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viernes, 5 de abril de 2024

No hay concordia sin memoria. No hay democracia sin justicia. No hay historia sin olvido



La ultra derecha española ha anunciado en la última semana una serie de iniciativas legislativas en las Comunidades donde gobiernan en contra de la Memoria Histórica y la Memoria democrática. “Leyes de Concordia” que son el pago por los acuerdos de investidura, pero también el compromiso personal y sentimental con el franquismo y la impunidad de sus familias durante todo el siglo XX. Blanquear y ocultar su pasado por parte de los herederos, mientras siguen deslizando su oposición ilegítima y fuera de todos los cauces legales a través del más básico lawfare y de la más burda y continua manipulación mediática.

La presentación de estas leyes sigue el patrón rutinario de la ultraderecha. Una utilización capciosa y orwelliana del lenguaje, en el sentido de acusar a los demás de lo que están ellos haciendo. Llamadlo “adoctrinar”, “perseguir”, “odiar”, pero no lo llames concordia a planteamientos que provocan discordia en la sociedad española por la nauseabunda intención continuada de blanquear el fascismo, del que son orgullosos herederos.

No podemos y no debemos sorprendernos de que la derecha presentada como “constitucional” y “democrática” avale el discurso de su socio de gobierno en Castilla y León, en Valencia, en Extremadura o en Baleares. El PP tiene una fuerte tradición, precisamente anti-constitucional (esta por el primer derecho cívico, social o económico de la Constitución que defiendan vía acción, declaración o incluso omisión) y anti-democrática que marca una tendencia con la línea trumpista actual. El auge de una fuerza de extrema derecha desligada del propio PP la ha llevado a subirse de nuevo al monte a defender el marco ideológico franquista y a atacar todos los convencionalismos que la ciencia histórica, la decencia y el sentido democrático de un estado de derecho marcan como inexcusables.

En un contexto de grave crisis institucional en España que ha hecho volar el sistema de mayorías parlamentarias en todos los escenarios, el acceso al poder, y con él a los recursos económicos de todos, necesita del concurso de esta extrema derecha ultramontana, negacionista de todo (igualdad entre géneros, razas, naciones y sentimientos, del cambio climático, de la memoria, etc.), y profundamente antidemocrática para plantarse como una alternativa de gobierno. Como bien se ha dicho no van a enfangarse y perder dinero (es lo único que les interesa) por una cosa de rojos, como la memoria histórica.

No les importa ni lo más mínimo hacer estallar su propia coherencia y deshacer sus propios acuerdos previos, como la Ley de Memoria de CyL con tal de no discutir el estado de las cosas, profundamente marcado por el pasado. Por lo que cualquier intento de restaurar la verdad, la justicia y la reparación es vilmente atacado y malversado.

La intención es articular un modelo de estado donde la memoria se amolde al escenario del mito de la transición y el Régimen del 78. Donde prevalece una interpretación equidistante que ha alentado el franquismo sociológico que nos está estallando en la cara. Ese falsario reparto de la responsabilidad entre los dos bandos, esa leyenda de la “guerra fratricida” como si ambos bandos hubieran sido igual de responsables en la guerra y si hubieran tenido las mismas armas, condiciones y legitimidad (obviando la necesaria participación de tropas extranjeras, regulares con todo lo que implicó en el bando nacional, y de voluntarios en el republicano) o el de que “todos hicieron barbaridades” o “recuerda Paracuellos”. Como si las víctimas del bando republicano no hubieran tenido reparaciones formales y patrimoniales en algunos casos durante la larga noche de la dictadura. Equiparando a torturador con la víctima, negando una vez más como durante la Dictadura, esa condición a los represaliados, a los asesinados, a los exiliados del bando de la legalidad vigente y luchadores por la democracia y la libertad. O esa intención de englobar toda la contienda incluida la execrable dictadura fascista y clerical que tuvo como consecuencia, con el primer período democrático de la Historia de España, como fue la Segunda República. El objetivo de estas “leyes de concordia” es sustentar estos relatos y cerrar la página de la reparación, de la memoria y de lajusticia.

La teoría de la equidistancia y la concordia de los herederos de los vencedores, que fueron, no se olvide, los golpistas, asesinos y fascistas, en oposición a las leyes de memoria democrática. Frente al derecho internacional y la justicia universal que consagra los Derechos Humanos y el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y al establecimiento de una sociedad civil democrática, primera y mejor garantía de que no se repita el doloroso pasado. Una manipulación obscena que pretende igualar a víctimas y verdugos, a quienes atacaron y dieron un golpe de estado alzándose contra su propio pueblo, y a quienes defendieron la dignidad obrera y la democracia de la República.

El problema viene una vez más de la falta de rotundidad de la izquierda cuando ha tenido el poder. De no ser igual de agresivos de como lo es la derecha cuando ostenta la legitimidad de los boletines oficiales. La Ley de Memoria Histórica de 2007 y la Ley de Memoria Democrática de 2022 tienen muchas limitaciones, omisiones (entre ellas y clave dotaciones económicas presupuestarias que hubieran abierto todas las fosas y todos los archivos) y carestía de recursos públicos para instaurar el relato de la verdad histórica y la memoria democrática en la sociedad española.

Una democracia que nació como un punto y seguido a la dictadura autoritaria franquista, sin la preceptiva y saludable depuración de responsabilidades y la investigación de la miriada de corrupciones. Una transición donde prevaleció la forma del objetivo, la consolidación democrática por la vía pacífica (habría que hablar también de la violencia política durante la transición), frente al fondo, esto es, la construcción de una sociedad democrática plena. Donde el ruido de sables de gerifaltes del franquismo asustados ante el cambio permitió la aprobación de una Ley de Amnistía (esta amnistía no se discute) que supuso una “ley de punto final” en la que aparentemente (a nivel internacional como ya se ha hecho en varias ocasiones los crímenes de lesa humanidad como los del franquismo no prescriben) se renunciaba a juzgar los crímenes del bando nacional en la Guerra Civil y la dictadura.

No hubo una política de reparación y de memoria que reescribiera con verdad la falsaria historia del franquismo y su relato que quedó avalado como “un mal menor”, “una incomodidad pasajera” o incluso, “una absoluta tranquilidad.

En este sentido, no sorprende que en este momento de crisis global, con repliegue identitario en los valores nacionalistas, el auge de la extrema derecha haya traído el revisionismo y la estrategia del olvido del pasado. Si esto pasa en cualquier país europeo ahora mismo, incluidos los que fundaron sus sistemas democráticos bajo principios del anti-fascismo, qué decir de España donde la transición no supuso ni ruptura, ni reparación, ni justicia. Esto ha dejado indudables taras en el sistema político español. Eso sí, en nuestro caso se trata de un pasado olvidadizo a la carta, obviando lo que les perjudica pero usando y manoseando hasta el asco a las víctimas que si les propician votos como por ejemplo se ve con los distintos tipos de terrorismo (etarra, islámico, de ultraderechistas sobre sindicalistas, etc.).

Por ello, ante esta deriva la sociedad civil, y los historiadores que trabajan investigando y difundiendo la verdad de nuestra Historia Contemporánea (repugna el silencio de la Academia de la Historia española instalada en la endogamia, la mediocridad, la mendicidad moral y financiera y atada por los mismos herederos del fascismo) han alzado la voz denunciando la intención anti-democrática de la derecha de este país. No se puede tolerar tanta mentira, tanta indecencia y tanta negación a la justa reparación de las víctimas. Es imposible pretender construir un futuro sobre unas bases de impunidad y olvido. Sobre la doble violencia que sufren los luchadores por la democracia en este país, primero como víctimas directas del fascismo, y ahora que intentan borrarlos de la memoria colectiva y el patrimonio común, los herederos de sus verdugos.

Frente a la manipulación, la des-memoria y la indignidad, verdad histórica, anti-fascismo y democracia con mayúsculas y con todo lo que implica.


martes, 14 de noviembre de 2023

El tiempo de las bestias

Si todo va como debe el próximo jueves Pedro Sánchez será reelegido presidente del gobierno después de aunar los apoyos parlamentarios necesarios para lograr la mayoría, tras las elecciones generales del pasado julio. Lo hace a través de una mayoría que no sólo suma más parlamentarios que los partidos que se van a oponer. Además suma más votos en comparación. Y será presidente con un respaldo en número de diputados y de votos (sumados los de todas las fuerzas que apoyan la investidura), mayor al que tuvieron en el segundo y cuarto gobierno de Felipe González, que el primero de José María Aznar, o que los dos de Mariano Rajoy. Digo esto por poner un contexto.

Toda la sesión de investidura va a estar oprimida por la violenta y excesiva respuesta de la ultraderecha política, económica, mediática y cultural de este país, exacerbada tras unos resultados electorales peores que los que ansiaban y esperaban, y de la frustración del candidato Feijoo (si el más votado) pero que ha sido incapaz de lograr la investidura consiguiendo los apoyos que fueran necesarios. Felipe VI, el preparao, cometía un error de bulto que habrá que pasárselo en la cuenta al proponer un candidato que no reunía un mínimo de apoyos y voluntades que permitieran articular su mayoría parlamentaria hasta el umbral de los 176 diputados. El Rey, con apenas unas charlas, la más larga de una hora y viente minutos y varias por debajo de los 10 minutos, proponía al candidato del Partido Popular con el único aval de ser el más votado y fijando unas sesiones de investidura que hacían improbables los pactos. No tenía obligación el monarca de hacerlo, tal y como muchos expertos en derecho constitucional han remarcado, y si que podía haber citado una segunda ronda más adelante. Si lo ha hecho cabe suponer una intencionalidad que quizás, ya viendo como estaba el panorama la noche electoral, buscase legitimar un argumentario que sustentará el relato. No es poca cosa el ser el más votado, pero ni la institución monárquica, y muchos menos el país, estamos para perder el tiempo por los favoritismos de un monarca que ejerce en un plano absolutamente irreal. Como digo con esta decisión ha acercado el final de la arcaica monarquía borbónica y ampliada su imagen con un halo reaccionario y ultra conservador que no debería de existir, o al menos expresarse públicamente una y otra vez, en una institución que debería de ser todas y todos. Lamentable, como digo, pero una buena noticia para quienes ansiamos República.

El ambiente de estas semanas es el de una ola pregolpista y de exacerbación fascista. El acuerdo de Sánchez y Puigdemont ha sido el último en llegar y el imprescindible para garantizar la investidura. Y ha hecho hiperventilar a todo el fascio patrio que ve como se aleja la posibilidad de gobernar y sobretodo, de hincar sus corruptas y amorales manos en la segunda parte de las ayudas europeas del Plan de recuperación. Esa es la realidad de tanta provocación y tanta marcha de cayetanos y “señoros”, y “señoras”, de la manita de ultras de aquí y de allá, exhibiendo banderas preconstitucionales, cuando no abiertamente fascistas, y exudando una caterva de lemas e himnos que van del más rancio historicismo de derechas, a la liturgia eclesiástica más funesta. Pasando por composiciones lisérgicas que apestan a estulticia. Piden respetar un supuesto orden constitucional (cuando se decidió desde arriba limitar la soberanía nacional para gusto de los bancos alemanes no vi yo estas manifestaciones), y a la vez levantan la manita, cantan el Cara al Sol o vivas a Franco y a Hitler.

Está de moda ser facha y ahí tienes a las nuevas generaciones desfilando de la mano de las fuerzas vivas del falangismo. Haciendo apología de su clasismo, su intolerancia, su racismo, su xenofobía, su machismo, su incultura… Y fundamentalmente mostrándonos una vez más que este país es su cortijo y no admiten no tenerlo asido por la pechera para intimidarlo y vaciarlo.

Al final todo esto va de eso. De no saber perder. No va de la Amnistía que por otro lado es una manera de reconducir la situación de Catalunya. No hay que perder de perspectiva que en 2006 el PP de Mariano Rajoy ya hacía gala de su control judicial y mandaba a un Supremo, copado por sus representantes judiciales, para que echarán para atrás el Estatut que el pueblo catalán pactó y votó en masa aquel año. De aquellos polvos parte de estos lodos. Porque no cabe duda de que lo de la unidad de España les da igual a estas élites cleptómanas pero es un muy buen argumento para soliviantar a las huestes unineuronales que se tragan sin rechistar lo que les digan. Y más si tienes la baza de unas instituciones judiciales politizadas, y encima por los tuyos. Por lo que pueda pasar en la sucesión de cargos contra corrupción.

Yo no estoy precisamente a favor de una Amnistía que vaya a “perdonar” a líderes políticos que hayan cometido delitos adminstrativos a la hora de proveer de recursos el referéndum del 1 de octubre. Si que estoy a favor de que se despenalice a las personas que sufrieron, primero toda la violencia policial y después la persecución judicial y mediática de matones a sueldo reconvertidos en jueces y periodistas. No puede aplicarse la apisonadora de un estado coercitivo a 2700 personas que lo único que querían ese día era votar. La elección era lo de menos. O somos demócratas todos los días o ninguno. Esto no es un uniforme que te puedes poner un día y quitártelo al siguiente. Tampoco he estado de acuerdo y ni estoy de acuerdo con las amnistías “que han perdonado” a los defraudadores fiscales. A todos los mangantes con pulserita en el brazo y lacito en el audi, con la bandera de españita, que nos dicen como tenemos que obrar y vivir los demás, mientras ellos se han buscado las triquiñuelas para pagar menos o directamente, no pagar lo que les corresponde. Y sin embargo, esas amnistías e indultos se han venido realizando en gracia a corruptos, asesinos del G.A.L., o hasta incluso violadores, y “nadie” se había quejado. Y no hablemos de la Ley de Amnistía del 77 que permitió que pasarán a ser "demócratas intachables" los torturadores, políticos y militantes franquistas.

Por qué, ¿cómo pretende la derecha fascista de este país que España no se rompa a base de aplicar violencia y negar la identidad de los ciudadanos que sienten otra nación? Incluyo aquí a los muchas y muchos que conozco, que se sienten españoles, pero a la vez catalanes, galegos, vascos o valencianos. ¿Qué clase de país pretenden “construir” a base de mordazas, porras y cadenas? Ya lo conocemos, lo tuvimos 40 años de dictadura y más de 45 de tibia socialdemocracia liberal

Y sin embargo a menos de 48 horas de que se llevé a cabo la investidura, las calles están ocupadas por los ultras tratando de amedrentar a todos, especialmente a los militantes del PSOE en sus sedes, sus políticos y a su líder Pedro Sánchez. Con la policía reaccionando como dóciles corderitos ante alteraciones gravísimas del orden público, con y sin autorización, y que contrastan con la violencia cargada contra los manifestantes de izquierdas, que nos las hemos visto con sus porras, sus cascos y sus tanquetas. No olvidamos la violencia desatada en Cádiz en las protestas de los trabajadores del metal, en Catalunya el 1 de Octubre o en los desalojos de las plazas del 15M, en las marchas de la dignidad, en las luchas contra el Plan Bolonia. Tampoco vamos a olvidar esta convivencia tan pacífica y dicharachera con esta extrema derecha de parásitos, haraganes y ultras. Queda apuntada con la de las “protestas” de los pijos durante confinamiento de la covid.

El relato es el de amedrentar a todas y todos que no pensamos como ellos. Que somos demócratas. Antifascistas. Que somos clases trabajadoras hartas de ser explotadas por parásitos fascistas e infrarepresentadas por un sistema político liberal y burgués diseñado para usurpar poder y perpetrar la extracción de riqueza. La amenaza a la voluntad popular esta ahí. Como en el asalto al Capitolio o la Batalha de Brasilia. Una ola fascista que es necesaria erradicar en todos los frentes.

Tampoco ayuda tener todos estos meses tras las elecciones a todo el escenario de políticos de extrema derecha y de derecha extrema de este país recitando una y otra vez “Qué Sánchez está haciendo un golpe de estado”, “qué es ilegítimo” y toda esa sarta de mentiras, sandeces y burradas, y que ni un sólo periodista (bueno sí, un par de ellos) les hayan plantado cara y desmentido en vivo y en directo. El periodismo patrio tendrá que pagar estas afrentas y esta absoluta dejación de sus funciones como pilar del sistema democrático.

Pareciera como si los Feijoo, Ayuso, Almeida, los fachas de vox y los gilipollas abducidos que les siguen no supieran como funciona el sistema de partidos, el sistema parlamentario liberal. Exigían que en el PSOE les prestarán o se saltarán la disciplina de voto 5 diputados díscolos para facilitar la investidura de Feijoo. Pues mira tú, que si la situación fuera tan grave, ahora podían haber prestado 7 al PSOE para evitar el pacto con Puigdemont. Pero efectivamente quizás no conozcan el funcionamiento jurídico y político del sistema parlamentario, pero por lo menos se espera es que los medios, fueran de comunicación y no de intoxicación y fueran lo suficientemente responsables para denunciar esta sinrazón y no darle más altavoz.

Y mientras la izquierda estamos en casa. Llevamos demasiado tiempo sentados, quedándonos en casa, y delegando la acción en favor de unos políticos que nos llamaban al resto casta y que se han pertrechado en una pseudo organización que para lo único que ha funcionado es para fagocitar toda la fuerza y trabajo que se volcó con el 15M.

Ahora, 12 años después los que viven “su marcha indignada” es la ultraderecha, con el beneplácito, faltaría más, de esas fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, judicatura y grandes medios, y mediocres medios de opinión fascistas, todos unidos en insultar a la inteligencia, deslegitimar los procesos electorales y su propia Constitución.

Es todo tan ridículo que acusan de golpistas y antidemocráticos a los demás, y hoy, si hoy, el PP se ha valido de su mayoría en el Senado para cambiar el reglamento, antes de que empiece formalmente la legislatura, para torpedear toda la acción ejecutiva del nuevo gobierno. Y los unineuronales de Vox piden al Supremo que se inmiscuya en el proceso reglado de la investidura, cagándose en Montesquieu y en la separación de poderes. Qué dictadura más rara esta de Perro Sanxe. Es que es todo así de denigrante. Para esta gentuza la democracia sólo es si la ganan y les sirve para seguir oprimiendo al pueblo.

Este ambiente pre-golpista no es nuevo. Se dio en el 36. Y llevamos viendo como se inflama en las tertulias y las redes sociales desde que en 2018 viendo como estaba el PP, alguien decidió financiar a un partido de extrema derecha para que dejara de ser residual y verbalizara lo que la derecha franquista institucionalizada no podía decir. Y también decidió que ese partido apareciera a todas horas en tv escupiendo su odio. Y como se ejecutan acciones y mensajes que favorecen al más violento y reaccionario. Con la excusa de la libertad de expresión se han colado mensajes de odio que desde el primer momento había que haber sacado de antena. Ahora ya son imparables.

Hay que ver cuánto va a durar este gobierno y legislatura con el umbral del proceso electoral en Catalunya para finales de 2025, pero el del País Vasco el próximo verano.

Mientras tanto, y como decía un par de párrafos más arriba, en la izquierda real estamos que no sabemos qué hacer. Digo yo, ¿no deberíamos estar plantando cara a los radicales ya sean pijos, nostálgicas, "opinadores" incendiarios, ultras, medios, policías, guardias civiles o jueces? ¿Por qué permitimos que acosaran a la familia de un rival político, solo por ser rival político? ¿Por qué estamos dejando desiertas las asambleas en este momento? ¿A qué esperamos? ¿Vamos a dejar a que suceda algo desagradable o tenebroso? Y si sucede, ¿vamos a hacer algo y luchar por nuestra dignidad y libertad?

 

 

A todo esto nos ha dejado un hombre bueno: Aníbal Vázquez, alcalde de Mieres, por Izquierda Unida. Aquí tenéis a todo su pueblo despidiéndole y valorando la vida y compromiso de un hombre que hacía política para los demás, para el patrimonio de todas y todos y para las clases trabajadoras. Qué la tierra te sea leve, compañero. 


viernes, 18 de noviembre de 2022

Boicot al Mundial de Fútbol

 

Viñeta de Eneko en diario Público, sábado 12 de noviembre 2022

 

Este fin de semana empieza el Mundial de fútbol 2022. En Qatar. Ya la propia designación del emirato como sede del Mundial está llena de corrupción y tráfico de influencias. El mismo día que se proclamó a Qatar vencedora, mientras que la Confederación Sindical Internacional pedía a la FIFA que repitiera la votación para evitar que recayera en un país que no respeta los derechos laborales, 15 de los 22 electores estaban contando los calientes billetes que habían prevalecido en su designación. Hoy en día todavía tienen causas pendientes con la justicia. La compra directa y cienmillonaria (Qatargate) de votos le costó el puesto a todo un presidente de Francia, pero ni siquiera viró un milímetro el rumbo de la FIFA, empeñada en seguir adelante como si nada. El dinero ya empezaba a entrar y engrasaba una maquinaria interncional y poliédrica que ponía en marcha la operación de blanqueamiento.

Con la celebración del Mundial ya asignada, toda la construcción de estadios de fútbol e infraestructuras hoteleras y de transportes están bajo sospecha. Las condiciones de trabajo expedidas para una población netamente inmigrante que carece de los derechos más básicos amparados en la legislación laboral internacional, son las propias de un régimen esclavista. No superan la más mínima fiscalización y aún así, pretenden que nos pongamos a ver los partidos y a animar a la roja (o a la que le toque cada uno) sin ni siquiera tener presta una pinza de la ropa para tapar el hedor a la nariz. No vaya a ser que los jeques se fueran a mosquear.

The Guardian publicó una investigación que concluía que 6500 trabajadores habían muerto en Qatar desde que comenzaran las obras para el mundial de fútbol. No era el primer estudio ni la primera denuncia sobre esta atrocidad, pero si la que cuantificaba de forma incuestionable (con datos de los gobiernos de los países de origen de los trabajadores fallecidos) que 6500 personas han perdido la vida en la construcción de infraestructuras en el desierto qatarí.

Mientras los jeques quataríes del petróleo pagasen no importaban ni las acusaciones evidentes de tráfico de influencias y corrupción, ni la absoluta carencia de derechos laborales en el Emirato. Dinero que ha servido para blanquear no solo la falta de derechos bajo esa monarquía absoluta, sino la forma de esclavitud moderna que ha regido la construcción de estadios durante estos años: la kafala.

Kafala significa "garantizar" en árabe y es el sistema de "patrocinio" legal que se basa en dos principios que, en la práctica, se traducen en esclavitud moderna. Según la kafala todo trabajador extranjero debe tener un patrocinador (una empresa o una persona) para trabajar en el país. Este patrocinador tiene todos los derechos sobre el trabajador, ya que puede retener su pasaporte y el trabajador no puede ni cambiar de trabajo, ni salir del país, sin el permiso del patrón. Las condiciones laborales son las que el patrocinador impone porque en Qatar los sindicatos están prohibidos para los trabajadores migrantes, que son el 95% de la mano de obra.

La Kafala fue suspendida en 2020, por aquello de que la esclavitud este permitida y jaleada en un país que alberga un evento internacional del máximo nível. No fuera a ser que el que dirán. Pero ya era muy tarde para los más de 6.500 trabajadores fallecidos en los fastos de esta vergüenza. Hasta entonces no sólo la familia real qatarí y su élite se han beneficiado. Muchas de las empresas constructoras provienen de Occidente, y las tenemos mucho más cerca de lo que imaginas.

Sencillamente, es una dictadura. Libertades básicas hoy en día, como la de prensa y de expresión son inexistentes; se efectúan detenciones arbitrarias, castigándose de manera abusiva sin asistencia letrada y produciéndose desapariciones de activistas y periodistas. Los homosexuales son absolutamente perseguidos y criminalizados. Asimismo, las mujeres continúan bajo un sistema de tutela masculina, ligadas a su tutor varón que a efectos prácticos es dueño y señor de su vida, tomando la decisión final sobre cualquier aspecto de sus vidas: cómo y con quién han de casarse, estudiar, trabajar, viajar al extranjero hasta cierta edad o recibir servicios de salud reproductiva. Una mujer en Qatar pierde automáticamente la tutela de sus hijos e hijas cuando se produce un divorcio. Las condenas y castigos están a la orden del día amparados en las leyes islámicas. Ante el Mundial se han parado estos atropellos que volverán en cuanto la pelotita deje de rodar. En mayo fueron las últimas condenas execrables. Por ejemplo, a una mujer violada se le acusó de adulterio y fue castigada con 100 latigazos.

Por lo tanto, se hace muy difícil seguir, o simplemente asistir a la convivencia de eventos internacionales que amparen a estos estados, sabiendo las cosas que sabemos hoy. Por ejemplo, hace menos de un año que nueve refugiados sirios presentaron una demanda ante el Tribunal Superior del Reino Unido, acusando a funcionarios y empresarios de Qatar, en coordinación con los Hermanos Musulmanes, de lavar dinero para el Frente al-Nusra, considerado la filial siria de Al Qaeda. Hoy, Qatar está bloqueada por EUA, Jordania o Egipto, países de su entorno (geográfico y cultural) acusada de terrorismo.

Una dictadura que con dinero y lazos familiares claros y demostrados con el terrorismo. Un país por el que a través de sus fronteras entran y salen miembros de Al Quaeda, los talibanes y otros grupos que atemorizan a toda la región. Incluso desde la administración estadounidense se llegó a ligar al exministro del Interior de Qatar y miembro de la familia real, Abdullah bin Khalid al-Thani, con los ataques del 11-S, avisando a su autor intelectual, Khalid Shaikh Mohammed, antes de que pudiera ser capturado por EEUU. Y esto son las cosas que sabemos. Pensad en un momento lo que se desconoce, está clasificado o es subterráneo.

En los años 80, Joseph Nye y Robert Keohane, presentaron un extenso ensayo sobre las relaciones internacionales entre países de contextos y tradiciones políticas y culturales distintas. Ahí acuñaron el término de soft power para referirse a esa capacidad que ejercen algunos Estados para persuadir o convencer a otros de que hagan lo que desean sin tener que recurrir a la coacción o al empleo de la fuerza. Y es que las diferencias pueden ser insalvables o apenas leves incordios, si se coincide en lo básico: el interés por el dinero.

En esas prácticas y estrategias están los eventos y la corriente a caballo entre lo literario y lo periodístico que están blanqueando a conciencia la imagen de las execrables dictaduras fundamentalistas de Oriente Medio. Todo ello regado por billetes procedentes del petroleo, gasolina y también motor de nuestra vida actual.

Asistir a besamanos, besapies y todo tipo de pleitesías, por parte de democracias, hacia los sátrapas medievales de los Emiratos del petroleo es una vergüenza, y algo que tendría que ir acompañada con la dimisión del lameculos en cuestión a la mañana siguiente. Se les conceden prebendas y la celebración de eventos internacionales (tanto deportivos, como sobretodo foros económicos y financieros) que no son propiedad de nadie, sino de toda la humanidad, y no deberían servir para blanquear a estos regímenes. La falta de dignidad es tan lacerante, que llega un momento en el que hay que decidir -no digo discutir, digo decidir- por salvaguardar la dignidad, y renunciar al “progreso” alimentado por un combustible que como productos subalternos trae ruindad, opresión, integrismo, misoginia, xenofobia y fascismo. Cuando políticos o empresarios se tiran al suelo al paso de los petrodólares a la vez nos demuestran, a los pargüelas que estamos aquí, la valoración que esta gentuza hace de los Derechos Humanos, la paz, la democracia y el progreso. Incluidos los nuestros. Aquí, no está de más, que no se critica o censura la cultura, de un lugar concreto, en este caso Qatar. Sino sus leyes medievales y crueles, y su intención de con dinero normalizar esta dictadura.

La FIFA ya tiene experiencia más que sobrada en llevar sus multimillonarios eventos a donde más beneficios les otorgue. A veces, da la casualidad que acaban en un país que no dé vergüenza ajena. Pero siempre se aseguran una buena cantidad de comisiones por obras y fastos para sus torneos. También ya hay ejemplos sobrados en los que un Mundial se utiliza para blanquear una dictadura e incorporar como normales regímenes absolutamente criminales y abusivos hacia los Derechos Humanos. Lo hicieron, por ejemplo, con la Argentina del año 78, y si, han pasado más de 40 años, pero con Qatar, repiten el mismo patrón.

Dentro de esto, algunos países participantes, con sus federaciones y sus selecciones les da algo de vergüencita pero sin bajarse de la celebración, que jugar y ganar un Mundial es muy importante. Ponerse de lado, colocándose un brazalete con la bandera del Arco Iris, puede que les sirva ante las comunidades LGTBI de sus países y para lavar su conciencia, por todo lo demás privilegiada. A la historia pasarán como unos imbéciles que se quedaron en el símbolo, sin querer ver la realidad del problema y convirtiéndose en actores necesarios de toda esta farsa.

Si ni la FIFA, ni los directivos nacionales, ni los futbolistas, ni los periodistas deportivos (ni mucho menos los no-deportivos), ni tampoco nuestros políticos (en conjunto) han sido capaces de poner en su sitio a esta gentuza y recuperar algo de dignidad democrática y valores cívicos modernos para su torneo, queda en las manos de la sociedad civil reclamar que lo hagan y actuar en consonancia.

Es decir, ni el racismo, ni el patriarcado, ni el clasismo, ni la homofobía son hechos culturales previos a una opresión, sino que son las construcciones ideológicas que la van a justificar. Celebrar un Mundial de Fútbol (o cualquier evento, de cualquier índole) en un estado que viola conscientemente 20 de los 30 artículos de la Carta de las Naciones Unidas a parte de ser una vergüenza, manda un mensaje erróneo. Que con dinero todo se puede comprar. Y que el dinero está por encima de los Derechos Humanos.

No puedo deciros que tenéis que hacer. Si queréis seguir el Mundial, animar a la selección española, o disfrutar del deporte, lo haréis, se escriba o leáis esta entrada o no. Por mi parte, lo tengo claro: Boicot absoluto a este evento; solidaridad absoluta con las mujeres qataríes y los trabajadores inmigrantes a los que les han pisoteado sus derechos y dignidad; desechar el consumo de toda compañía cómplice de esta barbarie que lo acompañe, patrocine o retransmita; y denuncia en mis modestos medios de la vergüenza internacional que supone.




jueves, 16 de junio de 2022

La anormalidad democrática en Españistan

 

En una democracia, ¿qué es la normalidad para los demócratas? El respeto a los Derechos Humanos en el marco de la diversidad de todas las personas. No hay un ser humano igual que otro, pero todos y todas tenemos los mismos derechos y deben ser garantizadas las mismas oportunidades independientemente de esa diversidad, independientemente de su lugar de origen, de sus creencias, de su orientación sexual, de su sexo, de su lengua, de su ideología... Un demócrata, de izquierdas o de derechas o de “centro”, cree, o al menos debería creer, en esa igualdad y respeta la diversidad humana en todas sus manifestaciones; cree en el Estado de derecho y en el Estado social para garantizar la justa aplicación de la igualdad de derechos y libertades.

El debate político no debería de estar en este mínimo común compartido por todo demócrata. Estaría en las formas de gestionar el estado y los servicios públicos, como garantías de esa igualdad de oportunidades entre los ciudadanos, que constituye los cimientos de la democracia, como sistema político, que en principio, nos hemos dado entre todos. Se hablaría así, de aplicar medidas socialistas o liberales en esa gestión, con las consecuencias que ocasionarían y también, con los límites que socialismo y liberalismo deberían de marcar inexorablemente en una democracia. Cualquier desviación hacia al extremo en ambos lados provocarían el desmoronamiento democrático. Sobretodo en el caso del liberalismo, donde ya vemos, como el ultraliberalismo ha procedido a una voladura de los sistemas democráticos liberales de la segunda mitad del siglo XX al haber acabado con la igualdad efectiva de derechos y oportunidades.

¿Pero qué ocurre en Españistan? En Españistan se consiguió la democracia sin lucha, pasando de una dictadura fascista, militar y clerical que dejo una economía autárquica, un sistema social esquelético y un modelo de estado centralista y criminal para con el resto de nacionalidades del estado español y con el mundo rural. Un corpus político atrofiado y privilegiado con profundas raíces en el partido único y en la convivencia con un alto empresariado que lleva casi un siglo beneficiándose de continuo de los recursos del país y de sus gentes. Con estos mimbres y en un contexto de crisis decisiva y definitiva de un capitalismo que hace aguas y arrastra en su acometida a la democracia liberal, el fascismo vuelve a caminar sin máscaras ni disfraces y desplegando su batería de odio y atraso.

Con la esperada y a la vez torpe cesión del PP de CyL, de Mañueco y de su nuevo líder, Feijoo a la ultraderecha se pretende normalizar la nauseabunda forma de hacer política de Vox que tiene su emblema en el gilipollas que han puesto de vicepresidente que sin asumir responsabilidades políticas, pasa a cobrar un pastizal para únicamente enturbiar el clima político y disparar odio y víscera a todo aquel que no cumple con sus mantras cutres y trasnochados: hombres blancos, el ultracatolicismo, el machismo, la misoginía, la negación a las otras realidades culturales y nacionalistas, anteponer una suerte de derechos individuales dopados por la capacidad extractiva económica de las élites a los derechos colectivos, al bienestar y al bien común. Discutir el cambio climático y las medidas urgentes ya a tomar para paliarlo. Ignorancia cientifica, sexual, política, democrática,…

Vox es una gangrena de este sistema político españistaní que ya estaba enfermo y presentaba síntomas de agotamiento desde hace mucho. Es a la vez causa y consecuencia de los errores del pasado que no limpiaron las instituciones (ejército, fuerzas de seguridad, universidades y judicatura) de fascistas; del uso político, electoral y mediático de su ideario y sus seguidores para afianzar mayorías durante 40 años que no discutieron ni construyeron la defensa de la memoria y la democracia.

Extirpar el miembro mohoso, ennegrecido, rancio y tóxico es ya urgente pero el enfermo no se va a curar sin más. La podredumbre ya ha roído los huesos y el esqueleto se tambalea. Los órganos de la democracia en España también están podridos y si ya era urgente extirpar el fascismo de ellos hace 40 años ahora se convierte en trascendental. Se trata de justicia, de memoria y de coherencia. Y se trata de no olvidar los que con su dejación de funciones pero sobretodo con sus intereses personales y privados han favorecido el estado de las cosas de un país que se hunde en la miseria, sin convivencia, sin igualdad y siempre dependiente de los intereses de Estados Unidos.

La corrupción y el fascismo son las dos caras de la misma moneda que lastimosamente ancla en el atraso a España y a sus buenas gentes. Que haya mayorías que voten ultraderecha -ya sea pura y novedosa como Vox o disfrazada y antigua como el PP-, se debe al nulo proceso de redención política y democrática que se hizo con la transacción -cómo añoramos a don Julio Anguita-. También es parte clave de este insidioso tinglado la élite de un partido socialista profundamente clasista y herramienta de desposesión de los trabajadores al servicio de los poderosos. Así, los problemas se enquistan y no se solucionan, y las clases trabajadoras parecemos ajenas y sin defensa ante este estado de las cosas.

Pese a tener una parte del gobierno que está trabajando bien en mejorar, o al menos mantener, las condiciones de vida de las trabajadoras y trabajadores, estos avances pasan de soslayo sin atención mediática -los grandes emporios mediáticos que dominan este país pertenecen a oligarcas patrios empeñados en impedir que quienes estábamos hace 10 años en las calles y plazas lleguemos a gestionar- y sin ser reconocidos por la población como medidas que ahondan en su beneficio. En este contexto, disputar desde la izquierda la sempiterna campaña electoral que es la alta política de este país es una quimera y a la vez algo digno de estudio y agradecimiento.

Con episodios concretos como las elecciones autonómicas del próximo domingo en Andalucía, la necesidad de crear una candidatura fuerte de izquierdas que luche por la dignidad de la clase trabajadora es cada vez más urgente y al mismo tiempo, un camino inevitable.

El reto es hacer que la buena gente no se quede en su casa y vaya a votar. Y que vote a quienes les defiendan. Y que estos, antes, hayan dejado atrás las diferencias personales -casi siempre enfocadas en los curriculums que cada uno quiere hacerse- para articular candidaturas donde el programa político venga no sólo a defender la tibia democracia que padecemos y mantener mal que bien una igualdad simulada. Sino a venir a abrir las puertas y las ventanas de este edificio carcomido, erradicar el fascismo, denunciarlo y combatirlo, y ejercitar un programa que amplié la igualdad entre todas y todos para poder ampliar nuestro futuro.

martes, 8 de febrero de 2022

Antifascismo: Una obligación moral


Ya había dejado por aquí el famoso poema del pastor luterano Niemöller, grabado en el Museo Memorial del Holocausto en Estados Unidos. Las estrofas, de sobra conocidas, pese a las múltiples versiones, autorías y reutilizados son los siguientes:


Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas:


Original
Traducción
Als die Nazis die Kommunisten holten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Kommunist.

Als sie die Sozialdemokraten einsperrten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Sozialdemokrat.

Als sie die Gewerkschafter holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Gewerkschafter.

Als sie die Juden holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Jude.

Als sie mich holten,
gab es keinen mehr, der protestieren konnte.
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Es sin duda una denuncia áspera y demoledora contra la indiferencia, la apatía y la neutralidad ante las injusticias y las violaciones de derechos, libertades y dignidad. Lo así expresado por Niemöller complementa otra verdad irrefutable expresada en el auge de la barbarie y el horror del nazismo. La de Edmund Burke: "Lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada".


Se trata de no quedarse sentado, mirando el móvil, o peor aún, hacia otro lado ante las injusticias y el sufrimiento infligido a los demás, que además, y por lo general, son iguales que nosotros.

El fascismo no es una imagen en blanco y negro del pasado. Un documental repetido en un canal prescindible de la televisión. O una tendencia natural del pasado que vuelve sin querer, motivada por la inercia cíclica de la historia. No. Es un objetivo y un interés explotado por las élites en su afán egoísta lanzando a la competencia feroz a las clases trabajadoras en un escenario global. Es un animal salvaje que afila los más bajos instintos depredadores de la ignorancia y el odio capaces de causar un dolor tremendo. Es una corriente que no desapareció con el final de la Segunda Guerra Mundial (languideciendo en las dictaduras fascistas del Sur de Europa o de Sudamérica en la segunda mitad de siglo) sino que latente permanecía oculto y minoritario. Y cuando ha sido necesario y de nuevo útil para acallar y amedrentar la respuesta social a los desvarios de una economía rapaz se ha puesto en marcha con todos los recursos, económicos y mediáticos necesarios, para cumplir su función. Incluso llegando a blanquearse las posiciones ultras, estrategia de la que forma parte indudable los procesos de re escritura de la Historia por juntaletras retrógrados lamentables.

Teorías y personajes miserables como Trump, Bolsonaro, Farage, Boris Johnson, Salvini (con la tétrica mano de Berlusconi por detrás), Órban, en Polonia o los reaccionarios de Bolivia, Perú o Venezuela. Y en España el auge del partido artificial Vox o el deshacer político de la manirota de Ayuso, todos ellos con lazos más que íntimos con el PP de Aznar (es decir con el Franquismo).

Todos ellos se dedican con afán y medios a desmembrar la democracia, a cuestionar su idoneidad. A romperla desde dentro haciéndola saltar en mil pedazos, ganando poder, imponiendo miedo, rencor y violencias. Creando espacios de falsos debates tanto en las calles, las instituciones, como muy especialmente en las redes. Un fascismo moderno y actualizado al mundo actual, globalizado, interconectado e individualizado hasta la nausea. Capaz de aprovechar la desposesión material de las clases trabajadoras para volver a expandir sus nacionalismos proteccionistas trasnochados, herederos del irracionalismo de Nietzsche.

Por todo el antifascismo es imprescindible. Un antifascismo, convencido, convincente y militante, es el primer requisito de quien se dice demócrata. Todas y todos debemos convertirnos y proclamar orgullosos que somos Antifascistas.

Un antifascismo activo. Vigilante, informado, infiltrado y opuesto abiertamente en las calles, las instituciones y las redes. Somos más y mejores y por lo tanto no hay problema en recuperar el espacio y expulsar a los fascistas para garantizar los avances y las verdades que estaban aceptadas y ahora vuelven a discutirse.

Pero debemos ir más allá empezando por exigir tanto a los partidos como a los medios (es decir, a las empresas) a posicionarse. Si están con la democracia deben erradicar y perseguir todo contenido fasicsta. Denunciarlo es un deber moral y el primer paso de convencimiento personal.

La democracia, la dignidad, la igualdad, la libertad y la paz no pueden defenderse solas sin la implicación y el convencimiento de las personas, buenas e inteligentes, que creen en el progreso y el bien común. Las agresiones, la violencia y la guerra declarada por parte del extremo liberalismo (neoliberalismo, ultraliberalismo), el fascismo, los populismos ultraconservadores, el racismo, la xenofobía, el machismo, la intolerancia religiosa, social o racial.

Para derrotar al fascismo necesitamos activación social y militancia. Reconocer la gravedad del avance fascista y oponer resistencia convenciendo y ejercitando intransigencia con el intransigente.

El ideal es recuperar el espíritu de los frentes populares de los años 30 y 40 que lucharon y resistieron ante el fascismo gracias al convencimiento de la trascendencia de su ideología por el bien común de la Humanidad.

Me declaro antifascista. Y antifascista militante.

 


 

jueves, 18 de febrero de 2021

Una semana de normalidad democrática en España


 

En la última semana, en la normalidad democrática de España, se ha procedido al despido de un periodista por un rótulo en una pieza de información de Televisión Española; se ha llevado a cabo la encarcelación de un rapero por sus letras de denuncia de la corrupción real y contra el sistema; dos policías nacionales fuera de servicio acosan a una chica de 14 años y le pegan una paliza a ella y a su padre quien salió en defensa de su hija; en las manifestaciones en contra de esta inviolabilidad policial, la policía carga con violencia llegando incluso a utilizar munición de postas causando dos heridos. Ante el fallecimiento de un ex-gal condenado por terrorismo se suceden panegíricos elogiando su vida sin que se atisbe la respuesta judicial por enaltecimiento del terrorismo. Se permite una manifestación nazi en el centro de Madrid en las que se lanzan soflamas contra “rojos”, “maricones”, “mujeres” y “judíos” destacando el discurso de una chica de 18 años (acompañada de varios sacerdotes) que pasa a recibir una atención mediática como “musa del falangismo”. Se llevan a cabo multitud de manifestaciones en favor de la libertad de expresión y por la excarcelación del rapero Pablo Hásel. La mayoría de ellas sin incidentes (aunque en casi todas hubo provocación de elementos de derecha y las fuerzas policiales), llegando a la violencia provocada por los antidisturbios en Madrid y Barcelona, que se salda con varios detenidos y heridos, entre ellos una joven que ha perdido un ojo en la ciudad condal. Por supuesto, la derecha política y mediática, saca la brocha gorda para imponer su relato, atacando a la izquierda y dando más valor a un contenedor quemado que a una mujer gravemente herida por la brutalidad policial. Todo esto en una semana de normalidad democrática en España. Donde gobierna, no lo olvidemos, una coalición de izquierdas.

No voy a cometer el error de no condenar la violencia. Condeno y lucho contra la violencia. Sobretodo condeno la violencia policial. Esas fuerzas “de seguridad del estado” que detentan el poder de la violencia institucional y que carecen de la más mínima ética y sometimiento a las normas cívicas y democráticas que en teoría nos hemos dado todos.

A estas horas y éste día seguimos esperando, y podemos esperar sentados, a una condena de las asociaciones profesionales de los colectivos de fuerzas de opresión del estado. También podemos sentarnos y esperar las explicaciones del ministerio de Interior. Y son improbables no sólo el cese de este señor que nunca debió ser nombrado Ministro, sino ni siquiera una triste reprobación por el Congreso. Marlaska es un juez que ocultó y legitimó las torturas en el País Vasco y con esos antecedentes jamás tendría que tener ordeno y mando sobre quienes se supone, nos tienen que proteger. Más si cabe cuando la preocupación de las policías de este estado está con los contenedores de basura y no con las personas; cuando su empeño es garantizar el sistema económico por encima de las libertades civiles de la población, como si un escaparate roto fuera más grave que una persona silenciada, oprimida y repudiada. Y donde además, estos elementos a los que damos placa, esposa, porra y pistola y un sueldo, todo ello pagados con nuestros impuestos en contra de otras cosas más elementales y necesarias, muestran una sintonía con la extrema derecha que indigna y avergüenza.

Allí y en esas ocasiones no vas a ver a la policía deteniendo, ahostiando, reventando ojos o ni siquiera, multando. Allí verás a agentes, cayetanos, pijos y fachas, compartir risas y fotos, desfilar con rojo y gualda y venerar mutuamente el tardo franquísmo españistaní que les permite a  unos y a otros, en conjunción, dedicarse a oprimir a la clase trabajadora y abusar de sus riñones como lacra parasitaria que ambos son.

Ni el PSOE ni Unidas Podemos, ni desde dentro del Gobierno (donde pasan semanas sin reparar tropelías y ganar en democracia derogando por ejemplo leyes lesivas como la Ley Mordaza) ni desde sus grupos parlamentarios son capaces de poner coto a la sucesión de acontecimientos que son consecuencias lógicas de la crispación que el contexto actual (pandemia, crisis económica sistémica de un capitalismo depredador y sin límites, crisis ecológica, crisis de valores democráticos, éticos y morales y crisis política de un estado fallido) provoca en la sociedad.

Si pensamos que sentados en casa, escribiendo en el blog y tuiteando, vamos a recobrar dignidad y avanzar en mayor democracia y en justicia social estamos muy equivocados. Nos equivocamos si evocamos con romanticismo las luchas del pasado, del siglo XIX y del siglo XX, donde la práctica totalidad de los deberes y derechos civiles se adquirieron a base de fuego y estopa. Porque no fue un camino de rosas y batucadas precisamente aquello. La libertad y el modelo de bienestar que no se extendió más que para un 20% de la población mundial se logró entre otras cosas por movimientos revolucionarios y contestatarios. Pero sobretodo las conquistas sociales y laborales se lograron a base de esfuerzo, de conciencia e identidad y de tener muy claro que había que revertir el orden institucional, para conseguir un mundo mejor para todas y todos. Bien organizados y dispuestos a asumir la respuesta a la acción violenta de cuerpos y fuerzas de seguridad del estado (del estado de las cosas) y fuerzas contrarrevolucionarias. Y también de unos medios de comunicación al servicio del poder oligarca y siempre dispuestos a construir un relato que legitime el estado de las cosas, con todo el dolor e indignidad que nos asola.

No se ganó en libertad, dignidad y justicia social con palmas, tambores y lemas cuquis. Fue con huelgas, con desobediencias civiles, asumiendo costes en dolor, prisiones y multas. Fue con violencia, incluso con atentados. La sociedad está harta por muchas cuestiones. Y este hartazgo crece a medida que se ven frustradas las expectativas de cambio y de mejora de la situación, primero individual, pero también colectiva.

Hace menos de un mes estuve viendo la serie Antidisturbios. Como he estado en desahucios, huelgas, piquetes y manifestaciones me he visto con ellos. Ya sé cómo funcionan y porque me producen asco y repulsión. La serie me sorprendió por la crudeza y verosimilitud con la que son retratados y además y de propina, y para que todos tengamos claro que no son más que herramientas del poder oligarca y corrupto, son empleados como matones a sueldo que favorecen los chanchullos de las élites.

Frente a la violencia y el discurso que legitima su opresión, nuestro convencimiento, repulsa y lucha. Como dicen los Chikos del Maíz, "Antes como mierda que defiendo vuestra ley"; "Antes pongo el culo en esquinas, que me hago madero".


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...