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jueves, 14 de septiembre de 2017

El desmoronamiento de una nación


Las tres siguientes noticias han pasado totalmente desapercibidas mientras nos acercamos al choque de trenes del Procès.
Estas tres noticias de ayer, 13 de septiembre, y sobre las cuales los medios de comunicación han pasado totalmente de puntillas, salvo muy pequeñas excepciones, se entienden mucho mejor si también leemos lo que escribía hace un par de días.
Desde luego el hecho histórico de que una nación declare su independencia, podría hacer nublar la perspectiva de lo que es importante sobre lo que es trascendente. Antes del 1 de Octubre, prometo dejar un escrito en el que dé mi opinión sobre todo lo que está pasando en esta colisión entre sentimientos y voluntades políticas, que no vienen a ser más que el afán de supervivencia de personajes dantescos que han arrancado maquinarias con el fin de sobrevivir a su propia y nacional corrupción y a su ineptitud, pero que ya puestos en marcha y sobrepasadas las velocidades recomendadas, lejos de frenar, aceleran para tratar de salvar su pellejo.
También, conviene no olvidar que transcurrir por un momento en el que las ultra liberales políticas desquiciadas han favorecido la proliferación de grupos terroristas sin miedo a nada y que atentan contra nuestra seguridad y modo de vida hace que perdamos el foco de lo realmente importante.


Cuando en el título hablo del "Desmoronamiento de una nación" no vengo a hablar de que una o varias regiones se desliguen de España sino de que se rompa la cohesión social debido a políticas fundamentalmente económicas, pero también, sociales que han venido a premiar al capital, y a su acumulación especulativa, frente a la economía real derivada del trabajo y la productividad.
Es un fenómeno global producto de más de 40 años de puesta en práctica de las teorías neo-liberales que parten de un doloroso y profundo error de concepción: No se puede dejar a un elemento artificial, como el dinero (y por definición a las vidas de los seres humanos que nos relacionamos a través de él), regularse a si mismo. El mercado no trabaja bajo un principio de racionalidad clásico de cubrir las demandas y necesidades de la población como nos han querido hacer creer, sino que opera con eficacia en la máxima de dinero llama a dinero, de buscar, encontrar y ejecutar la manera de que los privilegiados lo sean cada vez más.
Así está estallando en todo el mundo la Justicia Social que se vuelve cada vez más retórica, más inexistente. Y en ese paradigma, España, no es una excepción, sino más bien un engranaje más entre lo que pasó en Latinoamérica y lo que va a acabar pasando en el centro y norte de Europa.
Las políticas efectuadas para gestionar tanto la crisis, perdón estafa, como la posterior búsqueda de recuperación económica, lejos de paliar el golpe sufrido por los ya desfavorecidos y las clases trabajadoras, se han centrado en minimizar los efectos sufridos por las clases pudientes que fueron, no lo olvidemos, quienes provocaron con su avaricia, desconocimiento y soberbia el desaguisado -y que antes ya habían usurpado riqueza a través de paraísos fiscales y demás ingeniería finaciera-.
Por ejemplo, y como decía ayer, el Gobierno español ha admitido que no se van a recuperar al menos, 40.000 millones del rescate bancario pagado con nuestros derechos y servicios sociales. Además, no contentos con eso, anunciaron sin caérseles la cara de vergüenza que los 14.000 millones en acciones de Bankia propiedad del estado también se han evaporado. Todo esa cantidad monstruosa de dinero usurpada de los servicios sociales de todos ha ayudado a que aumenten las desigualdades de manera exponencial.
En un escenario donde se ha trabajado con ahínco y éxito en individualizar a la sociedad, en hacer que cada uno de nosotros y nosotras, se gestione su felicidad, así como su supervivencia, aunque ambas cosas sean atacadas por problemas comunes al resto de la humanidad, han conseguido la desigualdad más extrema.
No tenemos las mismas oportunidades dependiendo de si vivimos en un entorno rural o urbano. En una región u otra. Si nacimos un año o el siguiente. Dentro de 5 ó 10 antes. Si elegimos una carrera profesional o vital o nos impusieron otra. Y por supuesto, hay diferencias entre el nivel de renta del que se disponga en la familia. Y esas grietas cada vez se abren más y más.
Todo es resultado de una gestión entre inepta e inmoral, pasando por todos los tipos de corrupción que la ética más básica denuncia. Bajo un sistema, su sistema, orquestado para el control y el dominio de las mentes con el consumo, la publicidad y la manipulación de los medios de comunicación que controlan y el cierre de los díscolos, pero también con la violencia, aunque esta violencia basada en el uso y control de las fuerzas de opresión del estado, sea despojar de todo a las clases populares para que acaben aceptando cualquier cosa por sobrevivir en un mercado de trabajo precario y con visos de no parar en su degradación.
Es el imperio de la ley. De su ley. Y es que en nombre de su ley se han tumbado conquistas sociales en tan sólo 48 horas que costaron decenios de lucha, cárcel e incluso muertes, cambiando para ello, precisamente, la ley. Su ley. En nombre de la ley se violan derechos fundamentales: vivienda, condiciones dignas de trabajo, educación pública de calidad, políticas destinadas a fomentar la igualdad, etc.
Así se vulneran derechos fundamentales, se mantiene un orden social injusto en el que crecen las desigualdades y se permite que el peso de los costes de la crisis recaiga sobre los que, sin haberla originado, sufren sus peores consecuencias.
En la gestión de la burbuja económica, en la de la crisis y en la, supuesta, recuperación las mentiras y la medias verdades han jugado un importante papel, utilizados junto con los mass media, para hacer ver por inevitables medidas que en otro contexto -básicamente de empoderamiento ciudadano- habría sido imposible colocar. El miedo siempre juega a favor del poderoso y así lo que al principio no era un rescate y no nos iba a costar un euro, ha cavado más hondo en la desigualdad y en el deterioro del estado de las cosas. Derechos, libertades y conquistas sociales en pro de la igualdad, que se han perdido y tienen visos, de no recuperarse jamás, porque no nos mueven del sofá, de la televisión y de la pantalla del móvil ni con bombas.
Mientras que los beneficios empresariales ya se han recuperado al nivel de antes de la crisis, los salarios se han atascado lo que ha provocado una bajada atroz en el nivel de vida del ciudadano, y ciudadana, de a pie, pero esto no provoca el estallido social y la revolución que el planeta, la decencia y el progreso demandan. 
Lo que si se ha conseguido es por un lado ampliar brechas sociales que parecían suturadas y cuyos efectos se van a ver en los próximos 50 años. Y por otro, construir una sociedad mansa, influenciable. Miedosa, acomplejada y huérfana de iniciativa y liderazgos. Fácilmente manipulable. Dolorosamente egoísta e individualizada. Una sociedad, en definitiva, incapaz, a priori, de usar su fuerza para cambiar las cosas.


Hoy se cumplen 150 años de la publicación de El Capital, la obra con la que Karl Marx quería dar una comprensión académica del funcionamiento del capitalismo, como sistema económico, para acabar dando explicación y profundización en las formas y los modos en los que una clase social, la burguesía, explotaba a otra, la clase trabajadora. Y no puede estar más vigente y certera.
Un ensayo englobado en la ciencia económica con un siglo y medio de vida podía parecer ya desfasado. Sería un objeto de museo o un símbolo de añoranza de tiempos mejores o peores, o de regímenes e ideologías de mayor calado, simpatía o aceptación. Sin embargo, con El Capital, tenemos un tratado que clava certeramente el análisis de la relación de fuerzas entre las clases poseedoras de los medios de producción -que en el Siglo XXI son eminentemente financieras frente a aspectos mobilarios como eran en el XIX- y quienes desarrollamos el trabajo efectivo que otorga las plusvalías, pero que hoy en día, acabamos siendo parte de esos medios de producción, de esas mercancías con las que también comercializan y ganan dinero.
Como ya denunciaba Marx en su análisis de la crisis social y económica de los años 30 del XIX, los intereses de la mayoría son un estorbo para quienes manejan las riendas de la política y la economía. Y así asistimos a la insoportable levedad de la legalidad, de la libertad de expresión o de eso que llaman democracia. Quienes gobiernan sólo para la élite han perdido toda legitimidad. Ante eso, optan por mantener un ataque sin balas, mintiendo, imponiendo, criminalizando. Una guerra constante y sin treguas (por mucha paz social de la que hagan gala ciertos estómagos agradecidos) y donde las víctimas son por un lado la democracia, que camina de capa caída, la igualdad y la libertad, víctimas de su sometimiento al capital y por lo tanto, todas y todos aquellos que si vivimos es porque trabajamos y que hacemos ambas cosas, vivir y trabajar, en entornos cada vez más desiguales, opresivos y precarios.
Resulta terriblemente aterrador que un escenario de sometimiento social tan abusivo y sobre el que aparentemente se había dejado atrás en base a lucha, organización y compromiso, sea hoy tan evidente. Se ha puesto precio a la vida humana, a sus derechos, libertades y progreso. La precarización laboral y de condiciones de vida de la población, el agotamiento de los recursos naturales y el estrés impuesto por nuestro modo de vida a los ecosistemas y a la Naturaleza fueron tratados por la obra de Marx y hoy son más evidentes que nunca, por lo que la vigencia y la recomendación de leer y aprender junto al maestro alemán se hacen más necesarias que nunca.
La única consecuencia plausible y la única certeza posible es que frente a esta narración apocalíptica no nos queda más que despertar, empoderarnos y luchar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

La crisis devalua la educación

Cada año nos bombardean con tópicas informaciones sobre la vuelta al cole. Especialmente en televisión, se diría que “desenlatan” el mismo reportaje repetido durante años, pero la verdad, según leo en El País, es otra. Sí hay noticia.

El curso arranca con 140.000 alumnos más. Habrá más profesores titulares, pero menos de refuerzo: 6.400 (2.500 menos solo en Madrid que va en cabeza de la medida). Estos profesionales son quienes tratan de sacar adelante a los estudiantes más rezagados. En conjunto, las comunidades reducen fondos para formación y ayudas.

No sólo eso, los maestros regresan al trabajo cobrando un 5% menos de sueldo y teniendo que ampliar su horario. Todo un estímulo.

Las comunidades más ahorradoras en el superfluo gasto en educación para llegar a los adultos de calidad, son Madrid, Valencia, Canarias, Cataluña y Galicia, casualmente del PP la mayor parte. Muchos niños seguirán yendo al colegio en ellas incluso en barracones. Primer mundo a tope.

Pero Andalucía por ejemplo se va a ahorrar también unos buenos millones retrasando la apertura de nuevas aulas matinales y el plan de plurilingüismo que según parece les sobra (comunidad turística por excelencia casi nadie habla inglés). También aplaza la promesa de llegar a 100.000 plazas en escuelas infantiles en 2012.

Los malcriados niños españoles, los del móvil para llamar y ser llamado por papá y mamá y prescindir de toda iniciativa y responsabilidad personal, los sedentarios y gordos, los multiregalados, los que flojean en matemáticas y no entienden lo que leen, enfrentan el curso –y la vida- en peores condiciones que el año pasado. España ya invertía en educación -un Derecho Fundamental- casi 2 puntos menos que la media europea; ahora, la “crisis de los pobres” -llamemos a las cosas por su nombre- reduce el presupuesto de esta materia transferida a las comunidades autónomas. Porque a nadie le quepa duda de que hay colegios privados, de pago, estupendos para los hijos de los beneficiarios o exentos de “la crisis“.

El “milagro” que lleva a Finlandia a lograr siempre los mejores resultados en educación del mundo, se basa en cuatro claves “revolucionarias“:

  • Poner dinero y bien distribuido
  • Fomentar la educación pública
  • Formar y pagar a su profesorado
  • Involucrar a los padres en la educación.

Nadie como El Roto para resumir lo que, en el país del nepotismo y el medro, cuenta realmente para lograr desde el colegio un brillante porvenir:

martes, 15 de julio de 2008

Libros de texto: del precio fijo al caos


Parece evidente que la educación en España es un problema sin solución; ni leyes, ni contra-leyes, ni reformas, ni contrarreformas, ni ministros, ni comunidades autónomas; la educación lleva años cayendo en picado y de seguir así la acabaremos buscando en el subsuelo, como los minerales preciosos. Pero es que no es sólo a la educación a lo que parecen incapaces de enfrentarse los sucesivos gobiernos, qué decir del numero que han preparado con los libros de texto, los descuentos, los precios libres, metidos de lleno en una carrera de fondo a ver quien hace la mayor barbaridad y de paso se lleva los votos de los padres, sin perder de vista a las sacrosantas editoriales, eso si, ni tocarlas, que se pregunta uno qué le debe este y cualquier otro gobierno a estos señores para que se les trate con tanta deferencia.

La última liberalización del precio de los libros de texto que es el resultado lógico de abrir la caja de Pandora, maniobra iniciada por el gobierno último de Señor Aznar con su liberación de los descuentos, nos la quieren vender como el gran avance, la gran esperanza blanca, cuyo objetivo es: beneficiar a los consumidores, pobres padres, siempre arruinados en septiembre, y garantizar una competencia leal entre los distintos ámbitos comerciales del libro y añaden "más de 5.000 pequeñas librerías de toda España se verán beneficiadas". Palabra de doña Carmen Calvo. Se necesita valor o cinismo. ¿Hasta donde creen que podrán resistir las pequeñas librerías? Si se exigía el precio fijo era entre otras cosas para amparar los libros de texto y garantizar la igualdad para todos, ¿es que no se han enterado aún?-

Un libro de texto es un manual de instrucciones, un libro estándar en cualquier rama del estudio o debería serlo; no, no es una mera colección de apuntes como muchos creen y tal vez por eso le dan cero importancia. El sector del libro de texto es el primero por volumen de facturación y número de títulos publicados y el segundo por volumen de ejemplares editados, sólo por detrás de la literatura; evidentemente las editoriales que están detrás de este suculento mercado llevan años ganando cantiades ingentes de dinero que nunca ha repercutido en que los libros sean más baratos, mientras, los que venden el libro a pie de calle, llevan años buceando para no acabar ahogados y sobrevivir. Todas las propuestas que llegan desde la Administración Central o desde las CC.AA., sin distinción de color o ideología pasan por perpetuar la situación, protegiendo los intereses de las grandes editoriales que se aferran a un mercado de 738 millones de euros en el ejercicio 2006-07, donde cada año, pequeñas librerías, se ven obligados a comprar unos libros cuyo precio lo deciden las grandes editoriales.

Pero exactamente ¿de qué estamos hablando? De las consecuencias de la progresiva sustitución durante los últimos años del sistema de precios fijos en los libros de texto por un sistema de descuentos, hasta llegar al precio libre. Contrariametne a lo que nos quieren hacer ver, esta medida no tiene efectos positivos, ya que se carga de raíz la estructura del mercado de las librerías tradicionales, frente a las grandes superficies, bajo la mirada complaciente de las editoriales y del gobierno que asiente y firma. El precio fijo del libro se constituyó, allá por 1975 "por sus especiales características de bien cultural". Evidentemente las cosas cambian y estas medidas parecen contraponerse a una liberalización y desregularización del mercado y ahí aparece el "bienestar del consumidor" en nombre del cual se cometen las mayores tropelías y así en menos de dos décadas se ha pasado del precio fijo, al caos. ¿Cómo se ha vivido el cambio? La opinión pública vuelve a debatir cada semptiembre la cuestión del precio de los libros, en este país se pueden pagar cantidades industriales por unas zapatillas o por el último modelo de la play, pero ¿por un libro, para un año? Así de coherentes son algunos padres "responsables"; dicho sea de paso la gratuidad de los libros está en la Constitución, claro que depende en último término de la buena voluntad de la Comunidad Autónoma que te toque, que esa es otra. Para las librerías el cambio de sistema amenaza su superviviencia en el medio plazo, ya que dificilmente podrán competir con las grandes superficies. Además las pequeñas librerías asisten como en un funeral anticipado a la pérdida de muchos de los clientes que ellas han hecho a lo largo de años y años de trabajo clientes que sólo quedarán para acercarse el resto del curso ocasionalmente a comprar un par de gomas y tres lapiceros, en el caso de que sigan situadas enfrente del colegio, en un lugar de paso. La situación de las editoriales no está en absoluto comprometida, en general mantienen su poder, su estatus y quieren que tanto librerías como grandes superficies, a las que tampoco quieren dar más poder, se rindan a sus pies, aunque traten a ambas de muy diferente manera.

El mercado del libro de texto podría definirse por cuatro agentes económicos principales. En el lado de la oferta están los productores, mayoristas, las empresas editoriales y los distribuidores o minoristas, librerías y grandes superficies. Por el lado de la demanda, los consumidores, es decir las familias con hijos en edad escolar obligatoria y como vínculo de union entre la oferta y la demanda, lso colegios, quienes determinan los libros que cada curso deben adquirir sus alumnos. Antes de finalizar el curso, el conjunto de libros y material didáctico debe estar seleccionado, antes han llegado al colegio las ofertas editoriales, que informa de sus productos y de las "ventajas que llevan aparejados".

Las familias deben comprar obligatoria y exactamente lo indicado para el curso, pero aunque el Ministerio y las CC.AA. han desarrollado medidas destinadas a proteger al consumidor de posbiles abusos, por ejemplo, el libro debe valer usualmetne cuatro cursos académicos, este plazo "en ocasiones" no se respeta y las editoriales introducen cambios en las ediciones de sus libros, alteran sus contenidos y obligan de manera encubierta a la sustitución de unas ediciones por otras. En ocasiones estos cambios vienen propiciados por la Comunidad Autónoma que cree que con el cambio sus peculiaridades se ven mejor reflejadas. No nos engañemos nada de esto es gratis.

Las librerías tradicionales hasta ahora han sido el principal punto de venta de libros de texto en nuestro país, la relación puede ser de 60 a 16, 60 librerías frente al 16 grandes superficies, pero claro está cambiando a una velocidad de vértigo. Los descuentos aplicados por los editores a las librerías pueden estar hasta 10 puntos por debajo de los que se aplican a la gran superficie, y la cuota de mercado de estas va en aumento, gracias a los descuentos y a la venta conjunto con otros productos necesarios, qu eno específicos para el curso escolar, vestidos, calzados, chándal, mochilas,...

Por tanto, el mercao está más o menos así, las editoriales dan el primer paso, establecen las condiciones económicas del mercado de libro de texto. Elaboran el producto, contratan autores y lo venden utilizando para ello sus agentes comerciales en los colegios y otras formas de publicidad en instituciones, eventos y publicaciones profesionales, no demasiado ortodoxas a veces. La venta del libro depende de la decisión del colegio y no del precio que se fije para el libro, el cual no suele ser un factor relevante a la hora de decidir. La relación entre editoriales y librerías está basada en el monopolio de las primeras, las librerías deben abastecerse por los cauces que la editorial disponga y se convierten en meras distribuidoras de un producto con el que asumen altos riesgos comerciales. Los libros de texto de cada editorial son un producto homogéneo que puede adquirirse en cualquier librería o gran superficie, por lo que en muchas ocasiones la librería desconoce su demanda; además las editoriales suelen aceptar un porcentaje máximo de devolución de ventas no realizadas muy pequeño y en absoluto comparable al de las grandes superficies, en contraposición las editoriales hablan de descuentos importantes a las librerías, que no es tal y sobre este descuento el librero tiene que aplicar el que considere oportuno al cliente (o el que pueda).

Como ven el panorama no puede ser más desolador, al goteo infinito de librerías que cierran cada año, ante la indiferencia de todos, incluidos en muchos casos los clientes, hay que añadir la sospecha de que las editoriales y la administración están perfectamente coordinadas, en este negocio. Se imponen contenidos, se recomiendan tales o cuales autores, se hacen textos a medida, se encarecen los precios de manera notable como ha ocurrido este año, sin que nadie diga nada y mientras, unas Comunidades ofrecen cheques, otras préstamos, otras libros gratis, libros usados, la cosa es enmarañar un poco más sector que lo único que necesita es seriedad, rigor, profesionales competentes y mano firme por parte de la administración. Algo que no tiene que ver nada con que los libros sean gratuitos o no para los padres, eso es otro tema. Pero a estas alturas del partido hay demasiados intereses en juego, un juego que como decíamos al principio, no depende de ideologías, ni de partidos, todos son culpables y nadie ha tenido nunca intención de frenar el deterioro total a quien le importan unas pocas librerías menos, si además son pequeñas.

La educación se ha convertido en un negocio.

Por una educación laica, libre, gratuita en valores de respeto, libertad, solidaridad y conciencia social, ecológica y humanitaria.

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