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sábado, 18 de junio de 2022

El Manifiesto Comunista. Comentario

 


Introducción

En 1848 se publicaba el documento político-ideológico y filosófico más trascendental de la Historia de la Humanidad. Un documento que diagnosticaba las causas que explicaban el mundo tal cual era y es, y al mismo, tiempo proponía como solución la unión de la humanidad para garantizar su futuro y desarrollo, a través de la igualdad y la dignidad. El Manifiesto Comunista, de Karl Marx y Friederich Engels, les fue encargado por la Liga de los Comunistas en el contexto de las revoluciones sociales de 1848 con el objetivo de poner un marco ideológico que reconociera a los comunistas como fuerza política revolucionaria en Europa, exponiendo sus conceptos, fines, tendencias y orígenes. Marx consideraba que los filósofos habían trabajado por interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que de verdad se trataba es de cambiarlo.

Marx y Engels culminaban en el Manifiesto su vasto desarrollo filosófico que se puede resumir en los siguientes tres aspectos:

  1. Materialismo dialéctico versus Idealismo (dialéctico) absoluto de Hegel: Para el marxismo la realidad es dinámica, con dinamismo intrínseco o dialéctico, lo mismo que para el idealismo absoluto; pero “suponerla” insuflada por el espíritu, una realidad distinta de la materia es pura especulación. La realidad que se nos manifiesta, la realidad empírica es materia. Materia, eso sí, no estática, sino dinámica, en constante autodesarrollo. El evolucionismo tendrá como teoría filosófica al marxismo.

  2. Materialismo histórico (científico) versus voluntarismo histórico. Según el marxismo la Historia es el resultado de la dialéctica de las estructuras socioeconómicas y del enfrentamiento de las clases sociales, y no la acumulación de intervenciones de personajes protagonistas, que es como tradicionalmente había sido interpretada.

  3. Filosofía sociopolítica transformadora, de la praxis revolucionaria versus Filosofía sociopolítica especulativa, contemplativa de la realidad. Frente al espectáculo injusto de los “muertos de hambre” hay que rebelarse contra una filosofía conservadora, puramente teórica y contemplativa. Hay que terminar con la alienación del hombre, con la explotación del hombre por el hombre y acelerar el proceso de implantación de un humanismo radical. Es necesaria una filosofía de la praxis transformadora y revolucionaria que acelere el proceso progresivo de la historia.

 

Vida y Obra

Karl Marx (1818-1883) nació en Treveris y murió en Londres. De familia burguesa acomodada y de ambiente familiar judío. Debido a la influencia paterna, quien era abogado, estudió derecho. Sin embargo, pronto comenzó a llevar una vida bastante accidentada debido a su participación en movimientos político-ideológicos, por lo que nunca ejerció y cuyas consecuencias obligaron a su exilio de Alemania en varias ocasiones. En Londres, permaneció largos años, alternando con etapas en París y en Bruselas, desarrollando una intensa actividad como publicista y escritor, en colaboración con su amigo Frederich Engels (1820-1895). Engels también procedía de una familia acomodada y propietaria de fábricas y pronto inició una intensa actividad de denuncia de las condiciones de vida de las clases trabajadoras, así como de la injusticia que el capitalismo moderno estaba infligiendo en las clases productoras. En 1866 se celebra el Primer Congreso de la Internacional Socialista, animada por Marx. Al año siguiente aparece el primer libro de El Capital. En 1872 rompe definitivamente con los anarquistas de Bakunin y en 1875 con el Partido Socialdemócrata de Liebknecth. En el plano práctico Marx no resultó un político demasiado hábil, sin embargo, es sin duda, en el plano teórico uno de los grandes genios de la humanidad. Entre su abundante obra podemos destacar: El Capital, cuyo segundo y tercer volumen fueron publicados por Engels, después de la muerte de Marx, La miseria de la filosofía (1847), El manifiesto comunista (1848), en colaboración con Engels, y Crítica de la economía política (1859).


El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friederich Engels

Opúsculo de unas 40 páginas con una breve introducción y cuatro partes. Se publica en 1848. Viene precedido por los distintos prólogos correspondientes a las respectivas ediciones que en vida de los autores se hicieron. Se convirtió en la síntesis del pensamiento marxista para uso de los trabajadores comprometidos con la lucha social.

Partes:

Introducción

En la introducción se expresa el claro propósito de la obra: manifestar públicamente que es el comunismo, saliendo al paso así de las falsas acusaciones hechas por las fuerzas reaccionarias y conservadoras ante el temor que les suscitaba su aceptación por parte de los trabajadores.


Parte I

La primera parte, titulada Burgueses y Proletarios, es la más doctrinal e interesante, por su densidad teórica. En ella se fundamenta la teoría de la lucha de clases, haciendo en su explicación una interpretación de la Historia y de las luchas sociales.

Se ve la mano de Marx, formado en la filosofía hegeliana.

La preocupación fundamental es el materialismo histórico, es decir, que los fenómenos materiales, los hechos económicos, determinan los fenómenos sociales o políticos. La infraestructura económica determina las sobreestructuras (Superestructura) sociales, políticas, jurídicas, ideológicas y culturales. La historia aparece como un orden racional necesario en el que la lucha de clases entre productores oprimidos (proletarios) y capitalistas opresores (burgueses) es su motor.

Carácter determinista de la historia que camina hacia la superación de los contrarios, en lógica dialéctica, en la utopía de la sociedad sin clases, pero en la que cabe la acción político-revolucionaria humana que acelere el proceso y supere antes la alienación en la que se encuentra el hombre.


Parte II

La segunda parte, Proletarios y Comunistas, tiene como objeto central la exposición de un programa concreto de reformas como diseño de un modelo de transición del capitalismo al socialismo. Tiene tres bloques de conceptos.

En el primer bloque apunta la tarea de organización política del proletariado (hay que recordar que el “Manifiesto” intenta ser un programa de la “Federación de los Comunistas”). Esta tarea es la constitución de la clase trabajadora en un partido, partido de clase, para, unidos, destruir la dominación burguesa y acceder a la conquista del poder político. La dictadura del proletariado es, pues, un eslabón necesario para llegar a la sociedad socialista.

El segundo bloque temático consiste en una refutación de los argumentos tópicos de la cultura burguesa contra el socialismo y en una propuesta de un programa de medidas concretas. El primer tópico es el de la abolición de la propiedad privada. Esta tesis básica del marxismo significa que la propiedad de los bienes, fruto de las fuerzas productivas, producto que es, por lo tanto, colectivo “no debe ser un patrimonio personal, sino social”. Significa, pues, la transformación del capital en propiedad colectiva, despojada de su carácter de clase social dominante y dominadora. Esto supone liberar al obrero de una situación de alienación en la que sólo vive para multiplicar el capital de la clase dominante. El segundo tópico es el de las ideas y la cultura. El régimen comunista no es un enemigo de la cultura ni de los productos culturales. Querer destruir la cultura de la clase dominante como un instrumento de dominación, derivado del dominio económico, no es querer destruir la cultura, sino una determinada cultura. El modo de entender el matrimonio, la familia, la patria, la nacionalidad y las ideas religiosas, morales, jurídicas, políticas y filosóficas cambia al cambiar las condiciones de vida: “La historia de las ideas es una prueba palmaria de cómo cambia y se transforma la producción espiritual con la material. Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante”. “La clase que forma el poder material dominante en la sociedad forma también su poder dominante espiritual”. La revolución comunista que viene a romper de manera radical el régimen tradicional de la propiedad se ve obligada a romper también con las ideas que de él se derivan y que se dirigen a su conservación.

El tercer bloque con el que finaliza esta segunda parte es una propuesta programática de las medidas que el proletariado deberá aplicar una vez en sus manos el poder político, para destruir la opresión de una clase por otra y dejar paso a una sociedad sin clases, una sociedad en la que “el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”. Esta propuesta programática es la siguiente:

  1. Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos.

  2. Fuerte impuesto progresivo.

  3. Abolición del derecho de herencia.

  4. Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes.

  5. Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco Nacional con capital del Estado y en régimen de monopolio.

  6. Nacionalización de los transportes.

  7. Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.

  8. Proclamación del deber general de trabajar. Creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo.

  9. Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales. Tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.

  10. Educación pública y gratuita para todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc.


Parte III

La tercera parte, Literatura Socialista y Comunista, es una polémica frente a otros socialismos históricos en la que, valorándolos críticamente, afirma la necesidad de situar el movimiento obrero dentro de la concepción de la lucha de clases.

  1. Bajo el título El Socialismo Reaccionario engloba tres tipos de socialismos:

    1. Al Socialismo Feudal lo califica de falso y reaccionario, por cuanto tiene como origen el resquemor de la clase aristocrática, incluido el clero, que reprocha a la nueva clase dominadora, la burguesía, haber engendrado la miseria del proletariado moderno, desconocido bajo el imperio, denunciando veladamente no tanto el lamentable estado de la clase obrera como la pérdida irremediable de su imperio y el auge de un proletariado revolucionario.

    2. Al Socialismo Pequeñoburgués de Sismondi también lo califica de reaccionario y utópico. Es el socialismo de la clase intermedia entre la burguesía y el proletariado. Su denuncia contra los nuevos sistemas de producción, contra las consecuencias negativas del maquinismo, la concentración de capital, la división del trabajo, las desigualdades, la miseria del proletariado, brota de la resistencia a desaparecer como la clase de pequeños burgueses y labriegos y de la aspiración a restaurar los antiguos modos de producción del régimen tradicional, a saber, los gremios y el régimen patriarcal.

    3. Del llamado Socialismo Alemán o “Verdadero” Socialismo se dice que es una abstracción teórica que la conciencia filosófica alemana hizo del socialismo y comunismo francés, del que se importarán las ideas, pero no las condiciones sociales, al persistir el régimen feudal y la monarquía absoluta, que lo utilizarán para contener el surgimiento de la burguesía “revolucionaria” y conservar un orden ya perdido en Francia e Inglaterra.

  2. El segundo grupo de socialismo, el Socialismo Burgués o Conservador, es el socialismo de los filántropos y humanitarios que aspiran a conservar la sociedad burguesa, pero mitigando sus injusticias sociales. Son reformadores sociales que quieren compaginar burguesía con socialismo como el ideal de la sociedad moderna: la burguesía sin el proletariado. Dentro de este socialismo se cita la obra de Proudhon, Filosofía de la miseria.

  3. El tercer grupo es el Socialismo y Comunismo Críptico-Utópico. Es una forma embrionaria de socialismo. Es el socialismo anterior al Marxismo, el de Sant-Simon, el de Fourier, el de Robert Owen y el de Louis Blanc. Falto de la acción política y revolucionaria de la clase obrera, del proletariado, pretende una transformación radical de la sociedad desde una incipiente critica de las bases injustas en que se levanta. Aspira a una sociedad futura igualitaria, de armonía social, sin clases, pero desde un voluntarismo filantrópico y generoso, desde la generosidad de los corazones y los bolsillos burgueses. “Un socialismo que se ejerce verticalmente, en vez de horizontalmente. De arriba a abajo, y no hacia los lados”. Este socialismo utópico ante el advenimiento de la acción político-revolucionaria del proletariado se torna también en reaccionario y conservador.


Parte IV

La cuarta y última parte, Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición, es la más coyuntural e inmediata, en el contexto de mediados del siglo XIX, por cuanto se refiere al quehacer que corresponde a los comunistas. Su objetivo básico es generar entre los obreros la conciencia de clase antagónica y revolucionaria frente a la burguesía, y para ellos teoriza un pragmatismo que elimine las diferencias metodológicas e ideológicas ante la coincidencia en un bien común inminente y necesario. Para ello se deben aliar en Francia con el partido democrático socialista, Suiza con los radicales, en Polonia con el partido de la revolución agraria, en Alemania con la burguesía frente a la monarquía absoluta…

El Manifiesto termina con la célebre frase:

¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!

 

jueves, 14 de septiembre de 2017

El desmoronamiento de una nación


Las tres siguientes noticias han pasado totalmente desapercibidas mientras nos acercamos al choque de trenes del Procès.
Estas tres noticias de ayer, 13 de septiembre, y sobre las cuales los medios de comunicación han pasado totalmente de puntillas, salvo muy pequeñas excepciones, se entienden mucho mejor si también leemos lo que escribía hace un par de días.
Desde luego el hecho histórico de que una nación declare su independencia, podría hacer nublar la perspectiva de lo que es importante sobre lo que es trascendente. Antes del 1 de Octubre, prometo dejar un escrito en el que dé mi opinión sobre todo lo que está pasando en esta colisión entre sentimientos y voluntades políticas, que no vienen a ser más que el afán de supervivencia de personajes dantescos que han arrancado maquinarias con el fin de sobrevivir a su propia y nacional corrupción y a su ineptitud, pero que ya puestos en marcha y sobrepasadas las velocidades recomendadas, lejos de frenar, aceleran para tratar de salvar su pellejo.
También, conviene no olvidar que transcurrir por un momento en el que las ultra liberales políticas desquiciadas han favorecido la proliferación de grupos terroristas sin miedo a nada y que atentan contra nuestra seguridad y modo de vida hace que perdamos el foco de lo realmente importante.


Cuando en el título hablo del "Desmoronamiento de una nación" no vengo a hablar de que una o varias regiones se desliguen de España sino de que se rompa la cohesión social debido a políticas fundamentalmente económicas, pero también, sociales que han venido a premiar al capital, y a su acumulación especulativa, frente a la economía real derivada del trabajo y la productividad.
Es un fenómeno global producto de más de 40 años de puesta en práctica de las teorías neo-liberales que parten de un doloroso y profundo error de concepción: No se puede dejar a un elemento artificial, como el dinero (y por definición a las vidas de los seres humanos que nos relacionamos a través de él), regularse a si mismo. El mercado no trabaja bajo un principio de racionalidad clásico de cubrir las demandas y necesidades de la población como nos han querido hacer creer, sino que opera con eficacia en la máxima de dinero llama a dinero, de buscar, encontrar y ejecutar la manera de que los privilegiados lo sean cada vez más.
Así está estallando en todo el mundo la Justicia Social que se vuelve cada vez más retórica, más inexistente. Y en ese paradigma, España, no es una excepción, sino más bien un engranaje más entre lo que pasó en Latinoamérica y lo que va a acabar pasando en el centro y norte de Europa.
Las políticas efectuadas para gestionar tanto la crisis, perdón estafa, como la posterior búsqueda de recuperación económica, lejos de paliar el golpe sufrido por los ya desfavorecidos y las clases trabajadoras, se han centrado en minimizar los efectos sufridos por las clases pudientes que fueron, no lo olvidemos, quienes provocaron con su avaricia, desconocimiento y soberbia el desaguisado -y que antes ya habían usurpado riqueza a través de paraísos fiscales y demás ingeniería finaciera-.
Por ejemplo, y como decía ayer, el Gobierno español ha admitido que no se van a recuperar al menos, 40.000 millones del rescate bancario pagado con nuestros derechos y servicios sociales. Además, no contentos con eso, anunciaron sin caérseles la cara de vergüenza que los 14.000 millones en acciones de Bankia propiedad del estado también se han evaporado. Todo esa cantidad monstruosa de dinero usurpada de los servicios sociales de todos ha ayudado a que aumenten las desigualdades de manera exponencial.
En un escenario donde se ha trabajado con ahínco y éxito en individualizar a la sociedad, en hacer que cada uno de nosotros y nosotras, se gestione su felicidad, así como su supervivencia, aunque ambas cosas sean atacadas por problemas comunes al resto de la humanidad, han conseguido la desigualdad más extrema.
No tenemos las mismas oportunidades dependiendo de si vivimos en un entorno rural o urbano. En una región u otra. Si nacimos un año o el siguiente. Dentro de 5 ó 10 antes. Si elegimos una carrera profesional o vital o nos impusieron otra. Y por supuesto, hay diferencias entre el nivel de renta del que se disponga en la familia. Y esas grietas cada vez se abren más y más.
Todo es resultado de una gestión entre inepta e inmoral, pasando por todos los tipos de corrupción que la ética más básica denuncia. Bajo un sistema, su sistema, orquestado para el control y el dominio de las mentes con el consumo, la publicidad y la manipulación de los medios de comunicación que controlan y el cierre de los díscolos, pero también con la violencia, aunque esta violencia basada en el uso y control de las fuerzas de opresión del estado, sea despojar de todo a las clases populares para que acaben aceptando cualquier cosa por sobrevivir en un mercado de trabajo precario y con visos de no parar en su degradación.
Es el imperio de la ley. De su ley. Y es que en nombre de su ley se han tumbado conquistas sociales en tan sólo 48 horas que costaron decenios de lucha, cárcel e incluso muertes, cambiando para ello, precisamente, la ley. Su ley. En nombre de la ley se violan derechos fundamentales: vivienda, condiciones dignas de trabajo, educación pública de calidad, políticas destinadas a fomentar la igualdad, etc.
Así se vulneran derechos fundamentales, se mantiene un orden social injusto en el que crecen las desigualdades y se permite que el peso de los costes de la crisis recaiga sobre los que, sin haberla originado, sufren sus peores consecuencias.
En la gestión de la burbuja económica, en la de la crisis y en la, supuesta, recuperación las mentiras y la medias verdades han jugado un importante papel, utilizados junto con los mass media, para hacer ver por inevitables medidas que en otro contexto -básicamente de empoderamiento ciudadano- habría sido imposible colocar. El miedo siempre juega a favor del poderoso y así lo que al principio no era un rescate y no nos iba a costar un euro, ha cavado más hondo en la desigualdad y en el deterioro del estado de las cosas. Derechos, libertades y conquistas sociales en pro de la igualdad, que se han perdido y tienen visos, de no recuperarse jamás, porque no nos mueven del sofá, de la televisión y de la pantalla del móvil ni con bombas.
Mientras que los beneficios empresariales ya se han recuperado al nivel de antes de la crisis, los salarios se han atascado lo que ha provocado una bajada atroz en el nivel de vida del ciudadano, y ciudadana, de a pie, pero esto no provoca el estallido social y la revolución que el planeta, la decencia y el progreso demandan. 
Lo que si se ha conseguido es por un lado ampliar brechas sociales que parecían suturadas y cuyos efectos se van a ver en los próximos 50 años. Y por otro, construir una sociedad mansa, influenciable. Miedosa, acomplejada y huérfana de iniciativa y liderazgos. Fácilmente manipulable. Dolorosamente egoísta e individualizada. Una sociedad, en definitiva, incapaz, a priori, de usar su fuerza para cambiar las cosas.


Hoy se cumplen 150 años de la publicación de El Capital, la obra con la que Karl Marx quería dar una comprensión académica del funcionamiento del capitalismo, como sistema económico, para acabar dando explicación y profundización en las formas y los modos en los que una clase social, la burguesía, explotaba a otra, la clase trabajadora. Y no puede estar más vigente y certera.
Un ensayo englobado en la ciencia económica con un siglo y medio de vida podía parecer ya desfasado. Sería un objeto de museo o un símbolo de añoranza de tiempos mejores o peores, o de regímenes e ideologías de mayor calado, simpatía o aceptación. Sin embargo, con El Capital, tenemos un tratado que clava certeramente el análisis de la relación de fuerzas entre las clases poseedoras de los medios de producción -que en el Siglo XXI son eminentemente financieras frente a aspectos mobilarios como eran en el XIX- y quienes desarrollamos el trabajo efectivo que otorga las plusvalías, pero que hoy en día, acabamos siendo parte de esos medios de producción, de esas mercancías con las que también comercializan y ganan dinero.
Como ya denunciaba Marx en su análisis de la crisis social y económica de los años 30 del XIX, los intereses de la mayoría son un estorbo para quienes manejan las riendas de la política y la economía. Y así asistimos a la insoportable levedad de la legalidad, de la libertad de expresión o de eso que llaman democracia. Quienes gobiernan sólo para la élite han perdido toda legitimidad. Ante eso, optan por mantener un ataque sin balas, mintiendo, imponiendo, criminalizando. Una guerra constante y sin treguas (por mucha paz social de la que hagan gala ciertos estómagos agradecidos) y donde las víctimas son por un lado la democracia, que camina de capa caída, la igualdad y la libertad, víctimas de su sometimiento al capital y por lo tanto, todas y todos aquellos que si vivimos es porque trabajamos y que hacemos ambas cosas, vivir y trabajar, en entornos cada vez más desiguales, opresivos y precarios.
Resulta terriblemente aterrador que un escenario de sometimiento social tan abusivo y sobre el que aparentemente se había dejado atrás en base a lucha, organización y compromiso, sea hoy tan evidente. Se ha puesto precio a la vida humana, a sus derechos, libertades y progreso. La precarización laboral y de condiciones de vida de la población, el agotamiento de los recursos naturales y el estrés impuesto por nuestro modo de vida a los ecosistemas y a la Naturaleza fueron tratados por la obra de Marx y hoy son más evidentes que nunca, por lo que la vigencia y la recomendación de leer y aprender junto al maestro alemán se hacen más necesarias que nunca.
La única consecuencia plausible y la única certeza posible es que frente a esta narración apocalíptica no nos queda más que despertar, empoderarnos y luchar.

martes, 27 de marzo de 2007

300: épica y justicia



Como ya he dicho en alguna vez el domingo es un día difícil. Las horas en él pasan lentas y la búsqueda de escapatorias es tan tediosa e infructífera como el propio día, pero siempre nos queda el ocio común: el cine.

Decidí ir a ver 300, la fastuosa película holywoodiense con el cómic de Frank Miller sobre la Batalla de las Termópilas en el 480 a.de.C. No fue en absoluto mala decisión. Concebida para ver en una sala, con un potente equipo de sonido y una pantalla inmensa, 300 desborda energía visual por todos los lados, dando la sensación de respirar el ambiente que aquellos 300 espartanos y miles de persas contaminaban con sangre, sudor, sufrimiento y gloria. La película es un ejercicio de tecnología y post-producción inmenso cumpliendo totalmente con su propósito: divertir y fascinar.

Quien vaya a buscar veracidad en la obra lo hará en baldío. Primero Frank Miller en su cómic y posteriormente Zach Snyder que ha sido el encargado de llevarla al cine, desmontaron algunas de las realidades que el historiador griego Heródoto reflejo en sus Los Nueve libros de Historia. Ambos lo han hecho para actualizar la obra como sucedió con la otra representación cinematográfica: Los 300 espartanos de 1961. Si en aquel entonces, los 300 héroes eran una alegoría del pueblo americano, frente a los soviéticos (representados en los persas), ahora la realidad tanto mundial como geográfica, marca aún más las posiciones, dando a los 300 el papel de defensores de la libertad (como buenos americanos), ante la amenaza que viene de más allá de oriente próximo (persas antaño, ahora llamémosles fundamentalistas islámicos).

Pero los valores que se defienden son universales. No son de nadie. La libertad, la gloria, el honor y la paz son de todos los seres que pisan y pisaron alguna vez el planeta porque viene implícito en el ser humano. Y como entonces, ahora y siempre, el poder y la acumulación del mismo provoca conflictos, injusticias y muertes. El poder y la ambición de acumularlo y perpetuarlo también es intrínseco del hombre. La maldad viene de esa misma posición en cualquier momento y en cualquier situación de la vida. Decía Marx, que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe. En mi opinión, errado estaba. El hombre es malo, busca siempre su beneficio en lo individual y posteriormente en lo colectivo de menos a más.Y son los valores sociales los que pueden provocar que un ser humano olvide su perversa naturaleza y busque cuotas más grandes, que le permitan a él crecer y auto complacerse, pero también que hagan del mundo y de quienes lo habitan un lugar y unas personas mejores, con mejores condiciones para acercarse a la felicidad.

Para finalizar, decir que Frank Miller hizo un cómic maravilloso, que es un regalo para la vista y el alma, como también lo fue y es, Sin City. Zach Snyder ha hecho una magnífica película, espectacular y con un alma que transmite todo aquello que buscamos en la vida: libertad, honor, paz y felicidad. No fue mal dado mi domingo, y seguro que el vuestro tampoco lo será si en él o en otro momento dedicáis un tiempo para ir al cine, y contaminaros por esta buena película. Ya sabemos que pirateada es más barata y que el cine de por si es caro (y si consumimos algo ya ni os digo), pero solo por verla en esas condiciones de imagen y sonido, merece la pena.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...