Mercado de los sábados en Martel,
Imagen tomada por Ángel Luis Domínguez el sábado 20 de abril de 2019 a las 11:11, desde el casco histórico de Martel, departamento del Lot, Región de Occitania. Francia.
En la imagen vemos el ajetreo del mercado de Martel en su emplazamiento tradicional. En Francia se mantiene la costumbre de los mercados al aire libre de productores locales. Punto de encuentro de las familias, con personas de todas las edades y parejas jóvenes con niños pequeños.
En
los últimos días ha vuelto a salir a la palestra el asunto de la
baja natalidad en el estado español (ahora mismo la más baja de
Europa). Lo llaman "crisis
de natalidad"
porque "precariedad laboral, salarios de mierda y el precio de la vivienda infladísimo"
les señalaría a ellos en lugar de a nosotros. Y es que todo el
argumentario que vendría a explicar tal drama demográfico es
culpabilizar
a
la gente joven
(cada vez me admira más la capacidad del modelo liberal para echar
las culpas de todo a otros, sin discutir la inmaculada concepción
del capitalismo). Nos llaman -me incluyo aunque bordeo ya los 40-
egoístas e inmaduros. Que hemos decidido “mantener” una vida de
fiestas, festivales, borracheras, viajes mochileros en vez de asumir
la responsabilidad de la procreación, la creación y sustento de la
familia. Se
preguntan compungidos
“¿Quién
va a pagar las cotizaciones en el futuro?”;
“¿Están
los españoles y europeos en peligro de extinción?”
atizan los más reaccionarios.
La
estadística no miente
La
evolución demográfica en Europa entre 2018 y 2020.
El
Viejo continente representa el paradigma en la evolución demográfica
en las sociedades desarrolladas. Tenemos
una demografía propia de
la etapa moderna del Modelo
de transición demográfica.
Los datos representan sus principales características: Bajas tasas
de natalidad y mortalidad, bajísima
mortalidad infantil y una
alta esperanza de vida.
Durante
estos años sigue el proceso
de envejecimiento de la población.
Esto
se debe a las
buenas condiciones de vida,
con estados del bienestar consolidados (sistemas
públicos de pensiones, sanidad y educación públicas) y sistemas
políticos estables, que
en definitiva, propician una
evolución demográfica en
Europa
entre 2018 y 2020 que
corresponde a
un crecimiento
demográfico estancado
o
muy bajo.
El
gran reto demográfico de Europa
radica en mantener su modelo de bienestar con tasas de natalidad muy
bajas y altas esperanzas de vida, lo que pone en duda aspectos como
la tasa de reposición de la sociedad o los sistemas públicos de
pensiones. Una buena solución viene de la mano de la migración.
Esto
a su vez, trae problemas de arraigo, exclusión social de los
migrados, racismo xenofobia, pero Europa necesita de la migración y
de una acogida solidaria y efectiva para sostener sus modelos
demográficos y sociales.
Las
consecuencias de la evolución del Indicador Coyuntural de Fecundidad
(ICF) en Europa
Conocemos
como Indicador
Coyuntural de Fecundidad (ICF)
al número de hijos que tiene cada mujer. La
expansión de la edad de los estudios, la
plena incorporación de la mujer al trabajo (unida
a una falta de concienciación política en la importancia de
promover políticas de conciliación familiar)
explican parte de la evolución
a la baja del ICF en
Europa.
Sin embargo, razones coyunturales como las consecuencias de la crisis
económica de 2008 y la falta de perspectivas de futuro completan
el contexto de los datos extraídos.
Un
caso paradigmático es España
el
segundo país de la Unión Europea con un ICF más bajo. La
especulación inmobiliaria que impide la emancipación de los
jóvenes, el
acceso a la vivienda
y un mercado laboral precario e inseguro ayudan a contextualizar los
datos.
Frente, a países que mantienen un ICF más alto y con una edad para
tener el primer hijo en las mujeres más bajo, como Suecia (31,3)
o Polonia (29,7),
las
mujeres españolas son las que más tarde tienen a su primer hijo
(32,3).
Viendo
los datos
a través de distintas fuentes podemos decir que las mujeres europeas
están teniendo menos hijos lo que contribuye a la disminución
del crecimiento natural de la población.
Llega incluso en varios estados o regiones a una inversión del
crecimiento natural de la población, es decir, a que haya más
defunciones, que nacimientos.
La
evolución actual del ICF en Europa es a la baja.
Desde mediados de los 90 la tasa de reposición ha bajado de los 2
hijos por mujer y durante todo el siglo XXI lo ha seguido haciendo
hasta situarse en 1,53.
Desde el punto de vista demográfico esta evolución acentuará el
envejecimiento de la población, llevándonos a un crecimiento nulo o
incluso con pérdida de población (a menos que la emigración desde
fuera de Europa se mantenga como
mínimo, en
los niveles actuales).
Desde
el punto de vista económico y social al estar accediendo a pirámides
de población de bulbo
(típicas de sociedades desarrolladas) aparecen problemas, y se
agravarán con el tiempo, de sostenimiento de los modelos de
bienestar instalados en Europa (especialmente en Occidente). Cada vez
menos población activa tendrá que ayudar a sostener a más
población pensionista. Este
factor puede hacer que aumente la inestabilidad política y social,
tanto por la falta de perspectivas de futuro (quién colaboraría en
un modelo de bienestar del que en un futuro no se va a beneficiar)
como por los deseos de realización frustrados. Por
lo tanto, parece evidente que los gobiernos tendrán que ajustar la
economía a esta nueva realidad demográfica.
Para
poder revertir esta situación se hacen necesarias medidas políticas
y sociales que permitan a las mujeres y parejas bajar la edad media
en la que tienen a su primer hijo (para que puedan tener también al
siguiente, etc.): Políticas de distribución de la riqueza,
conciliación familiar, ayudas directas a la maternidad/paternidad,
educación pública, mejora de los mercados laborales.
Evolución del
ICF en la UE (27) y en países interesantes
|
|
2010
|
2011
|
2012
|
2013
|
2014
|
2015
|
2016
|
2017
|
2018
|
2019
|
UE (27)
|
1,57
|
1,54
|
1,54
|
1,51
|
1,54
|
1,54
|
1,57
|
1,56
|
1,54
|
1,53
|
España
|
1,37
|
1,34
|
1,32
|
1,27
|
1,32
|
1,33
|
1,34
|
1,31
|
1,26
|
1,23
|
Islandia
|
2,20
|
2,02
|
2,04
|
1,93
|
1,93
|
1,80
|
1,74
|
1,71
|
1,71
|
1,74
|
Noruega
|
1,95
|
1,88
|
1,85
|
1,78
|
1,75
|
1,72
|
1,71
|
1,62
|
1,56
|
1,53
|
UK
|
1,92
|
1,91
|
1,92
|
1,83
|
1,81
|
1,88
|
1,79
|
1,74
|
1,68
|
---
|
Turquía
|
2,04
|
2,03
|
2,09
|
2,08
|
2,17
|
2,14
|
2,11
|
2,07
|
1,99
|
1,88
|
Ucrania
|
1,43
|
1,46
|
1,53
|
---
|
1,46
|
1,36
|
1,35
|
1,26
|
1,20
|
1,14
|
Mi caso personal
Cuando
mi madre tenía mi edad, hacía seis
años que mis padres habían terminado de pagar la vivienda en propiedad que
adquirieron al casarse. Oficialmente sólo trabajaba
mi padre a jornada completa, aunque mi madre añadía a su trabajo
como ama de casa, la limpieza de otra vivienda que cobraba en
negro.
Con esa ayuda y el sueldo de un obrero cualificado sin más, mis
padres no sólo pagaron nuestra casa: No faltó
nunca un plato de comida, ni
un juguete, un libro o
ropa digna para
mi y para mi hermano.
No dejaron jamás de pagar una factura, ni hubo descubierto alguno.
Ahorraban poquito, para un imprevisto o un par de veces al año visitar a algún lugar cercano durante 3 o 4 días. Cuando mi madre tenía 39
años, yo ya tenía 13, y hoy que ya estoy cerca de los 40, no tengo intención de tener descendencia. No
pude en su momento, en torno a los 30 años, por circunstancias personales y laborales.
Es un anhelo que ya he dejado atrás por la precariedad
laboral y la inestabilidad personal
en la que influye el trabajo, la pareja y mis propias convicciones no
sólo para poder disfrutar de los hijos con edad más apropiada, sino
además, sobre qué clase de futuro va a tener mi propia prole.
Los
años 80 en España demográficamente fueron una década de
crecimiento, sustentado por las ilusiones de un país de tener un
futuro mejor, más progreso y con mayor optimismo. Esa generación
debía de haber conseguido su emancipación y constituido sus propias
familias la década pasada. Somos
por el contrario una generación castigada, una
generación maldita.
Hemos sufrido inestabilidad en los sistemas educativos, con
alargamientos injustificados de los curriculums lectivos, tanto en la
educación obligatoria, como en la superior. En todo caso y de manera recurrente, sus costes
se han incrementado. Tenemos, por el contrario, los años de la
crisis y la especulación inmobiliaria, de la inestabilidad laboral y
de la precariedad. En
estas condiciones ha sido muy
difícil plantearse tener familia y los que lo han hecho tienen mi
admiración total. En mayo de 2011 los que salimos a las calles y plazas, mayoritariamente, pertenecíamos a los nacidos en los 80.
Una
familia ha de constituirse en un hogar, en una vivienda.
La compra del domicilio familiar es la compra más importante en la
vida de una persona o una pareja. Y eso no cambia, tengas ganas o no
de formar y ampliar tu familia.
Pero la realidad es que la
vivienda lleva más de 25 años con unos precios absolutamente
desproporcionados,
irreales, metidos en una burbuja
inmobiliaria,
que pese a que explotó (y se llevó buena parte de nuestros derechos
laborales, nuestro futuro y nuestros servicios básicos), no ha visto el precio del suelo bajar. Tener
un techo donde vivir es un derecho constitucional,
pero sigue imbuido en la dinámica ultraliberal y es un negocio muy
rentable para especuladores patrios y extranjeros. Y sin un hogar
donde cobijarse, dónde hacer el amor, dónde criar y educar, dónde
vivir, cómo demonios pretenden que nazcan niñas y niños en este país.
Tenemos un
paro juvenil y de personas de menos de 35 años gigantesco. Y la
solución que proponen es que las personas de más de 60 años trabajen más y
más años. Obviando que si, que la esperanza de vida está en los 80
años, pero la esperanza de vida con una vida saludable queda en los
65 (y no hablemos de las condiciones que esta sociedad neoliberal da a nuestros mayores). Quieren exprimir hasta el último minuto y el último gramo de
fuerza de la clase obrera. Lo que hay que hacer es bajar la edad de
jubilación a los 60 años, y
luego a los 58 y así sucesivamente; que
se contraten a personas jóvenes,
incluidos los que se beneficiarían
de una reducción
de la duración de la jornada laboral
(a 7 y luego 6 horas; de
5 a 4 días laborales)
y no solo manteniéndose los salarios. Es que estos tienen que subir
y el precio de la vivienda (en compra y sobretodo en alquiler) tienen
que bajar. Es
necesario tomar medidas urgentes ya por los gobiernos. O la sociedad
tendrá que hacerlas a la fuerza, porque sino, cómo leches pretenden que nazcan niñas y niños en este país.
Defender a las familias es defender la sanidad y la educación pública.
Es defender y garantizar las condiciones laborales de la clase
trabajadora. La verdadera clase mayoritaria del estado español. La
familia que cobra menos de 50.000€ brutos anuales. O incluso más
allá: la que el 51% de sus rentas viene de su trabajo, por cuenta
propia o ajena. Acabar con los bajos salarios y con la inseguridad en
el puesto de trabajo. Con las jornadas eternas en el curro, 5 o 6 días a
la semana. Con una movilidad horrible que aún borra más horas a la
familia. Si esto no cambia ya, cómo coño quieren que nazcan niñas y niños en este país.
Qué clase de conciliación familiar propugna este país y este capitalismo despiadado sin un sistema de cuidados público y bien remunerado. Cómo pretenden que tengamos hijos si para poder mantenerlos tenemos que trabajar multitud de horas y ni siquiera existe un sistema público de guarderías. Mientras privatizan y desmontan la educación pública. Qué pretenden. Qué los abuelos de la clase trabajadora tengan una vejez mediatizada por el cuidado de los nietos. Esta es la sociedad que buscan. Personalmente, no quiero que mi madre tenga su tiempo y su salud, después de toda una vida de trabajo y sacrificios por sus hijos, marcada por la agenda de sus nietos. En caso de tener hijos me gustaría que pudiera disfrutar de ellos, no que tuviera que cargar con ellos. Las abuelas, al igual que las madres, y toda las mujeres, siguen acaparando las actividades económicas de cuidados sin recibir una remuneración y atención justas. Siguen paliando las carencias del sistema socio-económico capitalista llevando a cabo las actividades que éste valora como intrascendentes o de poca ganancia. Incluso sigue pasando cuando ya se han jubilado de su actividad profesional. Esto no puede ser.
La
familia como símbolo, que es como gusta a la derecha apropiarse de
ella, ha cambiado. Dicen que está en riesgo, que la izquierda la
está atacando. La realidad es que la familia como otras tantas cosas
en la vida, cambia por la propia evolución de las sociedades y sus
rasgos culturales. De hecho, si la familia ha cambiado
y en ese cambio se ha hecho más débil y perdido valor y presencia
cultural no ha sido por la labor de la izquierda: Ha
sido el sistema socio económico neoliberal. El sistema que defiende a ultranza la derecha. El capitalismo ha traído las continuas crisis de especulación
atajadas con cada vez más recortes en los derechos y oportunidades.
Así ha llegado la precariedad laboral, la imposibilidad de acceso a
la vivienda con racionalidad y una garantía de justicia social. La
cultura del individualismo y la competición, las jornadas laborales
infinitas, el resguardo en los placeres individuales, incluidos el
alcohol, el juego, la pornografía, etc.
La
familia
sigue existiendo pero el
valor social y cultural que imprime y atesora no encaja en el
capitalismo porque este es incapaz de monetizarlo. De especular y
ponerlo en un mercado. Como no le encuentra valor, lo desperdicia y
ejecuta acción en sentido de la minusvaloración de la familia, que
considera inservible y secundaria. No atiende a las consecuencias de
su destrucción porque de momento sus consecuencias socio-económicas
se han podido sortear ampliando los mercados: la
llegada de los
grandes capitales financieros extranjeros,
la
llegada de
población emigrante demandante
de empleo y porvenir,
la dispersión y atomización de las cadenas de producción y
distribución o
la inclusión de las nuevas tecnologías.
Así
desde hace lustros el auge del ultraliberalismo ha desencadenado una
crisis demográfica en el primer mundo, en la que particularmente
España, es
su cénit más acentuado. No sólo es la imposibilidad de tener
un hogar,
con un trabajo estable para pagarlo. Es también tener la certeza y
cierta seguridad de un
futuro mejor.
De que nuestros hijos e hijas, y demás descendientes, van a heredar
un hábitat mejor, un mundo más seguro, más fraterno. Sólo basta
ver las noticias un día cualquiera para ver que lo que se avecina es dolor y drama. Y así, cómo demonios pretenden que nazcan niñas y niños en este país.