Nuevo Gobierno de Pedro Sánchez tras su toma de posesión (foto de El Periódico)
Me
pongo a escribir, casi sin ganas y seguro sin lucidez porque la
ocasión lo obliga. Si sois habituales a estas líneas habréis
notado el vacío en los últimos meses, pero los cambios, cuando no
son deseados y no se sabe como amortiguarlos, trastocan
tanto las prioridades, los tiempos…
Sin
embargo, aquí me hallo
y necesito escribir unas líneas sobre el acontecimiento. Sobre el
fin del corrupto e inmoral gobierno del PP, de un Mariano
Rajoy
a quien la
primera
sentencia
de la Gürtel,
ha supuesto su capitulación final.
El
“Renacido” Pedro Sánchez
hoy es Presidente
del Gobierno
tras una moción
de censura
(la segunda en la legislatura y la primera que triunfa en 40 años de
¿democracia?) presentada de urgencia, por pura vergüenza tras el
varapalo judicial en el que la Audiencia Nacional condenaba al PP por
lucrarse por la corrupción institucionalizada durante los años de
Aznar y mantenida y
alentada
hasta casi anteayer. En esa sentencia se fijaba como “inverosímil
y falto de credibilidad”
que el Presidente Rajoy no conociera los entresijos de esa
contabilidad en “B”.
Pedro
Sánchez
ha culminado su odisea política empezada en octubre de 2016 siendo
hoy Presidente del Gobierno con tan sólo 84 diputados (el peor resultado electoral de la historia para el PSOE) pero con los votos,
todos imprescindibles, de nacionalistas catalanes y vascos, así como
de los diputados de Unidos Podemos, quienes celebraron la victoria al
grito de “Si,
se puede”.
Aunque
es evidente que hemos pasado de un gobierno orgullosamente
fascista y ultraliberal, corrupto e inmoral que ha dejado un ambiente
político irrespirable y bochornoso, el cambio no ha sido tal, sino
más bien recambio, con un PSOE al que ya conocemos y que con los
nombramientos de ministros y ministras confirma
el no salirse del renglón del sistema tradicional, monárquico,
conservador y capitalista, en el que las clases trabajadoras
seguirán viviendo oprimidas
y explotadas.
Esto
es importante recordarlo, porque más allá de la euforia por la
salida del rancio y cutre gobierno del PP, hay que tener en cuenta
que hace 7 años, y
aunque
los líderes de la indignación
institucionalizada
lo hayan olvidado, en las movilizaciones del 15M
las protagonizábamos
potenciales votantes del PSOE, cansados del neoliberalismo
con el que Zapatero hacia pagar a las clases trabajadoras las pérdidas de las élites capitalistas.
Recordemos
que PP
y PSOE son la misma mierda
y no parece que sin presencia en las calles, las aulas y los centros
de trabajo se vayan a articular políticas de cambio real que
modernicen este ajado país y que acaben con la desigualdad,
el capitalismo de amiguetes y la explotación abusiva del patrimonio
y el medio ambiente. Unidos Podemos se sumaba sin condiciones a una moción de censura, sin
contenido político, para aupar a un personaje que ya les faltó a la
palabra hace dos años y
dar el gobierno a un partido en sus horas más bajas y cuyo aparato,
también ha sido cómplice de la corrupción del PP, así de como de
la suya propia.
Con
Ciudadanos renovando la imagen de la derecha y Podemos
institucionalizado renovando la imagen del PSOE (y la actual
Izquierda Unida que gustosamente ha comprado asiento en este juego)
tenemos en marcha la reacción del sistema para parar la acción
revolucionaria que en su momento se apodero de las calles, las plazas
y del discurso político en éste país y en Europa.
Y
en ese escenario de renovado
bipartidismo
cambios tangibles que mejoren al vida de la gente y la dignidad el
país no se van a producir. Ni renovación del status
quo
impuesto por la Dictadura y que conocemos como Constitución
del 78
(monarquía, impunidad de los crímenes franquistas), ni tampoco de
la corriente ultraliberal que asola el mundo (políticas de
austeridad, privatizaciones, conciertos, reformas laborales, leyes
represivas, OTAN, etc.)
Es
una utopía que Unidos
Podemos
a través de la política institucionalizada, sin
usar los elementos de conflicto
y a través de pactos con el régimen que no afectarán a los
intereses capitalistas, logre mejoras reales en la vida de la clase
trabajadora. De hecho, lo conseguido es mejorar la situación y
futuro electoral de un PSOE, que al igual que otros hermanos suyos europeos, agonizaba tras el
fiasco de la socialdemocracia sometida a los intereses financieros.
Eso
sí, es necesario
considerar que para que Pedro
Sánchez
pueda renovar su mandato con una mejor mayoría dentro de un par de
años, se hace imprescindible que tome una serie de medidas que
también lo son de un gobierno democrático y anti-capitalista:
-
Derogación de la Ley Mordaza.
-
Derogación del Decreto sobre Auto-consumo eléctrico y apoyo de las Energías renovables.
-
Plan de eliminación de la energía nuclear del mix energético, así como paralización de los proyectos de minería y fracking en todo el territorio estatal.
-
Reducir el IVA cultural y de los productos de higiene femenina.
-
Renovación y regeneración de RTVE, volviendo y asegurando los estándares de calidad, imparcialidad y seguridad para sus trabajadores.
-
Concreción de medidas por la igualdad real entre sexos y del fin de la violencia machista y patriarcal.
-
Lucha contra la pobreza infantil, energética y contra la desigualdad imperante.
-
Apostar decididamente por la Ciencia, la innovación y el desarrollo.
-
Subida del SMI a estándares europeos.
-
Subida de las pensiones.
-
Lucha contra la precariedad laboral que ha provocado el aumento de los accidentes de trabajo, así como la lucha contra los fenómenos del capitalismo 2.0, ya sean falsos-autónomos, economías colaborativas radicadas en paraísos fiscales, etc.
-
Poner coto a las casas de apuestas online, tanto en su publicidad, como en la rendición de cuentas y su fiscalidad. Es imprescindible atajar antes de que se agrave un problema que atañe a las clases más desfavorecidas y a la gente joven.
-
Promover un nuevo pacto en financiación autonómica.
-
Apoyo claro a la Memoria Histórica y la reparación y justicia de las víctimas franquistas. Ilegalización de las fundaciones fascistas que recuerdan y ensalzan la dictadura.
Unas
pocas medidas imprescindibles que no atañen otras igual de vitales
pero de mayor calado económico (como la regla de gasto, recuperar las tasas de empleo público en todos los ámbitos pero especialmente en la Sanidad, la Educación, los cuerpos de inspección de Hacienda o funcionarios de Justicia; las
derogaciones de las reformas
laborales
que tantos derechos nos han robado, frenar la especulación
urbanística y gentrificación de los centros de las ciudades por la
profusión de pisos turísticos, atacar la despoblación, supresión del Senado o cambios en la Ley Electoral)
y que le permitirían
casi de manera calculada ganar las próximas elecciones. Y es que la
moción de censura de Sánchez ha resultado ser una jugada maestra para descabezar a un cada día más débil PP y para desnortar a
Ciudadanos que se (auto)presentaban
como la única candidatura fiable.
Pero
viendo el gabinete
tecnócrata
con el que se ha rodeado, parece
evidente que
Pedro
Sánchez
trata de llegar a las futuras elecciones en pole position
sin cambiar mucho el guión exigido por las élites capitalistas. Es
cierto que se ha rodeado de alguna ministra con experiencia en eso de
recuperar hospitales concertados (hospitales cuyas concesionarias no
han querido continuar por ser incapaces de sacarles rendimiento) y de
algún ministro ilusionante (el
astronauta Pedro Duque
tiene la misión de cambiar la economía de este país hacia un
modelo de ciencia y
alto valor añadido).
Pero no es menos cierto que hay otros nombramientos muy peligrosos:
Como
el de Grande
Marlaska como Ministro de Interior,
un juez conservador, garante de que permanezcan ocultas las cloacas
del Estado; la
nueva ministra de economía, de cuyo puño y letra llevan saliendo
los presupuestos ultraliberales de la UE y con la que se
mantendrá la sintonía con Bruselas, es decir, con Merkel para
mantener la economía nacional como subsidiaria de los deseos de los
bancos alemanes;
o
como la nueva ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático que no
tuvo problemas en firmar la autorización del Proyecto Castor; o como
la nueva ministra de Educación decidida defensora de los programas
de educación bilingües que lastran a los alumnos con menos
recursos; o como Maxim
Huerta, fichado como ministro de Cultura
y que es una voz siempre beligerante contra la Neutralidad de la Red
así como la Cultura Libre.
Ante
esta situación a quienes pensamos en un mundo distinto en el que la
justicia
social
no sea mera retórica, no nos queda otra que volver a las barricadas
y las asambleas, potenciar nuevamente la movilización obrera y
social, construyendo una
izquierda de y
para
los trabajadores
y por definición contraria y beligerante frente a los partidos del
régimen y
las élites capitalistas.
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