar la confrontación es en realidad ser permisivo con un estado de las cosas que han lacerado buena parte de las bases ideológicas e identitarias de los que somos izquierdas. Si quieres pedir el voto a las clases trabajadoras, legisla y ejecuta cuestiones que ahonden en su beneficio.

La otra gran reflexión que no puede pasar ya, cierta y reclamada muchas veces, no deja lugar a dudas: Si queremos dar dignidad a las gentes y mejorar el nivel general del país, para que no haya tanta desigualdad y para que tengamos un futuro y un lugar mejor donde vivir, todas y todos, hay que movilizarse. Y llamar a la movilización. Estar activos a la hora de acompañar a los movimientos sociales y sus reclamaciones.

Los derechos y libertades, las de verdad como cuando vas a comprar una casa, a trabajar o a pedir un crédito, se consiguen a sangre y palos. Es duro decirlo pero es asi. Las clases dominantes no van a “ceder” sus privilegios en base a batucadas, votos y hagstags. Hay que tomar la calle y demostrar la fuerza colectiva del movimiento obrero, parte indispensable (la única que lo es) de los engranajes del sistema. Con estopa y estoicismo. Con resiliencia y con capacidad de aprendizaje y divulgación. Con honestidad y atrevimiento. Hay que ir a los centros de trabajo, a los barrios y sus asociaciones. A las universidades e institutos. Y hay que trabajar. Hay que elaborar programa y estrategias de difusión que vuelvan a poner al trabajador y por primera vez, a la trabajadora, en el centro de la toma de decisiones. Si no, pasará esto más veces: El fascismo traerá la barbarie. La está trayendo ya.

Porque al final el valioso ejemplo de Pablo Iglesias ha llegado tarde. Porque frente a él (y su familia, y su partido) se ha levantado una maquinaria infame, opresora y fascista, para callarlo y eliminarlo del terreno político. Porque le han tenido (y nos tendrán) miedo a él y a quienes decimos la verdad; la necesidad de cambiar las estructuras de poder para construir una sociedad donde la libertad sea absoluta, gracias a la igualdad y a la utopía de la fraternidad.

La llegada a campaña de Pablo Iglesias ha dado batalla tal y como muestra la campaña mediática de mentiras y bulos que ha aparecido (el periodismo y sus trabajadores de base también tiene que reflexionar. Y mucho). Pero primero la negativa de Más Madrid a la búsqueda de candidaturas conjuntas, y después el perfil bajo del candidato del PSOE madrileño pusieron obstáculos, que ni siquiera las algaradas, provocaciones y el matonismo de una extrema derecha crecida han podido sobreponerse.

Iglesias ha movilizado y mejorado el voto a Unidas Podemos y ha arrastrado a Mas Madrid, a costa de un PSOE, en el que también cohabitaba mucho reaccionario que ve a Unidas Podemos como un peligro con el que se es más intransigente que con el mismo PP. Cuando la campaña, absolutamente brusca, desleal, mezquina y rastrera que se recuerdan (y mira que el nivel ya era alto) ha tornado a un clima de violencia y amenazas pre golpistas, los llamamientos a la unidad y la movilidad han llegado demasiado tarde por algunas de las cosas que hemos hablado unos párrafos arriba.

Hace 10 años por estas fechas existían sondeos que daban a Izquierda Unida el sorpasoo al PSOE y la victoria en las elecciones autonómicas y municipales en Madrid que se celebraban en unos días. Surgió el 15M. Y una movilización colosal de los jóvenes de izquierdas que amenazaba con poner patas arriba el estado degradado que nos dejó la transacción. No se podía y no se puede aguantar tanta corrupción, tanta indignidad y tanto fascismo y parecía que asaltar los cielos era cuestión de meses. Después vino Podemos y la institucionalización de aquel movimiento en un fuerte personalismo marcado por Pablo Iglesias y su círculo desde Madrid. También surgió Ciudadanos para que las gentes de la derecha pudieran votar derecha sin tener la nariz tapada. Y luego vino Vox porque ese franquismo sociológico no podía votar a un catalán.

Ayer fue un mal día y hoy es un día duro. El fascismo sigue campando a sus anchas y seguimos sin encontrar las estrategias para luchar contra él. Y las consecuencias son del todo incontrolables. Es evidente que después de ayer la viabilidad de la legislatura corre peligro y con ella, que se deshaga lo poco progresista y de reparto de riqueza que se ha hecho en este año y medio.

Me niego a hablar de fin de ciclo de lo iniciado con el 15M, porque aunque se han conseguido muy pocas cosas, la emergencia social sigue ahí y se agrava cada día. Es innegable que el deterioro de la democracia en este país y la situación agonizante del capitalismo antes incluso de la COVID exigen respuestas de la ciudadanía para proponer desde abajo modelos políticos, sociales y económicos que no dejen a nadie atrás. Porque hay riqueza, ingenio y dignidad a raudales para que esto así sea y no que nos aprisionen con mordazas, hipotecas, grilletes, amenazas y violencias toleradas, mediáticas, institucionalizadas y opresiones oligarcas.

Se vienen dos años, hasta las próximas elecciones autonómicas, en las que la escalada de provocación, infamia, corrupción, inmoralidad, agresividad y pérdida de derechos y libertades de todas y todos va a crecer hasta la estratosfera. Ayer se pudo y debió parar esta vorágine. Cuando acabe este bienio, puede que sea demasiado tarde.

Toca pensar. Toca replanteárselo todo. Todo menos el antifascismo.


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...