Agentes de la Guardia Civil haciéndose cargo de la seguridad en El Prat (foto de El Confidencial, del 14 de agosto).
Hace
un par de meses el conflicto de los Estibadores
de los puertos españoles ante las legislaciones ultra liberales
impuestas por la UE y el Gobierno de España asaltaba la primera
línea informativa, ocupando espacios en tertulias e informativos de
todos los medios.
La
mayoría de las opiniones e informaciones vertidas en los medios de
disuasión del capital venían a plantear la inutilidad de la huelga
ante la inevitable deriva liberal globalizadora, su presunta
ilegalidad, así como el egoísmo de un colectivo al que presentaban
como privilegiado (obviando que tales privilegios venían por su
actitud y aptitud contestataria frente a las agresiones del capital)
y misógino entre otros calificativos.
Era
una afrenta nacional que un colectivo de trabajadores pudiera
pasársele por la cabeza el poner “patas arriba” el balance de
importaciones y exportaciones del país.
Sin
embargo, la legítima presión ejercida a través del derecho
de huelga
(un derecho constitucional, no lo olvidemos) de los estibadores
vencía la presión oligarca y ultraliberal, y conseguían arrancar un acuerdo con la patronal en el que se defendía el 100% de los
puestos de trabajo, así como unas restricciones salariales menos
agresivas con el colectivo.
Lógicamente
según se cerraba el acuerdo -que permitía desbloquear las
negociaciones del convenio en un contexto de liberalización del
sector impuesto por la Unión Europea- las consecuencias, es decir,
el éxito de la movilización trabajadora desaparecía de los medios
de comunicación. No
interesaba mostrar como la organización colectiva y asamblearia de
un grupo de trabajadores conseguía el éxito, asegurar su trabajo,
su futuro frente a la rueda impuesta de recortes, precariedad y
sometimiento de la felicidad humana al orgasmo del capital.
Con
está huelga relegada al fondo del cajón de la opinión pública
otro conflicto laboral estallaba: Los
agentes de seguridad de los controles de pasajeros del aeropuerto de
El Prat, en Barcelona, se declaraban en huelga,
exigiendo más personal, más descansos y mejores condiciones
salariales.
Un
conflicto que provocó colas en el aeropuerto en el lugar donde se
vigila que no se introduzcan bombas y armas en la cabina de los
aviones, durante el mes e agosto, uno de los momentos del año con
mayor tránsito de personas en esa infraestructura.
Es
decir, estas colas, con miles de viajeros afectados se producían en
un punto
clave para la seguridad nacional,
y un servicio ahora ejercido por trabajadores, que era llevado hasta
hace no tanto tiempo por la Guardia Civil, como cuerpo de Seguridad
del Estado y con personal preparado para ello. Pero claro, en su
momento se
privatizó el servicio,
repito un servicio clave para la seguridad del Estado, y se concedió
a la empresa que más barata ofrecía el servicio. Por supuesto ese
ahorro de la empresa de multi-servicios (Eulen, para más señas,
quien tiene servicios de toda índole, por todo el estado) no iba a
salir de los beneficios de los dueños, los directivos o de los
accionistas. Lo hacía de los trabajadores y de sus condiciones tanto
laborales, como profesionales, por lo que pasábamos de tener a la
Guardia Civil ocupada con estos menesteres y cobrando lo que le
correspondía, a personal contratado sin garantías a la que encima
se le aplicaban un convenio elaborado ad
hoc
que el Gobierno en su afán de privatizar daba por bueno y que establece
unas condiciones salariales penosas y contextualizadas, de
esclavismo.
Para
redondear el círculo del desbarajuste ocasionado, o que iban a
ocasionar, al hecho de privatizar
servicios básicos,
en este caso la seguridad, concedérselo a quien más barato y más
denigra por lo tanto las condiciones laborales y profesionales, le
sumaron la legislación laboral, violada a través de las reformas
laborales (del PSOE en 2010 y del PP en 2012) para así permitir
desligues de convenio y bajadas de sueldo, dejando como única
alternativa a los trabajadores la resignación.
Os
recuerdo que la infame Reforma laboral del PSOE de 2010
permitió que las empresas unilateralmente se descolgarán de
convenios sectoriales para adoptar convenios de empresa, mucho más
lesivos para sus trabajadores, para luego ya en 2012 con la Reforma laboral del PP,
dar total preferencia al convenio de empresa, lo cual es un escenario
de empresas multi servicios (donantes de campaña) lucrándose con
las privatizaciones de servicios públicos ha traído la ignominia a
toda la clase trabajadora, sin olvidar, a la calidad y garantía en
la prestación de los servicios, que también derechos, de la
ciudadanía.
Pero
en este caso no. No todo es sólo resignación y humillación. Los
trabajadores
de la seguridad del aeropuerto de El Prat,
se organización, se auto gestionaron (una vez más brilla la oscura
ausencia de CC.OO. y UGT) y se lanzaron a las protestas y la huelga
para denunciar su situación y adoptar una posición de fuerza para
exigir la negociación y valer sus derechos y su porvenir.
Viene
bien en este punto recordar que una huelga no es una fiesta y que los
primeros que la sufren son los trabajadores. Para llegar a ella se han
sucedido meses e incluso años de tensión y presión sobre las
condiciones laborales y profesionales del colectivo, y por lo tanto
en la vida de estos trabajadores y sus familias. Seguramente se han
encontrando con el pasotismo de las direcciones sindicales (tanto
federales, sectoriales, como locales y regionales) y se han tenido
que organizar internamente luchando también contra compañeros
crápulas y miserables alienados y aliados de la empresa. Así es,
amigas y amigos: Hay
hijos de puta por doquier.
Por
supuesto, en una huelga,
si no trabajas, no cobras, lo que ocasionará problemas futuros
(pagos de hipotecas, alquileres, manutenciones, suministros
domésticos, etc.) y hay que cuidarse, como en este caso, que nos
ocupa que la empresa no trate de imponer medidas restrictivas como
expedientes (nunca faltan) o incluso despidos (algo absolutamente
anti constitucional, que tan de moda es). También, los empresaurios
encontrarán la simpatía y cordialidad de los gobiernos que
ejecutarán a su favor sin ningún tipo de remilgo.
- Primero porque les han regalado para que se lucren algo tan básico como la seguridad nacional.
- Segundo porque les han legado una legislación que otorga una posición dominante a la patronal frente a unos trabajadores individualizados, desorientados, desorganizados, sin representaciones efectivas, carnaza para futuros abusos y más precarización.
- Tercero porque ante la lógica y legítima respuesta de la clase trabajadora (en un colectivo o en su totalidad) se posicionan sin ambages con el poderoso y el opresor y aducen al interés nacional para exigir unos servicios mínimos de entrada abusivos y anticonstitucionales (de hecho, tras las denuncias, unos años después la Justicia dará la razón a los trabajadores sobre un lecho de tierra quemada).
- Y cuarto, porque ante esa nueva agresión los trabajadores redoblaron su compromiso lo que obligó al Gobierno a tener que poner nuevamente a la Guardia Civil a hacer esta tarea -como hace no tantos años- y dándoles el papel de esquiroles.
Pero,
¿con qué cara se pueden exigir servicios mínimos? ¿Por qué
entonces has privatizado un servicio que ahora defiendes esencial
ante la respuesta de la clase obrera? ¿O es qué en realidad lo que
buscas es que si se pueden contratar y subcontratar a trabajadores
para evitar que metan bombas en un avión, no se pueda contratar y
subcontratar hasta la extenuación en cualquier otro sector? ¿No se
supone que el objetivo de un gobierno es hacer valer los derechos y
el interés general de la mayoría? ¿Cómo se puede tener la
desfachatez de poner a la Guardia Civil en un servicio que hace menos
de 3 años realizaban?
Todo
es mucho más perverso de lo que parece.
Cuando
se declararon en huelga y rebeldía los estibadores, la primera
premisa para tratar de deslegitimarlos en la opinión pública fue
que iban
a ocasionar grandes perjuicios al resto de la ciudadanía.
Pero, ¿es
qué no es ese el objetivo de una huelga?.
Demostrar
la necesidad de la mano de obra para promover las plusvalías que dan
ganancias al empresario y para que no se desmorone la sociedad.
La
segunda fue presentarlos como unos privilegiados con sueldos medios
que superaban los 70.000€ anuales. Pero, ¿es qué acaso, esos
privilegios no vienen porque se trataban de un
colectivo con fuerte sentimiento de pertenencia y reivindicativo para
su trabajo y profesión?.
Lamentablemente
en esta sociedad individualizada, idiotizada y profundamente egoísta
es fácil para el poderoso posicionarla en contra o a favor de lo que
representan sus oligarcas intereses.
Pero
cuando quienes se ponen en vanguardia de la lucha obrera y toman
conciencia de la
necesidad de la desobediencia
y la respuesta ante las agresiones son personas como tú y como yo.
Precarios
que cobran para casi ni subsistir,
o menos, quienes tienen que hacer malabarismos para llegar no a fin
de mes, sino a fin de semana, la manipulación y el engaño es mucho
más complejo.
Podía
pasar que del éxito de una huelga protagonizada por trabajadores de
lo más común en el panorama obrero español, se tomará conciencia
de la necesidad -y la obligación moral- de luchar por todo lo que
nos han arrebatado estos años de estafa económica que llamaron
crisis. Y eso, es algo que un sistema depredador, usurpador y anti
humano no se pude permitir.
Por
todo ello, el último capítulo ha sido imponer un laudo arbitral
que ha tomado partido, lógicamente por el lado de la patronal,
proponiendo como acuerdo de obligada firma la primera propuesta
negociadora de la concesionaria y exigiendo -faltaría más, pues de
no hacerlo sería favorecer el incumplimiento de la Constitución y
el Estatuto
de los Trabajadores-
de la invalidez de los despidos ejecutados por la empresa.
El
lunes en asamblea, los
trabajadores de seguridad de El Prat,
tomarán acuerdo o no de esta propuesta y decidirán si continúan
con las movilizaciones. Lo hacen ya con el despertar de sus
compañeros en otros aeropuertos y en otros departamentos de esta
empresa de multi-servicios. Y con la solidaridad de otros pequeños
colectivos que han ido despertando por todo el territorio, hartos ya
de un sistema capitalista ultra liberal
que ha decidido poner nuestros derechos, nuestro entorno y nuestra
vida en sus balances de cuentas.
En
frente, por un lado millones de ciudadanos que clamarán
al cielo por tener que hacer cola una hora, dos o tres más
(yo mismo he “sufrido” incluso mayores esperas en otras
ocasiones, pero lo considero necesario, básico para el porvenir de
toda la clase trabajadora) ignorantes ellos de que sí, estas
haciendo cola, pero esa
gente esta mucho más jodida que tú y de paso están luchando por
ti, porque mañana tú o tus hijos seréis los precarios
si no paramos esta rueda de desvergüenza y egoísmo.
También
lucharán contra todo
el armamento del neoliberalismo beligerante frente a la ciudadanía y
la clase obrera.
Medios
de disuasión,
sindicatos
adoctrinados,
izquierda
simpática...
Y
Unión Europea y gobiernos nacional y autonómico ultra liberales
que emplean las mismas tácticas ya probadas con anterioridad, en el
Estados Unidos de Reagan en los 80 o en las dictaduras militares de
latino América para desprestigiar e impedir la lucha obrera y la
toma de conciencia de clase.
Frente
a todos ellos, la necesidad y legitimidad de una lucha
obrera
que no es propia de un único colectivo, los
agentes de seguridad,
o anteriormente los estibadores.
O
las Kellys
(mujeres que limpian habitaciones de hotel a precios de dos o un euro
la habitación)... y cientos de pequeños colectivos que nos
encontramos hartos de ser carne de cañón, de estar representados
por mediocres y/o corruptos, o por tener nuestros derechos escritos
en papel higiénico.
Frente
a la opresión, rebelión.
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