martes, 25 de abril de 2017

Contra las Minas. Si a la vida. Si a nuestros pueblos.

 Los Valles Pasiegos, desde Vega de Pas

En las últimas semanas por distintos motivos he estado viajando y en contacto con zonas rurales y montañosas de nuestra geografía como puedan ser la Sierra de Yemas en Ávila o los Valles Pasiegos en Cantabria.
En ambos al hecho de escapar de la rutina, visitar la montaña, saborear el paisaje y disfrutar de la compañía se le ha añadido el conocer de primera mano la terrible situación que se está viviendo en estas zonas y en otras de nuestro país. De un tiempo a esta parte nuestros vecinos en estos parajes al igual que las gentes del Valle del Yeltes en el Campo Charro están viendo como proyectos megalómanos de minería basados en la especulación están arruinando sus vidas y lastrando para siempre su futuro y el de unas tierras que ya de por sí, han permanecido relegadas y olvidadas, siempre en la retaguardia del interés nacional.
No cabe duda que desde siempre el mundo rural, y más aún, en Castilla son vistos por las administraciones como adyacentes, sin más importancia que la de unos pocos votos, y sobretodo como un buen lugar para especular con un beneficio económico sin importar ni lo más mínimo la vertebración del territorio, el bienestar de la ciudadanía que vive en las zonas rurales, ni tampoco la salud del paraje o la conservación del medio ambiente.
Y es que como un ataque al sentido común y como un agresión al medio ambiente se puede calificar las pretensiones de los promotores y sobretodo de las administraciones que lo permiten el querer montar una mina de uranio en pleno Campo Charro, una mina de feldespatos en la cornisa paisajística de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, de Ávila. O permitir y seguir promoviendo el uso del fracking como técnica de extracción de gas en las zonas de montaña de Burgos, Palencia, Cantabria y Alava.

 La Sierra de Yemas, vista desde Riofrío

Para llevar a cabo tan siquiera el planteamiento de estos atentados se hacen necesarias una serie de cuestiones básicas.
Por un lado es muy importante la legislación. Y en cuanto a las minas, España es un paraíso para las multinacionales extranjeras que tienen ante sí un texto legal que ampara la práctica totalidad de las tropelías que se les ocurra para ir ganando dinero, desde el primer momento, de planteamiento del proyecto, hasta el día en el que se marchen.
La Ley de Minas, del año 73, es decir, no ha pasado ni tan siquiera por un refrendo de unas Cortes democráticas, da prevalencia a los usos mineros y de extracción de los suelos, amparando incluso la expropiación de viviendas tanto para la instalación misma, como para todo lo que esta pueda necesitar, ya sean pasos de camiones, balsas de agua, zonas de seguridad para voladuras, escombreras, etc. Incluso habilita el cauce legal de la expropiación para generar actividad minera en zonas con algún tipo de protección especial de la conservación de la Naturaleza. Y todo esto, además, en un país, no hay que recordarlo mucho, basta con mirar los titulares de cada día, en cuyos dirigentes siguen funcionando como hace 40 años, aceptando sobornos, mordidas y prebendas para facilitar por acción u omisión la ejecución de estas barbaridades.
La legislación además favorece permisos de explotación abusivos, de hasta 30 años y prolongables por término general de 10 en 10 hasta otros 90 años. Un impacto brutal que acabaría para siempre con los modos de vida de nuestros pueblos, mandando al olvido el folclore de cientos de años y borrando el futuro y el entorno que quedaría irrecuperable.
Sin duda a esta legislación propia por origen y funcionamiento de una dictadura fascista, le favorece y mucho el control caciquil y cortesano de la Junta de Castilla y León y las diputaciones provinciales, todas ellas desde siempre dominadas con mano de hierro por el Partido Popular. Sus prepostes, no tienen ningún reparo en laminar el medio ambiente de todos y los usos, costumbre y el futuro de los pueblos y sus habitantes si con ello consiguen más comisiones y más re-elecciones. Total, el club de campo y el chalet en la pedanía de Valladolid va a quedar muy lejos de las voladuras y el paso de camiones.

 Escena de el Campo Charro en Villavieja de Yeltes

Resulta curioso cuando menos, como durante años, la Junta de Castilla y León ha dejado a su suerte a comarcas enteras y miles de trabajadores y a sus familias que vivían gracias a las minas de carbón. Alegan con desfachatez su falta de rentabilidad, sin dar alternativa siquiera para tratar de arraigar esas gentes y frenar la despoblación que sufre una región sin futuro, que parece sólo sirve para hacer negocio sin importar gentes, historia o medio ambiente.
Incluso y gracias a su control de las élites, consiguen frenar las iniciativas que han ido modificando normativas en defensa del medio ambiente y las personas. Así, para salvaguardar la obligatoriedad introducida en 1994 para dejar el entorno como lo encontraron antes de empezar la actividad extractora, han encontrando en la ingeniería financiera una solución a todos sus problemas. Lo que hacen es sencillo y muy perverso. La empresa promotora, multinacional, crea una sociedad en el país a la que pone al nombre del proyecto y que “vende” los réditos de la actividad a la multinacional madre a través de paraísos fiscales y demás parafernalía burocrática. Cuando se va a acabar la actividad minera, la sociedad radicada en el país, aduce quiebra económica, por lo que se cierra al día siguiente de acabar el permiso de extracción, quedando esa obligación de retornar el entorno a su estado primigenio en manos de las administraciones. Una burla dolorosa e inmoral más.
Otra parte importante para lograr los objetivos es disponer de unos medios de comunicación serviles en todo momento. Capaces de sin remordimiento lapidar estas informaciones y tergiversarlas hasta el infinito para el beneficio de promotor y administración. En estos medios tradicionales, como puedan ser los periódicos provinciales será imposible encontrar informaciones de las plataformas ciudadanas en contra de este tipo de explotaciones. O las declaraciones de partidos, ecologistas o consumidores que se muestran beligerantes ante estas agresiones. Sin embargo ese espacio y mucho más podrá ser vendido al promotor para que cante durante meses las alabanzas de su proyecto y las supuestas bondades que van a introducir en el pueblo, la comarca y la provincia en forma de inversiones, puestos de trabajo o incluso infraestructuras.
Ni que decir tiene que pasados los tiempos de la propaganda, las inversiones son mínimas, los puestos de trabajo precarios y muy reducidos, y las infraestructuras, no os voy a hacer reír. Un buen ejemplo de todo esto fueron los publirreportajes que durante casi dos años, La Gaceta de Salamanca, fue dedicando a Berkeley la promotora de la Mina de Uranio en Retortillo. Estos, de varias páginas a color y en cuadernillo central los domingos, contrastan con los escasos(o nulos) espacios que se dedican para la información de la actividad de las asociaciones en contra del proyecto, su voz o de las profundas ilegalidades que esta empresa lleva cometiendo en nuestra Salamanca todo este tiempo. Sin embargo, hasta que no saltó el escándalo a nivel nacional nada se leyó en La Gaceta sobre la tala de miles de encinas, algunas centenarias, que Berkeley ha llevado a cabo sin tener los permisos necesarios para ello.
Al final se constata una realidad y es que para las administraciones, los medios tradicionales y por supuesto estas empresas plantear en Castilla y León y en general en el mundo rural español estos proyectos era muy rentable puesto que no se encontraban con oposición y resistencias o si la había era de muy baja intensidad, ya que se trata de zonas despobladas, con población envejecida y además, por lo general, con un bajo nivel de estudios.
Sin embargo y afortunadamente esto ya no es así. La paulatina vuelta al campo de jóvenes, el auge (esperemos que moderado) del turismo rural, el mayor acceso a la información y contactos que la llegada, moderada, de Internet a nuestros pueblos y el siempre rocoso y combativo sentimiento de pertenencia que algunas veces sacamos a pasear los castellanos han tejido redes para saltar las barreras y encontrar altavoces que le hacen llegar a audiencias reivindicativas mayores, tanto en las propias capitales de provincia, como también en Madrid.
Mientras que los medios del capital silencian estas actuaciones y abusos que las multinacionales, de la mano de “nuestras” administraciones, perpetran la sociedad civil, primero en los pueblos y luego poco a poco, en las ciudades, hacen resonar el clamor por la justicia y la defensa del interés general.
Aún con todo, estos pueblos no tienen recursos (casi siempre económicos) para defenderse, alzar la voz y dar conocimiento de su lucha que no sólo es suya, por su porvenir y entorno, sino también por toda la sociedad. Y es que es muy díficil creerse el interés general de estos proyectos cuando los beneficios se los queda una multinacional extranjera, que subcontrata hasta la extenuación y ejecuta trampas fiscales para pagar menos impuestos.
No hay estudio de impacto medio-ambiental, ni análisis de causas económicas y de viabilidad y rentabilidad que avale este tipo de proyectos en nuestro mundo rural. Es absolutamente demagogo y falso ese interés general en la apertura de una mina de cielo abierto a 20 km de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, de Ávila; lo mismo en el caso de la mina de uranio en plena dehesa salmantina, un ecosistema, de intervención humana, único en el mundo que alberga además, humedales y zonas de especial protección para las aves; Y lo mismo podemos hablar sobre el fracking en los Valles Pasiegos que vaciaría unos pueblos con modos de vida peculiares, interesantísimos desde el punto de vista antropológico e histórico, y que también han legado uno de los paisajes más interesantes y ricos de la goegrafía nacional.
En los enlaces anteriores he dejado la información de las Plataformas en contra de estos proyectos mineros y a favor de la vida, el medio ambiente y el futuro para nuestro mundo rural. A continuación dejo las campañas en change.org para presionar y evitar estas agresiones al entorno y a los modos de vida y el futuro de todos y todas:
Por favor, firmar y compartir. Nos jugamos mucho.

El interés general es defender nuestros pueblos. Nuestro medio ambiente. Los campos, montañas, rios y acuíferos de nuestra región. Y los usos y costumbres milenarios. Así como el futuro de un mundo rural y el sector primario (agricultura, ganadería, recursos forestales) que lo sustentan en el día a día. Así como también garantizar los derechos de nuestros vecinos y vecinas en el mundo rural, empezando por el primero de ellos: su elección de un modo de vida.





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