- La victoria del relato del 1 de Octubre es para los Independentistas catalanes, personificados en Puigdemont y Junqueras, en la unión del PdeCAT (antigua y corrupta CIU) y Esquerra Republicana.
El Procès como ruta hacia la Independencia y como huida hacia adelante de una burguesía catalana acorralada por su propia corrupción, ayer tuvo su momento culmen.
La represión y la violencia ejercida por el Gobierno central del Partido Popular sobre los ciudadanos y ciudadanas que deseaban ejercer su derecho al voto, aunque fuera en un referéndum ilegal, sin garantías, han dado lo que el independentismo buscaba: La superioridad moral frente al centralismo (franquista) español y su posición como víctimas ante la opinión pública internacional.
El pueblo, volvió a ver su sangre correr por las calles, entre la cerrazón y la opresión de unos gobiernos catalán y español, que enemigos, se retroalimentan, y que son aliados cuando se trata de dinero.
El resultado del referendum, evidentemente no puede ser tenido en cuenta, ni servir de coartada para una declaración unilateral de independencia. El gobierno central trabajo con ahínco para hacer que no tuviera las mínimas garantías (censo constituido, formalidad, campaña, urnas, papeletas, etc.), y ya son evidentes los casos de ciudadanos que votaron y votaron cuantas veces quisieron.
Si se plantea ese siguiente paso en la hoja de ruta independentista, no es para respetar la opinión del pueblo expresada en el referendum, sino como parte de la estrategia de la antigua CIU en su huída hacia adelante.
- Mariano Rajoy y su gabinete de gobierno con el reprobado por el Parlamento, Ministro de Justicia, y con el sustituto del también reprobado de Interior, han demostrado, una vez más, su inoperancia y/o su ausencia de sentido de estado, únicamente preocupados por salvar su corrupto cuello.
Fueron Rajoy y el Partido Popular quienes crearon este problema, negando el derecho a un nuevo Estatut, para el pueblo catalán. Y fueron ellos quienes durante los últimos 5 años, lejos de tender puentes se dedicaron a levantar muros.
La vergüenza que pasamos ayer al ver como se apalea a la gente por el simple hecho de querer expresarse es el epíteto del gobierno reaccionario que surgió tras la estafa llamada crisis económica, en un contexto de descalabro socialdemócrata y comienzo de una revolución social.
No hay más salidas que la dimisión de este sin vergüenza, amoral y corrupto y de toda la banda de delincuentes de la que se acompaña. Y si no tiene la decencia de dimitir, que un Parlamento libre de ataduras y cortoplacismos de partido, los echen.
Lo que le ocurra al Partido Popular me importa una mierda, pero no estaría mal que si hay alguien demócrata ahí adentro empiece a depurar responsabilidades y destierre a estos criminales que han usado el patriotismo para lucrarse.
- El Partido Popular ha usado con intereses claramente partidistas los medios como las fuerzas del orden, la judicatura nacional y la Constitución. El resultado es un deterioro masivo en el ya de por sí precario edificio democrático español. La solución no puede ser otra, que un proceso constituyente, abierto, tutelado y en el que nuevos actores, pero sobretodo la sociedad civil se empoderen y den respuesta.
No sólo hablo de soberanismo, unidad territorial, administrativa o forma del Estado. También de justicia social, progresividad fiscal, lucha contra el fraude y la corrupción, seguridad nacional y derechos sociales como Sanidad, Educación, Servicios Sociales o cultura, garantizados y protegidos.
- Antes de los palos, las pelotas de goma, las cargas, las víctimas ensangrentadas y los huesos rotos, hemos vivido semanas en las que se perseguían urnas y papeletas, se cerraban imprentas y diarios; se llamaban a declarar a alcaldes bajo la previsión de cometer un delito que ni siquiera existe en el código penal; un poder judicial, politizado y a sueldo de la más rancia derecha, inventándose delitos y aplicando la brocha gorda sobre el rival; se destapaba las labores del antiguo ministro de Interior, para con una policía secreta utilizar recursos públicos para debilitar a rivales políticos,... en definitiva, un derrumbe de esta supuesta democracia, que no puedo acabar de otra forma que no sea el desescombro y la cimentación de un nuevo pacto democrático para Catalunya, pero también para España.
- De entre los partidos “constitucionalistas” se hace necesaria una reflexión interna seria: O ayudan al cambio y al progreso de éste país, echando lo primero de todo a los corruptos del poder, o se convierten en cómplices de la barbarie y el sin sentido al que nos están llevando.
De Ciudadanos, movido por su egoísta interés, sólo busca unas elecciones en Catalunya, porque creen que tienen buenas perspectivas allí, poco o nada se puede esperar.
Del PSOE, inmerso aún en su guerra interna, entre unas élites integradas en el pactismo neoliberal y postfranquista y unas bases eminentemente socialistas, con un líder, Pedro Sánchez, que se ha demostrado, de nuevo, sin carácter, ni capacidad para proponer una alternativa.
- La izquierda. En primer lugar, repulsa con la violencia del estado para con quienes querían únicamente votar; Después, alternativa de gobierno hacia un proceso constituyente que nos devuelva dignidad y seguridad en nuestros derechos sociales. Tercero y último, entender y no olvidar en perspectiva que el franquismo sigue ahí, y que el neoliberalismo, nos está llevando a la ruina en todos los órdenes de la vida, y que el PdeCAT ya demostró con quien está cuando se trata de dinero.
- A la policía y la guardia civil que han vuelto a robar libertad, recordarles que también es Constitución, el derecho a la vivienda, al trabajo digno o a tener una sanidad y una educación públicas y de calidad. Si se hubieran aplicado con la misma vehemencia para defender esos derechos civiles, seguro que estaríamos mejor.
- Al pueblo catalán, recordarle que los Mossos, hoy investidos en héroes, fueron quienes desalojaron con la misma violencia que ayer se vío, la Plaza Catalunya en el 15M, o los que tienen casos de torturas en sus comisarias, sin apenas haber hecho un acto de contrición, perdón y repulsa. Si mañana, en un estado soberano catalán, hay que defender derechos sociales, serán ellos los que carguen las porras.
- El 1 de Octubre sirvió además para ver, una vez más y van unas cuantas, el absoluto deterioro de los medios de comunicación tradicional, absolutamente sobrepasados, únicamente preocupados por dar gusto a la mano que los alimenta. La comparación con los medios extranjeros, que si han sabido actualizarse y defender el periodismo como arma democrática, es grotesca.
- Dentro de la escalada de respuestas reaccionarias que el PP, desde el Gobierno y desde los medios, han elaborado estos meses para contra Catalunya, no se puede obviar el uso, sin tapujos ni vergüenzas de la extrema derecha española, latente y franquista.
El peligro está ahí y ya es el momento de denunciar y luchar para erradicar a esa escoria humana que no cree en la igualdad de derechos.
- Que con todo lo relatado hasta ahora, el Rey, el Jefe del Estado, no parará su agenda de vidorra a costa del esfuerzo de los demás, para hacer una declaración pública, que apaciguará, que sosegará, que indicará un camino de diálogo y negociación demuestra su propia inoperancia e inutilidad.
Sobra. Él y toda la arcaica institución, que siguiendo el que calla otorga, se mostró ayer de acuerdo con las acciones represivas y violentas llevadas a cabo para impedir la expresión de un pueblo.
No hay otro camino que no llevé, dentro de esa reforma constitucional, o nueva Constitución, para España, o lo que quede de ella, a una República. A una jefatura del Estado, elegida por los ciudadanos y ciudadanas, y que se amolde a un escenario plenamente democrático, en el que tenga que rendir cuentas, y en el que queden plenamente descritas las funciones, la autoridad y la ética y moral con la que tiene que funcionar la presidencia de una República, la jefatura del Estado.
- La solución para Catalunya y para el estado español es clara: Diálogo y negociación con supervisión internacional e imparcial refrendada por un referéndum con garantías, dentro de un escenario de proceso constituyente en el estado.
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