Imagen tomada del articulo de referencia del diario Público (21 de febrero de 2024)
Esta
semana ha comenzado la audiencia en la que la alta Corte Británica
dictaminará si Julian Assange debe ser extraditado a Estados
Unidos, dónde se le reclama por espionaje, revelación de
secretos y creación de una organización para delinquir (entre otros
cargos), por las revelaciones que realizó Wikileaks en 2010,
con casi 100.000 documentos militares y de los servicios secretos
estadounidenses. Más de 700.000 documentos en total (391.000 pertenecientes a
la Segunda Guerra de Irak en la segunda oleada de la filtración) que
son la mayor filtración de información de la Historia.
El
colosal volumen de los secretos revelados por Assange, Wikileaks y
los patriotas colaboradores que filtraron la información
desde los servidores de las instituciones militares, diplomáticas y
del servicio secreto solo es comparable a la brutal calidad que los
documentos presentan. Los papeles publicados revelaron las
estrategias militares, de contra-insurgencia y espionaje empleadas
por el ejército estadounidense y otros funcionarios de seguridad en
el contexto de la Guerra contra el terror iniciada por el
presidente George W. Bush tras los ataques del 11S. Las guerras de Afganistán e Irak, las intervenciones de todo tipo (militar,
político, diplomático o económico) en otros puntos calientes que
provocaron cientos de miles de bajas civiles (se estiman unas 70.000
sólo en los 5 primeros años de intervención en Irak), detenciones
y secuestros forzados, desapariciones, torturas y asesinatos impunes.
Unas
filtraciones en bruto. Documentos de todo tipo (textuales,
grabaciones de audio, de vídeo, imágenes) puestos tal cual se
encuentran en los archivos del Pentágono para que la comunidad
mundial los estudiará, interpretará y re-publicase con análisis de
contexto, labor a la que muchas cabeceras periodísticas
internacionales de buena gana se sumaron. Hoy en día muchas de
ellas, se mantienen en silencio por este atropello a riesgo de perder
fuentes de financiación tanto vía subvención, como colaboraciones,
inversiones y a través de la publicidad de muchas grandes marcas.
Esta
impagable, democrática, libertaria y necesaria filtración
sacó a la luz las tácticas, conductas, comportamientos e
intenciones del todopoderoso conglomerado militar-económico de
Estados Unidos, con sus agencias y recursos gubernamentales
dedicados a fomentar el negocio de la guerra en todo el mundo.
Y sin embargo, a la espera de Assange, los únicos que han pasado por
los juzgados y prisiones americanas todo este tiempo han sido los
filtradores, como la soldado Manning o el analista, fugado y
refugiado político en Rusia Edward Snowden, acusados de alta
traición y de “poner en peligro la vida de los soldados
estadounidenses”.
Para
el imperialismo yankee y la élite de las élites Julian Assange y
Wikileaks son los enemigos públicos número 1, por cumplir con
el papel que en democracia y en los sistemas legales de
representación, participación y toma de decisiones dejan al
periodismo como cuarto poder. Todo por revelar sus constantes
e ininterrumpidas violaciones de los Derechos Humanos y de los
convenios internacionales para su defensa y promoción. Una
persecución por todos los medios y canales para acabar con Wikileaks
y su legado, atacando las fuentes de financiación, y promoviendo
ataques informáticos a los servidores tanto de la plataforma, como
de los medios (generalmente auto presentados como alternativos,
de izquierdas o revolucionarios). Toda una estrategia
de opresión y silencio cuya cúspide es el proceso contra su
fundador y promotor, Julian Assange, que de ser extraditado se
enfrentaría a peticiones de prisión de 175 años en régimen de
máxima exclusión.
Una
situación que continuaría con la tortura en vida que lleva sufriendo Assange todos estos años desde la publicación de la
primera oleada de filtraciones. Assange ha sido víctima de una
torcitera y nauseabunda campaña de difamación y desprestigio,
tratando de boicotear la publicación y la fiabilidad de la fuente
primaria de la información. Ha sido acusado de violación, en un
proceso muy anunciado pero cuya resolución demostrando la inocencia
del australiano ha pasado desapercibida. También ha visto como era
acusado de delitos económicos, emparentado con las mafias rusa o
china. Un tortuoso camino que le ha llevado a ser detenido, llevado
de una forma muy sospechosa y saltándose todos los convenios y
garantías legales internacionales a Reino Unido (tras el brexit
una suerte de limbo legal judicial en Europa para el principal aliado
estadounidense). A ser retenido en prisiones de máxima seguridad,
sin acceso a sus familiares y asesores legales. Y con un episodio
dantesco como su asilo y encierro en la embajada de Ecuador en
Londres, cuando un gobierno izquierdista en el país andino fue a su
auxilio y rescate. En 2019 con el cambio del color político fue
vilmente entregado a las autoridades británicas.
Desde
entonces y con el paréntesis por la pandemia se inició el proceso
de extradición a Estados Unidos por los delitos ya referidos, de
espionaje y revelación de secretos.
Y
contra esta situación tienen que levantarse toda persona que se declare demócrata, y quiera un mundo más justo, pacífico y en el
que los Derechos Humanos sean el mínimo sobre el que
construir una sociedad más fraterna y con futuro. Rebelarse en
contra de la extradición y la tortura que está sufriendo Julian
Assange, su familia y sus colaboradores, es defender la libertad
de expresión, la libertad de prensa y el derecho a la información
que tenemos los ciudadanos. Porque todo este proceso es un intento de matar al mensajero
para callar las voces, criminalizar y amedrentar a los periodistas y
medios, y los particulares que se oponen a este estado de las cosas que sigue condenando
al 99% a la inmundicia moral y material. Un poder alternativo al cuarto poder.
Muchos
medios que se aprovecharon del trabajo desinteresado, gratuito y
libertario de Assange, Wikileaks y todos los colaboradores, apenas
han publicado una nota sobre el proceso abierto ayer, y sobre la
situación de Assange todos estos años. No hay columnas de opinión
que hablen de la vergüenza americana y mundial de que los urgidores,
ya fueran cargos militares o políticos, que permitieron estas
agresiones a los Derechos Humanos denunciadas por Wikileaks. Tampoco
de los autores directos de tales tropelías y violencias a la más
básica dignidad humana y a toda legalidad internacional, tanto en el
contexto de la Guerra, como de la paz. ¿Dónde está la prensa
libre en Europa? ¿Dónde está la sociedad civil europea? ¿Dónde
están las organizaciones cívicas, partidos y sindicatos europeos
que movilicen a la gente contra este atropello?
La
Historia se repite como tragedia con pasmosa eficacia en una
secuencia que acorta los tiempos y espacios en una espiral que
compagina el dolor de las víctimas y la indiferencia de los
testigos. Israel masacra Gaza cometiendo un genocidio con la
población árabe y pobre de Palestina ante el silencio de un
Occidente cobarde y descerebrado que acrecenta su carencia moral y
los vicios decadentes de una sociedad que se desmorona. Pablo
González, periodista español, va a encadenar su octavo
confinamiento en una prisión polaca (un miembro de la UE, supuesto
aliado) sin haber tenido un juicio y sin saber realmente en que se
sustenta su reclusión. No hay periódicos, ni radios, ni
televisiones, ni tampoco partidos políticos (salvo honrosas
excepciones) que se cuestionen este atentado a la legitimidad de
nuestro país y a un pilar fundamental de los estados democráticos
como es la libertad de información. Y sin embargo, la opinión
pública se ha tenido que tragar panegíricos a un nazi, corrupto,
archimillonario por los tratos corruptos y nepotistas de su padre en
tiempos del fin de la URSS, como Navalny sólo porque ha convenido
presentarlo como un “opositor”, “demócrata”
encima, de Putin. La misma basura humana que los opositores de
Venezuela o Cuba que a lo que realmente se oponen es a que les
usurparon el privilegio de masacrar y aprovecharse de las poblaciones
vulnerables y pobres de ambos países.
Qué puede ofrecer Europa al mundo si no es un legado de democracia y ejercicio y defensa de la libertad y la dignidad humana. Posicionados de la debacle del perverso imperio estadounidense se está viendo arrastrar a una posición de mera atracción turística ante la emergencia de nuevas potencias globales que traen de la mano la decadencia de Estados Unidos como faro del mundo libre. Un nuevo mundo se está construyendo y lo único que podría aportar Europa es pisoteado cada día por seguir los dictados de unas élites endogámicas, homicidas e irresponsables entregadas al dinero y que desprecian los Derechos Humanos.
Ya
estamos más que acostumbrados a que la élite se posicione siempre
del lado del poder y no discuta ni uno sólo de los desmanes, hipocresías y chantajes que ejerce sobre el mundo y su ciudadanía.
El caso de Julian Assange y Wikileaks es un buen momento para
que el pueblo se posicione a favor de los Derechos Humanos y
de un ecosistema global garante de la paz y la dignidad.
Hay
convocadas diversas manifestaciones y acciones reivindicativas de
corte de carreteras y accesos a ciudades por parte de algunas de las
asociaciones agrarias. Están causando problemas de circulación y
alterando lógicamente el orden y funcionamiento del país. Lo han hecho, por cierto, sin las pertinentes convocatorias y anuncios reglados por el estado de derecho, y no están recibiendo la coerción que se supone se le exige a las fuerzas de orden en estas ocasiones. Por recordarlo ante las agresiones de los esbirros del estado con permisos en la mano que algunos otros hemos sufrido.
Existe un
descontento evidente y razonable en el sector agroganadero europeo y
sus legítimas reivindicaciones y protestas están siendo
instrumentalizadas por la extrema derecha, tanto en España como en
el resto del continente, recogiendo el testigo de lo que fueron las protestas de los Chalecos Amarillos en Francia. Esto hace que sea muy difícil al común de
los habitantes saber interpretar de qué va esto. Entre otras cosas,
porque a los medios de comunicación de masas parece que les ha
pillado con el pie cambiado y de sorpresa. Sin embargo, esto contrasta con el hecho de que la opinión pública, y también desde la izquierda, estamos absolutamente con los agricultores, ganaderos y con el mundo rural en general. Se entienden muchas de las reivindicaciones y de las problemáticas que existen, y aunque haya quien quiera hacer creer que tanto en
el sentir popular, como en esos propios medios, como desde la
izquierda se aplica una conciencia urbana que no acaba de entender la
realidad del sector primario y de sus gentes, la realidad es que hay un consenso unánime en apoyarlas. Porque es natural y lógico, justo y digno. Y porque estas protestas en el fondo discuten los usos del modelo neoliberal aplicado en este caso al sector primario donde ha llevado la precariedad, la inseguridad y la indignad. Eso sí, la izquierda centrada
en las cuitas internas y en el análisis teórico de procesos vuelve
a estar alejada del conflicto, y queda el terreno baldío para que la
política fascista y reaccionaria se apropie de estas protestas.
Sin embargo y que baste como ejemplo, como al segundo día de manifestaciones y algaradas, los medios han empezado a dar voz a supuestos
portavoces del colectivo agrícola y ganadero. La sensación que
queda es que esta propuesta va de una caterva de fascistas, metidos
en la conspiranoia más aberrante, y sobretodo impulsados contra Perro Sanxe porque
“no sé qué de la Amnistía”. Así entrevistan en las autovías
o en plató a latifundistas, a terratenientes, a nobles y demás
fauna que no ha cogido una azada en su vida. No sabe uno a ciencia
cierta si es un “error” de los medios de comunicación de masas
al confundir a estas asociaciones del campo, que son grupúsculos de
patronos y dueños de los terrenos con entidades que fueran representantes
de los trabajadores agrícolas. Ni siquiera con asociaciones
mayoritarias. Pareciera que se trata de un mensaje buscado con una
intención evidente.
Los
tractores y las personas que los conducen protestan contra la
Agenda2030, contra Marruecos, Sudáfrica o Chile. Contra los
ecologistas porque desde la ciudad no conocen el medio natural.
Contra la UE que llena de burocracia, requisitos y umbrales el día a
día de la actividad agraria mientras firma acuerdos comerciales
hiper laxos con los países del Sur. Y contra el gobierno. Por
supuesto.
Que
quede totalmente claro que desde aquí y desde toda la izquierda
estamos con estas protestas, las apoyamos, las comprendemos y las
respaldamos. Faltaría más. De entrada porque lo que están diciendo
los agricultores y los ganaderos es lo mismo, igualito, que lo que lleva la izquierda, y particularmente Izquierda Unida, diciendo casi
ya 40 años. Que el capitalismo neoliberal es suicida, opresivo. Que
el acuerdo de Maastricht iba a traer la desregulación de las cadenas
de distribución dejando a quienes se dedican al sector primario en
una clara y flagrante desigualdad con respecto a los grandes
comercializadores. Que añadía toneladas de papeleo y burocracia que lastraban el trabajo de los profesionales. Que iba a impedir el relevo generacional y por lo tanto aumentaría el fenómeno demográfico del éxodo rural. Que los acuerdos comerciales transnacionales, como el TTIP, dejan el campo y al trabajador a los pies de los caballos de los poderosos. Que iban a poner nuestros productos a competir con otros de escala global producidos con ningún tipo de control y con prácticas y técnicas abusivas y que laminan los derechos de los trabajadores, la salud o el medio ambiente. Que es vital un acuerdo de estado que proteja el medio natural incorporando las legitimas reclamaciones y las enseñanzas y trabajo de todo el mundo rural.
Desde
luego la Unión Europea entregada al neoliberalismo ha mostrado una
vez más su fracaso y el de esta ideología perversa y homicida. Ha
dejado a su propio campo, a sus graneros y provisiones en una
situación de desventaja flagrante con respecto a los productos
importados de otros países y con los grandes mangantes de las
cadenas de producción (no me he equivocado). Y por esta puerta, como
ya pasó en el Brexit, la extrema derecha está valiendo su fuerza
telúrica en el campo español para incluir su euroescepticismo, su
negacionismo climático (y de propina, el entre géneros) y sus
proclamas racistas y xenófobas. Y por supuesto, su único afán en tener el poder para saquear el país.
Como
contraste estaría bien saber cuántos trabajadores del campo,
braceros y jornaleros están siguiendo estas manifestaciones. Cuántos trabajan en el sector. Cuántos lo hacen con contrato y seguridad
jurídica. Alguien ha preguntado a las mujeres del mundo del campo
que llevan día a día el trabajo en la explotación, del hogar, de
cuidados y a veces otro trabajo fuera del sector primario qué piensan de esto (sé que
también hay hombres que hacen estas labores, pero el porcentaje de
mujeres es abrumador). Hasta el momento las imágenes son de hombres. Casi todos mayores de 50 años.
Sin
embargo, según estos ganaderos hay que “derogar la ley de
bienestar animal” y “derogar leyes ambientales y de protección
de especies que atentan contra la agricultura, ganadería y zonas
rurales”. Pues me parecen una serie de reglamentaciones bien necesarias y que nada tienen que ver con el trabajo de los
productores pequeños, y si sobre las formas de operar de las
macrogranjas, los cotos de caza o las ganaderías de toro de lidia.
Si a una empresa que dice que no puede pagar el SMI a sus empleados se le
dice que lo mejor que puede hacer es cerrar, en este caso, aplico lo
mismo: Si no puedes dar una calidad de trato a la vida de los
animales que tienes en la explotación, mejor ciérrala.
Por
otro lado, de toda esta protesta rechina bastante lo que tiene que
ver con todo lo que es cuidado del Medio Ambiente y de la salud de
la población como consumidores de los productos agroganaderos. No
tanto por las reclamaciones frente a la Agenda2030. Sí, un emblema que viene impuesto por las élites, pero que también es uno de los acuerdos internacionales vinculantes más ambiciosos a la hora de plantear políticas y alternativas en defensa del planeta y sus gentes. Y que señoras y señores, está proyectado para el año 2098. No creo que muchos de los que están cortando las carreteras esta semana se hayan leído el plan al completo, y sólo sigan las medias verdades vomitadas por intereses creados de quienes han puesto al campo en la situación actual y que no quieren que nada de eso cambie. De acuerdo en que las iniciativas más importantes que ya sabemos
viene impuesta por las élites neoliberales como patada hacia
adelante cuqui y en purpurina de un supuesto futuro de progreso y
garantía de los derechos humanos pero sin cuestionar las
circunstancias de base de toda desigualdad. Pero precisamente por eso, estos agricultores y ganaderos no deberían permitir jamás que la extrema derecha se apropie de sus legítimas y razonables preocupaciones y protestas.
No, se trata de cómo
están estos agricultores españoles y europeos adaptándose al
contexto cambiante que nos está tocando vivir. A un mundo en el que
los combustibles tanto para producir como para transportar lo
producido son cada vez más escasos, y por lo tanto más caros. Con
un cambio climático real e imparable que está transformando la
forma en la que los ecosistemas y sus integrantes se interrelacionan.
Con fenómenos atmosféricos cada vez más extremos ya sean sequías,
lluvias torrenciales, olas de calor más intensas y repetidas, u olas
de frío siberiano más frecuentes. Y sin embargo, ahí los tienes cuestionando a la ciencia, en otra característica básica de lo que es Españistan, y al más evidente sentido común.
En
el campo y sólo basta con mirar los resultados de todas las elecciones, se ha castigado tradicionalmente a la izquierda y sus
políticos y programas, porque van a traer las penurias a lo rural.
Las demandas ecológicas y por protección del medio ambiente se
hacen desde la ciudad, sin comprender la realidad del campo, eso
dicen, y por lo tanto, se dan mayorías a partidos de derechas que en
principio les defienden. Craso error. Porque estas políticas de
derechas, de desregulación de los mercados, son las que se cargan el medio rural por intereses especulativos que poco o nada tienen que ver con las necesidades de las poblaciones, de desprotección de la
ciudadanía en todos su roles (productor, trabajador, consumidor),
las medidas que han favorecido las concentraciones parcelarias hasta
el mega-latifundio, las macrogranjas o la pérdida de los puntos de
venta en cadenas de distribución más cortas, son las que han puesto
la soga y atado el nudo alrededor del cuello del agricultor y el ganadero.
Sí, es muy fácil echar la culpa al urbanita que quiere productos más
naturales, ecológicos y saludables. Que estos se produjeran con unas
condiciones de prosperidad y dignidad para toda persona que participe
en el proceso de producción, distribución y venta. Y que no se
deteriorará el medio ambiente. Lo que pasaba hace 50 o 60 años en
Europa, 40 o 50 en España. Con lo cual el relato de lo que siempre se ha hecho es falso. Porque antes no se abonaba con cientos de
píldoras de colores. Ni se sulfataba a mansalva con drones y
avionetas extensiones de 4000 hectáreas o más. Ni había cultivos de
regadío donde tienen un suelo y un clima de secano. No se llenaba el
buche del ganado con antibióticos a granel, ni se les tenía que
impartir vacunas contra enfermedades que aquí no se conocían. Es la
globalización y el neoliberalismo los que están cargándose el
trabajo y la vida del sector primario. No lo olvidemos.
Y
la derecha y la extrema derecha no van a parar esa rueda por muchas
facilidades y promesas que hagan. Van a pisar el acelerador del capitalismo más depredador. Mirad lo que ha pasado en Reino Unido, en Estados Unidos, en Brasil o en Argentina. No van a
redistribuir la riqueza. Recordemos que por ejemplo votaron en contra
de la Ley que prohíbe a las grandes cadenas de distribución obligar
a los productores a vender por debajo de coste. Algo que estaba
pasando y sigue pasando por la carencia de inspectores que no se han
puesto en las administraciones autonómicas que legisla la
ultraderecha. Que llevan años gobernando administraciones y provocando trastornos a las personas y a las empresas, al medio ambiente y al patrimonio de todos. Que son corruptos.
Desde
la izquierda no se puede ver a estas manifestaciones como expresiones
de la extrema derecha. Eso sería un error. No comparecer y dejarles
que llenen de banderas, muchas preconstitucionales, las justas
reclamaciones del sector agrario y ganadero español y europeo sería
perder otra oportunidad para poder construir un país más digno,
justo y con futuro.
Además
es preciso ayudar a que los pequeños productores puedan sobrevivir a
este momento de zozobra y cambio, porque el pueblo en general está
con ellos, sin usar banderas ni consignas rancias o fascistas.
Simplemente porque la mayoría de la gente entiende la labor esencial
del mundo rural, porque lo valoramos y lo queremos. Y porque
entendemos que merecen un futuro y un bienestar con dignidad. Para
todas y todos los integrantes del mundo rural.
El
día a día de la actualidad en Españistán suele estar salpicado de
polémicas artificiales generadas desde arriba y que nada (o
apenas un poco) tienen que ver con la realidad de la vida de las
personas y de la dinámica social. El continuo teatrillo de la
alta política con partidos, líderes y medios cumpliendo su papel
para mantener alejada a la plebe de la toma de decisiones, y que
estas, nunca atenten contra los privilegios establecidos. Cualquier
declaración o proyecto es susceptible de ser atacada por el rival
político, merced a sus sicarios mediáticos y por las respectivas
turbas en las redes sociales que la vilipendian o defienden sin
crítica según corresponda. Ocupa horas de televisión y radio
(supongo que algunas páginas en periódicos también) vertiéndose
toneladas de contaminante opinión sesgada, parcial e indocumentada,
vomitada por tertulianos y todólogos.
A
escala, desde lo nacional hasta lo local, se reproduce el patrón, y
los temas planteados siempre desde arriba permean la capa freática
de la opinión pública relegando al ostracismo las noticias y hechos
que si que tienen que ver con la vida de las clases populares, la
calidad democrática, el sentido ético de la sociedad o la
conservación de todo tipo de patrimonio común.
A
veces estos temas, e insisto, lanzados por las élites, son
esporádicos y solamente una vez cada 4 o 5 años atentan la santa
tranquilidad del ciudadano medio. Las más de las veces son
acontecimientos que periódicamente vuelven y revuelven para
mantenernos a todos ocupados discutiendo lo que a estas alturas de la
película debería estar ya bien claro.
Estos
temas recurrentes pueden ser de todo tipo. Políticos y sociales,
también económicos, pero sin duda, los más polémicos son aquellos
que cuestionan los convencionalismos y patrones culturales. Por
ejemplo, están las discusiones en torno al balón, en cuanto a la
selección española o la polémica semanal entre farsa y
mandril. Cada español era un seleccionador nacional y una
espada en los ejércitos de las dos españas futboleras, pero
gracias a los dineros de las televisiones se ha alejado el fútbol a
muchos que no pueden pagar estos empeños, y el ruido sobre la
pelotita rodando ha ido bajado bastantes escalas. O al menos eso me
parece a mi.
Luego
hay acontecimientos culturales como las galas de los Goya, los
premios literarios o algunas fiestas populares que asaltan la
tranquilidad, merced a la más torcitera manipulación mediática
cuando lo que en esos eventos se expresa no es precisamente lo que
quieren que se diga por parte de las élites.
Pero
si existe un evento que marca la polémica es todo lo que tiene que
ver con Eurovisión. El competir en un contexto europeo (bueno
más o menos) con una canción pop, que sea más o menos
representativa y del buen gusto lo más generalizado posible, hace
enervar las más bajas pasiones hispanas, volviendo a configurarse
las dos, o más, españas.
No
es poca cosa y no me parece, de entrada, negativo, puesto que una de
las funciones de la cultura y el arte (si una canción pop
enlatada y perpetrada desde parámetros de negocio puede considerarse
arte) es cuestionar los rigores ideológicos y los marcos de
convivencia, haciéndonos pensar, reflexionar, sentirnos incómodos
para así, por medio de esa reflexión, ser mejores. Si esto se
produjera sin más pues hasta el negocio estaría bien inventado.
Y
digo negocio porque ya hace mucho que el ente público, RTVE, lo
convirtió en un modo de facturar a través de las audiencias,
patrocinios y productos varios.
Cuando
surgió Operación Triunfo se abrió la veda para generar un
microcosmos que comprendiera todo lo que tiene que ver con el
concurso internacional, y al tiempo que automáticamente se acabó la
música en vivo en RTVE (repasen los cachitos y cuenten
cuantos pedacitos salen después de 2001) se generó un negocio y una
acaparación de atención que periódicamente sublevaba a las
audiencias.
Este
año no ha sido una excepción. En los últimos años y tras la troleada mítica del Chikilicuatre, RTVE controló mucho más
uno de sus productos estrella y montó una suerte de festival en
Benidorm, al que en teoría podía llegar cualquiera que reuniera los
votos populares necesarios. Primera falsedad porque en realidad todo
queda planteado y producido por los gigantes de la música de este
país. Así está siendo estos últimos años. Y para completar todo
el guiso y que éste no se salga de los parámetros que requiere RTVE
entre un jurado “profesional” y un recuento del voto telemático
algo sospechoso ya van tres años que colocan al producto en forma de
canción y voz femenina que va a representar a España en Eurovisión.
Este
cóctel resulta explosivo por naturaleza y el resultado siempre es
polémico. Si hace dos años se desechó a las favoritas del público
Txantxugueiras y a Rigoberta Bandini por una canción
interpretada por una mujer semidesnuda, que encima canta en
spanglish, en lugar de mandar una canción en gallego a
Eurovisión. El año pasado se apostó por la clásica canción de
flamenco pop en vez de otras propuestas que tenían mucha más
aceptación del fan eurovisivo español. Y este año,
la polémica no ha sido menor y ya está aquí.
Los
representantes de España en Eurovisión será el dúo de electropopNebulossa con la canción “Zorra”. Un pastiche facilón y
perfectamente olvidable que pone el acento en que una mujer, y
especialmente las mujeres de más de 50 años (la intérprete
femenina tiene 55) pueden hacer lo que quieran. Faltaría más. Todos
los que somos demócratas, anti-fascistas, feministas y con sentido
común, estamos de acuerdo.
La
cuestión es si es apropiado la apropiación del término “Zorra”
para la causa feminista a través de una canción que va a recibir
toneladas de promoción.
El
apelativo tomado del precioso y pequeño cánido silvestre de
frondosa cola y alargada boca y nariz, tiene un matiz distinto si se
lo ponemos a un hombre o a una mujer. Lo que para el hombre es
sinónimo de “listo, astuto, atento o vivaz”,
para la mujer lo es de “promiscua, ligera, insolente o
facilona”. Lo que para uno tiene una connotación positiva
que emana inteligencia, para la otra es negativa y provoca escarnio
por la falta de moralidad y por la pulsión sexual. Es evidente que
muchos, erróneamente y a veces dejados por la costumbre, hemos usado
este término de estas formas. Pero es que es el insulto, junto al de
puta, fácil y asiduo en la boca del machista cuando regaña a
una mujer que no le hace caso, o que quiere unas iguales condiciones
laborales, reclama sus derechos, o incluso cuando la tortura y la
mata. Por lo tanto, estamos ante un término con una connotación
violenta y opresora. O es que se os ha olvidado lo que ha pasado con la selección femenina de fútbol.
En
este sentido, el apropiarse del término “Zorra” podría ser
positivo. Pero hay que comprender que esto no se hace de la noche a
la mañana y tienen que pasar generaciones para que se pueda dejar
atrás el uso maniqueo del vocablo y que se sume a un diccionario de
igualdad. Por ejemplo, y esto lo sé gracias a un amigo afroamericano
de ascendencia caribeña que trabajó en Estados Unidos antes de
venir a España, la apropiación del término despectivo “Negro”
(Nigga en inglés) por parte de los afroamericanos ha
terminado en fracaso. Porque usar entre ellos el apelativo que
emplean los blancos cuando hablan despectivamente de la población
afroamericana, no se ha traducido, por más que hayan pasado treinta
años, en que se le quite la connotación racial y de clase, y siguen
siendo asociados a los bajos fondos, la delincuencia, la marginalidad
o la drogadicción.
Por
lo tanto, si bien puede ser interesante el poner el énfasis en el
uso que hacemos del lenguaje, pero de ahí a validarlo porque es la
canción de Eurovisión, va un trecho.
No
conozco a ninguna mujer que le guste que le llamen “Zorra”, y
creo que oír a todas horas como se avecina la cancioncita de marras
es un martirio innecesario. Pero es que es más que eso,
puesto que la representación nacional en Eurovisión sea “Zorra”
puede que mande un mensaje a fuera de nuestras fronteras, pero
también dentro, bastante perverso. No creo necesario explicarlo,
salta a la vista.
Llegados
aquí hay que hablar del contexto en el que se pretende la canción
funcione como campaña: El festival de Eurovisión.
En
primer lugar, por la propia puesta en escena que se replicará en
Suecia. Bailarines ligeros de ropa, una cantante sexy que reproduce
una vez más el ideal de sexualización de la mujer, y contoneos de
índole sexual. Es decir, una vez más estamos ante una cosificación
de la mujer, entendida como objeto sexual, a la que coyunturalmente se
suma el hombre representados por los bailarines, que por otro lado no
dejan tampoco de cumplir con el estereotipo queer. Por lo que
son las apetencias sexuales del hombre, sea hetero o no, las que se
satisfacen a través de las personas cosificadas en pantalla. Todo
eso con el mensaje machacón de que “y qué si soy una zorra”,
por lo que si de lo que se trata es de retirar la connotación
negativa a la palabra “Zorra” y romper con los estereotipos
impuestos por el heteropatriarcado y la opresión machista me parece
que estaremos, como mínimo, ante un intento fracasado.
Por
otra parte es preciso completar el cuadro del contexto. Eurovisión
se ha convertido en un evento de amplio calado reivindicativo de los
colectivos LGTBI, y es algo bien positivo, y que no tiene que ser
sentido como excluyente. Y estos colectivos no deberían dejar que
las mujeres se sintieran menospreciadas o incluso insultadas por una
canción porque se le quiera dar una patina rompedora a una cosa que
por lo de más, es bastante pro-sistema. Fundamentalmente, porque en
esa barricada de sufrir la opresión del machito ambos colectivos
están juntos. Y porque pareciera como si no fuera suficiente el
machismo ejercido por los heterosexuales, también tuvieran que
soportar el machismo ejercido por homosexuales o transgénero. Mucho
cuidado con esto, porque esto laminó muchísimo la labor del
Ministerio de Igualdad la anterior legislatura. Vuelvo a insistir en
que dotar de derechos a un colectivo, no tiene que significar impedir
que otro los obtenga, o que incluso los pierda.
Volviendo
al propio festival de Eurovisión, al fin y al cabo estamos ante una
verbena musical televisada en el que la parafernalia de la puesta en
escena, los mecanismos y códigos aparecidos y las músicas,
indumentarias, actitudes y temáticas expresadas no son más que la
agenda heteropatriarcal, que huele a cerrao y que saca muchas de las
peores cosas del país. Parece mentira que corriendo ya el siglo XXI
tengamos que conformarnos con unas actuaciones musicales televisadas
(no sólo la de “Zorra”) como las del evento del pasado sábado.
Pero quizás si, sea por esto mismo por lo que cada año todo lo que
rodea a Eurovisión es sinónimo de polémica.
Me
da mucha pereza tener que escribir esto para ordenar mis ideas,
porque Eurovisión y el trato que RTVE da a la música me
decepciona bastante o directamente no me interesa. Pero lo que no hay
quien pueda comprender son las severas taras e hipocresías con las
que tenemos que desayunarnos cada día. Más si cabe cuando estas
lastiman o dañan a las mujeres.
Imagen de la manifestación convocada el pasado domingo 21 de enero de 2024.
Hace
un año y medio ya escribí sobre la Región Leonesa y la
necesidad y conveniencia de que se constituyera en la décimo-octava
autonomía para dar algo de dignidad, futuro e identidad a las tres
provincias del Oeste castellano-leones. Pues bien, hoy, con la legislatura ya funcionando y con la agenda de oposición mediática
de la derecha fascista y ultraliberal puesta en marcha se han
reactivado las cuestiones que discriminan a estos territorios. Por lo
tanto, me he animado a juntar unas letras en un hipotético paso más
allá: el de una propuesta de independencia y nacionalismo leonés
que crearán una nueva nación-estado en la península Ibérica.
A
estas propuestas reivindicativas que estos días han sido noticia,
mediática en sus lugares, apenas un breve a nivel nacional, se suman
las élites políticas y económicas de los territorios, como en el caso de Salamanca con su alcalde y su cueva de ladrones del PP. Por
supuesto, lo hacen ahora para hacer ruido y oposición, cuando ha
quedado claro que no van a tener en su poder los artefactos del
gobierno central. No olvidamos que buena parte de los desvarios y
despropósitos que sufrimos vienen por sus administraciones
corruptas, inmorales e inútiles. A los que, ya seamos
organizaciones, colectivos o personas individuales, nos encontramos
desde hace muchos lustros reclamando oportunidades para estas tierras
nos congratula poder sumar a las élites políticas y económicas de
los terruños a las mismas, y sólo pedimos que respeten la identidad
propia de estas reivindicaciones, que no las instrumentalicen
burdamente por intereses particulares, y sobretodo, que si son
coherentes se queden aquí cuando en la rueda turnista del
poder representativo de las democracias liberales les toque gestionar
lo de todos.
Pasado
el mega-ciclo electoral de 2023, se han vuelto a animar los
movimientos y plataformas de defensa y denuncia, las manifestaciones
o propuestas en pro de la sanidad y la educación públicas,
que sufren la desigualdad inherente del estado centralista
españistaní, y la horrenda gestión autonómica del PP, ahora con
los neofascistas. Pero fundamentalmente está resonando la
reclamación por la restitución, cuando no creación directamente,
de un servicio ferroviario digno para Salamanca, y también
para todas las provincias del Oeste peninsular, vertebradas por aquel
invento de la Ruta de la Plata.
Salamanca
fue la primera ciudad y provincia de Castilla y León que
perdió sus conexiones ferroviarias que no tuvieran destino a Madrid.
Durante un tiempo incluso fue imposible ir en tren a Valladolid. Pero
lo más importante es que perdió las conexiones a Norte y Sur con
las provincias limítrofes. Para colmo, nunca estuvo sobre el papel
la salida al Oeste hacia Oporto en un tren que por su sólo
planteamiento salta a la vista ya sería rentable. Sin embargo, la
falta de rentabilidad fue la excusa para que hace ya muchos años se
eliminasen las líneas provinciales que conectaban la raya y las
comarcas con la capital provincial. Hoy son vestigios de un pasado
que ya no volvera, y las infraestructuras como el espectacular tren
minero de las Arribes y la Fregeneda, o la línea Alba de
Tormes-Salamanca son meras atracciones turísticas (El Tren del
Hierro en el caso del primero, una vía-verde en el segundo).
De
este modo Salamanca se sumó a otro buen número de ciudades y
provincias maltratadas en la construcción del sistema ferroviario
nacional como Cáceres y Badajoz, Asturias en sus comunicaciones
con la Meseta, la región "Mudéjar" (Sur de Zaragoza, Teruel, Soria,
Guadalajara, Cuenca e interior de las provincias de Castellón o
Valencia).Y es que en España, tenemos un problema muy serio cuando
con el dinero de todos se construyen y mantienen infraestructuras que
solo sirven para que los habitantes de la capital central se muevan
por el país a su antojo y el resto tengamos que jodernos, y o pasar
por allí, o funcionar con el vehículo privado. Y no olvidemos que
no hace tantos años, en realidad a penas unos viente, que las
comunicaciones viales por carretera mejoraron en muchas de estas
provincias, y en Salamanca en particular, al llegar la construcción
de autovías (otras ciudades todavía no han tenido esa suerte).
Por
lo tanto, no hay nadie con dos dedos de frente que sepa leer y contar
que pueda defender mínimamente el estado actual de las cosas a menos
que tenga intereses pecuniarios en la cuestión. “Tenemos”
un país a dos, o más velocidades, con regiones (y sus
poblaciones en muy diversas y desiguales escalas de oportunidades y
aprovechamientos) acaparando todo el poder económico y el dinamismo
social. Y en cambio, quedan otras, depauperadas, empobreciéndose,
quedando como destinos turísticos pintorescos o de fiesta barata,
cuya principal materia de exportación es el talento de sus jóvenes.
Solo
con echar un vistazo a las estadísticas demográficas y económicas
comparativas entre provincias y regiones para constatar empíricamente
lo que está sucediendo y la necesidad y justicia de los
planteamientos que reclaman estas infraestructuras.
Por
poner en antecedentes las reclamaciones que desde Salamanca se están
haciendo van desde la restitución del cuarto y quinto tren diario a Madrid
(suprimidos con la excusa de la Covid-19) y mejora de la puntualidad de estos
servicios. La re-apertura de la Vía de la Plata, es decir, el
tren Gijón-Sevilla que de Norte a Sur recorría la zona Oeste del
país, en una reclamación a la que se han sumado todas las
provincias que han visto perdida esta conexión. También, y gracias
en buena medida al impulso puesto por Portugal y por la UE de la
creación de un tren entre Oporto y Salamanca (con extensión hacia
Madrid). Y por último, también debido al interés del gobierno
portugués y de la Comisión Europea de la puesta en marcha del
Corredor Atlántico una infraestructura que busca generar un
dinamismo comercial e industrial en el Sur del continente que
equilibre el peso del eje del Mar del Norte, y que al igual que el
Corredor Mediterráneo tienen que ponerse en marcha sin tener
que pasar por el agujero negro del estado españistaní: Madrid.
El
caso es que llegados a este punto yo me he puesto a reflexionar y a
volver a calibrar sobre la idea de un movimiento nacionalista,
instrumentalizado en forma de partido político, es decir, de fuerza
electoral, sin marcar una agenda de izquierdas o de derechas.
Este ejercicio de política ficción era una conversación habitual en mis tiempos de bachiller cuando con otras personas lúcidas y atentas nos conformábamos nuestra manera de pensar y observar el mundo. Quizás influenciados por el ejemplo de la burguesía catalana consiguiendo beneficios del gobierno central del mequetrefe de Aznar y su banda de ladrones y secuaces. Pero ahora también lo ha motivado
la bastante desencantadora gestión del nuevo ministro de
transportes, el ex alcalde de Valladolid, Óscar Puente. De momento
mucho más centrado en su papel de azote de la oposición y de
tuitero mayor del gobierno, Puente ha minusvalorado la
trascendencia de las manifestaciones y reclamaciones expresadas,
incluso teniendo en cuenta que sus compañeros de partido dentro del
PSOE de Castilla y León las están respaldando.
Entre
zasca y zasca le ha dado tiempo a anunciar una nueva
mega inversión para ampliar el aeropuerto Madrid-Barajas Adolfo
Suárez con una infraestructura que corresponde más a los intereses
de las élites financieras y constructoras, de aquí y de más lejos,
que a las necesidades de transporte.
Otra
inversión que se cuenta por cientos de miles de millones para la
capital cuando con "apenas" unos 400 millones las infraestructuras
demandas por el Oeste del estado español se podrían poner en
marcha. No sé qué indigna, cuando no encabrona más: El seguir
perdurando un modelo de estado centralista que deconstruye España y
que, por cierto, ha ido fatal para las propias aspiraciones del PSOE
y de la izquierda; el que se siga apostando por un modelo de
transporte absolutamente fallido, sobredimensionado, irracional e
insultante en un contexto de cambio climático de origen
antropocéntrico; o que estas medidas las haga un político salido de
Castilla y León. Y me da bastante igual que sea una medida que
anuncia y ha trabajado su antecesor.
Lo
cierto, es que en buena parte de la opinión pública de Salamanca
y de León este anuncio ha provocado indignación. Sobretodo en
quienes como digo, llevamos años en organizaciones que claman por
algo de inversión y dignidad para estas tierras y que vemos, que
indistintamente quien gobierne se sigue dando una preponderancia a
Madrid que va a seguir chupando juventud y riqueza de lo que tiene
alrededor. Es que ya no es el coste de oportunidad perdido. Es que se
afianza un modelo que si que de verdad rompe España.
En
este sentido, hay que recordar que si ahora se han sumado el PP a
reclamar trenes y líneas para León es más fruto de su estrategia
de oposición ante los pactos del gobierno central con el
independentismo catalán. Por lo tanto, poca o ninguna colaboración
vamos a encontrar ahí, ni con unos ni con otros, lo que me lleva de
manera inevitable a cobrar ejemplo y plantear, por qué no, una
independencia de León.
Si
el antiguo reino de León, con Zamora y Salamanca se lanzará una
campaña que buscará una independencia para constituidos como
nación-estado soberano poder tener más dignidad y oportunidades
para sus gentes qué pasaría.
Imaginamos
por un momento que estas reclamaciones encuentran acomodo en las
regiones a Norte y Sur. Asturias y Extremadura. Comparten con
nosotros algunos aspectos identitarios y culturales que han salvado
montañas y valles, pero sobretodo compartimos ser parte de una
España Maltratada, ignorada y pitorreada.
Sería
un nacionalismo de la zona más pobre del país, a diferencia
de los nacionalismos independentistas catalanes y vascos, planteados
por las burguesías industriales de las regiones más ricas del país,
punta de lanza en cuanto a dinamismo social y avance científico y
técnico.
Renta por habitante año
Aquí
quienes queremos ser un país somos los más pobres de España. Y a
lo mejor queremos ser un país, o a lo mejor queremos integrarnos en
Portugal, por qué no. La constitución actual de la península
Ibérica bebe y mucho de las apetencias de una adolescente como era
la infanta Isabel, la posterior católica, que en aquel momento no
estaba destinada a ser reina de Castilla y que desecho casarse con el
príncipe portugués, su primo segundo de parte materna, y si
con el príncipe aragonés, también con el mismo parentesco.
Quiero decir con esta anécdota histórica que muchas de las
instituciones y realidades que hoy se dan por sentadas, tienen su
origen en cuestiones bastante, cuando menos, azarosas.
Pero
volviendo a la cuestión imaginada, qué pasaría si León pidiese la
independencia (León, entendido como reino medieval casi mítico,
junto a Zamora y Salamanca). De entre los factores que favorecerían
la creación de este artilugio y consenso político podrían
emplazarse dos: Uno, a nivel institucional, con la remembranza de las
Cortes medievales de León, las primeras asambleas de carácter
legislativo y participativo de la Historia europea, y que ya en
tiempo, decidieron aspectos que tenían que ver con estas provincias,
por lo que compartimos un pasado común. Y en segundo lugar, el
sentimiento compartido de sentirse discriminados por Madrid y por
Valladolid, por lo que se hace necesario un repliegue identitario
entre quienes sufren las consecuencias de tales discriminaciones. Nos
faltarían algunas cuestiones básicas a la hora de construir
estados-nación, como una lengua propia y compartida, y a la vez,
superar estos casi 50 años de colocación castellano-leonesa. Pero
todo sería posible.
Pues
sólo se me ocurre un caso moderno con el que comparar, el de un
territorio más pobre que pide la independencia de otro más rico.
Normalmente, insisto, son las naciones más ricas las que piden
independizarse (Euskadi, Catalunya, Roselló, Córcega, Flandes en Bélgica,
etc., quizás el ejemplo más disonante sea el escocés con respecto a Reino Unido).
El
único caso similar fue lo que sucedió en los años 90 en
Checoslovaquia a la caída del Muro de Berlín y del Comunismo. Poco
más de un año después la clase política eslovaca atendía ciertas
presiones populares para solicitar su independencia de Chequia. Había
diferencias culturales y sobretodo económicas. Checoslovaquía había
sido fruto de los acuerdos de Versalles tras la Primera Guerra
Mundial y el acuerdo de Trianon en 1920 que desmembraba el antiguo
Imperio Austro-Hungaro tras su derrota en la contienda. Todo el
imperio se fracturó en diversos estados pequeños, con cierta
cohesión interna a través del idioma, lo que condujo a la creación
del estado de Checoslovaquia que aglutinaba no sólo a Chequia y
Eslovaquia, sino también a Moravia y Bohemia (incluidos los condados
alemanes de las montañas de los Sudetes que serían objetivo de
Hitler en el Tercer Reich).
La
nueva nación de Checoslovaquía deambuló sin coherencia interna
antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1939 la
amenaza desde Alemania y desde Hungría marcó al país que al mismo
tiempo se dividía entre comunistas en Eslovaquia y anticomunistas en
Chequia, liderados por el sacerdote colaboracionista nazi, Tiso. En
1939, ante el avance nazi, Eslovaquia se constituyó en estado
independiente comunista, pero su estatus sólo duro hasta 1945,
cuando en la Europa salida de la Guerra se decidió consagrar
Checoslovaquia que pasó a formar parte del bloque del Este regido
por el partido comunista checoslovaco. Como digo el período
comunista no funcionó a la hora de dotar de cohesión y fraternidad
(a través de la clase trabajadora y la ideología socialista) al
conjunto del estado, y se mantuvieron las aspiraciones de las dos
naciones que estallaban cuando desde Praga se pedía democracia y
libertad.
La
caída del muro provocó que se fueran marcando las diferencias
entre Chequia y Eslovaquia. La Revolución de Terciopelo en
1989 provocó la caída del régimen comunista colaborador
con la URSS. Bajo un estado, Checoslovaquia, convivían dos
repúblicas federales con claras diferencias económicas y sociales.
El más dinámico, industrial, urbano y occidental Chequia y la más
rural y agraria Eslovaquia. El resultado fue que las aspiraciones
soberanistas de Eslovaquia fueron creciendo a medida que se plasmaban
las mayores diferencias ante la apertura de mercados y la aplicación
de liberalismo económico. De este modo, en julio de 1992 Eslovaquía
se declaró como estado soberano.
Esto
no provocó ningún conflicto con Praga que aceptó la situación y
pasó a negociar abiertamente la independencia de las dos naciones en
lo que se conoce como el Divorcio de Terciopelo. Finalmente se
anunció para el último día de ese mismo año. A 1 de enero de
1993, República Checa y Eslovaquia eran dos naciones distintas y
soberanas que se fueron incorporando a su ritmo, pero al mismo
tiempo, a las instituciones internacionales como el Consejo de
Europa, la OTAN o la Unión Europea. Por poner en comparación, basta
el ejemplo coetáneo de Eslovenia y Croacia, las dos naciones más
ricas dentro de la antigua Yugoslavia que proclamaron su
independencia al mismo tiempo. Todos sabemos y recordamos lo que
pasó.
Por
este motivo, me parece tan significativo el ejemplo de Eslovaquia
para una hipotética independencia del Reino de León (León, Zamora
y Salamanca), ampliado a Asturias y Extremadura. No tengo ninguna
duda de que las élites del estado españístaní aceptarían
aliviados sin más un planteamiento así y se abriría el proceso de
negociación. Evidentemente, todo tendría que hacerse con un buen
respaldo popular, porque aunque los movimientos se planteen desde
arriba, estos tienden a beber de las inquietudes y sentimientos de
abajo.
Otra
cosa es que desde Madrid una independencia de León, Zamora y
Salamanca no se pudiera aceptar para no dar ejemplo a Euskadi y
Catalunya, absolutamente fundamentales para mantener este
chiringuito que es Madrid, digo España. Por lo tanto, quizás sería
lógico pensar pese al loable ejemplo eslovaco, en caso leonés
también hubiera hondanadas de hostias.
En
todo caso, y valga como conclusión, me lo he pasado muy bien estas
dos horas largas preparando y escribiendo estos párrafos, y espero
sirva, para quien lo lea en pensar en lo que podría pasar, y
fundamentalmente, en la necesidad ya imperiosa, de otorgar
dignidad y futuro a las gentes y los territorios del Oeste
peninsular. Lo necesitamos, lo queremos y lo reclamamos.
En
1965 se estrenaba The Agony and the Ecstasy, plasmada en
castellano como El Tormento y el Éxtasis, película histórica
de género dramático, ambientada en la Roma del Renacimiento
italiano, en el siglo XVI (el Cinquecento) dirigida por el
director inglés Carol Reed sobre un guión basado en la novela
biográfica del mismo título publicada ese mismo año por el
escritor norteamericano Irving Stone.
The
Agony and the Ecstasy
Director:
Carol Reed
Guión:
Philip Dunne sobre un texto de Irving Stone
Año
de estreno 1965
Origen:
Estados Unidos, Italia.
Duración:
126 minutos.
Idioma(s):
Inglés (IMDB, 2023).
La
película tuvo una recepción limitada en su tiempo con un respaldo
del público en taquilla modesto y de la crítica bastante frío, en
un contexto para el cine norteamericano muy mediatizado por el gran
éxito de las grandes producciones de época, los conocidos pupuls
o películas ambientadas en la Antigua Roma, que mezclaban
historia y epopeya en películas de aventuras con apariencia de
dramas históricos.
Pareciera
como si en aquel momento ni siquiera el extraordinario cartel con dos
de los grandes nombres del cine del momento, Charlton Heston y Rex
Harrison, hubiera podido animar a los espectadores a escoger esta
película en un año en el que los premios les fueron esquivos bajo
el fenómeno de Sonrisas y Lágrimas (junto a Doctor
Zhivago, ElTormento y el Éxtasis son las dos
grandes “damnificadas” de la película de Robert Wise).
Probablemente
fuera el tema y muy especialmente el tono elegido para narrar la
historia lo que marcó la primera andadura de la obra de Reed. Sin
embargo, y con justicia, ha pervivido como una obra de culto,
imprescindible para quienes gustan del buen cine, más si cabe de ese
que te cuenta cosas con las que aprendes y con el que puedes
filosofar. Una película que sin duda ha envejecido de muy buena
forma, a la que no le pesan los años, ni siquiera en las
interpretaciones (y tampoco en el doblaje al castellano, ya que para
escribir esta entrada he visto la película primero en versión
doblada, y luego la versión original).
En
cuanto al tema no podría haber uno más trascendente y a la vez
singular. Roma, 1508. Los Estados Pontificios se encuentran ante una
encrucijada al ser hostigados por varias potencias europeas, y
principalmente por la familia Borgia desde dentro de la península
itálica. En noviembre de 1503 Giuliano della Rovere asciende al
papado con el sobrenombre de Julio II y sustituye al fallecido papa
Pío III quién sólo ocupó el papado 25 días tras la muerte de
Alejandro VI, el valenciano de Xátiva Rodrigo de Borja (Borgia
italianizado) que en conveniencia con sus hijos Juan, Pedro, Lucrecia
y sobretodo César había despojado al estado papal de muchas de sus
posesiones, en especial las marcas hacia el Norte (“pequeños”
territorios asimilados por ciudades-estado y regidos por los ducados
que eran empleados como campos de cultivo), para afianzar a la Casa
Borgia dentro de la nobleza de la miríada de ciudades-estado y
repúblicas italianas de la época.
Julio
II se ve en la necesidad de recuperar todo el terreno perdido para
los Estados Pontificios y al mismo tiempo de ganar poder para su
apellido, por lo que su papado llevará una triple estrategia. Por un
lado, ampliará los tentáculos de la política interna en la Iglesia
y el estado papal (ambos lo mismo) empleando los tradicionales usos
del nepotismo y el clientelismo para afianzar a familiares suyos
tanto en la curia como en la nobleza italiana, sin obviar el empleo
del matrimonio de conveniencia, la extorsión o las alianzas más
insospechadas. Al mismo tiempo empieza una concatenación de guerras
de defensa primero, y luego de expansión y dominio de los Estados
Pontificios por toda la Península Itálica, pero con ramificaciones
a Cerdeña, la Provenza francesa, el Sur de Alemania o incluso
Navarra. Fruto de esta intensa actividad guerrera le lleva a fundar
la todavía hoy presente Guardia Suiza. Su anhelo principal es
unir a todos los estados italianos para lograr una unificación
italiana bajo la fuerza aglutinadora de la religión católica, con
Roma como capital y él como Rey. Esta actividad le llevó a grandes
campañas fuera del Vaticano, liderando sus tropas y mostrándose al
mismo tiempo como un gran estratega militar y un no menos diplomático
manipulador, que sin embargo, a su muerte no había conseguido la
unificación italiana, pero si restituir muchos de los dominios del
Papado que sus antecesores habían perdido o usurpado. En cambio, su
actividad eclesiástica y concilial se vio reducida a las órdenes
para la evangelización del Nuevo Mundo dispensada a la Corona de
Castilla, así como varios privilegios jubilares y de peregrinación,
que más allá de la trascendencia simbólica, religiosa y cultural
(esta última vista con perspectiva temporal) se debían a favores
con los que comprar voluntades que se aliasen con sus intereses
militares y personales en la causa italiana.
El
tercer aspecto de su política como Papa es en el que se centra la
película: Su legado potenciado a través del arte y su labor como
mecenas.
Julio
II fue un gran patrocinador del arte y el Renacimiento italiano. Sin
duda, no se puede obviar un íntimo interés personal en el arte en
la figura del papa, sobretodo por lo que sabemos de su etapa como
Giuliano della Rovere, pero con su ascenso al trono papal la
importancia de legar un patrimonio artístico y arquitectónico que
pudiera competir con la pujanza de las ciudades-estado del Norte
resultaba fundamental. Julio II envidiaba la belleza y dinamismo
cultural de las Milán, Pisa, Bolonia, Parma, y por encima de todas
ellas la Florencia de los Borgia.
Para
ello Julio II adoptó bajo su protección a diversos artistas entre
los que destacaron Rafael Sanzio y el florentino Miguel Ángel
Buonarroti, y con ello lo que consiguió fue trasladar de Florencia a
Roma lo mejor de la creación pictórica. Y este es el aspecto que
recoge la película de Carol Reed a través de la biografía de
Miguel Ángel escrita por Irving Stone. Y lo hace, primero sin obviar
las otras caras del poliédrico personaje de Julio II y el contexto
en el que se vio inmerso. Pero centrándose en Miguel Ángel da a la
temática del arte, a su filosofía y trascendencia el peso necesario
que hace a la película un ejercicio de arte por el arte,
aleccionador y estimulante. En ese sentido, no deben dejarse atrás
algunas características de este período histórico y artístico que
son tratadas por la película. Fundamentalmente el humanismo como
agente dinamizador de la cultura y el arte, y el interés por el
estudio y comprensión del propio hombre, con su carácter individual
y único y su pensamiento como ejercicio de libertad y porvenir.
Es
preciso entender el Renacimiento italiano como el fenómeno cultural
cuya emergencia entre el siglo XIV y XV supuso el cierre de la Edad
Media (y de los valores que englobaba) y el advenimiento de la Edad
Moderna con una nueva forma de pensar y expresarse. En un contexto de
profundo cambio en el sistema de valores tradicional y en la propia
estructura de poder, en las ciudades-estado italianas se avanzó en
un movimiento nuevo, que venía a recuperar la Antigüedad gracias al
gran impacto que causó el re descubrimiento de las obras de la
Antigua Grecia y Roma. Junto a ello, la influencia decisiva del
Humanismo como movimiento filosófico y de gran calado político y
cultural, que propugnaba la posición central del hombre como medida
de todas las cosas y la razón como valor supremo.
Pero
dentro de esta conciencia humanista del Renacimiento y el Arte
acabará ganando una consideración mayor. Lo que a principios del
siglo XV era una idea de productores de obras como artesanos, no como
artistas, se transformará con los nuevos movimientos culturales,
filosóficos y estilísticos a obtener una mayor importancia y
trascendencia, premiándose como artistas, donde el aspecto
intelectual y psicológico de una obra tengan incluso más valor que
la simple pericia técnica en su desarrollo. En esta nueva concepción
que irá tomándose durante el siglo XVI cobra especial importancia el
redescubrimiento de las obras clásicas, de la Antigua Grecia y Roma,
que son tomadas como modelos y culmen de la perfección en la
imitación de la naturaleza. Esta perfección será apropiada por la
religión que verá en el Arte la forma más elevada de imitar la
obra de Dios.
El
estudio de la anatomía del cuerpo humano se vuelve fundamental y
Miguel Ángel se demuestra como un esforzado y meticuloso observador,
intrigado por trasladar los volúmenes, formas y gestos de cada
músculo, cada torsión, cada hueso y cada nervio al mármol, y en
menor medida, al lienzo o al muro preparado para la pintura. Se busca
el naturalismo como verdad no sólo del propio cuerpo y naturaleza,
sino también, y mucho más importante, de la grandeza de Dios y de
la Iglesia que lo consagra. Lo que apenas un siglo antes sería
tachado de impúdico, perverso y zafio, en el Renacimiento y bajo el
talento de Miguel Ángel se sacraliza y celebra como expresión
máxima de un Arte promovido bajo el amparo y el dinero del papado de
Julio II. Un siglo después, en el contexto de la Contrareforma y su
movimiento artístico propio, el Barroco, volverá a ser considerado
inapropiado y de mal gusto.
La
película comienza como un documental puro. Las primeras escenas son
planos centrados sobre el Arte del Renacimiento italiano, con
imágenes de obras arquitectónicas, escultóricas y pictóricas de
algunos de los más grandes artistas de la Historia, tanto en
Florencia, como en la propia Roma. Son comentadas por una voz en
off que narra las características de las obras en tono
didáctico, su trascendencia e influencias, por lo que las primeras
imágenes en Roma sirven para recoger el legado clásico Romano y
griego. Casi 10 minutos de metraje dispuestos como un documental
parece que alertan al espectador de que no va a encontrar una
película de ficción al uso. El tono es la otra gran característica
de la película y es que una vez entrada en materia dramática no
deja de lado un marco pedagógico y formativo en el que se
complementan tanto los diálogos, como las imágenes donde gana un
protagonismo inesperado, pero para mi absoluto, la ambientación de
las escenas.
Hoy
en día ya estamos acostumbrados a recreaciones digitales que plasman
la ambientación de los escenarios en pos producción sobre las
actuaciones de los intérpretes filmadas con un fondo en croma
verde. Los artesanos son por lo tanto, los diseñadores gráficos
y animadores que con ordenador y lápiz magnético adelgazan el peso
presupuestario y de las producciones al mismo tiempo que diseñan
planos de imaginaciones imposibles coreografiadas por las nuevas
tecnologías.
Evidentemente
en 1965 no se disponían de estos medios, y siempre quedará la duda
de si ante el advenimiento de su uso, las formas de hacer las
películas y esta en particular, no hubieran sido distintas. En
aquella época, y en realidad de forma generalizada hasta hace unos
15 años, las filmaciones se llevaban a cabo tras laboriosas y
cuantiosas horas de trabajo de artesanos carpinteros, pintores,
albañiles, iluminadores y constructores que creaban en estudio
aquello que se quería recrear para que ejercieran como decorados
propios y auténticos a las interpretaciones actorales, por lo que se
dice y con acierto, que el camino entre el dramatismo del teatro y
del cine era mucho más reducido que hoy en día.
En
El Tormento y el Éxtasis no es una excepción y todos los
planos interiores, y algunos de los fondos en exteriores fueron
recreados por artistas que quizás impulsados por el recuerdo del
gran Miguel Ángel, compusieron su arte para poder representar la
vida y obra del genio florentino.
La
Capilla Sixtina fue recreada a escala 1x1, es decir, tal cual es en
la realidad, en los estudios Cinnecittá de la capital
italiana. Lo mismo para el resto de interiores, entre los que
destacan las estancias palaciegas del Vaticano, el claustro de un
palacio nobiliar, el alojamiento y patio de Miguel Ángel, o la
taberna que dio cobijo a una de las escenas más potentes de la
película.
En
cuanto a los exteriores, se recreó la Roma del Cinquecento a
base de cartón-piedra y pintura basándose en las fuentes que bien
podían ser las obras pictóricas de paisajistas de la época como
Venanti o Panianni o de los textos de Bramante, Vasari, Condivi, el
De pictura de Alberti o del propio Miguel Ángel. Muy
celebrada e inolvidable son las escenas en las canteras de Carrara
donde el Buonarroti se refugiaba, y donde tras su primera huida sobre
el encargo de la Capilla Sixtina recibe la inspiración para acometer
su obra maestra.
Y
es que la espectacular y acertada ambientación no sólo se conseguía
en base al trabajo artesano de carpinteros y pintores, sino que el
papel de los asesores, como historiadores, tanto del período
renacentista, de la política de los Estados Pontificios o del Arte
resultaba fundamental. Volviendo a la actualidad, vivimos un tanto
asqueados ante tanta propuesta fílmica en todos su formatos que
desprecia el trabajo de los historiadores y desecha las verdades
conseguidas a base de estudio de las fuentes y rigor científico
multidisciplinar. Pareciera hoy en día, que es más importante la
espectacularidad, los efectos digitales y de sonido o cumplir con la
agenda oculta o no sobre revisionismos queer
y multiculturales, que contar la Historia (y la historia) como es y
fue. Se trata de presentar el cine y la televisión como volubles
pastiches que entretengan y apenas formen a los espectadores. Que los
idioticen a base de repeticiones y clones donde una teta, un beso
lésbico o un personaje de color sean la nota anecdótica con
la que quedarse por encima de la historia que nos quieren contar.
Cuando es evidente que mostrando la verdad de los hechos es la mejor
forma de plasmar las contradicciones e hipocresías del sistema que
tanta desigualdad ha acabado desparramando y tanto odio provocando.
Por
eso, tan potente y trascendente es El Tormento y el Éxtasis
porque a base de ambientación, trama e Historia es con lo que
consigue construir un relato que se antoja muy fidedigno a la
realidad histórica para darnos a conocer, a todos, la verdad sobre
la época, los tiempos, las instituciones, las personas y los
personajes tratados. Eso sí, como aviso a futuros historiadores
aficionados o no, no sobra decir que no debe tomarse una película de
ficción, incluida por muy cercana que esté esta misma a los
acontecimientos, porque habrá claro-oscuros, cuando no errores
flagrantes que impidan ser tomadas como una fuente fidedigna del
hecho histórico que quieren representar.
Volviendo
a la película, son de destacar en esta línea las interpretaciones
de todos los personajes, pero en especial la de los dos protagonistas
que se lanzan a un duelo interpretativo de máximo nivel. Si el
siempre limitado Charlton Heston destaca en su papel de Miguel Ángel,
empleando los clichés con los que el Presidente Vitalicio de la
Asociación Nacional del Rifle, construyó su Judea Ben-Hur o su
posterior coronel Taylor de El Planeta de los Simios, lo que
hace Rex Harrison dando vida a Julio II es un auténtico ejercicio de
veracidad y humanidad para dar vida a un personaje que ha pasado por
la Historia con un legado de absolutismo todopoderoso. Los diálogos
entre ambos adquieren una trascendencia y vigor muy notables y una
complicidad ante la cámara máxima, más si cabe cuando te enteras y
lees que la relación personal y profesional entre ambos era nula
debido a sus diferencias políticas y de la tendencia al divismo
de los dos. Lo cierto y lo bello es que acabas de ver la película y
te quedas maravillado ante el despliegue de estos dos actores y con
la sensación de conocer como era aquella relación entre mecenas y
artista en la Italia del Renacimiento, sin duda el período artístico
y el lugar más importante en la Historia del Arte.
Hay
que destacar que cómplices de los dos actores y de todo el equipo
artístico de la película fueron los asesores históricos que
complementaron el trabajo de Irving Stone en la redacción de la obra
original, en el guión adaptado de Phillip Dunne y en la escenografía
montada por el italiano Dario Simoni.
Como
se decía un par de párrafos arriba la película se rodó en Italia
y la propia implicación de Irving Stone como productor garantizó
que en la pantalla se transmitiera lo que se sabía sobre la vida y
obra de Miguel Ángel y el contexto histórico de aquellos
turbulentos años con máximo rigor y veracidad.
Fruto
de estos compromisos colectivos son escenas en las que se enseña
como eran las técnicas y tecnologías con las que se surtía y
construía el Arte en la época. Realmente son admirables por la
fidelidad histórica muchos aspectos de la película y las licencias
que los autores toman son casi nulas a tenor de lo que cuentan
algunas de las fuentes consultadas. Y es que entienden que el
dinamismo narrativo no tiene porque verse comprometido porque se
aplique más o menos verosimilitud a lo que se quiere mostrar al
espectador. De este modo, algunas escenas como todas las que muestran
el proceso de elaboración de las pinturas de la Capilla Sixtina son
un manual en vivo de cómo se ejercía el Arte en la época. No sólo
en la más visual como pueda ser la elaboración de los andamios,
siguiendo las instrucciones que el propio Miguel Ángel dejó escrito
en sus tratados. Es que
además se toma su palabra para crear en taller las mezclas de
colores y pinturas con elementos naturales originales, por lo que los
artistas que iban recreando el trabajo del florentino en la réplica
en la ciudad del cine italiana, lo hacían siguiendo los mismos
patrones y técnicas que en el auténtico.
Más
impresionantes son las escenas en la cantera de Carrara donde
Charlton Heston trabaja como un cantero más. Se enseña el trabajo
colaborativo y sincronizado de cientos de personas para extraer de la
roca las voluminosas placas de mármol, fragmentando la roca viva y
valiéndose de la física para separarla y luego poder ser acarreada
ladera abajo hasta que entra en la siguiente fase productiva para
generar las planchas más pequeñas y transportables, muchas de ellas
con sus características relativas a tamaño, color y vetas a
petición de los artistas, como le recuerda un trabajador a Miguel
Ángel sobre el mármol colosal del que deberá sacar su Moisés.
El Moisés, obra central del conjunto escultórico de la tumba de Julio II en la iglesia de San Pietro in Vincoli, de Roma. Foto tomada por Ángel Luis Domínguez, diciembre 2023.
Y
es que la película se va a centrar, y a diferencia en la obra
biográfica de Irving Stone que lo hace sobre la vida de Miguel Ángel, en el
proyecto de los techos de la Capilla Sixtina que Julio II le encargó
en 1508. La magnitud de la empresa provocó severas discusiones entre
ambos dado que para Miguel Ángel la pintura era un arte menor en
comparación con la escultura, y apenas le motivaba la propuesta que
le hacía abandonar el para él mucho más estimulante encargo de la
tumba del propio papa. Las dificultades técnicas de tener que
trabajar a más de 20 metros de altura en un espacio que consideraba
“poco más que un establo, indigno para la casa de Dios”
que había sido ordenada construir por el Papa Sixto IV treinta años
antes, sobre una superficie abovedada y salpicada por hasta 12
pechinas que requerían trabajos singulares en cuanto a la
perspectiva y profundidad de la obra, se complementaban con los
requisitos temáticos e iconográficos que el propio Julio II le
encomendó. A regañadientes Miguel Ángel comienza la obra, pero
pronto huye y desaparece de Roma abandonando la magna tarea y
refugiándose, como se ha dicho en las canteras de mármol. Julio II
entra en cólera y ordena su búsqueda al tiempo que batalla por toda
la península Itálica y más allá en sus campañas militares.
En
Carrara el intimista Miguel Ángel recibe la inspiración para pintar
el techo de la Capilla Sixtina, por lo que vuelve para pedir el
perdón del Papa. Un perdón visto desde el punto de vista personal
entre mecenas y artista, sin connotaciones religiosas, y emprende la
obra, re-haciéndola a su gusto completamente. Así durante 5 años y
hasta 1512, con alguna que otra crisis personal, Miguel Ángel
ejecuta la obra ante la presión de su promotor, Julio II quien le va
preguntado “¿Cuándo acabarás?” y recibiendo por
respuesta el célebre “¡Cuándo acabe!”.
Absolutamente
trascendental es la escena en la que varios cardenales ojean el
trabajo del Buonarroti y se muestran encolerizados por la falta de
clasicismo, naturalismo y pudor de las pinturas de Miguel Ángel que
ya exhibe toda una fuerza de cuerpos expresivos,
abigarrados, de musculaturas exacerbadas y en movimiento que plasman
la acción para mostrar los textos del Génesis, La
Creación, La Relación de Dios con la Humanidad y La
Caída del Hombre. El diálogo entre Miguel
Ángel y los cardenales con las miradas impasibles de un Julio II
atento y que dejó hablar componen un absoluto testamento artístico
y vital de obligado aprendizaje para quien le interese la esencia del
proceso creativo y su trascendencia.
Forma
parte del retrato psicológico del personaje de Miguel Ángel, en el
que el misticismo, la religiosidad, el sentido del arte y un
compromiso irrompible con su propia coherencia y sentir del hecho
artístico construyen la prosopopeya que lleva a cabo con acierto
Charlton Heston. El agotamiento físico, emocional y psíquico del
trabajo artístico, con su componente filosófico, se muestra en toda
su crudeza. El talante polifacético, auto exigente y entregado del
artista aparece reflejado por la multitud de proyectos e ideas que
atesora, que le dejan agotado, que abandona y retoma, y que quedaron
incompletos. Un amor al arte y a la vida, pero también a la religión
y a una fuerte convicción cristiana que traslada a su observación y
recreación del cuerpo humano, fruto más perfecto del amor y la
generosidad de Dios. Todo ello bajo un carácter impetuoso,
arrebatador y torturado de máxima implicación en cada uno de los
proyectos que le apasionaron y pasaron por ante sus ojos, incluida su
propia vida.
Al
final, y no hay espoilers que valgan porque la película
transcurre fiel a la historia, Miguel Ángel cumple el encargo y
maravilla a Julio II quien no le exonera de sus responsabilidades
para que volviese a Florencia, sino que le encarga la decoración de
la pared Oeste donde va a ir El Juicio Final, desechando la
primera idea de encargárselo a Rafael Sanzio.
Miguel
Ángel sobrevivirá a su patrocinador y antes de marchar de Roma
podrá completar su relación personal con su mecenas, esculpiendo el
maravilloso conjunto de la tumba de Julio II, en cuya parte baja está
el colosal Moisés que hoy se exhibe en la iglesia de San
Pietro in Vincoli.
En
definitiva y como cierre no dejéis de ver esta película y
atesorarla como merece: Una obra de arte sobre el Arte, hecha con
compromiso de rigor y veracidad, con intención pedagógica y en
esencia como un tratado sobre el Renacimiento, los Estados
Pontificios y sus dos personajes principales, el papa Julio II y el
gran artista Michelangelo Buonarroti.
Las imágenes del colosal trabajo de Miguel Ángel son del propio Vaticano como poseedora de los Derechos de Imagen.
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