La
victoria del relato del 1
de Octubre
es para los Independentistas catalanes, personificados en Puigdemont
y Junqueras, en la unión del PdeCAT (antigua y corrupta CIU) y
Esquerra Republicana.
El
Procès
como ruta hacia la Independencia
y como huida hacia adelante de una burguesía catalana acorralada por
su propia corrupción, ayer tuvo su momento culmen.
La
represión y la violencia ejercida por el Gobierno central del
Partido Popular sobre los ciudadanos y ciudadanas que deseaban
ejercer su derecho al voto, aunque fuera en un referéndum ilegal,
sin garantías, han dado lo que el independentismo buscaba: La
superioridad moral frente al centralismo (franquista) español y su
posición como víctimas ante la opinión pública internacional.
El
pueblo,
volvió a ver su sangre correr por las calles, entre la cerrazón y
la opresión de unos gobiernos catalán y español, que enemigos, se
retroalimentan, y que son aliados cuando se trata de dinero.
El resultado del referendum, evidentemente no puede ser tenido en cuenta, ni servir de coartada para una declaración unilateral de independencia. El gobierno central trabajo con ahínco para hacer que no tuviera las mínimas garantías (censo constituido, formalidad, campaña, urnas, papeletas, etc.), y ya son evidentes los casos de ciudadanos que votaron y votaron cuantas veces quisieron.
Si se plantea ese siguiente paso en la hoja de ruta independentista, no es para respetar la opinión del pueblo expresada en el referendum, sino como parte de la estrategia de la antigua CIU en su huída hacia adelante.
Antes
de los palos, las pelotas de goma, las cargas, las víctimas
ensangrentadas y los huesos rotos, hemos vivido semanas en las que
se perseguían urnas y papeletas, se cerraban imprentas y diarios;
se llamaban a declarar a alcaldes bajo la previsión de cometer un
delito que ni siquiera existe en el código penal; un poder
judicial, politizado y a sueldo de la más rancia derecha,
inventándose delitos y aplicando la brocha gorda sobre el rival; se
destapaba las labores del antiguo ministro de Interior, para con una
policía secreta utilizar recursos públicos para debilitar a
rivales políticos,... en definitiva, un
derrumbe de esta supuesta democracia,
que no puedo acabar de otra forma que no sea el desescombro y la
cimentación de un nuevo pacto democrático para Catalunya, pero
también para España.
De
entre los partidos “constitucionalistas”
se hace necesaria una reflexión interna seria: O
ayudan al cambio y al progreso de éste país,
echando lo primero de todo a los corruptos del poder, o
se convierten en cómplices de la barbarie y el sin sentido al que
nos están llevando.
De
Ciudadanos, movido por su egoísta interés, sólo busca unas
elecciones en Catalunya, porque creen que tienen buenas perspectivas
allí, poco o nada se puede esperar.
Del
PSOE, inmerso aún en su guerra interna, entre unas élites
integradas en el pactismo
neoliberal y postfranquista y unas bases eminentemente socialistas,
con un líder, Pedro Sánchez, que se ha demostrado, de nuevo, sin
carácter, ni capacidad para proponer una alternativa.
La
izquierda. En primer lugar, repulsa con la violencia del estado para
con quienes querían únicamente votar; Después, alternativa de
gobierno hacia un proceso constituyente que nos devuelva dignidad y
seguridad en nuestros derechos sociales. Tercero y último, entender
y no olvidar en perspectiva que el franquismo sigue ahí, y que el
neoliberalismo, nos está llevando a la ruina en todos los órdenes
de la vida, y que el PdeCAT ya demostró con quien está cuando se
trata de dinero.
A
la policía y la guardia civil que han vuelto a robar libertad,
recordarles que también es Constitución, el derecho a la vivienda,
al trabajo digno o a tener una sanidad y una educación públicas y
de calidad. Si se hubieran aplicado con la misma vehemencia para
defender esos derechos civiles, seguro que estaríamos mejor.
Al
pueblo catalán, recordarle que los Mossos,
hoy investidos en héroes, fueron quienes desalojaron con la misma
violencia que ayer se vío, la Plaza Catalunya en el 15M, o los que
tienen casos de torturas en sus comisarias, sin apenas haber hecho
un acto de contrición, perdón y repulsa. Si mañana, en un estado
soberano catalán, hay que defender derechos sociales, serán ellos
los que carguen las porras.
El
1 de Octubre sirvió además para ver, una vez más y van unas
cuantas, el absoluto
deterioro de los medios de comunicación tradicional,
absolutamente sobrepasados, únicamente preocupados por dar gusto a
la mano que los alimenta. La comparación con los medios
extranjeros, que si han sabido actualizarse y defender el periodismo
como arma democrática, es grotesca.
Dentro
de la escalada de respuestas reaccionarias que el PP, desde el
Gobierno y desde los medios, han elaborado estos meses para contra
Catalunya, no se puede obviar el
uso, sin tapujos ni vergüenzas de la extrema derecha española,
latente y franquista.
El
peligro está ahí y ya es el momento de denunciar y luchar para
erradicar a esa escoria humana que no cree en la igualdad de
derechos.
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