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lunes, 19 de marzo de 2018

Un Grand Slam en Sant's Patrick Day



Grand Slam, Torneo, Triple Corona y Victoria en Twickenham, en el templo londinense sobre el archienemigo Inglaterra. Y todo un sábado 17 de marzo. Un inolvidable Sant Patrick’s Day. La tormenta perfecta del rugby irlandés.
Voy a hacer mi resumen de un histórico VI Nations, 6 Naciones, el que ha supuesto el tercer Grand Slam de Irlanda en la historia, y la constatación de un modelo de juego y un sistema competitivo que premia el trabajo y desarrollo por encima de los resultados y que corresponde al modelo de las naciones celtas, de la liga del Pro14 (antes Pro12) y de Irlanda, con sus provincias (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) en particular.
Este resumen lo hago con la clasificación final inversa, nación a nación:
6º. Italia. El XV Azzurri está ya inmerso de lleno en un cambio generacional. Los nombres icónicos siguen saliendo (el próximo será el del capitán Parisse) y viene una nueva hornada de jugadores transalpinos llamados a liderar el cambio. Entre ellos destacan el del zaguero Matteo Minozzi y los flankers Mbanda y Negri, las mejores noticias que nos ha dejado Italia en este VI Nations, junto a una apuesta ofensiva valiente y decidida que nos les ha librado un año más de la cuchara de madera, puesto que las carencias y los errores en defensa les han condenado en todos los partidos. Sin embargo, si yo fuera italiano, sería moderadamente optimista porque se ven mimbres para construir un equipo y según adquieran mayor experiencia pueden llegar las ansiadas victorias.
5º. Inglaterra. La gran decepción. Llegaba el XV de la Rosa con el estímulo de ser el primer equipo en ganar tres ediciones consecutivas y se van con su peor resultado en el formato 6 naciones tras perder consecutivamente con Escocia, Francia e Irlanda, este último en casa. Pese a todo lo que se ha dicho y escrito por los fervientes admiradores Pross, sigo viendo a Inglaterra como el equipo más sobre valorado del rugby mundial y ahora que los resultados han desaparecido se ven las carencias tanto de juego como de apuesta táctica de Eddie Jones. Sin la supremacía física tan evidente y también, hay que decirlo, favorecida por criterios arbitrales más permisivos, Inglaterra ha sido un equipo previsible y con una falta de ideas total en ataque, mientras que en defensa resultaba lento y desajustado con cortinas defensivas llenas de agujeros. Nombres como los de Brown, Joseph, Ford, Robshaw (otra vez) o el capitán Hartley han salido cuestionados. Incluso el nuevo chico maravilla Itoje (quien a servidor le parece que tiene mucho de marketing y poco de rugby efectivo) ya recibe las criticas que comparte con Eddie Jones, a quien, insisto: sin el parapeto de los resultados no tiene ni juego, ni renovación por nombres con los que defender su gestión del rugby inglés.
Aún con todo y como es lógico, siguen teniendo una batería de jugadores amplia y siempre serán considerados favoritos: Pero a menos de dos años ya para el próximo Mundial en Japón 2019, el tiempo se agota para construir un equipo que además disponga un juego más vistoso y agradable de ver.
4º. Francia. La travesía por el desierto del rugby francés continúa un año más sin que se atisbe un hilo de esperanza. Sigue la apuesta por un rugby arcaico, contrario al rugby champán de la gran época, en el que únicamente tienen cabida jugadores clon, físicamente colosales pero poco dotados para la evasión y el juego a la mano. Basteraud, el tres cuartos de Toulon es el ejemplo de este modelo, y aunque con su llegada a partir de la tercera jornada, mejoraron los resultados, el juego siguió dejando mucho que desear. Tampoco ayudaron los escándalos fuera del terreno de juego con el affaire en los pubs y hotel de Edinburgo tras la derrota frente a los escoceses en la segunda jornada y que entre otras consecuencias sacó del equipo al que había sido única luz en el juego ofensivo galo: el ala Teddy Thomas.
Es cierto que en el XV del Gallo han sido duros, muy duros, defensivamente y siempre han estado en los partidos -de hecho, en sus tres derrotas se han llevado el bonus defensivo-, pero su único favor al rugby de ataque ha sido el gran nivel de Machenaud en las patadas a palos. Han ensayado poco (8) y les han ensayado menos (6), pero la sensación tras el torneo es que mientras el sobre dimensionado Top14 se llena de estrellas mundiales del rugby del hemisferio sur, faltan jugadores franceses capaces de aparecer primero en sus clubes, luego en su selección con un modelo que recuerde el de las grandes épocas; un modelo donde el talento prime sobre la fuerza bruta. Parece que quedan años de sufrimiento para todos sus rivales, pero sobretodo para Francia, su afición y su rugby imbuidos en un modelo que ni les da resultados ni les satisface en estilo y concepción.
3º. Escocia. Parece que con la consecución tras 10 años de la Calcuta Cup, el XV del Cardo, termino su torneo. Ante un Murrayfield entregado los caledonios firmaron un partido vibrante y efectivo que supuso la victoria sobre el eterno rival y la constatación de un crecimiento constante de un equipo que tras las notables individualidades -Hogg ha firmado quizás su peor torneo en global, y Russell ha estado muy intermitente- muestra una construcción sólida, con un Johnny Gray exultante en la segunda y un juego de flankers también notable. Siguen apostando por un rugby fluido, de predominante juego de tres cuartos que les ha dado las dos victorias en casa ante Francia e Inglaterra y una apuradísima contra Italia en Roma la última jornada (27-29), pero si quieren aspirar a la consecución final del torneo deben mejorar su versión fuera de Edinburgo, ya que ni en Cardiff, ni en Dublin tuvieron opciones reales de disputar el resultado. Sin embargo, da para mucho optimismo, ya que solo hay que pensar, que no hace tantos años, la actual Irlanda se encontraba en una situación muy similar.
. Gales. Hay que reconocerle a su seleccionador Warren Gatland, unas dotes tremendas para sobrevivir y para hacer competir a un equipo que ha visto como con el torneo empezado fue incorporando a jugadores vitales que han pasado un calvario en forma de lesiones los últimos dos años. Gente como North, Faletau, Lee, Francis, o Davis fueron entrando en el equipo y volviendo así al estilo Gatland, con un juego mucho más controlado, quizás previsible pero seguro, frente a la apuesta de las primeras jornadas con gente como Navidi, Parkes, Patchell o Adams en las que el XV del Dragón se asemejó más al brillante juego de los Scarlets que están admirando a todo el rugby europeo en los últimos dos años.
Pero recuperada la guardia pretoriana se confirma el estilo, no tan bonito, pero no exento de resultados de Gatland y vuelven a poner a Gales en clara condición de disputa y éxito de cualquier partido y torneo que jueguen. Tienen jugadores, tienen un modelo y tienen variantes para sobreponerse a cualquier sobresalto que les llegue.
. Gran Slam. Irlanda. No es fácil empezar a hablar y destacar algo de este tremendo equipo que ha resultado ser el XV del trébol en este VI Nations 2018 pero si hay que hacerlo, lo hago por el drop de Jonathan Sexton en la primera jornada en París.
Al igual que en el último Grand Slam saboreado en la isla verde fue una patada (la de Ronan O’Gara frente a Gales en la última jornada de 2009), con el tiempo cumplido el que ponía en camino a una Irlanda que siempre, cada día ha sido un martillo pilón frente a sus rivales. Pero no sólo fue la patada desde la línea de medios, sino como se llego a ella, tras cuarenta y dos fases, 42 de la delantera irlandesa, montando plataformas y recuperando con una voracidad extrema y una meticulosidad precisa el balón en cada ruck para acercarlo desde la propia línea de 5 metros ya con el tiempo cumplido. Aquella exhibición a parte de sacar el corazón del pecho a todo aficionado, interesado, experto o neófito en el rugby resulto un aviso a navegantes de las intenciones y el nivel irlandés, pero también sirve como resumen fantástico para ilustrar lo que ha sido este VI Nations 2018.

La labor de demolición de la delantera irlandesa -hoy por hoy la mejor del mundo- ha resultado clave para dominar con notable superioridad las fases estáticas -sobretodo las touches- y después para lanzarse en la recuperación en las rucks tanto propios como ajenos. Además se han mostrado con una seguridad defensiva tremenda minimizando en cada partido las opciones de ganar la línea de ventaja para el rival. Ha resultado ser un pack inamovible y sin fisuras llevado por un Rory Best menos brillante que otras veces pero siempre resolutivo tanto como talonador, como capitán. Junto a él, han recuperado la mejor versión de Cian Healy, y el mejor pilier del mundo, un Tadhg Furlong poco menos que colosal. Incluso los sustitutos de esta primera línea han estado excelsos con nombres como McGrath, Cronin o el jovencísimo Porter. En la segunda han brillado Ryan y Henderson y en la tercera frente a las bajas del mejor flanker del mundo para mi, Sean O’Brien, sus compañeros de línea han funcionado a la perfección: O’Mahoney como siempre, también brillante CJ Stander y el último en llegar Dan Leavy.
Joe Schmidt sigue su hoja de ruta para configurar un equipo, un país campeón, con plena coordinación entre la federación (IRFU), las franquicias profesionales (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) y la estructura de base que llena la isla de escuelas y equipos de rugby. Así, y con mucho trabajo y desarrollo a fuego lento, Schmidt, sigue cociendo un rugby capaz de plantar cara a cualquiera, afianzando un estilo claro e irrenunciable -el juego de delantera predominante- y añadiendo más y más recursos tanto en nombres (ojo a las segundas y terceras unidades que vienen con los Leavy, Porter, Carbery, Ryan, Scannell,…) como en posibilidades donde el nombre de Bundee Aki ha sobresalido.
Junto al jugador de origen neo zelandés, y con la ya sabida baja de Payne durante todo el torneo, todo jugador que ha compartido los centros con él, ha brillado y de forma notable, acumulando ensayos y nominaciones como Man on the Match: Primero hasta su lesión Heinshaw, luego en un brillante partido frente a Gales Farrell y por último el mayor talento del jovencísimo Gary Ringrose.
Pero no sería justo limitar las alabanzas en estos hombres sin citar a la bisagra, medio melé y medio apertura que han rayado a un nivel de compenetración y seguridad brutal. Conor Murray y el ya citado Jonathan Sexton, se encuentran, probablemente en el mejor momento de sus carreras, y no es poca cosa decir que son la mejor pareja de 9 y 10 del rugby actual. De como continúen y como lleguen al próximo Mundial irán buena parte de las opciones irlandesas, primero de llegar a semifinales por primera vez y después de por qué no, ganar la Copa del Mundo.
También quiero destacar el nivel, recuperado de Rob Kearney en el zaguero, que al igual que con Healey repuestos de años de lesiones, ha estado soberbio siempre dando el paso adecuado, sin errores ni de ejecución, ni tácticos. Un seguro y además una opción más de sorprender en ataque.
Si todo esto no fuera poco, Irlanda ha encontrado en un chaval que está a punto de cumplir 22 años la guinda del pastel. Jacob Stockdale, el ala de Ulster, en su primer campeonato ha hecho historia con palabras mayúsculas para firmar 7 ensayos en un torneo en la era VI Nations. Con un talento especial para la finalización y con una capacidad genial para la lectura de juego y la anticipación Stockdale no se ha cansado de culminar jugadas de ataque y contra ataque irish durante todo el torneo.
Con todos estos argumentos, Irlanda aprovecho sus partidos centrales (2ª, 3ª y 4ª jornada) en casa para ganar con algunos apuros a sus rivales, para en la primera y en la última jornadas, en visitas a Paris y Londres, conseguir un histórico Grand Slam, y ponerse de manera justa y deseada como referencia para todo el rugby del hemisferio Norte.


Ha sido un VI Nations colosal, divertidísimo y que ha dejado claras muchas cosas. Las cervezas y el hermanamiento con amigos, pareja, familia, compañeros con el rugby como excusa han sido lo mejor. Lo peor es que queda un año para volver a disfrutarlo y habrá que conformarse -nótese la ironía- con la Champions Cup, la liga celta, la liga nacional, las fases de ascenso del amateur, el femenino, el Super Rugby, las series mundiales de Seven, el Rugby Championship...

jueves, 30 de junio de 2016

El #Brexit como síntoma de una Europa antisocial y fascista

El pasado jueves día 23 el Reino Unido aprobaba por un 51'9% (frente a un 48'1%) salir de la Unión Europea en un referéndum denominado #Brexit que ha instalado a Europa y también Occidente en el miedo y que ya ha empezado a tener su influencia como por ejemplo en el resultado de las elecciones generales del pasado domingo en España.
Las consecuencias inmediatas de la decisión fueron las caídas de las bolsas europeas (con el refuerzo del Dolar y el Renmimbi, la moneda china), los beneficios de los especuladores que cambiaron libras el día antes cuando las encuestas daban la victoria al #Brexit, y la pérdida de valor de los miles de millones de los ahorros de los trabajadores británicos y de quienes trabajan allí.
Además ya tiene consecuencias políticas como la dimisión del Primer Ministro el conservador Cameron, principal impulsor de la consulta, dentro de su escalada al chantaje a la UE y que ha quedado relegado por las opciones xenófobas, populistas y descerebradas del ala más extrema de un partido conservador que ya saborea los pingues beneficios para la oligarquía británica explotando a la clase trabajadora ante el nuevo paradigma de un divorcio que se plantea difícil y de riesgo.
También en las filas del laborismo, el nuevo liderazgo más izquierdista de Jeremy Corbin sale tocado, tras no haber podido articular una campaña en favor de la permanencia en la UE victoriosa.
Y por supuesto, y con razón, tanto Escocia como Irlanda del Norte ya han expresado formalmente la petición de un referéndum de independencia de la corona británica, ya que en ambos territorios se votó y de manera mayoritaria por la permanencia. Lacerante es el caso escocés, donde el año pasado en el referéndum de independencia el principal argumento a favor de quedarse en el Reino Unido fue la expulsión de facto de la UE (una amenaza muy extendida también en casos como el catalán y el vasco, por cierto) y ese temor hizo que los escoceses decidieran quedarse, hasta este momento en el que se ven fuera de la UE y dentro de los dominios de Londres, escenario más que indeseable.
Nunca la relación entre la UE y el Reino Unido ha sido fácil. Ya desde el primer momento, la unión de los países del centro de Europa (Francia, Alemania, Italia y BE-NE-LUX) articulaban un tratado para defender su industria del ácero (material clave en los años 60) ante el poderío de la industria británica. Con los años se limaron asperezas y tras varios años de consultas, referéndums en contra y reuniones tanto secretas como al más alto nivel se fraguó la inclusión del Reino Unido en la ya Comunidad Económica Europea, aunque siempre con claras reticencias desde las islas, como por ejemplo con las firmas de los tratados, la puesta en marcha de los Espacios Comunes (Sanidad, Educación o el espacio Schegen) o la defensa a ultranza de la libra esterlina () frente el Euro (€).
De este modo y con constantes amenazas de abandono de la Unión, Reino Unido ha ido imponiendo ventajas en la relación entre ambas partes que siempre han sido azoradas cuando las cuestiones de política interna hacían tambalear las mayorías conservadoras, mucho más proclives a soliviantar los sentimientos nacionalistas y sembrar dudas sobre el proyecto europeo. Y en uno de esos chantajes se enfrascó el Primer Ministro en 2012 con la defensa de los espacios de sanidad en la nueva Europa, así como la apertura de fronteras ante las presiones migratorias en el sur y por las crisis de refugiados (políticos y económicos) que el neoliberalismo está creando en toda la periferia europea. Pero sobre todo eran las cuestiones económicas las que llevaron a Cameron a jugar con fuego y quemarse el pasado jueves. Por un lado las aportaciones a los rescates a las economías del sur (aquí ya he hablado varias veces que lo que realmente se han rescatado han sido los balances de los bancos alemanes... y británicos). Y sobretodo las nuevas políticas fiscales que se aventuraban en aquel momento de pleno estallido de las burbujas financieras que ponían en peligro el excesivo patrimonio de las familias ricas inglesas, así como los pingues beneficios que los paraísos fiscales adheridos a la corona británica pululan en el interior de Europa (Isla de Mann, Gibraltar, Malta, etc. y la propia City Londinense).
El órdago de Cameron era claro: Amenazar una vez más a Europa con la salida del Reino Unido, algo que no era el Primer Ministro británico que lo hacía, pero añadiendo la convocatoria del referéndum. Aquí es donde la medida de los riesgos de Cameron ha pecado de excesiva confianza, ombliguismo, tacticismo o quizás soberbia, porque la “nueva Europa” de Merkel, girada ya su centro decisorio hacía Berlín y Frankfurt no tuvo ningún problema en jugar la partida. Y aquí es donde han entrado los populistas más radicales, y por que no decirlo también los más grotescos, de la derecha británica. Una suerte de charlatanes fascistas, ultraliberales y demagogos que emplearon un discurso xenófobo, alarmista y falso para instalar en el miedo al populacho británico.
Con la amenaza del terrorismo llamando día si y día también en las puertas de Europa les resulto muy fácil engañar a un electorado, tremendamente numeroso, con la amenaza de la inmigración. El Reino Unido, fruto del imperialismo de los siglos XVIII y XIX ha recibido numerosas comunidades inmigrantes (hijos de la metropolí) que han enriquecido notablemente su sociedad, pero que es muy fácil de utilizar cuando tu mensaje va dirigido, machaconamente, a ciudadanos sin estudios o estudios básicos, sin trabajo ni expectativas de futuro en comunidades degradadas y abandonadas (fruto de la marcha por los designios neoliberales de los tradicionales centros fabriles, no por la llegada de inmigrantes). Jubilados con pensiones mínimas, y las comunidades agrícolas de Gales (curiosamente las zonas que más dinero han recibido de la UE no sólo de Britania, sino de toda la Comunidad) han sido el caldo de cultivo que han tomado la decisión (por todos los británicos).
En contra estudiantes, los profesionales cualificados y los funcionarios, y como decía hace unos párrafos Escocia o Irlanda del Norte donde el porcentaje de permanencia se ha ido al 80% (al 98'1% en Gibraltar). Todos ellos ahora se lamentan ante los insultos y las celebraciones de los partidarios del #Brexit que han puesto en una encrucijada de terribles consecuencias al pueblo británico y también a Europa.
Una Europa que una vez más, y cada vez serán más, ha pagado su excesivo conservadurismo, su capitalismo desaforado, las políticas de recortes y la austeridad cruel para con los ciudadanos. Ese modelo de Europa que se demuestra fracasado y nauseabundo y que está generando entre otras deleznables cosas, un continente a varias velocidades a consideración siempre de los más poderosos, las multinacionales y el dinero, orden supremo que todo lo rige para los inmorales que están tomando las medidas.
Y mientras tanto el fascismo avanza por Europa, la semana pasada en el Reino Unido, como antes por Hungría, Polonia, Austría... el Frente Nacional en Francia ya ha pedido un “Frexit” y en Escandinavia también ganan las posiciones más radicales de extrema derecha.
Todo ello por una Europa construida para el orgasmo continuo del dinero, donde valen más, mucho más los beneficios de los accionistas y su seguridad financiera, que los derechos de la ciudadanía y la garantía democrática. Esa Europa que está invitando a todos los pueblos a olvidarse de ella y caminar sólo.
Por supuesto que esa no sería la solución. En este mundo globalizado, no valen ni las aventuras en solitario ni las uniones artificiales creadas bajo el paraguas ficticio del crédito. Europa necesita reconstruirse, pero no repitiendo los mismos errores, sino creando una unión donde la justicia, la solidaridad y la democracia sean las garantías asumidas por todos los miembros no sólo en participación, sino también en defensa y promoción.
Como siempre en la historia, Europa puede y debe ser el génesis de un nuevo modelo de sociedad, más fraterna, libertaria, respetuosa, tanto con el distinto, como con el Medio Ambiente.
Y sin embargo tenemos a la Europa del capital enterrando, quien sabe si definitivamente, el sueño de la Europa fraternal y las sociedades del bienestar nacidas tras los desastres de las Guerras Mundiales tan lejanas en el tiempo pero que ya aparecen en un horizonte empujadas por el fascismo y la avaricía.
Tras el #Brexit, la Comisión Europea ya presiona a Reino Unido para tratar el divorcio de la manera más rápida sabiendo que se acercan elecciones en Alemania (el año que viene) y que está crisis política puede castigar a los conservadores alemanes, perros guardianes de los intereses económicos de quienes han impuesto una crisis social permanente a todos los demás.
Llegados a este punto, no puedo más que acordarme del Referéndum griego que en próximas fechas cumplirá un año. Syriza, con Tsipras y Varoufakis a la cabeza preguntaron a su pueblo si querían más austeridad, más sumisión, más indignidad. Si querían que lo público, lo de todos, y lo que nos da la igualdad de oportunidades como la educación, la sanidad o los servicios sociales pasaran a ser cuentas de beneficios y nichos de mercado de las multinacionales extranjeras. Recuerdo la reacción visceral en contra de todos los medios del capital, de los partidos tradicionales embobados en el neoliberalismo y de una Comisión Europea amenazante, cruel y sin piedad, pisando la democracia allí donde nació. Y ahora que han funcionado con un halo de indiferencia ante la amenaza del #Brexit Británico y resignación una vez confirmado.
Pero el proceso desde luego va a ser largo, penoso y va a dejar muchas víctimas, y por desgracia, no sólo en forma de políticos que pierden su cargo. Muy al contrario, todos vamos a ser los perjudicados, especialmente los británicos que van a vivir 10 años, por lo menos, ante un nuevo paradigma, para el que ni estaban preparados, ni existen protocolos, ni ejemplos y que van a traer consecuencias tangibles como la disminución en la esperanza de vida, la menor calidad de vida o el respaldo a la democracia.
Ante todas estas amenazas, no es la primera vez, ni será la última, escribo que es necesaria y clave, la unión, reivindicativa, dura y beligerante de toda la izquierda, más allá de banderas nacionales y fronteras territoriales. Tenemos los mismos problemas. Somos la carne de cañón de los mismos usurpadores, avariciosos e inmorales a los que no les importamos una mierda. La clase trabajadora europea tiene que unirse en la lucha activa en las calles con las herramientas de conflicto tanto laboral como social de las que disponemos y somos legítimos dueños. Nos jugamos Europa, nos jugamos un modelo de vida y nos jugamos el avance de la sociedad, el progreso para construir poco a poco un entorno donde todos y todas puedan ser felices.
Si no lo hacemos la derrota y la desilusión serán nuestro signo, porque en contra a la situación de las clases populares, las oligarquías, no tienen bandera, trabajan y funcionan al unísono para hundirnos en la miseria, porque lo único que les interesa es el dinero.

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domingo, 1 de noviembre de 2015

Un mes y medio en un mundo oval

El capitán All Black, Ritchie McCaw levantando la Copa Web Ellis como Campeón de la Copa del Mundo de Rugby 2015


Ayer sábado termino la octava edición de la Copa del Mundo de Rugby que se ha venido celebrando en Inglaterra (y Gales) desde mediados de septiembre. Y acabo a lo grande, con un auténtico partidazo, por final en la que Nueva Zelanda no sólo revalidó su titulo obtenido en 2011, convirtiéndose así y de una tacada en el primer equipo en mantener el cetro mundial y en ganar tres ediciones, sino que además al levantar su capitán Ritchie McCaw la Copa Webb Ellis rompían la maldición que perseguía a los All Blacks incapaces de ganar el título mundial lejos de su país.

Y ayer disfrutamos de un partido histórico. De una final dignísima y colofón a un mes y medio de absoluto espectáculo y pasión en el mejor mundial celebrado hasta la fecha.
Wallabies vs All Blacks. Australia vs Nueva Zelanda disputaron una final (arbitrada por el siempre genial Nigel Owens) que pese al dominio constante de los All Blacks mantuvo buena parte la incertidumbre en el resultado, ya que Australia, gracias al trabajo de su tercera, con especial mención a Pocock y Michael Hooper (espectacular el 7, que con tan sólo 24 años se ha destapado como el mejor flanker del mundo) mantenían a raya los avances rivales.

Pero el cansancio iba haciendo mella y según pasaban los minutos, los lesionados Aussies (Guitau, Douglas, Moore...) y entraban los suplentes el partido se les fue poniendo cuesta arriba para al final tornarse en misión imposible.

En la primera parte, los 30 primeros minutos, mientras aguantaba el resuello de la tercera aussie, el impetú neozelandes para romper y dar dinamismo a las jugadas era frenado continuamente, metiendo el partido en una lucha sin cuartel por barrer en los agrupamientos y percutir al intervalo para volver a empezar. Pero según se acercaba el momento de descanso el cansancio y la falta de aire en los pulmones australianos dió el hueco suficiente para la primera conquista del partido, firmada por un Milner-Skudder que al igual que ha hecho durante toda la temporada en el Super Rugby se ha dibujado en el jugador revelación del torneo. Siempre impredecible, ganando metros, apareciendo en el momento oportuno y sin perder el balón. Todo un descubrimiento que se ha venido desenvolviendo como ala, mientras en Hurricanes ha ocupado la posición de zaguero.

A todo esto, el Man on the Match ayer, un Dan Carter, simplemente perfecto (salvo por una conversión que se le escapo) fue dando brío al marcador, encontrando respuesta en el pateador aussie, un Bernard Foley que ha hecho también un mundial sobresaliente. Pero ayer era el día de un Carter con ganas de resarcirse (se perdió la final de 2011 por lesión) y de despedirse de la camiseta All Black (se incorpora a Racing de Paris a partir de ahora y como el jugador mejor pagado del mundo) como se merece, quizás como el mejor jugador del mundo. Y es que a su magnífica patada, le sumo un notable acierto en el movimiento de balón a la mano y una especial intensidad en defensa, placando como pocas veces se le ha visto.

Con sensación de que el partido se escapaba se iba al descanso con un 16-3. Y esa sensación se consumaba con un espectacular ensayo de Ma Nonu para Nueva Zelanda, transcurridos un par de minutos de la reanudación. El centro maorí, a su potencia y carrera le ha añadido recursos técnicos tanto en el manejo como en la evasión, y dos tremendos contrapies sentaron a sus oponentes y las aspiraciones aussies de victoria.

Parecía en ese momento el partido ganado y aún quedaban casi 40 minutos. Pero el rugby es el juego del quiero. Es el deporte de la intensidad. Y del respeto. Y Australia no se iba a rendir, nunca lo hizo, y apreto los dientes, para dando cierta dosis de anarquía e improvisación al ritmo de partido, conseguir ganar por tres veces la línea a Nueva Zelanda en el siguiente ataque, hasta conseguir el sin bin para el 15 All Black, Ben Smith, que se marchaba 10 minutos al banquillo por levantar a su oponente.

Eran los mejores minutos de los Wallabies en la final y primero poniéndole ruedas al maul y después aprovechando el único error de bulto de su rival, ensayaba en dos ocasiones consecutivas con sendas conversiones de un Foley tremendo todo el mundial con el pie. Saltaban las alarmas y por momentos parecía que estábamos ante una de las mayores gestas de la historia del deporte. Pero una larga jugada de ataque neozelandesa, traducida con no muchos metros ganados, pero los suficientes para dar el espacio suficiente a Dan Carter quien efectuara un majestuoso drop y pusiera el partido en +7 (ensayo convertido).

Tras la genialidad del medio apertura All Black, 24-17 mostraba el marcador y el siguiente ataque australiano tornaba trascendental. Pero en esta ocasión la precipitación no dió tan buen resultado y nuevas pérdidas decantaron la final para el lado oriental del Estrecho de Tasmania. Primero una infracción supuso el rapido contraataque All Black que Dan Carter contabilizó en tres puntos más, tras un golpe de castigo, sentenciando así el título mundial.

Y al final, pese a otro intento funesto, aguerrido y encorajinado de Australia por marcharse con dignidad de un Mundial en el que han rayado a un muy buen nivel (mérito de su entrenador Mike Cheika, que tras ganar el Super Rugby y la Heineken Cup (con Leinster) ha convertido a un equipo sin alma, plagado de egos, en eso, en un E-QUI-PO con mayúsculas), volvió a castigar Nueva Zelanda para con una carrera descomunal de Beauden Barrett volver a ensayar y dejar el marcador final en 34-17. Mención especial al joven Barret, un nombre a apuntar y no olvidar. El heredero natural de Dan Carter, máximo prospect y para mi próxima figura del rugby mundial, sino su mejor jugador.

Nueva Zelanda Campeona de Mundo de Rugby. Por tercera vez. Por segunda vez consecutiva. Por primera vez fuera de tierras maoríes. Los All Blacks, el mejor equipo del mundo, contando todas las disciplinas deportivas. Y ahora en todas las épocas. Y es que esta Rugby World Cup 2015 ha supuesto la manifiesta excelencia competitiva y de juego de unos All Blacks que llevan dos ciclos mundialistas excelsos, con grandes resultados (en torno al 90% de victorias desde 2008) pero en los que quedaba alguna duda con respecto al nivel de juego. Pero este mes y medio en tierras británicas ha supuesto la absoluta supremacía All Black en el mundo del oval. Y no sólo en cuanto a los resultados se refiere sino también en cuanto a un juego el desarrollado por los pupilos de Steve Hansen donde el dinamismo, la velocidad y la precisión han sido los tres ejes que han vertebrado su actuación.

Reciclando cualquier jugador en cualquier situación. Imprimiendo velocidad a cada acción. Desarrollando una intensidad a ambos lados del ruck. Con una clara mejora en la disputa de delantera en las fases estáticas y siempre brillantes y excelsos con el balón al juego a la mano Nueva Zelanda ha ido dando exhibiciones y muestras de empeño colectivo, confiando en la batería inagotable de recursos con la que contaban ya desde el primer momento y no tanto en las superiores prestaciones que encontraban avanzado el partido cuando los banquillos entraban a jugar.

Los All Blacks son el mejor equipo de la historia. No sólo del rugby y no sólo en este momento. Además lo son con la tiranía suficiente para no ver comprometido su dominio ahora ante la desbandada de jugadores al calor, metafórico, de las libras y los euros. McCaw, Nonu, Carter entre otros dejan los All Blacks al firmar contratos en Europa (recordamos la norma que impide vestir la elástica negra a quien no tenga firmado un contrato en el Super Rugby) y los relevos parecen más que asegurados.

 

 

Un mes inolvidable


271 ensayos y 2,439 puntos conseguidos en 48 partidos durante 44 días. Momentos especiales los vividos ante la televisión del pub o de casa con unas cervezas mediante y en compañía de mi hermano y también con amigos y amigas.

Para empezar a destacar algo se tiene que empezar con la mayor sorpresa en la historia de los mundiales de rugby. Ya venía barruntando que Japón (anfitrión en 2019) era un equipo a vigilar y degustar. También temía que Sudáfrica (pese a su tercer puesto final) está en una situación comprometida, más de crisis que de oportunidad, con la cuesta abajo y salida de numerosos totem y la llegada de no tantos jugadores jóvenes capaces de ocupar su lugar. Pero el partido que nos dejaron el segundo día de competición más que para el recuerdo se queda en la memoria de las gestas deportivas en las que la ambición, las ganas de ganar se sobreponen a todo. Japón, The Cherry Blossoms, recogió más allá del minuto 80, con un postrero ensayo, lo que había venido sembrando todo el partido, yendo a buscar cada vez el ensayo, desechando cobrarse golpes de castigo, alimentando un juego a la mano de lo mejor de toda la competición, pleno de intensidad y afán de victoria. El ensayo de Hesketh en el 84 lo celebro todo el pub en el que me encontraba como si estuviéramos en el mismo centro de Tokyo, porque suponía la gesta y el premio al coraje de un equipo humilde, pero tremendo que transmitía pasión y ambición. Y como tremendo es su zaguero, uno de los 3 mejores del mundo, Goromaru que además posee un record al pie temible. Ojo al equipo nipón, que va a empezar a desarrollar su profesionalización con la inclusión de una franquicia en el Super Rugby (también Argentina incluye un equipo allí).

El otro gran momento de la primera fase ha sido el mayor descalabro de la historia de los Mundiales. Inglaterra partía como organizadora y favorita, para muchos, a llevarse el título. Particularmente quien les escribe lleva varios años diciendo que los del 15 de la Rosa son el equipo más sobrevalorado del mundo del oval, pero si bien es cierto les daba cierto aire (hasta 4os) puesto que Gales, venía muy mediatizado por sus lesiones. Pero nada más lejos de la realidad. En el mejor partido en el que no han participado una de las 4 grandes del Sur, los galeses derrotaron a una Inglaterra sin carisma, ni juego, muy mediatizado a ese rugby control que se han auto impuesto, pero en el que carecen de una delantera óptima para su desarrollo. Si además añades que estratégicamente deciden ir a efectuar el golpe de castigo en vez de buscar el ensayo, pues no deja de ser de justicia poética que hayan salido tan trasquilados de la primera fase y de su mundial. Y es que una semana después Australia, los dejaba fuera, pasándolos por encima y sin darles una opción de meterse en el partido.

Y esto era la tendencia que se marcaba antes y durante la primera fase, pero que se fraguó con un fin de semana nefasto para el rugby del norte, en el que las selecciones del sur, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia y Argentina, barrieron a sus oponentes del norte.

Eso sí, casi todas. Y es que Escocia (Cuchara de Madera del último VI Naciones) puso contra las cuerdas al Campeón del Rugby Championship, Australia, jugando muy vivo, mutando el tradicional juego embarrado escoces por una sucesión de alegres combinaciones en las que intervienen todos los jugadores. Escocia es un equipo de futuro y si sigue está línea a medio y largo plazo pueden venir éxitos.

Un Gales muy mediatizada por sus lesiones antes y durante el Mundial poco pudo hacer frente a una Sudáfrica que dió su mejor nivel del torneo en el partido de cuartos. Mientras que Irlanda quizás haya perdido la opción perfecta de una magnífica generación. Nunca habían pasado de cuartos y siguen sin hacerlo, tras sucumbir frente a una Argentina que también llegó a su tope de juego el día de cuartos. Los del Trébol compitieron y llevaron el partido al empate a 20 minutos del final pero también eran pasto de las bajas por lesión (O'Connell, O'Mahoney, Sexton,...) y sanción (O'Brien) y poco pudieron hacer para paliar el mayor poderío que se saco del banquillo una Argentina que ha crecido notablemente tanto en sus prestaciones como en su juego, poniendo ese rugby moderno, ofensivo y rápido que han venido demostrando las potencias del sur.

Y si el cuarto del Rugby Championship ganaba sin excesivos problemas al doble Campeón del VI Naciones, pues ¿que iba a hacer Nueva Zelanda? En la mayor exhibición ofensiva y de rugby total, los All Blacks humillaron a Francia. Hasta 9 ensayos culminaron los de Nueva Zelanda, arrollando y sobrepasando cada vez a un 15 del Gallo que paga el haber pasado de un rugby de champán, característico en el que el cuidado del oval era seña de identidad al cemento y la fuerza bruta.

Curiosamente mientras Escocia, Gales e Irlanda, todas ellas entrenadas por técnicos neozelandeses que han implementado modelos de formación, entrenamiento y juego más moderno en los que el Rugby a 7 es un recurso y no un lunar, pueden ser moderadamente optimistas en el desarrollo de su rugby para poder competir en 4 años con los equipos del sur, Francia e Inglaterra, los dos países con las dos ligas económicamente más potentes tienen por delante una época tortuosa.

Mas si cabe, los franceses, cuyo modelo de formación ha naufragado al no poder entrar con las garantías suficientes en el rugby profesionalizado (algo que puede pasarle al basket español, por cierto) y donde su máximo exponente, la selección nacional también hace aguas desde hace mucho tiempo. La crisis del rugby francés es tremenda y coincide en el momento cuando más amplio es su dominio en el rugby europeo de clubes con el archimillonario Toulon tricampeando.

Con Phillip Sant André como seleccionador nacional la antiguamente exquisita Francia ha mutado el modelo donde destacaban jugadores como Parra, Michalak o Machenaud y donde el dominio del oval y la rapidez eran señas de identidad al cemento, y el musculo, dopando de fuerza bruta desde la tercera línea hacia atrás con los Basteraud, Pape, Dusatoir y compañía.

Pero sea como fuera, lo cierto es que está Rugby World Cup 2015 ha supuesto la constatación empírica de la supremacia del Rugby del Sur. Quizás haya primado el momento de competición, donde los equipos del The Rugby Championship llegaron tras terminar el torneo y apenas un mes finalizado el Super Rugby, mientras que los equipos del Rugby tras acabar a finales de mayo la competición, hicieron una ronda de tests matches de preparación que se ha antojado insuficiente.

Pero aún así, sería atrevido descartar el resultado obtenido si el mundial se hubiera celebrado en otro momento del año. No deja de haber un salto en la calidad y la velocidad del rugby ejecutado por unos equipos o por otros y eso ya se venía notando cuando las potencias del Sur vienen de gira por Europa a principios de Noviembre (en plena competición en el Norte) mientras ellos están en un momento más de preparación que otra cosa.

Pero todo ello puede cambiar. No para el próximo año, ni tampoco para el Mundial de 2019. Hay un progreso y universalización del rugby, pero van a seguir mandando las potencias del Sur, y por encima de todas ellas Nueva Zelanda.

La extensión del rugby en el mundo


Esta Rugby World Cup ha supuesto la consolidación del crecimiento del rugby en todo el mundo. Un deporte que se ha desarrollado notablemente en los últimos años, conjugando el romanticismo del amateurismo histórico con la profesionalización excesiva del mundo capitalista actual y en el que el cambio de normas de hace 10 años ha sido el detonante para dar al rugby del suficiente dinamismo para hacerlo atractivo a las retransmisiones televisivas, sin casi distinción de públicos y con ello a la entrada de muchas marcas y patrocinadores.

El Mundial de Rugby ya no es ese evento que sólo interesa exclusivamente a los países anglosajones y a algunos freaks escogidos. Muchos hemos entrado en este mundo en los últimos años y cada vez, nos sentimos más enamorados de un deporte que es más una actitud hacia la vida que un juego. Pasión y respeto deben seguir dominando la liturgia de la confrontación deportiva y alimentando los grandes momentos que nos deja a todos los que participamos de él, ya sean jugadores, técnicos, árbitros, periodistas o aficionados.

Y es que ante el espectáculo desbordado este último mes y medio es imposible pensar en que el rugby no se haga más popular. Pero aquí es donde ha de guardarse la esencia del juego, que ya nos había atrapado a muchos antes. Las acciones antideportivas, tanto durante el desarrollo de la competencia, como en la celebración de la victoria deben cuidarse. No se puede olvidar y obviar que es el respeto lo que emana de un balón oval. Un respeto reverencial al rugby y a todos sus participantes. La Federación internacional debe ser beligerante con esas actitudes, así como también han de serlo las federaciones y organismos más locales, con especial atención al deporte formativo.

Sólo así se guardarán los valores del rugby en un cofre seguro y a salvo de todas las intoxicaciones comerciales que pueden acabar por desvirtuar la cara más expuesta, la de un profesionalismo que tiene que guardar reverencia al rugby amateur, el de los aficionados, el de los que lo jugamos cuando tenemos un rato libre y que empieza con ir al campo y calzarse las botas, disfrutar de su práctica sobre el césped y después con las cervezas en el tercer tiempo. O directamente con los compañeros, amigos y familia disfrutando de un buen partido de rugby profesional.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...