martes, 26 de septiembre de 2017

1 de Octubre: Dos derechas y un referéndum

Imagen tomada de aquí.

Ya estamos aquí. En el abismo. Al borde del precipicio. Al límite del aguante. En el punto sin retorno. Transitamos los días a velocidad de la luz, arrancando hojas del calendario por rutina y llegando ya a la semana decisiva. A pocos días del próximo domingo 1 de Octubre, día del referéndum de Independencia unilateral planteado por la Generalitat de Catalunya. Por Junts per Sí, coalición electoral de la refundada y corrupta CIU (PdeCat) donde además le acompañan una Esquerra cada vez más fuerte y las CUP, el verso libre y anarquista que siempre okupo Barcelona, con más emoción que sentido común.
Enfrente, la caverna. El fascismo. La infraestructura del Estado al servicio de la oligarquía y comandada por un Partido Popular, un Rajoy, sabedor de que su supervivencia sólo pasa por el debate nacionalista, la conservación de la patria en su acepción más franquista.
Como víctimas principales la ciudadanía. Las clases trabajadoras, españolas y catalanas enfangadas entre banderas mientras sus escenarios de vida, sus trabajos, su futuro se van al estercolero para beneficio de la burguesía de ambos estados, siempre cooperativa entre ellas para eso de maximizar beneficios, lastrar derechos y desestructurar una sociedad.
Y la izquierda. Por supuesto, ambas izquierdas, huérfanas y desgastadas, a paso cambiado y casi sin alternativas. Y lo que es peor sin capacidad para ser tenidas en cuenta y ser escuchadas. Serán las víctimas del mañana, de las próximas confrontaciones electorales enervadas por las pasiones de las banderas y los territorios. Una vez más lo simbólico frenará lo tangente y ocultará la realidad.
Tampoco el periodismo saldrá bien parado, utilizado como arma arrojadiza, manipulando a conveniencia de quien aside sus correas y bozales. Desde luego, peor le va a ir a los medios de éste lado de la frontera, demasiado dependientes de las instituciones dominados por el discurso del ultra centralismo de Castilla (de Madrid se entiende) y que van perdiendo relevancia, legitimidad y prestigio a cada nota de prensa o cada declaración de tertuliano cavernícola.

Y yo mismo, soy víctima de profundas contradicciones en torno a éste tema: Considero elemental el derecho de autodeterminación de los pueblos, pero no puedo comulgar con el camino emprendido por la burguesía catalana, para salvar su propio cuello blanco, relegando a las minorías y azuzando el fuego sobre la tierra quemada. Pero también y sobretodo, para posicionarse en éste mundo capitalista y globalizado, para asegurar sus ganancias a costa de las clases trabajadoras catalanas, españolas e internacionales. Desde luego me es muy difícil confluir con las clases dirigentes que invocan éste derecho universal, cuando han demostrado un españolismo profundo con su corrupta gestión. Con sus atropellos a los derechos civiles a base de represión (Ciutat Morta, desalojo de la Plaza de Catalunya en el 15M, el ojo de Ester Vivas, torturas en las dependencias de los Mossos, etc.). Y con sus ultra liberales recortes que socializaron las pérdidas tras las abusivas y resguardadas en paraísos fiscales ganancias.
Pero claro, mucho menos puedo estar de acuerdo con las acciones del gobierno central, del Partido Popular, parapetado en un Tribunal Constitucional y un Fiscal General puestos a dedo, con ministros reprobados por el Parlamento llevando las acciones sobre el terreno. Con la Guardia Civil registrando ay-untamientos e imprentas buscando urnas y papeletas sin órdenes judiciales. Y con policías atrincherados en el puerto de Barcelona en una velada amenaza hacia la dignidad del pueblo catalán.
Y es que no hay mejor aliado del separatismo catalán que el PP. Y no hay mayor cómplice en el estado franquista de las cosas que mantiene el Partido Popular, que las algaradas nacionalistas de CIU o PNV. Ambos mundos se odian pero se retroalimentan. Paradójicamente, son enemigos, pero sobretodo son aliados.


Soy incapaz de encontrar diferencias entre el PP y la renovada CIU. Son partidos corruptos hasta la médula, neoliberales, con cúpulas que usan las instituciones para forrarse, que imponen recortes y medidas antisociales para satisfacer a los poderes económicos que les dan de comer...y que usan banderas para tapar sus vergüenzas. Ambos, como tantos antes, prostituyen sus respectivas patrias y agitan sus banderas para que la gente se entretenga mirándolas mientras les roban la cartera.
Al PP desde hace 10 años no le ha importado nada, en absoluto, enquistar la cuestión catalana, primero usurpando por vía judicial la voluntad popular expresada en un nuevo Estatut, para después ante la avalancha de la burguesía catalana, exprimir aún más el código penal, la Ley Mordaza, la judicatura nacional y las fuerzas de opresión del Estado.
Las clases dirigentes y casi cualquiera que ha pillado cacho en CIU y en el PP han experimentado un tremendo enriquecimiento personal a costa de las libertades y los derechos de los trabajadores. CIU y PP han sido aliados necesarios para aplicar recortes y privatizaciones sobre los derechos de la ciudadanía. Y luego ante la revolución y la respuesta ciudadana, PP y CIU han sido cómplices para aplicar brutalidad y violencia policial, soberbia y autoritarismo judicial en la reacción que mantiene seguras las políticas neo liberales que nos han traído desigualdad, mezquindad y un futuro laminado y usurpado.
Los que hoy salen a defender la Constitución como un ente sacrosanto, inviolable y que nos representa a todos, no tuvieron ningún problema en poner la soberanía nacional en manos de los bancos alemanes, y con nocturnidad y agosticidad, en 48 horas la cambiaron para asegurar el cobro de las deudas por encima del bienestar de los ciudadanos. Españoles y catalanes.
Los que hoy claman por su derecho a la Independencia y a decidir su propio futuro, no tuvieron dudas en cerrar plantas de hospitales, eliminar becas, cerrar colegios públicos y abrirlos privados o concertados, porque se lo pedía Montoro, Merkel, la troika, en definitiva, el capital.

Imagen tomada de aquí.

Ambas clases dirigentes nos han llevado a un escenario de choque, de enfrentamiento. Es más, lejos de frenar, replegar o bajar el tono, han encendido más soflamas, han acelerado sus maquinarias alimentados por su ego y por el hecho de que la deriva nacionalista les viene bien, les refuerza en su ideario: seguir controlando el poder, para los de siempre, y beneficiarse de los servicios prestados.
No será que no se ha dicho. Son demasiadas las personas que venían advirtiendo de que íbamos hacia un callejón sin salida. A Rajoy le ha dado lo mismo. Mientras hablamos de Catalunya no hablamos de los 800 cargos del PP imputados por corrupción ni de la merma en la hucha de las pensiones ni de los regalos millonarios a bancos, autopistas, eléctricas y constructoras. Ni, por supuesto, de la pérdida radical de calidad de los puestos de trabajo. Catalunya es la perfecta cortina de humo de la corrupción. A Soraya Sáez de Santamaría le dió vergüenza el episodio en el Parlament de Catalunya donde se aprobaron referendum y desconexión con España, pero no le avergonzó ni un ápice, ver a su Secretario General y Presidente del Gobierno compareciendo en la Audiencia Nacional como testigo en el caso de la corrupción del PP.
Ver a la Guardia Civil entrando en un medio de comunicación por razones políticas -que nadie mienta: no han entrado porque estén vinculados a Púnicas, Gürtel o similares, como les pasa a otros medios- o ver el estado de excepción en que han metido a Catalunya, refuerza la certeza de que hay que sacar al PP ya del poder o nos va a reventar la convivencia en la cara.
Comprendo perfectamente que cualquier sociedad o ciudadanía ansíe una independencia de un estado donde aspectos tal elementales de la democracia son violados con tanta profusión, tanto convencimiento. Si la separación de poderes estaría bien definida y consolidada y no hubiéramos visto casos como el del fiscal Moix o el del ministro de justicia reprobado por el Parlamento y que mantiene su puesto, o una grabación del ministro de interior pidiendo manipular pruebas a rivales políticos,o una fiscalía defendiendo al acusado en vez de velar por la justicia en el caso de la infanta o un tribunal constitucional que tumba estatutos redactados y aprobados en los parlamentos correspondientes y ratificados por referéndum declarando inconstitucional párrafos idénticos a los que ya disponen otros estatutos de otras comunidades autónomas "casualidad" gobernadas por el PP. Si a todos estos despropósitos en su día se les hubiera dado solución hoy no veríamos a la mitad de la sociedad catalana rebelándose contra esta estafa de estado.
Pero no nos equivoquemos con la burguesía catalana que ha alentado el referéndum el 1 de Octubre. Aquí no están trabajando para garantizar un referéndum que suponga escuchar la opinión de la ciudadanía catalana. No. Aquí, ambos están haciendo campaña electoral para colocarse en pole position de cara a las próximas elecciones catalanas y nacionales. Lo que buscan es asegurar su sillón, amarrar todos los papeles que demuestran su corrupción secular y seguir legislando en lo tangible, de espaldas a la ciudadanía.


Entrando en lo jurídico, es indudable que el referéndum es inconstitucional. Además, en las condiciones en las que se celebrará carece de las garantías elementales para que su resultado pueda tenerse en cuenta desde un punto de vista político (centros de votación identificables y conocidos por cualquiera, censo controlado...). Pero aferrarse a este argumento para limitarse a reprimir la consulta sin ofrecer alternativas, nos lleva a que el número de independentistas siga creciendo cada vez más. Y sería insostenible acabar manteniendo en el Estado por la fuerza a un territorio donde, por ejemplo, el 70% de la población quisiera irse.
Partiendo de lo anterior, la solución está en tomar las medidas que hagan sentirse cómodos dentro del país a una mayoría de catalanes. Entre ellas estarán las relativas al autogobierno, los símbolos y demás referentes patrióticos, pero desde mi punto de vista, las más relevantes son las que mejoren la calidad democrática y la justicia social del Estado. Del Estado actual español, y de uno futuro catalán, dentro o fuera de una República Federal. Mostrar a los catalanes un sistema del que puedan sentirse orgullosos, con el buen gobierno, la transparencia y el trato digno a los ciudadanos que tan poco gustan a CIU y PP. Ofrecerles un Estado que camina hacia el progreso y donde cada individuo es protagonista del futuro colectivo. Ofrecerles, en definitiva, lo que ni Rajoy ni Puigdemont podrán darles jamás.


Los países son entes vivos, que nacen, se crean o se transforman a voluntad de las mayorías. Por mucho que no se pueda hacer un referéndum o que formalmente no haya una declaración de independencia con reconocimiento internacional, Catalunya ya es una nación independiente. De hecho lo ha sido siempre, y la única duda es cuándo se hará con los requisitos formales necesarios.
Los países los hacen las personas, sus relaciones y sus anhelos transformados en sociedad. Hoy la sociedad catalana es más independentista que ayer y por supuesto se siente cooperativa en defensa de sus derechos más básicos, como expresión, opinión y reunión. Existe una mayoría por la expresión democrática de su pueblo, algo que los independentistas y el resto del estado español tenemos que agradecer a la cortoplacista y egoísta gestión de Mariano Rajoy el Partido Popular carentes de ningún sentido de estado, únicamente preocupados de sortear su propia corrupción para seguir en el poder aunque sea atizando el caldero de las pasiones nacionalistas, aunque sea violando los derechos más elementales, aunque sea derrumbando un país que nunca estuvo unido, menos cohesionado y desde luego, jamás bajo una arquitectura coherente y que favoreciera y garantizará las relaciones de personas, sociedades e instituciones, entre iguales.


Yo no sé lo que pasará más allá del 2 de Octubre. De hecho, no sé que ocurrirá el domingo 1 de Octubre. Convencido estoy de que la única solución pasa por la negociación política que permita al pueblo catalán expresarse con garantías, paz y libertad, como han hecho tantos pueblos en éste y otros momentos.
No menos convencimiento tengo que el tardo franquismo españistaní continúa su desgaste. El viejo cadáver languidece y enturbia el entorno, y con sus violentos estertores nostalgia de un pasado opresivo y caínita, pudre cualquier camino hacía un futuro mejor, entre iguales, con progreso y dignidad. Por desgracia, su muerte y depuración se eterniza y dificulta todo, incluso las ganas de conseguir traer mayor empaque democrático y libertad a éste ultrajado país.
De lo que si que estoy seguro es que tras el domingo, debajo de las banderas, estará la lucha real de las clases trabajadoras por conseguir una economía para las personas, que nos dé a todos y todas futuro y dignidad, frente a esta realidad opresora, egoísta e insostenible.


domingo, 24 de septiembre de 2017

La legalidad de los sin vergüenzas

El 31 de agosto, Aminatou, Bebé, Pacience, Dalloba, Clemence, Merveille, y otra compañera aún por identificar partieron junto con otras 38 personas de las costas de Nador (Marruecos) para intentar alcanzar su sueño, llegar a territorio español y poder empezar una nueva vida. Pero la tragedia, y la indignidad, las esperaba aquel día.
Los supervivientes explicaron que: “Estábamos ya cerca de la playa de Melilla, vimos acercarse a la patrullera española (Guardia Civil), no nos rescataban y sospechábamos que esperaban a que viniese la Marina marroquí. Siempre lo hacen. Como no podíamos avanzar, algunos nos tiramos al agua, para llegar a nado a la playa, para que nos rescatasen. La Marina llegó, algunos fuimos detenidos por los marroquíes, otros por los españoles. La Marina enganchó a la zodiac, tiró de ella para sacarnos de la playa de Melilla, después volcó y murieron las mujeres. Esa zona siempre es muy peligrosa, cuando intentamos llegar a la playa nos bloquean entre las dos patrulleras españolas y marroquíes, para no dejarnos avanzar, y pasan muchos accidentes. DEP mis hermanas
El gobierno del Partido Popular incluyó en su famosa Ley Mordaza una disposición que modificaba la Ley de extranjería y que permite el rechazo en frontera de los inmigrantes para impedir su entrada irregular. Esta disposición ha sido condenada por el Consejo General de la Abogacía Española, por el Consejo de Europa y por decenas de ONGs especializadas en el asilo y la extranjería.
Esta disposición es a todas luces ilegal a nivel internacional,yendo en contra del principio de no devolución que se encuentra en la Convención de Ginebra de 1951 de la que España es parte, la Ley de asilo española, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y un largo etcétera.

Por ello pedimos la supresión de esta disposición y el cumplimiento de las normas internacionales que acaben con las devoluciones en caliente y con muertes como las de estas siete mujeres.

En el mundo de hoy hay 230 millones de emigrantes internacionales, alrededor de un 3% de la población global, frente a los 174 millones estimados en el año 2000. Desde finales del siglo XX, una creciente desigualdad territorial y social, crisis y conflictos, así como la circulación de la información que estimula la comparación y las ganas de irse, aceleraron y globalilzaron las emigraciones.
Una encuesta realizada en 2014 por la OIT en 150 países, sugiere que más de una cuarta parte de los jóvenes de la mayoría de las regiones del mundo quiere residir permanentemente en otro país. Nada más comprensible en un planeta en el que 1200 millones de personas viven en la extrema pobreza y donde a una quinta parte de la población le corresponde sólo el 2% del ingreso global, mientras el 20% más rico concentra el 74% de los ingresos.
Parece que nos lanzamos abocados a un escenario de “dos mundos”, uno en el Norte, o más o menos reconocible con lo que hoy identificamos como mundo rico, y otro en el Sur, también con matices asociado al pobre y degradado Tercer Mundo. En éste escenario, en el Norte, menos de una cuarta parte de la población mundial podrá residir por obra y gracia de la providencia de nacer al norte de una línea, con el 80% de los recursos, suficientes para garantizar unos mínimos -aunque por supuesto, con desigualdades y brechas sociales cada vez mayores, a menos que paremos el egoísmo ultra liberal- pero con el consenso y la posibilidad de habilitar fronteras, ejércitos y guardianes, unas veces más sutiles que otras, para frenar al resto de la población que malvivirá con menos del 20% de los recursos y sufrirá lo peor de la inestabilidad social, la violencia endémica, los conflictos generados por los poderosos para mantener su estatus y un cambio climático ya irrefrenable y también provocado por el consumismo y la voracidad de recursos de los ricos.
Este paradigma no difiere en mucho de la construcción geo política que pergeñaba el nazismo y aparece contrapuesto al internacionalismo y el ideal de “fronteras abiertas”.
Sólo hay que recordar la inestabilidad social y más cercano el terrorismo yihadista que aparece por Europa y cuyos autores materiales son jóvenes, desarraigados, marginados y sin perspectivas de futuro. Nacidos y criados ya en Europa, mientras sus padres alimentaron a la baja la distribución de los salarios en la Europa posterior a la caída del Muro de Berlín, ahora ellos se encuentran como víctimas de esa misma rueda, cuyo siguiente engranaje ha consistido en la des localización de la industria, la degradación del sector primario, el desmoronamiento del sector público y la precarización generalizada del mundo del trabajo bajo una fuerte terciarización de la economía.
Por lo tanto, es evidente que Europa no puede abrir de par en par las puertas sin temor a aumentar la desigualdad fruto consecuente de políticas ultra liberales que no han dudado nunca -y confiar que no lo harán en un futuro de política económica expansiva- para utilizar la mano de obra inmigrante, la vida de los hombres y mujeres que buscan un futuro mejor, para degradar las condiciones laborales de las clases trabajadoras locales. Es la lógica del capitalismo, aprovechar cualquier oportunidad para debilitar a todo aquel con quien se relaciona en los mercados, en pos de aumentar las plusvalías.
Algo que de propina provoca el auge de la xenofobia y la exaltación nacionalista, recurso éste, que hemos visto y seguimos viendo, como factor de desunión entre las clases trabajadoras. Para los poderosos, “No hay mal que por bien no venga”.
Pero bajo estos condicionantes no tenemos más que exigir y luchar por una política decente en materia de emigración. Una política que funcione bajo la moral y la ética, y que sea atrevida en detectar los problemas y plantear soluciones duraderas y que vengan a buscar un mejor reparto en la disponibilidad de recursos, así como para parar la huella que las guerras y el despilfarro ecológico ocasionan en el Tercer Mundo.
Una política que lejos de alimentar la rapiña y el egoísmo paré ya de promover conflictos y guerras por el control del acceso a los recursos energéticos y económicos en el Sur; necesitamos ya una política en materia de seguridad que considere a todos los estados, a todas las regiones, a todas las personas como iguales y garantice por igual sus derechos.
La solidaridad debe ser principio básico pero que evolucione hacia una justicia internacional capaz de frenar las agresiones y los intereses pecuniarios de “Occidente” o del “Norte” para garantizar así el futuro en el día a día de los países hoy emisores de migrantes.
Es más vital que nunca, que con un pacto mundial, frenar el calentamiento global que ya causa cada vez mayores desastres en éste llamado Primer Mundo, pero que lleva decenios lastrando el resto del planeta, con sequías o inundaciones que provocan cada vez mayores hambrunas y epidemias además de dejar inservibles más y más áreas de la tierra para la provisión de alimentos y hábitats humanos.
Sólo con humanidad y valentía, con ética y solidaridad, y con razón y ejemplaridad podemos articular unas políticas aquí y ahora en lo concreto que sean efectivas para frenar las oleadas migratorias, para regularizarlas y para evitar que cada vez más y más personas tengan que verse abocados a una aventura de incierto resultado, violenta, indigna y dura, de años y países para tener un porvenir. Se lo debemos y nos lo debemos.

jueves, 14 de septiembre de 2017

El desmoronamiento de una nación


Las tres siguientes noticias han pasado totalmente desapercibidas mientras nos acercamos al choque de trenes del Procès.
Estas tres noticias de ayer, 13 de septiembre, y sobre las cuales los medios de comunicación han pasado totalmente de puntillas, salvo muy pequeñas excepciones, se entienden mucho mejor si también leemos lo que escribía hace un par de días.
Desde luego el hecho histórico de que una nación declare su independencia, podría hacer nublar la perspectiva de lo que es importante sobre lo que es trascendente. Antes del 1 de Octubre, prometo dejar un escrito en el que dé mi opinión sobre todo lo que está pasando en esta colisión entre sentimientos y voluntades políticas, que no vienen a ser más que el afán de supervivencia de personajes dantescos que han arrancado maquinarias con el fin de sobrevivir a su propia y nacional corrupción y a su ineptitud, pero que ya puestos en marcha y sobrepasadas las velocidades recomendadas, lejos de frenar, aceleran para tratar de salvar su pellejo.
También, conviene no olvidar que transcurrir por un momento en el que las ultra liberales políticas desquiciadas han favorecido la proliferación de grupos terroristas sin miedo a nada y que atentan contra nuestra seguridad y modo de vida hace que perdamos el foco de lo realmente importante.


Cuando en el título hablo del "Desmoronamiento de una nación" no vengo a hablar de que una o varias regiones se desliguen de España sino de que se rompa la cohesión social debido a políticas fundamentalmente económicas, pero también, sociales que han venido a premiar al capital, y a su acumulación especulativa, frente a la economía real derivada del trabajo y la productividad.
Es un fenómeno global producto de más de 40 años de puesta en práctica de las teorías neo-liberales que parten de un doloroso y profundo error de concepción: No se puede dejar a un elemento artificial, como el dinero (y por definición a las vidas de los seres humanos que nos relacionamos a través de él), regularse a si mismo. El mercado no trabaja bajo un principio de racionalidad clásico de cubrir las demandas y necesidades de la población como nos han querido hacer creer, sino que opera con eficacia en la máxima de dinero llama a dinero, de buscar, encontrar y ejecutar la manera de que los privilegiados lo sean cada vez más.
Así está estallando en todo el mundo la Justicia Social que se vuelve cada vez más retórica, más inexistente. Y en ese paradigma, España, no es una excepción, sino más bien un engranaje más entre lo que pasó en Latinoamérica y lo que va a acabar pasando en el centro y norte de Europa.
Las políticas efectuadas para gestionar tanto la crisis, perdón estafa, como la posterior búsqueda de recuperación económica, lejos de paliar el golpe sufrido por los ya desfavorecidos y las clases trabajadoras, se han centrado en minimizar los efectos sufridos por las clases pudientes que fueron, no lo olvidemos, quienes provocaron con su avaricia, desconocimiento y soberbia el desaguisado -y que antes ya habían usurpado riqueza a través de paraísos fiscales y demás ingeniería finaciera-.
Por ejemplo, y como decía ayer, el Gobierno español ha admitido que no se van a recuperar al menos, 40.000 millones del rescate bancario pagado con nuestros derechos y servicios sociales. Además, no contentos con eso, anunciaron sin caérseles la cara de vergüenza que los 14.000 millones en acciones de Bankia propiedad del estado también se han evaporado. Todo esa cantidad monstruosa de dinero usurpada de los servicios sociales de todos ha ayudado a que aumenten las desigualdades de manera exponencial.
En un escenario donde se ha trabajado con ahínco y éxito en individualizar a la sociedad, en hacer que cada uno de nosotros y nosotras, se gestione su felicidad, así como su supervivencia, aunque ambas cosas sean atacadas por problemas comunes al resto de la humanidad, han conseguido la desigualdad más extrema.
No tenemos las mismas oportunidades dependiendo de si vivimos en un entorno rural o urbano. En una región u otra. Si nacimos un año o el siguiente. Dentro de 5 ó 10 antes. Si elegimos una carrera profesional o vital o nos impusieron otra. Y por supuesto, hay diferencias entre el nivel de renta del que se disponga en la familia. Y esas grietas cada vez se abren más y más.
Todo es resultado de una gestión entre inepta e inmoral, pasando por todos los tipos de corrupción que la ética más básica denuncia. Bajo un sistema, su sistema, orquestado para el control y el dominio de las mentes con el consumo, la publicidad y la manipulación de los medios de comunicación que controlan y el cierre de los díscolos, pero también con la violencia, aunque esta violencia basada en el uso y control de las fuerzas de opresión del estado, sea despojar de todo a las clases populares para que acaben aceptando cualquier cosa por sobrevivir en un mercado de trabajo precario y con visos de no parar en su degradación.
Es el imperio de la ley. De su ley. Y es que en nombre de su ley se han tumbado conquistas sociales en tan sólo 48 horas que costaron decenios de lucha, cárcel e incluso muertes, cambiando para ello, precisamente, la ley. Su ley. En nombre de la ley se violan derechos fundamentales: vivienda, condiciones dignas de trabajo, educación pública de calidad, políticas destinadas a fomentar la igualdad, etc.
Así se vulneran derechos fundamentales, se mantiene un orden social injusto en el que crecen las desigualdades y se permite que el peso de los costes de la crisis recaiga sobre los que, sin haberla originado, sufren sus peores consecuencias.
En la gestión de la burbuja económica, en la de la crisis y en la, supuesta, recuperación las mentiras y la medias verdades han jugado un importante papel, utilizados junto con los mass media, para hacer ver por inevitables medidas que en otro contexto -básicamente de empoderamiento ciudadano- habría sido imposible colocar. El miedo siempre juega a favor del poderoso y así lo que al principio no era un rescate y no nos iba a costar un euro, ha cavado más hondo en la desigualdad y en el deterioro del estado de las cosas. Derechos, libertades y conquistas sociales en pro de la igualdad, que se han perdido y tienen visos, de no recuperarse jamás, porque no nos mueven del sofá, de la televisión y de la pantalla del móvil ni con bombas.
Mientras que los beneficios empresariales ya se han recuperado al nivel de antes de la crisis, los salarios se han atascado lo que ha provocado una bajada atroz en el nivel de vida del ciudadano, y ciudadana, de a pie, pero esto no provoca el estallido social y la revolución que el planeta, la decencia y el progreso demandan. 
Lo que si se ha conseguido es por un lado ampliar brechas sociales que parecían suturadas y cuyos efectos se van a ver en los próximos 50 años. Y por otro, construir una sociedad mansa, influenciable. Miedosa, acomplejada y huérfana de iniciativa y liderazgos. Fácilmente manipulable. Dolorosamente egoísta e individualizada. Una sociedad, en definitiva, incapaz, a priori, de usar su fuerza para cambiar las cosas.


Hoy se cumplen 150 años de la publicación de El Capital, la obra con la que Karl Marx quería dar una comprensión académica del funcionamiento del capitalismo, como sistema económico, para acabar dando explicación y profundización en las formas y los modos en los que una clase social, la burguesía, explotaba a otra, la clase trabajadora. Y no puede estar más vigente y certera.
Un ensayo englobado en la ciencia económica con un siglo y medio de vida podía parecer ya desfasado. Sería un objeto de museo o un símbolo de añoranza de tiempos mejores o peores, o de regímenes e ideologías de mayor calado, simpatía o aceptación. Sin embargo, con El Capital, tenemos un tratado que clava certeramente el análisis de la relación de fuerzas entre las clases poseedoras de los medios de producción -que en el Siglo XXI son eminentemente financieras frente a aspectos mobilarios como eran en el XIX- y quienes desarrollamos el trabajo efectivo que otorga las plusvalías, pero que hoy en día, acabamos siendo parte de esos medios de producción, de esas mercancías con las que también comercializan y ganan dinero.
Como ya denunciaba Marx en su análisis de la crisis social y económica de los años 30 del XIX, los intereses de la mayoría son un estorbo para quienes manejan las riendas de la política y la economía. Y así asistimos a la insoportable levedad de la legalidad, de la libertad de expresión o de eso que llaman democracia. Quienes gobiernan sólo para la élite han perdido toda legitimidad. Ante eso, optan por mantener un ataque sin balas, mintiendo, imponiendo, criminalizando. Una guerra constante y sin treguas (por mucha paz social de la que hagan gala ciertos estómagos agradecidos) y donde las víctimas son por un lado la democracia, que camina de capa caída, la igualdad y la libertad, víctimas de su sometimiento al capital y por lo tanto, todas y todos aquellos que si vivimos es porque trabajamos y que hacemos ambas cosas, vivir y trabajar, en entornos cada vez más desiguales, opresivos y precarios.
Resulta terriblemente aterrador que un escenario de sometimiento social tan abusivo y sobre el que aparentemente se había dejado atrás en base a lucha, organización y compromiso, sea hoy tan evidente. Se ha puesto precio a la vida humana, a sus derechos, libertades y progreso. La precarización laboral y de condiciones de vida de la población, el agotamiento de los recursos naturales y el estrés impuesto por nuestro modo de vida a los ecosistemas y a la Naturaleza fueron tratados por la obra de Marx y hoy son más evidentes que nunca, por lo que la vigencia y la recomendación de leer y aprender junto al maestro alemán se hacen más necesarias que nunca.
La única consecuencia plausible y la única certeza posible es que frente a esta narración apocalíptica no nos queda más que despertar, empoderarnos y luchar.

lunes, 11 de septiembre de 2017

40.000 millones de cojones


Es fascinante. Tengo que admitirlo. Con rabia y desesperación, con un dolor en el ánimo y en las ganas de luchar. Pero lo han hecho. Lo han vuelto a hacer. Han conseguido, una vez más, que su corrupta, inepta y vergonzosa actuación pase desapercibida. No les cueste ni un misero voto, y ni mucho menos nadie va a dimitir o va a comparecer ante los medios o ante el Parlamento a explicar qué cojones sucedió.
40.000 millones. Cifra redondeada de los 40.078 millones que el actual Gobernador del Banco de España explicó el pasado viernes en sede parlamentaria se dan por perdidos del rescate bancario. Es decir, de los 54.353 millones de euros en ayudas concedidas entre 2009 y 2016 a favor de la “re-estructuración” bancaria, sólo van a recuperar un 26'2% del total. 14.275 millones de nada. Los grandes gestores. Y esa recuperación es en un “escenario optimista”. Con dos cojones.
Sería todo ello de risa si desde 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria para reunir ese quimérica cantidad de dinero para un ciudadano de a pie, no hubieran tenido que laminar la sanidad pública de todos, la educación de todos, los servicios sociales de todos a base de inmisericordes recortes. Soportar impuestos abusivos al consumo, tasas surrealistas sobre cualquier relación con la administración. Y por supuesto destrozar el mundo del trabajo, dejándonos a todos (y aún más a todas) aspirando a puestos mediocres, precarios, mal pagados, sin ninguna seguridad. En definitiva, no hubieran podido hacerlo sin el esfuerzo a escote de todos. De todos nuestros cojones (y ovarios).
Y se quemaron sólo los nuestros, tanto esfuerzos como cojones, porque los que ya venían de casa agraciados, los que nos metieron en la vorágine crediticia, en la estulticia de la burbuja del ladrillo, los que se lucraron salvajemente y lo sacaron todo y más a paraísos fiscales, no han tenido que poner un (puto) duro. A ellos les favorecieron las amnistías fiscales (tócate los cojones si eso no es destrozar una sociedad y una “Constitución”), y no contentos con ellos saquearon las arcas públicas con nuestros derechos (sanidad, educación, pensiones, servicios sociales, cultura, etc.) que tanto trabajo nos había costado durante generaciones para “re-estructurar” el sector bancario. Mis cojones.
Y es que lo que llaman “re-estructurar” el sector bancario fue en realidad pagar por la cara de todo el país las pérdidas que en el mercado financiero acarrearon quienes ya se habían lucrado suficientemente cuando la cosa pintaba bien, y no había dios obrero con cojones de pagarse un mini piso en éste país, que todo se nos olvida. Pagamos las deudas, y ni olimos los beneficios. Luego nos mintieron diciendo que esto era necesario, para que el colapso no fuera mayor, para después mentirnos aún más a la cara, para contar milongas sobre una supuesta recuperación económica, que se estaba creando empleo, y encima empleo de calidad. Y mientras en esas páginas de color sepia de los diarios de economía que nadie lee, se veía como se devolvían saneaditas, sin el personal echado a la calle casi gratis, con clientes y casi beneficios los bancos y cajas a sus antiguos dueños o a otros más generosos en el reparto de sobres. Qué puta cara y qué cojones tienen.
Pero los verdaderos cojones, los cojonazos, son los de la gente de éste país. De acuerdo que “se rompe España” y Catalunya (gracias, entre otras cosas a los cojonacos de Rajoy fumando puros y leyendo el Marca) va a ser un estado independiente. De acuerdo que si Venezuela, que si los atentados, que si el deporte, que si Eurovisión y lo que tu quieras, pero si nos han robado en la puta cara, no es por los cuatro mataos que hemos intentado durante años que despertéis, despeguéis los cojones del sofá, y salgamos a las calles a luchar por lo que es justo, es necesario, y es de todos (y de todas).
Todos conocemos casos de empresas que por faltar 20€ de la caja han despedido como procedente, con posterior aval judicial incluido, a trabajadores. Y aquí han volado el presupuesto anual de Educación, o la mitad del de Sanidad, o la tercera parte de lo que se paga en pensiones en un año y no pasa nada. Absolutamente nada. Lo han vuelto a conseguir, una vez más, que “no os metéis en política”. Dejamos que nos hayan hecho la del birlibirloque, y mientras nos agitan la bandera, nos han robado la cartera. La de hoy, la de mañana y la de pasao. Pero también la de vuestros hijos, incluso la de vuestros nietos.
Tenéis los cojones muy grandes y muy negros por permitir lo que está pasando. Esta estafa, éste descalabro colosal, fruto de años de latrocinio, corrupción, sinvergoncería y canalladas ya no es sólo responsabilidad de Rajoy, Aguirre, Aznar, Felipe, de los Borbones, o de otro montón de fachas. Esto ya es responsabilidad “vuestra”, por aceptar éste robo a cara descubierta, y con tonos jocosos y cachondeito.
España tiene muchos problemas. El primero de ellos una población cojonudamente ignorante del poder que tiene. Con los cojones, y la preparación necesaria para empoderarse y exigir, ya de verdad, sin quechuas, ni batucadas, dignidad y justicia social.
¿A qué cojones esperáis para empezar la revolución que necesitáis?

viernes, 8 de septiembre de 2017

Una huelga de gente como tú y como yo

 Agentes de la Guardia Civil haciéndose cargo de la seguridad en El Prat (foto de El Confidencial, del 14 de agosto).

Hace un par de meses el conflicto de los Estibadores de los puertos españoles ante las legislaciones ultra liberales impuestas por la UE y el Gobierno de España asaltaba la primera línea informativa, ocupando espacios en tertulias e informativos de todos los medios.
La mayoría de las opiniones e informaciones vertidas en los medios de disuasión del capital venían a plantear la inutilidad de la huelga ante la inevitable deriva liberal globalizadora, su presunta ilegalidad, así como el egoísmo de un colectivo al que presentaban como privilegiado (obviando que tales privilegios venían por su actitud y aptitud contestataria frente a las agresiones del capital) y misógino entre otros calificativos.
Era una afrenta nacional que un colectivo de trabajadores pudiera pasársele por la cabeza el poner “patas arriba” el balance de importaciones y exportaciones del país.
Sin embargo, la legítima presión ejercida a través del derecho de huelga (un derecho constitucional, no lo olvidemos) de los estibadores vencía la presión oligarca y ultraliberal, y conseguían arrancar un acuerdo con la patronal en el que se defendía el 100% de los puestos de trabajo, así como unas restricciones salariales menos agresivas con el colectivo.
Lógicamente según se cerraba el acuerdo -que permitía desbloquear las negociaciones del convenio en un contexto de liberalización del sector impuesto por la Unión Europea- las consecuencias, es decir, el éxito de la movilización trabajadora desaparecía de los medios de comunicación. No interesaba mostrar como la organización colectiva y asamblearia de un grupo de trabajadores conseguía el éxito, asegurar su trabajo, su futuro frente a la rueda impuesta de recortes, precariedad y sometimiento de la felicidad humana al orgasmo del capital.


Con está huelga relegada al fondo del cajón de la opinión pública otro conflicto laboral estallaba: Los agentes de seguridad de los controles de pasajeros del aeropuerto de El Prat, en Barcelona, se declaraban en huelga, exigiendo más personal, más descansos y mejores condiciones salariales.
Un conflicto que provocó colas en el aeropuerto en el lugar donde se vigila que no se introduzcan bombas y armas en la cabina de los aviones, durante el mes e agosto, uno de los momentos del año con mayor tránsito de personas en esa infraestructura.
Es decir, estas colas, con miles de viajeros afectados se producían en un punto clave para la seguridad nacional, y un servicio ahora ejercido por trabajadores, que era llevado hasta hace no tanto tiempo por la Guardia Civil, como cuerpo de Seguridad del Estado y con personal preparado para ello. Pero claro, en su momento se privatizó el servicio, repito un servicio clave para la seguridad del Estado, y se concedió a la empresa que más barata ofrecía el servicio. Por supuesto ese ahorro de la empresa de multi-servicios (Eulen, para más señas, quien tiene servicios de toda índole, por todo el estado) no iba a salir de los beneficios de los dueños, los directivos o de los accionistas. Lo hacía de los trabajadores y de sus condiciones tanto laborales, como profesionales, por lo que pasábamos de tener a la Guardia Civil ocupada con estos menesteres y cobrando lo que le correspondía, a personal contratado sin garantías a la que encima se le aplicaban un convenio elaborado ad hoc que el Gobierno en su afán de privatizar daba por bueno y que establece unas condiciones salariales penosas y contextualizadas, de esclavismo.
Para redondear el círculo del desbarajuste ocasionado, o que iban a ocasionar, al hecho de privatizar servicios básicos, en este caso la seguridad, concedérselo a quien más barato y más denigra por lo tanto las condiciones laborales y profesionales, le sumaron la legislación laboral, violada a través de las reformas laborales (del PSOE en 2010 y del PP en 2012) para así permitir desligues de convenio y bajadas de sueldo, dejando como única alternativa a los trabajadores la resignación.
Os recuerdo que la infame Reforma laboral del PSOE de 2010 permitió que las empresas unilateralmente se descolgarán de convenios sectoriales para adoptar convenios de empresa, mucho más lesivos para sus trabajadores, para luego ya en 2012 con la Reforma laboral del PP, dar total preferencia al convenio de empresa, lo cual es un escenario de empresas multi servicios (donantes de campaña) lucrándose con las privatizaciones de servicios públicos ha traído la ignominia a toda la clase trabajadora, sin olvidar, a la calidad y garantía en la prestación de los servicios, que también derechos, de la ciudadanía.
Pero en este caso no. No todo es sólo resignación y humillación. Los trabajadores de la seguridad del aeropuerto de El Prat, se organización, se auto gestionaron (una vez más brilla la oscura ausencia de CC.OO. y UGT) y se lanzaron a las protestas y la huelga para denunciar su situación y adoptar una posición de fuerza para exigir la negociación y valer sus derechos y su porvenir.
Viene bien en este punto recordar que una huelga no es una fiesta y que los primeros que la sufren son los trabajadores. Para llegar a ella se han sucedido meses e incluso años de tensión y presión sobre las condiciones laborales y profesionales del colectivo, y por lo tanto en la vida de estos trabajadores y sus familias. Seguramente se han encontrando con el pasotismo de las direcciones sindicales (tanto federales, sectoriales, como locales y regionales) y se han tenido que organizar internamente luchando también contra compañeros crápulas y miserables alienados y aliados de la empresa. Así es, amigas y amigos: Hay hijos de puta por doquier.
Por supuesto, en una huelga, si no trabajas, no cobras, lo que ocasionará problemas futuros (pagos de hipotecas, alquileres, manutenciones, suministros domésticos, etc.) y hay que cuidarse, como en este caso, que nos ocupa que la empresa no trate de imponer medidas restrictivas como expedientes (nunca faltan) o incluso despidos (algo absolutamente anti constitucional, que tan de moda es). También, los empresaurios encontrarán la simpatía y cordialidad de los gobiernos que ejecutarán a su favor sin ningún tipo de remilgo.
  • Primero porque les han regalado para que se lucren algo tan básico como la seguridad nacional.
  • Segundo porque les han legado una legislación que otorga una posición dominante a la patronal frente a unos trabajadores individualizados, desorientados, desorganizados, sin representaciones efectivas, carnaza para futuros abusos y más precarización.
  • Tercero porque ante la lógica y legítima respuesta de la clase trabajadora (en un colectivo o en su totalidad) se posicionan sin ambages con el poderoso y el opresor y aducen al interés nacional para exigir unos servicios mínimos de entrada abusivos y anticonstitucionales (de hecho, tras las denuncias, unos años después la Justicia dará la razón a los trabajadores sobre un lecho de tierra quemada).
  • Y cuarto, porque ante esa nueva agresión los trabajadores redoblaron su compromiso lo que obligó al Gobierno a tener que poner nuevamente a la Guardia Civil a hacer esta tarea -como hace no tantos años- y dándoles el papel de esquiroles.
Pero, ¿con qué cara se pueden exigir servicios mínimos? ¿Por qué entonces has privatizado un servicio que ahora defiendes esencial ante la respuesta de la clase obrera? ¿O es qué en realidad lo que buscas es que si se pueden contratar y subcontratar a trabajadores para evitar que metan bombas en un avión, no se pueda contratar y subcontratar hasta la extenuación en cualquier otro sector? ¿No se supone que el objetivo de un gobierno es hacer valer los derechos y el interés general de la mayoría? ¿Cómo se puede tener la desfachatez de poner a la Guardia Civil en un servicio que hace menos de 3 años realizaban?


Todo es mucho más perverso de lo que parece.
Cuando se declararon en huelga y rebeldía los estibadores, la primera premisa para tratar de deslegitimarlos en la opinión pública fue que iban a ocasionar grandes perjuicios al resto de la ciudadanía. Pero, ¿es qué no es ese el objetivo de una huelga?. Demostrar la necesidad de la mano de obra para promover las plusvalías que dan ganancias al empresario y para que no se desmorone la sociedad.
La segunda fue presentarlos como unos privilegiados con sueldos medios que superaban los 70.000€ anuales. Pero, ¿es qué acaso, esos privilegios no vienen porque se trataban de un colectivo con fuerte sentimiento de pertenencia y reivindicativo para su trabajo y profesión?.
Lamentablemente en esta sociedad individualizada, idiotizada y profundamente egoísta es fácil para el poderoso posicionarla en contra o a favor de lo que representan sus oligarcas intereses.
Pero cuando quienes se ponen en vanguardia de la lucha obrera y toman conciencia de la necesidad de la desobediencia y la respuesta ante las agresiones son personas como tú y como yo. Precarios que cobran para casi ni subsistir, o menos, quienes tienen que hacer malabarismos para llegar no a fin de mes, sino a fin de semana, la manipulación y el engaño es mucho más complejo.
Podía pasar que del éxito de una huelga protagonizada por trabajadores de lo más común en el panorama obrero español, se tomará conciencia de la necesidad -y la obligación moral- de luchar por todo lo que nos han arrebatado estos años de estafa económica que llamaron crisis. Y eso, es algo que un sistema depredador, usurpador y anti humano no se pude permitir.
Por todo ello, el último capítulo ha sido imponer un laudo arbitral que ha tomado partido, lógicamente por el lado de la patronal, proponiendo como acuerdo de obligada firma la primera propuesta negociadora de la concesionaria y exigiendo -faltaría más, pues de no hacerlo sería favorecer el incumplimiento de la Constitución y el Estatuto de los Trabajadores- de la invalidez de los despidos ejecutados por la empresa.
El lunes en asamblea, los trabajadores de seguridad de El Prat, tomarán acuerdo o no de esta propuesta y decidirán si continúan con las movilizaciones. Lo hacen ya con el despertar de sus compañeros en otros aeropuertos y en otros departamentos de esta empresa de multi-servicios. Y con la solidaridad de otros pequeños colectivos que han ido despertando por todo el territorio, hartos ya de un sistema capitalista ultra liberal que ha decidido poner nuestros derechos, nuestro entorno y nuestra vida en sus balances de cuentas.
En frente, por un lado millones de ciudadanos que clamarán al cielo por tener que hacer cola una hora, dos o tres más (yo mismo he “sufrido” incluso mayores esperas en otras ocasiones, pero lo considero necesario, básico para el porvenir de toda la clase trabajadora) ignorantes ellos de que sí, estas haciendo cola, pero esa gente esta mucho más jodida que tú y de paso están luchando por ti, porque mañana tú o tus hijos seréis los precarios si no paramos esta rueda de desvergüenza y egoísmo.
También lucharán contra todo el armamento del neoliberalismo beligerante frente a la ciudadanía y la clase obrera. Medios de disuasión, sindicatos adoctrinados, izquierda simpática... Y Unión Europea y gobiernos nacional y autonómico ultra liberales que emplean las mismas tácticas ya probadas con anterioridad, en el Estados Unidos de Reagan en los 80 o en las dictaduras militares de latino América para desprestigiar e impedir la lucha obrera y la toma de conciencia de clase.
Frente a todos ellos, la necesidad y legitimidad de una lucha obrera que no es propia de un único colectivo, los agentes de seguridad, o anteriormente los estibadores. O las Kellys (mujeres que limpian habitaciones de hotel a precios de dos o un euro la habitación)... y cientos de pequeños colectivos que nos encontramos hartos de ser carne de cañón, de estar representados por mediocres y/o corruptos, o por tener nuestros derechos escritos en papel higiénico.
Frente a la opresión, rebelión.

El Manifiesto Comunista. Comentario

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