Alfred Hitchcock (José Ángel Égido) en El Ministerio del Tiempo
Casi
un año ha habido que esperar entre el final de la segunda temporada
y el comienzo de la tercera de El
Ministerio del Tiempo.
Todo
éste período de tiempo tuvo de espera y distintos grados de ilusión
y desilusión, pues no todo se debió a dificultades técnicas o de
agenda que justificarán la demora.
Primero
hubo (y todavía hay que permanecer atento) que luchar contra la
ceguera y el oscurantismo de una RTVE, politizada y cutre hasta el
extremo, incapaz de gestionar un producto que no entiende, puesto que
mientras sus artesonados se mantienen en un berlanguiano
siglo XX, la obra de los
hermanos Olivares
(sin olvidar a todo el fantástico equipo que compone la dirección,
producción, trabajo técnico, artístico, y si, el Community
Manager)
se encuadra y mueve en la vanguardia del XXI.
Así,
tras campañas en Internet, recogidas de firmas, hastags
y anuncios de los creadores, se llegó al punto clave para mantener
la serie una temporada más: La llegada de la plataforma de pago por
visión y creación de contenidos, Netflix.
Es
evidente que la inversión de Netflix se va a traducir en más
recursos a la hora de la grabación (para muestra la primera escena y
la intro
del primer capítulo de esta nueva temporada) y habrá que ver si,
lejos de finalizar la serie en éste año, se alargará por más
temporadas, buscando mayor retorno económico. En ese caso habrá que
ver si la obra no se resiente, ni desgasta y por lo tanto si no
pierde impacto y trascendencia en nuestra televisión, cultura y
sociedad.
Pero
aquí estamos ya disfrutando todos los Ministéricos,
con el primer capítulo de la tercera temporada. Un primer capítulo esperado, porque TVE
decidió posponerlo de su primera fecha de emisión anunciada ¡¡20
días!! para empezar la emisión pasadas, creo, las 22:45 de la
noche. No es de recibo que una cadena de televisión, más si es
pública, ponga su prime time a unas horas tan avanzadas, que hace
que cualquier producto estrella acabe pasadas las 12. Desde luego, yo
prevenido de esto, y aprovechando las posibilidades tecnológicas lo
he visualizado a través de la plataforma de RTVE para Smart
Tv,
cuando he querido y cómo me ha dado la gana.
Las
series, tanto nacionales como extranjeras, tienen en España el problema con las operadoras, donde estas, buscan en las series la
rentabilidad que les da, en términos económicos y corto-simplistas
una película. Programan dos capítulos de estreno de una serie en
prime time, después de 10 minutos de publicidad, o del programa
líder de la cadena, tipo "El
Hormiguero"
o "El
intermedio".
O después de dos horas de un partido de fútbol, lo que provoca que
semana a semana la serie en cuestión, nunca cumpla un requisito de
puntualidad y fijación en la parrilla, con lo cual se le elimina la
periodicidad, por algo se llama serie,
el concepto de cita semanal, que tan bien entienden los americanos y
que aquí ni se sabe si existe.
Pero
es que tampoco es normal que ese mismo producto estrella que tienes y
arrastra una notable legión de seguidores lo vayas a estrenar al
empezar el verano, justo la época del año que menos gente ve la tv
en éste país. Cosas así son las que hacen pensar que RTVE no está nada interesada en este producto, que provoca copias legales o ilegales, y busca con ahínco una excusa
cualquiera de las audiencias para cancelarla. Elucubrar los motivos
que hay detrás para esta intención velada no es fácil, pero la
cadena de hechos demuestra el poco entusiasmo con el que el ente
público promociona y trabaja éste producto original y divertido,
que hace pensar y hace reaccionar a la gente. Evidentemente, su
intención es sustituirlo por alguna nueva absurdez que embrutezca a
la plebe y de paso enriquezca algún cuñao de toda la vida.
Pero
voy a centrarme en éste primer capítulo de la tercera temporada que
tras más de un año esperándolo me ha dejado un fantástico sabor
de boca y la necesidad de dejar unas líneas sobre él, intentando
evitar spoilers
y tratando de animaros a que lo disfrutéis vosotros mismos.
Las
primeras secuencias viajando en el tiempo entre el momento actual y
el histórico sirven para despedir a Julián. El personaje de Rodolfo
Sancho, abandona la serie, tras no renovar éste su contrato con la
productora. Desde luego es una baja notable, porque Julián como
miembro de la patrulla nativo del tiempo presente servía como correa
de transmisión de sus compañeros con la actualidad y ofrecía un
punto de vista socarrón sobre estas diferencias culturales. Por
contra, ya definitivamente le suple (Paccino) Pacino, el personaje de Hugo
Silva, que tendremos que ver si encaja tan perfectamente y si suple
las líneas argumentales que las relaciones de Julián aventuraban en
el futuro de la serie.
La
forma de despedir a Julián marca desde el minuto 1 la sorpresa y la
estupefacción, y logra que como espectador y seguidor de la serie
alcances un clímax dramático cuando todavía no han sonado los
títulos de crédito. Las distintas secuencias están rodadas con
maestría y originalidad y atisban desde el inicio una de las que se
presume va a ser una de las constantes de esta nueva temporada: La
mayor disponibilidad de recursos, financieros y técnicos, con la
entrada de Netflix.
Así
sin descanso, ni desahogo, ni para espectadores, ni para personajes
se desenvuelve la trama de éste primer capítulo.
Y
lo hace funcionando como un grandioso homenaje al cine
de Hitchcock,
que también forma parte entre los personajes del guión, y que
constituye todo ello una oda al cine
clásico
y al cine
de género de los años 50.
Ambientada
en el Festival
de San Sebastián
del año 1958 las distintas secuencias del capítulo son recreaciones
de algunas de las más celebres que el Maestro
del Suspense
nos legó en su inigualable filmografía.
Así
visionando el capítulo se reconocerán escenas y mensajes, unas
veces más implícitos que otras a Los
Pajaros (1963),
Recuerda
(1945),
Vértigo
(1958),
La
Ventana Indiscreta (1954),
Marnie
La Ladrona (1964),
o El
hombre que sabía demasiado
(1956)
con
la genial escena de los coches bajando el Monte Igueldo.
Los
giros argumentales y una trama perturbadora ambientada en las
tensiones de la Guerra Fría y el día a día actual del Ministerio,
se entremezclan, así como también recursos narrativos como el
Macguffin
o generar situaciones de peligro en lugares tan insospechados como el
mausoleo de un cementerio o la habitación de un hotel. Así mismo, y
como parte también del episodio como homenaje, la música, el
sonido, cobra especial importancia enriqueciendo así las atmósferas
para trasladar al espectador a la psique del personaje, promoviendo
en él, en quien ésta en su sillón, el mismo estado mental de
fulgor, sorpresa o miedo.
Y
no se podía haber hecho si no hubiera sido con la profesionalidad
del elenco, que tanto en sus personajes principales, recurrentes o
eventuales muestran un compromiso total, así como una sensación de
estar pasándoselo bien mientras hacen su trabajo. En especial, y por
encima de todos ellos, quien interpreta a Alfred Hitchcock.
No
sé si en los premios de cine y televisión de este país existe un
galardón al mejor actor (y/o actriz) “Guest
Star” en
una serie.
Es decir, al mejor invitado de un capítulo de una serie. Sé que en
los Emmy
existen (Outstanding Guest Actor)
y creo que en España, con la importancia que están ganando las
series también deben reconocerse estos trabajos muchas veces
interpretados por artesanos de las tablas de nuestro país, ya no
sólo secundarios de lujo sino complementos gourmet.
Si
existen tengo mi candidato y ganador ya adjudicado. Y si no existen
se tienen que crear y llamarse (al menos en su acepción masculina)
Premio José Ángel Égido.
Y es que el Alfred
Hitchcock
que el magnífico actor pontevedrés compuso para éste primer
capítulo de la tercera temporada de El
Ministerio del Tiempo
forma parte ya de la historia de la televisión de éste país. A
base de talento y una mínima caracterización en el color del pelo,
Égido adopta la expresión corporal del director británico, de
forma brillante su rictus gestual. Modula la voz para expresarse en
inglés de forma majestuosa transportándonos a aquellos icónicos
Alfred
Hitchcock Presenta.
En definitiva, ejecuta una de las interpretaciones más brillantes y
certeras de un personaje histórico, no ya sólo de esta serie, que
ya tiene un nivel bien alto, (sólo basta recordar el Lope de Vega de
Victor Clavijo, el García Lorca de Ángel Ruíz, el “falso” Cid
de Peris Mencheta y por supuesto el maravilloso Felipe II de Carlos
Hipólito en el genial cierre de la segunda temporada), sino de
toda la historia de la televisión en España.
Por
ir acabando y siempre tratando de dejaros el ánimo de que disfrutéis
con la serie, añadir que a la magnífica producción de la serie y a
un guión de suspense y cine clásico, se le añade la intromisión
de nuevas tramas que aparecen muy interesantes y que habrá que ir
viendo como se desenvuelven las siguientes semanas, mientras
descubrimos o no, si estamos ante la última o no, temporada de El Ministerio del Tiempo.
Pacino se escribe con una c, no con dos ;)
ResponderEliminarGracias :)
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