martes, 30 de abril de 2019

10 valoraciones a las Elecciones Generales del 28 de abril



Análisis y predicciones de lo que puede suceder tras las elecciones generales del pasado domingo, 28 de abril.
  1. Pedro Sánchez Presidente. En octubre de 2016 Pedro Sánchez era defenestrado por la dirección federal del PSOE tras ir cosechando sus peores resultados en la historia. Hoy es presidente electo del gobierno, después de una moción de censura exitosa y con la mayor victoria de la historia del PSOE en número de diputados con respecto a su principal perseguidor.
  2. Lo hace tras la masiva movilización de la izquierda y de las mujeres, particularmente, tras la triple alianza de Andalucía, encabezada por una ultra derecha, machista y criminal que amenaza con detonar la limitada democracia que tenemos.
La participación ha sido la más alta desde 1982. Ha sido la participación de una sociedad no tan radicalizada como se podía augurar, sino más bien centrada, y sobretodo interesada, en que se solucionen los graves problemas económicos y sociales que tenemos y las profundas carencias y disfunciones de nuestra democracia.
  1. El voto útil es el principal fenómeno en las elecciones generales españolas, y en estas no ha sido una excepción. El PSOE se ha aprovechado de él, para aunar todo el voto opuesto a estas derechas nauseabundas, jugando con la Ley Electoral. Y además se ha beneficiado de la pérdida de representación de esa derecha fragmentada en tres bloques, de casi similar poder.
10.800.000 votos para PP, Cs y Vox. Los mismos 11 millones que en las últimas 4 elecciones han votado derecha en nuestro país. Y prácticamente la misma representación en el Congreso: 147 diputados. Enfrente, 10.300.000 votos progresistas que han sumado más porque no se han dispersado tanto, y porque gracias a la campaña y los debates televisados Sánchez e Iglesias, se posicionaron como dos líderes centrados, respetuosos y con propuestas para solucionar problemas, frente a un Casado y Rivera, enzarzados entre ellos, maleducados, crispados y sin alternativas, asustados por el fantasma de un franquismo caínita, que sólo trae populismo y barbarie.
Siguen vigentes las dos Españas, y Pedro Sánchez ha de cuidarse de cumplir las expectativas de un electorado que le ha dado su confianza, y que de desmovilizarse daría el gobierno a una derecha que ya conocemos como corrupta, fascista y antisocial.
  1. El gran derrotado es el PP y vamos a ver si no lo es definitivamente. La pérdida de representación es tan colosal que atenta al sustento financiero de esta organización. Pablo Casado ha sido incapaz de articular en su persona el apoyo que tradicionalmente ha tenido el PP. Picó en el anzuelo de la extrema derecha y derivo su discurso hacia ella, perdiendo así el apoyo de los sectores más centristas y liberales de su partido que han ido a parar a Ciudadanos. Y sin embargo, tampoco pudo conservar el voto ultra que viendo aparecer una fuerza sin maquillajes que les podía representar se han sumado a ella.
  2. Albert Rivera ha salvado con creces la bola de partido que tenía en el tejado y ya saliva viéndose como líder de la oposición y líder del centro derecha en España. Con un partido artificial, inmerso en no pocas polémicas internas, tiene mano para aprovechar la situación. Frente a la voz de sus amos, que rezan por una unión PSOE+Cs, Rivera debería mantenerse, por una vez, fiel a su palabra de no pactar nunca más con Sánchez, y así conservar por un lado los electores que ha arrancado al PP y presentarse como la opción más moderada y central del tablero político nacional.
  3. Me niego a decir que la ultra derecha entra por primera vez en el Parlamento. Los herederos del franquismo han tenido un acomodo preferente todos estos años en el PP y ahora lo que tenemos es una nueva fuerza que se presenta para recabar el voto ultra, toda vez que parece amortizado lo que ha sido el PP.
Para cualquier democracia es una tragedia que un sólo representante del fascismo se aupé a un escaño. Contra más, con 24. Su programa está claro: populismo barato para seguir viviendo del dinero público sin dar un palo al agua. Atizar los odios entre españoles por razones de nacimiento, ideología, sexualidad o religión y anquilosar el país al reducto ultra conservador son los mantras de Vox y frente a ellos no puede haber más que una respuesta antifascista y democrática clara.
  1. Hablar de Unidas Podemos es hablar de una derrota. Pablo Iglesias volvía de su baja de paternidad para encabezar una campaña que ha sido buena, ya que ha salvado los muebles, hundiéndose menos de lo pronosticado por las encuestas, pero aún así se han perdido un tercio de los diputados y, todos los senadores.
Los votos se habían perdido antes, unos huían por lo contaminado de las cloacas del estado, y otros, lo hacían cansados de la eterna fragmentación de la izquierda y de ver como lejos de consagrase como un espacio de respuesta inclusiva al fascismo y el neoliberalismo, primaban los intereses y filias y fobias personales, por encima de las necesidades del país.
Se espera -una vez más- una auto crítica clara, sincera y que proponga soluciones. Por lo pronto no estaría de más un último (y desesperado) llamamiento a la unión de todas las fuerzas progresistas ante las elecciones del próximo 26 de mayo. Después, esa auto critica, una mayor concienciación en la conveniencia de un partido de izquierdas de amplio espectro capaz de acoger a contra más mejor, con el fin de proteger a la clase trabajadora de tanto fascismo y tanto liberalismo. Y más tarde, una regeneración completa del proyecto, para evitar convertirse en una IU 2.0. condenada al ostracismo, y sobretodo para recuperar los ideales de su emergencia, volviendo a la horizontalidad en las decisiones. Pablo Iglesias sabe que tiene que irse pero querrá colocar a Irene Montero como cabeza de partido y así mantener su influencia. Sería un error, que derrumbaría la ya derruida credibilidad del partido. Podemos necesita salir de la endogamia impuesta por el Círculo de la Complutense y concentrar un discurso de defensa de la clase trabajadora y de verdadera izquierda.
Izquierda Unida esta en esa misma encrucijada, y aunque parezca lo contrario tras estas elecciones, a la izquierda del PSOE sigue habiendo un espacio ideológico inmenso que tiene que ser el de Podemos e IU.
En cuanto a las confluencias, todas, una vez desligadas del proyecto Unidas Podemos, han perdido su representación y tanto en Galicia, Catalunya, como Valencia se han perdido escaños que tras la aplicación del sistema d’Hont han acabado en otras fuerzas.
  1. En Euskadi, la suma de las tres derechas nacionales no ha conseguido ni un escaño. Supongo que tirarse años insultando a vascos y catalanes, e incluso mandar a la policía a aporrearles, habrá tenido algo que ver.
PNV amplía su representación, al igual que Bildú lo que les da el título de necesarios en el nuevo Congreso. Podrán negociar directamente con Sánchez.
En Catalunya, frente a la táctica de confrontación de Puigdemont y Torrá se ha impuesto el pragmatismo de Junqueras y Rufián. Así Esquerra ha conseguido sus mejores resultados y llama a la puerta de la Generalitat que no puede seguir bloqueada por el tacticismo de la burguesía liberal catalana.
  1. La hecatombe del PP ha sido tan colosal que han perdido la mayoría, y con ella su capacidad de boicot, en el Senado. Desde 1996 el PP ha regido la cámara alta, usándola a su antojo para desgastar rivales. Ahora el PSOE tiene la oportunidad y la responsabilidad de darle sentido, aplicando una política que venga a solucionar los muchísimos problemas que tiene la organización territorial del país, empezando por el drama de la España vaciada. Aún con esta mayoría, el Senado, debe desaparecer en una nueva Constitución.
  2. PACMA ha subido su resultado, pero sigue sin acceder a un diputado. Más de 300.000 votos sin representación, que en principio, deberían darle un eurodiputado en las próximas Europeas. Con la ultra derecha haciendo campaña con los toros, las fiestas y la caza, tienen que hacer frente con el resto de fuerzas democráticas y antifascistas, pero asumiendo y aprendiendo más del ecologismo que del animalismo.
¿Qué va a pasar?
En principio, estamos ante una legislatura “normal” en cuanto a su duración. Va a ver, salvo hecatombe, cuatro años de Pedro Sánchez en la Moncloa. Incluso, y hasta por primera vez, tras unas elecciones generales, el IBEX35 subía. Ahora bien, necesitará apoyos.
Cruzando el ecuador de éste masivo ciclo electoral, ni Sánchez ni el PSOE van a forzar posibles pactos que pueden desgastar a los barones territoriales y ciertas candidaturas en alcaldías.
Su principal socio, para investidura y presupuestos, será Podemos, que a parte de mantener en la izquierda las políticas sociales y económicas del Gobierno a de articular un proceso interno, que primero reconduzca a las múltiples corrientes, territoriales e ideológicas, a un proyecto común, para después abrirse a una nueva dirección elegida entre todos.
PNV y Bildú aparecen como socios preferentes que no le pedirán un referéndum de autodeterminación a cambio, pero si mayores competencias y dinero para Euskadi.
Pero cuidado. A Sánchez el otro día le gritaban “Con Rivera no”, igual que hace 15 años a Zapatero le gritaban “No nos falles”. Pues bien, sin fiarme mucho de la dirección del PSOE, Pedro Sánchez tiene una oportunidad histórica para reconstruir una España que necesita amplias reformas políticas y sociales que den estabilidad y mejoren la dignidad de las gentes. Reformar, cuando no una nueva, Constitución, es inaplazable. La España plural lo necesita. La España vacía, lo implora. Feminismo, justicia social, memoria y cambio climático son los cuatro ejes sobre los que debe articular su acción de gobierno, gobernando para todos, no sólo para los poderosos.
En cuanto a la oposición de la derecha a priori, estamos ante un tiempo nuevo, en el que el derrumbe del PP parece evidente, desligándose en dos partidos: Una centro derecha liberal en Ciudadanos; Y una extrema derecha franquista, en Vox.
El 26 de mayo más, con las elecciones municipales, autonómicas y europeas, tan sólo 4 días después, en principio, de la sesión de investidura.


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