miércoles, 20 de junio de 2018
El fascismo ya llama a las puertas
lunes, 19 de marzo de 2018
Un Grand Slam en Sant's Patrick Day
martes, 30 de junio de 2009
Escribir que las cosas deben cambiar te hace ser un apestado

Genial y reveladora entrevista a Roberto Saviano por parte de El País, 30 de junio de 2009.
Ya está en las librerías italianas el nuevo libro de Roberto Saviano (Nápoles, 1979). Se titula ‘La belleza y el infierno’, y es la suma de su obra periodística: reúne perfiles, reportajes y artículos publicados antes y después de Gomorra (2006), la novela que partió su vida en dos: éxito y fama, miedo y soledad.
En el prólogo, Saviano cuenta cómo es esa existencia nómada y sin hogar (dolor, huída y aprendizaje, habitaciones de hotel, viajes veloces, tristeza y escritura) desde que le amenazó la Camorra, y explica el origen del título, tomado de un pasaje de ‘El hombre rebelde’, un ensayo de Albert Camus: “El infierno tiene solo un tiempo, la vida un día recomienza”.
Saviano ha sobrevivido gracias a la escritura que le obligó a renunciar a la normalidad. Quizá por eso, ha llenado el libro de agradecimientos. Los amigos que ha ido encontrando en esa nueva etapa son el motor de las 250 páginas. Y luego están, sin estar, los ex amigos, aquellos que se fueron sin despedirse y que al irse aumentaron su rabia y su incomprensión, pero también, sin saberlo, le animaron a seguir escribiendo. Unos textos exactos, airados y apasionados a la vez, textos justicieros, o militantes si se prefiere.
Como perseguido, Saviano se siente cómodo entre los perseguidos. Pero escribe pensando en los lectores. En muchos lectores. Dice que es la única forma de callar a los cínicos, los difamadores, los cobardes. “No quiero escribir como los cínicos. El cinismo es la armadura de los desesperados que no saben que lo están”, explica.
Los amigos nuevos, vivos o muertos, tienen algo en común. Son ejemplares. Beppino Englaro, el héroe recto que desafió la hipocresía de los ateos devotos; Miram Makeba, la reina de África que murió en escena en Castelvolturno, territorio Gomorra; los boxeadores olímpicos del Gimnasio de Marcianise, que escapan de la Camorra a base de sudor; Anna Politovskaia, la periodista rusa asesinada para taparle la boca; el músico Michel Petrucciani y el futbolista Lionel Messi, dos enfermos sublimes, entre la belleza y el infierno; el infiltrado en la mafia Joe Pistano, cuya historia inspiró la película ‘Donnie Brasco’…
En octubre, Saviano llevará algunos de esos textos y personajes al Piccolo Teatro de Milán: “Soy un intruso del teatro, pero siento la necesidad de comunicarme directamente con los lectores”, dice en esta entrevista, en la que reflexiona sobre la vida y el periodismo y ataca el cinismo que, a su juicio, está devorando a su país.
Pregunta. La pieza sobre Joe Pistano, Donnie Brasco en el cine, es como un encuentro con un maestro...
Respuesta. Bueno, él es un policía que estuvo infiltrado seis años en el clan Bonnano, y gracias a él hubo más de 100 detenidos… Su vida tiene bastante que ver con la mía. Quedamos en Roma, en un restaurante, y me dijo que debía ir sin escolta. Llego y me dice: “La verdad es que para ser italiano vas muy mal vestido”. Es todo un personaje. Veía a su mujer y sus hijos solo en agosto y en Navidad. Me dijo: “Del infierno se puede volver”. Me preguntó si hacía deporte, si estaba tatuado. “Ah, entonces eres un hombre”. A cada frase se santiguaba. Es religiosísimo.
P. ¿Qué le enseñó?
R. Estuvo muchas veces a punto de morir, pero no lo mataban porque nunca huía. Pasó mucho miedo, pero pesaban más las ganas de acabar el trabajo. Pensaba que si se salvaba podría terminarlo. Ellos se reunían para decidir qué hacer con él, y él se quedaba fuera esperando. Me contó que los bosses estadounidenses se habían dulcificado mucho, y que cuando la cosa se puso fea tuvieron que llamar a los sicilianos. En la Comisión Antimafia dijo que la forma de acabar con ellos es dejar que se americanicen, porque la buena vida les hace cada vez menos fiables como organización, les quita disciplina y jerarquía. Los mafiosos italianos se drogan solo ahora, antes no la tocaban. Las mujeres, me decía, llegaban con un golpe de uña. “Se vuelven locas por los criminales”. Su idea para resistir es que él estaba en lo cierto y los mafiosos estaban equivocados.
P. El bien y el mal…
R. Camus lo dice de otra forma: para contar la realidad es necesario haber atravesado el abismo del infierno y tener el talento de la belleza.
P. Messi y Petrucciani, por ejemplo.
R. Dos enanos que se convierten en gigantes. Petrucciani tenía una enfermedad muy rara, se llama huesos de cristal. Su abuelo era napolitano, y en el infierno de su condición encontró la belleza, la fuerza para ser mejor. Fue capaz de crear algo único. No como un freak que tiene éxito; era independiente de su estado físico. No era un fenómeno de feria. Escuchas un disco suyo y notas un talento infinito. El infierno mejoró su talento, le empujó a ser mejor. Tenía siempre alrededor un montón de mujeres, decía que le dejaban porque las engañaba. Estaba lleno de vida y era un ser monstruoso. Tuvo un hijo y le contagió la enfermedad. Explicó que él había tenido una vida maravillosa y no tenía porqué impedirle vivir una vida semejante. Hay un vídeo en Youtube en el que su hijo toca el piano sentado en sus rodillas. Es como si hicieran el amor solo que en público.
P. ¿Y él cómo tocaba el piano si sus huesos se rompían?
R. Desde el parto vivió con el cuerpo enyesado, todo salvo las manos. Por eso entendió que tenía que hacer algo con las manos. Su abuelo le enseñó a tocar la batería. Luego se fue a América, a una comunidad hippie, y era el enano que todos usaban para los juegos eróticos. Empezó a tocar el piano y un día se encontró con el saxofonista de Keith Jarret, que había dejado la música y era cartero. Tocaron juntos, hicieron un disco mítico que cambió la percepción del jazz. Luego se murió de una pulmonía. Al romperse tantas veces la caja torácica, tenía los pulmones llenos de cicatrices. Es una historia increíble. Le miras y piensas que no tiene nada que ver con la belleza. Lo escuchas y entiendes cómo transforma lo que es en belleza.
P. En el prólogo hace una especie de alegato de la defensa.
R. Me defiendo ante los lectores de las calumnias que me lanzan. Me dicen que soy un producto de marketing, que copio, que soy un escritor de un solo libro y un solo tema. Siempre he dicho que los lectores hacen posible y peligroso el oficio de escribir. Gomorra ha vendido más de tres millones de copias en el mundo y sus lectores saben ahora que Italia es el segundo país del mundo donde hay más personas protegidas, después de Colombia.
P. Pero esa vida ha tenido cosas positivas.
R. He conocido a Salman Rushdie y, cada vez que tengo un problema, le mando un mensaje y me ayuda. Me dice que no me haga un mártir de mí mismo, que vea chicas, que me busque un exilio de oro, que no me martirice para ser coherente con el personaje. Una vez no me querían dejar volar con Air France, decían que los pasajeros tenían miedo. Me dijo: “llama a Le Monde y diles que no te dejan”. Lo hice, Le Monde llamó a Air France y se arregló. Siempre recordaré que cuando estuvimos juntos en Estocolmo dijo que lleva todavía dentro las heridas que le produjeron los colegas.
P. ¿Así que lo peor es la envidia de los otros escritores?
R. Lo digo en el libro: siento orgullo de ser atacado por ese tipo de escritores y políticos que me acusan de representar una puesta en escena y de pillar dinero. Ahora sé que solo el negocio bueno gana al negocio malo. Gasto 10.000 euros al mes en abogados para defenderme. Te dicen que has plagiado, te intimidan con querellas criminales… La noticia sale en los periódicos y cuando ganas han pasado cuatro años. El odio nace de que sienten que eres diferente. Hay muchos políticos y escritores que creen que todo es lícito, viven en la impunidad total. El mecanismo que me empuja a escribir es justo el contrario de ese cinismo. Creo que hace falta cambiar las cosas. Me niego a sucumbir al conformismo. Ellos saben que la mayor parte del país está de su parte. Que nadie sale a la calle a protestar por nada, que la gente adora ser representada por políticos que encarnan sus contradicciones. La gente siente que Berlusconi tiene los mismos vicios y contradicciones que ellos, por eso están cómodos con él. Si tratas de cambiar eso, les quitas el sueño. Pero no hablar de las cosas solo sirve para esconderlas y escurrir el bulto. La indiferencia de los italianos, esa forma de acostumbrarse a cualquier cosa, ha contagiado a la sociedad civil, a los periodistas, a los líderes de opinión. Pensar o escribir que las cosas deben cambiar te convierte en un apestado. Dicen que lo haces porque no has llegado donde esperabas, porque no tienes enchufe… Te llaman inadaptado, dicen que eres poco fiable, que estás fuera del sistema. Ese cinismo está devorando el país.
P. ¿Por qué no escriben para los lectores?
R. Todo el mundo habla para las elites. Como si ya no se pudiera conquistar a los lectores y la única forma posible de estar en el mundo fuera hablar para los colegas. Yo escribo siempre para el público más amplio posible. Esa es la fuerza que tienen las palabras sobre los criminales. Pero también Miriam Makeba, que vino a morir sobre un escenario en un pueblo inmundo dominado por la Camorra, cantó esa noche para 30 personas. Le daba igual que el teatro estuviera lleno o vacío, vino para las prostitutas nigerianas porque eran su gente. En el artículo escribí que murió en África, Castelvolturno es África. Solo esa vieja generación sigue pensando que hablar al público es necesario. Hoy, además, hay que hablar para el mercado global. Si queremos que ‘El País’, ‘La Repubblica’ o el ‘Times’ se interesen por estas cosas, la única forma es que interesen a los lectores.
P. Politkovskaia murió asesinada por llegar al público.
R. Lo que más me sorprendió es que su hijo me contó que tenía a su madre enferma y que se dedicaba muchísimo a cuidar de su familia. El día que la mataron había ido al supermercado a comprar cosas para ella. Era una mujer dedicada y completa. Nunca renunció a su familia, tampoco a su trabajo en Grozni. Sorprende la indiferencia con que la prensa trató su caso. Antes de matarla la envenenaron en el avión, la ingresaron en el hospital y los análisis que probaban el envenenamiento desaparecieron. Lo denunció pero nadie le hizo caso. Dijeron que había visto muchas películas de 007. Hasta que murió nadie la creyó. Su marido, en una entrevista, dijo que era mejor así, que ella temía más a las calumnias y a las fotos de supuestas orgías que a la muerte. Con la muerte nadie tiene dudas. Las dictaduras matan, las democracias destruyen la imagen.
P. La lista de agradecimientos del libro es enorme.
R. Son todas las personas que me han ayudado. Al principio no sabía cómo acabaría esto. El odio político, el riesgo de quemarte… Solo tenía a los Carabineros conmigo, y poquísimos amigos. Esos son los que me han dado gasolina para aguantar y evitar errores. Al principio era fragilísimo, con el tiempo he aprendido a defenderme y construirme. Poner los nombres es una forma de homenaje, y a la vez el relato de un país distinto. No solo existe el que mira hacia otro lado. Hay gente magnífica en este país.
P. El nombre más importante no está. Es el de la dedicatoria. “A M…, luz en esta larga noche”.
R. Es jodido entrar en relación con uno como yo. Enorme presión mediática, judicial… He sido un tipo intratable, nervioso, siempre fuera de onda, sin casa fija… En este diario infernal del día a día, ella ha intentado estar cerca de mí: merecía ese homenaje. Con algunos amigos también estoy en deuda. No es fácil: deben compartir tu batalla, soportar la presión y seguirme por el mundo. Soy un profesional ambicioso de pecado mortal. Quiero cambiar el mundo con las palabras, es una especie de misión. Por suerte no tengo desviaciones místicas, pero el sentido de mi vida es ese. El libro es para los que no crecieron conmigo y desaparecieron de repente. No sé todavía cuál era mi culpa. No hice nada feo, nada malo ni sucio. Pero se fueron.
Una vida nómada
- La osadía. En 2006, Roberto Saviano, entonces un joven y desconocido periodista, publica Gomorra, en el que se detalla el funcionamiento de la mafia napolitana y sus conexiones internacionales.
- Un autor encañonado. El éxito imparable del libro moviliza al clan de los Casalesi, el más poderoso de la Camorra, que jura venganza por haber denunciado el entramado de sus negocios.
- El cine. Gomorra llega al cine de la mano de Matteo Garrone. La película es Premio del Jurado del Festival de Cannes en 2008.
- Con Rushdie. Saviano participa en 2008 junto al escritor perseguido por una fetua en un encuentro histórico en Estocolmo.
- Al teatro. En octubre de 2009 Saviano llevará textos de su nuevo libro al Piccolo Teatro de Milán.
miércoles, 11 de febrero de 2009
Eluana Englaro (II)
Relato publicado en EL PAÍS, el martes 10 de febrero de 2009, el día después de la muerte de Eluana Englaro:
"No podemos vernos mañana, ha pasado una cosa más grande que nosotros". Así dio la noticia a este periódico Beppino Englaro, este lunes a las 20.25. La muerte de su hija Eluana acababa de ocurrir, a las 20.10 en la clínica La Quiete, de Udine.
Englaro, siempre un caballero, ha llamado por teléfono para anunciar que debía suspender una entrevista con la cadena de televisión española Cuatro que se iba a celebrar este martes en Lecco, donde el padre de Eluana tenía un juicio para quitarle la patria potestad de su hija. Estaba tranquilo, calmado. "No puedo explicar por qué, ya lo entenderás". Qué tipo, Beppino Englaro.
Su hija Eluana dejó de respirar cuando en el Senado se debatía la ley que el Gobierno había preparado para intentar salvarle la vida, o esa pantomima de vida que ella, y su familia, siempre se negaron a admitir. Sin dignidad, sin sentimientos, sin libertad. Atada a una máquina. Con la intimidad violada y la voluntad secuestrada.
Tras 17 años en estado vegetativo, y 11 de batalla legal, su espíritu indomable de libertad y el ejemplo cívico de una familia heroica estaban a punto de perecer a manos del Gobierno Berlusconi. Éste, aliándose con la jerarquía integrista de la Iglesia, y sirviéndose de invocaciones huecas a la vida y la libertad, decidió inventarse una ley Eluana. A ese golpe de escena, Eluana, que es una verdadera purasangre de la libertad, respondió con un mutis por el foro definitivo e impidió que esa norma prefabricada pasara a la historia con su nombre.
Como diciendo, ahí os quedáis. El primer ministro expresó su "profundo dolor por la muerte" de Eluana. "Es grande la amargura, porque no han dejado avanzar la acción del Gobierno para salvarla", dijo. "Nos lo han impedido".
El presidente de la República, Giorgio Napolitano, expresó su "profunda proximidad al dolor de la familia y de todos los que estaban cerca de la pobre Eluana". La mujer, según confirmó su neurólogo, Carlo Defanti, sufrió una crisis imprevista, "sobre cuya naturaleza decidirá la autopsia, que ya estaba previsto realizar".
Beppino Englaro, sereno por fuera y roto por la emoción, recordó las palabras de Eluana antes del accidente. "Siempre decía que la muerte formaba parte de la vida. No debéis preocuparos por mí, quiero estar solo, no quiero hablar con nadie, lo único que pido a mis verdaderos amigos es que no me busquen. Estoy hecho así, y espero que me respeten".
La amiga del alma de Eluana, Laura Portaluppi, dijo: "Espero que ahora esté en un sitio mejor y que esté tranquila".
Las campanas de la ciudad de Udine sonaron para anunciar la muerte de Eluana, y decenas de personas que apoyaban a su padre encendieron velas en su honor fuera de la clínica. Otros pidieron a la policía judicial que aclararan la muerte de la mujer.
El Vaticano, poniendo broche a su actuación en la historia, lanzó sospechas explícitas sobre la causa del fallecimiento la mujer a través del cardenal Javier Lozano Barragán: "Hace falta ver cómo ha muerto, si por la suspensión de la alimentación y la hidratación o por otras causas. Si la intervención humana se revela decisiva para la muerte de Eluana, seguiré afirmando que es un delito", afirmó. El cardenal Saraiva Martins, prefecto para la Congregación de la Causa de los Santos, resumió: "Ha sido un homicidio".
Lozano, presidente del Pontificio Consejo para la Sanidad, añadió que el Vaticano "recomienda rezar por ella y pide perdón al Señor por todo lo que le han hecho". "Esperamos que Dios le abra la puerta del paraíso". El cardenal, de todos modos, excluyó que pueda producirse la excomunión de los médicos que llevaron adelante el protocolo dictado por el Tribunal Supremo. "En este momento debemos tener espíritu de perdón y reconciliación, no abrir polémicas, y continuar promoviendo el respeto absoluto a la vida".
En el momento preciso en que se apagó Eluana, en el Senado hablaba el oncólogo Umberto Veronesi, especialista en testamento vital del Partido Demócrata. Pedía a los políticos que no aprobaran una ley "ilógica, irracional y emotiva" cuyo único objetivo, señaló, era "condenar a Eluana a vivir artificialmente hasta el infinito".
Fue un discurso maravilloso, el mejor homenaje posible. Habló de la libertad inviolable de las personas, de la invasión tecnológica que es capaz de producir la medicina moderna, de la "pésima información" que ha rodeado el debate sobre el fin de la vida en Italia, de la ola de emociones levantadas por el discurso de la Iglesia y el Gobierno, "víctimas del cambio de paradigma que abre a la conciencia la vida artificial".
Cuando acabó, llegó a la cámara la noticia de la agencia Ansa. El presidente, Renato Schifani, pidió un minuto de silencio. Tras la pausa se alzó una voz en las filas de la derecha: "¡Eluana no ha muerto, la han matado!". Era el vicepresidente del grupo del Pueblo de la Libertad, Gaetano Quagliariello. La asamblea derivó entonces en una bronca impresionante. La oposición insultaba a la derecha; éstos gritaban "asesinos, asesinos" a la izquierda.
Schifani apremió a los grupos a calmarse y proseguir con la iniciativa legislativa, pero la derecha ya no le encontró sentido. "Nosotros", espetó Quagliarello, "no tragamos". La líder de los senadores del Partido Demócrata (PD), Anna Finocchiaro, le replicó con voz alterada: "Siguen ustedes perpetrando el enésimo acto de vandalismo político".
Schifani levantó la sesión, y reunió a los jefes de grupos. El PD se negó a seguir adelante con la aprobación de la ley. El Gobierno propuso aplazar el debate al día siguiente para trabajar "con mayor serenidad". A pesar de que la urgencia ya no tenía sentido, la mayoría está dispuesta a aprobar la ley lo más rápido posible: "Hay que evitar que se repita un caso igual".
La muerte de Eluana despojó en realidad de todo sentido la tardía y precipitada intervención de la política, que en las últimas semanas habían enfangado la transparencia y honestidad mostrada siempre por la familia Englaro durante su larga su lucha por ver reconocida la libertad fundamental de Eluana. Y de paso hizo pedazos los falsarios argumentos de una Iglesia más implicada que nunca en la política italiana, y a la vez incapaz de ejercer la piedad cristiana con tal de conseguir su objetivo de legislar contra las suspensiones de la alimentación artificial.
Los senadores italianos, convocados de urgencia por el primer ministro, Silvio Berlusconi, habían abandonado por un día los numerosos problemas generales del país para aprobar a toda prisa una ley minúscula (apenas cinco líneas) y transitoria, de aspecto inmaculado y que tendrá un alcance devastador para la libertad de los pacientes, según la oposición.
"Esta ley es un golpe al Estado de derecho", dijo la senadora radical Emma Bonino. "Cuando uno impone lo que uno no haría a todos los demás, eso es un Estado totalitario, un Estado ético".
Según lo previsto, la ley exprés diseñada por el Gobierno y el Vaticano para bloquear la sentencia del Tribunal Supremo que autorizó a detener la alimentación a Englaro iba a ser aprobada hoy mismo por amplia mayoría. El Partido Demócrata aconsejó el "no" a sus filas, pero dejó libertad de conciencia. Los senadores radicales presentaron más de mil enmiendas al texto y tres prejuicios de inconstitucionalidad. El presidente Schifani solo aceptó 70.
Solo la muerte de Eluana detuvo la sensación de farsa. La representación de los políticos italianos fue durante todo el día una ópera bufa. A media tarde, el Gobierno se dio cuenta de que el texto de la ley estaba redactado de forma tan chapucera que condenaba no solo a todos los enfermos, sino también a sus cuidadores a ser alimentados artificialmente y contra su voluntad.
El texto decía así: "A la espera de la aprobación de una completa y orgánica disciplina legislativa en materia del fin de la vida, la alimentación y la hidratación, en cuanto formas de ayuda vital y fisiológicamente indicadas para aliviar el sufrimiento, no pueden en ningún caso ser rechazadas por los sujetos afectados ni por quien asista a sujetos que no pueden valerse por sí mismos".
Bonino explicó que la ley "condenará a todos, pero a todos, a vivir colgados de una sonda para siempre". Y añadió: "El texto ha sido sometido a un Parlamento domesticado y chantajeado por el pietismo televisivo".
La carrera contrarreloj del Gobierno y la Curia para torear a la Constitución pedaleaba de forma irreparable hacia el esperpento. Si se aprueba finalmente, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, debería promulgar la ley en la Gaceta de la República. Podría negarse a hacerlo y devolverla a las Cámaras para un nuevo examen (solo una vez, y si vuelve sin cambios debe aprobarla por fuerza), pero nadie en su sano juicio piensa en Italia que, tras tumbar el primer decreto, Napolitano vaya a ser de nuevo el héroe que salve el orden constitucional subvertido por Berlusconi en aras de "la vida y la libertad".
El secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone, llamó el sábado a Napolitano para comunicarle "el vivo aprecio" de la Curia a la aceleración dada a la ley por el Gobierno. Por supuesto, el Vaticano definió la llamada como "cortés" y explicó que Bertone aclaró que no es intención del Papa interferir en los asuntos de otros Estados. Eluana sabe la verdad.
Berlusconi y el Vaticano han protagonizado una obscena carrera contrarreloj para impedir, con la ayuda de una apresurada y forzada ley ad hoc de dudosa factura constitucional, que se cumpliera la voluntad de Eluana Englaro de que se la desconectara de la sonda que la mantenía con vida vegetativa desde hace 17 años. Tan frágil debía ser el hilo que mantenía a su cuerpo que ha bastado para que se rompiera el cese de la alimentación durante unas horas. Su muerte ha desactivado el enfrentamiento entre la familia y el jefe del Gobierno italiano, que ha enarbolado este caso como contraejemplo de sus particulares ideas o creencias sobre la vida y la muerte, con el apoyo entusiasta del Vaticano.
En esa cruzada ideológica, Berlusconi no ha tenido reparos en utilizar sus poderes de jefe del Ejecutivo para poner en riesgo al Estado de derecho, burlarse del Tribunal Supremo boicoteando su sentencia inapelable sobre el caso, y presionar y amedrentar a las clínicas y médicos dispuestos a cumplirla. Y lo que es más grave y muestra la verdadera índole moral de Il Cavaliere: se ha mostrado dispuesto a sacrificar los derechos de Eluana, que sus padres han defendido y protegido con las armas de la ley y el derecho, en el altar de una ideología y moral determinadas -las suyas y las del Vaticano-, que intenta imponer al Estado contra las leyes del Estado mismo.
Eluana Englaro cayó en el estado en que se encuentra sin hacer testamento vital escrito. Pero dejó uno verbal, del que sus padres son depositarios, al manifestarles su hija -a ellos y a amigos- que no querría vivir como vive tras el accidente de tráfico sufrido. Ese testamento ha sido avalado por el Tribunal Supremo, que verificó en un minucioso proceso la autenticidad de la voluntad testamentaria y dictaminó su conformidad con la ley.
La voluntad de Eluana sobre su forma de vivir y morir es diáfana. También lo es su adecuación a la ley. El deber de un gobernante democrático era respetar esa voluntad y la ley que la amparaba. Pero Berlusconi reaccionó sin importarle el monumental estropicio institucional que ha provocado: ha intentado forzar al jefe del Estado para que firmara un decreto ley inconstitucional; ha desafiado y deslegitimado al Tribunal Supremo; y ha forzado al Parlamento para que promulgara en unas horas una ley que respondía sólo a su particular interés: satisfacer sus ambiciones políticas, coincidentes con los deseos de dominación moral del Vaticano.
Libertad para todos, para decidir, para elegir... Que la muerte de Eluana, sus 17 años de agonía sin vida y de muerte en vida de su familia. 17 años de pleitos, de búsqueda de la elección libre, ante la hipocresía, la barbarie y salvaje anestesia mediática puesta en marcha contra el dolor de un padre... La religión, el conservadurismo, el control político y moral... La manera de luchar de Beppino Englaro es un ejemplo y una lucha que pasa y pasará a la posteridad como símbolo de libertad suprema, ganada con sudor y sangre, en un mundo de dictadura en los ideales y los deseos; y que en España deberíamos tomar ejemplo para legislar algo, que del puro hecho de no estarlo lo hace necesario.domingo, 8 de febrero de 2009
Eluana Englaro

El 18 de enero de 1992, Eluana Jolanda Giulia Englaro, con 22 años sufría un accidente de tráfico que la dejó en permanente e irreversible estado vegetativo. Desde ese día con el dolor clavado en su pecho, su padre Benippo Englaro, , comenzó una carrera contra todos los estamentos italianos para tratar de conseguir la desconexión de su hija, ya que, según él, "habría expresado claramente el deseo de morir en caso de sufir un accidente que la dejara en coma o en estado vegetativo". Pero pronto las trabas aparecieron ante la ausencia de un testamento vital, que corroborará la versión patriarcal y permitiera el descanso de su hija. Durante 13 años el proceso judicia y legislativo que permitierá la muerte digna de Eluana estuvo parado hasta que en 2005 se admitió a trámite la causa, obteniendo sentencia firme por parte del Tribunal Supremo Italiano en julio de 2008, momento desde entonces, las voces de los derechos pro-vida o de la Iglesia católica se han levantado en armas para parar el proceso y seguir alargando el cautiverio en vida de Eluana y de su familia, condenados por siempre al sufrimiento.
El pasado martés Eluana fue trasladada a un hospital privado de Udine en el que podía´n serle desactivadas las máquinas que permiten la hidratación y el alimento que recibe la paciente, en un "reallity" retransmitido en directo por el emporio períodistico y propagandístico de Berlusconi, que "sorprendente" se ha puesto del lado católico. Manifestantes pro-vida intentaban parar la ambulancia a gritos de "Eluana despierta", gritos tan vacíos, tan amorales y tan tardíos, porque seguro que su padre los lleva gritando 17 años, y que la hoquedad mental de estos intentan robar. Todo ello mientras las altas esferas del gobierno fascista y conservador y el Vaticano afilaban armas y contra-atacaban a suerte de abrazar la ilegalidad y saltarse la constitución en un último acto de posicionamiento político arcaico y brutal. Berlusconi, ese personaje dictatorial de la Italia de los últimos 20 años, "reconocido" págano, mujeriego, adúltero, mundano y acumulador de riquezas sin fin es la punta de lanza de esta batalla de la Iglesia contra la libertad individual y la felicidad personal. "Il Cavalieri" movió parlamento y senado a su antojo para sacar una ley ilegal, contraria a una sentencia en firme del Tribunal Supremo (donde su grupo perdió la mayoría por la muerte de un juez de 92 años) y por lo tanto inconstitucional, que evitará la muerte de Eluana. Esto le pasaba el marrón al presidente de la República Napolitano, a quien ya desde el emporio mediático, Berlusconi, había tildado de masón, comunista y que desilusionaria al Vaticano. Napolitano recordó sus viejos tiempos, y se negó a firmar el decreto, tachándolo de insconstitucional y permitiendo la continuación del proceso.
Eluana en estos momentos ya esta en la clínica Quotte de Udine donde un grupo de médicos voluntarios han procedido a retirar su conexión vital a las máquinas, en acto mismo de barbarie, en nada calificativo de muerte digna, ya que el proceso no culminará hasta dentro aproximadamente de 3 semanas. 21 días más en los que Eluana agonizará en la cama que le ha retenido la mitad de su vida, y toda su vida adulta, por tan simplemente no firmar un documento, que hubiera garantizado el respeto a su decisión última y a su vida y muerte. Sin duda estas tres semanas latran la voluntad y el hecho mismo de muerte digna, pero más lo hacen los 17 años que lleva padeciendo, muerta en vida, Eluana. Ahora que ya casi no queda un resquicio de esa muerta digna, siguen azotando el nacional-catolicismo los deseos y libertades individuales.
Sin duda este es el caso más extremo de posible eutanasía. No existe reflejo ni prueba argumental de la voluntad de Eluana, ni antes, ni por supuesto, después del accidente, más allá del testimonio del padre, quien no puedo imaginar el dolor que lleva sufriendo 17 años sin una hija y atado a una cama para no poder olvidar. En otros casos como los de Ramón Sampedro o el adolescente francés, Vincent Humbert, que envió una misiva a Chirac para poderle ser aplicada la eutanasia. Aquí ya no sólo es necesaria una persona que suministre personalmente el véneno o el método de muerte al paciente sino que tiene que haber el valor, humano y jurídico, para tomar la decisión.
Sin duda en todos los países hace falta y mucha, legislar esta cuestión, pero siempre se encuentra con el fervor y el fanatismo religioso y católico y el de sus huestes, ya sean vociferos mediáticos y neo-cons. El testamento vital cuesta unos 16 o 18 euros, dependiendo autonomía, por los formularios necesarios y unos entre 50 o 70 que nos cobrará el notario para dejar constancia en documento público. Aún así no están garantizadas nuestras decisiones sobre el último momento, ya que se trata de un fenómeno alegal, en el que no hay constancia legislativa y que puede alargarse indefinidamente, con recursos de los médicos o asociaciones pro-vida, e incluso con el tampoco legislado en España, derecho a la objección de conciencia. Aún así, no cabe duda, de que es una buena inversión porque nunca se sabe como acabaremos, pero si que tengo claro como no quiero acabar. La muerte digna, en un momento en el que los cuidados paliativos están en su máximo auge es imprescindible. Pero con los casos ya sucedidos el rastro de esa muerte digna, es difusa y se pierde, hasta que no exista la libertad, total e impersonal, sobre el primer y último aspecto de la existencia humana. La vida y la muerte, y como actuar ante ellas, con el simple alimento de nuestra razón, con la mínima contaminación de morales y conductas externas, y siempre salvaguardada de la intromisión en la intimidad propia, de agentes externos que se inmiscuyen en aspectos que claramente no le competen, como es la propia libertad de cada uno.
domingo, 22 de junio de 2008
¡¡¡Podemos!!!

Hoy es el día. Estamos a pocas horas de colocarnos en el puesto que merecemos. El fútbol español tiene hoy una gran oportunidad para romper con el maleficio. Entrar en semifinales es el objetivo. Italia el rival.
Si nos dejamos llevar por lo más puro y racional España gana fácil. Porque tenemos mejores jugadores. Porque jugamos mejor. Porque ellos tienen bajas (sobretodo la de Pirlo). Porque Luis Aragones sabe más que Donadonni. Porque Villa y Torres son la mejor pareja de delanteros de esta Eurocopa. Porque Iniesta, Xavi, Senna, Silva, Cazorla, Cesc y Xabi Alonso forman un centro del campo ofensivo, talentoso y con múltiples variantes. Porque tenemos a Iker bajo palos. Porque Cannavaro y Totti están lesionados y Maldini abandono ya la selección. Porque no pita un húngaro. Porque nosotros tratamos mejor el balón. Porque lo único bueno que tiene Italia son Cristina Scabbia, Monica Bellucci y Maria Grazia Cuccinotta. Porque siempre hay una primera vez para todo. Porque el fútbol y la justicia se aunarán en búsqueda de recompensa para la belleza. Porque nuestra afición esta volcada. Porque Viena recela de Italia desde los tiempos del Duche. Porque el Atleti juega en la liga española. Porque por fin no tenemos al paquete de Raúl, ni a Arantxa de Benito (digo Guti) en la selección. Porque sí. Porque lo digo yo. Porque estamos cansados de ver las finales por la TV . Por Nadal, por Gasol y Calderon, por Contador, Valverde o Freire, por Alonso, por Pedrosa, por Paquillo Fernández, Gervasio Deffer, Marta Domínguez o Amaya Valdemoro. Porque son 20 años sin jugar unas semifinales. Porque en España es donde se mejor se vive. Porque voy a ver el partido con mis amigos y amigas. Por la tortilla de patata. Porque ¡¡¡PODEMOS!!!.
Pero si nos dejamos llevar por las emociones y las vísceras la pesadumbre se apodera de nosotros. Porque nos han ganado siempre. Porque Italia siempre llega mal pero acaba ganando. Porque van de menos a más. Porque su delantero centro Toni, no ha marcado aún y algún día tendrá que hacerlo. Porque Panucci, Ambrosini, Materazzi y compañía saben pegar donde duele. Porque tienen a Buffon bajo palos. Por las jugadas de estrategia. Porque su mister ha estado perdido pero se ha encontrado. Porque Cassanno es el hermano gemelo bueno del que se emborracho en el Madrid. Porque tienen experiencia. Porque son campeones del Mundo. Porque tienen un delantero que se a a comer nuestra defensa. Porque nuestra defensa es una mierda. Porque es 22 de junio y siempre que España ha jugado en esta fecha ha caído eliminada en los penalties. Porque hace 80 años que no les ganamos. Porque tienen suerte. Porque se llevan los balones divididos. Porque nos esperan al contragolpe. Porque pita un alemán. Porque están confiados. Porque conocen nuestro gafe. Porque si. Porque lo digo yo. Porque con el himno que tienen el partido empieza 2-0 a favor de ellos. Porque nos cagamos en las grandes citas. Porque se llevan a las chicas en las playas. Porque el fútbol actual, el que se practica hoy en día, lo invento un italiano (Arrigo Sacchi). Porque el guión es el de siempre y acaba en la apoteosis contraria y en las lágrimas hispanas. Por la pizza y la pasta. Por la mafia. Por Leonardo Da Vinci, Giotto, Caravaggio, Miguel Angel, Paganini y Bernini. Porque su presidente del gobierno es un ladrón y el nuestro bambi. Porque los sueños terminan.
Y ahí va el análisis. España llevará la manija del partido, la posesión y jugará en terreno "azzurro". Italia nos espera y tratará de salir al contragolpe con Grosso y Camoranesi. En estático balones en largo a Toni a que se pegue con nuestros centrales y ojo a la segunda jugada. Con el potencial ofensivo que tenemos y la defensa italiana que tampoco es pa' tirar cohetes (con Nesta, Cannavaro y Maldini otra cosa sería) un gol marcamos fijo. Si marcamos primero, cojonudo, les hacemos un siete. Si se ponen ellos por delante, adiós muy buenas; les podríamos empatar, pero nada más; no van a conceder licencias. Prórroga, penalties y nosotros a casa y ellos a seguir con los bañadores farda... Muy importante también las faltas y los corners que provoquen porque por ahí nos pueden hacer daño. No hacer estupideces como la falta de Puyol a Henry en el pasado mundial, en el minuto 82 y defendiendo esa falta horriblemente. En circunstancias normales (el árbitro sin influir, sin lesiones, ni expulsiones). Empate a 1 y nos vamos en los penalties.
Pero esto es la teoría. Lo que se me ocurre ahora. De repente. Por donde sopla el viento. Mis ansías son de vencer porque les tengo unas ganas terribles desde el Mundial 94. Aquellos cuartos. Aquel fallo de Salinas delante de Pagliuca (¡¡¡gol, mierda Salinas!!!), el gol de Baggio a la siguiente jugada, que fue como la caída del imperio romano (Abelardo, Nadal todos por el suelo, Zubi gateando), y luego el terrible codazo de Tassotti a Luis Enrique en el descuento. Lo que podía haber sido, penalty que nos diera opciones. Lo que fue, un tabique nasal roto, las risas transalpinas, nuestras lagrimas bañando el odio y la furia. Por eso hoy es el día de la Venganza; la Vendetta. A por ellos, España.
Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal
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