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domingo, 6 de julio de 2025

Wasted Years: Imposible malgastar tiempo con Iron Maiden


 


[Verse 1]

From the coast of gold

Across the seven seas

I'm travelin' on far and wide

But now it seems

I'm just a stranger to myself

And all the things I sometimes do

It isn't me but someone else


[Verse 2]

I close my eyes and think of home

Another city goes by in the night

Ain't it funny how it is?

You never miss it till it's gone away

And my heart is lying there

And will be till my dying day


[Chorus]

So, understand

Don't waste your time

Always searching for those wasted years

Face up... make your stand

And realize

You're living in the golden years


[Verse 3]

Too much time on my hands

I got you on my mind

Can't ease this pain, so easily

When you can't find the words to say

It's hard to make it through another day

And it makes me wanna cry

And throw my hands up to the sky


[Chorus]

So, understand

Don't waste your time

Always searching for those wasted years

Face up... make your stand

And realize

You're living in the golden years


[Guitar Solo]


[Chorus]

So, understand

Don't waste your time

Always searching for those wasted years

Face up... make your stand

And realize

You're living in the golden years


So, understand

Don't waste your time

Always searching for those wasted years

Face up... make your stand

And realize

You're living in the golden years


Wasted Years es la segunda canción del álbum Somewhere in Time, el sexto disco de Iron Maiden, publicado en 1986. escrita por el guitarrista Adrian Smith, no solo destaca por su potente melodía y su característico sonido de metal progresivo, sino también por las profundas reflexiones que plantea acerca del paso del tiempo, el arrepentimiento y la búsqueda de un propósito en la vida.

La letra de Wasted Years se centra en el sentimiento de pérdida asociado al tiempo malgastado. A través de ella, el narrador expresa un anhelo por el pasado y una crítica hacia la manera en que a menudo dejamos escapar momentos importantes, dedicándonos a actividades que no nos llenan. Este tema resuena a muchas personas que, al mirar atrás en sus vidas, pueden sentir que no han aprovechado al máximo las oportunidades que se les presentaron. La frase recurrente en la canción, "Don’t waste your time always searching for those wasted years", encapsula este mensaje central: el tiempo es precioso y no debe ser desperdiciado en la inercia o en decisiones que no nos conducen a la realización personal.

A nivel musical, Wasted Years combina elementos característicos de Iron Maiden, como la fusión de guitarras melódicas y ritmos alternativos, creando un ambiente sonoro que complementa el peso emocional de la letra. La sección instrumental del tema, especialmente el solo de guitarra de Smith, transmite una sensación de nostalgia y reflexión, sumergiendo al oyente en la atmósfera que la canción busca evocar. Esta dualidad entre la letra y la música es fundamental para entender el impacto que Wasted Years tiene sobre quienes la escuchan, permitiendo una conexión inmediata con sus sentimientos.

Además, es interesante destacar el contexto en el que fue creada esta canción. Durante la década de los ochenta, el mundo experimentaba cambios significativos, tanto a nivel político como social. La ansiedad y el desencanto eran comunes, especialmente entre las generaciones más jóvenes que buscaban un sentido de propósito en medio de las presiones externas. Wasted Years puede interpretarse como una respuesta a esos sentimientos de desorientación y pérdida, un llamado a la auto-reflexión y a la acción proactiva en busca de una vida significativa. La canción invita al oyente a detenerse y evaluar dónde está en su vida, y si realmente está siguiendo su propio camino o simplemente dejándose llevar por las circunstancias.



En conclusión, Wasted Years de Iron Maiden trasciende su categoría como mera canción de heavy metal, convirtiéndose en un poderoso himno que evoca la lucha intrínseca del ser humano con el tiempo y el significado de sus elecciones y de sus emociones. A través de su letra introspectiva y una composición musical que resulta a la par conmovedora y electrizante, la banda logra transmitir un mensaje atemporal que sigue resonando hoy en día. Así, invita a todos a no dejar pasar la vida sin un propósito claro, recordándonos que cada año, cada día, y cada momento cuentan. La reflexión propuesta por esta canción no solo es relevante para los fanáticos del metal, sino para cualquier persona que busca darle sentido a su existencia.

En definitiva, con Iron Maiden nunca habrá años malgastados.

viernes, 4 de julio de 2025

Hallowed be thy name: La obra culmen de Iron Maiden

 

[Intro]

I'm waiting in my cold cell when the bell begins to chime

Reflecting on my past life and it doesn't have much time

'Cause at five o'clock they take me to the gallows pole

The sands of time for me are running low

Running low, yeah


[Verse 1]

When the priest comes to read me the last rites

Take a look through the bars at the last sights

Of a world that has gone very wrong for me

Can it be that there's some sort of error?

Hard to stop the surmounting terror

Is it really the end, not some crazy dream?


[Verse 2]

Somebody please tell me that I'm dreaming

It's not easy to stop from screaming

But words escape me when I try to speak

Tears fall, but why am I crying?

After all, I'm not afraid of dying

Don't I believe that there never is an end?


[Instrumental Break]

[Verse 3]

As the guards march me out to the courtyard

Somebody cries from a cell, "God be with you"

If there's a God, why has He let me go?

As I walk, my life drifts before me

And though the end is near, I'm not sorry

Catch my soul, it's willing to fly away


[Verse 4]

Mark my words, believe my soul lives on

Don't worry now that I have gone

I've gone beyond to seek the truth

When you know that your time is close at hand

Maybe then you'll begin to understand

Life down here is just a strange illusion


[Instrumental Break]

[Outro]

Yeah, yeah, yeah

Hallowed be thy name

Yeah, yeah, yeah

Hallowed be thy name

Yeah


Hallowed be the Name (Santificado sea el nombre) es la canción que cierra The Number of the Beast, el tercer álbum de la banda de Heavy metal por autonomasía: los británicos Iron Maiden.

Escrita por el bajista y letrista habitual de los Maiden, Steve Harris, la letra describe los pensamientos de un hombre condenado a muerte, momentos antes de acudir al cadalso y que la horca cumpla la sentencia. El reo pasa por los estados mentales, las fases previas a la ejecución, desde la negación hasta la expiación de los pecados, y compone en conjunto una colosal obra en el que se desliza una crítica religiosa y un profundo análisis filosófico sobre la vida, tanto física como espiritual, la muerte, el más allá, la divinidad y el propio significado de la existencia.

La canción narra la historia de un prisionero que enfrenta su ejecución inminente, reflexionando sobre su vida y la inevitabilidad de la muerte. En este sentido, se puede apreciar una profunda conexión con temas existenciales y filosóficos que han resonado a lo largo de la Historia de la humanidad. El uso de la figura del prisionero encarna el dilema humano sobre el sentido de la vida y la confrontación con la muerte, haciendo eco de obras literarias clásicas y de la tradición del teatro trágico

La letra refleja una sentida introspección sobre la vida pasada, plena de errores, que le han llevado a tener que afrontar su inevitable destino. La mención directa del “Gallows Pole” (la horca), y el sonido de las campanas (recurso de la batería) añaden simbolismo a una construcción narrativa que busca imbuir en el oyente los estados que pasa el protagonista. La repetición de frases como "I'm waiting in my cold cell" (Estoy esperando en mi fría celda) establece un tono sombrío y claustrofóbico, un reflejo de la lucha interna del prisionero.

Uno de los aspectos más notables de la letra es la dualidad en la percepción de la muerte. El protagonista oscila entre el miedo y la aceptación, lo que se manifiesta en la repetición de preguntas retóricas que invitan al oyente a reflexionar sobre su propia mortalidad. Frases como "When you're sent to die" (Cuando te envían a morir) resuena con un sentimiento universal que provoca empatía, independientemente de las creencias personales de cada oyente.

Además, el uso de referencias religiosas, como en el título mismo, evoca una búsqueda de redención y significado en el sufrimiento. La mezcla de elementos del cristianismo con una perspectiva crítica hacia la condena pone de manifiesto la complejidad moral del juicio final, sugiriendo que incluso en la desesperación hay un espacio para la espiritualidad.

Por lo tanto, la letra no sólo aborda la vida, su reflexión y la mortalidad, sino que también cuestiona la existencia de un “Dios” o poder superior, y su supuesta magnanimidad o justicia.

Desde el punto de vista histórico, el contexto propio de la canción sería imperdonable obviar el hecho de que se trató en su momento del primer álbum con Bruce Dickinson como frontman de los Maiden, tras la salida del, fallecido el año pasado, Paul DiAnno como cantante. La presentación de Dickinson durante todo el Number of the Beast es colosal y marca diferencias con el trabajo de DiAnno, que si bien era este también de una calidad magnífica, sus problemas legales y con el alcohol provocaron su salida de la banda.

Volviendo a Dickinson por Hallowed be the Name y el video pasado a las televisiones de presentación de la canción en vivo, marcó la calidad técnica de Bruce, además de mostrar su carisma y cercanía con el público y su entrega con la música en directo, epítetos todos ellos, imprescindibles al narrar el trabajo y legado de Bruce Dickinson como cantante. El video, ya hoy en día como video oficial, es una grabación de la primera vez que Iron Maiden tocaba la canción en direto. Espectacular.

La voz de Dickinson interpreta con una suficiencia, personalidad y sentido dramático la letra como nadie había hecho nunca, dotándola de una vida propia, una que se acaba al fin y al cabo, donde el juego entre estrofas es sublime y cargado de intensidad. Momento culminante por supuesto, el agudo sostenido al final de la primera estrofa, en un alarde de técnica bucal y capacidad pulmonar, mientras el resto de músicos engola la canción con su intervención.

Y es que el resto de la banda aparece en estado de gracia y entregada a la causa, tanto en la composición como ejecución en directo, se muestra pletórica. Steve Harris amartillea el bajo y dota de ritmo la canción, lo que permite al batería Clive Burr (posteriormente lo mismo con Nicko McBrain) explorar los timbales y percutir secuencias complejas que cuadran con precisión matemática en los tempos marcados por el bajo.

Si la base rítmica funciona con tal perfección dejando una estructura que solo necesita de decoración, qué mejor que disponer de la pericia en las cuerdas de acero de Adrian Smith que genera una introducción que da aires melancólicos a la primera estrofa, y después, flirteando con el progresivo alterna pasajes más melódicos con secciones más rápidas. Y qué decir de un Dave Murray que nos regala uno de los mejores solos de guitarra de la historia del heavy metal, logrando un equilibrio perfecto entre emoción y virtuosismo.

La progresión de acordes y cambios rítmicos acentúan la narrativa, aumentando según crece la desesperación del protagonista, y haciendo que quienes escuchamos la composición experimentamos mental y hasta físicamente la angustia y la redención final del personaje.

En conjunto, Hallowed by Name es una obra maestra y el mejor ejemplo del legado de Iron Maiden. Una canción imprescindible en el setlist y en cualquier listado de obras de la mejor banda de música de la Historia. Sí. La mejor no sólo del heavy o el rock duro. La mejor en cualquier estilo. Imperecederos. Imborrables y Eternos.

viernes, 27 de junio de 2025

La mano invisible de Isaac Rosa: literatura sobre la clase trabajadora


 

Si, es verdad. Si miras las entradas más recientes de este blog vas a ver, que sí, que estoy escribiendo mucho, últimamente, sobre las condiciones de la clase trabajadora. Y este post que estás leyendo también va en esa línea. Para no perderte te enlazó a continuación los últimos textos que se han centrado en la vida y el trabajo de miles de millones de personas en el mundo:

- Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

- Trabajos de mierda

- Una vuelta utópica a la necesaria reducción de la jornada laboral

- El trabajo doméstico

 

No estamos acostumbrados, o incluso se puede decir que ha existido un interés por “des-acostumbrarnos”, a que desde el arte y la creación, desde la Literatura, el cine o las series, se refleje el mundo laboral más básico. La capa de trabajadores manuales, con o sin formación profesional específica, es decir, con oficio y maestría, y los avatares de su día a día no aparecen en estos productos culturales de consumo masivo. Mucho menos a que se centren en cómo el trabajo afecta a sus vidas. Cómo la profesión elegida o impuesta modifica sus valores, su forma de pensar, su propia identificación y las expectativas de futuro que tienen.

Por esto se me hace muy celebrado el hecho de encontrar una novela que directamente interpela a la clase trabajadora manual, por lo general, precaria y atomizada, y sin obviar, ignorada y silenciada por otras expresiones culturales. Con La mano invisible Isaac Rosa (Sevilla 1974, autor, periodista y columnista habitual de eldiario.es, Público y otros medios) escribe sobre un personaje que hemos conocido siempre aunque ahora podamos sentirnos más o menos cercanos a él: la clase trabajadora.

Con este trabajo de 2011 Rosa conseguía desdeñar el mundo laboral en el entorno urbano de la sociedad capitalista, en un momento en el que se habían hecho ya patentes las desigualdades, abusos y fracasos que las políticas de desregulación económica y social propias del neoliberalismo habían provocado. Al tiempo que se caldeaba y organizaban respuestas emancipadoras, igualitarias y libertarias, La mano invisible podía servir como una guía de como ese pretendido mecanismo automático y espontáneo había legado un mundo deshumanizado, a cambio de hacer avanzar la economía y la sociedad en la senda del crecimiento perpetuo. Cómo se habían creado universos personales llenos de frustración y apatía, al haber hecho el trabajo fin último de la vida humana.

Por lo tanto, la novela presenta una profunda crítica social, además de un análisis acertado de las causas y consecuencias que las políticas económicas de talante neoliberal, con sus burbujas y crisis, habían provocado. Meritorio en esta línea es el trabajo del autor en la investigación y documentación de las propias condiciones laborales de cada trabajador o trabajadora, en los pormenores del oficio y la rutina del puesto, y también de las consecuencias vitales y en el día a día de su existencia, que el trabajo y el capitalismo desregulados han provocado.

Para hacerlo, Isaac Rosa parte de un planteamiento original: el de una nave que contiene un espectáculo teatralizado que presenta a varios trabajadores llevando a cabo sus oficios, ante un “público” que acude a ver cómo trabajan esas personas. Y el experimento, del que se desconocen en todo momento origen y fines del proyecto, se convierte en viral. Los lectores descubrimos con los propios personajes algunas de las condiciones de lo que ocurre detrás del escenario de la nave de un polígono cualquiera de una indefinida ciudad. Los cambios imprevistos y obligatorios en los ritmos de trabajo. Las penalizaciones y la ausencia de recompensas o gratificaciones. En cada página vemos como cada personaje, cada trabajador, es sometido a condiciones laborales precarias y a un mayor grado de explotación. Y vemos con él o ella, cómo el trabajo se convierte en alienante, se deshumaniza y roba dignidad a la persona que lo desarrolla. El hecho de que trabajen desconociendo el objetivo mismo de su trabajo, el valor de su productividad, compone una parte de la crítica al capitalismo, al trabajo especializado y a la globalización y a los valores que apelan al trabajo como fuente de virtud y definición del ser humano.

El propio simbolismo que implica La mano invisible como fuerza que los controla y transforma, les hace sentir impotentes e insignificantes. Incapaces de retomar su propio destino y dignidad, porque han sido despojados del valor de su trabajo, al convertirlos en engranajes intercambiables del sistema de producción capitalista. Isaac Rosa pues nos presenta a trabajadores oprimidos y denigrados, atrapados en un sistema que no pueden cambiar porque apenas lo conocen, y que ha constituido una sociedad contemporánea alienante y centrada en el lucro.

En La mano invisible no hay nombres propios. O mejor dicho hay un nombre propio que sobresale por encima de todos los demás: la clase trabajadora. Hay personajes pero desconocemos sus nombres propios, y el autor los presenta a través de su oficio. Hay así un albañil, un carnicero, una operaria de línea de producción de fábrica, un mecánico, un mozo de carga, una tele-operadora, una costurera, una limpiadora, un camarero, un informático, un guarda de seguridad. Incluso una prostituta que denigrada, invisible y violentada, si, también es clase trabajadora. Aunque no estemos de acuerdo con el abuso al que ellas son sometidas.

El autor nos los presenta de uno en uno en su capítulo propio, dispuestos en orden cronológico, tejiendo de este modo relaciones que se hacen cada vez más complejas entre compañeros, los intereses que unos y otros pueden llegar a tener, así como las actitudes con las que aparecen y desarrollan, desde la rebeldía y el hartazgo del albañil o la tele-operadora, hasta el matonismo y el lameculos del carnicero, o el interés egoísta del informático.

Si bien la lectura de la novela se vuelve por momentos demasiado monótona, y no acaban de desencadenarse las acciones a las que los distintos personajes son, irremediablemente, llevados a tomar, puedo decir que La mano invisible es una lectura entretenida que tiene como principal valor el poner de nuevo a la clase trabajadora, la clase más común de todas, en el proceso de creación cultural. La ironía es el recurso básico del que Isaac Rosa se vale para presentarnos las profundas contradicciones del sistema capitalista y las brechas sociales que genera y mantiene. De este modo y de manera fundamental, la novela ejerce una crítica total al modelo económico-social imperante, impuesto por las élites, gracias a la publicidad, el consumismo, el individualismo y a una educación teledirigida en la consecución de la satisfacción personal a través del trabajo.

Para ello resulta acertada el centrarse, una vez presentados los pormenores de cada oficio, en las sensaciones y sentimientos que esta experiencia profesional, comparada con las anteriores del o la trabajadora, tienen. Y en ver cómo estás van cambiando, al tiempo que se modifican las funciones, cargas. Vemos como las frustraciones, las emociones, los deseos y anhelos se transforman en espirales de constante retorno que nos hablan de la insatisfacción profesional, y fundamentalmente de la personal. De cómo el trabajo no nos ha hecho libres bajo la presión capitalista y competitiva. Sino, al contrario, nos ha subyugado, atomizado y dominado hasta perder nuestra dignidad, tanto individual, como colectiva.

Por todo ello, recomiendo la lectura de La mano invisible Isaac Rosa, así como que sigamos profundizando en obras que nos habla en tan acertadamente de nosotros mismos. Que nos planteen espejos sin deformación que saquen nuestras ojeras, nuestros callos en las manos y los cortes y heridas de la piel, hechos en la cotidianidad de la rutina y el trabajo. Puedes si quieres por continuar en este blog en los enlaces del principio.




martes, 11 de febrero de 2025

Graduado en Historia: Por qué estudiar Historia en la UOC


 

Acabo de graduarme en Geografía, Historia e Historia del Arte por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). He cumplido uno de los anhelos más grandes de mi vida. Una deuda contraída con 15 o 16 años, cuando en la intersección entre los azares de los currículums académicos y formativos y la intencionalidad e inutilidad de las reformas educativas, perdí la posibilidad de estudiar Historia. No deje de hacerlo de manera autodidacta y aficionada y durante todos estos años he atendido estas inquietudes personales con unas buenas dosis de lectura, visionados de documentales y visitas culturales. Pero si que ante la situación socio-económica familiar y mi propia crisis personal asociada a la adolescencia y juventud puso en los imposibles el que yo pisara la Universidad para algo más que para un momento.

Aún con ello, es preciso decir que la Historia me ha apasionado desde siempre, y la Geografía y el Arte, así como la Filosofía o el pensamiento y praxis político y social, han compuesto el grupo temático con el que me he nutrido desde que entendí que la literatura sería parte indispensable de mi día a día.

En abril de 2020, mientras la pandemia ponía patas arriba nuestras rutinas y certezas, decidí junto a mi pareja emprender el camino que he finalizado el mes pasado. Lo hice cuando me quede en paro (previo paso por un ERTE) y ante la incertidumbre de cuándo volver a trabajar. El apoyo de mi mujer, más aún, su propio impulso fue lo que me hizo plantearme el volver a estudiar, y tratar de seguir dando pasos hacia una reconversión profesional que lógicamente, me ha venido costando mucho. Sobretodo su empeño fue el hacerlo con una materia que me motivaba y gustaba desde siempre. Además, la aportación económica de su trabajo ha resultado indispensable. Muchas gracias, pequeña.

La decisión estaba tomada. Iba a estudiar e iba a aprender y graduarme en Historia. Tocaba pensar en qué universidad. Desechada la idea de la universidad presencial porque la idea era compaginarlo con la vida personal y el trabajo, cuando se diera, el primer impulso fue matricularme en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Pero la descarté, al comprobar que las opiniones y satisfacciones de los alumnos eran más bien escasas, y si cuantiosas las referencias a lo desfasado de los temarios y procedimientos. Tampoco la parte económica salía bien parada y me tocaba comparar.

Y ahí donde ha entrado en mi vida la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), ligada en su grado de Geografía, Historia e Historia del Arte, a la Universitat de Lleida. La UOC es una Universidad, fundada en 1994 por la Generalitat de Catalunya como parte de su construcción del estado-nación catalan y de la necesidad de dotarse de instituciones y elementos que fortaleciesen su propia identidad, además de garantizar la continuidad de los derechos de los propios habitantes. Su nacimiento en torno al sistema público de educación superior no fue pleno y desde el primer momento de su organización se ha conformado como una universidad privada, pero de gestión pública. Esto quiere decir que en cuanto a las tasas, matrículas, materiales y demás cuestiones económicas, así como de financiación, dependen de la Generalitat que marcará los precios de todos estos servicios para todo su espacio de educación superior. Sin embargo, en el funcionamiento interno, tanto a la hora de las contrataciones de personal, la disposición de materiales, plataformas, los regímenes evaluador e interno, o las garantías educativas e institucionales se gestionan a través de su propio patronato y órgano de gobierno, con especial énfasis en la Comisión Académica que vigila y coordina el funcionamiento académico, educativo, de investigación y difusión.

En cuanto al grado de Geografía, Historia e Historia del Arte el hecho de que su docencia dependa de la Universitat de Lleida, de carácter público, debería haber permitido que el programa académico y temático mirase, aunque fuera un poco, más hacia el modelo curricular del estado español. Pero no es así y ahí surge el principal hándicap o problema que los estudiantes detectamos al matricularnos en el Grado de Historia de la UOC: la ausencia del estudio de la Historia de España.

Este es un problema y gordo, puesto que muchos de los alumnos se interesan en este grado para completar su formación y poder así opositar a las plazas de profesor en secundaria en todo el estado español. Incluida Catalunya. La falta de estudios reglados sobre la Historia de España en el grado, imposibilita, o cuando menos, dificulta la oposición, al competir con otros compañeros que si han cursado estos conocimientos en otras universidades.

Este hecho además cobra mucha significación cuando al final de tu periplo por la carrera tengas que afrontar el Trabajo Final de Grado (TFG). Lo más normal y lógico, es que si resides en España, te dediques a un tema que tengas cercano geográficamente, por aquello de la consulta y trabajo sobre fuentes primarias, y que puedas manejar en forma y tiempo (especialmente porque el TFG tiene que completarse en un período inferior a tres meses). La falta de esa Historia de España en tus estudios universitarios, y que debían de dar contexto a lo que estás investigando y a punto de publicar en tu TFG, es una dificultad extra que a veces, puede que no se satisfaga con el sobre-esfuerzo del alumno en la consulta y redactado. Por lo tanto, es importante tenerlo en cuenta.

Pero centrándome en la comparativa entre estudios universitarios a distancia, es decir, en el caso del estado español, entre la UNED y la UOC (en estos momentos al menos la Universidad de Burgos también está implementado un modelo de educación a distancia), está la principal ventaja, que particularmente, encontré a la hora de decantarme por una u otra. Esta diferencia fue el método de evaluación y enseñanza. Mientras en la UNED, y resumiendo mucho puesto que solo tomé nota desde algunos foros y redes sociales con estudiantes de Historia, abogan por un método de examen presencial clásico al que llegas tras haber trabajado prácticamente en solitario todo el tiempo, en la UOC ofrecen el método de evaluación continua.

Esta evaluación continua sigue un programa de varias actividades durante el cuatrimestre (entre tres o cinco, por lo común cuatro, dependiendo de la asignatura) llamadas PECs (ahora Retos) en las que el alumno presentará una actividad (o varias) para superar. Lo hará trabajando una serie de materiales didácticos compuestos por los módulos oficiales de la UOC, o recursos externos, pudiendo ser literarios (lo más común) o también audiovisuales. La nota se facilita en notación inglesa por letras (A, B, C+, C-, D y N, de sobresaliente a No presentado), quedando la numérica para completar el expediente académico.

Hay que tener en cuenta y echarle paciencia con algunas de las cosas más lamentables de la UOC como son los Trabajos en grupo. Vamos a ver. Si no es para que el corrector corrija menos, qué sentido tiene poner trabajos en los que los alumnos tienen que auto organizarse de manera asíncrona y cuadrar sus variadas agendas, en una universidad online cuya virtud vendida pretende ser que tu estudias a tu ritmo y disponibilidad. No tiene ningún sentido y lleva a la desesperación, a que tengas, me ha pasado en todos los casos menos en uno (curiosamente la primera vez *), que coger el toro por los cuernos, y los últimos días antes de la entrega, hacer el esfuerzo de ordenar textos, o rehacerlos, maquetar, revisar, avisar, administrar, etcétera, etcétera. Gestionar el tiempo y supervisar, cuando no rehacer el trabajo de otros alumnos. Es un despropósito que la nota individual vaya a depender de con quién te juntes. Voluntaria o involuntariamente, que encima, es lo más común.

También alguno de los trabajos consiste en grabarse un video o un audio. A ver, personalmente soy más de escribir, y a mi el realizar un ensayo me facilitaba mucho la planificación del trabajo, pero tiene sentido hoy en día que nos motiven y pidan trabajar en el formato audiovisual para exponer lo que aprendemos. Es una manera de aproximarse a las formas de difusión moderna. Hay que tenerlo en cuenta.

En la actualidad, la evaluación continua supone el 100% del esfuerzo académico del estudiante en un número de asignaturas cada vez mayor. Y es que están desechando de los planes de estudios las “Pruebas de síntesis”, esto es, exámenes a realizar al final de la evaluación continua para demostrar que se ha superado la materia y que hemos sido nosotros quienes lo han hecho.

Antes de la pandemia estos exámenes, al igual que los finales, se hacían en sedes físicas de la UOC o de otras instituciones con las que firman (y pagaban) convenios, con presencia física de estudiantes, profesores, bedeles y a papel y boli. Con el confinamiento se hizo necesario hacerlos online a través de la plataforma. Esto a su vez ha provocado una crisis de legitimidad para los estudiantes que nos hemos visto cuestionados por hacer exámenes, en camisa y pantalón de pijama y pantuflas. Se han dado casos en los que han acusado, y suspendido, a compañeras y compañeros aduciendo que habían copiado, cuando materialmente era imposible para la Universidad demostrarlo. Esto es un hecho gravísimo que ha llevado a que la propia Universidad en este momento este replanteando cómo hacer los exámenes.

En este absurdo de la patada hacia adelante se ha acusado a alumnos de “auto-plagiarse”, esto es, de poner en el examen las mismas frases o contenidos que en los trabajos entregados durante la evaluación continua. Pero vamos a ver. Lo primero de todo que eso del auto-plagio directamente ni existe. Ni en el ámbito académico, ni en el editorial, ni en el legal y jurídico. En segundo lugar, si he estado trabajado durante 4 meses unos contenidos y tengo que volver a explicarlos, por qué no voy a poder repetir lo que ya hice y se dio como válido. Es un sinsentido.

Aquí hay que decir que estas acusaciones en algunos casos se han solucionado con el escalado de reclamaciones marcado por la propia UOC, pero sobretodo, por la intromisión, previo pago del estudiante afectado, de un escrito legal presentado por registro por abogados especializados en estos temas de litigios con universidades. Pero hay que tener en cuenta, que tal y como están las cosas, y cada vez más, con el abuso que ya se está detectando de la Inteligencia Artificial, estos hechos pueden pasar.

Particularmente, creo que contra más exigente, segura y garantista sea la universidad, mejor para todos, especialmente para los alumnos. Nadie queremos que nos regalen el aprobado, ni tampoco el sobresaliente. Pero esto no quiere decir que se instaure la sospecha sobre la cabeza de todos los alumnos y que tengan que dar vueltas y requiebros para mostrar su inocencia. No es poca cosa puesto que estamos hablando que acusar de plagio o copia a los estudiantes supone una mancha en el expediente que más adelante puede imposibilitar acceder a otros estudios o puestos de trabajo. Poca broma.

Con la pasta que clavan al estudiante y con las subvenciones que rascan de la Generalitat a base de impuestos a los contribuyentes catalanes, la UOC (y cualquier universidad) puede sufragar un sistema online fiable y seguro. Vamos, lo que yo lo hacía en la academia de idiomas para los certificados, creando una sesión de usuario en la pestaña del navegador a modo de un escritorio virtual del que deshabilitabas las herramientas externas. Solo el enunciado que se abría desde el escritorio y el alumno a escribir, control y registro de las aplicaciones abiertas, y hasta que no entrega el examen, no “le devuelves” su ordenador.

Sin embargo, están quitando los exámenes sin ni siquiera preocuparse de cómo queda la materia. Un ejemplo sangrante me ha parecido con Arte en la Antigüedad. Lo que supuso cuatro trabajos (uno gordo, 2 medios y un test) más un examen de más de 600 páginas de estudio donde literalmente te podían preguntar cualquier cosa, ahora han eliminado el examen sin cambiar las actividades. Es decir, lo que para mi fueron tres meses de trabajitos y dos semanas de estudiar como un cabrón, se ha quedado en hacer los mismos trabajos. Tenerlo en cuenta, porque a lo mejor ahora es más fácil. A mi me parece una lástima.

Y es que durante mi singladura por la UOC en estos años post-pandemia lo que me han transmitido muchas compañeras y compañeros que llevaban varios años estudiando, y lo que yo mismo he comprobado, es que los exámenes, bueno las pruebas de síntesis, son bastante más duras y exigentes que cuando se hacían de forma presencial. Que ahora han estado metiendo todo el contenido a examen, mientras antes ya marcaban el tema a trabajar en la PS. Todo en una hora de duración. Entiendo que una universidad trate de mejorar y ganar respeto y dureza para sus alumnos (sus clientes) pero al final todo queda deslegitimado por la precariedad del personal docente que repite y repite, una y otra vez, tanto trabajos como exámenes. Esto por cierto, también pasa con las universidades presenciales, lo digo por le tema del prestigio.

La actividad docente de la asignatura está llevada en su totalidad por los profesores colaboradores, aunque el diseño y planteamiento lo haga un profesor titular. Aquí entra una de las principales criticas que se lleva el modelo de la UOC. El uso hasta el abuso de la figura precarizada del profesor colaborador o docente asociado.

Esto lleva a que la atención, evidentemente en línea puesto que estamos hablando de una universidad a distancia, sea a la vez muy precaria. Los profesores, por lo general, cobran una miseria por hora trabajada y/o por alumno a cargo. Estoy hablando de menos de 3 euros por hora, o de un total cuatrimestral de 800 euros por atender aulas con más de 40 alumnos. Esto me lo confirmó un profesor de una materia con el que hice buena relación en 2021. Desconozco si han mejorado, pero lo vivido estos años hace pensar que no.

Básicamente tener una buena experiencia con los profesores depende de la suerte. Por lógica, solo he hecho un grado, por lo que mi versión es corta, pero lo cierto es que salvo unos pocos casos la interacción con los profesores ha sido penosa. En el grado de Geografía, Historia e Historia del Arte solo puedo hablar bien de la profesora de Iconografía. La única que desde el primer momento y sin pedírselo nadie, organizaba clases online y las grababa para poder visionarlas en cualquier momento si no podías acudir. Hacía, y hace, sesiones de dudas. Trabaja los contenidos y materiales para no repetirlos año a año, con lo que mantiene el nivel de exigencia. Devuelve los trabajos corregidos en tiempo y con la anotaciones pertinentes para aprender y mejorar. Y cualquier duda la atiende en un tiempo corto, más que asumible.

He tenido algunos otros profesores y profesoras buenas que han cumplido bien su labor, pero por desgracia, esta es la excepción que confirma la regla. También puedo destacar en el lado positivo a la tutora que he tenido para el TFG. Y es que en la UOC la mayoría de las veces a la hora de afrontar una entrega, y por ende la asignatura en conjunto vas a sentirte solo. Esto no es del todo malo, puesto que hará que te esfuerces, que investigues y que dediques rato a bucear por las bibliotecas y la red para encontrar respuestas y poder sustentarlas. Mejoraras. Es así. El problema es que esta tónica se haga recurrente, e incluso, se agrave con el tiempo. Con el perjuicio en la calidad de vida y estudio del alumno.

Y por supuesto, no puede faltar como he comprobado con otros estudios y universidades a través de conversarlo con amigas, amigos, mi hermano con dos carreras, o mi mujer, la asignatura dura del grado. En mi caso, fue Historia Antigua, donde de manera totalmente artificial, innecesaria y absurda se sube el umbral de aprobado solamente para que unas señoritas, que no dudo de su conocimiento pero si de su capacidad docente, se hagan pasar por las más importantes del grado. No tiene sentido. Es nocivo y hace que la gente “pase” el trámite y se olvide, de quizás la que debería ser una de las asignaturas más estimulantes de toda la carrera. Para rematar, luego te enteras en los foros que había alumnos VIP que tenían acceso al email privado de los profesores, mientras tú sufrías como un perro con un expediente final de 9,1 para simplemente aprobar. A duras penas como me dijo la “profesora”.

En este punto se me hace necesario también hablar de las Matrículas de Honor. Estas son concedidas a discrección por los profesores (titular y colaboradores). Pueden darlas (hasta 4) o no darlasy tienes que contentarte con ello. Al final del grado yo he conseguido una pero hasta en no menos de otras 6 asignaturas me he ido a una nota final por encima del 9.5, entre las 3 más altas, y no he recibido este reconocimiento. Es frustrante, pero hay que aprender a llevarlo aunque el objetivo, siempre al empezar el curso, es alcanzar la Matrícula de Honor, que además, trae una rebaja en el precio de la matrícula siguiente.

Porque no estamos hablando de una Universidad barata precisamente. Su carácter privado (aunque de gestión pública) hace que los precios por matrícula, asignatura y materiales didácticos sea elevadísimo. Voy por partes.

El precio del crédito de estudio en primera matrícula está en 20,42 (a 2025), algo menos de dos euros más por crédito con respecto a la universidad pública. El verdadero palo viene cuando toca pagar los materiales que sale a casi 100€ por asignatura por una serie de módulos más o menos actuales pero que perfectamente puede que no sirvan para las actividades que van a proponerte. Pero es que además, se supone, incluyen otros recursos complementarios que no son más que escaneados de obras particulares por las que tengo dudas paguen los derechos de autor correspondientes, y que lo raro es que sean visibles al ojo humano. Una auténtica barrabasada pero aún así más económico que el material en la UNED, que suele consistir en pagar el tocho que firman los profesores y no tener ninguna interacción con ellos hasta el día del examen.

Por último, las tasas son ridículamente salvajes puesto que todo, absolutamente todo, desde el momento de pre-inscripción hasta el pago del título lo haces tú en tu casa, con tu equipo, tu línea y haciendo todos los aportes de documentación necesarios. Y sin embargo, te clavaran unas tasas enormes por subir adjuntos y enviar formularios sin ningún tipo de validación legal, ni filtrado de datos. En mi última matricula con solo dos asignaturas me cobraron más de 166€ por gastos de “apoyo y gestión de la matrícula”. Si lo hice todo en mi casa. Es indignante.

Esto no garantiza que el personal de atención al alumno sea educado y eficiente. Los administrativos y gestores, el servicio académico o el técnico van a tratar tus consultas, dudas y quejas, por lo general, a destiempo, con mala gana y sin darte la solución directa (por más que se repita en otros alumnos y cursos). Esto último está comprobado. Cuándo si te van a hacer caso es cuando están “captándote” para ser su alumno. Entonces si, todo serán para-bienes, preocupación, seguimiento y demás chorradas del marketing amigo, pero cuando te conviertas en cliente lo que encontrarás serán silencios, ausencias e inconsistencias.

Los tutores, sobre el papel interlocutores directos entre la Universidad y los alumnos, son víctimas también de la precariedad, la desmotivación y la desidia, y con el tiempo, básicamente al segundo curso, te das cuenta de que son más una molestia que una ayuda. Siempre van a fallar a favor de obra, de la universidad, que es quien les paga, y particularmente de los profesores con más mala fama del grado. Es un hecho. Mi consejo, pasar de ellos.


En definitiva, y pese a todo, yo si recomendaría matricularme en la UOC para cursar online el grado de Geografía, Historia e Historia del Arte. Pero hay que tener muy claro las siguientes cosas:

  1. Saber qué quieres estudiar y por qué. Revisar los planes de estudio es fundamental y conocer qué carencias y fortalezas puede tener para continuar tu periplo personal y profesional.

  2. Evidentemente, asumir que es online y que vas a perder la experiencia de la educación presencial y de la socialización con compañeros y con los propios profesores. Esto es insustituible, pero si trabajas o estudias, o tienes quehaceres y responsabilidades familiares, por contra la educación a distancia te va a permitir ganar tiempo.

  3. La UOC va a hacer que tengas que esforzarte para aprender y superar la materia. Esto no es negativo, todo lo contrario. Lo malo es que vas a tener que hacerlo porque el método de estudio te va a dejar solo ante el material, los trabajos y los mismos profesores.

  4. Por eso mismo, son importantes los grupos de estudiantes, organizados en torno a canales online en las redes sociales como Telegram. No son sustitutos de los profesores, y mucho menos, vas a hacer los trabajos “en grupo”, pero son ayuda lectiva y también desahogo mental cuando la cosa se vuelva insostenible. Y a lo largo del grado habrá momentos así.

  5. Es muy cara. Es más barata que una Universidad privada tradicional, y la gestión debe de dar cuentas a la administración pública, pero tiene unos precios absurdamente altos en cosas como las tasas administrativas y sobretodo los materiales, que por lo general, y viendo experiencias de otros grados, no sirven. Lacerante es el tema de las tasas porque aquí no tienen que pagar ni bedeles, ni aularios, ni mesas, ni sillas, ni bombillas, ni limpiadores, ni nada. Es un atraco y punto.

  6. Dispón muy claramente y respeta tu tiempo de estudio. Planifica el cuatrimestre (y si me apuras el grado entero). Fija horas de trabajo, de desplazamientos, de labores, de descanso y de estudio. Y también de ocio. Son vitales.
    En cuanto al estudio revisa antes de matricularte el plan de estudios de la asignatura, y luego al empezar varias veces. Usa una agenda. Marca los días que necesites para trabajar bien los materiales (lecturas, resúmenes, esquemas, etc.). Planifica la redacción y revisa tu trabajo. Dale su tiempo, unos días, y procura revisarla concienzudamente antes de entregar (presentación, ortografía, gramática, sintaxis, respuestas al enunciado, etc.). Mi consejo es que hagas las entregas el día antes de la fecha tope. Siempre hay dudas que se han corregido en los foros y que, lógicamente, debes contar con ellos.
    Ten muy en cuenta nuevamente el plan de estudios. Puede haber trabajos en grupo (una desgracia), participación en foros, o el formato de entrega sea en video o una presentación lo que puede exigirte cuando menos conocer un poco este tipo de herramientas, con lo que deberás contar con curvas de aprendizaje, interacciones y fallos.

  7. Cuenta con que la mayoría de las veces, por no decir siempre, tus dudas, administrativas, formales o educativas, no van a ser resueltas en un período de tiempo corto. Valóralo a la hora de planificarte.

  8. Anota y ten siempre presente las cuestiones formales planteadas por el profesorado. Haz al principio de cada curso plantillas para cada asignatura que te sirvan para hacer las entregas ajustadas a los requerimientos exigidos (formato, fuentes, citaciones, notas, bibliografías, portada, etc.).

  9. Tómate tu tiempo también a la hora de preparar las pruebas, ya sean de la evaluación continua o los exámenes. Lee cuidadosamente los enunciados por lo menos un par de veces. A mi me ha ayudado mucho escribir en una hoja las cuestiones y los requisitos para pasar la prueba, así como no olvidar los criterios de evaluación, que se deben facilitar al alumnado. Es una guía imprescindible para saber qué piden y orientarse en cómo van a evaluar.

  10. Tampoco puedes olvidar, ni desesperarte por ello aunque es lo fácil, que las correcciones van a venir muchas veces a destiempo. Que los feedbacks de los profesores son escasos, y en algunos casos inexistentes, pero siempre tienes que tener en cuenta la corrección anterior.

  11. En mi grado es fundamental la citación y las referencias bibliográficas. Trabájalas muy bien, fijando en primer lugar un método de citación (APA 7 es el que yo he aprendido a usar y me parece el más fácil) y anotándolas formalmente desde el principio para evitar al final descuidos y errores.

  12. Paciencia también con la página web de la UOC. La aplicación de canvas, después de un par de años, funciona bastante bien, aunque seguir y trabajar en los foros exige un esfuerzo inhumano. Además, se ha perdido la referencia del total de notas, con lo cual es muy difícil hacerse una idea de cuáles son los niveles de exigencia en cada asignatura y de en qué parte de la estadística se está.
    Por otro lado, la página oficial de la institución es un verdadero caos en el que es imposible encontrar lo que necesitas.


En definitiva, mucho ánimo a la hora de empezar a estudiar o a volver a hacerlo. Espero que este post sirva en tu decisión, y te decantes por la materia de estudio, la universidad o el método que elijas y todo sea tan placentero y satisfactorio como ha sido para mi.

 

* Nota especial para Raúl y María José que más que compañeros en el grado son ya amigos para siempre. Sin vosotros este camino habría sido mucho más duro.

martes, 26 de marzo de 2024

"Invicible Shield" el último discazo de Judas Priest


 

Con una carrera de ya diecinueve discos a sus espaldas Judas Priest acaba de estrenar su último trabajo, Invicible Shield. La banda liderada por Rob Halford ha firmado una obra maestra espectacular, que ya he escuchado en su totalidad una docena de veces. Que la llevo ya en el móvil para escucharla mientras camino, hago la compra, voy en bus o hago ejercicio.

No es ninguna broma el nivel alcanzado y que ha puesto a todo el mundo del Metal, tanto crítica profesional como fanáticos de este género, de acuerdo en la excelencia del trabajo de los británicos, de la salud envidiable de la formación y de unas tremendas ganas compartidas por disfrutarlos en directo. Y lo es menos aún cuando pensamos en una carrera de más de 50 años, cuando allá en 1969 en Birminghan, Al Atkins, KK Downing e Ian Hill ponían los cimientos de una de las bandas más grandes de todos los tiempos.

Hoy de los fundadores sólo queda Hill al bajo en los Judas, y sin embargo, la esencia del grupo y la vigencia de su legado no sólo sobreviven. Es que crecen con cada propuesta, cada concierto, año a año, sumando a más fieles al heavy metal más puro de la Nueva ola del heavy metal británico (NWHMB).

Cuando una discografía es tan prolífica y una carrera tan constante a lo largo de los años y los discos, es verdaderamente emocionante poder escuchar el trabajo de una banda como Judas Priest. Con Halford a sus 73 años rindiendo a un nivel envidiable y regalándonos sus inigualables agudos. Con Scott Travis mostrando su maestría en la batería, acompañado muy bien por Hill en la base rítmica. Con la colaboración de Glenn Tipton, quien pese a su avanzado Parkinson, sigue en la banda grabando y participando en algunos conciertos junto a su sustituto en el lineon de la banda Andy Sneap. Y con el talento de Ritchie Faulkner como guitarra solista mostrándose como uno de los magos de las seis cuerdas más virtuosos y potentes del heavy actual.

En conjunto una banda emblemática y en plena forma que ha lanzado un disco que nada tiene que envidiar a sus producciones pretéritas, y ni tampoco, a las de otras formaciones más jóvenes. Invicible Shield, es una vacuna contra el aburrimiento y contra la comodidad. Es un órdago que suena fresco, vigoroso, con potencia juvenil y con control de una madurez que es exquisita. Pura seducción. Es un disparo rápido y certero para animar y levantar a los fieles y a los neófitos. Y fundamentalmente, es una obra de máxima inspiración por la banda, con una composición brillante, y donde destaca una producción experta que ha mimado hasta el último detalle el proceso de composición, grabación y lanzamiento del disco.

Todo se abre con “Panic Attack”, un ataque de pánico que nos transporta a los años 80, en una catarsis de heavy clásico trufado con toques progresistas. Las guitarras marcan el ritmo, al tiempo que se incorporan los timbales y platos de Travis para enmarcar la primera estrofa que descerraja Halford hasta un estribillo simple (sólo es el título de la canción) que abre la fiesta.

The Serpent and the King” es el siguiente corte y el segundo single que han lanzado, y siguiendo la estela de “Panic Attack” nos embarca a través de la sucesión de solos de un Faulkner en estado de gracia. Todo ello coronado con la voz de Halford que nos hace viajar en el tiempo a como si estuviéramos viviendo el lanzamiento de Pankiller hace 30 años. Una locura.

Como adelanto del nuevo disco fue el corte número 6, “Crown of Horns” la que nos puso sobre aviso y afiló nuestros colmillos. El riff inicial de Faulkner abre un temazo que suena a power metal por los cuatro costados, mostrándonos no sólo el oficio de una banda mítica, sino también la permeabilidad e imaginación de sus miembros. El estribillo alcanza una cadencia tremenda, y mientras el ritmo, más pausado en comparación con las canciones anteriores, pudiera parecer que empieza a perder fuerza el disco, lo cierto es que el final de la canción es pleno gracias a dos solos de guitarra llenos de virtuosismo y ritmo. Una delicia.

Entre medías “Invicinble Shield”, “Devil in Disguise” y “Gates of Hell”. La rotundidad con la que se abren los tres temas componen el cuerpo central de un disco de una banda en su mejor momento. Una auténtica obra maestra, donde la pericia de todos sobresale para hacer brillar a la banda en su conjunto. La verdad es que el tema homónimo del disco me parece una pasada, una declaración de honestidad y del legado eterno que los Judas hace mucho que ya alcanzaron, pero que de vez en cuando quieren recordarnos. Y bien que nos alegramos de que lo hagan.

Volviendo al desarrollo lineal del disco tras “Crown of Horns” le sigue “As God my Witness” una canción que amaga con continuar por la senda power iniciada por el corte anterior, pero que gracias a la destreza de Travis viaja en apenas un minuto al más puro sonido Judas.

Trial by fire” es para mi la canción predilecta de este disco porque el ritmo endiablado de la base rítmica integra a la perfección a las guitarras, que a mediado el tema hilvanan varios solos, con cambios de distorsión. El ambiente se oscurece y la niebla cae. Escuchas y crees que ha saltado un tema de un grupo de Death melódico. Y resulta que no. Que son los Judas Priest haciendo lo que les da la gana y regalándonos una obra maestra. Y todo ello con Halford en estado de gracia. Joder es que parece que han grabado esta canción con 30 años. Pletóricos.

 


 

La habilidad y la imaginación de sus componentes vuelve a aparecer cuando escuchas el disco de continuo. “Escape from Reallity” y “Sons of thunder” juegan con varios ritmos y ambientaciones. Sin dejar de sonar a ese Heavy Metal clásico y atemporal, se introducen por sonidos más complejos y oscuros, pasando sin ataduras, sin perturbaciones y sin mácula desde el groove hasta el más rabioso trash. Y es que este disco es una enciclopedia de Heavy Metal.

Cierran la obra con “Giants in the Sky” otro temazo pletórico que al acabar te deja extasiado. La voz de Halford surfea las melodías que componen sus compañeros, construyendo en conjunto, un sonido muy redondo y sin fisuras. Una canción que te hace anhelar más. Y los anhelos se cumplen con la edición de lujo que primero han puesto a la venta. Y es que “Fight for your life”, “Vicious Cycle” y “The Lodger” tienen la calidad y la potencia suficiente no sólo para convertirse en rarezas. Es que pegan como el primer single. Y quizás hasta más.

En definitiva, y usando este recurso estilístico para cerrar, sólo puedo decir dos cosas: La primera es que con la tremenda salud, que en mi opinión vive el género en la actualidad, que unos tíos te lancen una obra maestra cuando ya superan la séptima década, con sus achaques y cosas, es un toque de atención celebradísimo y una demostración de que el talento no tiene edad, y de que el Heavy Metal es eterno. La segunda es que se aceleran las ganas de verlos en directo presentado este disco y haciéndonos disfrutar con sus clásicos imperecederos.

Gente: déjense unos cuartos en este disco en formato físico. Lo merece. Y dejémonos todos, bastante más seguramente, para disfrutar de Judas Priest en vivo. Lo merecen y nosotros también.

 


Este último video junto a KK Downing, Glenn Tipton y Les Binks durante su ingreso en el Salón de la Fama del Rock en 2022.    

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