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viernes, 5 de abril de 2024

No hay concordia sin memoria. No hay democracia sin justicia. No hay historia sin olvido



La ultra derecha española ha anunciado en la última semana una serie de iniciativas legislativas en las Comunidades donde gobiernan en contra de la Memoria Histórica y la Memoria democrática. “Leyes de Concordia” que son el pago por los acuerdos de investidura, pero también el compromiso personal y sentimental con el franquismo y la impunidad de sus familias durante todo el siglo XX. Blanquear y ocultar su pasado por parte de los herederos, mientras siguen deslizando su oposición ilegítima y fuera de todos los cauces legales a través del más básico lawfare y de la más burda y continua manipulación mediática.

La presentación de estas leyes sigue el patrón rutinario de la ultraderecha. Una utilización capciosa y orwelliana del lenguaje, en el sentido de acusar a los demás de lo que están ellos haciendo. Llamadlo “adoctrinar”, “perseguir”, “odiar”, pero no lo llames concordia a planteamientos que provocan discordia en la sociedad española por la nauseabunda intención continuada de blanquear el fascismo, del que son orgullosos herederos.

No podemos y no debemos sorprendernos de que la derecha presentada como “constitucional” y “democrática” avale el discurso de su socio de gobierno en Castilla y León, en Valencia, en Extremadura o en Baleares. El PP tiene una fuerte tradición, precisamente anti-constitucional (esta por el primer derecho cívico, social o económico de la Constitución que defiendan vía acción, declaración o incluso omisión) y anti-democrática que marca una tendencia con la línea trumpista actual. El auge de una fuerza de extrema derecha desligada del propio PP la ha llevado a subirse de nuevo al monte a defender el marco ideológico franquista y a atacar todos los convencionalismos que la ciencia histórica, la decencia y el sentido democrático de un estado de derecho marcan como inexcusables.

En un contexto de grave crisis institucional en España que ha hecho volar el sistema de mayorías parlamentarias en todos los escenarios, el acceso al poder, y con él a los recursos económicos de todos, necesita del concurso de esta extrema derecha ultramontana, negacionista de todo (igualdad entre géneros, razas, naciones y sentimientos, del cambio climático, de la memoria, etc.), y profundamente antidemocrática para plantarse como una alternativa de gobierno. Como bien se ha dicho no van a enfangarse y perder dinero (es lo único que les interesa) por una cosa de rojos, como la memoria histórica.

No les importa ni lo más mínimo hacer estallar su propia coherencia y deshacer sus propios acuerdos previos, como la Ley de Memoria de CyL con tal de no discutir el estado de las cosas, profundamente marcado por el pasado. Por lo que cualquier intento de restaurar la verdad, la justicia y la reparación es vilmente atacado y malversado.

La intención es articular un modelo de estado donde la memoria se amolde al escenario del mito de la transición y el Régimen del 78. Donde prevalece una interpretación equidistante que ha alentado el franquismo sociológico que nos está estallando en la cara. Ese falsario reparto de la responsabilidad entre los dos bandos, esa leyenda de la “guerra fratricida” como si ambos bandos hubieran sido igual de responsables en la guerra y si hubieran tenido las mismas armas, condiciones y legitimidad (obviando la necesaria participación de tropas extranjeras, regulares con todo lo que implicó en el bando nacional, y de voluntarios en el republicano) o el de que “todos hicieron barbaridades” o “recuerda Paracuellos”. Como si las víctimas del bando republicano no hubieran tenido reparaciones formales y patrimoniales en algunos casos durante la larga noche de la dictadura. Equiparando a torturador con la víctima, negando una vez más como durante la Dictadura, esa condición a los represaliados, a los asesinados, a los exiliados del bando de la legalidad vigente y luchadores por la democracia y la libertad. O esa intención de englobar toda la contienda incluida la execrable dictadura fascista y clerical que tuvo como consecuencia, con el primer período democrático de la Historia de España, como fue la Segunda República. El objetivo de estas “leyes de concordia” es sustentar estos relatos y cerrar la página de la reparación, de la memoria y de lajusticia.

La teoría de la equidistancia y la concordia de los herederos de los vencedores, que fueron, no se olvide, los golpistas, asesinos y fascistas, en oposición a las leyes de memoria democrática. Frente al derecho internacional y la justicia universal que consagra los Derechos Humanos y el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y al establecimiento de una sociedad civil democrática, primera y mejor garantía de que no se repita el doloroso pasado. Una manipulación obscena que pretende igualar a víctimas y verdugos, a quienes atacaron y dieron un golpe de estado alzándose contra su propio pueblo, y a quienes defendieron la dignidad obrera y la democracia de la República.

El problema viene una vez más de la falta de rotundidad de la izquierda cuando ha tenido el poder. De no ser igual de agresivos de como lo es la derecha cuando ostenta la legitimidad de los boletines oficiales. La Ley de Memoria Histórica de 2007 y la Ley de Memoria Democrática de 2022 tienen muchas limitaciones, omisiones (entre ellas y clave dotaciones económicas presupuestarias que hubieran abierto todas las fosas y todos los archivos) y carestía de recursos públicos para instaurar el relato de la verdad histórica y la memoria democrática en la sociedad española.

Una democracia que nació como un punto y seguido a la dictadura autoritaria franquista, sin la preceptiva y saludable depuración de responsabilidades y la investigación de la miriada de corrupciones. Una transición donde prevaleció la forma del objetivo, la consolidación democrática por la vía pacífica (habría que hablar también de la violencia política durante la transición), frente al fondo, esto es, la construcción de una sociedad democrática plena. Donde el ruido de sables de gerifaltes del franquismo asustados ante el cambio permitió la aprobación de una Ley de Amnistía (esta amnistía no se discute) que supuso una “ley de punto final” en la que aparentemente (a nivel internacional como ya se ha hecho en varias ocasiones los crímenes de lesa humanidad como los del franquismo no prescriben) se renunciaba a juzgar los crímenes del bando nacional en la Guerra Civil y la dictadura.

No hubo una política de reparación y de memoria que reescribiera con verdad la falsaria historia del franquismo y su relato que quedó avalado como “un mal menor”, “una incomodidad pasajera” o incluso, “una absoluta tranquilidad.

En este sentido, no sorprende que en este momento de crisis global, con repliegue identitario en los valores nacionalistas, el auge de la extrema derecha haya traído el revisionismo y la estrategia del olvido del pasado. Si esto pasa en cualquier país europeo ahora mismo, incluidos los que fundaron sus sistemas democráticos bajo principios del anti-fascismo, qué decir de España donde la transición no supuso ni ruptura, ni reparación, ni justicia. Esto ha dejado indudables taras en el sistema político español. Eso sí, en nuestro caso se trata de un pasado olvidadizo a la carta, obviando lo que les perjudica pero usando y manoseando hasta el asco a las víctimas que si les propician votos como por ejemplo se ve con los distintos tipos de terrorismo (etarra, islámico, de ultraderechistas sobre sindicalistas, etc.).

Por ello, ante esta deriva la sociedad civil, y los historiadores que trabajan investigando y difundiendo la verdad de nuestra Historia Contemporánea (repugna el silencio de la Academia de la Historia española instalada en la endogamia, la mediocridad, la mendicidad moral y financiera y atada por los mismos herederos del fascismo) han alzado la voz denunciando la intención anti-democrática de la derecha de este país. No se puede tolerar tanta mentira, tanta indecencia y tanta negación a la justa reparación de las víctimas. Es imposible pretender construir un futuro sobre unas bases de impunidad y olvido. Sobre la doble violencia que sufren los luchadores por la democracia en este país, primero como víctimas directas del fascismo, y ahora que intentan borrarlos de la memoria colectiva y el patrimonio común, los herederos de sus verdugos.

Frente a la manipulación, la des-memoria y la indignidad, verdad histórica, anti-fascismo y democracia con mayúsculas y con todo lo que implica.


jueves, 16 de junio de 2022

La anormalidad democrática en Españistan

 

En una democracia, ¿qué es la normalidad para los demócratas? El respeto a los Derechos Humanos en el marco de la diversidad de todas las personas. No hay un ser humano igual que otro, pero todos y todas tenemos los mismos derechos y deben ser garantizadas las mismas oportunidades independientemente de esa diversidad, independientemente de su lugar de origen, de sus creencias, de su orientación sexual, de su sexo, de su lengua, de su ideología... Un demócrata, de izquierdas o de derechas o de “centro”, cree, o al menos debería creer, en esa igualdad y respeta la diversidad humana en todas sus manifestaciones; cree en el Estado de derecho y en el Estado social para garantizar la justa aplicación de la igualdad de derechos y libertades.

El debate político no debería de estar en este mínimo común compartido por todo demócrata. Estaría en las formas de gestionar el estado y los servicios públicos, como garantías de esa igualdad de oportunidades entre los ciudadanos, que constituye los cimientos de la democracia, como sistema político, que en principio, nos hemos dado entre todos. Se hablaría así, de aplicar medidas socialistas o liberales en esa gestión, con las consecuencias que ocasionarían y también, con los límites que socialismo y liberalismo deberían de marcar inexorablemente en una democracia. Cualquier desviación hacia al extremo en ambos lados provocarían el desmoronamiento democrático. Sobretodo en el caso del liberalismo, donde ya vemos, como el ultraliberalismo ha procedido a una voladura de los sistemas democráticos liberales de la segunda mitad del siglo XX al haber acabado con la igualdad efectiva de derechos y oportunidades.

¿Pero qué ocurre en Españistan? En Españistan se consiguió la democracia sin lucha, pasando de una dictadura fascista, militar y clerical que dejo una economía autárquica, un sistema social esquelético y un modelo de estado centralista y criminal para con el resto de nacionalidades del estado español y con el mundo rural. Un corpus político atrofiado y privilegiado con profundas raíces en el partido único y en la convivencia con un alto empresariado que lleva casi un siglo beneficiándose de continuo de los recursos del país y de sus gentes. Con estos mimbres y en un contexto de crisis decisiva y definitiva de un capitalismo que hace aguas y arrastra en su acometida a la democracia liberal, el fascismo vuelve a caminar sin máscaras ni disfraces y desplegando su batería de odio y atraso.

Con la esperada y a la vez torpe cesión del PP de CyL, de Mañueco y de su nuevo líder, Feijoo a la ultraderecha se pretende normalizar la nauseabunda forma de hacer política de Vox que tiene su emblema en el gilipollas que han puesto de vicepresidente que sin asumir responsabilidades políticas, pasa a cobrar un pastizal para únicamente enturbiar el clima político y disparar odio y víscera a todo aquel que no cumple con sus mantras cutres y trasnochados: hombres blancos, el ultracatolicismo, el machismo, la misoginía, la negación a las otras realidades culturales y nacionalistas, anteponer una suerte de derechos individuales dopados por la capacidad extractiva económica de las élites a los derechos colectivos, al bienestar y al bien común. Discutir el cambio climático y las medidas urgentes ya a tomar para paliarlo. Ignorancia cientifica, sexual, política, democrática,…

Vox es una gangrena de este sistema político españistaní que ya estaba enfermo y presentaba síntomas de agotamiento desde hace mucho. Es a la vez causa y consecuencia de los errores del pasado que no limpiaron las instituciones (ejército, fuerzas de seguridad, universidades y judicatura) de fascistas; del uso político, electoral y mediático de su ideario y sus seguidores para afianzar mayorías durante 40 años que no discutieron ni construyeron la defensa de la memoria y la democracia.

Extirpar el miembro mohoso, ennegrecido, rancio y tóxico es ya urgente pero el enfermo no se va a curar sin más. La podredumbre ya ha roído los huesos y el esqueleto se tambalea. Los órganos de la democracia en España también están podridos y si ya era urgente extirpar el fascismo de ellos hace 40 años ahora se convierte en trascendental. Se trata de justicia, de memoria y de coherencia. Y se trata de no olvidar los que con su dejación de funciones pero sobretodo con sus intereses personales y privados han favorecido el estado de las cosas de un país que se hunde en la miseria, sin convivencia, sin igualdad y siempre dependiente de los intereses de Estados Unidos.

La corrupción y el fascismo son las dos caras de la misma moneda que lastimosamente ancla en el atraso a España y a sus buenas gentes. Que haya mayorías que voten ultraderecha -ya sea pura y novedosa como Vox o disfrazada y antigua como el PP-, se debe al nulo proceso de redención política y democrática que se hizo con la transacción -cómo añoramos a don Julio Anguita-. También es parte clave de este insidioso tinglado la élite de un partido socialista profundamente clasista y herramienta de desposesión de los trabajadores al servicio de los poderosos. Así, los problemas se enquistan y no se solucionan, y las clases trabajadoras parecemos ajenas y sin defensa ante este estado de las cosas.

Pese a tener una parte del gobierno que está trabajando bien en mejorar, o al menos mantener, las condiciones de vida de las trabajadoras y trabajadores, estos avances pasan de soslayo sin atención mediática -los grandes emporios mediáticos que dominan este país pertenecen a oligarcas patrios empeñados en impedir que quienes estábamos hace 10 años en las calles y plazas lleguemos a gestionar- y sin ser reconocidos por la población como medidas que ahondan en su beneficio. En este contexto, disputar desde la izquierda la sempiterna campaña electoral que es la alta política de este país es una quimera y a la vez algo digno de estudio y agradecimiento.

Con episodios concretos como las elecciones autonómicas del próximo domingo en Andalucía, la necesidad de crear una candidatura fuerte de izquierdas que luche por la dignidad de la clase trabajadora es cada vez más urgente y al mismo tiempo, un camino inevitable.

El reto es hacer que la buena gente no se quede en su casa y vaya a votar. Y que vote a quienes les defiendan. Y que estos, antes, hayan dejado atrás las diferencias personales -casi siempre enfocadas en los curriculums que cada uno quiere hacerse- para articular candidaturas donde el programa político venga no sólo a defender la tibia democracia que padecemos y mantener mal que bien una igualdad simulada. Sino a venir a abrir las puertas y las ventanas de este edificio carcomido, erradicar el fascismo, denunciarlo y combatirlo, y ejercitar un programa que amplié la igualdad entre todas y todos para poder ampliar nuestro futuro.

jueves, 13 de febrero de 2020

Silenciar a los nostálgicos



Subida del salario mínimo interprofesional, pensiones subidas al IPC, sueldo de los funcionarios del estado subido, inicio del trámite para le ley del derecho a una muerte digna, ley contra la exaltación del franquismo, paralizado con política y diálogo el conflicto del campo español azuzado por las derechas, des-tensión el tema de Catalunya.
Éste es el bagaje del primer mes de gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos. Y no parece mal bagaje dadas las expectativas de caos y colapso que auguraban las resentidas derechitas cobardes y ultra derecha clasista a las que visto lo visto en la primera sesión de control al nuevo gobierno se han quedado con el único argumento de “Venezuela”. Sea lo que sea que signifique eso.
La agenda política la marca el gobierno desde el martes con el cambio del Consejo de Ministros de viernes al segundo día de la semana. Así evitan que durante la semana, en las tertulias de café, de trabajo, de comida se hable de lo que la oposición quiera. Este gran acierto estratégico del gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tiene descolocados a sus oponentes, tanto políticos como mediáticos.
El anuncio de la intención del Gobierno de tipificar como delito la apología y exaltación del franquismo, tan criminal, corrupto, traicionaero y homicida como el nazismo alemán o el fascismo italiano, ya ha provocado las furibundas reacciones de los cuerpos del estado impregnados en esencia de tan detestable régimen. Medios, judicatura, miembros de las fuerzas armadas y cuerpos de seguridad del estado y partidos políticos herederos directos del catequismo franquista se han puesto en solfa no vayan a perder la oportunidad de cantar las alabanzas y amenazar con el golpismo como han estado acostumbrados estos 40 años largos ya de pseudo democracia ibérica.
Que esta gentuza aluda a la libertad de expresión es un chiste de mal gusto cuando hay más de 150.000 personas ejecutadas y desaparecidas en nuestro país y hubo más de 4 millones de exiliados por su forma de pensar y vivir. Pero es lo que tiene esa legitimidad auto impuesta con la Ley de Amnistía (siguiente paso, debería ser derogarla y pasar a juzgar los delitos de lesa humanidad, que por cierto, nunca prescriben) que sustentó judicialmente lo que socialmente impregno el franquismo durante tantos años en la educación, las costumbres y los criterios de la población.
A las ultra derechas de éste país no sólo les preocupan que sus rituales de exaltación fascista sean perseguidos y condenados por vía penal. Lo que más les duele es que de seguir avanzando en el camino de la Memoria Histórica, los privilegios y las usurpaciones al pueblo saldrán a la luz, se repararán y tendrán que pagar la traición a la clase trabajadora y al país al que dicen tanto adorar. Se les cae la máscara de democracia cuando los pones ante los fantasmas de un pasado caínita, violento y genocida y que ahora en el presente, muestran poniendo trabas a cualquier avance social que la población reclame, a cualquier mínimo atisbo de justicia social y a cualquier llamamiento de emancipación que los y las oprimidas lancen.
Las interesadas igualdades con el terrorismo etarra, o con el comunismo en la República o en Venezuela son el manoseo de uso y abuso de conceptos que contraponen única y exclusivamente para salvaguardar sus privilegios que vienen de un golpe fascista militar, de una guerra civil salvaje y traicionera, de una larga dictadura que implantó garantizó los modelos de corrupción y nepotismo y una democracia siempre amenazada por la repetición de la historia de un ejército, una iglesia, una nobleza y una burguesía perennes enemigos de la clase trabajadora española.
Todos hemos visto como la ley y su peso caía sin escrúpulos sobre unos chavales de Alsasua por una pelea de bar con unos Guardias Civiles envalentonados; sobre una diputada que defendía el derecho a la vivienda digna; sobre anarquistas y comunistas; sobre cantantes y letras; sobre humoristas y chistes; sobre tuiteros; sobre vecinos que defienden su barrio; sobre unos tirititeros que realizaban una sátira sobre la libertad de expresión. Y así mil casos más. Y también hemos visto como la ley resbalaba sobre el manto de la impunidad sobre los fascistas que asaltaron la librería Blanquera; sobre los asesinos de antifascistas o aficionados a un club vasco de fútbol; sobre los que salen a cazar inmigrantes y homosexuales.
Como decía Galeano, “la justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos”.
Tipificar como delito la exaltación del franquismo llega tarde. Y probablemente será difícil ejecutarla, mientras exista la Ley de Amnistía. Pero es necesario y un primer paso para educar a la sociedad en democracia y poder abrir los melones que la dictadura y 40 años de silencio han dejado madurar hasta que se han podrido. España necesita una revisión de su historia y una aplicación de la justicia de manera urgente, reparando a las víctimas y condenando a los verdugos ante la historia, y también a sus privilegiados herederos, cuyos privilegios vienen de aquellas matanzas.
Una buena parte de esos herederos están en las altas instancias de la judicatura y en las asociaciones “conservadoras” fachas de la justicia. Ya han expresado su disconformidad y las dudas legales sobre tal medida. Aquí es bueno recordarles que en una democracia, la justicia, lo legal o ilegal, lo moral o inmoral, lo decide la sociedad en su conjunto. Y hay cosas que son absolutamente incomprensibles en un estado de derecho. Exaltar el fascismo en una democracia es una de ellas, quizás la más importante de todas, como nos demuestran todos nuestros países vecinos.
Desde luego existe un riesgo. Poner a la extrema derecha con la bandera de la defensa de la libertad de expresión es un juego peligroso. Mas si cabe porque ya conocemos a los medios de persuasión que trabajan para ellos. No sería la primera vez que una medida coercitiva para acabar con los abusos del fascismo, se convierta años después en un arma para atacar la disidencia desde la izquierda. Que los demócratas, socialistas y comunistas nos veamos atacados por llevar una bandera republicana, una camiseta con una hoz y un martillo o por leer a Miguel Hernández, Lorca, Barea o a la pasionaria.
Para evitarlo es evidente la necesidad de perseguir, investigar y judicializar Guerra Civil, dictadura y años de plomo dentro de la Transición. Dar las herramientas necesarias a la Ley de Memoria Histórica para acabar con la impunidad y la amnistía. Pero sobretodo hace falta mucho compromiso antifascista. En las calles, en la educación y en los medios. Para enseñar, para cultivar el sentido democrático y libertario en la población y así evitar que se dejen seducir por los cantos de sirena de los clasistas y fascistas que siempre nos han considerado, a la clase trabajadora, infrahumanos a los que explotar, aprovecharse, despreciar y asesinar.
El gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos debe de continuar en esta línea marcando el ritmo político, y dentro de ese ritmo, los que creemos en ese inmenso espacio a la izquierda de estas dos fuerzas, aprovecharnos y construir un modelo revolucionario que termine con la indignidad de la clase trabajadora.
Éste gobierno de coalición tiene incontables y enormes retos que asumir. Y el próximo sin mayor demora, debe de ser la derogación de la Ley Mordaza. También es conveniente y urgente, deshacer el entuerto de mordaza digital.
Funcionando así, se lanzaría el mensaje de permitir la disidencia, la libertad de expresión, siempre dentro de unos valores democráticos y de igualdad, no empleando la nostalgia en la apología y exaltación de la dictadura franquista que tanto dolor y tanta opresión han causado al pueblo español.
Engordar el código penal, una herramienta de opresión de la burguesía y del sistema, puede no parecer una buena idea y que se vuelva en contra de la clase trabajadora. Pero lo que ya se ha demostrado como una idea fallida es permitir que la agenda y el ruido lo marquen los nostálgicos de la dictadura franquista.
España, o mejor dicho la oligarquía de derechas, ya tiene sobrada experiencia de aplicar la brocha gorda sobre el rival ideológico, es decir la clase trabajadora o los pueblos oprimidos, y que luego venga Europa a enmendar la plana y llamar la atención sobre los abusos de poder de una juridicatura reaccionaria, siempre al servicio de un estado de las cosas anti democrático. Con la Ley Mordaza ha sido una constante. Puede pasar que la libertad de expresar alabanzas a Franco y a sus secuaces asesinos sea abalada por el Tribunal europeo de Derechos Humanos. A mi, me parece harto improbable cuando no inverosímil.
Si abrir este debate sirve para poner negro sobre blanco lo que sucedió en éste país durante el último siglo bien vale la pena. Si sirve para desenmascarar a los que hoy en un escaño, un micrófono o una columna de periódico defienden la supervivencia de valores machistas, homófobos, racistas y clasistas bien vale la pena. Si sirve para ayudar a reabrir todas las fosas comunes, todos los procesos sumarísimos, todos los delitos de odio, todas las muertes por razones de ideología, bien vale la pena. Si sirve educar en memoria, en historia y en democracia a toda la ciudadanía para que puedan interpretar libremente y componer su ideario bajo una imagen certera de la historia, bien vale la pena.


miércoles, 7 de noviembre de 2018

Un día cualquiera



Otras ocasiones ya he escrito sobre el insoportable hedor de la cotidianidad, la rutina mugrienta, de este país, llamado España. Estos son sólo algunos comentarios sobre las noticias de hoy, un día cualquiera (o no), en #Españistan:
Anoche el Tribunal Supremo completaba su traición a los valores democráticos más elementales, y fallaba, de forma reñida, a favor de la banca en el tema de las hipotecas y ver quien pagaba los tributos de su constitución, si los ciudadanos como avaló la instancia superior, o las entidades bancarias que son las que hacen el negocio. Así se desdecía del auto expresado por la sala creada técnicamente para dirimir este asunto. La bolsa bajaba y empezaron los movimientos en la sombra para frenar tal tropelía a los que mandan. No está de más recordar que la banca ha hecho negocio especulativo con las hipotecas firmadas por sus clientes, por lo cual recibieron un beneficio económico no sólo por el funcionamiento normal de un contrato hipotecario, sino también en los mercados de especulación financieros. De ahí partía la necesidad de pasarles a ellos el pago de este impuesto. Pero la injerencia de los poderes económicos es real y evidente sin importar el desprestigio a la máxima institución de la Justicia en Españistán, justo ahora, que va a tener que juzgar lo ocurrido en octubre del año pasado en Catalunya, lo que puede marcar el rumbo del país en el corto y medio plazo.
Unas horas antes el Tribunal de Derechos Humanos de la Unión Europea con sede en Estrasburgo desautorizaba al estado español al fallar que el juicio contra Arnaldo Otegui había carecido de las más mínimas garantías legales y democráticas, lo que había llevado a una sentencia condenatoria, marcada de antemano. Un prejuicio lanzado por los poderes fácticos del estado y la derecha franquista que lleva al post juicio en toda Europa de que seguimos siendo un estado autoritario y con poca o ninguna, decencia.
A los cínicos dirigentes de la derecha española (Casado, Rivera o Abascal) no les veo indignados porque no se respeten los Derechos Humanos en España, o porque el Tribunal Supremo juzgue en favor de la banca y en contra del beneficio ciudadano. Estarán inaugurando el ático de lujo que se ha comprado en pleno centro de Madrid, la familia del opositor venezolano y condenado por homicidio, Capriles. Este es el nivel de la derecha tan “nuestra”.
Españistan es ese país en el que un personaje que responde al alias de “Comisario Villarejo” guarda en cajas de zapatos horas y horas grabadas de conversaciones privadas con altos estandartes del estado, desde la corona, a la judicatura pasando por los partidos políticos. A todos ellos los tiene cogidos por los huevos en un chantaje, parte de lo que llamamos las cloacas del Estado, que es impropio de un estado moderno de derecho, pero que aquí tenemos como una eventualidad propia de un pasado no resuelto, en el que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, siguen considerándose en un espacio de la realidad superior, con plenos poderes para amedrentar y castigar a todos.
Somos un país escandalizado porque un humorista se suena los mocos con una bandera. Le pedimos tanta responsabilidad a los artistas que hacen humor o canciones y pasamos por alto todo el rastro de fechorías y corrupciones que han laminado por siempre el futuro de las y los trabajadores.
El presupuesto en Defensa se dispará mientras no se le sube la pensión al IPC a los jubilados, no se aplican subidas de convenio y aumenta la precariedad laboral a niveles insoportables. Todo ello mientras nos inundan los falsos autónomos de las multinacionales “colaborativas” que se llevan sus beneficios a paraísos fiscales.
Pagamos por la luz, el gas y las telecomunicaciones muy por encima de su valor real y de los estándares europeos, porque lo que en realidad ponemos es la plusvalía otorgada al sistema de las puertas giratorias que retro alimenta la conveniencia entre la alta política y la alta empresa a costa del sudor y las necesidades de los trabajadores.
Mientras tenemos que pagarle sin saber por qué un viaje a Bangkok (destino turístico predilecto para el sexo y la pedrastía) a un senador del PP y a un diputado de Ciudadanos. También hay que acoquinar la dieta a Pablo Casado por ser diputado, pese a tener casa en Madrid. Y seguir aguantando a gentuza como Celia Villalobos, Jesús Posadas y otro montón de caraduras que no sólo viven de nuestros impuestos sin haber aportado nada a nuestra sociedad, sino que además, pervierten y convierten la democracia en algo manoseado, turbio y en un lucrativo y provechoso método de vida.
Crecen cada día las víctimas en la carretera, por el deplorable estado de abandono que tienen (y también porque conducimos peor). Crecen cada día las víctimas en el tajo por las políticas de des regulación de las relaciones laborales, sobretodo en lo que afecta a la salud y seguridad del trabajador, mientras se lucha contra la disidencia sindical. Crecen las víctimas de violencia machista. Crecen las víctimas por haber perdido una Sanidad y unos Servicios Sociales (y también una educación) de calidad y garante de igualdad, cuando socializaron las perdidas y tuvimos que pagarlas con los derechos de todas y todos.
Esta mañana el Presidente de la Generalitat de Catalunya ha expresado en el Parlament la ruptura de negociación presupuestaria con el Gobierno de Pedro Sánchez. Los escritos desquiciados de fiscalía y abogacía del estado hacia las personas que lideraron desde arriba el Procès determinan la agenda política de los próximos meses que si no media rectificación acabarán en un adelanto electoral. Algunos deberían de recordar quienes han llevado la situación a dónde está, que no somos los ciudadanos que nos beneficiaríamos de unas pequeñas medidas sociales por primera vez en casi una década. Conviene no olvidar que la vieja guardia de la burguesía catalana es quien lleva la voz cantante en la situación y que más allá de banderitas y lacitos buscan perpetuar sus beneficios de clase.
Día si y día también siguen saliendo los escándalos con Hacienda de los ricos y poderosos, tan ocupados ellos de decirnos a todos los demás, a la clase trabajadora, cómo vivir y cómo votar, que les hace “no estar al corriente con Hacienda”. Ahora es Vargas Llosa el que tiene que regularizar su situación. Lo hará sin miedo a actuaciones de la fiscalía, tan ocupada en juzgar a quien roba un bocadillo “porque tenía hambre”, como para perseguir los miles de millones que roban los defraudadores y corruptos.
Para uno de esos canales de la TDT ayer fue un día perfecto para dedicarle su prime time a un narcotraficante que lejos de arrepentimientos y postureo por interés de no ser condenado, sigue viviendo como si tal cosa, dando una patina de normalidad y moralidad a su legado, que no es otro que el de arruinar a las familias obreras gallegas, envenenar a sus jóvenes y lastrar el futuro y la esencia de toda la región.
El cambio climático avanza sin que a nadie le importe. Perdemos biodiversidad a cada minuto y se degradan espacios naturales todo porque pusimos el Medio Ambiente como un bien más sobre el que el mercado pudiera maximizar su beneficio.
Y tenemos a un Gobierno legítimo, con mayoría en el Parlamento (recordemos, en un sistema parlamentario) manteniendo un pulso con la familia Franco y la iglesia católica española, para recuperar algo de dignidad y Memoria Histórica, y no acabar con un mausoleo celebrando el fascismo y el franquismo en pleno centro de Madrid.
Y podía seguir comentando noticias de un día cualquiera porque el estado de descomposición es tal que aún no muerto el régimen, nos sentimos sucios y desesperados, entre sollozos y gritos de rabia, por la desvergüenza continua de un poder oligárquico, cleptocrático, plutocrático, nauseabundo y descorazonador, que nos avergüenza a quienes pensamos, sabemos y deseamos un país mejor.
Con sus estertores previos a la muerte -y por lo tanto a su condena y construcción de algo mejor- envilece la situación general, provocando miedos y violencia a partes iguales. La radicalización de la derecha más rancia, cutre, homicida y caínita es un ejemplo de ello. Los que antes se ofendían si les llamabas fachas o franquistas, hoy se sienten legitimados a resaltar una herencia de odio, destrucción, muerte y atraso, porque enfrente no han tenido las respuestas institucionales, pero también colectivas, para contar la historia y restaurar la memoria de quienes lucharon por la libertad y la democracia.
La estafa llamada crisis y su respuesta desmontando el estado del bienestar de las socialdemocracias liberales ha causado tanto dolor que ha envalentonado y sacado los peores comportamientos. Se socializaron las pérdidas, se empeoró la vida y expectativas de varias generaciones y así muchos incautos no encuentran otra respuesta que les de consuelo y cierta ilusión de futura mejora que en el populismo de extrema derecha.
Y mientras todo esto pasaba, ayer fallecían 18 inmigrantes en Cádiz tratando de llegar a las costas españolas (y europeas).


lunes, 8 de octubre de 2018

Asoman la patita


Imagen de eldiario.es del mitín de ayer de Vox

Lo de ayer en Vistalegre no era la primera vez que en -supuesta- democracia se reunía una amplia multitud en torno a un partido de extrema derecha. En innumerables ocasiones, sobretodo cuando no estaba en el poder, el PP atizaba los odios y manoseaba a las víctimas del terrorismo para exponenciar las pasiones más bajas de la rancia y cruel patraña de las españas, apropiándose de la bandera y legitimando discursos reaccionarios que luego llegados al poder, unas veces perdían por cálculos de poder (estado de las autonomías) y otras extremaban (véase Ley Mordaza, aborto, matrimonio homosexual,...).
La diferencia con lo de ayer es que esas 9.500 personas que fueron al mitín de Vox (más las 2.000 que se quedaron fuera) fueron a ver a un partido sin representación parlamentaria, y que se declara abiertamente fascista, más aún franquista, se apropia nuevamente de la bandera (luego se sorprenden) y atiza contra inmigrantes, maricones, catalanes, vascos, rojos y todos y todas que no pensamos como ellos.
Noventa años después en Occidente cometemos el mismo error una vez más y la falta de respuestas consecuentes a la estafa llamada crisis que estallaba hace 10 años trae consigo la efervescencia de movimientos anti democráticos, anti derechos humanos y de extrema derecha.
Y es que la democracia como sistema político que gestione el sistema económico y social globalizado no ha tenido, por ninguna de las vertientes las respuestas necesarias para dar dignidad a la vida de las personas.
Con la estafa llamada crisis ni el liberalismo, pervertido en neoliberalismo y más aún ultra-liberalismo, ni la socialdemocracia eran capaces de paliar sus efectos mientras la vida y las expectativas de futuro de millones de personas se iban al sumidero. Al tiempo que los financieros y capitalistas ponían a salvo en paraísos fiscales sus insultantes beneficios e indemnizaciones, las pérdidas quedaban en los Estados en las cuentas públicas, que recortaban en sanidad y educación a la sufrida clase trabajadora que se quedaba en paro, veía como suben los precios de la vivienda y la energía y se convertía en “precariado.
Y mientras la izquierda que debería de ocuparse íntegramente de la situación de la clase trabajadora divaga hacia colectivos más atomizados, huérfana de respuestas económicas y sociales ante el desafío provocado por la extrema avaricia de los poderosos. Desde la caída del régimen soviético somos incapaces de explicar una alternativa que existe y es más deseable, para recuperar la dignidad del ser humano y cerrar progresivamente todas las desigualdades sociales, bien sean provocadas por la acumulación de capital o por dejes machistas, xenófobos, homófobos e intolerantes.
Este proceso no es sólo propio de España. Es global. Trump se convertía en presidente de Estados Unidos usando la demagogia más barata para convencer a los millones de votantes blancos pobres. Y en la Unión Europea, lo que primero parecían algaradas en los países periféricos de la Europa del Este (Polonia, Hungría o incluso Turquía) hoy son movimientos que vuelven a acaparar a las masas en Alemania, Francia, Holanda, Suecia, gobernar incluso en Austria, o ser parte definitoria en el referéndum que sacó al Reino Unido de la UE. Hasta en América del Sur comienzan a aparecer movimientos reaccionarios de ultra derecha pescando en la disputa entre la izquierda más social y pro-indígena y la derecha neoliberal y neo colonizadora, como hemos visto desgraciadamente éste fin de semana en Brasil.
España, por supuesto, no podía escapar de tales movimientos, más aún si tenemos en cuenta que en ningún momento de nuestra historia reciente se ha hecho labor de condena y desmontaje institucional (ejército, policía, justicia) de lo que supuso la genocida dictadura fascista. Así durante 40 años quienes un día eran franquistas se levantaron demócratas al siguiente y han participado gustosamente en el estado de las cosas atado y bien atado.
Hoy no puede sorprender todo éste voto de ultra derecha que antes ha colaborado en las golosas mayorías absolutas que el PP ha tenido en el Estado, en buena parte parte de autonomías y en multitud de ayuntamientos. Aglutinado y mezclado con sectores más moderados, democristianos, centristas y liberales han sido parte importante de las políticas de éste país durante la mal llamada Transición a la democracia y son colaboradores necesarios en la catástrofe a todos los niveles que tenemos por país.
Que ahora se desliguen en más apuestas electorales no tendría que ser una mala noticia, más bien al contrario, y que se empezará a fraccionar un voto liberal y nacionalista español que ha permanecido cohesionado bajo el PP, hasta que la corrupción y la inoperancia han hecho estallar la convivencia entre españoles y la conveniencia entre élites políticas ahijadas de oligarcas intereses.
La maniobra de Pedro Sánchez con la Moción de Censura del pasado junio, pillo descolocada a toda la derecha española (incluidos los nacionalismos catalán y vasco) y ha provocado notables tensiones que han extremado en los sentimientos en las filas del PP y de Ciudadanos que había dañado la pegada electoral de los primeros. Mientras en el PP se orquestaba una suerte de primarias que han sacado lo peor de los intestinos del partido para entregarle el mando al delfín del más desquiciado e irresponsable Aznar, en Cs, absolutamente perdidos se han lanzado en una carrera atropellada por los símbolos, cuyo episodio más grotesco es la quita y puesta de lazos amarillos.
Y mientras tanto miles de votantes de ultra derecha (nótese el Doppelganger) que han permanecido años bajo el paraguas del PP se han lanzado a buscar discursos más puros y agresivos, a parte de castigar las corruptelas y mafias de los de la calle Genova.
Lo realmente grave, como digo no es la dispersión del voto de la derecha. Lo grave es la exaltación de pulsiones y sentimientos que hace mucho ya deberían de haberse combatido, arrinconado y eliminado con el peso de la historia y de la conveniencia de una civilización responsable, solidaria y cooperativa en un sistema económico justo, igualitario y globalizado.
Rompiéndose España por Catalunya, con millones de españoles sin trabajo, pasándolo realmente mal para pagar alquiler, desahuciados, con los servicios básicos con precios por las nubes, con la sanidad y la educación de todos depauperados, con toda la gestión ultra liberal de la estafa llamada crisis, no cabía esperar otra cosa que la polarización de la sociedad, y si la izquierda no encuentra el modo de concretar respuestas y hacerlas llegar es fácil que la derecha, a través de demagogia y una simpatía en los medios de comunicación de masas -cuando no un control- arrastre a los desclasados a sus posiciones basadas en el odio.
Y es que el odio y el uso de los símbolos bajo ese mismo odio son el aglutinador que tiene la ultra derecha para crecer y hacerse fuerte. El odio a los que son distintos. Por su color de piel, por su sexo, por su orientación, por su ideología. Por ser pobres.
Llegamos y llegaremos tarde a dar batalla a estos indeseables si no utilizamos todas las herramientas que tienen los sistemas democráticos y antifascistas salidos tras la victoria sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mundial para evitar que la historia se repita.
Lejos de intereses económicos o de dominación mundial debe primar la lucha antifascista como garantía de progreso y de camino hacia los objetivos del Milenio, que pasan en esencia por dos: Conseguir una mayor igualdad entre los seres humanos indistintamente de su condición, y lograr unas mayores cuotas de dignidad y futuro en sus vidas.

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