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lunes, 14 de abril de 2025

Trabajos de Mierda

 


"Si alguien hubiera deseado proyectar el régimen laboral más adecuado para conservar el poder del capital financiero, resulta difícil imaginar cómo podría haberlo hecho mejor. Los trabajadores productivos que sobreviven son presionados y explotados de forma implacable, mientras que el resto se divide entre el aterrorizado estrato de los universalmente denigrados desempleados y un estrato social algo mayor formado por los que, en esencia, reciben un sueldo por no hacer nada, en puestos concebidos para inducirles a identificarse con las perspectivas y las sensibilidades de la clase dirigente (gestores, administradores, etc.) —y en especial con sus avatares financieros-, y por otro lado para incentivar, al mismo tiempo, un resentimiento larvado contra todo aquel cuyo trabajo tenga un valor social claro e innegable. Por supuesto, tal sistema nunca fue diseñado de manera consciente y surgió como resultado de cerca de un siglo de prueba y error, pero es la única explicación de por qué, pese a los enormes avances tecnológicos, no tenemos todos jornadas laborales de tres o cuatro horas."

Último párrafo del artículo original de David Graeber que dio pie a este libro. El artículo es brillante (Graeber, David (2018). Trabajos de mierda. Ed. Ariel. Barcelona. página: 11).


David Graeber (1961-2020) fue un antropólogo estadounidense de tendencias anarquistas. Célebre por sus estudios sobre las implicaciones antropológicas y sociales que tienen las relaciones económicas entre individuos y grupos. Su tesis doctoral, centrada en la Historia Social de Madagascar demostró cómo y por qué las diferencias de clase sustentadas en los sistemas coloniales y esclavistas, todavía hoy seguían rigiendo las estructuras políticas, económicas y de poder en la nación isla del índico africano. Desde posiciones antifascistas e izquierdistas estudió los orígenes de los conceptos de dinero, propiedad y deuda, logrando desmentir los tópicos de la ciencia económica actual, así como también demostrar que tal posición hegemónica tiene su base en una autoridad basada en la violencia y la guerra. Además, su labor de profesor siempre estuvo implicada en la integración y el activismo para con sus alumnos y las causas justas, como el genocidio palestino o la Guerra de Irak que le valieron un polémico despido de su plaza como profesor en la Universidad de Yale. También se implicó de manera personal y activa en el movimiento Occupy Wall Street, y al mismo tiempo, desarrollando un manual teórico de la indignación y la rebeldía que tituló Somos el 99%. Una historia, una crisis, un movimiento. Por desgracia, falleció en Venecia en septiembre de 2020, víctima de un accidente de tráfico (algún día, alguien debe de investigar las extrañas muertes en accidentes de tráfico de personas brillantes cuando menos, incómodas al sistema).

En 2013, David Graeber publicaba un artículo en la revista Strike, sobre el fenómeno de los trabajos de mierda. Originalmente titulado On the Phenomenon of Bullshit Jobs, el ensayo adquirió una trascendencia inusitada por su brillantez y por acertar de pleno en el espíritu y las opiniones sobre la propia autorrealización personal (y profesional, y laboral) de millones de personas en todo el mundo, pero en especial, y en primer término en Estados Unidos y Reino Unido. Desde las cunas del liberalismo y el neoliberalismo, el texto fue traducido en 12 idiomas, y su premisa principal se lanzó en una encuesta mundial bajo la plataforma Yougov.

La tesis del ensayo es que una gran mayoría de los trabajos actuales, y especialmente, los generados a partir de los años 80 del siglo XX, no tienen una incidencia positiva en la sociedad. No generan riqueza, ni de manera directa, ni indirecta, en el campo de la economía real. En cambio, solo sirven para generar frustración e insatisfacción, tanto en los trabajadores que los llevan a cabo, como en las personas que tienen algún tipo de relación con estos trabajos. Los cambios y avances tecnológicos, la informatización de las tareas y de la propia economía y especialmente los procesos de terciarización de la actividad productiva, habían generado un altísimo desempleo, y en vez de repartir el trabajo entre todos, con menores jornadas laborales, el sistema “se ha inventadomiles de profesiones y puestos que no sirven más que para tener ocupados y subyugados a todos estos trabajadores. Con lo cual, la mejora tecnológica y científica de la economía productiva no ha servido para que la sociedad y los individuos, en general, ganasen o “comprasen” tiempo libre para dedicarlo a actividades creativas y más satisfactorias a nivel personal. Al contrario, las plusvalías extraídas por la élite de estos avances se han re-invertido en la industria y fundamentalmente en el consumo para seguir manteniendo, o quizás hasta devolviendo, a las masas obreras en esclavos pegados al trabajo. Para ello ha resultado fundamental la creación del sector productivo de la publicidad, el mayor ejemplo de trabajos absurdos, nocivos e innecesarios que una sociedad puede tener. Incluso, Graeber se muestra especialmente crítico con la burocracia añadida a trabajos realmente importantes y trascendentes en los ámbitos de la sanidad o la educación, y que solo sirven para deslegitimarlos como valores de igualdad y riqueza y derechos humanos a conservar. Como resultado de la encuesta de Yougov, hasta un 37% de los consultados en Reino Unido estimaba su trabajo como inútil y que “no contribuía en nada a la sociedad”.

Ante el éxito y revuelo provocado por tan brillante texto, David Graeber pasó a profundizar en su tesis. En primer lugar, recabó más testimonios y documentación de varios lugares de Occidente, para ampliar las propias experiencias que se habían plasmado como respuestas directas a la propia publicación del ensayo en 2013. Su bandeja de correo electrónico se llenó con las vivencias de miles de trabajadores, fundamentalmente estadounidenses y británicos, pero no unicamente, que se sentían frustrados y se identificaban con las situaciones y patologías que Graeber exponía. De este modo, ejercitando con maestría la Historia Social David Graeber construía su libro, recopilaba los testimonios y extraía las consecuencias sociales de tal situación.

Para el autor, la mejora de los medios de producción a través de nuevas técnicas y avances tecnológicos no habían satisfecho la profecía de Keynes sobre “las semanas laborales de 15 horas”, y sin embargo, las masas trabajadoras seguían ancladas en largas jornadas a través de trabajos inútiles, innecesarios o incluso perniciosos. Clasificaba a los distintos tipos de trabajadores sin sentido en lacayos, matones, arregla-todo-s, burócratas o capataces, dependiendo del tipo de actividades que se viesen obligados a desempeñar. Estos tipos de trabajadores aparecían fundamentalmente en la empresa privada, pero también cada vez más en la pública, inmersas en el capitalismo competitivo. Esto genera un “feudalismo empresarial” por el que las empresas procuran mantener una distribución jerárquica basada en la autoridad y el estatus más que en el rendimiento productivo. Básicamente, los empleadores necesitan demostrar su poder a través de tener subordinados, que por regla general se encuentran precarizados.

También califica algunos de los sectores productivos modernos como absolutamente innecesarios o incluso ilógicos dentro del propio sistema capitalista, como la publicidad y el marketing, pero también los “innecesarios” sectores de seguros, abogados, o de dirección y que solo tienen función debido a la cada vez más amplia maraña burocrática que las actividades económicas desreguladas precisan. Esta paradoja permite la creación de miles de puestos de trabajo bien remunerados pero absolutamente improductivos, mientras todavía hoy se mantienen puestos fundamentales en la producción de riqueza mal pagados y con condiciones lamentables. Ejercidos especialmente por mujeres y personas racializadas.

Con Trabajos de mierda, David Graeber ataca el individualismo y el puritanismo anglosajón, así como los convencionalismos aceptados sobre el trabajo como valor virtuoso. Pone en cuestión con éxito la autorrealización individual en torno al trabajo, al que presenta como herramienta de desposesión colectiva de las clases trabajadoras. El capitalismo moderno ha atribuido al trabajo, y especialmente a los trabajadores manuales, es decir, a los que no poseen ni medios de producción, ni medios de intervención en la economía (llanamente los que no tienen capital), un deber cuasi religioso. El trabajo se convierte en necesidad y en obligación, y también, en elemento identificativo dentro de la sociedad. De este modo, desautoriza las ideas de John Locke quien en el siglo XVII presentaba de manera radical el trabajo como “deber y virtud” frente a los convencionalismos que lo despreciaban. Así, hoy en día los trabajos han adquirido un estatus de autorrealización que solo sirven para justificar el modo de vida actual. Sin embargo, lo que en realidad estaban provocando en millones de personas era frustración, desmotivación y problemas de salud, tanto de la psíquica y emocional como en la física, debido al estrés, el cansancio, la competitividad y la agresividad. Con esta crítica argumentada no sólo se discute el valor del trabajo y el capitalismo, sino que además se pone en cuestión la construcción de la sociedad actual, ligada al individualismo, el crecimiento económico como paradigma de éxito y a la autoridad del liberalismo clásico.

Al tiempo, que millones de personas se ven obligadas a desempeñar funciones nada productivas en el conjunto de la sociedad y la economía estandarizada, se les roba tiempo que podían dedicar a actividades más satisfactorias a nivel personal, y más productivas y beneficiosas para el conjunto de la sociedad, tanto en círculos cortos (su propio barrio, pueblo) a rangos de mayor amplitud. Con ello se logra la principal motivación política: la desmovilización social. Las masas trabajadoras ocupadas en estos puestos de trabajo, subyugados por un consumismo exacerbado, se sienten individualizados, compiten entre ellos y tienen cada vez menos tiempo para poner en común sus problemas y poder rebelarse. En suma, una explicación detallada y coherente de los profundos problemas de la sociedad actual.

La misma obra no se queda sólo en el análisis del ecosistema productivo y económico moderno, sino que va más allá y plantea soluciones. Por ello, el trabajo de Graeber ha adquirido tanta trascendencia y es tan de vital consulta y ejemplo. Lo hace además construyendo una filosofía propia y muy sólida, con análisis de causas y efectos, y por qué son más que recomendables hasta necesarias políticas y cambios directos en la sociedad. Por todo ello Trabajos de mierda compone un argumentario básico e incuestionable en materias como la dignidad humana, el sentimiento de pertenencia a la clase trabajadora, la necesidad de buscar nuevos o recuperar viejos mecanismos de asociación colectiva y ciudadana en defensa de la igualdad y la justicia social, o en propuestas como la reducción de las jornadas laborales, los sistemas de Renta básica o universal, o las teorías de Decrecimiento que critican los paradigmas del crecimiento como medida de la riqueza de las sociedades y que contemplan expresamente la eliminación de puestos de trabajo improductivos para la economía real o abiertamente nocivos para la sociedad.

Por todo esto, no se puede más que recomendar la lectura y la revisitación constante a Trabajos de mierda, de David Graeber. Una obra básica para entender este tiempo que nos ha tocado vivir, y un ejemplo fundamental para comprender la necesidad de activación social que necesitamos.

 

 

viernes, 9 de febrero de 2024

Autovías y Tractores


Hay convocadas diversas manifestaciones y acciones reivindicativas de corte de carreteras y accesos a ciudades por parte de algunas de las asociaciones agrarias. Están causando problemas de circulación y alterando lógicamente el orden y funcionamiento del país. Lo han hecho, por cierto, sin las pertinentes convocatorias y anuncios reglados por el estado de derecho, y no están recibiendo la coerción que se supone se le exige a las fuerzas de orden en estas ocasiones. Por recordarlo ante las agresiones de los esbirros del estado con permisos en la mano que algunos otros hemos sufrido.

Existe un descontento evidente y razonable en el sector agroganadero europeo y sus legítimas reivindicaciones y protestas están siendo instrumentalizadas por la extrema derecha, tanto en España como en el resto del continente, recogiendo el testigo de lo que fueron las protestas de los Chalecos Amarillos en Francia. Esto hace que sea muy difícil al común de los habitantes saber interpretar de qué va esto. Entre otras cosas, porque a los medios de comunicación de masas parece que les ha pillado con el pie cambiado y de sorpresa. Sin embargo, esto contrasta con el hecho de que la opinión pública, y también desde la izquierda, estamos absolutamente con los agricultores, ganaderos y con el mundo rural en general. Se entienden muchas de las reivindicaciones y de las problemáticas que existen, y aunque haya quien quiera hacer creer que tanto en el sentir popular, como en esos propios medios, como desde la izquierda se aplica una conciencia urbana que no acaba de entender la realidad del sector primario y de sus gentes, la realidad es que hay un consenso unánime en apoyarlas. Porque es natural y lógico, justo y digno. Y porque estas protestas en el fondo discuten los usos del modelo neoliberal aplicado en este caso al sector primario donde ha llevado la precariedad, la inseguridad y la indignad. Eso sí, la izquierda centrada en las cuitas internas y en el análisis teórico de procesos vuelve a estar alejada del conflicto, y queda el terreno baldío para que la política fascista y reaccionaria se apropie de estas protestas.

Sin embargo y que baste como ejemplo, como al segundo día de manifestaciones y algaradas, los medios han empezado a dar voz a supuestos portavoces del colectivo agrícola y ganadero. La sensación que queda es que esta propuesta va de una caterva de fascistas, metidos en la conspiranoia más aberrante, y sobretodo impulsados contra Perro Sanxe porque “no sé qué de la Amnistía”. Así entrevistan en las autovías o en plató a latifundistas, a terratenientes, a nobles y demás fauna que no ha cogido una azada en su vida. No sabe uno a ciencia cierta si es un “error” de los medios de comunicación de masas al confundir a estas asociaciones del campo, que son grupúsculos de patronos y dueños de los terrenos con entidades que fueran representantes de los trabajadores agrícolas. Ni siquiera con asociaciones mayoritarias. Pareciera que se trata de un mensaje buscado con una intención evidente.

Los tractores y las personas que los conducen protestan contra la Agenda2030, contra Marruecos, Sudáfrica o Chile. Contra los ecologistas porque desde la ciudad no conocen el medio natural. Contra la UE que llena de burocracia, requisitos y umbrales el día a día de la actividad agraria mientras firma acuerdos comerciales hiper laxos con los países del Sur. Y contra el gobierno. Por supuesto.

Que quede totalmente claro que desde aquí y desde toda la izquierda estamos con estas protestas, las apoyamos, las comprendemos y las respaldamos. Faltaría más. De entrada porque lo que están diciendo los agricultores y los ganaderos es lo mismo, igualito, que lo que lleva la izquierda, y particularmente Izquierda Unida, diciendo casi ya 40 años. Que el capitalismo neoliberal es suicida, opresivo. Que el acuerdo de Maastricht iba a traer la desregulación de las cadenas de distribución dejando a quienes se dedican al sector primario en una clara y flagrante desigualdad con respecto a los grandes comercializadores. Que añadía toneladas de papeleo y burocracia que lastraban el trabajo de los profesionales. Que iba a impedir el relevo generacional y por lo tanto aumentaría el fenómeno demográfico del éxodo rural. Que los acuerdos comerciales transnacionales, como el TTIP, dejan el campo y al trabajador a los pies de los caballos de los poderosos. Que iban a poner nuestros productos a competir con otros de escala global producidos con ningún tipo de control y con prácticas y técnicas abusivas y que laminan los derechos de los trabajadores, la salud o el medio ambiente. Que es vital un acuerdo de estado que proteja el medio natural incorporando las legitimas reclamaciones y las enseñanzas y trabajo de todo el mundo rural.

Desde luego la Unión Europea entregada al neoliberalismo ha mostrado una vez más su fracaso y el de esta ideología perversa y homicida. Ha dejado a su propio campo, a sus graneros y provisiones en una situación de desventaja flagrante con respecto a los productos importados de otros países y con los grandes mangantes de las cadenas de producción (no me he equivocado). Y por esta puerta, como ya pasó en el Brexit, la extrema derecha está valiendo su fuerza telúrica en el campo español para incluir su euroescepticismo, su negacionismo climático (y de propina, el entre géneros) y sus proclamas racistas y xenófobas. Y por supuesto, su único afán en tener el poder para saquear el país.

Como contraste estaría bien saber cuántos trabajadores del campo, braceros y jornaleros están siguiendo estas manifestaciones. Cuántos trabajan en el sector. Cuántos lo hacen con contrato y seguridad jurídica. Alguien ha preguntado a las mujeres del mundo del campo que llevan día a día el trabajo en la explotación, del hogar, de cuidados y a veces otro trabajo fuera del sector primario qué piensan de esto (sé que también hay hombres que hacen estas labores, pero el porcentaje de mujeres es abrumador). Hasta el momento las imágenes son de hombres. Casi todos mayores de 50 años.

Sin embargo, según estos ganaderos hay que “derogar la ley de bienestar animal” y “derogar leyes ambientales y de protección de especies que atentan contra la agricultura, ganadería y zonas rurales”. Pues me parecen una serie de reglamentaciones bien necesarias y que nada tienen que ver con el trabajo de los productores pequeños, y si sobre las formas de operar de las macrogranjas, los cotos de caza o las ganaderías de toro de lidia. Si a una empresa que dice que no puede pagar el SMI a sus empleados se le dice que lo mejor que puede hacer es cerrar, en este caso, aplico lo mismo: Si no puedes dar una calidad de trato a la vida de los animales que tienes en la explotación, mejor ciérrala.

Por otro lado, de toda esta protesta rechina bastante lo que tiene que ver con todo lo que es cuidado del Medio Ambiente y de la salud de la población como consumidores de los productos agroganaderos. No tanto por las reclamaciones frente a la Agenda2030. Sí, un emblema que  viene impuesto por las élites, pero que también es uno de los acuerdos internacionales vinculantes más ambiciosos a la hora de plantear políticas y alternativas en defensa del planeta y sus gentes. Y que señoras y señores, está proyectado para el año 2098. No creo que muchos de los que están cortando las carreteras esta semana se hayan leído el plan al completo, y sólo sigan las medias verdades vomitadas por intereses creados de quienes han puesto al campo en la situación actual y que no quieren que nada de eso cambie. De acuerdo en que las iniciativas más importantes que ya sabemos viene impuesta por las élites neoliberales como patada hacia adelante cuqui y en purpurina de un supuesto futuro de progreso y garantía de los derechos humanos pero sin cuestionar las circunstancias de base de toda desigualdad. Pero precisamente por eso, estos agricultores y ganaderos no deberían permitir jamás que la extrema derecha se apropie de sus legítimas y razonables preocupaciones y protestas.

No, se trata de cómo están estos agricultores españoles y europeos adaptándose al contexto cambiante que nos está tocando vivir. A un mundo en el que los combustibles tanto para producir como para transportar lo producido son cada vez más escasos, y por lo tanto más caros. Con un cambio climático real e imparable que está transformando la forma en la que los ecosistemas y sus integrantes se interrelacionan. Con fenómenos atmosféricos cada vez más extremos ya sean sequías, lluvias torrenciales, olas de calor más intensas y repetidas, u olas de frío siberiano más frecuentes. Y sin embargo, ahí los tienes cuestionando a la ciencia, en otra característica básica de lo que es Españistan, y al más evidente sentido común.

En el campo y sólo basta con mirar los resultados de todas las elecciones, se ha castigado tradicionalmente a la izquierda y sus políticos y programas, porque van a traer las penurias a lo rural. Las demandas ecológicas y por protección del medio ambiente se hacen desde la ciudad, sin comprender la realidad del campo, eso dicen, y por lo tanto, se dan mayorías a partidos de derechas que en principio les defienden. Craso error. Porque estas políticas de derechas, de desregulación de los mercados, son las que se cargan el medio rural por intereses especulativos que poco o nada tienen que ver con las necesidades de las poblaciones, de desprotección de la ciudadanía en todos su roles (productor, trabajador, consumidor), las medidas que han favorecido las concentraciones parcelarias hasta el mega-latifundio, las macrogranjas o la pérdida de los puntos de venta en cadenas de distribución más cortas, son las que han puesto la soga y atado el nudo alrededor del cuello del agricultor y el ganadero.

Sí, es muy fácil echar la culpa al urbanita que quiere productos más naturales, ecológicos y saludables. Que estos se produjeran con unas condiciones de prosperidad y dignidad para toda persona que participe en el proceso de producción, distribución y venta. Y que no se deteriorará el medio ambiente. Lo que pasaba hace 50 o 60 años en Europa, 40 o 50 en España. Con lo cual el relato de lo que siempre se ha hecho es falso. Porque antes no se abonaba con cientos de píldoras de colores. Ni se sulfataba a mansalva con drones y avionetas extensiones de 4000 hectáreas o más. Ni había cultivos de regadío donde tienen un suelo y un clima de secano. No se llenaba el buche del ganado con antibióticos a granel, ni se les tenía que impartir vacunas contra enfermedades que aquí no se conocían. Es la globalización y el neoliberalismo los que están cargándose el trabajo y la vida del sector primario. No lo olvidemos.

Y la derecha y la extrema derecha no van a parar esa rueda por muchas facilidades y promesas que hagan. Van a pisar el acelerador del capitalismo más depredador. Mirad lo que ha pasado en Reino Unido, en Estados Unidos, en Brasil o en Argentina. No van a redistribuir la riqueza. Recordemos que por ejemplo votaron en contra de la Ley que prohíbe a las grandes cadenas de distribución obligar a los productores a vender por debajo de coste. Algo que estaba pasando y sigue pasando por la carencia de inspectores que no se han puesto en las administraciones autonómicas que legisla la ultraderecha. Que llevan años gobernando administraciones y provocando trastornos a las personas y a las empresas, al medio ambiente y al patrimonio de todos. Que son corruptos.

No se cuestionan el estado de medio ambiente y de los derechos de los trabajadores del campo. O los formularios y requisitos burocráticos que tienen que hacer frente las explotaciones y sus propietarios. No han vigilado, de hecho han alentado, un reparto de ayudas a través de la PAC totalmente inmoral, injustificado y delictivo, durante ya 30 años.

Desde la izquierda no se puede ver a estas manifestaciones como expresiones de la extrema derecha. Eso sería un error. No comparecer y dejarles que llenen de banderas, muchas preconstitucionales, las justas reclamaciones del sector agrario y ganadero español y europeo sería perder otra oportunidad para poder construir un país más digno, justo y con futuro.

Además es preciso ayudar a que los pequeños productores puedan sobrevivir a este momento de zozobra y cambio, porque el pueblo en general está con ellos, sin usar banderas ni consignas rancias o fascistas. Simplemente porque la mayoría de la gente entiende la labor esencial del mundo rural, porque lo valoramos y lo queremos. Y porque entendemos que merecen un futuro y un bienestar con dignidad. Para todas y todos los integrantes del mundo rural.

 

 

jueves, 25 de agosto de 2022

Sobre lo de tener hijos en Españistan


Mercado de los sábados en Martel,
Imagen tomada por Ángel Luis Domínguez el sábado 20 de abril de 2019 a las 11:11,  desde el casco histórico de Martel, departamento del Lot, Región de Occitania. Francia.
En la imagen vemos el ajetreo del mercado de Martel en su emplazamiento tradicional. En Francia se mantiene la costumbre de los mercados al aire libre de productores locales.  Punto de encuentro de las familias, con personas de todas las edades y parejas jóvenes con niños pequeños.

 

En los últimos días ha vuelto a salir a la palestra el asunto de la baja natalidad en el estado español (ahora mismo la más baja de Europa). Lo llaman "crisis de natalidad" porque "precariedad laboral, salarios de mierda y el precio de la vivienda infladísimo" les señalaría a ellos en lugar de a nosotros. Y es que todo el argumentario que vendría a explicar tal drama demográfico es culpabilizar a la gente joven (cada vez me admira más la capacidad del modelo liberal para echar las culpas de todo a otros, sin discutir la inmaculada concepción del capitalismo). Nos llaman -me incluyo aunque bordeo ya los 40- egoístas e inmaduros. Que hemos decidido “mantener” una vida de fiestas, festivales, borracheras, viajes mochileros en vez de asumir la responsabilidad de la procreación, la creación y sustento de la familia. Se preguntan compungidos¿Quién va a pagar las cotizaciones en el futuro?”; “¿Están los españoles y europeos en peligro de extinción?” atizan los más reaccionarios.

La estadística no miente

La evolución demográfica en Europa entre 2018 y 2020.

El Viejo continente representa el paradigma en la evolución demográfica en las sociedades desarrolladas. Tenemos una demografía propia de la etapa moderna del Modelo de transición demográfica1. Los datos representan sus principales características: Bajas tasas de natalidad y mortalidad, bajísima mortalidad infantil y una alta esperanza de vida.

Durante estos años sigue el proceso de envejecimiento de la población2. Esto se debe a las buenas condiciones de vida3, con estados del bienestar consolidados (sistemas públicos de pensiones, sanidad y educación públicas) y sistemas políticos estables, que en definitiva, propician una evolución demográfica en Europa entre 2018 y 2020 que corresponde a un crecimiento demográfico estancado o muy bajo4.

El gran reto demográfico de Europa5 radica en mantener su modelo de bienestar con tasas de natalidad muy bajas y altas esperanzas de vida, lo que pone en duda aspectos como la tasa de reposición de la sociedad o los sistemas públicos de pensiones. Una buena solución viene de la mano de la migración.

Esto a su vez, trae problemas de arraigo, exclusión social de los migrados, racismo xenofobia, pero Europa necesita de la migración y de una acogida solidaria y efectiva para sostener sus modelos demográficos y sociales.


 

Las consecuencias de la evolución del Indicador Coyuntural de Fecundidad (ICF) en Europa

Conocemos como Indicador Coyuntural de Fecundidad (ICF) al número de hijos que tiene cada mujer. La expansión de la edad de los estudios, la plena incorporación de la mujer al trabajo (unida a una falta de concienciación política en la importancia de promover políticas de conciliación familiar) explican parte de la evolución a la baja del ICF en Europa. Sin embargo, razones coyunturales como las consecuencias de la crisis económica de 2008 y la falta de perspectivas de futuro completan el contexto de los datos extraídos.

Un caso paradigmático es España7 el segundo país de la Unión Europea con un ICF más bajo. La especulación inmobiliaria que impide la emancipación de los jóvenes, el acceso a la vivienda y un mercado laboral precario e inseguro ayudan a contextualizar los datos8. Frente, a países que mantienen un ICF más alto y con una edad para tener el primer hijo en las mujeres más bajo, como Suecia (31,3) o Polonia (29,7), las mujeres españolas son las que más tarde tienen a su primer hijo (32,3).

Viendo los datos9 a través de distintas fuentes podemos decir que las mujeres europeas están teniendo menos hijos lo que contribuye a la disminución del crecimiento natural de la población. Llega incluso en varios estados o regiones a una inversión del crecimiento natural de la población, es decir, a que haya más defunciones, que nacimientos10.

La evolución actual del ICF en Europa es a la baja. Desde mediados de los 90 la tasa de reposición ha bajado de los 2 hijos por mujer y durante todo el siglo XXI lo ha seguido haciendo hasta situarse en 1,5311. Desde el punto de vista demográfico esta evolución acentuará el envejecimiento de la población, llevándonos a un crecimiento nulo o incluso con pérdida de población (a menos que la emigración desde fuera de Europa se mantenga como mínimo, en los niveles actuales).

Desde el punto de vista económico y social al estar accediendo a pirámides de población de bulbo12 (típicas de sociedades desarrolladas) aparecen problemas, y se agravarán con el tiempo, de sostenimiento de los modelos de bienestar instalados en Europa (especialmente en Occidente). Cada vez menos población activa tendrá que ayudar a sostener a más población pensionista. Este factor puede hacer que aumente la inestabilidad política y social, tanto por la falta de perspectivas de futuro (quién colaboraría en un modelo de bienestar del que en un futuro no se va a beneficiar) como por los deseos de realización frustrados. Por lo tanto, parece evidente que los gobiernos tendrán que ajustar la economía a esta nueva realidad demográfica.

Para poder revertir esta situación se hacen necesarias medidas políticas y sociales que permitan a las mujeres y parejas bajar la edad media en la que tienen a su primer hijo (para que puedan tener también al siguiente, etc.): Políticas de distribución de la riqueza, conciliación familiar, ayudas directas a la maternidad/paternidad, educación pública, mejora de los mercados laborales.


Evolución del ICF en la UE (27) y en países interesantes14


2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

2019

UE (27)

1,57

1,54

1,54

1,51

1,54

1,54

1,57

1,56

1,54

1,53

España

1,37

1,34

1,32

1,27

1,32

1,33

1,34

1,31

1,26

1,23

Islandia

2,20

2,02

2,04

1,93

1,93

1,80

1,74

1,71

1,71

1,74

Noruega

1,95

1,88

1,85

1,78

1,75

1,72

1,71

1,62

1,56

1,53

UK

1,92

1,91

1,92

1,83

1,81

1,88

1,79

1,74

1,68

---

Turquía

2,04

2,03

2,09

2,08

2,17

2,14

2,11

2,07

1,99

1,88

Ucrania

1,43

1,46

1,53

---

1,46

1,36

1,35

1,26

1,20

1,14


1 El Modelo de Transición demográfica. Publicado el 10/10/2011 por M19941999. Consultado el 23/03/21. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=Tc8cq-u9bYk.

2 Estructura demográfica y envejecimiento de la población. Publicado por Eurostat Statics Explanied en agosto 2020. Consultado el 23/03/2021. https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php/Population_structure_and_ageing/es

3 6.6 We Live Longer but also Healthier. Muszyska, Magdalena M. ; Vaupel, James W.. "Europe, the oldest-old continent". En: Neyer, G. ; Andersson, G. ; Kulu, H. ; Bernardi, L. ; Bühler C. (eds.). The demography of Europe. Pág. 132

4 LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA EN LA UNIÓN EUROPEA, por Ángel López y Vicent Arnal. Publicado por Publicado por Cuatro Geógrafos y un Destino el 26 de abril de 2014. Consultado el 23/02/2021. http://cuatrogeografosyundestino.blogspot.com/2014/04/la-transicion-demografica-en-la-union.html.

5 El riesgo de colapso demográfico se concentra en Europa. Diario Público. Publicado por Diego Herranz, Madrid el 03/03/2020. Consultado el 23/03/2021. https://www.publico.es/economia/riesgo-colapso-demografico-concentra-europa.html

6 Fuentes de elaboración de la tabla.Instituto de Estadística de Cataluña. Indicadores de la Unión Europea. https://www.idescat.cat/indicadors/?id=ue&lang=es

7 Indicadores de Fecundidad Resutados por provincias. Tasa Global de Fecundidad por provincia. INE. Consultado el 23/03/2021. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?t=1480&L=0

8 Cristian Segura, María Sosa Troya Barcelona / Madrid - 07 mar 2021. La natalidad se desploma en España por el confinamiento. Diario Consultado el 23/03/2021. ELPAÍS. https://elpais.com/sociedad/2021-03-06/la-natalidad-se-desploma-en-espana-por-el-confinamiento.html

9 Total fertility rate. Number of children per woman Publicado por Eurostat (datos actualizados 17 de marzo 2021). Consultado el 23/03/2021. https://ec.europa.eu/eurostat/databrowser/view/tps00199/default/table?lang=en

10  Population change - crude rates of total change, natural change and net migration plus adjustment. Eurostat. Consultado el 2/03/2021. https://ec.europa.eu/eurostat/databrowser/view/tps00019/default/table?lang=en

11 El Instituto de Política Familiar ( IPF) presentó en el Parlamento Europeo el Informe de Evolución de la Familia en Europa 2018 coincidiendo con la celebración del aniversario del Día Internacional de la Familia. Publicado por ps el 16 de mayo 2018 Alertas e publicacions de politica social. Consultado el 23/03/2021. https://blogs.xunta.gal/publicacions-ps/es/informe-evolucion-de-la-familia-en-europa-2018/.

12 Europe 2020.Population Pyramids of the World from 1950 to 2100. Publicado por Population Pyramids. Consultado el 23/03/2021. https://www.populationpyramid.net/europe/2020/

13 Fuentes de la tabla. ICF (https://ec.europa.eu/eurostat/databrowser/view/tps00199/default/table?lang=en). Edad a la que una mujer tiene a su primer hijo (https://ec.europa.eu/eurostat/databrowser/view/tps00017/default/table?lang=en).

14 Fuentes de la tabla. ICF (https://ec.europa.eu/eurostat/databrowser/view/tps00199/default/table?lang=en).

 

Mi caso personal

Cuando mi madre tenía mi edad, hacía seis años que mis padres habían terminado de pagar la vivienda en propiedad que adquirieron al casarse. Oficialmente sólo trabajaba mi padre a jornada completa, aunque mi madre añadía a su trabajo como ama de casa, la limpieza de otra vivienda que cobraba en negro. Con esa ayuda y el sueldo de un obrero cualificado sin más, mis padres no sólo pagaron nuestra casa: No faltó nunca un plato de comida, ni un juguete, un libro o ropa digna para mi y para mi hermano. No dejaron jamás de pagar una factura, ni hubo descubierto alguno. Ahorraban poquito, para un imprevisto o un par de veces al año visitar a algún lugar cercano durante 3 o 4 días. Cuando mi madre tenía 39 años, yo ya tenía 13, y hoy que ya estoy cerca de los 40, no tengo intención de tener descendencia. No pude en su momento, en torno a los 30 años, por circunstancias personales y laborales. Es un anhelo que ya he dejado atrás por la precariedad laboral y la inestabilidad personal en la que influye el trabajo, la pareja y mis propias convicciones no sólo para poder disfrutar de los hijos con edad más apropiada, sino además, sobre qué clase de futuro va a tener mi propia prole.

Los años 80 en España demográficamente fueron una década de crecimiento, sustentado por las ilusiones de un país de tener un futuro mejor, más progreso y con mayor optimismo. Esa generación debía de haber conseguido su emancipación y constituido sus propias familias la década pasada. Somos por el contrario una generación castigada, una generación maldita. Hemos sufrido inestabilidad en los sistemas educativos, con alargamientos injustificados de los curriculums lectivos, tanto en la educación obligatoria, como en la superior. En todo caso y de manera recurrente, sus costes se han incrementado. Tenemos, por el contrario, los años de la crisis y la especulación inmobiliaria, de la inestabilidad laboral y de la precariedad. En estas condiciones ha sido muy difícil plantearse tener familia y los que lo han hecho tienen mi admiración total. En mayo de 2011 los que salimos a las calles y plazas, mayoritariamente, pertenecíamos a los nacidos en los 80.

Una familia ha de constituirse en un hogar, en una vivienda. La compra del domicilio familiar es la compra más importante en la vida de una persona o una pareja. Y eso no cambia, tengas ganas o no de formar y ampliar tu familia. Pero la realidad es que la vivienda lleva más de 25 años con unos precios absolutamente desproporcionados, irreales, metidos en una burbuja inmobiliaria, que pese a que explotó (y se llevó buena parte de nuestros derechos laborales, nuestro futuro y nuestros servicios básicos), no ha visto el precio del suelo bajar. Tener un techo donde vivir es un derecho constitucional, pero sigue imbuido en la dinámica ultraliberal y es un negocio muy rentable para especuladores patrios y extranjeros. Y sin un hogar donde cobijarse, dónde hacer el amor, dónde criar y educar, dónde vivir, cómo demonios pretenden que nazcan niñas y niños en este país.

Tenemos un paro juvenil y de personas de menos de 35 años gigantesco. Y la solución que proponen es que las personas de más de 60 años trabajen más y más años. Obviando que si, que la esperanza de vida está en los 80 años, pero la esperanza de vida con una vida saludable queda en los 65 (y no hablemos de las condiciones que esta sociedad neoliberal da a nuestros mayores). Quieren exprimir hasta el último minuto y el último gramo de fuerza de la clase obrera. Lo que hay que hacer es bajar la edad de jubilación a los 60 años, y luego a los 58 y así sucesivamente; que se contraten a personas jóvenes, incluidos los que se beneficiarían de una reducción de la duración de la jornada laboral (a 7 y luego 6 horas; de 5 a 4 días laborales) y no solo manteniéndose los salarios. Es que estos tienen que subir y el precio de la vivienda (en compra y sobretodo en alquiler) tienen que bajar. Es necesario tomar medidas urgentes ya por los gobiernos. O la sociedad tendrá que hacerlas a la fuerza, porque sino, cómo leches pretenden que nazcan niñas y niños en este país.

Defender a las familias es defender la sanidad y la educación pública. Es defender y garantizar las condiciones laborales de la clase trabajadora. La verdadera clase mayoritaria del estado español. La familia que cobra menos de 50.000€ brutos anuales. O incluso más allá: la que el 51% de sus rentas viene de su trabajo, por cuenta propia o ajena. Acabar con los bajos salarios y con la inseguridad en el puesto de trabajo. Con las jornadas eternas en el curro, 5 o 6 días a la semana. Con una movilidad horrible que aún borra más horas a la familia. Si esto no cambia ya, cómo coño quieren que nazcan niñas y niños en este país.

Qué clase de conciliación familiar propugna este país y este capitalismo despiadado sin un sistema de cuidados público y bien remunerado. Cómo pretenden que tengamos hijos si para poder mantenerlos tenemos que trabajar multitud de horas y ni siquiera existe un sistema público de guarderías. Mientras privatizan y desmontan la educación pública. Qué pretenden. Qué los abuelos de la clase trabajadora tengan una vejez mediatizada por el cuidado de los nietos. Esta es la sociedad que buscan. Personalmente, no quiero que mi madre tenga su tiempo y su salud, después de toda una vida de trabajo y sacrificios por sus hijos, marcada por la agenda de sus nietos. En caso de tener hijos me gustaría que pudiera disfrutar de ellos, no que tuviera que cargar con ellos. Las abuelas, al igual que las madres, y toda las mujeres, siguen acaparando las actividades económicas de cuidados sin recibir una remuneración y atención justas. Siguen paliando las carencias del sistema socio-económico capitalista llevando a cabo las actividades que éste valora como intrascendentes o de poca ganancia. Incluso sigue pasando cuando ya se han jubilado de su actividad profesional. Esto no puede ser.

La familia como símbolo, que es como gusta a la derecha apropiarse de ella, ha cambiado. Dicen que está en riesgo, que la izquierda la está atacando. La realidad es que la familia como otras tantas cosas en la vida, cambia por la propia evolución de las sociedades y sus rasgos culturales. De hecho, si la familia ha cambiado y en ese cambio se ha hecho más débil y perdido valor y presencia cultural no ha sido por la labor de la izquierda: Ha sido el sistema socio económico neoliberal.  El sistema que defiende a ultranza la derecha. El capitalismo ha traído las continuas crisis de especulación atajadas con cada vez más recortes en los derechos y oportunidades. Así ha llegado la precariedad laboral, la imposibilidad de acceso a la vivienda con racionalidad y una garantía de justicia social. La cultura del individualismo y la competición, las jornadas laborales infinitas, el resguardo en los placeres individuales, incluidos el alcohol, el juego, la pornografía, etc.

La familia sigue existiendo pero el valor social y cultural que imprime y atesora no encaja en el capitalismo porque este es incapaz de monetizarlo. De especular y ponerlo en un mercado. Como no le encuentra valor, lo desperdicia y ejecuta acción en sentido de la minusvaloración de la familia, que considera inservible y secundaria. No atiende a las consecuencias de su destrucción porque de momento sus consecuencias socio-económicas se han podido sortear ampliando los mercados: la llegada de los grandes capitales financieros extranjeros, la llegada de población emigrante demandante de empleo y porvenir, la dispersión y atomización de las cadenas de producción y distribución o la inclusión de las nuevas tecnologías.

Así desde hace lustros el auge del ultraliberalismo ha desencadenado una crisis demográfica en el primer mundo, en la que particularmente España, es su cénit más acentuado. No sólo es la imposibilidad de tener un hogar, con un trabajo estable para pagarlo. Es también tener la certeza y cierta seguridad de un futuro mejor. De que nuestros hijos e hijas, y demás descendientes, van a heredar un hábitat mejor, un mundo más seguro, más fraterno. Sólo basta ver las noticias un día cualquiera para ver que lo que se avecina es dolor y drama. Y así, cómo demonios pretenden que nazcan niñas y niños en este país.


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

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