martes, 30 de abril de 2019

10 valoraciones a las Elecciones Generales del 28 de abril



Análisis y predicciones de lo que puede suceder tras las elecciones generales del pasado domingo, 28 de abril.
  1. Pedro Sánchez Presidente. En octubre de 2016 Pedro Sánchez era defenestrado por la dirección federal del PSOE tras ir cosechando sus peores resultados en la historia. Hoy es presidente electo del gobierno, después de una moción de censura exitosa y con la mayor victoria de la historia del PSOE en número de diputados con respecto a su principal perseguidor.
  2. Lo hace tras la masiva movilización de la izquierda y de las mujeres, particularmente, tras la triple alianza de Andalucía, encabezada por una ultra derecha, machista y criminal que amenaza con detonar la limitada democracia que tenemos.
La participación ha sido la más alta desde 1982. Ha sido la participación de una sociedad no tan radicalizada como se podía augurar, sino más bien centrada, y sobretodo interesada, en que se solucionen los graves problemas económicos y sociales que tenemos y las profundas carencias y disfunciones de nuestra democracia.
  1. El voto útil es el principal fenómeno en las elecciones generales españolas, y en estas no ha sido una excepción. El PSOE se ha aprovechado de él, para aunar todo el voto opuesto a estas derechas nauseabundas, jugando con la Ley Electoral. Y además se ha beneficiado de la pérdida de representación de esa derecha fragmentada en tres bloques, de casi similar poder.
10.800.000 votos para PP, Cs y Vox. Los mismos 11 millones que en las últimas 4 elecciones han votado derecha en nuestro país. Y prácticamente la misma representación en el Congreso: 147 diputados. Enfrente, 10.300.000 votos progresistas que han sumado más porque no se han dispersado tanto, y porque gracias a la campaña y los debates televisados Sánchez e Iglesias, se posicionaron como dos líderes centrados, respetuosos y con propuestas para solucionar problemas, frente a un Casado y Rivera, enzarzados entre ellos, maleducados, crispados y sin alternativas, asustados por el fantasma de un franquismo caínita, que sólo trae populismo y barbarie.
Siguen vigentes las dos Españas, y Pedro Sánchez ha de cuidarse de cumplir las expectativas de un electorado que le ha dado su confianza, y que de desmovilizarse daría el gobierno a una derecha que ya conocemos como corrupta, fascista y antisocial.
  1. El gran derrotado es el PP y vamos a ver si no lo es definitivamente. La pérdida de representación es tan colosal que atenta al sustento financiero de esta organización. Pablo Casado ha sido incapaz de articular en su persona el apoyo que tradicionalmente ha tenido el PP. Picó en el anzuelo de la extrema derecha y derivo su discurso hacia ella, perdiendo así el apoyo de los sectores más centristas y liberales de su partido que han ido a parar a Ciudadanos. Y sin embargo, tampoco pudo conservar el voto ultra que viendo aparecer una fuerza sin maquillajes que les podía representar se han sumado a ella.
  2. Albert Rivera ha salvado con creces la bola de partido que tenía en el tejado y ya saliva viéndose como líder de la oposición y líder del centro derecha en España. Con un partido artificial, inmerso en no pocas polémicas internas, tiene mano para aprovechar la situación. Frente a la voz de sus amos, que rezan por una unión PSOE+Cs, Rivera debería mantenerse, por una vez, fiel a su palabra de no pactar nunca más con Sánchez, y así conservar por un lado los electores que ha arrancado al PP y presentarse como la opción más moderada y central del tablero político nacional.
  3. Me niego a decir que la ultra derecha entra por primera vez en el Parlamento. Los herederos del franquismo han tenido un acomodo preferente todos estos años en el PP y ahora lo que tenemos es una nueva fuerza que se presenta para recabar el voto ultra, toda vez que parece amortizado lo que ha sido el PP.
Para cualquier democracia es una tragedia que un sólo representante del fascismo se aupé a un escaño. Contra más, con 24. Su programa está claro: populismo barato para seguir viviendo del dinero público sin dar un palo al agua. Atizar los odios entre españoles por razones de nacimiento, ideología, sexualidad o religión y anquilosar el país al reducto ultra conservador son los mantras de Vox y frente a ellos no puede haber más que una respuesta antifascista y democrática clara.
  1. Hablar de Unidas Podemos es hablar de una derrota. Pablo Iglesias volvía de su baja de paternidad para encabezar una campaña que ha sido buena, ya que ha salvado los muebles, hundiéndose menos de lo pronosticado por las encuestas, pero aún así se han perdido un tercio de los diputados y, todos los senadores.
Los votos se habían perdido antes, unos huían por lo contaminado de las cloacas del estado, y otros, lo hacían cansados de la eterna fragmentación de la izquierda y de ver como lejos de consagrase como un espacio de respuesta inclusiva al fascismo y el neoliberalismo, primaban los intereses y filias y fobias personales, por encima de las necesidades del país.
Se espera -una vez más- una auto crítica clara, sincera y que proponga soluciones. Por lo pronto no estaría de más un último (y desesperado) llamamiento a la unión de todas las fuerzas progresistas ante las elecciones del próximo 26 de mayo. Después, esa auto critica, una mayor concienciación en la conveniencia de un partido de izquierdas de amplio espectro capaz de acoger a contra más mejor, con el fin de proteger a la clase trabajadora de tanto fascismo y tanto liberalismo. Y más tarde, una regeneración completa del proyecto, para evitar convertirse en una IU 2.0. condenada al ostracismo, y sobretodo para recuperar los ideales de su emergencia, volviendo a la horizontalidad en las decisiones. Pablo Iglesias sabe que tiene que irse pero querrá colocar a Irene Montero como cabeza de partido y así mantener su influencia. Sería un error, que derrumbaría la ya derruida credibilidad del partido. Podemos necesita salir de la endogamia impuesta por el Círculo de la Complutense y concentrar un discurso de defensa de la clase trabajadora y de verdadera izquierda.
Izquierda Unida esta en esa misma encrucijada, y aunque parezca lo contrario tras estas elecciones, a la izquierda del PSOE sigue habiendo un espacio ideológico inmenso que tiene que ser el de Podemos e IU.
En cuanto a las confluencias, todas, una vez desligadas del proyecto Unidas Podemos, han perdido su representación y tanto en Galicia, Catalunya, como Valencia se han perdido escaños que tras la aplicación del sistema d’Hont han acabado en otras fuerzas.
  1. En Euskadi, la suma de las tres derechas nacionales no ha conseguido ni un escaño. Supongo que tirarse años insultando a vascos y catalanes, e incluso mandar a la policía a aporrearles, habrá tenido algo que ver.
PNV amplía su representación, al igual que Bildú lo que les da el título de necesarios en el nuevo Congreso. Podrán negociar directamente con Sánchez.
En Catalunya, frente a la táctica de confrontación de Puigdemont y Torrá se ha impuesto el pragmatismo de Junqueras y Rufián. Así Esquerra ha conseguido sus mejores resultados y llama a la puerta de la Generalitat que no puede seguir bloqueada por el tacticismo de la burguesía liberal catalana.
  1. La hecatombe del PP ha sido tan colosal que han perdido la mayoría, y con ella su capacidad de boicot, en el Senado. Desde 1996 el PP ha regido la cámara alta, usándola a su antojo para desgastar rivales. Ahora el PSOE tiene la oportunidad y la responsabilidad de darle sentido, aplicando una política que venga a solucionar los muchísimos problemas que tiene la organización territorial del país, empezando por el drama de la España vaciada. Aún con esta mayoría, el Senado, debe desaparecer en una nueva Constitución.
  2. PACMA ha subido su resultado, pero sigue sin acceder a un diputado. Más de 300.000 votos sin representación, que en principio, deberían darle un eurodiputado en las próximas Europeas. Con la ultra derecha haciendo campaña con los toros, las fiestas y la caza, tienen que hacer frente con el resto de fuerzas democráticas y antifascistas, pero asumiendo y aprendiendo más del ecologismo que del animalismo.
¿Qué va a pasar?
En principio, estamos ante una legislatura “normal” en cuanto a su duración. Va a ver, salvo hecatombe, cuatro años de Pedro Sánchez en la Moncloa. Incluso, y hasta por primera vez, tras unas elecciones generales, el IBEX35 subía. Ahora bien, necesitará apoyos.
Cruzando el ecuador de éste masivo ciclo electoral, ni Sánchez ni el PSOE van a forzar posibles pactos que pueden desgastar a los barones territoriales y ciertas candidaturas en alcaldías.
Su principal socio, para investidura y presupuestos, será Podemos, que a parte de mantener en la izquierda las políticas sociales y económicas del Gobierno a de articular un proceso interno, que primero reconduzca a las múltiples corrientes, territoriales e ideológicas, a un proyecto común, para después abrirse a una nueva dirección elegida entre todos.
PNV y Bildú aparecen como socios preferentes que no le pedirán un referéndum de autodeterminación a cambio, pero si mayores competencias y dinero para Euskadi.
Pero cuidado. A Sánchez el otro día le gritaban “Con Rivera no”, igual que hace 15 años a Zapatero le gritaban “No nos falles”. Pues bien, sin fiarme mucho de la dirección del PSOE, Pedro Sánchez tiene una oportunidad histórica para reconstruir una España que necesita amplias reformas políticas y sociales que den estabilidad y mejoren la dignidad de las gentes. Reformar, cuando no una nueva, Constitución, es inaplazable. La España plural lo necesita. La España vacía, lo implora. Feminismo, justicia social, memoria y cambio climático son los cuatro ejes sobre los que debe articular su acción de gobierno, gobernando para todos, no sólo para los poderosos.
En cuanto a la oposición de la derecha a priori, estamos ante un tiempo nuevo, en el que el derrumbe del PP parece evidente, desligándose en dos partidos: Una centro derecha liberal en Ciudadanos; Y una extrema derecha franquista, en Vox.
El 26 de mayo más, con las elecciones municipales, autonómicas y europeas, tan sólo 4 días después, en principio, de la sesión de investidura.


miércoles, 24 de abril de 2019

Ante las elecciones generales



Ya han pasado los dos debates televisados entre los cuatro candidatos a presidente del Gobierno en las Elecciones Generales del próximo domingo, 28 de abril. Quizás hicieran como un servidor, y se hayan refugiado en la literatura, la cocina, hacer algo de deporte o el imprescindible Cachitos de anoche. Si es así, les felicito. Han ganado en salud y en cordura, visto lo revisado en las crónicas que la prensa lanza hoy y lanzó ayer.
Dicen las malas lenguas de las estadísticas que hay un 41% de indecisos y que la doble confrontación de lunes y martes podría desnivelar la balanza derecha vs centro-izquierda. Me cuesta creer que a estas alturas de la película haya un español o española que no ha perfilado el sentido del voto. Si es en el eje centro-izquierda, incluso la dicotomia entre PSOE y Unidas Podemos estará decidida.
En la derecha si es probable que haya un alto porcentaje de individuos tentados a volver al corrupto redil del PP o apostar por el neo-franquismo de cubata y chabacanería que resulta ser VOX. En ambos casos parece que Ciudadanos pierde el paso. La resolución el próximo domingo a eso de las 10 de la noche.


Leídas una docena de crónicas de distintos medios del espectro ideológico sobre los debates de ayer y anteayer, me permito el atrevimiento de sacar unas pocas conclusiones:
  1. La primera es la terrible deriva a la necedad que los medios tradicionales llevan. Convertidos en repositorios de fanáticos y hooligans, los análisis y las opiniones se convierten en furibundos ataques personales al oponente y en un ensalzamiento sin medida al favorito. La distorsión de la realidad es tan asombrosa como espeluznante la influencia que puedan seguir ejerciendo en ciertos sectores de población.
  2. Para la derecha los debates han servido única y exclusivamente para plasmar un enfrentamiento por su elector. Pedro Sánchez -y Pablo Iglesias- han sido espectadores de lujo del rifirrafe entre Casado y Rivera disputándose las migajas de la bandera para atraer a un electorado que les permita continuar en su puesto. Por primera vez parece que la derecha pueda verse influida por el voto útil y de la conjunción que este tenga con el voto oculto saldrán más o menos opciones de que la presidencia de Gobierno caiga en el PP. La derecha nunca ha necesitado aportar buenos oradores, mejores discursos y propuestas que muestren su implacable neoliberalismo y su fanático franquismo. En el juego de las emociones estaba su ventaja. Pero el espectáculo mostrado por estos dos personajes avergüenza más que empatiza. Las mentiras y la búsqueda del zasca y de la imagen ha estado por encima de cualquier plan de gobierno por muy descabellado, retrógrado y anti social que tengan.
  3. En cuanto a la izquierda, sale notoriamente mejor parada y ambos candidatos se han presentado como los más serios, responsables y atractivos de cara a la gente normal, que lo que quiere es que se solucionen los problemas del país. Son los únicos que han dado propuestas y alternativas a esos problemas, y aunque sea sin atacar el pactismo de la transición o el estado del capitalismo, con eso les debería valer para gobernar -en coalición- un país normal.
Pero España, no es un país normal. Si lo fuera, como decía hace unos párrafos, no se entendería ese porcentaje tan alto de indecisos teniendo en cuenta la que ha caído en los últimos 8 años. O los últimos 11. O los últimos 40. O los últimos 80 años.
Entre éste 28 de abril y el próximo 26 de mayo en el que se celebrarán elecciones municipales, autonómicas y europeas, celebraremos el octavo aniversario del 15M. La estafa económica de 2008 en la que se limpiaban con los servicios públicos las deudas privadas de la especulación y des regulación financiera impulsaba un movimiento indignado que pedía justicia social y llenaba de ilusión nuestras vidas. Arrancaba una revolución -más bien un conato de ella- en la que también se ponía en solfa a la corrupción, a la oligarquía, al estado de las cosas, a los pactos antisociales y anti democráticos de la transición y reivindicaba la memoria de lucha anti-fascista.
En un movimiento juvenil y urbano las generaciones que veían, veíamos, nuestras perspectivas de futuro irse al sumidero salíamos a llenar las plazas, no sólo de lemas, sino también de propuestas. Se denunciaba un estado del malestar, opresor y demagogo, que necesitaba ser cambiado, erradicado, pero que aún hoy languidece y se muestra intratable e incluso violento.
Hoy las grietas sociales se agrandan. Los privilegiados cada vez lo son más y oprimen con mayor fuerza a los oprimidos, que ahora somos precarios y un montón de cosas más, gracias a la neolengua. La reacción ofensiva del machismo ante la justa reclamación de igualdad de las mujeres. La situación de Catalunya y el verdadero drama territorial de un mundo rural condenado a la extinción. Y una extrema derecha lanzando soflamas incendiarias con altas perspectivas de voto.
La política y los políticos son un quebradero de cabeza para el ciudadano de a pie y lejos de ofrecer confianza, son cada vez más detestados. La corrupción, las puertas giratorias, las medidas antisociales, las políticas desilusionantes son paradigmas en los que reconocemos a los principales colores que hoy ocupan administraciones, parlamentos y medios de comunicación.
Se mueven en las arenas movedizas y tras el 26 de mayo cualquier cosa puede pasar. Especialmente en Cs que ya cumplió con su papel de paracaídas de un corrupto PP y que lejos de presentarse como una derecha moderada ha incendiado el ambiente disparando al polvorín de Catalunya. Y también en Unidas Podemos, cuya idoneidad como coalición está en permanente discusión, en lamentable desafección, insoportable desunión y en franca oposición tanto dentro de Podemos, como dentro de Izquierda Unida.
En 2016 la mayoría absoluta fue de la abstención. Más de 10 millones y medio de habitantes no ejercieron su derecho al voto. Muchos de ellos por desidia pero también muchos porque la desilusión y el hartazgo son intrínsecos al clima político nacional.
Hoy parece que ninguno de los partidos en liza los tiene en cuenta, y tratan de atacar al rival para rascarles los votos directamente, porque parece más rentable en el reparto que las circunscripciones provinciales otorgan.
Esto se ve en cómo está siendo la campaña y la pre-campaña: Insultos, acusaciones, exabruptos, mentiras y los fichajes de personajes de nula preparación, dudosa reputación y que con cada declaración crispan más que unen. La endogamia de los partidos, especialmente del PSOE y sobretodo del PP, con toda esa recua de niños y niñas bien que han crecido bajo las faldas del partido se antojan como inútiles para sacar al país de los problemas que tiene.


Evidentemente estamos peor que antes y la cosa no parece que vaya a mejorar en un futuro próximo. Más bien al contrario. Frente a la necesidad que tiene éste país de afrontar la crisis institucional y de confianza en la política que lo asola, continuamos inmersos en la patada adelante de un sistema que se resiste a morir, porque sabe que hay muchos privilegios y mucho dinero que perder y alguna pena de cárcel que tendrá que cumplirse.
España ha de afrontar un cambio profundo en su política y en su sociedad. Hay que reformar esa Constitución, pero antes hay que cumplir todos los puntos sociales que son salvajemente pisoteados desde hace 40 años, empezando por eliminar ese artículo 135 que hace 8 años sublimó toda riqueza nacional a las apetencias de los bancos alemanes.
Hay que formalizar esa transición a la democracia primero limpiando de fascistas tanto el poder judicial como el ejército, eliminado sus privilegios y prebendas, y haciendo posteriormente el ejercicio de memoria democrática que clama la libertad desde hace 80 y 40 años. Hay que limpiar esas cloacas del estado que infectan la palabra democracia.
Hay que cultivar la memoria democrática y en esa memoria tiene que estar la imagen de una España, diversa, y que se construye no bajo un monarca o una bandera, sino ante unos servicios públicos de calidad, eficientes y respaldados por el trabajo, la pasión y la vocación de millones de personas que merecen nuestro reconocimiento y respeto. Construir España es dotarnos de una sanidad, una educación, unos servicios sociales de calidad, amplios y que no hagan distinciones ni por procedencia, ni tampoco por capacidad adquisitiva.
Hay que hablar seriamente del papel internacional de España, como comparsa de los deseos del país más belicista del mundo, Estados Unidos. Y formando parte de una Unión Europea de los mercaderes construida únicamente para hacer mucho más ricos a los ya muy ricos, y más pobres al resto.
Hay que hablar de nuestro modelo económico. De nuestro modelo energético que tiene que pasar por las energías renovables de las que deberíamos ser ya líder mundial, de no ser por el detestable Rajoy, su cohorte y por los chantajes de eléctricas y bancos. Hay que hablar de por qué hoy, millones de personas caen bajo las umbrales de la pobreza, incluso trabajando. Por qué tenemos un paro endémico de más de 4 millones de personas y cómo solucionarlo. Hay que hablar de porque nuestras viviendas son espacio para la especulación y no un derecho, no un lugar donde vivir para millones de personas. Hay que hablar de cambio climático y de como proteger nuestro entorno y a nosotros mismos.
Hay muchas cosas de las que hablar y tras la revolución frustrada que termino siendo el 15M y en medio de éste macro proceso electoral que vivimos en 2019, no va a cambiar nada. Y no lo va a hacer porque desde nuestros sofás y nuestros móviles de 4G no inquietamos el poder de la oligarquía que nos oprime y detesta.
Esta en nuestras manos, y en nuestras cabezas y corazones, cambiar, mejorar España.


viernes, 19 de abril de 2019

#DiaMundialDeLaBicicleta


Aparcamiento de bicis en la salida de la estación de tren de Gante, en Bélgica, donde nos sacan décadas de ventaja


Hoy viernes 19 de abril se celebra de manera internacional el #DiaMundialDeLaBicicleta. La historia en la elección de tal fecha para esta efeméride es bien curiosa: El 19 de abril de 1943 Albert Hofmann, un químico suizo conocido como el padre del LSD realizaba un auto experimento para probar en su propio cuerpo y conciencia, los efectos de su invento. Una vez ingerida una dosis de 0,25 miligramos (250 microgramos) Hofmann pidió a su ayudante que lo llevará a casa, teniéndolo que hacer en bicicleta, por la prohibición de empleo de vehículos a motor en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. En el trayecto, conocido como “El día de la bicicleta”, Hofmann experimentó diversos estados de ansiedad y pánico, así como alucinaciones, para al final terminar con una sensación de paz y disfrute a través de unos sentidos altamente estimulados.
Años más tarde, en 1985 el profesor emérito de la Universidad Norte de Illinois, Thomas B. Roberts, quiso rememorar el “viaje” de Hofmann, creando así “El día de la bicicleta”, dándole notoriedad en los círculos académicos desde donde pasó de ser una conmemoración por el descubrimiento del LSD a una jornada reivindicativa en el uso y defensa de la bicicleta como medio de transporte.
Ya el año pasado, 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamaba el Día Mundial de la Bicicleta con la siguiente declaración recogida en la resolución A/72/272 del 3 de junio:



Más allá de la anécdota hoy es un día perfecto para reclamar y promover el uso de la bicicleta como medio de transporte habitual del ser humano.
Desde hace unas décadas en Europa desde abajo hacia arriba se impulsa el uso de la bicicleta. Es decir, son las personas y colectivos ciudadanos los que han cambiado las cosas, desplazándose en bicicleta en su día a día y exigiendo a sus administraciones políticas consecuentes, constituyendo así un ejercicio de empoderamiento admirable.
Poco a poco han ido consiguiendo pequeñas victorias para cambiar nuestras ciudades y entornos, haciéndolos más amables, logrando así que las ciudades se piensen y re-piensen para los seres humanos y no para los automóviles.
En España, la moda por decirlo así, ha ido llegando con cuenta a gotas, gracias al impulso de ciudades muy concretas con mayorías progresistas. Valencia es el mejor ejemplo, y en el resto de capitales aunque no faltan las entidades, asociaciones y colectivos en defensa de la bicicleta y su espacio en el transporte, está costando el aplique de políticas en la materia. Sólo hay que ver la oposición frontal de partidos y medios (de derecha evidentemente), y de ciudadanos cuando se plantean restricciones al tráfico, límites de velocidad urbanos o peatonilizaciones como hemos visto en Madrid en los últimos años (siempre Madrid).
Frente a este modo de desplazarse, mucho más natural y saludable, y que se ejerce desde la ciudadanía hacia arriba, hacia sus instituciones, tenemos la oposición del modelo actual, que recordemos se nos vino impuesto. Nadie eligió la actual dispersión de las ciudades. El vaciamiento de los centros de las mismas (gentrificación), para concentrar las compras y servicios en áreas comerciales y recreativas en las afueras. Los transportes públicos se lastran cuando no se convierten en modelos elitistas, mientras las pocas fábricas y suelos fabriles se sacan de las ciudades. Vivimos en urbanizaciones y colmenas de pisos enconsertados entre ramales y autovías, rotondas y avenidas de doble carril por sentido. Y si para desplazarnos entre esa marabunta provocada por un urbanismo demencial al servicio del capital y no de las personas, necesitamos disponer de un vehículo cada vez más potente y más lujoso es porque la publicidad nos dice machaconamente, que eso es el éxito.
No lo hacen y no lo dicen por nuestro bien, individual o colectivo, sino más bien porque hay un beneficio, gigantesco, para una industria masiva, del coche y del petroleo, detrás.
Desde luego como en toda revolución, hay riesgos. Y cuando está incipiente, aunque sea en marcha, también hay un largo camino que pedalear. Cuando en las ciudades y en sus horas punta se llenasen de bicicletas es evidente que mejorarían nuestras vidas de manera exponencial. Se respiraría mejor, ganaríamos en autosuficiencia, mejoraríamos nuestra confianza, nuestra salud y ahorraríamos. Casi no habría accidentes, ni estrés y desde luego, la ciudadanía, el pueblo, recuperaría la calle, dejando atrás los malos humos y la supremacía del vehículo privado, el coche, suv o berlina, contra más grande, más lujoso y más alemán, mejor, atrás.
Pero antes de eso es preciso saber que como ciclistas cometemos errores y mostrar propósito de enmienda. También como peatones reconociendo los espacios y derechos de quien se desplaza en bicicleta. Y por supuesto como conductores respetando con todos los que compartimos las vías, se muevan como se muevan.
Las administraciones deseosas de recaudar y de mantener ganancias a entidades bancarias y aseguradoras promueven seguros obligatorios a las bicicletas, cuya idoneidad podemos discutir. Sin embargo, lo que está claro que no funciona viendo los atascos y el suicida consumo de energía que hacemos es un sistema económico y social en el que el coche es el eje sobre el que giran nuestras vidas, ya que es el medio en el que movernos. Hay que discutir sobre urbanismo y sobre los modelos de ciudades actuales. Y hay que promover y llevar a esas administraciones a que gestionen de manera eficiente el espacio público y la movilidad, atendiendo única y exclusivamente al bienestar de sus vecinos.

Como algunos de los que estéis leyendo esto sabéis, soy de Salamanca y vivo en Toledo. En ambas ciudades, de tamaño medio, es practicamente imposible desplazarse en bicicleta. Ir al trabajo, al ocio o a comprar resulta costoso teniendo que lidiar, con rotondas (el gran enemigo del ciclista urbano), y vías de doble carril por sentido que pese a limites de velocidad, invitan al conductor a pisar el acelerador. Existen badenes que tampoco resultan cómodos para ir en bicicleta, y es complicadísimo ver vías con límites de velocidad en los 30km/h. Las administraciones gastan dinero en carriles bici como propaganda electoral, pero para proponer la bicicleta como un medio lúdico, una herramienta de esparcimiento, no como una forma de movilidad posible. Si buscarán realmente hacer caminos útiles y dedicados para la persona que se desplaza en bicicleta al centro o a su trabajo, o sus estudios, unirían esos puntos, con un mallado de carriles dedicados, cerrando el uso de la vía como aparcamiento. Sin embargo, tenemos carriles bici que se repintan de verde antes de las elecciones que sólo se pueden usar para hacer algo de deporte el domingo por la mañana.
En un escenario de cambio climático y de concentración de población (y riqueza) en las ciudades es urgente, vital, pensar cómo nos desplazamos. Y en ese debate la bicicleta tiene las de ganar. Se supone que la gente va a vivir a la ciudad, básicamente por trabajo, pero también tiene cerca, a mano, el ocio y el consumo, por lo que la posesión y el empleo del coche privado no se entiende. Sólo es comprensible desde el punto de vista de presentarlo, el coche digo, como un elemento de estatus. Un lujo que nos representa y presenta, y usarlo para que los demás lo admiren -al coche, no a nosotros-. Y con ese uso del coche excesivo y fuera de lugar, con ese abuso de su presencia en nuestras calles es lo que hace que cada vez sea más difícil desplazarse y con mayores riesgos.

Parece mentira que haya que recordar que hay más personas que coches. Hay más personas que coches incluso en una ciudad. Hasta en Madrid hay más personas que coches. Y las ciudades como espacio común han de pensarse, construirse, mantenerse y modificarse para el bienestar de las personas. De todas las personas. También las personas con movilidad reducida. Incluso las que no quieren o no pueden tener coche.
Moverse en bicicleta (al igual que andando o en transporte público) es un hecho revolucionario de increíble calado, que sigue ganando adeptos como medio de transporte. Dejar el coche, incluso los que se niegan a comprar uno o sacarse el carnet es un ejercicio contracultural sobresaliente protagonizado por un espíritu claramente libertario, en el que se desea vivir sin presiones ni influencias externas de la publicidad o de mal entendidos elitismos y superioridades sociales.

lunes, 15 de abril de 2019

Santa semana



Hoy, lunes santo, España ya está sumergida en Semana Santa. Las procesiones ya se suceden, sean en las calles en las que no entra en la memoria histórica, o en las autovías, andenes o terminales aeroportuarias.
No dudo de que haya personas, católicas, cristianas, que lleguen a esta semana con ganas de vivir el fervor religioso, en proceso de recogimiento, introspección y propósito de enmienda en su vida diaria. Vamos, ser mejor persona, con los otros y con el mundo. Acaso, ¿no era ese el sentido del sacrificio de Jesucristo en la cruz?
Otros incluso puede que disfruten, les interese y guste el acto cultural de la Semana Santa en España, con sus diferencias en sentimiento, escenografía y carácter dependiendo de las zonas de esta vejada piel de toro. Mantillas, capirotes, cirios, incienso, pero también alcohol y droga correrán estos días por nuestras nunca laicas calles, y las fotos de procesiones se compartirán sin filtro por redes sociales y sistemas de mensajería instantánea.
Por ahí también vendrán las imágenes de quienes marcan la fecha de hoy en el calendario como lanzamiento a unas vacaciones primaverales. Una huida de la gran ciudad y la pesada rutina, hacia playas y montañas que se convierten en esa gran ciudad y esa misma pesada rutina, atestadas de un turismo sin control, ni ordenación que supone otra grave tara del capitalismo ultraliberal que vivimos. También los pueblos recibirán gente por unos días. Bien descendientes de antiguos moradores, bien amantes del turismo rural, será un poco de vida durante unos pocos días para millones de hectáreas físicas y millones de vetas de patrimonio que languidecen el resto de días en el más despreciable olvido de urbanitas, políticos y medios del capital.
Los turistas podrán llevarse a los niños desde el primer momento, puesto que el sistema educativo prima sobrecargar horas lectivas en un mismo día (de hasta cinco o seis dependiendo de la edad, más dos o tres de actividades extraescolares) y quitar jornadas lectivas, llevando las vacaciones de semana santa, que en mi época eran de nueve o diez días, a más de dieciocho en esta ocasión, sin contar con el festivo de turno que otorgue la liberal autonomía de cada uno. Todo sea por facilitar la conciliación familiar, sin trastocar las reducciones de jornada laboral, es decir, sin trastocar las ganancias del empresauriado.
Por último, otros millones (es más la mayoría de la población) sufrirán las consecuencias de esta semana de excelencia y la sobrellevarán con mejor o peor ánimo, tratando de convivir con la campaña electoral.
Ver telediarios, escuchar radios, leer periódicos en papel o por internet, o tratar de interactuar por redes sociales está resultando ser una verdadera penitencia. Mira que tiene problemas #Españistan para plantear debates serios con propuestas -de distinto signo político- y tratar de convencer al votante de la idoneidad de la candidatura para articular un proyecto que mejore la vida de la gente. Sin embargo, y no es la primera vez, la campaña electoral duplica la dosis de fango e insidias de la política convencional y convertido todo en marketing resulta bochornoso y nauseabundo hasta donde han llevado los políticos profesionales, lo que antiguamente era el arte de la oratoria y la noble motivación política de participación.
Gracias a la moción de censura no habrá banderas a media asta por la muerte de Cristo, como el corrupto e inmoral gobierno del PP nos imponía. El mismo partido que lidero la Europa de los recortes y la injusticia social, el empobrecimiento de niños y ancianos. Católicas políticas basada en oprimir a los ya oprimidos para goce de los opresores.
Las conexiones en directo con procesiones o playas apestadas de gente servirán de perfecta tapadera a las cloacas del estado que están supurando hedor como nunca hubiéramos imaginado.
Un guión que en House of Cards, nos hubiera parecido fantasioso y espeluznante se ha deslizado con puntual precisión todos estos años para atacar, para dañar a un rival político, que con fuerza irrumpía en el escenario parlamentario.
Que esas fuerzas armadas y judiciales que jamás hicieron una transición desde la dictadura fascista a la democracia, más medios de comunicación, partidos, nobleza, clero y alta burguesía urdieran una trama para lanzar bulos y noticias falsas contra un partido como Podemos -que nunca ha discutido el sistema capitalismo, sino si unos pocos privilegios de las élites- es aterrador. Da que pensar que harían si resultará que un partido -o sindicato- de base, asambleario y que planteará la propiedad de los medios de producción o una mayor justicia social, adquiriera con fuerza el impulso revolucionario para llevarlo a cabo. Es evidente que el fantasma del golpismo y la guerra civil no se ha apagado.
Es asqueroso como los partidos, medios y élites que si se han beneficiado del Watergate español, callan, miran para otro lado y pasan de puntillas entre mítines en pabellones semi vacíos. El olor a mierda espanta incluso a los pocos correligionarios que van quedando, y los que quedan y aparecen, me parecen de poco fiar porque no tienen ni siquiera la vergüenza torera de esconderse.
Hoy seguimos sufriendo lanceados y flagelados por eléctricas y bancos. Alquilar, o comprar, una casa es un disparate, con unos precios inflados hasta lo absurdo. Los suministros -electricidad, agua, gas y telecomunicaciones- siguen con los precios más altos de Europa, mientras unas míseras subidas en salario mínimo o pensiones se ponen en discusión por una derecha fascista y elitista que se muestra sin vergüenza.
Mientras las calles se llenarán de -supuesto- fervor religioso, millones de conciudadanos, vecinos, hombres y mujeres sufren en situaciones delicadísimas de pobreza, con un paro endémico, a punto de ser desahuciados, al borde de la exclusión social, de la depresión, incluso del suicidio. Quizás deberíamos también pensar en ellos, en esas situaciones, que no son fruto del azar o de no haberse esforzado tanto como el neoliberalismo quiere hacernos creer. La desigualdad social no es fruto exclusivo del esfuerzo y el trabajo, ni mucho menos. Al contrario son yugos y cadenas puestos por quienes detentan el poder por los siglos de los siglos frente a los que han formado las levas desde el principio de los tiempos. Es por eso, que en cuanto llegan al poder, la ultra derecha y la derecha liberal que te dice que eres libre para esforzarte al máximo, emprender y conseguir tu mejora social, lo primero que hacen, es eliminar el impuesto de sucesiones y el impuesto de patrimonio. Son así de hipócritas. Y con esa falsa y cínica sonrisa los ves al frente de pasos y comitivas en procesión.
La Iglesia católica española es punta de lanza en defensa permanencia del dictador fascista Franco en su mausoleo construido por el trabajo esclavo de decenas de miles de represaliados y presos de guerra. A su vez, mira para otro lado, cuando no dificulta sin disimulo, los procesos de exhumación e identificación de las fosas comunes que no sólo se encuentran en cunetas de carreteras comarcales, sino en muchos cementerios cuya titularidad (o cuando menos gestión) les pertenece. Saben que más allá de dar sepultura a los muertos y descanso a sus familiares, se trata en esencia de judicializar el franquismo, saber qué paso, por qué, dónde, cuándo, cómo y quién. De poner negro sobre blanco para que todos lo sepan y poder crecer como país, que la iglesia y muchas familias se beneficiaron, se lucraron con la masacre de otros españoles. Robaron sus pertenencias, su trabajo, su vida y todavía hoy 80 años terminada la Guerra Civil disfrutan de su poder e influencia conseguida con la usurpación de la dignidad de las clases trabajadoras y de la revolución que éste país todavía tiene pendiente.

A mi, como ateo, tengo que decir que siempre me gustó desde que me la explicaron la parábola en que Jesús, lleno del muy pecado capital de la ira, vacío el templo de fariseos y mercaderes. Me parece la enseñanza que recoge la Biblia más decisiva y útil en los tiempos que corren. Sacar de nuestras vidas a los mentirosos, a los vividores, a los corruptos y a quienes han demostrado por actos u omisión su hipocresía, su falta de valentía. Echar de nuestras instituciones, incluso de los propios partidos o de los medios, a los profesionales que rinden pleitesía y servicio al diabólico poder por el vil dinero. Limpiar nuestras casas, desde el palacio real, hasta el último ay-untamiento, para que así podamos creer en nuestro país y en nosotros mismos.
Construir una convivencia en la que el respeto, la mesura, el bien común y la dignidad de la gente sean las columnas que levanten la casa hacia el cielo debe de ser nuestro propósito de enmienda como país y sociedad, y como ya he dicho, tenemos la oportunidad de hacerlo. Aprovechemos este tiempo entre pasos y saetas, paellas y mojitos, torrijas y buñuelos, para reflexionar sobre cómo podemos transformar #Españistan, en España.

El Manifiesto Comunista. Comentario

  Introducción En 1848 se publicaba el documento político-ideológico y filosófico más trascendental de la Historia de la Human...