jueves, 30 de abril de 2020

Día 46 de confinamiento: El café Alcaraván


Hay una idea, una forma de llevar un negocio y una cafetería, que me parece sublime y preferible a lo habitual hoy en día. Hay un sitio donde paso las horas alternando cafés con cervezas y conversaciones con risas. Hay un lugar en el que me siento como en mi propia casa. Ese es el café Alcaraván, en Salamanca (calle de la Compañía, 12).
En estos tiempos que corren lo normal son los bares de quita y pon. Los pastiches de trampantojo y postureo. Las decoraciones presuntosas que pagan una pasta por la firma de diseño y una miseria por los mismos azulejos o la misma vajilla del IKEA o el Leroy Merlin que ves clonada en cualquier establecimiento. Las elaboraciones de producto y marca artificiales, globalizadas. Franquicias con las mismas mesas, los mismos manteles, las mismas propuestas, los mismos proveedores, la misma opresión sobre trabajadores precarios y mal pagados.
Sin embargo, frente a eso, a mi y a muchos nos tiene enamorados el Alcaraván. Porque es un café de los de antes. Mejor aún, de los de toda la vida. Donde la decoración es auténtica, propia y convierte el ambiente del local en un lugar único y reconocible. Y porque sirven el mejor café de la ciudad.
Son incontables las tardes, las mañanas, las noches (algunas menos) que con mi hermano, mis amigos, mi pareja, compañeros de trabajo, de lucha y barricada, o solo, he pasado en el Alcaraván, conociendo y conociéndome. Pero es especialmente junto a mi hermano con quien más rato y más memorable he vivido en esas paredes, en esa primera mesa a la izquierda junto a la entrada a los baños de la sala tras la barra en la planta baja.
En esos bancos y esas mesas de mármol sobre la estructura de una máquina de coser he sido un joven y ahora soy un hombre. Ahí nos hemos conocido y querido y compuesto un armazón de fraternidad. Arriba, en las mesas de mimbre hemos asistido a charlas. De ciencia, de historia, de sexualidad, de revolución. De presentaciones de libros. Hemos visto exposiciones de pintura y fotografía y escuchado conciertos y recitales de poesía. Y nos hemos enfrentado entre nosotros y con otros en la dialéctica y el discurso. Y al parchís, el ajedrez o incluso los dardos. Un lugar donde leer, donde trabajar con un portátil si lo necesitas.
El jazz era el aderezo a nuestras conversaciones, mientras disfrutamos un café vienés, un café sólo doble. O una cerveza nacional (dios, qué buena está allí la Estrella Galicia) o de importación. Una copa. Tras la comida en casa de mis padres; desayunando, el café de media mañana. La copa por la noche o la cerveza antes de ir de fiesta.
Bohemio, universitario, libertario, auténtico. Un clásico donde huir de la modernidad y la pos-modernidad. Donde abrigarse en su sensible decadencia que le añade más encanto, más interés, siempre asistido por sus dueños y trabajadores ejemplo de amabilidad y profesionalidad.
Si de normal, viviendo emigrado en otra ciudad, otra provincia, junto a mi chica ya echo de menos el café Alcaraván, en esta situación de confinamiento no os puedo decir más. Porque a esta nostalgia, a esa falta diaria que cuando voy a mis raíces, más o menos una vez al mes, le pongo remedio y cuento allí a Ángel o a Raúl, ahora se le añade un temor. La duda de que la cafetería no pueda sobrevivir y se vea cerrada y convertida en otra trapa candada de esta Salamanca que me duele, o lo que es peor, en uno más de esos locales pretenciosos, totalmente prescindibles.
Por eso, en la medida que podáis, con la seguridad que necesitáis, vosotros y ellos, pasad en cuanto se pueda por el Alcaraván. Tomad un buen café, conversad, sed libres y ayudarles como se pueda para que siga vigente una seña de identidad de nuestra ciudad tan notable y auténtica, que forma parte del patrimonio de Salamanca. Yo en cuanto pueda desplazarme lo haré.

miércoles, 15 de abril de 2020

Día 32 de confinamiento: Ayreon y la ópera rock



Avanzando en el confinamiento ha llegado la hora de recomendar algo de música y descubrir -quizás peque de osadía pero éste no es un grupo muy conocido- a una nueva banda de heavy metal. Y no una cualquiera, sino una muy peculiar, nacida de la desbordante mente de un hombre que tenía en su cabeza recuperar o adaptar una forma de presentar la música, como es la ópera, al mundo del metal. Así con ese ímpetu nacía Ayreon.
En 1995 cansado por no poder dar rienda suelta a su creatividad en sus bandas anteriores Arjen Lucassen emprendía un nuevo camino. Éste compositor y multi-instrumentista holandés deseaba por aquel entonces navegar su música hacia el metal progresivo y la experimentación donde dentro de una propuesta claramente de metal-sinfónico había lugar para la música electrónica y el folk. Así además de los instrumentos habituales de toda buena banda de metal se introducía el uso de sintetizadores, órganos eléctricos mezclados con mandolinas, violines, violas, cellos, flautas, cítaras, etc.
The Final Experiment era el nombre de la primera obra de Lucassen en su nuevo camino y cumplía de maravilla su propósito. El autor probaba su nivel compositivo y su capacidad de llamada para reunir a notables músicos de la escena holandesa para grabar con él. Se empezaban a tejer las redes de algo nuevo, de una forma novedosa y apasionada de presentar la música heavy. Nacía así la ópera rock con temas que seguían un orden e hilo argumental, con personajes, interpretados por los mismos cantantes e instrumentistas durante todo el disco.
Por regla general, en cada uno de los discos de Ayreon, Lucassen compone toda la obra, tanto música, como letra, graba todas las guitarras y se reserva un personaje de la obra para cantar acompañado de las figuras del metal que invita y aceptan gustosamente la colaboración con él. Tanto cantantes (en sus diversos registros de voz) como músicos se involucran en la ejecución de la obra poniendo énfasis a narrar historias de la prolífica mente del autor, alimentada desde su infancia con cuentos y leyendas folclóricas, historia tanto de Holanda como del Norte de Europa y también de la ciencia ficción, por lo que acaba mezclando unas cosas con otras para ofrecer historias plenas de belleza y sorpresa que hacen que te claves hasta que escuchas y descifras el final.
Into the Electric Castle fue el siguiente álbum y continuaba la historia de The Final Experiment. Ocho personajes, cada uno o una interpretados por una voz distinta, desarrollan una historia en la que cada uno viene de una época histórica distinta y comparten un futuro distópico y ultra tecnológico en el que deben vivir (y luchar) basándose en su intuición y sobretodo en los saberes y costumbres de sus épocas originarias. Así vemos a un romano, una india norteamericana, una egipcia, un escocés o un caballero medieval tratando de sobrevivir en un tiempo extraño y caótico. Con nombres tan reconocibles como los de Sharon den Adel (Within Temptation) o Anneke van Giersbergen (The Gathering, banda en mi opinión infravalorada) es una pieza memorable.



Quizás sea la obra más redonda de Ayreon y sobretodo la primera que fijo un sonido reconocible. Un caleidoscopio sonoro donde tienen cabida guitarras eléctricas, dobles bombos, liras, zanfonas, secciones de cuerda y de viento metal sinfónica. Metal progresivo de indudable virtuosismo y capacidad técnica que con facilidad construye y nos sumerge en universos propios plenos en tanto detalle y belleza.
Pero ahí no paró la imaginación de Lucassen y siguió experimentando y dejándose acompañar por algunas de las más celebres voces y artistas del metal. Así el disco 01011001, le servía de catarsis para superar la depresión tras su separación con su mujer, con composiciones más oscuras, más propias del doom metal, y que deja canciones espectaculares tanto por la composición por el talento reunido en su interpretación.
Después tras varios años de silencio e introspección Lucassen volvió a los orígenes musicales de Ayreon con The Theory of Everything (2013) donde acompañado por Cristina Scabbia (Lacuna Coil), JB (Grand Magus), Tommy Karevik (Kamelot) o Marko Hietala (bajista y compositor de Nightwish) por primera vez nos dibuja el mundo actual y real, tan dramático como lo reconocemos y cruel como lo intuímos.



Su última publicación hasta la fecha es The source (2017) donde vuelve a dar rienda suelta a su imaginación y nos traslada a un mundo imaginario de planetas extraños y donde bailarán las épocas históricas. Lo hace con un elenco asombroso donde destacan James Labrie (Dream Theather), Tobias Sammet (Avantasia y Edguy), Hansi Kürsh (Blind Guardian), Simone Simmons (Épica) o Floor Jansen (After Forever y Nightwish). Durante cuatro actos descifrará el universo onírico del autor dejándonos un mensaje de optimismo tras las sombras y de positivismo si sabemos luchar para preservar el conocimiento, su acceso universal y la salud de todos los seres de la galaxia.


Pero esto no podía quedarse ahí y debía llevarse al escenario. Así que con ese empeño y durante casi 3 años Lucassen trabajo para crear el evento total, la representación de una ópera rock con sus composiciones y universo como protagonistas. Y fue en 2017, más de veintidós años después de su nacimiento en 1995, cuando Ayreon dio su primer concierto.
En realidad tres, porque a los dos previstos, le tuvo que dar un tercero también de aforo completo ya que la demanda de entradas desde todo el mundo fue colosal, agotándose para cada día en apenas 10 minutos. Fue en Tilburg, en Holanda, donde pudo reunir en la sala 013 (probablemente la mejor sala de conciertos de Europa) toda la escenografía necesaria, pantalla gigante y decorados para dar rienda suelta a la máquina de los sueños que es su mente y de esa manera, tras lograr reunir a la pléyade de estrellas del metal para la actuación (cosa que no tuvo que ser fácil) poder por fin, no sólo dar gusto y satisfacción al sueño de miles de fans, sino también y muy importante, tomar satisfacción de ver su obra representada y con un acogida tan colosal. Espero que se siga animando a representarla y aunque haya que viajar fuera de estas fronteras, cuando se pueda, ir a paladear el mejor metal sinfónico posible. El de Ayreon




Al tiempo Lucassen se adelantaba varios años al confinamiento y creaba el universo de Stream of Passion, banda compuesta por varios músicos de distintas partes del globo que se ponían de acuerdo para ensayar y grabar a través de internet en sesiones de video conferencia.



Espero que gustéis de probar las mieles de Ayreon y de la fantástica capacidad e imaginación de Arje Lucassen y usando un poco youtube y con esta modesta entrada, haceros algo más amenos los ratos de encierro.




martes, 14 de abril de 2020

Día 31 de confinamiento: Resistiré. Si pero con Barón Rojo



Las 8 de la tarde es la hora de los aplausos. Y también de atronar al vecindario con himno y canciones inocuas que fortalezcan nuestro espíritu y nos auto-refuercen durante el confinamiento. La más usada es el Resistiré del Dúo dinámico. Verdaderamente una canción de radio fórmula añeja, bien intencionada y fácilmente coreable, que no provoca más reacción que una leve sonrisa y un rato de desapego de la realidad. Poco vas a pensar, ni durante, ni tras la escucha, y puedes volver a cerrar la ventana, bajar la persiana y continuar con el encierro otras 24 horas más.
Pero hay otro Resistiré. Hay otra canción que apela al sentimiento de supervivencia y de no rendirse jamás. Hay una letra que denuncia el estado de las cosas, que pone palabras a la sensación de hartazgo, desazón y miedo. Y que lanza un mensaje de revolución y dignidad por encima de lo que nos quieren hacer creer, empezando por la aceptación sumisa de la situación que vivimos.
Es Barón Rojo quien la firma y el grupo madrileño, una de las grandes bandas -si no, la que más- del metal español, la ha llevado a concierto durante sus 40 años de vida. Dentro del Volumen brutal, segundo álbum del grupo publicado en 1982, se incluía una canción que con su letra de rebeldía y activación frente a la resignación se plasmaba como un himno también ante la situación del país en aquella época, con también, y cuando no, una amenaza fascista de por medio.
Todo el disco fue un gran éxito tanto en España como en Reino Unido y ayudó no sólo a dar a conocer al grupo, sino al metal hecho en castellano, lo que abrió las puertas de los grandes conciertos europeos a la música heavy hecha en nuestro país.
Propongo, hoy 14 de abril, y de hoy en adelante, colocar en el vecindario el Resistiré de Barón Rojo.


domingo, 12 de abril de 2020

Día 29 de confinamiento: El día menos pensado. Un Gran Hermano de ciclismo



Ayer escribía sobre lo patentes que quedan las diferencias sociales a la hora de aprovechar (o no) el tiempo en casa, el tiempo en confinamiento. Pues hoy voy a mostrar parte de mi estatus y del privilegio que tengo. Porque ayer sin quererlo disfrutamos de una serie documental que me ha puesto en la obligación de hacer mínima reseña. Anoche a través de netflix veíamos la serie del Team Movistar ciclismo.
El Día menos pensado fue estrenado el pasado 27 de marzo y compuesta por 6 capítulos de aproximadamente media hora cada uno fue rodada el año pasado durante más de 8 meses. Venía a narrar el año del arco iris, el año de Campeón del Mundo de Alejandro Valverde. Y también, y hecho no menos importante y trascendente, los 40 años en competición que la estructura del equipo (aunque con diferentes nombres) lleva en el pelotón profesional.
Es de alabar y de agradecer que Movistar nos haya abierto las puertas de su casa. De su concentración de pre-temporada; del despacho del director general; del autobús del equipo, antes y después de cada etapa. De los coches de equipo donde se ve la pasión y la intensidad máxima de cada momento, de cada decisión. De las habitaciones de hoteles en momentos de masajes y descanso. Y de los comedores de esos mismos hoteles durante desayunos y cenas. Haber podido conocer a los ciclistas y directores y auxiliares. En su vida íntima. En sus orígenes. Un lujo y un regalo que cualquier aficionado al ciclismo no puede perderse.
Pero es que además han compuesto una obra tremenda. Un ejercicio de Gran Hermano deportivo en el que se narran con crudeza todas las emociones y sensaciones. Todas las disputas. Todas las polémicas. Valiéndose de un despliegue tecnológico amplio nos han regalado grandes momentos dentro de los coches en carrera, con la tensión máxima oyendo las conversaciones privadas y la emisora (el tan denostado pinganillo) del equipo.


Esos 8 meses siguiendo, dentro del autobús del equipo por Lieja, italia, Francia o España han compuesto un documental precioso, un regalo televisivo para todo aficionado y que nos ayuda a contextualizar y conocer este maravilloso deporte. Además lo han hecho a calzón quitado con lo dicho en cada momento del año, explicando cada decisión, desde las deportivas hasta las comunicativas, y también, en las entrevistas tras la temporada, las sensaciones vividas. Para ello ha sido muy importante el montaje final en el que han tratado de salvaguardar la imagen del equipo ya sabiendo quien si y quien no iba a continuar la siguiente temporada, pero a la vez, y esto es muy de alabar, sin censurar ninguna de las decisiones pésimas que toma el equipo y que a muchos aficionados nos cabrea. Y nos divierte también.
Vemos a un Movistar Team muy potente. Una estructura asentada que reúne a muchos ciclistas y personal de talento y calidad incuestionable y con unas herramientas de primer nivel. Nos enseñan como preparan y reconocen las cronos y las etapas de montaña. Pero también nos enseñan que van al Tour con intención de ganarlo y no duelen prendas en admitir que no habían entrenado ni un mísero día la crono por equipos donde ya sufrieron un escalabro colosal que tiñó el objetivo de imposible.
La lucha de egos entre líderes son la salsa que adereza el nutritivo guiso de la vida de un equipo profesional de ciclismo hasta componer un plato excelente en gusto y presentación. Valverde, Quintana y Landa con las invitaciones de Carapaz y Marc Soler se presentan y quedan retratados a cada momento por sus palabras, pero sobretodo por su actitud.
Un Alejandro Valverde honesto y siempre incisivo tanto en el planteamiento de la carrera como en sus sentimientos. Primero dolido por su bajo nivel en la primera parte de la temporada y al final feliz por su podio en la Vuelta.
En el Giro con un Richard Carapaz campeón incontestable mientras Landa que iba de líder se plegaba a trabajar para el ecuatoriano, formando con todo el equipo una piña que funcionaba magnífica en la carretera y sobresaliente fuera de ella. Y donde el liderato ejercido desde los coches por Sciandri y Chente configuró un ciclismo ofensivo y dominador.
Y el Tour. ¡Ay el Tour!. Con problemas desde el principio. Estrategias que saltaban por los aires por un combate constante por quien tiene razón. Quien es el líder y quien no. Algo que durante la Vuelta también fue una constante pese a que al final, como el mismo decía, “el Balica siempre está ahí para sacar las castañas del fuego”.
Que el ciclo de Quintana en el Movistar estaba acabado eso lo sabíamos todos desde hace un año y medio por lo menos. Su actitud, egoísta y de enfrentamiento rompía a la escuadra y generaba un mal ambiente que pese al disimulo y las disculpas era evidente para todo aquel que viera las carreras.


En la Vuelta acontecimiento siempre especial para el Movistar hubo muchas más polémicas. Se demuestra que en la polémica etapa de Toledo el equipo ya llevaba una hoja de ruta para atacar en el punto donde luego hubo la montonera con el líder. Las palabras de Valverde sobre como Roglic se lo agradeció en privado y dijo que no tenían que haber parado que los que se habían caído eran ellos, son reveladoras.
Y luego lo de Marc Soler perdiendo una victoria de etapa ya ganada para ayudar a Quintana en los dos últimos kilómetros. Para mi sigue siendo injustificable. La victoria era de Soler y si un líder necesita que a dos kilómetros de la meta le tengan que llevar a la meta no es mucho líder que digamos. Y me da igual que fuera Quintana, Landa, Froome, Indurain o el santo papa.
Las explicaciones de Unzúe, patrón histórico del equipo, Lastras o Arrieta muestran su mayor conservadurismo con respecto a las tácticas de sus compañeros en el Giro, además de lanzar afilados mensajes -sobretodo en el caso de Lastras- que no sé muy bien como pueden ser tomados.
No quiero dejar muchos más espoilers, ni tramas descubiertas. Al final y esto es lo que importa disfrutamos muchísimo mi chica y yo viendo el documental y recuperando en la memoria el curso ciclista 2019. Como digo, y si tenéis la posibilidad, ver El día menos pensado. Documental, deporte, relaciones personales, reallity show y televisión de calidad al máximo.


sábado, 11 de abril de 2020

Día 28 de confinamiento: Gozar de estar en casa o sentirse encerrado en el hogar


Pasan los días y como era de esperar esto se hace cada vez más duro. En mi caso, no poder salir a hacer deporte se torna en algo crítico y sólo la responsabilidad para con mi salud y la de los demás me impide buscar ingeniosas formas de saltarme el confinamiento. Desde que lo descubrí hace ya 8 años, siempre he sentido esa necesidad de activarme desde la mañana con ejercicio. Gimnasio, salir a correr o con la bici (joder, cuánto echo de menos el poder rodar con mi bici de montaña) o por la tarde echar alguna carrera o unas canastas… Intuía la importancia de esa rutina para darme estabilidad en esta época de mi vida tan llena de cambios y a la vez estática, de empleos precarios, rebotando de uno a otro, de mala gana, con insatisfacciones. Ahora sin esa posibilidad le doy aún más valor mientras trato de encontrar alternativas entre el encierro de las cuatro paredes.
Buscando esas opciones inevitablemente acabo pensando en lo que esta situación está mostrando sin ningún rubor. Y sin que ningún medio tradicional lo indique y le dedique tiempo y recursos para explicar con antecedentes y consecuencias la siguiente realidad: La cada vez mayor desigualdad social.
No hay compañía importante de éste país que no haya dedicado recursos a hacer una campaña publicitaria para pedirnos #QuédateEnCasa y para loar que están ahí, que han estado y que estarán. Se destila un aroma de auto-ayuda para sacar una sonrisa y completar el mensaje de las administraciones en el Estado de Alarma. Añaden positivismo al momento de las palmas y los balcones -ya mucho más estridente que los primeros días- y darnos a entender que tenemos libertad aún encerrados y que podemos elegir como vivir estos momentos tan difíciles.
Probablemente no les falte razón ya que los avances tecnológicos, internet, abre una ventana al mundo que antes no estaba disponible. A nosotros. Porque hay muchos en el mundo que siguen sin tener acceso. Incluso más cerca de lo que creemos hay familias que no pueden pagar una conexión o tener un ordenador personal en el domicilio. No puedo pensar en familias con niños y niñas, o adolescentes, donde los padres, tienen que hacer de padre y educador al mismo tiempo. Y también entretener a su prole para que no se les vaya la cabeza.
Y es que considerar el confinamiento como una oportunidad de aprovechamiento del tiempo plasma las diferencias de clase. Los videos de gente haciendo deporte, música, actividades artesanales o artísticas o las recomendaciones de lectura o series en plataformas de pago por visión dibujan con precisión las desigualdades existentes.
Las opciones para desarrollar una actividad dentro del hogar muestran la distribución de los recursos materiales, de espacio, condiciones, sociales y culturales que se determinan en razón a la clase social.
Aunque nos pinten como iguales a la hora de vivir el encierro, la realidad es que hay muchas maneras de vivirlo en grados, separados por techos de cristal que añaden mayor desesperación y sentimiento de asfixia a los más desfavorecidos. Sé por desgracia que están repuntando los suicidios.
Sin ser de los peores, vamos no me puedo quejar y siempre me ha gustado pasar tiempo en mi casa, echo en falta tener más espacio. Haber podido llenar mi casa de material de ejercicio. Poder tener una terraza o un jardín. Y una habitación más para separar las funciones de los habitáculos y no pasar tanto tiempo siempre en el mismo. Pero hay en esta escala personas que tienen que compartir un espacio similar o incluso más pequeño entre cuatro, cinco o seis personas. A veces con problemas de movilidad y de salud añadidos. Hay quienes carecen de herramientas culturales y audiovisuales para desconectar de esta realidad y del hecho de estar encerrados en casa.
Están los que pueden “tele-trabajar” que pertenecen a una realidad social bien distinta a los que tienen que salir a trabajar porque mantienen servicios básicos. Y dentro de ellos están los peor pagados y las profesiones quizás más estigmatizadas, precarias y en continuo abuso (limpiadoras, reponedores, transportistas, tenderos,...)
En definitiva, hay quienes gozan de estar en su casa y quienes se sienten encerrados en su hogar.
Y no interesa que esa idea se propague. Que nos demos cuenta de nuestras desigualdades. Bastante tenemos con comprobar como algunos hemos tenido siempre razón y llevan más de 30 años desmontando nuestros servicios básicos, convirtiendo la sanidad en un negocio privado.
Para ello y como parte de todo el juego en la lucha contra el coronavirus se lanzan mensajes y ruedas de prensa con el lenguaje bélico predominando. Se habla de enemigo -hay uno evidente, la enfermedad y otro latente, el neoliberalismo y el capitalismo de amiguetes-. Buscan reafirmarnos y uniformarnos como héroes, por quedarnos en casa o por cumplir con las obligaciones que nuestros trabajos atesoran. Nos dan un rol de protagonista pero desde la pasividad de estar en casa -no podemos hacer otra cosa-.
Los aplausos ya no son, o cuando menos no son sólo, de agradecimiento a los sanitarios y trabajadores de éste país. Ya son un alegato hacia nosotros mismos como resistencia y algunas veces una muestra execrable de ombliguismo del cuñado de turno que bombardea con himno, resistiré o i will survive y sirenas y bocinas que tenga a mano.
Me da miedo el día que esto acabe. Ya tengo decidido que aguardaré tres o cuatro días antes de empezar a hacer vida normal. No quiero ser participe de la locura colectiva que se desatará. Que tomaré dos o tres semanas antes de ir a visitar a mis padres o a los de mi novia. Queremos cuidarlos hasta el mimo pero minimizando riesgos. Pero me da miedo el día después. Que quedemos en un estado de semi-confinamiento. Con las actividades de ocio y esparcimiento censuradas. Con imposiciones administrativas que coarten nuestra libertad. Que aprovechando que el coronavirus pasa por nuestras vidas nos metan más mordazas, nos hagan más sumisos, más pacientes, más controlados, más esclavos. Puede que no haga falta y directamente todos esos que aplauden tantísimo den una mayoría absoluta a los patrioteros que no disimulan su afán de hacer negocio con nuestras vidas. A mi no me engañan. Ni unos, ni otros.
Ya nos conocemos todos y sé que cuando esto pase en las Marchas de la dignidad, las mareas, la defensa de la sanidad pública y el sindicato alternativo nos veremos los mismos. O menos porque hayamos perdido compañeros y compañeras por el camino.
Tengo ganas de que acabe ya todo esto pero a la vez me da miedo comprobar como veraz y hasta en que grado, esta sensación de opresión que nos están metiendo.


miércoles, 1 de abril de 2020

Día 17 de confinamiento. Maratón de series, Futurama



Tras algo de más de dos semanas de confinamiento nos han servido para ver y disfrutar de Futurama, la serie de animación que el año 2000 llegaba a la Fox para presentarnos un futuro en absoluto idealizado o mejor.


En 1999 Matt Groening vendía la idea de Futurama amparado por el éxito incomparable de The Simpsons -que ya en esos años, su duodécima temporada- presentaba claros síntomas de agotamiento. Con Futurama Groening conseguía mantener el listón de diversión y humor mordaz e inteligente de las temporadas previas de la exitosa familia amarilla de Springfield, para además darle mucha mayor complejidad con tramas que iban a atacar los dogmas de la sociedad americana de cambio de milenio bajo el escenario de un año 3000 ultra moderno y deshumanizado. Se notaba el ambiente libre en el que los creadores se movían con la nueva serie y que ha sido la constante durante su vida.
La presentación de la serie es tal y como sigue: Philip J. Fry un repartidor, precario, puteado por todos y sin aspiraciones de ningún tipo, es congelado en el primer minuto del año 2000 en Nueva York despertando la nochevieja de 999 años después. Llega a un mundo confuso, futurista, en la Nueva Nueva York, donde rápidamente comienza a interactuar con humanos, mutantes, extraterrestres y robots. La tecnología lo ha ocupado todo y su arcana mente primero tiene que lidiar con los avances de mil años de ciencia y tecnificación, para después, unirse en su comportamiento con un ser humano más egoísta, más individualista, más egocéntrico, consumista y amoral. Se siente en su salsa y aunque sigue sin ser comprendido y admitido por la nueva sociedad se siente feliz y emocionado.
Cada capítulo funciona como una distopía por la parte en la que se describe y pone a prueba un aspecto o el conjunto de la sociedad. Evidentemente las referencias desde mil años hacia adelante para con la época actual otorgan grandes momentos y reflexiones.
Se ríe y llora de la ineficacia de las administraciones, de su corrupción y su fascismo indisimulado (el acierto de utilizar al personaje de Nixon es tremendo). Se presentan a las deshumanizadas multinacionales, multi-planetarias, explotadoras de las clases trabajadoras -humana o robótica-, expoliando hasta el fin cada recurso natural e inmisericorde con el medio ambiente de éste o aquel planeta si se pone en medio de su cuenta de resultados.
En el año 2000 Futurama ya nos hablaba en clave de crítica y denuncia de la obsolescencia programada, la comida basura, del calentamiento global, de la súper población. Lo hacia con humor. Con verdades puras e incontestables que aparecen gracias a la ironía y cinismo, pero también con una actitud transgresora.
Y en este caso no es recomendable seguir a la pista de la versión original porque si algo queda claro es que los dobladores en español, disfrutaron como enanos haciendo su trabajo, y con ello nos han regalado una versión pletórica, divertida y cachondísima. Personajes como Zoidberg y por supuesto el capitán Zapp Brannigan se guardan en la memoria por la cantidad de frases míticas que colocan durante la serie, haciéndolo con unas voces marcadísimas, plenamente reconocibles y a las que siempre asociaremos. Mi enhorabuena y agradecimiento al equipo de actores de doblaje que trabajaron en Futurama. Y en especial a José Padilla perpetrador de los más reconocibles y divertidos.
Los personajes son parte importante de la serie. Los principales Fry, Leela y Bender, el cínico, egoísta y vago robot (fantástica contradicción) llevan el peso de la serie y muestran sus traumas y convenciones mentales sin matices. Son humanos, si incluso el robot, y fallan o aciertan, esto lo menos, mientras tratan de sobrevivir a las misiones suicidas que les lanza su jefe, el profesor Farnsworth, longevo y lejano sobrino de Fry.
Pero lo fundamental son las tramas. Estas casi siempre se cierran en si mismas en cada capítulo y trufadas de referencias a la ciencia y la física, a la cultura freak y a la critica social nos enseñan los aspectos más cutres y lamentables de nuestra sociedad, dejándonos claro que no será la tecnología lo que nos salve, sino la capacidad de la humanidad para con ética, moral y sentido común construir un mundo mejor.
Siempre se ha dicho que The Simpsons predijeron este o aquel hecho. Pero en Futurama pasa lo mismo, con lo cual, la capacidad de predicción y de visionario de Groenning y los guionistas se torna antológica. Por ejemplo, Zoidberg en un capítulo se come la bandera y lo que sucede después nos recuerda lo que no hace tanto le pasó a un humorista cuando se suena los mocos con la bandera.
Hay filosofía en Futurama a paladas. El debate moral y ético despierto por Fry cuando mejora y cambia como persona gracias a unos parásitos intestinales. O al dilema sobre el veganismo y la moralidad de comer animales. Y qué me decís de la continua disertación de los robots, y en especial Bender, en cuanto a sus sentimientos, ausencia o evolución de ellos. La muerte y la vejez son descritas y trabajadas desde la cada vez más perpetua deshumanización de la sociedad. Las relaciones de pareja son constantemente puestos a prueba en particular en lo referente al futuro y a la creación de la familia con las dificultades que tenemos y en contraposición a los ideales del catolicismo en occidente (y en especial en Estados Unidos).
Ahora, vista la serie de nuevo un montón de años después, me ha gustado encontrar más guiños y referencias muchos de ellos a la subcultura de la conspiración y la dominación del mundo. Los grados de la burocracia de Hermes son idénticos a los de las logias masónicas; las conspiraciones a la ordenación y control mundial de reptilianos y clubes elitistas son sutiles pero no dejan lugar a dudas. Pazuzu, una gárgola propiedad del profesor que toma su nombre (y aspecto) del dios de los demonios del viento de las mitologías asiria, sumeria y arcadia.
Aún con todo, y como es natural, existen episodios más redondos y altibajos en el discurrir de la serie. Hay capitulos tronchantes como el de las Amazonas y el del viaje a Roswell. Y hay capítulos más sentimentales, acariciando el melodrama, como el del perro de Fry, el de su hermano o el de su propia muerte. También hay otros en los que pese a una buena dosis de humor y gags con intención de divertir y enfatizar no acaban de llegar tanto. Todo ello siempre trufado de crítica y sátira de la sociedad actual, la del año 2000 y principios, bajo el telón de un mundo futurista y plagado de razas alienígenas lo que nos descubre que el racismo, la homofobia y el machismo son lacras que se alargarán en el tiempo si no evolucionamos y empatizamos más con el diferente.


Al final, Futurama tuvo una vida relativamente corta. Cuatro temporadas en televisión y 6 años después tres directamente a DVD. Esto permitió a los creadores y desarrolladores crear un final consecuente y redondo, quizás el mejor final para una serie. Con una legión de fans incondicionales del producto, los guionistas crearon las condiciones para terminar con un giro al punto de inicio, jugando con la posteridad en la que ha quedado la obra, siempre a mano de ser recuperada y re-visionada.
Futurama es una serie de culto y hagas lo que vayas a hacer, abordarla por primera vez o recuperarla durante este confinamiento o en otro momento, estoy convencido que la vas a disfrutar y te va a trascender. ¿Y no es eso lo que busca cualquier obra cultural?


El Manifiesto Comunista. Comentario

  Introducción En 1848 se publicaba el documento político-ideológico y filosófico más trascendental de la Historia de la Human...