Ya
han pasado los dos debates televisados entre los cuatro candidatos a
presidente del Gobierno en
las Elecciones
Generales
del próximo domingo, 28
de abril.
Quizás hicieran como un servidor, y se hayan refugiado en la
literatura, la cocina, hacer algo de deporte o el imprescindible
Cachitos
de anoche. Si es así, les felicito. Han ganado en salud y en
cordura, visto lo revisado en las crónicas que la prensa lanza hoy y
lanzó ayer.
Dicen
las malas lenguas de las estadísticas que hay un 41% de indecisos y
que la doble confrontación de lunes y martes podría desnivelar la
balanza derecha vs centro-izquierda. Me cuesta creer que a estas
alturas de la película haya un español o española que no ha
perfilado el sentido del voto. Si es en el eje centro-izquierda,
incluso la dicotomia entre PSOE y Unidas Podemos estará decidida.
En
la derecha si es probable que haya un alto porcentaje de individuos
tentados a volver al corrupto
redil del PP
o apostar por el neo-franquismo de cubata y chabacanería que resulta
ser VOX. En ambos casos parece que Ciudadanos pierde el paso. La
resolución el próximo domingo a eso de las 10 de la noche.
Leídas
una docena de crónicas de distintos medios del espectro ideológico
sobre los debates de ayer y anteayer, me permito el atrevimiento de
sacar unas pocas conclusiones:
-
La primera es la terrible deriva a la necedad que los medios tradicionales llevan. Convertidos en repositorios de fanáticos y hooligans, los análisis y las opiniones se convierten en furibundos ataques personales al oponente y en un ensalzamiento sin medida al favorito. La distorsión de la realidad es tan asombrosa como espeluznante la influencia que puedan seguir ejerciendo en ciertos sectores de población.
-
Para la derecha los debates han servido única y exclusivamente para plasmar un enfrentamiento por su elector. Pedro Sánchez -y Pablo Iglesias- han sido espectadores de lujo del rifirrafe entre Casado y Rivera disputándose las migajas de la bandera para atraer a un electorado que les permita continuar en su puesto. Por primera vez parece que la derecha pueda verse influida por el voto útil y de la conjunción que este tenga con el voto oculto saldrán más o menos opciones de que la presidencia de Gobierno caiga en el PP. La derecha nunca ha necesitado aportar buenos oradores, mejores discursos y propuestas que muestren su implacable neoliberalismo y su fanático franquismo. En el juego de las emociones estaba su ventaja. Pero el espectáculo mostrado por estos dos personajes avergüenza más que empatiza. Las mentiras y la búsqueda del zasca y de la imagen ha estado por encima de cualquier plan de gobierno por muy descabellado, retrógrado y anti social que tengan.
-
En cuanto a la izquierda, sale notoriamente mejor parada y ambos candidatos se han presentado como los más serios, responsables y atractivos de cara a la gente normal, que lo que quiere es que se solucionen los problemas del país. Son los únicos que han dado propuestas y alternativas a esos problemas, y aunque sea sin atacar el pactismo de la transición o el estado del capitalismo, con eso les debería valer para gobernar -en coalición- un país normal.
Pero
España, no es un país normal.
Si lo fuera, como decía hace unos párrafos, no se entendería ese
porcentaje tan alto de indecisos teniendo en cuenta la que ha caído
en los últimos 8
años. O
los últimos 11. O los últimos 40. O los últimos 80 años.
Entre
éste 28
de abril
y el próximo 26
de mayo
en el que se celebrarán elecciones
municipales, autonómicas y europeas,
celebraremos el octavo aniversario del 15M.
La estafa
económica de 2008
en la que se limpiaban con los servicios públicos las deudas
privadas de la especulación y des regulación financiera impulsaba
un movimiento
indignado
que pedía justicia social y llenaba de ilusión nuestras vidas.
Arrancaba una revolución -más bien un conato de ella- en la que
también se ponía en solfa a la corrupción, a la oligarquía, al
estado de las cosas, a los pactos antisociales y anti democráticos
de la transición y reivindicaba la memoria de lucha anti-fascista.
En
un movimiento juvenil y urbano
las generaciones que veían, veíamos, nuestras perspectivas de
futuro irse al sumidero salíamos a llenar las plazas, no sólo de
lemas, sino también de propuestas. Se denunciaba un estado
del malestar,
opresor y demagogo, que necesitaba ser cambiado, erradicado, pero que
aún hoy languidece y se muestra intratable e incluso violento.
Hoy
las grietas sociales se agrandan. Los privilegiados cada vez lo son
más y oprimen con mayor fuerza a los oprimidos, que ahora somos
precarios y un montón de cosas más, gracias a la neolengua.
La reacción ofensiva del machismo ante la justa reclamación de igualdad de las mujeres. La situación de Catalunya y el verdadero
drama territorial de un mundo rural condenado a la extinción. Y una
extrema derecha lanzando soflamas incendiarias con altas perspectivas
de voto.
La
política y los políticos son un quebradero de cabeza para el
ciudadano de a pie y lejos de ofrecer confianza, son cada vez más
detestados. La corrupción,
las puertas giratorias, las medidas antisociales,
las políticas desilusionantes son paradigmas en los que reconocemos
a los principales colores que hoy ocupan administraciones,
parlamentos y medios de comunicación.
Se
mueven en las arenas movedizas y tras el 26 de mayo cualquier cosa
puede pasar. Especialmente en Cs que
ya cumplió con su papel de paracaídas de un corrupto PP y que lejos
de presentarse como una derecha moderada ha incendiado el ambiente
disparando al polvorín de Catalunya. Y también en
Unidas Podemos,
cuya idoneidad como coalición está en permanente discusión, en
lamentable desafección, insoportable desunión y en franca oposición tanto dentro de
Podemos, como dentro de Izquierda Unida.
En 2016 la mayoría absoluta fue de la abstención.
Más de 10 millones y medio de habitantes no ejercieron su derecho al
voto. Muchos de ellos por desidia pero también muchos porque la
desilusión y el hartazgo son intrínsecos al clima político
nacional.
Hoy
parece que ninguno de los partidos en liza los tiene en cuenta, y
tratan de atacar al rival para rascarles los votos directamente,
porque parece más rentable en el reparto que las circunscripciones
provinciales otorgan.
Esto
se ve en cómo está siendo la campaña y la pre-campaña: Insultos,
acusaciones, exabruptos, mentiras y los fichajes de personajes de
nula preparación, dudosa reputación y que con cada declaración
crispan más que unen. La
endogamia
de los partidos,
especialmente del PSOE y sobretodo del PP, con toda esa recua de
niños y niñas bien que han crecido bajo las faldas del partido se
antojan como inútiles para sacar al país de los problemas que
tiene.
Evidentemente
estamos peor que antes y la cosa no parece que vaya a mejorar en un
futuro próximo. Más bien al contrario. Frente a la necesidad que
tiene éste país de afrontar la crisis institucional y de confianza
en la política que lo asola, continuamos inmersos en la patada
adelante de un sistema que se resiste a morir, porque sabe que hay
muchos privilegios y mucho dinero que perder y alguna pena de cárcel
que tendrá que cumplirse.
España
ha de afrontar un cambio profundo en su política y en su sociedad.
Hay que reformar esa Constitución, pero antes hay que cumplir todos
los puntos sociales que son salvajemente pisoteados desde hace 40
años, empezando por eliminar ese artículo 135 que hace 8 años
sublimó toda riqueza nacional a las apetencias de los bancos alemanes.
Hay
que formalizar esa transición a la democracia primero limpiando de
fascistas tanto el poder judicial como el ejército, eliminado sus
privilegios y prebendas, y haciendo posteriormente el ejercicio de
memoria democrática que clama la libertad desde hace 80 y 40 años.
Hay
que limpiar esas cloacas del estado que infectan la palabra
democracia.
Hay
que cultivar la memoria
democrática
y en esa memoria tiene que estar la imagen de una España, diversa, y
que se construye no bajo un monarca o una bandera, sino ante unos
servicios públicos de calidad, eficientes y respaldados por el
trabajo, la pasión y la vocación de millones de personas que
merecen nuestro reconocimiento y respeto. Construir España es
dotarnos de una sanidad, una educación, unos servicios sociales de
calidad, amplios y que no hagan distinciones ni por procedencia, ni
tampoco por capacidad adquisitiva.
Hay
que hablar seriamente del papel internacional de España, como
comparsa de los deseos del país más belicista del mundo, Estados
Unidos. Y formando parte de una Unión Europea de los mercaderes
construida únicamente para hacer mucho más ricos a los ya muy
ricos, y más pobres al resto.
Hay
que hablar de nuestro modelo económico.
De nuestro modelo energético que tiene que pasar por las energías
renovables de las que deberíamos ser ya líder mundial, de no ser
por el detestable Rajoy, su cohorte y por los chantajes de eléctricas
y bancos. Hay
que hablar de por qué hoy, millones de personas caen bajo las
umbrales de la pobreza, incluso trabajando. Por qué tenemos un paro endémico de más de 4 millones de personas y cómo solucionarlo. Hay
que hablar de porque nuestras viviendas son espacio para la especulación y no un derecho, no un lugar donde vivir para millones
de personas. Hay que hablar de cambio
climático
y de como proteger nuestro entorno y a nosotros mismos.
Hay
muchas cosas de las que hablar y tras la
revolución frustrada que termino siendo el 15M
y en medio de éste macro proceso electoral que vivimos en 2019, no
va a cambiar nada. Y no lo va a hacer porque desde nuestros sofás y
nuestros móviles de 4G no inquietamos el poder de la oligarquía que
nos oprime y detesta.
Esta
en nuestras manos, y en nuestras cabezas y corazones, cambiar,
mejorar España.
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