Análisis
y predicciones de lo que puede suceder tras las elecciones
generales
del pasado domingo, 28
de abril.
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Pedro Sánchez Presidente. En octubre de 2016 Pedro Sánchez era defenestrado por la dirección federal del PSOE tras ir cosechando sus peores resultados en la historia. Hoy es presidente electo del gobierno, después de una moción de censura exitosa y con la mayor victoria de la historia del PSOE en número de diputados con respecto a su principal perseguidor.
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Lo hace tras la masiva movilización de la izquierda y de las mujeres, particularmente, tras la triple alianza de Andalucía, encabezada por una ultra derecha, machista y criminal que amenaza con detonar la limitada democracia que tenemos.
La
participación ha sido la más alta desde 1982. Ha sido la
participación de una sociedad no tan radicalizada como se podía
augurar, sino más bien centrada, y sobretodo interesada, en que se
solucionen los graves problemas económicos y sociales que tenemos y
las profundas carencias y disfunciones de nuestra democracia.
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El voto útil es el principal fenómeno en las elecciones generales españolas, y en estas no ha sido una excepción. El PSOE se ha aprovechado de él, para aunar todo el voto opuesto a estas derechas nauseabundas, jugando con la Ley Electoral. Y además se ha beneficiado de la pérdida de representación de esa derecha fragmentada en tres bloques, de casi similar poder.
10.800.000
votos para PP, Cs y Vox. Los mismos 11 millones que en las últimas 4
elecciones han votado derecha en nuestro país. Y prácticamente la
misma representación en el Congreso: 147 diputados. Enfrente,
10.300.000 votos progresistas que han sumado más porque no se han
dispersado tanto, y porque gracias a la campaña y los debates televisados Sánchez e Iglesias, se posicionaron como dos líderes
centrados, respetuosos y con propuestas para solucionar problemas,
frente a un Casado y Rivera, enzarzados entre ellos, maleducados,
crispados y sin alternativas, asustados por el fantasma de un
franquismo caínita, que sólo trae populismo y barbarie.
Siguen
vigentes las
dos Españas,
y Pedro Sánchez ha de cuidarse de cumplir las expectativas de un
electorado que le ha dado su confianza, y que de desmovilizarse daría
el gobierno a una derecha que ya conocemos como corrupta, fascista y
antisocial.
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El gran derrotado es el PP y vamos a ver si no lo es definitivamente. La pérdida de representación es tan colosal que atenta al sustento financiero de esta organización. Pablo Casado ha sido incapaz de articular en su persona el apoyo que tradicionalmente ha tenido el PP. Picó en el anzuelo de la extrema derecha y derivo su discurso hacia ella, perdiendo así el apoyo de los sectores más centristas y liberales de su partido que han ido a parar a Ciudadanos. Y sin embargo, tampoco pudo conservar el voto ultra que viendo aparecer una fuerza sin maquillajes que les podía representar se han sumado a ella.
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Albert Rivera ha salvado con creces la bola de partido que tenía en el tejado y ya saliva viéndose como líder de la oposición y líder del centro derecha en España. Con un partido artificial, inmerso en no pocas polémicas internas, tiene mano para aprovechar la situación. Frente a la voz de sus amos, que rezan por una unión PSOE+Cs, Rivera debería mantenerse, por una vez, fiel a su palabra de no pactar nunca más con Sánchez, y así conservar por un lado los electores que ha arrancado al PP y presentarse como la opción más moderada y central del tablero político nacional.
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Me niego a decir que la ultra derecha entra por primera vez en el Parlamento. Los herederos del franquismo han tenido un acomodo preferente todos estos años en el PP y ahora lo que tenemos es una nueva fuerza que se presenta para recabar el voto ultra, toda vez que parece amortizado lo que ha sido el PP.
Para
cualquier democracia es una tragedia que un sólo representante del
fascismo se aupé
a un escaño. Contra más, con 24. Su programa está claro: populismo
barato para seguir viviendo del dinero público sin dar un palo al
agua. Atizar
los odios entre españoles
por razones de nacimiento, ideología, sexualidad o religión y
anquilosar el país al reducto ultra conservador son los mantras de
Vox y frente a ellos no puede haber más que una respuesta
antifascista y democrática clara.
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Hablar de Unidas Podemos es hablar de una derrota. Pablo Iglesias volvía de su baja de paternidad para encabezar una campaña que ha sido buena, ya que ha salvado los muebles, hundiéndose menos de lo pronosticado por las encuestas, pero aún así se han perdido un tercio de los diputados y, todos los senadores.
Los
votos se habían perdido antes, unos huían por lo contaminado de las
cloacas del estado, y otros, lo hacían cansados
de la eterna fragmentación de la izquierda
y de ver como lejos de consagrase como un espacio de respuesta
inclusiva al fascismo y
el neoliberalismo,
primaban los intereses y filias y fobias personales, por encima de
las necesidades del país.
Se
espera -una vez más- una auto
crítica
clara, sincera y que proponga soluciones. Por
lo pronto no estaría de más un último (y desesperado) llamamiento
a la unión de todas las fuerzas progresistas ante las elecciones
del próximo 26 de mayo.
Después, esa auto
critica,
una mayor concienciación en la conveniencia de un partido de
izquierdas de amplio espectro capaz de acoger a contra más mejor,
con el fin de proteger a la clase
trabajadora
de tanto fascismo y tanto liberalismo. Y más tarde, una regeneración
completa del proyecto, para evitar convertirse en una IU 2.0.
condenada al ostracismo, y sobretodo para recuperar los ideales
de su emergencia, volviendo a la horizontalidad en las decisiones.
Pablo Iglesias sabe que tiene que irse pero querrá colocar a Irene
Montero como cabeza de partido y así mantener su influencia. Sería
un error, que derrumbaría la ya derruida credibilidad del partido.
Podemos necesita salir de la endogamia
impuesta por el Círculo de la Complutense y concentrar un discurso
de defensa de la clase trabajadora y de verdadera izquierda.
Izquierda
Unida esta en esa misma encrucijada,
y aunque parezca lo contrario tras estas elecciones, a la izquierda
del PSOE sigue habiendo un espacio ideológico inmenso que tiene que
ser el de Podemos e IU.
En
cuanto a las confluencias, todas, una vez desligadas del proyecto
Unidas Podemos, han perdido su representación y tanto en Galicia,
Catalunya, como Valencia se han perdido escaños que tras la
aplicación del sistema d’Hont han acabado en otras fuerzas.
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En Euskadi, la suma de las tres derechas nacionales no ha conseguido ni un escaño. Supongo que tirarse años insultando a vascos y catalanes, e incluso mandar a la policía a aporrearles, habrá tenido algo que ver.
PNV
amplía su representación, al igual que Bildú lo que les da el
título de necesarios en el nuevo Congreso. Podrán negociar
directamente con Sánchez.
En
Catalunya, frente a la táctica de confrontación de Puigdemont y
Torrá se ha impuesto el pragmatismo de Junqueras y Rufián. Así
Esquerra
ha conseguido sus mejores resultados y llama a la puerta de la
Generalitat
que no puede seguir bloqueada por el tacticismo de la burguesía
liberal catalana.
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La hecatombe del PP ha sido tan colosal que han perdido la mayoría, y con ella su capacidad de boicot, en el Senado. Desde 1996 el PP ha regido la cámara alta, usándola a su antojo para desgastar rivales. Ahora el PSOE tiene la oportunidad y la responsabilidad de darle sentido, aplicando una política que venga a solucionar los muchísimos problemas que tiene la organización territorial del país, empezando por el drama de la España vaciada. Aún con esta mayoría, el Senado, debe desaparecer en una nueva Constitución.
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PACMA ha subido su resultado, pero sigue sin acceder a un diputado. Más de 300.000 votos sin representación, que en principio, deberían darle un eurodiputado en las próximas Europeas. Con la ultra derecha haciendo campaña con los toros, las fiestas y la caza, tienen que hacer frente con el resto de fuerzas democráticas y antifascistas, pero asumiendo y aprendiendo más del ecologismo que del animalismo.
¿Qué
va a pasar?
En
principio, estamos ante una legislatura “normal” en cuanto a su
duración. Va a ver, salvo hecatombe, cuatro
años de Pedro Sánchez en la Moncloa.
Incluso,
y hasta por primera vez, tras unas elecciones generales, el IBEX35 subía. Ahora
bien, necesitará apoyos.
Cruzando
el ecuador de éste masivo ciclo electoral, ni Sánchez ni el PSOE
van a forzar posibles pactos que pueden desgastar a los barones
territoriales y ciertas candidaturas en alcaldías.
Su
principal socio, para investidura y presupuestos, será Podemos, que
a parte de mantener en la izquierda las políticas sociales y
económicas del Gobierno a de articular un proceso interno, que
primero reconduzca a las múltiples corrientes, territoriales e
ideológicas, a un proyecto común, para después abrirse a una nueva
dirección elegida
entre todos.
PNV
y Bildú aparecen como socios preferentes que no le pedirán un
referéndum de autodeterminación a cambio, pero
si mayores competencias y dinero para Euskadi.
Pero
cuidado. A
Sánchez el otro día le gritaban “Con Rivera no”,
igual que hace 15 años a Zapatero le gritaban “No
nos falles”.
Pues bien, sin fiarme mucho de la dirección del PSOE, Pedro
Sánchez tiene una oportunidad histórica para reconstruir una España
que necesita amplias reformas políticas y sociales que den
estabilidad y mejoren la dignidad de las gentes. Reformar, cuando no
una nueva, Constitución,
es inaplazable. La España plural lo necesita. La España vacía, lo
implora. Feminismo,
justicia social,
memoria
y cambio climático
son los cuatro ejes sobre los que debe articular su acción de gobierno,
gobernando para todos, no sólo para los poderosos.
En
cuanto a la oposición de la derecha a priori, estamos ante un tiempo
nuevo, en el que el derrumbe
del PP parece evidente,
desligándose en dos partidos: Una centro derecha liberal en
Ciudadanos; Y una extrema derecha franquista, en Vox.
El
26
de mayo más, con las elecciones
municipales,
autonómicas
y europeas,
tan sólo 4 días después, en principio, de la sesión de
investidura.
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