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lunes, 19 de marzo de 2018

Un Grand Slam en Sant's Patrick Day



Grand Slam, Torneo, Triple Corona y Victoria en Twickenham, en el templo londinense sobre el archienemigo Inglaterra. Y todo un sábado 17 de marzo. Un inolvidable Sant Patrick’s Day. La tormenta perfecta del rugby irlandés.
Voy a hacer mi resumen de un histórico VI Nations, 6 Naciones, el que ha supuesto el tercer Grand Slam de Irlanda en la historia, y la constatación de un modelo de juego y un sistema competitivo que premia el trabajo y desarrollo por encima de los resultados y que corresponde al modelo de las naciones celtas, de la liga del Pro14 (antes Pro12) y de Irlanda, con sus provincias (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) en particular.
Este resumen lo hago con la clasificación final inversa, nación a nación:
6º. Italia. El XV Azzurri está ya inmerso de lleno en un cambio generacional. Los nombres icónicos siguen saliendo (el próximo será el del capitán Parisse) y viene una nueva hornada de jugadores transalpinos llamados a liderar el cambio. Entre ellos destacan el del zaguero Matteo Minozzi y los flankers Mbanda y Negri, las mejores noticias que nos ha dejado Italia en este VI Nations, junto a una apuesta ofensiva valiente y decidida que nos les ha librado un año más de la cuchara de madera, puesto que las carencias y los errores en defensa les han condenado en todos los partidos. Sin embargo, si yo fuera italiano, sería moderadamente optimista porque se ven mimbres para construir un equipo y según adquieran mayor experiencia pueden llegar las ansiadas victorias.
5º. Inglaterra. La gran decepción. Llegaba el XV de la Rosa con el estímulo de ser el primer equipo en ganar tres ediciones consecutivas y se van con su peor resultado en el formato 6 naciones tras perder consecutivamente con Escocia, Francia e Irlanda, este último en casa. Pese a todo lo que se ha dicho y escrito por los fervientes admiradores Pross, sigo viendo a Inglaterra como el equipo más sobre valorado del rugby mundial y ahora que los resultados han desaparecido se ven las carencias tanto de juego como de apuesta táctica de Eddie Jones. Sin la supremacía física tan evidente y también, hay que decirlo, favorecida por criterios arbitrales más permisivos, Inglaterra ha sido un equipo previsible y con una falta de ideas total en ataque, mientras que en defensa resultaba lento y desajustado con cortinas defensivas llenas de agujeros. Nombres como los de Brown, Joseph, Ford, Robshaw (otra vez) o el capitán Hartley han salido cuestionados. Incluso el nuevo chico maravilla Itoje (quien a servidor le parece que tiene mucho de marketing y poco de rugby efectivo) ya recibe las criticas que comparte con Eddie Jones, a quien, insisto: sin el parapeto de los resultados no tiene ni juego, ni renovación por nombres con los que defender su gestión del rugby inglés.
Aún con todo y como es lógico, siguen teniendo una batería de jugadores amplia y siempre serán considerados favoritos: Pero a menos de dos años ya para el próximo Mundial en Japón 2019, el tiempo se agota para construir un equipo que además disponga un juego más vistoso y agradable de ver.
4º. Francia. La travesía por el desierto del rugby francés continúa un año más sin que se atisbe un hilo de esperanza. Sigue la apuesta por un rugby arcaico, contrario al rugby champán de la gran época, en el que únicamente tienen cabida jugadores clon, físicamente colosales pero poco dotados para la evasión y el juego a la mano. Basteraud, el tres cuartos de Toulon es el ejemplo de este modelo, y aunque con su llegada a partir de la tercera jornada, mejoraron los resultados, el juego siguió dejando mucho que desear. Tampoco ayudaron los escándalos fuera del terreno de juego con el affaire en los pubs y hotel de Edinburgo tras la derrota frente a los escoceses en la segunda jornada y que entre otras consecuencias sacó del equipo al que había sido única luz en el juego ofensivo galo: el ala Teddy Thomas.
Es cierto que en el XV del Gallo han sido duros, muy duros, defensivamente y siempre han estado en los partidos -de hecho, en sus tres derrotas se han llevado el bonus defensivo-, pero su único favor al rugby de ataque ha sido el gran nivel de Machenaud en las patadas a palos. Han ensayado poco (8) y les han ensayado menos (6), pero la sensación tras el torneo es que mientras el sobre dimensionado Top14 se llena de estrellas mundiales del rugby del hemisferio sur, faltan jugadores franceses capaces de aparecer primero en sus clubes, luego en su selección con un modelo que recuerde el de las grandes épocas; un modelo donde el talento prime sobre la fuerza bruta. Parece que quedan años de sufrimiento para todos sus rivales, pero sobretodo para Francia, su afición y su rugby imbuidos en un modelo que ni les da resultados ni les satisface en estilo y concepción.
3º. Escocia. Parece que con la consecución tras 10 años de la Calcuta Cup, el XV del Cardo, termino su torneo. Ante un Murrayfield entregado los caledonios firmaron un partido vibrante y efectivo que supuso la victoria sobre el eterno rival y la constatación de un crecimiento constante de un equipo que tras las notables individualidades -Hogg ha firmado quizás su peor torneo en global, y Russell ha estado muy intermitente- muestra una construcción sólida, con un Johnny Gray exultante en la segunda y un juego de flankers también notable. Siguen apostando por un rugby fluido, de predominante juego de tres cuartos que les ha dado las dos victorias en casa ante Francia e Inglaterra y una apuradísima contra Italia en Roma la última jornada (27-29), pero si quieren aspirar a la consecución final del torneo deben mejorar su versión fuera de Edinburgo, ya que ni en Cardiff, ni en Dublin tuvieron opciones reales de disputar el resultado. Sin embargo, da para mucho optimismo, ya que solo hay que pensar, que no hace tantos años, la actual Irlanda se encontraba en una situación muy similar.
. Gales. Hay que reconocerle a su seleccionador Warren Gatland, unas dotes tremendas para sobrevivir y para hacer competir a un equipo que ha visto como con el torneo empezado fue incorporando a jugadores vitales que han pasado un calvario en forma de lesiones los últimos dos años. Gente como North, Faletau, Lee, Francis, o Davis fueron entrando en el equipo y volviendo así al estilo Gatland, con un juego mucho más controlado, quizás previsible pero seguro, frente a la apuesta de las primeras jornadas con gente como Navidi, Parkes, Patchell o Adams en las que el XV del Dragón se asemejó más al brillante juego de los Scarlets que están admirando a todo el rugby europeo en los últimos dos años.
Pero recuperada la guardia pretoriana se confirma el estilo, no tan bonito, pero no exento de resultados de Gatland y vuelven a poner a Gales en clara condición de disputa y éxito de cualquier partido y torneo que jueguen. Tienen jugadores, tienen un modelo y tienen variantes para sobreponerse a cualquier sobresalto que les llegue.
. Gran Slam. Irlanda. No es fácil empezar a hablar y destacar algo de este tremendo equipo que ha resultado ser el XV del trébol en este VI Nations 2018 pero si hay que hacerlo, lo hago por el drop de Jonathan Sexton en la primera jornada en París.
Al igual que en el último Grand Slam saboreado en la isla verde fue una patada (la de Ronan O’Gara frente a Gales en la última jornada de 2009), con el tiempo cumplido el que ponía en camino a una Irlanda que siempre, cada día ha sido un martillo pilón frente a sus rivales. Pero no sólo fue la patada desde la línea de medios, sino como se llego a ella, tras cuarenta y dos fases, 42 de la delantera irlandesa, montando plataformas y recuperando con una voracidad extrema y una meticulosidad precisa el balón en cada ruck para acercarlo desde la propia línea de 5 metros ya con el tiempo cumplido. Aquella exhibición a parte de sacar el corazón del pecho a todo aficionado, interesado, experto o neófito en el rugby resulto un aviso a navegantes de las intenciones y el nivel irlandés, pero también sirve como resumen fantástico para ilustrar lo que ha sido este VI Nations 2018.

La labor de demolición de la delantera irlandesa -hoy por hoy la mejor del mundo- ha resultado clave para dominar con notable superioridad las fases estáticas -sobretodo las touches- y después para lanzarse en la recuperación en las rucks tanto propios como ajenos. Además se han mostrado con una seguridad defensiva tremenda minimizando en cada partido las opciones de ganar la línea de ventaja para el rival. Ha resultado ser un pack inamovible y sin fisuras llevado por un Rory Best menos brillante que otras veces pero siempre resolutivo tanto como talonador, como capitán. Junto a él, han recuperado la mejor versión de Cian Healy, y el mejor pilier del mundo, un Tadhg Furlong poco menos que colosal. Incluso los sustitutos de esta primera línea han estado excelsos con nombres como McGrath, Cronin o el jovencísimo Porter. En la segunda han brillado Ryan y Henderson y en la tercera frente a las bajas del mejor flanker del mundo para mi, Sean O’Brien, sus compañeros de línea han funcionado a la perfección: O’Mahoney como siempre, también brillante CJ Stander y el último en llegar Dan Leavy.
Joe Schmidt sigue su hoja de ruta para configurar un equipo, un país campeón, con plena coordinación entre la federación (IRFU), las franquicias profesionales (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) y la estructura de base que llena la isla de escuelas y equipos de rugby. Así, y con mucho trabajo y desarrollo a fuego lento, Schmidt, sigue cociendo un rugby capaz de plantar cara a cualquiera, afianzando un estilo claro e irrenunciable -el juego de delantera predominante- y añadiendo más y más recursos tanto en nombres (ojo a las segundas y terceras unidades que vienen con los Leavy, Porter, Carbery, Ryan, Scannell,…) como en posibilidades donde el nombre de Bundee Aki ha sobresalido.
Junto al jugador de origen neo zelandés, y con la ya sabida baja de Payne durante todo el torneo, todo jugador que ha compartido los centros con él, ha brillado y de forma notable, acumulando ensayos y nominaciones como Man on the Match: Primero hasta su lesión Heinshaw, luego en un brillante partido frente a Gales Farrell y por último el mayor talento del jovencísimo Gary Ringrose.
Pero no sería justo limitar las alabanzas en estos hombres sin citar a la bisagra, medio melé y medio apertura que han rayado a un nivel de compenetración y seguridad brutal. Conor Murray y el ya citado Jonathan Sexton, se encuentran, probablemente en el mejor momento de sus carreras, y no es poca cosa decir que son la mejor pareja de 9 y 10 del rugby actual. De como continúen y como lleguen al próximo Mundial irán buena parte de las opciones irlandesas, primero de llegar a semifinales por primera vez y después de por qué no, ganar la Copa del Mundo.
También quiero destacar el nivel, recuperado de Rob Kearney en el zaguero, que al igual que con Healey repuestos de años de lesiones, ha estado soberbio siempre dando el paso adecuado, sin errores ni de ejecución, ni tácticos. Un seguro y además una opción más de sorprender en ataque.
Si todo esto no fuera poco, Irlanda ha encontrado en un chaval que está a punto de cumplir 22 años la guinda del pastel. Jacob Stockdale, el ala de Ulster, en su primer campeonato ha hecho historia con palabras mayúsculas para firmar 7 ensayos en un torneo en la era VI Nations. Con un talento especial para la finalización y con una capacidad genial para la lectura de juego y la anticipación Stockdale no se ha cansado de culminar jugadas de ataque y contra ataque irish durante todo el torneo.
Con todos estos argumentos, Irlanda aprovecho sus partidos centrales (2ª, 3ª y 4ª jornada) en casa para ganar con algunos apuros a sus rivales, para en la primera y en la última jornadas, en visitas a Paris y Londres, conseguir un histórico Grand Slam, y ponerse de manera justa y deseada como referencia para todo el rugby del hemisferio Norte.


Ha sido un VI Nations colosal, divertidísimo y que ha dejado claras muchas cosas. Las cervezas y el hermanamiento con amigos, pareja, familia, compañeros con el rugby como excusa han sido lo mejor. Lo peor es que queda un año para volver a disfrutarlo y habrá que conformarse -nótese la ironía- con la Champions Cup, la liga celta, la liga nacional, las fases de ascenso del amateur, el femenino, el Super Rugby, las series mundiales de Seven, el Rugby Championship...

domingo, 1 de noviembre de 2015

Un mes y medio en un mundo oval

El capitán All Black, Ritchie McCaw levantando la Copa Web Ellis como Campeón de la Copa del Mundo de Rugby 2015


Ayer sábado termino la octava edición de la Copa del Mundo de Rugby que se ha venido celebrando en Inglaterra (y Gales) desde mediados de septiembre. Y acabo a lo grande, con un auténtico partidazo, por final en la que Nueva Zelanda no sólo revalidó su titulo obtenido en 2011, convirtiéndose así y de una tacada en el primer equipo en mantener el cetro mundial y en ganar tres ediciones, sino que además al levantar su capitán Ritchie McCaw la Copa Webb Ellis rompían la maldición que perseguía a los All Blacks incapaces de ganar el título mundial lejos de su país.

Y ayer disfrutamos de un partido histórico. De una final dignísima y colofón a un mes y medio de absoluto espectáculo y pasión en el mejor mundial celebrado hasta la fecha.
Wallabies vs All Blacks. Australia vs Nueva Zelanda disputaron una final (arbitrada por el siempre genial Nigel Owens) que pese al dominio constante de los All Blacks mantuvo buena parte la incertidumbre en el resultado, ya que Australia, gracias al trabajo de su tercera, con especial mención a Pocock y Michael Hooper (espectacular el 7, que con tan sólo 24 años se ha destapado como el mejor flanker del mundo) mantenían a raya los avances rivales.

Pero el cansancio iba haciendo mella y según pasaban los minutos, los lesionados Aussies (Guitau, Douglas, Moore...) y entraban los suplentes el partido se les fue poniendo cuesta arriba para al final tornarse en misión imposible.

En la primera parte, los 30 primeros minutos, mientras aguantaba el resuello de la tercera aussie, el impetú neozelandes para romper y dar dinamismo a las jugadas era frenado continuamente, metiendo el partido en una lucha sin cuartel por barrer en los agrupamientos y percutir al intervalo para volver a empezar. Pero según se acercaba el momento de descanso el cansancio y la falta de aire en los pulmones australianos dió el hueco suficiente para la primera conquista del partido, firmada por un Milner-Skudder que al igual que ha hecho durante toda la temporada en el Super Rugby se ha dibujado en el jugador revelación del torneo. Siempre impredecible, ganando metros, apareciendo en el momento oportuno y sin perder el balón. Todo un descubrimiento que se ha venido desenvolviendo como ala, mientras en Hurricanes ha ocupado la posición de zaguero.

A todo esto, el Man on the Match ayer, un Dan Carter, simplemente perfecto (salvo por una conversión que se le escapo) fue dando brío al marcador, encontrando respuesta en el pateador aussie, un Bernard Foley que ha hecho también un mundial sobresaliente. Pero ayer era el día de un Carter con ganas de resarcirse (se perdió la final de 2011 por lesión) y de despedirse de la camiseta All Black (se incorpora a Racing de Paris a partir de ahora y como el jugador mejor pagado del mundo) como se merece, quizás como el mejor jugador del mundo. Y es que a su magnífica patada, le sumo un notable acierto en el movimiento de balón a la mano y una especial intensidad en defensa, placando como pocas veces se le ha visto.

Con sensación de que el partido se escapaba se iba al descanso con un 16-3. Y esa sensación se consumaba con un espectacular ensayo de Ma Nonu para Nueva Zelanda, transcurridos un par de minutos de la reanudación. El centro maorí, a su potencia y carrera le ha añadido recursos técnicos tanto en el manejo como en la evasión, y dos tremendos contrapies sentaron a sus oponentes y las aspiraciones aussies de victoria.

Parecía en ese momento el partido ganado y aún quedaban casi 40 minutos. Pero el rugby es el juego del quiero. Es el deporte de la intensidad. Y del respeto. Y Australia no se iba a rendir, nunca lo hizo, y apreto los dientes, para dando cierta dosis de anarquía e improvisación al ritmo de partido, conseguir ganar por tres veces la línea a Nueva Zelanda en el siguiente ataque, hasta conseguir el sin bin para el 15 All Black, Ben Smith, que se marchaba 10 minutos al banquillo por levantar a su oponente.

Eran los mejores minutos de los Wallabies en la final y primero poniéndole ruedas al maul y después aprovechando el único error de bulto de su rival, ensayaba en dos ocasiones consecutivas con sendas conversiones de un Foley tremendo todo el mundial con el pie. Saltaban las alarmas y por momentos parecía que estábamos ante una de las mayores gestas de la historia del deporte. Pero una larga jugada de ataque neozelandesa, traducida con no muchos metros ganados, pero los suficientes para dar el espacio suficiente a Dan Carter quien efectuara un majestuoso drop y pusiera el partido en +7 (ensayo convertido).

Tras la genialidad del medio apertura All Black, 24-17 mostraba el marcador y el siguiente ataque australiano tornaba trascendental. Pero en esta ocasión la precipitación no dió tan buen resultado y nuevas pérdidas decantaron la final para el lado oriental del Estrecho de Tasmania. Primero una infracción supuso el rapido contraataque All Black que Dan Carter contabilizó en tres puntos más, tras un golpe de castigo, sentenciando así el título mundial.

Y al final, pese a otro intento funesto, aguerrido y encorajinado de Australia por marcharse con dignidad de un Mundial en el que han rayado a un muy buen nivel (mérito de su entrenador Mike Cheika, que tras ganar el Super Rugby y la Heineken Cup (con Leinster) ha convertido a un equipo sin alma, plagado de egos, en eso, en un E-QUI-PO con mayúsculas), volvió a castigar Nueva Zelanda para con una carrera descomunal de Beauden Barrett volver a ensayar y dejar el marcador final en 34-17. Mención especial al joven Barret, un nombre a apuntar y no olvidar. El heredero natural de Dan Carter, máximo prospect y para mi próxima figura del rugby mundial, sino su mejor jugador.

Nueva Zelanda Campeona de Mundo de Rugby. Por tercera vez. Por segunda vez consecutiva. Por primera vez fuera de tierras maoríes. Los All Blacks, el mejor equipo del mundo, contando todas las disciplinas deportivas. Y ahora en todas las épocas. Y es que esta Rugby World Cup 2015 ha supuesto la manifiesta excelencia competitiva y de juego de unos All Blacks que llevan dos ciclos mundialistas excelsos, con grandes resultados (en torno al 90% de victorias desde 2008) pero en los que quedaba alguna duda con respecto al nivel de juego. Pero este mes y medio en tierras británicas ha supuesto la absoluta supremacía All Black en el mundo del oval. Y no sólo en cuanto a los resultados se refiere sino también en cuanto a un juego el desarrollado por los pupilos de Steve Hansen donde el dinamismo, la velocidad y la precisión han sido los tres ejes que han vertebrado su actuación.

Reciclando cualquier jugador en cualquier situación. Imprimiendo velocidad a cada acción. Desarrollando una intensidad a ambos lados del ruck. Con una clara mejora en la disputa de delantera en las fases estáticas y siempre brillantes y excelsos con el balón al juego a la mano Nueva Zelanda ha ido dando exhibiciones y muestras de empeño colectivo, confiando en la batería inagotable de recursos con la que contaban ya desde el primer momento y no tanto en las superiores prestaciones que encontraban avanzado el partido cuando los banquillos entraban a jugar.

Los All Blacks son el mejor equipo de la historia. No sólo del rugby y no sólo en este momento. Además lo son con la tiranía suficiente para no ver comprometido su dominio ahora ante la desbandada de jugadores al calor, metafórico, de las libras y los euros. McCaw, Nonu, Carter entre otros dejan los All Blacks al firmar contratos en Europa (recordamos la norma que impide vestir la elástica negra a quien no tenga firmado un contrato en el Super Rugby) y los relevos parecen más que asegurados.

 

 

Un mes inolvidable


271 ensayos y 2,439 puntos conseguidos en 48 partidos durante 44 días. Momentos especiales los vividos ante la televisión del pub o de casa con unas cervezas mediante y en compañía de mi hermano y también con amigos y amigas.

Para empezar a destacar algo se tiene que empezar con la mayor sorpresa en la historia de los mundiales de rugby. Ya venía barruntando que Japón (anfitrión en 2019) era un equipo a vigilar y degustar. También temía que Sudáfrica (pese a su tercer puesto final) está en una situación comprometida, más de crisis que de oportunidad, con la cuesta abajo y salida de numerosos totem y la llegada de no tantos jugadores jóvenes capaces de ocupar su lugar. Pero el partido que nos dejaron el segundo día de competición más que para el recuerdo se queda en la memoria de las gestas deportivas en las que la ambición, las ganas de ganar se sobreponen a todo. Japón, The Cherry Blossoms, recogió más allá del minuto 80, con un postrero ensayo, lo que había venido sembrando todo el partido, yendo a buscar cada vez el ensayo, desechando cobrarse golpes de castigo, alimentando un juego a la mano de lo mejor de toda la competición, pleno de intensidad y afán de victoria. El ensayo de Hesketh en el 84 lo celebro todo el pub en el que me encontraba como si estuviéramos en el mismo centro de Tokyo, porque suponía la gesta y el premio al coraje de un equipo humilde, pero tremendo que transmitía pasión y ambición. Y como tremendo es su zaguero, uno de los 3 mejores del mundo, Goromaru que además posee un record al pie temible. Ojo al equipo nipón, que va a empezar a desarrollar su profesionalización con la inclusión de una franquicia en el Super Rugby (también Argentina incluye un equipo allí).

El otro gran momento de la primera fase ha sido el mayor descalabro de la historia de los Mundiales. Inglaterra partía como organizadora y favorita, para muchos, a llevarse el título. Particularmente quien les escribe lleva varios años diciendo que los del 15 de la Rosa son el equipo más sobrevalorado del mundo del oval, pero si bien es cierto les daba cierto aire (hasta 4os) puesto que Gales, venía muy mediatizado por sus lesiones. Pero nada más lejos de la realidad. En el mejor partido en el que no han participado una de las 4 grandes del Sur, los galeses derrotaron a una Inglaterra sin carisma, ni juego, muy mediatizado a ese rugby control que se han auto impuesto, pero en el que carecen de una delantera óptima para su desarrollo. Si además añades que estratégicamente deciden ir a efectuar el golpe de castigo en vez de buscar el ensayo, pues no deja de ser de justicia poética que hayan salido tan trasquilados de la primera fase y de su mundial. Y es que una semana después Australia, los dejaba fuera, pasándolos por encima y sin darles una opción de meterse en el partido.

Y esto era la tendencia que se marcaba antes y durante la primera fase, pero que se fraguó con un fin de semana nefasto para el rugby del norte, en el que las selecciones del sur, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia y Argentina, barrieron a sus oponentes del norte.

Eso sí, casi todas. Y es que Escocia (Cuchara de Madera del último VI Naciones) puso contra las cuerdas al Campeón del Rugby Championship, Australia, jugando muy vivo, mutando el tradicional juego embarrado escoces por una sucesión de alegres combinaciones en las que intervienen todos los jugadores. Escocia es un equipo de futuro y si sigue está línea a medio y largo plazo pueden venir éxitos.

Un Gales muy mediatizada por sus lesiones antes y durante el Mundial poco pudo hacer frente a una Sudáfrica que dió su mejor nivel del torneo en el partido de cuartos. Mientras que Irlanda quizás haya perdido la opción perfecta de una magnífica generación. Nunca habían pasado de cuartos y siguen sin hacerlo, tras sucumbir frente a una Argentina que también llegó a su tope de juego el día de cuartos. Los del Trébol compitieron y llevaron el partido al empate a 20 minutos del final pero también eran pasto de las bajas por lesión (O'Connell, O'Mahoney, Sexton,...) y sanción (O'Brien) y poco pudieron hacer para paliar el mayor poderío que se saco del banquillo una Argentina que ha crecido notablemente tanto en sus prestaciones como en su juego, poniendo ese rugby moderno, ofensivo y rápido que han venido demostrando las potencias del sur.

Y si el cuarto del Rugby Championship ganaba sin excesivos problemas al doble Campeón del VI Naciones, pues ¿que iba a hacer Nueva Zelanda? En la mayor exhibición ofensiva y de rugby total, los All Blacks humillaron a Francia. Hasta 9 ensayos culminaron los de Nueva Zelanda, arrollando y sobrepasando cada vez a un 15 del Gallo que paga el haber pasado de un rugby de champán, característico en el que el cuidado del oval era seña de identidad al cemento y la fuerza bruta.

Curiosamente mientras Escocia, Gales e Irlanda, todas ellas entrenadas por técnicos neozelandeses que han implementado modelos de formación, entrenamiento y juego más moderno en los que el Rugby a 7 es un recurso y no un lunar, pueden ser moderadamente optimistas en el desarrollo de su rugby para poder competir en 4 años con los equipos del sur, Francia e Inglaterra, los dos países con las dos ligas económicamente más potentes tienen por delante una época tortuosa.

Mas si cabe, los franceses, cuyo modelo de formación ha naufragado al no poder entrar con las garantías suficientes en el rugby profesionalizado (algo que puede pasarle al basket español, por cierto) y donde su máximo exponente, la selección nacional también hace aguas desde hace mucho tiempo. La crisis del rugby francés es tremenda y coincide en el momento cuando más amplio es su dominio en el rugby europeo de clubes con el archimillonario Toulon tricampeando.

Con Phillip Sant André como seleccionador nacional la antiguamente exquisita Francia ha mutado el modelo donde destacaban jugadores como Parra, Michalak o Machenaud y donde el dominio del oval y la rapidez eran señas de identidad al cemento, y el musculo, dopando de fuerza bruta desde la tercera línea hacia atrás con los Basteraud, Pape, Dusatoir y compañía.

Pero sea como fuera, lo cierto es que está Rugby World Cup 2015 ha supuesto la constatación empírica de la supremacia del Rugby del Sur. Quizás haya primado el momento de competición, donde los equipos del The Rugby Championship llegaron tras terminar el torneo y apenas un mes finalizado el Super Rugby, mientras que los equipos del Rugby tras acabar a finales de mayo la competición, hicieron una ronda de tests matches de preparación que se ha antojado insuficiente.

Pero aún así, sería atrevido descartar el resultado obtenido si el mundial se hubiera celebrado en otro momento del año. No deja de haber un salto en la calidad y la velocidad del rugby ejecutado por unos equipos o por otros y eso ya se venía notando cuando las potencias del Sur vienen de gira por Europa a principios de Noviembre (en plena competición en el Norte) mientras ellos están en un momento más de preparación que otra cosa.

Pero todo ello puede cambiar. No para el próximo año, ni tampoco para el Mundial de 2019. Hay un progreso y universalización del rugby, pero van a seguir mandando las potencias del Sur, y por encima de todas ellas Nueva Zelanda.

La extensión del rugby en el mundo


Esta Rugby World Cup ha supuesto la consolidación del crecimiento del rugby en todo el mundo. Un deporte que se ha desarrollado notablemente en los últimos años, conjugando el romanticismo del amateurismo histórico con la profesionalización excesiva del mundo capitalista actual y en el que el cambio de normas de hace 10 años ha sido el detonante para dar al rugby del suficiente dinamismo para hacerlo atractivo a las retransmisiones televisivas, sin casi distinción de públicos y con ello a la entrada de muchas marcas y patrocinadores.

El Mundial de Rugby ya no es ese evento que sólo interesa exclusivamente a los países anglosajones y a algunos freaks escogidos. Muchos hemos entrado en este mundo en los últimos años y cada vez, nos sentimos más enamorados de un deporte que es más una actitud hacia la vida que un juego. Pasión y respeto deben seguir dominando la liturgia de la confrontación deportiva y alimentando los grandes momentos que nos deja a todos los que participamos de él, ya sean jugadores, técnicos, árbitros, periodistas o aficionados.

Y es que ante el espectáculo desbordado este último mes y medio es imposible pensar en que el rugby no se haga más popular. Pero aquí es donde ha de guardarse la esencia del juego, que ya nos había atrapado a muchos antes. Las acciones antideportivas, tanto durante el desarrollo de la competencia, como en la celebración de la victoria deben cuidarse. No se puede olvidar y obviar que es el respeto lo que emana de un balón oval. Un respeto reverencial al rugby y a todos sus participantes. La Federación internacional debe ser beligerante con esas actitudes, así como también han de serlo las federaciones y organismos más locales, con especial atención al deporte formativo.

Sólo así se guardarán los valores del rugby en un cofre seguro y a salvo de todas las intoxicaciones comerciales que pueden acabar por desvirtuar la cara más expuesta, la de un profesionalismo que tiene que guardar reverencia al rugby amateur, el de los aficionados, el de los que lo jugamos cuando tenemos un rato libre y que empieza con ir al campo y calzarse las botas, disfrutar de su práctica sobre el césped y después con las cervezas en el tercer tiempo. O directamente con los compañeros, amigos y familia disfrutando de un buen partido de rugby profesional.

lunes, 17 de marzo de 2014

Un amor tardío

La última camiseta de Brian 0'Driscoll con Irlanda, colgada minutos antes del Francia vs Irlanda, del VI Nations 2014

Sólo he llorado 3 veces por el deporte en mi vida. La primera por la UEFA del Atleti, la segunda por avenida el año pasado y la tercera este sábado por el VI Naciones y la victoria de Irlanda...




La tensión es máxima. Se nota su peso aplastando cada atomo de cada cuerpo y de la hierba mojada de sudor y esfuerzo tras 80 minutos de lucha. La materia oscura del universo se torna en presión y emoción entre las líneas de lateral, de ensayo y los palos. El orgullo herido de unos y el miedo, el pánico, al fallo de los otros, atenazan cada batiente y añaden el peso del mundo del rugby al oval.

Van 5 minutos conteniendo al rival en la 22 propia tras un encuentro plagado de nervios y errores que oscurece el tremendo e inapelable trabajo de las semanas previas. Nadie se puede equivocar, nadie puede ceder. Hay que morir en cada centímetro, placar y embestir, atacar y defender, retirarse y limpiar... todo para volver a empezar, así una y otra vez, mientras los segundos se desangran terriblemente rapido para unos y lastimosamente lento para otros.

Pero en ese instante surge un error, unas milesismas de segundo en que se llega tarde, y el rival lo aprovecha para limpiar e imprimir más velocidad. El error se encadena, en una sucesión de intentos tardíos de placaje y en una transición izquierda derecha fluida hasta el penúltimo hombre, donde Papé, en el quizas pase más sencillo de un ataque que va por su úndecima fase, comete avant, anulando el ensayo de Choulet. Un error por otro error.

Pero durante un minuto el fracaso lo impregna todo. El estadio es silencio pese a los gritos de miles de franceses, las miradas entre los que visten de verde sobre el cesped se nublan de lagrimas. No tienen respuestas, no tienen fuerzas. Hasta que la imagen del Instant Replay demuestra la infracción gala, todos nos lamentamos una vez más, otra ocasión en la que se escapa la victoria entre los dedos. Pero el árbitro confirma lo que la pantalla gigante ofrece a través de la repetición y vuelve la alegría y la fiereza al equipo verde. Habrá mele con introducción de los visitantes.

Pero El Gallo sigue crecido y su empuje abasalla a la línea del trébol, y durante 3 fases hacen contener la respiración, ya con el tiempo cumplido, hasta que la precipitación les hace llevar el oval al flanco más fuertemente protegido, donde la presión verde les cierra la salida y cometen infracción por retención.

Pita el árbitro, pierden el balón y el partido acaba. Irlanda gana en Francia. Irlanda gana el VI Naciones.

Todos estallamos de alegría. Los abrazos, felicitaciones, las sonrisas y lágrimas se entremezclan. Se completa un círculo. El curriculum perfecto. El adiós soñado.

Habían sido muchos años de derrotas y sin sabores aunque también de de victorias y alegrías como el Grand Slam de 2009 o las Triples Coronas que daban lustre al dominio de los clubes (Munster, Ulster y Leinster) en la máxima competición de clubes (la Heineken Cup).

Y ahora se culminaba el trabajo de todo el torneo, sumado sus semanas previas, sus descansos y partidos.

De la inauguración con Escocia en el Aviva donde los del cardo aguantaron con oficio durante 35 minutos hasta sucumbir bajo el peso de la delantera irlandesa. De ahí al final se amplió la ventaja, dando unos puntos que a la larga serían vitales para la resolución del torneo. Y una semana después el primer momento clave.

Con el nivel de los 6 equipos, cualquier partido entre irish, dragones, el 15 de la rosa o el 15 de gallo, le da el epíteto de trascendental y la visita de País de Gales al Aviva no iba a ser menos. Sobretodo teniendo en cuenta la pírrica victoria francesa sobre Inglaterra en la jornada inaugural, y los problemas que los propios galeses tuvieron para doblegar a Italia.

Y es que la selección roja no ha estado al nivel de los dos VI Naciones anteriores, y el partido frente a los irish men fue una prueba más de ello, donde la intensidad y el empuje de los locales sobrepaso en todo momento a la gran delantera galesa llevando el partido a un dominio continuo solo paliado por los arrebatos de Williams y las patadas de Halfpenny. Hasta que ya en la segunda parte con los cambios, bajo la intensidad un punto más en Gales, mientras que Irlanda continuaba a lo suyo para poder así añadir otro buen carro de puntos para el average total del torneo.

La tercera jornada traía el partido más sentimental en las islas. El Inglaterra vs. Irlanda en Twickenam no sólo llevaba a flor de piel los más antiguos y enraizados sentimientos de ambas naciones, sino que además era la muestra o no de la candidatura irlandesa a Grand Slam, dejando ya atrás a Inglaterra, lo que le daba al choque el apelativo de vital.

Y así resulto ser. Duro y muy intenso, sólo 10 minutos de despiste generalizado Irish daba una ventaja a los ingleses, mantenida al pie por Farrell y en los choques por un Mike Brown excelso (el zaguero de Harlequins ha sido elegido Mejor Jugador del Torneo), pero que siempre estuvo en el alambre, puesto que los verdes apretaron los dientes y gracias a su delantera, con el inestimable empuje de O'Connell y Toner empezaron a dominar todas las zonas de encuentro, siendo castigados por el puntal que supone Sexton y sus incursiones al intervalo. El partido era pura pelea y emoción y ambas defensas en varias ocasiones conseguían mantener el oval fuera de su zona de ensayo luchando frente al empuje del rival que convertían todo el partido en memorable.

Al final, Inglaterra sumaba la victoria aprovechando los nervios irlandeses ya comentados y algún que otro error impropio tanto al pie de Sexton, como a la mano de O'Driscoll, borrando la opción del Grand Slam (Francia que era la otra invicta antes de la disputa de la tercera, salía apabullada de su visita al Millenium, ante un Gales herido y que demostró quien era el campeón vigente).

Acabada la jornada teníamos ya La Cuchara de Madera asignada a Italia que había perdido ante Escocia (meritorio torneo el suyo) en Roma, y a Irlanda, Gales, Inglaterra y Francia empatados con un 2-1 ante dos semanas de descanso activo (con jornada de ligas domésticas por medio) antes de encarar la fase final del VI Naciones más emocionante, intenso, abierto y de calidad de los últimos años.

Así llegamos a la penúlitma jornada donde Irlanda, de la mano de su seleccionador, el neozelandes Joe Schdmit ex-del Leinster doble Campeón de Europa, ya había asimilado que el torneo iba a decidirse por el average de puntos, por lo que debían aprovechar la visita de la deprimida Italia para aumentar su casillero lo máximo posible. Así salió el 15 del trebol al Aviva para someter a la Azzurra desde el primer minuto y llevándoles a una defensa estoica de su zona de ensayo durante la primera parte, lo que motivo que Italia batiera así el record de placajes en una mitad, puesto que no disfrutaban del oval, aunque de la mano del genial Orquela pudieron sumar algunos puntos que les mantenían relativamente cerca. Pero Irlanda seguía empujando, desgastando y aplicando velocidad y dinamismo al ataque hasta que en la reanudación fueron cayendo los ensayos, incrementándose su ritmo con la inclusión "de la segunda unidad" comandada por los Madigan, Ross, Paddy Jackson o "el catalán" Jordi Murphy.

Irlanda había cumplido y ya sabía que llegaría al Stade de France con los deberes hechos. Ahora el turno corría para Francia, que por tercera vez en el torneo, al igual que contra Inglaterra y contra Italia, ganaba el partido, en este caso en Murrayfield frente a Escocia, en los últimos minutos, mostrando un nivel inferior a su rival una vez más (los del cardo merecieron mucho más) y gracias al ala Huget, su mejor jugador en este VI Naciones.

Así al día siguiente se cerraba La Triple Corona con el duelo en Twickenamm entre Inglaterra y Gales, que a la postre fue uno de los mejores partidos no sólo del torneo sino de los últimos años.

El orgullo del campeón, la revancha por la afrenta del último enfrentamiento entre ambos y las opciones de victoria tanto en el día de hoy como al final, se conjugaban para diseñar un auténtico partidazo de rugby del Siglo XXI lleno de intensidad, velocidad, acierto, emoción, lucha y entrega conformando un coctel para paladear por cualquier aficionado, desde el más experto hasta un neofito al que queramos atraer a este maravilloso deporte.

El duelo al pie entre los dos pateadores Owen Farrell por parte inglesa y Leigh Halfpenny por la galesa resumía todo lo acontecido, manteniendo en vilo a todo el planeta rugbístico y castigando los errores del rival. El choque de delanteras en melés y mauls era brutal y en ninguna acontecía un ganador claro. Las terceras líneas trabajaban a destajo y el dinamismo del juego era un regalo sólo equiparable a la emoción que se sentía. Estaba claro que un ensayo, sólo uno, iba a desnivelar la contienda dada la igual fortaleza, en ataque o defensa, y en todas las líneas que se plasmaban.

Y fue Inglaterra la que con la raza de Brown consiguió ensayar en una larga jugada que empezo el zaguero y que tras varias fases desnivelo al final Burrell aprovechando una apertura con el pie del otro medio TwelveTrees...

Pero no se rindieron los actuales campeones y aplicaron más intensidad para vivir sus mejores minutos en el partido y apurar sus opciones de torneo. Pero Inglaterra aguanto y el pie de Farrell certifico la victoria de los "Lancaster".

Y así se llegaba a una última jornada apasionante en la que Inglaterra trataria de ampliar su average de puntos frente a Italia, esperando una ayuda francesa y con el Gales vs Escocia disputado un día antes que deparó un palizón gales abusando de su rival al que al final se le hizo el torneo demasiado largo.

Ya en la mediodía de sábado sólo hubo un equipo en el Olímpico de Roma: Inglaterra que desde el primer minuto se hizo dueña de los metros importantes, ganó todas las disputas claramente y encontro en Farrell el acento anotador a todo el empuje que su delantera movía, frente a una Italia que parece haber dado un par de pasos atrás tras sus dos últimos grandes torneos, quizás por un conjunto demsiado veterano que no parece encontrar relevo natural a los Parisse, Castrogiovanni, Orquela, Campangaro o Ghiraldini.

Inglaterra había hecho sus deberes y tocaba mirar al Stade de France, a París, donde Irlanda iba a tratar despedir al gran Brian O'Driscoll con un VI Naciones a sumar al de 2009, frente a una Francia que ya no tenía nada que hacer en el torneo tras la paliza inglesa en Roma.

A dos días de San Patricio (17 de marzo) Irlanda sabía que dependía de si misma, pero necesitaba ganar en terreno maldito por segunda vez en 42 años. La primera en 2000 cuando un bisoño O'Driscoll fascino al planeta oval con 3 ensayos para terminar con la maldición verde en Francia y ayudando así a escribir el titular en el Independent de Dublin: In BOD WE Trust.

Liderazgo

El partido llevaba todo el peso del torneo más añejo y valorado del deporte, así como todo el sentimentalismo del adios de una leyenda. Irlanda debía ganar. Debía ganar a Francia, para sumar el VI Naciones. Y debía ganar para rendir homenaje con victoria a su más firme baluarte. A su "artista fajador". A Brian O'Driscoll.

Seguro que el 13 había impregnado todo el espíritu de lucha y de equipo en la tradicional charla de capitanes de antes de salir a calentar. Pero tras el sonido de los himnos, La Marsellesa francesa, y el "Amhrán na bhFiann" (La Canción del Soldado) y el Ireland's Call por parte irlandesa, empañaban los ojos del centro de Leinster, y con ellos se nublaba el alma verde.

Y tras esto, no empezaba bien el partido para Irlanda. La supuesta superioridad en la delantera irish no aparecía y si por el contrario una primera francesa que llevaba a Irlanda a cometer los primeros errores, que se traducían en puntos convertidos por Machenaud. Además el oval no duraba en manos de irlandeses, que precipitados y con errores no podían salvar la presión francesa y tenían que seguir bregando en su 22 para no ceder más puntos. Era un 6-0 tras 10 minutos y parecía que el torneo se esfumaba. Entonces, tras el segundo golpe de Machenaud, la imagen se centra en O'Driscoll que en el habitual corrillo mientras se prepara el pateador rival, ha aleccionado a los suyos: "No somos nosotros los que estan jugando hoy aquí. Vamos a luchar por Irlanda".

Y hubo ese cambio de sentido del juego. La primera de Irlanda pasó a dominar, no claramente, pero si por lo menos para ganar touches y melés, y sobretodo para limpiar el juego ofensivo verde que consiguió enlazar fases y jugadas de carrera y pase para certificar dos ensayos: El primero tras combinación coral, con un Murray inspirado, de toda la segunda culminada por Sexton (que no consiguió convertir) y el segundo tras una contra que Trimble (gran torneo suyo) ensayaba, esta vez si, con conversión del medio apertura.

Fueron los mejores momentos de juego de Irlanda en el Stade de France, pero este juego y este torneo son tan grandes, que nunca se conjugaba el verbo derrotar. Francia imprimió más intensidad y consiguió ensayar a través de Dulin, y con los errores al pie (drop galo y golpe no convertido por Sexton) se llegaba con un abierto, igualado y emocionante 13-12 que daba el torneo a Inglaterra.

En la reanudación y tras el paso por vestuarios (no me puedo imaginar el llamamiento a la gloria y la épica soltado en esos 15 minutos en las entrañas del Stade de France, ¡y lo qué hubiera pagado por verlo y sentirlo!) la intensidad por ambos bandos se incremento, pero no pararon los errores por ninguna de las batientes. Ni en defensa, ni en ataque. Así Irlanda perdió hasta dos oportunidades de ensayar ya en la 22 (una por un error a la mano tras gran jugada, y otra por infracción) y Francia, también perdió otro balón en la 22 rival, que con una fantástica transición entre Trimble y O'Driscoll estuvo a punto de hacer ensayar a #InBODWeTrust como hace 15 años, pero al final fue Sexton el que conseguía sumar de 5 en 5.

Convertía y pasaba minutos después un golpe el apertura ex-Leinster y ahora en Racing Metro de Paris, y parecía poner un marcador, 13-22, que arrimaba el VI Naciones a la isla verde. Pero todavía quedaba mucho. Y Francia no se rindió.

Había errores a la mano por ambas partes, pero eso no fue impedimento para que el primera Szarzewsky ensayará con conversión de Machenaud para comprimir el marcador. La tensión y la disputa era máxima y nadie cedía. Pese a luchar contra imposibles. Y así tuvo que abandonar Sexton el terreno, con un collarín, por tratar de placar a Besteraud (aproximadamente 60 kilos más que el irlandes). Poco tiempo después, el sustituto de Machenaud, Doussain, fallaba un golpe de castigo sencillo y dejaba el marcador en un 20-22 tras una mele girada por la primera francesa.

Irlanda iba a afrontar los últimos 15 minutos sin sus dos medios, pero tanto Reddan como Madigan, suplieron a la perfección a Sexton y Murray, y durante 10 de esos minutos enlazaron una gran jugada de ataque que les llevo a la puerta del ensayo. Tras 6 fases en la 22 francesa, no pudieron convertir, ni los saltos a intervalo de los dos medios, ni la potencia de O'Connell, ni la fantasía de O'Driscoll, hasta que la perdida de balón se hizo inevitable, deparando un final no apto para cardíacos.

Así como al principio decíamos, Francia llevo el oval rápido a la 22 rival, ante unos irlandeses que sólo podían retirarse, ceder y reagruparse. Hasta la jugada resuelta por el Instant Replay con el avant de Papé sobre Chouly todos los que empujábamos por la causa verde contuvimos la respiración ante la aceleración del ritmo cardíaco.

Pero la tecnología se alió con el 15 del trebol, y la posterior mele y precipitación francesa llevaron a la conclusión del partido, y con él del VI Naciones 2014, con victoria de Irlanda.

Era el último partido del hombre record. Del mejor jugador irlandes de todos los tiempos. Del estandarte. Del artista fajador. Del líder. Con 141 caps a sus espaldas (132 con Irlanda y 9 con los British and Lions; Record absoluto) colgaba la verde Brian O'Driscoll. Acabado el partido, su último partido con Irlanda el centro más fiero, indómito e imprevisible que ha pisado un campo con Irlanda, enfilará el túnel de vestuario como suele hacer. Felicitando al árbitro por su actuación y agradeciendo a los rivales el esfuerzo y a sus compañeros la solidaridad. Porque como le gusta decir "por encima de cualquier cosa, yo soy un jugador de equipo". Sólo puedo decir: Muchas gracias, Brian O'Driscoll.

Un juego especial

El rugby es un juego especial. Dicen que el rugby es un deporte de bárbaros jugado por caballeros, que se diferencia del fútbol (deporte de caballeros jugado por truhanes) por el sentimiento de respeto. Hay respeto al rival. Al final del juego independientemente del resultado los dos equipos se aplauden y se homenajean formando pasillos. Y existe el Tercer Tiempo, donde las cervezas, los aperitivos y las risas, dejan atrás el barro, los agarres y placajes, con los comentarios de las jugadas o los partidos profesionales. O cualquier aspecto de la vida.

Hay respeto al árbitro. No hay protestas. No hay aspavientos. Sólo el capitán con los brazos destensionados puede dirigirse al colegiado, y nunca con el tono de voz elevado. Este explica con el mismo tono la decisión y en los grandes partidos profesionales puede ayudarse del Instant Replay y el juez de video. Nadie finge una lesión, y este si es un deporte de contacto, puesto que significa defender o atacar la siguiente jugada con uno menos, ya que estan permitidas las entradas de las asistencias médicas sin parar el reloj.

Y hay respeto al juego. Aunque no te juegues una clasificación, aunque el partido este ya acabado y la victoria decidida, no se cede. En el rugby no. En cada segundo y en cada centímetro sobre la hierba se pelea y se disputa. Hay victoria y hay derrota. Pero por encima de todo hay respeto.

Es un deporte vivo, tremendamente agotador, pero extremadamente divertido, apasionante y que cuando te pica por primera vez ya no va a salir de tu sangre.

Y así me siento yo con él, con una relación especial, de diversión y trascendencia por haber entrado en mi vida, y también de cierto lamento, por no haber llegado a él antes, mucho antes. Haber empezado a jugarlo en su versión 15vs15 de aprendizaje y formación con esos 8 ó 9 años. Quién sabe cual hubiera sido mi historia entonces. Envidio ese sentimiento de respeto máximo al juego, al rival, a los compañeros. A árbitros y asistentes. A uno mismo como principio de algo que acaba en el todo, en el equipo.

Risas, abrazos y cervezas, después del rechinar de dientes, la máxima expresión del esfuerzo, los placajes, carreras y agarrones, la lucha continua por cada centímetro, cada pulgada. Las miradas de complicidad con compañeros y de agresividad y fiereza frente a los rivales. El respeto impregnándolo todo. El barro, la hierba, la sangre y el sudor. Victoria y derrota. Diversión y trascendencia. Todo esto es el rugby.


 
Image by Irish rugby

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