jueves, 2 de enero de 2020

El estable pacto anti natura



No se ha abierto la sesión de investidura y ya está toda la caterva mediática ultra-franquista, ultra-nacionalista-madrileña y ultra liberal echando espumarajos en contra del que, presumiblemente, será el primer gobierno de coalición en España en los últimos 85 años. De izquierdas por supuesto. Atrás quedan las treguas de “los primeros 100 días de gobierno” o de los primeros datos macroeconómicos estacionarios. Desde ya, con el simple anuncio de la viabilidad de un gobierno bajo un programa tibio de socialdemocracia pro europea, se pronostican los 7 males, la ruptura de mi Españita, el colapso de la economía y mil plagas bíblicas más.
Sin embargo, el apocalipsis que se cierne sobre nosotros a tenor de las tertulias de tvs y radios y portadas de periódicos, según la derecha y ultra derecha mediática no pasa de ser una mera muestra de revanchismo y mal perder. Al igual que en abril, en noviembre, las derechas perdieron. Y las izquierdas ganaron, pese a la nefasta estrategia de Sánchez esos meses de querer derrocar a Podemos (lo que le llevo a perder la maravillosa posibilidad que hubiera dado una mayoría en el Senado).
Confirmado el pacto y los apoyos para la investidura -y para unos presupuestos 2020 que olviden ya los detestables presupuestos de Montoro de 2017 que seguimos padeciendo hoy- la rabia de la caverna ultra es amplia porque se viene una legislatura completa, ya que para echar abajo el gobierno sería necesaria a priori el voto a favor de PP, Cs, Vox y de Bildu, de Ciu, de Esquerra, del BNG,…
Esto no quiere decir que vayamos a tener un gobierno fuerte y que podrá hacer lo que quiera. No. El equilibrio es precario por la continua descomposición de la clase política en nuestro país y por la nula capacidad que se tuvo en el pasado reciente para articular sistemas electorales y de representatividad acordes con el sentir mayoritario y minoritario de la población (que es de lo que va una democracia).
Habiendo leído el acuerdo programático entre PSOE y Unidas Podemos da para ilusionarse puesto que la totalidad de las medidas que lo integran también son promesas de los principales socios, voy a decir periféricos, de la coalición. La reforma fiscal planteada, la limitación de los alquileres, la derogación de la Ley Mordaza, de la reforma laboral del PP de 2012, de la desastrosa LOMCE, la subida del salario mínimo, la renta mínima, seguir avanzando en Memoria histórica y justicia democrática y todo el resto de medidas van a otorgar de mucha mayor dignidad a nuestro país. Y nos debemos sentir por ello contentos, pero también alerta para defender un poco de justicia social en el lupanar para los poderosos que España nunca ha dejado de ser.
Monarquía, ejército, judicatura, nobleza, iglesia, grandes empresarios, derecha mediática y derecha política están ya enfrente blandiendo de sus armas para contestar. Una reacción previsible, la de una mafía, pero no por ello, es menos indignante y que exige por nuestra parte la solidaridad y la defensa de un gobierno, que como digo, sin ser de nuestro pleno gusto, es mucho más deseable que la opresión ejercida por ultras y liberales, todos ellos herederos directos de los privilegios de la dictadura franquista.
Se viene un tiempo de diálogo, de negociación por parte del gobierno, mientras uno de los miembros del pacto, Podemos, debe renovar su proyecto, además de constituir de nuevo una fuerza en las calles, con militancia, horizontalidad y representatividad (también y muy importante en los mundos laboral y rural con todo lo que ello implica). Conseguir los objetivos de clase empezará por defender las pocas medidas que se han conseguido en este pacto y que ya se atacan con dinero, con descalificaciones y mentiras desde los medios de persuasión de la derecha y con mucha judicatura dispuesta a cavar las trincheras. Nos espera la legislatura más crispada de la historia. Y el nivel ya estaba muy alto.
Desde luego quien espere mucho de éste nuevo gobierno se va a desencantar pronto. No faltan ya criticas desde la izquierda pero es que poco más se puede hacer. Es importante tenerlo en cuenta y en ese caso, corre el riesgo de hacerle el juego a las derechitas cobardes y a la derecha ricachona valiente. Como ya he explicado en este blog en alguna otra ocasión la política española vive una crisis de legitimidad antológica. La estabilidad que habían aportado durante muchos años las burguesías vasca y catalana ya no existe porque no le quedan argumentos para pactar (o amenazar con pacto) con la derecha castellana. El procès voló pocos puentes ya en esa concordia, porque la mayoría los dinamitó el propio PP cuando mandó el Estatut en 2006 a un Constitucional partidista e hiper conservador.
Al tiempo, la corrupción sistémica del estado español y la crisis económica del modelo neoliberal y su salida socializando las pérdidas y manteniendo a buen recaudo los beneficios derrumbó el edificio socio-político patrio haciendo que sobretodo los jóvenes salieran a las calles aquel 15 de mayo de 2011. De aquel impulso revolucionario sólo queda el recuerdo, una desmovilización pasmosa y un partido político Podemos cuya emergencia fue tan brillante como desesperante su caída.
Hoy de aquellos impetús por asaltar los palacios de invierno queda un pactismo progre que sobre el papel ha arrancado una serie de medidas para dotar a las clases trabajadoras de algo de dignidad en la resaka tras la orgía neoliberal de los últimos 30 años, dentro del franquismo democrático.
En el momento actual y tras 4 elecciones generales en los últimos 4 años no se puede aspirar a más y es necesario enfrentarse a los tremendos retos que tiene esta sociedad por delante. Y es que los 9 años, de gobiernos de Rajoy han dejado el país hecho unos zorros. Hay problemas como la España vaciada o el conflicto territorial que se han agravado casi hasta términos de lo irremediable. El paro y la precariedad, gracias a las reformas laborales son sustanciales al sistema económico español, así como la inseguridad en el trabajo. Se mantiene un machismo violento y cultural. El patrimonio cultural y el medioambiental se degradan día a día entre negacionistas y lobbystas.
En el pacto de gobierno hay unas pocas medidas y mucho de simbolismo que como clase trabajadora debemos defender. Es posible que por fin podamos poner en marcha esa Transición 2.0 que venga a remediar los inconcebibles pactos del mal menor de la primera Transición y se pueda construir ya un edificio democrático en España, sólido, con valores y con futuro acorde a la Europa y el siglo XXI.


2019 terminó con el anuncio de la viabilidad del gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos y 2020 empezará, todo parece ser así, la investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. A todas y todos los trabajadores de éste país nos toca mantener la ilusión por un cambio que dé futuro y prosperidad a las clases populares, además de tomar conciencia para defender un gobierno que no será ideal, pero si cuando menos, cuantitativa y cualitativamente mejor que cualquier otro gobierno en el escenario actual.

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