Julio Anguita, imagen de RTVE
Ayer,
16 de mayo, fallecía
Julio Anguita.
Lo hizo como todo en su vida, luchando. Haciendo frente por tercera
vez a un ataque al corazón sobrevenido hace una semana y del que
finalmente no ha podido recuperarse.
Son
incontables los pequeños y anónimos homenajes. Éste es uno más de
ellos. Son inagotables los videos, entrevistas y artículos en los
que
Julio Anguita
durante toda su vida nos ha dejado muestras de su compromiso por la
verdad, la igualdad y los derechos humanos. Y
es en
nuestro recuerdo donde guardamos el tesoro de su ejemplo por su
constancia en la lucha con coherencia, inasequible al desaliento y
siempre dando voz a los sin voz.
Julio
Anguita
fue la nota discordante de la alta política en España. Un hombre
humilde y honesto. Paradigma del trabajador
que con esfuerzo primero consigue
con brillantez su formación, tanto política, como licenciado en
Historia y
maestro de educación secundaria.
Después
como miembro del Partido
Comunista en Andalucía,
en su Córdoba
natal,
de la que llego a ser alcalde en la transacción que como le gustaba
a él llamar los años tras la muerte del dictador. Allí se ganó el
apodo del Califa
y el cariño y aprecio de miles de sus convecinos que vieron en
primera persona que otra manera de hacer política, de construir una
sociedad para todas y todos, libre y sobretodo libertaria, sin dejar a nadie detrás, no solo era
recomendable. Era y es posible.
De
ahí al saltó a la dirección nacional del Partido
Comunista
y bajo el necesario No
a la OTAN
la creación de Izquierda
Unida
como coalición política de la izquierda alternativa de éste país.
Anguita
ya sabía que la OTAN lo que traía era la militarización del estado
para gusto de los generales franquistas y la subordinación de España
(y de toda Europa) al imperio militarista yankee.
Julio Anguita también
estuvo fino en su profecía sobre Maastricht y lo que la austeridad
mal entendida nos ha traído estos últimos años. El
Califa Rojo de Córdoba
ahora era el Quijote caricaturizado por los guiñoles
y por sus rivales políticos que querían mostrarlo como un loco que
veía fantasmas en la modernidad europea.
Pero
no podía tener más razón don Julio, como también se demostró
cuando como Prometeo anunció la llegada de la movilización social
que fue el 15M. El
capitalismo desaforado, capaz de convertir todo, desde los derechos
más básicos, el medio ambiente, el patrimonio en un negocio de unos
pocos, no podía aguantarse más. No puede hacerlo. Y como antes, ya
es el momento de no cejar el empeño y de demostrar que las palabras
además de necesarias, son verdaderas. Que la dignidad, es el mínimo
a defender.
Julio
Anguita es un maestro y un padre para todas y todos aquellos que
buscamos mejorar la vida de la gente a través de la política.
Usando la verdad, explicándola, acercándola a los iguales que
quedan tras los intereses de los medios de comunicación de masas. Es
el ejemplo del hombre que pudo haberse ido con una pensión máxima
por sus años de Diputado, pero prefirió su modesta pensión de
maestro. Él estaba orgulloso de ser un trabajador y siempre
transmitió ese orgullo, esa pertenencia, como algo digno y
necesario.
Julio
Anguita
es el padre de varias generaciones de militantes de la izquierda de
éste país. Desde los 80 ha compuesto una carrera política y mediática donde la coherencia ha sido la nota predominante y el
convencimiento el denominador común. Su voz y su pluma han sido
capaces de cautivar y soliviantar, pero sobretodo de hacernos pensar.
Su corazón era a la vez un órgano débil pero un músculo poderoso que alimentaba su ansía por desenmascarar el teatro que tenemos delante.
Siempre
que escuchabas a Anguita o leías algo suyo le seguía un momento de
reflexión. Y así me siento ahora que he pasado toda la tarde,
leyendo, escuchando, aprendiendo...
Ayer lloraba por la marcha de un hombre bueno. Un maestro que siempre será ejemplo de conducta y de activación política y social. Hace
5 años en Ciudad Rodrigo a la salida de un acto en el que volvió a
sorprender mostrando su coherencia y como él mismo decía, “las
verdades del barquero”,
me dijo que no abandonará jamás la lucha. Y con y por
él, como guía y ejemplo. Pero por todos los demás también, para
luchar y conseguir mejorar nuestra vida.
Julio
Anguita
se reunió ayer con su hijo, brillante periodista de guerra fallecido
durante la guerra de Irak en 2003. Que
la tierra te sea leve, compañero y maestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario