Fue
el lento y progresivo auge de los movimientos y partidos neo-nazis y
de extrema derecha en la Europa del Este, antiguos satélites del
“ogro” comunista, la Unión Soviética, que recordemos, fue
quien venció con sufrimiento y graves trastornos internos al Eje de
la Alemania nazi y la Italia fascista en 1945.
Fueron
las cada vez más notorias campañas electorales y populismos de la
extrema derecha de Le Pen cuyo apoyo crecía a medida que se des
localizaban empresas en Francia.
Fueron
las cada vez más violentas y multitudinarias protestas en Alemania
ante la llegada de inmigrantes, especialmente turcos.
Fueron
gobiernos de ultra derecha en Hungría, en Polonia, en Austria o con
carteras ministeriales en Holanda o en los países escandinavos,
mientras la Europa ultra liberal veía bien como se descohesionaba
(aún más) toda la región en un contexto de crisis económica y de
inestabilidad social en sus propias fronteras exteriores.
Ahora,
es
el Brexit, éxito de la ultra derecha aislacionista y racista
británica. Y es el nuevo gobierno de Italia, compuesto por un pacto
contra natura entre extremos para evitar que siguiera el de siempre
robando, y que orgulloso se ha negado a acoger a más de 600
refugiados e inmigrantes que fueron rescatados a punto de ahogarse.
Algunos
llevamos años advirtiéndolo y reclamando que se tomaran en serio
las amenazas y las asonadas. Las palizas y los acosos. Las reuniones
y asociaciones de fachas que
son absolutamente incompatibles con un estado democrático, moderno y
defensor de los Derechos Humanos y la igualdad.
Pues
bien; el horrible espectáculo ofrecido por la Unión Europea todos estos años en materia de inmigración y derechos humanos se ha visto
coronado por el comportamiento de este pasado fin de semana, con el
fascista nuevo primer ministro de Italia, Salvini, clamando orgulloso
y socarrón victoria por negar auxilio a casi quien
se
ahoga en su odisea por un futuro mejor.
Noventa
años después y tras otra crisis (estafa) económica que ha
agudizado la desigualdad social y destrozado la justicia social, el
fascismo vuelve a coger impulso por la Europa que se vendía así
misma como fraternal, democrática y de los pueblos.
Es
el odio a quien es y piensa diferente a nosotros. Pero también es el
elitismo, con el que muchos europeos mira y desprecia al pobre.
Porque al final seas mujer u hombre, musulmán o católico, hetero o
gay, blanco o negro, el trato que vas a recibir lo va a dirimir el
dinero que tienes. Es el neoliberalismo más exacerbado que es la
vertiente económica y cool
de lo que de toda la vida se ha llamado fascismo.
En
España hay que aclarar que no se trata de un advenimiento o un
retorno ya que nunca se fueron. Nunca se limpió el país de nazis y
de fachas. Nunca se hizo justicia con quienes defendieron la
democracia y la voluntad del pueblo hace 90 años. Los que se
lucraron con la dictadura franquista siguen poderosos con lo usurpado
aquellos años. Siguen los homenajes a los criminales y no faltan las
asociaciones que velan por la supuesta honorabilidad de psicópatas y
traidores como Franco, Millán Astray o Primo de Rivera.
Siempre
desde el 78 han estado ahí. Un voto ultra que se aglutinaba en ese
conglomerado de lo peor de la raza humana como ha sido el PP, y que
se ha venido filtrando, como las ratas que abandonan un barco a punto
de hundirse, a otras fuerzas, maquilladas, como Ciudadanos, u
orgullosamente fascistas
como Vox.
Y
ahí están y ahí siguen. Sólo hay que ver como ladran cuando se
habla de una mínima política de Memoria Histórica, reparación de
víctimas o de quitarle los premios a un fascista torturador.
Y mientras en el mundo miles de millones de hombres y mujeres buscan la manera de progresar, de vivir mejor. De tener un futuro digno para si mismos y para sus descendientes. Son refugiados. Pueden ser por causas políticas, pero son siempre por causas económicas. Por decisiones tomadas, lejos de ellos que sólo buscan contentar la avaricia de los más poderosos. De los ricos entre los ricos sin importar las legalidades, nacionales o internacionales, ni los derechos humanos.
Por
todo ello y más que nunca es la hora de tomar conciencia y ser
absolutamente intransigentes con el fascismo. Beligerantes contra que
y quien no defienda con pasión la igualdad y el resto de derechos
humanos básicos, empezando por el derecho a la vida.
Es
el momento de estar en guardia y tener claro que como antaño, fue la
voluntad y el sentimiento de un pueblo pan europeo libre y
progresista quien soporto y lucho contra los nazis. Y que fue una
maquinaria colosal, comunista, de un país y sociedad convencidos de
su futuro en igualdad la que derrotó en campo de batalla a los
nazis.
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