domingo, 2 de julio de 2017

40 años de In modélica Transición

Tras muchos años de lucha Ascension Mendieta puede velar a su padre Timoteo @ARMH_Memoria

El pasado martes se celebraba en el Congreso de los Diputados el acto conmemorativo sobre la celebración de las primeras elecciones "democráticas" tras 40 años de dictadura fascista. Del acto oficial ha trascendido mayoritariamente, la queja del Rey emérito por su exclusión, pasando de tapadillo por el hecho de que el actual monarca, denominará por primera vez, como dictadura a ese período nefasto y tenebroso de nuestra historia, que para algunos, los fachas de siempre, resulta de absoluta paz y candidez. Ni una palabra sobre las más de 150.000 víctimas de la represión, la tortura y la sanguinaria violencia franquista que siguen desaparecidos por las cunetas y las tapias de los cementerios de éste país. Tampoco sobre los exiliados. Y mucho menos hubo mención alguna al privilegado estatus adquirido por la oligarquía y la iglesia católica o el estado del ejército y la judicatura nacional, herederas todas ellas de los designios de una dictadura fascista.
Al mismo tiempo Unidos Podemos y otras fuerzas de la izquierda en el Parlamento organizaban un acto paralelo para homenajear a quienes verdaderamente lucharon por la democracia, la legalidad y la dignidad de la clase trabajadora. A quienes se jugaron la vida, sufrieron torturas, exilios, persecuciones y la muerte y desgracia de sus familiares, amigos y compañeros. Un homenaje merecido y necesario porque cuando se habla de impunidad hay que ir más allá de buscar a los culpables, por supuesto clave, sino también dar respuesta a las víctimas.
Cuando se refieren a la “modélica” transición lo hacen desde su punto de vista. Del de quienes ostentan desde el alzamiento de 36 el poder. De quienes usurpan la voluntad popular de éste país desde hace 80 años. Una transición modélica para quienes quisieron y quieren mantener el fascismo soterrado bajo una máscara democrática. Para quien quiere que nada cambie. Que los artesonados económicos y las estructuras sociales sigan vigentes en el estado de las cosas que provocó y favoreció la dictadura franquista. Modélica para engañar al pueblo y la clase trabajadora. Para usurparle dignidad y poder. Esa fue “su” Transición a la Democracia.

Jamás se ha hablado en España, y mucho menos en su educación, de que hayamos vivido un genocidio en nuestro país e historia. Todo un protocolo para la muerte, y también para la impunidad y es que cuando marchan los profesionales de la dictadura, llegan los profesionales del olvido, de quienes se olvidan de la dignidad antifascista y se atreven a banalizar la historia del franquismo. Incluso un protocolo que se aseguró entre otras cosas, de los homenajes y las pleitesías para con los traidores y asesinos.
En la dictadura acomodada, había mordidas, corrupción sin límite, compradas, vendidas y todo lo que nadie pueda imaginar y el que no pagaba, terminaba pagando con su libertad, su ruina, etc. Había violaciones sin límite, pederastia, asesinatos, accidentes, esclavismo, desapariciones, tráfico de niños, pero... no había libertad de prensa, y por lo tanto, nadie se enteraba de nada. Sólo aquellos que sufrieron los desmanes, malos tratos etc.
Lo peor de todo, es que en esa comodidad, en esa transición que primó el miedo a los sables y a una nueva Guerra Civil, por encima de la cordura, quedaron en el poder los mismos corruptos de antes, los que vivieron inmersos en estas lides tan ocultas entonces y tan sonoras ahora, y luego sus hijos, y después los hijos de sus hijos, y ante tamaño despropósito, que no hemos sabido o querido solventar en estos 40 años desde las primeras elecciones, hoy día nos encontramos con lo que nos hemos ganado a pulso, con lo que merecemos, porque nuestros votos, además, no han querido castigar esos desmanes. Fue la Ley de Amnistía que añadió innumerables capas de indignidad, barro y estiercol, a la memoria de quienes lucharon contra el franquismo y de las víctimas de su barbarie corrupta y clerical. España, por arte de magia, se acostaba fascista y se levantaba demócrata.
Después vino entrar en Europa lo que fue un dardo envenenado, y la entrada en el euro mucho más. Nos vendieron como caramelos dulces drogas ácidas de un sistema neoliberal y explotador que ha puesto el trabajo, y la vida y salud del entorno y las personas por debajo y detrás del dinero, de su acumulación especulativa y abusiva. Y los compramos tan contentos, porque vivíamos acomodados en un nivel, que ni soñado. Pero el veneno salió a la luz sin tener el antídoto; un veneno que pese a que estaba presente y flotante en el aire, no quisimos ver.
La corrupción instalada desde siempre, la venta de lo nuestro que empezó Felipe González volviéndose de repente "neoliberal tacheriano" y acabó Aznar para paliar una crisis forjada a base de fabricar poco y de re conversiones industriales (probablemente necesarias algunas), apostando por el ladrillo en una país donde la competitividad industrial era mínima y privatizando las empresas públicas hechas con el esfuerzo de todos y que componían el patrimonio nacional. Todos, o muchos sabíamos que un país no puede vivir de servicios y ladrillo, creando burbujas de mentira, tanto financieras como inmobiliarias, pero muy en el fondo, porque de cara a la galería se negaba la mayor. Era evidente que aquello iba a explotar, y no menos claro, también resultaba que iban a ser lo poco que nos quedaba, nuestros servicios básicos, educación, sanidad, seguridad social, cultura, deporte, medio ambiente con lo que se iban a pagar las deudas y las retribuciones millonarias de los delincuentes que habían provocado la crisis. Los mismos, o sus hijos, que llevan 80 años conspirando para dominar el país, lucrarse con él. Malditos hijos de puta sin vergüenzas y sin escrúpulos.
Los políticos nos han vendido y nosotros les hemos dejado, y si nuestros padres nos dejaron la herencia del miedo, hoy dejamos a nuestros hijos la herencia del destrozo. Porque es cierto, esta crisis, se acabará cuando los mercados quieran, cuando Alemania se rinda, cuando no haya nada que rascar para poder pagar esa deuda imposible; pero la miseria que ha traído, la miseria todavía por llegar, el hambre, la indigencia intolerable en un país desarrollado (supuestamente) tardará décadas en solucionarse, si es que se recupera alguna vez.
Pero también, como sociedad, dejamos en conjunto la herencia del olvido de quienes lucharon contra el fascismo. La herencia de la legitimidad de un sistema opresor y corrupto. Y la herencia de la desafección política, del tragar con todo, del desinterés por las cuestiones que nos afectan, de cómo y por qué nos saquen, nos destruyen. La herencia del laminado de todo el futuro.
Vemos a diario casos de políticos mafiosos, corruptos, sin vergüenzas, estafadores y ladrones. Pero callamos porque pensamos que, si echamos a esos personajes, quien sabe si el que venga no será peor.
El bipartidismo se tambalea, como hace todo el Régimen del 78, pero éste se defiende y se regenera con nuevos actores que añaden más basura al estado de las cosas. Las cloacas del estado supuran podredumbre. Inmoralidad y corrupción y un sistema opresivo para mantener el poder en las pocas manos de siempre. Un PP intrínsecamente corrupto y ultra, fortalecido y un PSOE víctimas de sus propias hipocresías, se complementan con el revisionismo naranja de Ciudadanos, partido impuesto por las élites para eliminar un previsible flujo de votos de la derecha a como mínimo la abstención. Y Podemos, que parasitó la emergencia del 15M y con ella de la izquierda radical para enfangarlo y convertirlo en pequeñas escaramuzas de guerras de guerrillas que imposibilitan la activación social, la de la calle y los centros de trabajo, escuelas, hospitales y universidades que es de dónde debe de surgir el germen que dinamite esta nauseabunda realidad que ensucia la democracia, que impide la libertad y la dignidad de la población y el porvenir de éste, siempre, acomplejado y perdido país.
No obstante, el miedo siempre se termina por vencer. Cuando esa familia anónima tiene serios problemas para llegar a fin de mes, cuando el pequeño y honesto empresario no puede pagar la nómina a sus trabajadores, cuando los padres ven marchar a su hijo al extranjero sin billete de regreso… cuando todo esto ocurre tornándose el pan de cada día, tomas consciencia que ese sistema de alternancia bipartidista y consolidación de las estructuras de poder franquistas, ya no es capaz de ofrecer una solución a los problemas más profundos de la sociedad y, es cuando ese miedo, que mantiene en silencio al pueblo, se desvanece.
Por lo anterior, no solo debemos dejar caer este sistema podrido, sino que debemos acelerar su final para que nuestra generación pueda comenzar a construir algo nuevo, sano y sólido. Una política de base que cumpla con la idea original de su significado. Gobernar por y para el pueblo.
PPSOE se hunden por errores que ellos mismos han cometido. Un nuevo sistema democrático es posible. La oportunidad que nuevas fuerzas políticas que, hasta la fecha se han visto relegadas a la sombra de este sistema bipartidista, puedan ser escuchadas abiertamente sin la censura mediática orquestada desde el propio poder bipartidista.
Es más, en España tuvimos una experiencia democrática exitosa durante la Segunda República en tiempos en los que nuestra renta per cápita era incluso menor. La Segunda República inició grandes reformas económicas y sociales, como ya se ha comentado extensamente, y aquel proceso democrático no fue interrumpido por la gente pobre y humilde, sino por la gente rica y con privilegios, que veía tales privilegios afectados por las reformas democráticas a través de un golpe de estado, criminal y traidor, de una Guerra Civil cruenta y desigual. Sectores de las clases medias, por cierto, temerosos de los cambios, también apoyaron al fascismo. La dictadura representó los intereses de las personas poderosas, y reprimió muy particularmente a las clases trabajadoras, a nivel no sólo policial sino también económico, hasta el último día de la dictadura.


Permitirme una última reflexión. Supongamos que España hubiera tenido otro tipo de transición, resultado de la derrota del franquismo o de su caída, tal como ocurrió con otras dictaduras europeas -como las comunistas de la Europa del Este-, sin derramamiento de sangre. En este caso, es probable que hoy tuviéramos en España una República en lugar de una monarquía, con una cultura anti franquista democrática bien establecida; con unos medios de información y persuasión menos conservadores y más plurales; con una memoria histórica viva (y unas escuelas donde se enseñara lo que fue la dictadura, su represión y el retraso social económico y cultural que impuso al país); con reconocimientos y homenajes a los que lucharon en contra del fascismo y la dictadura y que tendrían -como tienen en Francia, Alemania e Italia- monumentos y calles con su nombre con un ejército que tomaría como figuras ejemplares a los militares que fueron leales a la Segunda República, en lugar de los que se sublevaron en contra de la democracia, homenajeando a los militares que fueron expulsados del ejército durante la dictadura por su lucha por la democracia; con una Iglesia que habría pedido perdón no sólo a su Dios, sino también al pueblo español, por su apoyo al golpe militar y a la dictadura, aceptando su lugar en un Estado laico respetuoso con todas las religiones y especialmente el laicismo; con una derecha democrática que hubiera denunciado sin ninguna ambigüedad el golpe militar y el régimen franquista, y con unas izquierdas menos moderadas y más fuertes; con un Estado del bienestar más desarrollado que el actual, y con una Constitución más progresista que reconocería la multinacionalidad de España y la posibilidad de reestructurar la relación entre sus componentes según la voluntad popular de cada uno de ellos. Soy consciente de que, debido al gran desequilibrio de fuerzas en la transición, no había otra alternativa. Pero las fuerzas democráticas deberían ser conscientes de las limitaciones que impuso la transición in modélica a fin de corregirlas.



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