martes, 26 de septiembre de 2017

1 de Octubre: Dos derechas y un referéndum

Imagen tomada de aquí.

Ya estamos aquí. En el abismo. Al borde del precipicio. Al límite del aguante. En el punto sin retorno. Transitamos los días a velocidad de la luz, arrancando hojas del calendario por rutina y llegando ya a la semana decisiva. A pocos días del próximo domingo 1 de Octubre, día del referéndum de Independencia unilateral planteado por la Generalitat de Catalunya. Por Junts per Sí, coalición electoral de la refundada y corrupta CIU (PdeCat) donde además le acompañan una Esquerra cada vez más fuerte y las CUP, el verso libre y anarquista que siempre okupo Barcelona, con más emoción que sentido común.
Enfrente, la caverna. El fascismo. La infraestructura del Estado al servicio de la oligarquía y comandada por un Partido Popular, un Rajoy, sabedor de que su supervivencia sólo pasa por el debate nacionalista, la conservación de la patria en su acepción más franquista.
Como víctimas principales la ciudadanía. Las clases trabajadoras, españolas y catalanas enfangadas entre banderas mientras sus escenarios de vida, sus trabajos, su futuro se van al estercolero para beneficio de la burguesía de ambos estados, siempre cooperativa entre ellas para eso de maximizar beneficios, lastrar derechos y desestructurar una sociedad.
Y la izquierda. Por supuesto, ambas izquierdas, huérfanas y desgastadas, a paso cambiado y casi sin alternativas. Y lo que es peor sin capacidad para ser tenidas en cuenta y ser escuchadas. Serán las víctimas del mañana, de las próximas confrontaciones electorales enervadas por las pasiones de las banderas y los territorios. Una vez más lo simbólico frenará lo tangente y ocultará la realidad.
Tampoco el periodismo saldrá bien parado, utilizado como arma arrojadiza, manipulando a conveniencia de quien aside sus correas y bozales. Desde luego, peor le va a ir a los medios de éste lado de la frontera, demasiado dependientes de las instituciones dominados por el discurso del ultra centralismo de Castilla (de Madrid se entiende) y que van perdiendo relevancia, legitimidad y prestigio a cada nota de prensa o cada declaración de tertuliano cavernícola.

Y yo mismo, soy víctima de profundas contradicciones en torno a éste tema: Considero elemental el derecho de autodeterminación de los pueblos, pero no puedo comulgar con el camino emprendido por la burguesía catalana, para salvar su propio cuello blanco, relegando a las minorías y azuzando el fuego sobre la tierra quemada. Pero también y sobretodo, para posicionarse en éste mundo capitalista y globalizado, para asegurar sus ganancias a costa de las clases trabajadoras catalanas, españolas e internacionales. Desde luego me es muy difícil confluir con las clases dirigentes que invocan éste derecho universal, cuando han demostrado un españolismo profundo con su corrupta gestión. Con sus atropellos a los derechos civiles a base de represión (Ciutat Morta, desalojo de la Plaza de Catalunya en el 15M, el ojo de Ester Vivas, torturas en las dependencias de los Mossos, etc.). Y con sus ultra liberales recortes que socializaron las pérdidas tras las abusivas y resguardadas en paraísos fiscales ganancias.
Pero claro, mucho menos puedo estar de acuerdo con las acciones del gobierno central, del Partido Popular, parapetado en un Tribunal Constitucional y un Fiscal General puestos a dedo, con ministros reprobados por el Parlamento llevando las acciones sobre el terreno. Con la Guardia Civil registrando ay-untamientos e imprentas buscando urnas y papeletas sin órdenes judiciales. Y con policías atrincherados en el puerto de Barcelona en una velada amenaza hacia la dignidad del pueblo catalán.
Y es que no hay mejor aliado del separatismo catalán que el PP. Y no hay mayor cómplice en el estado franquista de las cosas que mantiene el Partido Popular, que las algaradas nacionalistas de CIU o PNV. Ambos mundos se odian pero se retroalimentan. Paradójicamente, son enemigos, pero sobretodo son aliados.


Soy incapaz de encontrar diferencias entre el PP y la renovada CIU. Son partidos corruptos hasta la médula, neoliberales, con cúpulas que usan las instituciones para forrarse, que imponen recortes y medidas antisociales para satisfacer a los poderes económicos que les dan de comer...y que usan banderas para tapar sus vergüenzas. Ambos, como tantos antes, prostituyen sus respectivas patrias y agitan sus banderas para que la gente se entretenga mirándolas mientras les roban la cartera.
Al PP desde hace 10 años no le ha importado nada, en absoluto, enquistar la cuestión catalana, primero usurpando por vía judicial la voluntad popular expresada en un nuevo Estatut, para después ante la avalancha de la burguesía catalana, exprimir aún más el código penal, la Ley Mordaza, la judicatura nacional y las fuerzas de opresión del Estado.
Las clases dirigentes y casi cualquiera que ha pillado cacho en CIU y en el PP han experimentado un tremendo enriquecimiento personal a costa de las libertades y los derechos de los trabajadores. CIU y PP han sido aliados necesarios para aplicar recortes y privatizaciones sobre los derechos de la ciudadanía. Y luego ante la revolución y la respuesta ciudadana, PP y CIU han sido cómplices para aplicar brutalidad y violencia policial, soberbia y autoritarismo judicial en la reacción que mantiene seguras las políticas neo liberales que nos han traído desigualdad, mezquindad y un futuro laminado y usurpado.
Los que hoy salen a defender la Constitución como un ente sacrosanto, inviolable y que nos representa a todos, no tuvieron ningún problema en poner la soberanía nacional en manos de los bancos alemanes, y con nocturnidad y agosticidad, en 48 horas la cambiaron para asegurar el cobro de las deudas por encima del bienestar de los ciudadanos. Españoles y catalanes.
Los que hoy claman por su derecho a la Independencia y a decidir su propio futuro, no tuvieron dudas en cerrar plantas de hospitales, eliminar becas, cerrar colegios públicos y abrirlos privados o concertados, porque se lo pedía Montoro, Merkel, la troika, en definitiva, el capital.

Imagen tomada de aquí.

Ambas clases dirigentes nos han llevado a un escenario de choque, de enfrentamiento. Es más, lejos de frenar, replegar o bajar el tono, han encendido más soflamas, han acelerado sus maquinarias alimentados por su ego y por el hecho de que la deriva nacionalista les viene bien, les refuerza en su ideario: seguir controlando el poder, para los de siempre, y beneficiarse de los servicios prestados.
No será que no se ha dicho. Son demasiadas las personas que venían advirtiendo de que íbamos hacia un callejón sin salida. A Rajoy le ha dado lo mismo. Mientras hablamos de Catalunya no hablamos de los 800 cargos del PP imputados por corrupción ni de la merma en la hucha de las pensiones ni de los regalos millonarios a bancos, autopistas, eléctricas y constructoras. Ni, por supuesto, de la pérdida radical de calidad de los puestos de trabajo. Catalunya es la perfecta cortina de humo de la corrupción. A Soraya Sáez de Santamaría le dió vergüenza el episodio en el Parlament de Catalunya donde se aprobaron referendum y desconexión con España, pero no le avergonzó ni un ápice, ver a su Secretario General y Presidente del Gobierno compareciendo en la Audiencia Nacional como testigo en el caso de la corrupción del PP.
Ver a la Guardia Civil entrando en un medio de comunicación por razones políticas -que nadie mienta: no han entrado porque estén vinculados a Púnicas, Gürtel o similares, como les pasa a otros medios- o ver el estado de excepción en que han metido a Catalunya, refuerza la certeza de que hay que sacar al PP ya del poder o nos va a reventar la convivencia en la cara.
Comprendo perfectamente que cualquier sociedad o ciudadanía ansíe una independencia de un estado donde aspectos tal elementales de la democracia son violados con tanta profusión, tanto convencimiento. Si la separación de poderes estaría bien definida y consolidada y no hubiéramos visto casos como el del fiscal Moix o el del ministro de justicia reprobado por el Parlamento y que mantiene su puesto, o una grabación del ministro de interior pidiendo manipular pruebas a rivales políticos,o una fiscalía defendiendo al acusado en vez de velar por la justicia en el caso de la infanta o un tribunal constitucional que tumba estatutos redactados y aprobados en los parlamentos correspondientes y ratificados por referéndum declarando inconstitucional párrafos idénticos a los que ya disponen otros estatutos de otras comunidades autónomas "casualidad" gobernadas por el PP. Si a todos estos despropósitos en su día se les hubiera dado solución hoy no veríamos a la mitad de la sociedad catalana rebelándose contra esta estafa de estado.
Pero no nos equivoquemos con la burguesía catalana que ha alentado el referéndum el 1 de Octubre. Aquí no están trabajando para garantizar un referéndum que suponga escuchar la opinión de la ciudadanía catalana. No. Aquí, ambos están haciendo campaña electoral para colocarse en pole position de cara a las próximas elecciones catalanas y nacionales. Lo que buscan es asegurar su sillón, amarrar todos los papeles que demuestran su corrupción secular y seguir legislando en lo tangible, de espaldas a la ciudadanía.


Entrando en lo jurídico, es indudable que el referéndum es inconstitucional. Además, en las condiciones en las que se celebrará carece de las garantías elementales para que su resultado pueda tenerse en cuenta desde un punto de vista político (centros de votación identificables y conocidos por cualquiera, censo controlado...). Pero aferrarse a este argumento para limitarse a reprimir la consulta sin ofrecer alternativas, nos lleva a que el número de independentistas siga creciendo cada vez más. Y sería insostenible acabar manteniendo en el Estado por la fuerza a un territorio donde, por ejemplo, el 70% de la población quisiera irse.
Partiendo de lo anterior, la solución está en tomar las medidas que hagan sentirse cómodos dentro del país a una mayoría de catalanes. Entre ellas estarán las relativas al autogobierno, los símbolos y demás referentes patrióticos, pero desde mi punto de vista, las más relevantes son las que mejoren la calidad democrática y la justicia social del Estado. Del Estado actual español, y de uno futuro catalán, dentro o fuera de una República Federal. Mostrar a los catalanes un sistema del que puedan sentirse orgullosos, con el buen gobierno, la transparencia y el trato digno a los ciudadanos que tan poco gustan a CIU y PP. Ofrecerles un Estado que camina hacia el progreso y donde cada individuo es protagonista del futuro colectivo. Ofrecerles, en definitiva, lo que ni Rajoy ni Puigdemont podrán darles jamás.


Los países son entes vivos, que nacen, se crean o se transforman a voluntad de las mayorías. Por mucho que no se pueda hacer un referéndum o que formalmente no haya una declaración de independencia con reconocimiento internacional, Catalunya ya es una nación independiente. De hecho lo ha sido siempre, y la única duda es cuándo se hará con los requisitos formales necesarios.
Los países los hacen las personas, sus relaciones y sus anhelos transformados en sociedad. Hoy la sociedad catalana es más independentista que ayer y por supuesto se siente cooperativa en defensa de sus derechos más básicos, como expresión, opinión y reunión. Existe una mayoría por la expresión democrática de su pueblo, algo que los independentistas y el resto del estado español tenemos que agradecer a la cortoplacista y egoísta gestión de Mariano Rajoy el Partido Popular carentes de ningún sentido de estado, únicamente preocupados de sortear su propia corrupción para seguir en el poder aunque sea atizando el caldero de las pasiones nacionalistas, aunque sea violando los derechos más elementales, aunque sea derrumbando un país que nunca estuvo unido, menos cohesionado y desde luego, jamás bajo una arquitectura coherente y que favoreciera y garantizará las relaciones de personas, sociedades e instituciones, entre iguales.


Yo no sé lo que pasará más allá del 2 de Octubre. De hecho, no sé que ocurrirá el domingo 1 de Octubre. Convencido estoy de que la única solución pasa por la negociación política que permita al pueblo catalán expresarse con garantías, paz y libertad, como han hecho tantos pueblos en éste y otros momentos.
No menos convencimiento tengo que el tardo franquismo españistaní continúa su desgaste. El viejo cadáver languidece y enturbia el entorno, y con sus violentos estertores nostalgia de un pasado opresivo y caínita, pudre cualquier camino hacía un futuro mejor, entre iguales, con progreso y dignidad. Por desgracia, su muerte y depuración se eterniza y dificulta todo, incluso las ganas de conseguir traer mayor empaque democrático y libertad a éste ultrajado país.
De lo que si que estoy seguro es que tras el domingo, debajo de las banderas, estará la lucha real de las clases trabajadoras por conseguir una economía para las personas, que nos dé a todos y todas futuro y dignidad, frente a esta realidad opresora, egoísta e insostenible.


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