sábado, 18 de junio de 2022

El Manifiesto Comunista. Comentario

 


Introducción

En 1848 se publicaba el documento político-ideológico y filosófico más trascendental de la Historia de la Humanidad. Un documento que diagnosticaba las causas que explicaban el mundo tal cual era y es, y al mismo, tiempo proponía como solución la unión de la humanidad para garantizar su futuro y desarrollo, a través de la igualdad y la dignidad. El Manifiesto Comunista, de Karl Marx y Friederich Engels, les fue encargado por la Liga de los Comunistas en el contexto de las revoluciones sociales de 1848 con el objetivo de poner un marco ideológico que reconociera a los comunistas como fuerza política revolucionaria en Europa, exponiendo sus conceptos, fines, tendencias y orígenes. Marx consideraba que los filósofos habían trabajado por interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que de verdad se trataba es de cambiarlo.

Marx y Engels culminaban en el Manifiesto su vasto desarrollo filosófico que se puede resumir en los siguientes tres aspectos:

  1. Materialismo dialéctico versus Idealismo (dialéctico) absoluto de Hegel: Para el marxismo la realidad es dinámica, con dinamismo intrínseco o dialéctico, lo mismo que para el idealismo absoluto; pero “suponerla” insuflada por el espíritu, una realidad distinta de la materia es pura especulación. La realidad que se nos manifiesta, la realidad empírica es materia. Materia, eso sí, no estática, sino dinámica, en constante autodesarrollo. El evolucionismo tendrá como teoría filosófica al marxismo.

  2. Materialismo histórico (científico) versus voluntarismo histórico. Según el marxismo la Historia es el resultado de la dialéctica de las estructuras socioeconómicas y del enfrentamiento de las clases sociales, y no la acumulación de intervenciones de personajes protagonistas, que es como tradicionalmente había sido interpretada.

  3. Filosofía sociopolítica transformadora, de la praxis revolucionaria versus Filosofía sociopolítica especulativa, contemplativa de la realidad. Frente al espectáculo injusto de los “muertos de hambre” hay que rebelarse contra una filosofía conservadora, puramente teórica y contemplativa. Hay que terminar con la alienación del hombre, con la explotación del hombre por el hombre y acelerar el proceso de implantación de un humanismo radical. Es necesaria una filosofía de la praxis transformadora y revolucionaria que acelere el proceso progresivo de la historia.

 

Vida y Obra

Karl Marx (1818-1883) nació en Treveris y murió en Londres. De familia burguesa acomodada y de ambiente familiar judío. Debido a la influencia paterna, quien era abogado, estudió derecho. Sin embargo, pronto comenzó a llevar una vida bastante accidentada debido a su participación en movimientos político-ideológicos, por lo que nunca ejerció y cuyas consecuencias obligaron a su exilio de Alemania en varias ocasiones. En Londres, permaneció largos años, alternando con etapas en París y en Bruselas, desarrollando una intensa actividad como publicista y escritor, en colaboración con su amigo Frederich Engels (1820-1895). Engels también procedía de una familia acomodada y que propietaria de fábricas pronto inició una intensa actividad de denuncia de las condiciones de vida de las clases trabajadoras, así como de la injusticia que el capitalismo moderno estaba infligiendo en las clases productoras. En 1866 se celebra el Primer Congreso de la Internacional Socialista, animada por Marx. Al año siguiente aparece el primer libro de El Capital. En 1872 rompe definitivamente con los anarquistas de Bakunin y en 1875 con el Partido Socialdemócrata de Liebknecth. En el plano práctico Marx no resultó un político demasiado hábil, sin embargo, es sin duda, en el plano teórico uno de los grandes genios de la humanidad. Entre su abundante obra podemos destacar: El Capital, cuyo segundo y tercer volumen fueron publicados por Engels, después de la muerte de Marx, La miseria de la filosofía (1847), El manifiesto comunista (1848), en colaboración con Engels, y Crítica de la economía política (1859).


El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedetich Engels

Opúsculo de unas 40 páginas con una breve introducción y cuatro partes. Se publica en 1848. Viene precedido por los distintos prólogos correspondientes a las respectivas ediciones que en vida de los autores se hicieron. Se convirtió en la síntesis del pensamiento marxista para uso de los trabajadores comprometidos con la lucha social.

Partes:

Introducción

En la introducción se expresa el claro propósito de la obra: manifestar públicamente que es el comunismo, saliendo al paso así de las falsas acusaciones hechas por las fuerzas reaccionarias y conservadoras ante el temor que les suscitaba su aceptación por parte de los trabajadores.


Parte I

La primera parte, titulada Burgueses y Proletarios, es la más doctrinal e interesante, por su densidad teórica. En ella se fundamenta la teoría de la lucha de clases, haciendo en su explicación una interpretación de la Historia y de las luchas sociales.

Se ve la mano de Marx, formado en la filosofía hegeliana.

La preocupación fundamental es el materialismo histórico, es decir, que los fenómenos materiales, los hechos económicos, determinan los fenómenos sociales o políticos. La infraestructura económica determina las sobreestructuras (Superestructura) sociales, políticas, jurídicas, ideológicas y culturales. La historia aparece como un orden racional necesario en el que la lucha de clases entre productores oprimidos (proletarios) y capitalistas opresores (burgueses) es su motor.

Carácter determinista de la historia que camina hacia la superación de los contrarios, en lógica dialéctica, en la utopía de la sociedad sin clases, pero en la que cabe la acción político-revolucionaria humana que acelere el proceso y supere antes la alienación en la que se encuentra el hombre.


Parte II

La segunda parte, Proletarios y Comunistas, tiene como objeto central la exposición de un programa concreto de reformas como diseño de un modelo de transición del capitalismo al socialismo. Tiene tres bloques de conceptos.

En el primer bloque apunta la tarea de organización política del proletariado (hay que recordar que el “Manifiesto” intenta ser un programa de la “Federación de los Comunistas”). Esta tarea es la constitución de la clase trabajadora en un partido, partido de clase, para, unidos, destruir la dominación burguesa y acceder a la conquista del poder político. La dictadura del proletariado es, pues, un eslabón necesario para llegar a la sociedad socialista.

El segundo bloque temático consiste en una refutación de los argumentos tópicos de la cultura burguesa contra el socialismo y en una propuesta de un programa de medidas concretas. El primer tópico es el de la abolición de la propiedad privada. Esta tesis básica del marxismo significa que la propiedad de los bienes, fruto de las fuerzas productivas, producto que es, por lo tanto, colectivo “no debe ser un patrimonio personal, sino social”. Significa, pues, la transformación del capital en propiedad colectiva, despojada de su carácter de clase social dominante y dominadora. Esto supone liberar al obrero de una situación de alienación en la que sólo vive para multiplicar el capital de la clase dominante. El segundo tópico es el de las ideas y la cultura. El régimen comunista no es un enemigo de la cultura ni de los productos culturales. Querer destruir la cultura de la clase dominante como un instrumento de dominación, derivado del dominio económico, no es querer destruir la cultura, sino una determinada cultura. El modo de entender el matrimonio, la familia, la patria, la nacionalidad y las ideas religiosas, morales, jurídicas, políticas y filosóficas cambia al cambiar las condiciones de vida: “La historia de las ideas es una prueba palmaria de cómo cambia y se transforma la producción espiritual con la material. Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante”. “La clase que forma el poder material dominante en la sociedad forma también su poder dominante espiritual”. La revolución comunista que viene a romper de manera radical el régimen tradicional de la propiedad se ve obligada a romper también con las ideas que de él se derivan y que se dirigen a su conservación.

El tercer bloque con el que finaliza esta segunda parte es una propuesta programática de las medidas que el proletariado deberá aplicar una vez en sus manos el poder político, para destruir la opresión de una clase por otra y dejar paso a una sociedad sin clases, una sociedad en la que “el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”. Esta propuesta programática es la siguiente:

  1. Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos.

  2. Fuerte impuesto progresivo.

  3. Abolición del derecho de herencia.

  4. Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes.

  5. Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco Nacional con capital del Estado y en régimen de monopolio.

  6. Nacionalización de los transportes.

  7. Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.

  8. Proclamación del deber general de trabajar. Creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo.

  9. Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales. Tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.

  10. Educación pública y gratuita para todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc.


Parte III

La tercera parte, Literatura Socialista y Comunista, es una polémica frente a otros socialismos históricos en la que, valorándolos críticamente, afirma la necesidad de situar el movimiento obrero dentro de la concepción de la lucha de clases.

  1. Bajo el título El Socialismo Reaccionario engloba tres tipos de socialismos:

    1. Al Socialismo Feudal lo califica de falso y reaccionario, por cuanto tiene como origen el resquemor de la clase aristocrática, incluido el clero, que reprocha a la nueva clase dominadora, la burguesía, haber engendrado la miseria del proletariado moderno, desconocido bajo el imperio, denunciando veladamente no tanto el lamentable estado de la clase obrera como la pérdida irremediable de su imperio y el auge de un proletariado revolucionario.

    2. Al Socialismo Pequeñoburgués de Sismondi también lo califica de reaccionario y utópico. Es el socialismo de la clase intermedia entre la burguesía y el proletariado. Su denuncia contra los nuevos sistemas de producción, contra las consecuencias negativas del maquinismo, la concentración de capital, la división del trabajo, las desigualdades, la miseria del proletariado, brota de la resistencia a desaparecer como la clase de pequeños burgueses y labriegos y de la aspiración a restaurar los antiguos modos de producción del régimen tradicional, a saber, los gremios y el régimen patriarcal.

    3. Del llamado Socialismo Alemán o “Verdadero” Socialismo se dice que es una abstracción teórica que la conciencia filosófica alemana hizo del socialismo y comunismo francés, del que se importarán las ideas, pero no las condiciones sociales, al persistir el régimen feudal y la monarquía absoluta, que lo utilizarán para contener el surgimiento de la burguesía “revolucionaria” y conservar un orden ya perdido en Francia e Inglaterra.

  2. El segundo grupo de socialismo, el Socialismo Burgués o Conservador, es el socialismo de los filántropos y humanitarios que aspiran a conservar la sociedad burguesa, pero mitigando sus injusticias sociales. Son reformadores sociales que quieren compaginar burguesía con socialismo como el ideal de la sociedad moderna: la burguesía sin el proletariado. Dentro de este socialismo se cita la obra de Proudhon, Filosofía de la miseria.

  3. El tercer grupo es el Socialismo y Comunismo Críptico-Utópico. Es una forma embrionaria de socialismo. Es el socialismo anterior al Marxismo, el de Sant-Simon, el de Fourier, el de Robert Owen y el de Louis Blanc. Falto de la acción política y revolucionaria de la clase obrera, del proletariado, pretende una transformación radical de la sociedad desde una incipiente critica de las bases injustas en que se levanta. Aspira a una sociedad futura igualitaria, de armonía social, sin clases, pero desde un voluntarismo filantrópico y generoso, desde la generosidad de los corazones y los bolsillos burgueses. “Un socialismo que se ejerce verticalmente, en vez de horizontalmente. De arriba a abajo, y no hacia los lados”. Este socialismo utópico ante el advenimiento de la acción político-revolucionaria del proletariado se torna también en reaccionario y conservador.


Parte IV

La cuarta y última parte, Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición, es la más coyuntural e inmediata, en el contexto de mediados del siglo XIX, por cuanto se refiere al quehacer que corresponde a los comunistas. Su objetivo básico es generar entre los obreros la conciencia de clase antagónica y revolucionaria frente a la burguesía, y para ellos teoriza un pragmatismo que elimine las diferencias metodológicas e ideológicas ante la coincidencia en un bien común inminente y necesario. Para ello se deben aliar en Francia con el partido democrático socialista, Suiza con los radicales, en Polonia con el partido de la revolución agraria, en Alemania con la burguesía frente a la monarquía absoluta…

El Manifiesto termina con la célebre frase:

¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!

 

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