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miércoles, 19 de julio de 2017

Una gira oval




El mundo del oval llevaba expectante varios meses ante la gira de los Lions (British and Irish Lions) que en junio de 2017 iban a hacer por Nueva Zelanda, y por lo tanto, para enfrentarse y testar a los All Blacks y a las franquicias kiwis del Super Rugby.
Pero también suponía la comparación entre el rugby del norte y el del sur; entre la concepción del juego más ortodoxa y ligada al choque, la del norte, y la del sur, basada más en la velocidad y la combinación. Dos formas que no deberían ser contrapuestas, sino más bien complementarias, explotando las virtudes y minimizando los defectos de cada una de las propuestas, pero que en realidad se muestran como antagonistas.
Mientras en Nueva Zelanda se trabaja con ahínco en la creación de jugadores dotados para la evasión y el juego a la mano, el Norte sigue apostando por un desarrollo más lento y basado en la supremacía de las fases estáticas por encima del movimiento a la mano.
Pero lo que hemos vivido durante el último mes y medio no sólo ha sido la confrontación entre dos de las formas, quizás las más contrapuestas, de entender el rugby dentro del profesionalismo, sino que además y de propina ha servido para comprobar en que situación está Nueva Zelanda a dos años del próximo Mundial de Japón 2019 y al que llegará después de ganar el Mundial de 2015 donde revalidó el título conseguido en 2011. Tras 2015 con la salida de grandes figuras (Dan Carter, Ma'a Nonu, y el capitán Richie McCaw entre los más destacados) existe la duda de ver como se integran los jóvenes. Nombres como Laumape, Naholo, Ardie Savea o Jodie Barrett (el pequeño de la saga que va para ser el zaguero del futuro) entre otros han ido formando parte de las probaturas que Hansen ha ido metiendo de cara al The Rugby Championship de dentro de un mes y sobre todo ante la Copa del Mundo de Japón 2019.
Aún con todo los All Blacks, no sólo son y siempre, los máximos favoritos para proclamarse y revalidar el título de campeón, sino que además al equipo del helecho plateado le rodea un aura de leyenda, como el Mejor equipo del mundo, no sólo del rugby y de este momento, sino de siempre y en cualquier disciplina deportiva.
Enfrente ha tenido a la selección de selecciones británica e irlandesa dirigida por un neozelandés, Warren Gatland, quien como suele hacer, ha sabido hacerse protagonista en lo anecdótico para salvaguardar la integridad del colectivo que ha creado y poder así competir con los All Blacks siendo coherente en su estilo y con una garantía de equilibrio entre ambos contendientes.
Como sucede habitualmente con las selecciones, para la convocatoria de los Lions todos, periodistas y aficionados, en las islas o en el resto del planeta oval, hemos tenido nuestra selección. En mi caso particular he echado de menos la presencia de los hermanos Gray. Los escoceses podían y debían haber estado primero por su rendimiento, y después sin atender ya tanto a la meritocracia, por su lectura del juego ofensivo a la mano donde tienen más recursos que la apuesta “inglesa” de los Itoje, Kruis y sobretodo Lawes.
Más presencia escocesa, quien sin duda ha sido la noticia más positiva del último VI Nations por su apuesta por un rugby más ofensivo y dinámico en detrimento de su tradicional y embarrado estilo, ha sido en general la mayor queja de los entendidos. A muchos nos parecía de recibo premiar al equipo y la apuesta que mejores sensaciones y momentos nos dejaron en el invierno pasado y que gracias al trabajo de otro neozelandés, Vern Cotter, al mando se postula como serio aspirante en los próximos 2 y 3 años.
Además de los Gray, tampoco aparecía en la primera lista su capitán y alma en la bisagra del 15 del Cardo Laidlaw quien finalmente acudió tras la renuncia del inglés Ben Youngs por motivos personales. Y sobre todo fue la ausencia de Finn Russell la que más críticas levantó toda vez que la apuesta para los centros de Gatland entraba lógica en el gales Jonathan Davis (elegido al final Mejor Jugador de la gira) y en el irlandés Heinshaw, pero que con la entrada de Te’o había muchísimas más dudas. Gatland quería músculo y presencia en los centros, quedándose con un jugador mejor defensor pero más robótico frente a uno con mucho más rugby como el escocés.
Y es que era la sobre presencia galesa lo que más críticas generaba, sobre todo tras el rendimiento en colectivo y en individual de no pocos de los del 15 del Dragón. Pero Gatland los conocía y apuró su apuesta sobre ellos en caso como Biggar, Webb, North, Halfpenny o Tipuric. No tuvo problemas para dejar en casa al capitán de la selección inglesa, ganadora de los dos últimos VI Nations, Hartley y a su zaguero titular Brown, no sólo por cuestiones deportivas, sino también porque en el rugby las formas y el respeto son parte tan importante como el juego, o más.
Gatland, anticipará o no la posible polémica por la convocatoria funcionó ante ella como viene haciendo habitualmente: tiró de socarronería para justificar sus decisiones, buscando por un lado poner el foco sobre él y no sobre los jugadores y por otro, demostró compromiso inequívoco y como no podía ser de otra manera con los jugadores que se llevaba de gira, y estos lógicamente, le devolvieron la confianza con el mejor rendimiento que podían dar.
Aquí quiero hacer notar un hecho curioso. Finalizada la polémica de la convocatoria con la propia rueda de prensa de Gatland, los medios británicos se olvidaron de los que no estaban y lanzaron un apoyo sin fisuras a sus chicos. Por supuesto han existido críticas, también de los aficionados, tras los partidos algunas veces con el resultado justificado y otras con el juego expuesto, pero no ha fallado en ningún momento el apoyo, así como un ánimo en disfrutar con el evento, con cada cita semanal bien en sábado o entre semana. En vivir y paladear algo que sucede cada 4 años y como este año, sólo cada 12: La gira de los Lions por Nueva Zelanda.
Por el contrario, desde los medios rugbísticos en español he encontrado una actitud para ir minusvalorando cuando no desprestigiando la gira usando el argumento de “que no van los mejores” o “no tienen ninguna posibilidad” o “proponen un rugby anticuado”. Por supuesto, cuando la atención mediática se ha ido disparando (siempre en los círculos del rugby en España) por las retransmisiones de Movistar Plus o porque ya empezaban los test matches con los All Blacks éste argumento se ha disipado. Pero como digo, me ha resultado muy curioso la actitud de unos, tratando de disfrutar pese a que hubiera disidencia con las decisiones de Gatland, y de otros que se han mantenido hasta que no han podido más en el enfado.

Pero ya voy a centrarme en el juego. En el rugby visto y vivido.

Los British and Irish Lions han jugado 10 partidos en Nueva Zelanda desde el 3 de junio hasta el pasado sábado 8 de julio con un bagaje de 5 victorias dos empates y tres derrotas, con 214 puntos a favor y 168 en contra con un total de 16 ensayos.
Comenzaron con una victoria 7-13 ante la Provincial Union XV, selección provincial neozelandesa; después vino la primera derrota ante los Blues 22-16 que arrasaron a unos Lions erráticos en ataque (algo normal) y sobrepasados en defensa ante la velocidad de los back de la franquicia kiwi peor clasificada en el Super Rugby. Las dudas se fueron manteniendo pese a ganar a Crusaders sin ningún ensayo (3-12) y con la derrota ante Highlanders (23-22) en uno de los mejores partidos por juego, de toda la gira.
Recuperaron sensaciones los turistas (tal y como en el argot se conoce al equipo de los Lions cuando lleva a cabo sus visitas al hemisferio Sur) ganando bien a los Maori All Blacks (10-32) y con un gran despliegue a Chiefs (6-34) para terminar su serie de partidos contra las franquicias con un empate a 31 frente a Hurricanes, ya habiendo iniciado sus test matches frente a los All Blacks, por lo que les faltaban no pocas piezas de importancia a los actuales campeones del Super Rugby.
Y es que 3 días antes se iniciaban los partidos grandes de la gira con el primero de los tres enfrentamientos entre los All Blacks y los Lions, donde los locales llevaron la mayor parte del tiempo la iniciativa del juego (sólo unos minutos al terminar la primera parte se vio más cómodo a los turistas, que culminaron un gran ensayo, el mejor de todo el mes, por medio de O’Brien tras una ruptura excepcional de Liam Williams). Durante casi todo el partido el oval volaba de lado a lado de las cortinas de los All Blacks con precisión y velocidad, reciclando jugadores y situaciones, y donde los Lions a duras penas sólo podían contener el vendaval. Al final 30-15 y la sensación previa de superioridad kiwi confirmada lo que hacía temer por una derrota estrepitosa en la serie de los del hemisferio Norte.
Pero nada más lejos de la realidad. Como decía más arriba Gatland acaparó las críticas en su persona, aisló al equipo de las mismas y lo amoldó a su estilo el juego y la respuesta táctica ante lo propuesto y ejecutado por Nueva Zelanda. Así, con un compromiso inquebrantable del plantel y con una intención clara de embarrar los rucks con pocos hombres para mantener retaguardia ante la conectividad All Black, lo que exigía mayor empaque físico y muscular frente a virtuosismo, fue como los Lions ganaron el duelo táctico.
La iniciativa en el juego siguió siendo kiwi, pero incluso sumando puntos, estos fueron haciendo lo que Gatland quería: Que no se descosieran los partidos y se mantuvieran en marcadores cortos. Para ello necesitaba que su guardia pretoriana galesa, los Warburton (capitán de la gira), Faletau y Alwin Jones se complementará con la cacería inglesa liderada por Itoje, y con el complemento de un inconmensurable Sean O’Brien para las abiertas y quizás el jugador más decisivo en el resultado final. Si además le sumamos la lluvia que torno épico el segundo partido de la serie, encontramos el escenario para la catástrofe perfecta de Gatland: Victoria 21-24 en Wellington.

Aquella lluviosa noche (calurosa y temprana mañana para mi) todo hacía indicar que habría un dominio abrumador de los All Blacks, pero la realidad es que los condicionantes como arbitraje, climatología y por encima de todo el saber hacer de Warren Gatland, concedieron la iniciativa del juego a los turistas. Y es que los Lions impusieron su modo y modelo de juego, con mucho tacticismo para parar el juego ofensivo rival e infligir mucha presión durante toda la serie por parte de unos Lions que supieron leer el partido mucho mejor en general. El juego al pie se convirtió en decisivo apareciendo nombres como Owen Farrell (tremendo al pie toda la gira) y sobretodo la bisagra irlandesa de Murray y Sexton que con patadas a la espalda de al cortina neozelandesa y Garryowens causaron estragos en la seguridad del rival. En vez de imbuir a más delanteros en los rucks, dejaron la iniciativa a los All Blacks, para concentrar fuerzas en defensa de la línea y poder apretar a los backs kiwis cuando estos reciben y tratan de hacer los despliegues. Así pese a que se sucedieron los golpes de castigo, minimizaron el número de ensayos encajados (8 en 3 partidos, son “pocos” para los All Blacks) y además encontraron el inusual bajo nivel al pie de Beauden Barrett, quizás con mucha exigencia física.

Los ensayos de Faletau, reciclándose al modo sureño como un ala, tras un genial despliegue Lion y de Connor Murray reviviendo el particular castigo que infringe a la bisagra All Black por el intervalo hicieron justicia con el planteamiento táctico y la lectura de juego de Warren Gatland.
La polémica final alimentada por un Hansen preocupado de justificar los resultados y el juego All Black, siempre en la serie por detrás de la lectura táctica de los Lions (gran victoria de Gatland) ha estado en el arbitraje. En el segundo test match, con el arbitraje de Jerome Garcés y la expulsión justificada de Sonny Bill Williams (tercera roja que ve un All Black en sus casi 114 años de historia) y el "perdón" a un Vunipola que además de sufrir en melé, por donde ha venido la notable ventaja All black en las estáticas, culminó un horrendo partido con hasta 5 infracciones sólo saldadas con un sin bin, sino también, con la permisividad para con los Lions en la normativa del fuera de juego, treta para ensuciar con el ánimo de dificultar la continuidad de juego de los All Blacks.

Lo más sorprendente quizá analizando el resultado con algo de tiempo y perspectiva es ver cómo han conseguido los Lions mantenerse en los partidos, ante un equipo como los All Blacks, absolutamente eficaz en aprovechar sus oportunidades y castigar inmisericorde los errores del rival. Y eso que hubo un buen número de fallos, tanto con el balón a la mano, como en forma de infracciones que se cometieron por ambos equipos.

Lo indudable y lo mejor es que al final hemos tenido un mes y medio de rugby muy interesante y entretenido. Con más emoción que calidad, la serie ha resultado empatada, y los grandes vencedores hemos sido los espectadores que hemos disfrutado de un mes de rugby de nivel, muy emocionante que en estas sobre cálidas mañanas de junio y julio nos han entregado a la pasión del deporte.

lunes, 17 de marzo de 2014

Un amor tardío

La última camiseta de Brian 0'Driscoll con Irlanda, colgada minutos antes del Francia vs Irlanda, del VI Nations 2014

Sólo he llorado 3 veces por el deporte en mi vida. La primera por la UEFA del Atleti, la segunda por avenida el año pasado y la tercera este sábado por el VI Naciones y la victoria de Irlanda...




La tensión es máxima. Se nota su peso aplastando cada atomo de cada cuerpo y de la hierba mojada de sudor y esfuerzo tras 80 minutos de lucha. La materia oscura del universo se torna en presión y emoción entre las líneas de lateral, de ensayo y los palos. El orgullo herido de unos y el miedo, el pánico, al fallo de los otros, atenazan cada batiente y añaden el peso del mundo del rugby al oval.

Van 5 minutos conteniendo al rival en la 22 propia tras un encuentro plagado de nervios y errores que oscurece el tremendo e inapelable trabajo de las semanas previas. Nadie se puede equivocar, nadie puede ceder. Hay que morir en cada centímetro, placar y embestir, atacar y defender, retirarse y limpiar... todo para volver a empezar, así una y otra vez, mientras los segundos se desangran terriblemente rapido para unos y lastimosamente lento para otros.

Pero en ese instante surge un error, unas milesismas de segundo en que se llega tarde, y el rival lo aprovecha para limpiar e imprimir más velocidad. El error se encadena, en una sucesión de intentos tardíos de placaje y en una transición izquierda derecha fluida hasta el penúltimo hombre, donde Papé, en el quizas pase más sencillo de un ataque que va por su úndecima fase, comete avant, anulando el ensayo de Choulet. Un error por otro error.

Pero durante un minuto el fracaso lo impregna todo. El estadio es silencio pese a los gritos de miles de franceses, las miradas entre los que visten de verde sobre el cesped se nublan de lagrimas. No tienen respuestas, no tienen fuerzas. Hasta que la imagen del Instant Replay demuestra la infracción gala, todos nos lamentamos una vez más, otra ocasión en la que se escapa la victoria entre los dedos. Pero el árbitro confirma lo que la pantalla gigante ofrece a través de la repetición y vuelve la alegría y la fiereza al equipo verde. Habrá mele con introducción de los visitantes.

Pero El Gallo sigue crecido y su empuje abasalla a la línea del trébol, y durante 3 fases hacen contener la respiración, ya con el tiempo cumplido, hasta que la precipitación les hace llevar el oval al flanco más fuertemente protegido, donde la presión verde les cierra la salida y cometen infracción por retención.

Pita el árbitro, pierden el balón y el partido acaba. Irlanda gana en Francia. Irlanda gana el VI Naciones.

Todos estallamos de alegría. Los abrazos, felicitaciones, las sonrisas y lágrimas se entremezclan. Se completa un círculo. El curriculum perfecto. El adiós soñado.

Habían sido muchos años de derrotas y sin sabores aunque también de de victorias y alegrías como el Grand Slam de 2009 o las Triples Coronas que daban lustre al dominio de los clubes (Munster, Ulster y Leinster) en la máxima competición de clubes (la Heineken Cup).

Y ahora se culminaba el trabajo de todo el torneo, sumado sus semanas previas, sus descansos y partidos.

De la inauguración con Escocia en el Aviva donde los del cardo aguantaron con oficio durante 35 minutos hasta sucumbir bajo el peso de la delantera irlandesa. De ahí al final se amplió la ventaja, dando unos puntos que a la larga serían vitales para la resolución del torneo. Y una semana después el primer momento clave.

Con el nivel de los 6 equipos, cualquier partido entre irish, dragones, el 15 de la rosa o el 15 de gallo, le da el epíteto de trascendental y la visita de País de Gales al Aviva no iba a ser menos. Sobretodo teniendo en cuenta la pírrica victoria francesa sobre Inglaterra en la jornada inaugural, y los problemas que los propios galeses tuvieron para doblegar a Italia.

Y es que la selección roja no ha estado al nivel de los dos VI Naciones anteriores, y el partido frente a los irish men fue una prueba más de ello, donde la intensidad y el empuje de los locales sobrepaso en todo momento a la gran delantera galesa llevando el partido a un dominio continuo solo paliado por los arrebatos de Williams y las patadas de Halfpenny. Hasta que ya en la segunda parte con los cambios, bajo la intensidad un punto más en Gales, mientras que Irlanda continuaba a lo suyo para poder así añadir otro buen carro de puntos para el average total del torneo.

La tercera jornada traía el partido más sentimental en las islas. El Inglaterra vs. Irlanda en Twickenam no sólo llevaba a flor de piel los más antiguos y enraizados sentimientos de ambas naciones, sino que además era la muestra o no de la candidatura irlandesa a Grand Slam, dejando ya atrás a Inglaterra, lo que le daba al choque el apelativo de vital.

Y así resulto ser. Duro y muy intenso, sólo 10 minutos de despiste generalizado Irish daba una ventaja a los ingleses, mantenida al pie por Farrell y en los choques por un Mike Brown excelso (el zaguero de Harlequins ha sido elegido Mejor Jugador del Torneo), pero que siempre estuvo en el alambre, puesto que los verdes apretaron los dientes y gracias a su delantera, con el inestimable empuje de O'Connell y Toner empezaron a dominar todas las zonas de encuentro, siendo castigados por el puntal que supone Sexton y sus incursiones al intervalo. El partido era pura pelea y emoción y ambas defensas en varias ocasiones conseguían mantener el oval fuera de su zona de ensayo luchando frente al empuje del rival que convertían todo el partido en memorable.

Al final, Inglaterra sumaba la victoria aprovechando los nervios irlandeses ya comentados y algún que otro error impropio tanto al pie de Sexton, como a la mano de O'Driscoll, borrando la opción del Grand Slam (Francia que era la otra invicta antes de la disputa de la tercera, salía apabullada de su visita al Millenium, ante un Gales herido y que demostró quien era el campeón vigente).

Acabada la jornada teníamos ya La Cuchara de Madera asignada a Italia que había perdido ante Escocia (meritorio torneo el suyo) en Roma, y a Irlanda, Gales, Inglaterra y Francia empatados con un 2-1 ante dos semanas de descanso activo (con jornada de ligas domésticas por medio) antes de encarar la fase final del VI Naciones más emocionante, intenso, abierto y de calidad de los últimos años.

Así llegamos a la penúlitma jornada donde Irlanda, de la mano de su seleccionador, el neozelandes Joe Schdmit ex-del Leinster doble Campeón de Europa, ya había asimilado que el torneo iba a decidirse por el average de puntos, por lo que debían aprovechar la visita de la deprimida Italia para aumentar su casillero lo máximo posible. Así salió el 15 del trebol al Aviva para someter a la Azzurra desde el primer minuto y llevándoles a una defensa estoica de su zona de ensayo durante la primera parte, lo que motivo que Italia batiera así el record de placajes en una mitad, puesto que no disfrutaban del oval, aunque de la mano del genial Orquela pudieron sumar algunos puntos que les mantenían relativamente cerca. Pero Irlanda seguía empujando, desgastando y aplicando velocidad y dinamismo al ataque hasta que en la reanudación fueron cayendo los ensayos, incrementándose su ritmo con la inclusión "de la segunda unidad" comandada por los Madigan, Ross, Paddy Jackson o "el catalán" Jordi Murphy.

Irlanda había cumplido y ya sabía que llegaría al Stade de France con los deberes hechos. Ahora el turno corría para Francia, que por tercera vez en el torneo, al igual que contra Inglaterra y contra Italia, ganaba el partido, en este caso en Murrayfield frente a Escocia, en los últimos minutos, mostrando un nivel inferior a su rival una vez más (los del cardo merecieron mucho más) y gracias al ala Huget, su mejor jugador en este VI Naciones.

Así al día siguiente se cerraba La Triple Corona con el duelo en Twickenamm entre Inglaterra y Gales, que a la postre fue uno de los mejores partidos no sólo del torneo sino de los últimos años.

El orgullo del campeón, la revancha por la afrenta del último enfrentamiento entre ambos y las opciones de victoria tanto en el día de hoy como al final, se conjugaban para diseñar un auténtico partidazo de rugby del Siglo XXI lleno de intensidad, velocidad, acierto, emoción, lucha y entrega conformando un coctel para paladear por cualquier aficionado, desde el más experto hasta un neofito al que queramos atraer a este maravilloso deporte.

El duelo al pie entre los dos pateadores Owen Farrell por parte inglesa y Leigh Halfpenny por la galesa resumía todo lo acontecido, manteniendo en vilo a todo el planeta rugbístico y castigando los errores del rival. El choque de delanteras en melés y mauls era brutal y en ninguna acontecía un ganador claro. Las terceras líneas trabajaban a destajo y el dinamismo del juego era un regalo sólo equiparable a la emoción que se sentía. Estaba claro que un ensayo, sólo uno, iba a desnivelar la contienda dada la igual fortaleza, en ataque o defensa, y en todas las líneas que se plasmaban.

Y fue Inglaterra la que con la raza de Brown consiguió ensayar en una larga jugada que empezo el zaguero y que tras varias fases desnivelo al final Burrell aprovechando una apertura con el pie del otro medio TwelveTrees...

Pero no se rindieron los actuales campeones y aplicaron más intensidad para vivir sus mejores minutos en el partido y apurar sus opciones de torneo. Pero Inglaterra aguanto y el pie de Farrell certifico la victoria de los "Lancaster".

Y así se llegaba a una última jornada apasionante en la que Inglaterra trataria de ampliar su average de puntos frente a Italia, esperando una ayuda francesa y con el Gales vs Escocia disputado un día antes que deparó un palizón gales abusando de su rival al que al final se le hizo el torneo demasiado largo.

Ya en la mediodía de sábado sólo hubo un equipo en el Olímpico de Roma: Inglaterra que desde el primer minuto se hizo dueña de los metros importantes, ganó todas las disputas claramente y encontro en Farrell el acento anotador a todo el empuje que su delantera movía, frente a una Italia que parece haber dado un par de pasos atrás tras sus dos últimos grandes torneos, quizás por un conjunto demsiado veterano que no parece encontrar relevo natural a los Parisse, Castrogiovanni, Orquela, Campangaro o Ghiraldini.

Inglaterra había hecho sus deberes y tocaba mirar al Stade de France, a París, donde Irlanda iba a tratar despedir al gran Brian O'Driscoll con un VI Naciones a sumar al de 2009, frente a una Francia que ya no tenía nada que hacer en el torneo tras la paliza inglesa en Roma.

A dos días de San Patricio (17 de marzo) Irlanda sabía que dependía de si misma, pero necesitaba ganar en terreno maldito por segunda vez en 42 años. La primera en 2000 cuando un bisoño O'Driscoll fascino al planeta oval con 3 ensayos para terminar con la maldición verde en Francia y ayudando así a escribir el titular en el Independent de Dublin: In BOD WE Trust.

Liderazgo

El partido llevaba todo el peso del torneo más añejo y valorado del deporte, así como todo el sentimentalismo del adios de una leyenda. Irlanda debía ganar. Debía ganar a Francia, para sumar el VI Naciones. Y debía ganar para rendir homenaje con victoria a su más firme baluarte. A su "artista fajador". A Brian O'Driscoll.

Seguro que el 13 había impregnado todo el espíritu de lucha y de equipo en la tradicional charla de capitanes de antes de salir a calentar. Pero tras el sonido de los himnos, La Marsellesa francesa, y el "Amhrán na bhFiann" (La Canción del Soldado) y el Ireland's Call por parte irlandesa, empañaban los ojos del centro de Leinster, y con ellos se nublaba el alma verde.

Y tras esto, no empezaba bien el partido para Irlanda. La supuesta superioridad en la delantera irish no aparecía y si por el contrario una primera francesa que llevaba a Irlanda a cometer los primeros errores, que se traducían en puntos convertidos por Machenaud. Además el oval no duraba en manos de irlandeses, que precipitados y con errores no podían salvar la presión francesa y tenían que seguir bregando en su 22 para no ceder más puntos. Era un 6-0 tras 10 minutos y parecía que el torneo se esfumaba. Entonces, tras el segundo golpe de Machenaud, la imagen se centra en O'Driscoll que en el habitual corrillo mientras se prepara el pateador rival, ha aleccionado a los suyos: "No somos nosotros los que estan jugando hoy aquí. Vamos a luchar por Irlanda".

Y hubo ese cambio de sentido del juego. La primera de Irlanda pasó a dominar, no claramente, pero si por lo menos para ganar touches y melés, y sobretodo para limpiar el juego ofensivo verde que consiguió enlazar fases y jugadas de carrera y pase para certificar dos ensayos: El primero tras combinación coral, con un Murray inspirado, de toda la segunda culminada por Sexton (que no consiguió convertir) y el segundo tras una contra que Trimble (gran torneo suyo) ensayaba, esta vez si, con conversión del medio apertura.

Fueron los mejores momentos de juego de Irlanda en el Stade de France, pero este juego y este torneo son tan grandes, que nunca se conjugaba el verbo derrotar. Francia imprimió más intensidad y consiguió ensayar a través de Dulin, y con los errores al pie (drop galo y golpe no convertido por Sexton) se llegaba con un abierto, igualado y emocionante 13-12 que daba el torneo a Inglaterra.

En la reanudación y tras el paso por vestuarios (no me puedo imaginar el llamamiento a la gloria y la épica soltado en esos 15 minutos en las entrañas del Stade de France, ¡y lo qué hubiera pagado por verlo y sentirlo!) la intensidad por ambos bandos se incremento, pero no pararon los errores por ninguna de las batientes. Ni en defensa, ni en ataque. Así Irlanda perdió hasta dos oportunidades de ensayar ya en la 22 (una por un error a la mano tras gran jugada, y otra por infracción) y Francia, también perdió otro balón en la 22 rival, que con una fantástica transición entre Trimble y O'Driscoll estuvo a punto de hacer ensayar a #InBODWeTrust como hace 15 años, pero al final fue Sexton el que conseguía sumar de 5 en 5.

Convertía y pasaba minutos después un golpe el apertura ex-Leinster y ahora en Racing Metro de Paris, y parecía poner un marcador, 13-22, que arrimaba el VI Naciones a la isla verde. Pero todavía quedaba mucho. Y Francia no se rindió.

Había errores a la mano por ambas partes, pero eso no fue impedimento para que el primera Szarzewsky ensayará con conversión de Machenaud para comprimir el marcador. La tensión y la disputa era máxima y nadie cedía. Pese a luchar contra imposibles. Y así tuvo que abandonar Sexton el terreno, con un collarín, por tratar de placar a Besteraud (aproximadamente 60 kilos más que el irlandes). Poco tiempo después, el sustituto de Machenaud, Doussain, fallaba un golpe de castigo sencillo y dejaba el marcador en un 20-22 tras una mele girada por la primera francesa.

Irlanda iba a afrontar los últimos 15 minutos sin sus dos medios, pero tanto Reddan como Madigan, suplieron a la perfección a Sexton y Murray, y durante 10 de esos minutos enlazaron una gran jugada de ataque que les llevo a la puerta del ensayo. Tras 6 fases en la 22 francesa, no pudieron convertir, ni los saltos a intervalo de los dos medios, ni la potencia de O'Connell, ni la fantasía de O'Driscoll, hasta que la perdida de balón se hizo inevitable, deparando un final no apto para cardíacos.

Así como al principio decíamos, Francia llevo el oval rápido a la 22 rival, ante unos irlandeses que sólo podían retirarse, ceder y reagruparse. Hasta la jugada resuelta por el Instant Replay con el avant de Papé sobre Chouly todos los que empujábamos por la causa verde contuvimos la respiración ante la aceleración del ritmo cardíaco.

Pero la tecnología se alió con el 15 del trebol, y la posterior mele y precipitación francesa llevaron a la conclusión del partido, y con él del VI Naciones 2014, con victoria de Irlanda.

Era el último partido del hombre record. Del mejor jugador irlandes de todos los tiempos. Del estandarte. Del artista fajador. Del líder. Con 141 caps a sus espaldas (132 con Irlanda y 9 con los British and Lions; Record absoluto) colgaba la verde Brian O'Driscoll. Acabado el partido, su último partido con Irlanda el centro más fiero, indómito e imprevisible que ha pisado un campo con Irlanda, enfilará el túnel de vestuario como suele hacer. Felicitando al árbitro por su actuación y agradeciendo a los rivales el esfuerzo y a sus compañeros la solidaridad. Porque como le gusta decir "por encima de cualquier cosa, yo soy un jugador de equipo". Sólo puedo decir: Muchas gracias, Brian O'Driscoll.

Un juego especial

El rugby es un juego especial. Dicen que el rugby es un deporte de bárbaros jugado por caballeros, que se diferencia del fútbol (deporte de caballeros jugado por truhanes) por el sentimiento de respeto. Hay respeto al rival. Al final del juego independientemente del resultado los dos equipos se aplauden y se homenajean formando pasillos. Y existe el Tercer Tiempo, donde las cervezas, los aperitivos y las risas, dejan atrás el barro, los agarres y placajes, con los comentarios de las jugadas o los partidos profesionales. O cualquier aspecto de la vida.

Hay respeto al árbitro. No hay protestas. No hay aspavientos. Sólo el capitán con los brazos destensionados puede dirigirse al colegiado, y nunca con el tono de voz elevado. Este explica con el mismo tono la decisión y en los grandes partidos profesionales puede ayudarse del Instant Replay y el juez de video. Nadie finge una lesión, y este si es un deporte de contacto, puesto que significa defender o atacar la siguiente jugada con uno menos, ya que estan permitidas las entradas de las asistencias médicas sin parar el reloj.

Y hay respeto al juego. Aunque no te juegues una clasificación, aunque el partido este ya acabado y la victoria decidida, no se cede. En el rugby no. En cada segundo y en cada centímetro sobre la hierba se pelea y se disputa. Hay victoria y hay derrota. Pero por encima de todo hay respeto.

Es un deporte vivo, tremendamente agotador, pero extremadamente divertido, apasionante y que cuando te pica por primera vez ya no va a salir de tu sangre.

Y así me siento yo con él, con una relación especial, de diversión y trascendencia por haber entrado en mi vida, y también de cierto lamento, por no haber llegado a él antes, mucho antes. Haber empezado a jugarlo en su versión 15vs15 de aprendizaje y formación con esos 8 ó 9 años. Quién sabe cual hubiera sido mi historia entonces. Envidio ese sentimiento de respeto máximo al juego, al rival, a los compañeros. A árbitros y asistentes. A uno mismo como principio de algo que acaba en el todo, en el equipo.

Risas, abrazos y cervezas, después del rechinar de dientes, la máxima expresión del esfuerzo, los placajes, carreras y agarrones, la lucha continua por cada centímetro, cada pulgada. Las miradas de complicidad con compañeros y de agresividad y fiereza frente a los rivales. El respeto impregnándolo todo. El barro, la hierba, la sangre y el sudor. Victoria y derrota. Diversión y trascendencia. Todo esto es el rugby.


 
Image by Irish rugby

sábado, 27 de abril de 2013

Apoteosis en un momento


Durante una fracción de segundo el tiempo se detiene. El aire se condensa; las respiraciones de más de 3500 personas allí presentes se parán; los corazones se tensan. Lecoe recoge sobre su mano derecha el balón con el apoyo de la izquierda; mira al aro por última vez antes de lanzar, y ejecuta rapida, segura e impasible el último tiro libre de la Liga Femenina 2013. El balon se abre paso entre el denso aire hasta llegar a ser abrazado por el aro y allí culmina en un beso con las redes la Tercera Liga en la historia del Perfumerías Avenida de Salamanca.

El relato anterior es en pocas líneas condensadas el increíble y apasionante instante en que el club salmantino consiguió una liga más. Un momento épico, simbólico, un final de película. Hasta llegar a él, y llegar a comprenderlo, primero yo mismo, después cualquiera que lo lea, van las siguientes líneas.

Hace casi dos meses, antes de la Copa de la Reina que se iba a disputar en Zamora, y en la que salió victorioso, clara y merecidamente Rivas Ecópolis, escribía sobre la situación actual, de esta temporada, del Perfumerías Avenida, con la ristra de problemas y errores que todos, desde directiva, hasta afición, sin disculpar a cuerpo técnico y plantilla, se habían cometido y podían acabar con este sueño que durá ya 8 años (y esperemos dure muchos más) que ha alimentado e ilusionando a Salamanca y buena parte de sus gentes, con un proyecto deportivo estimulante, volcado e intenso. En aquel momento es lo que pensaba, y ahora, incluso después de vivido lo vivido, mantengo: El éxito actual no puede bajo ninguna circunstancia eclipsar el análisis serio y riguroso de la última temporada, con la mejor de las actitudes para mejorar, acertar más y volver a traer el espectáculo y el sentido de unión y comunión con afición y ciudad que se ha puesto en peligro esta temporada.

Pero el deporte es lo que es y una de sus mayores ventajas, y sin duda más duro inconveniente, es que continuamente, de manera constante, te da la posibilidad de redención. Y de eso es de lo que me voy a ocupar a continuación.

40 minutos para un instante

El pasado miércoles, Perfumerías Avenida, asaltaba el Cerro del Telégrafo con una Monique Currie, espectacular y arrancaba el factor cancha perdido en la liga regular a un Rivas Ecópolis excesivamente agarrotado por el peso de la responsabilidad de saberse favorito en ese primer partido y en su propia casa. Eso daba la oportunidad a Perfumerías Avenida, ayer, de ganar por primera vez, desde hace 8 años, una liga al calor de su público en Wurzburg. Al calor de la Marea Azul.

Oportunidad histórica que se repetía por primera vez tras 8 años consecutivos en los que Avenida ocupaba plaza en la final. Una oportunidad que se iba a jugar con un guión memorable.

La tensión era máxima y quizás trasladada de un bando a otro puesto que Rivas muy intenso y mentalizado exegía al máximo a un Avenida en cuyos primeros minutos, primeros ataques y primeras defensas, le pesaba en exceso la responsabilidad de encontrarse ante su oportunidad. Un peso que se unía a las trabas y problemas ofensivas de todo el año y que tenían además la réplica ripense con una lectura y acierto mucho mejor y mayor. El partido se inauguro con un 0-8 que Lapeña tuvo que parar con un tiempo muerto, y durante toda la primera mitad, lo que en un lado eran ataques organizados y bien ejecutados, lanzamientos sin oposición, acierto, en el otro eran desesperación, precipitación, errores en pase, en tiros... Avenida anotaba con sangre, sudor y lágrimas y expoleó las ventajas de Rivas. 15-30 y luego 17-34 mediado el segundo hasta una máxima de +18 para Rivas tras 17 minutos de juego.

En el descanso en las gradas del pabellón de Wurzburg se respiraba la ansiedad y se palpaba el pesimismo ante un planteamiento de partido que no era ajeno por conocido este año lo que aumentaba más si cabe aún la sensación derrota. Pero en el vestuario, quiero imaginar, que Avenida, con Lapeña vehemente en sus explicaciones y exhortaciones reaccionó y se conjuró para volver a los orígenes: defensa, intensidad, permanencia frente al desaliento, lectura en ataque. Garra y convicción, frente a un Rivas que en el vestuario se felicitaba del buen trabajo hecho, no daba nada por ganado y lamentaba, a la postre bastante importante, lesión de Anna Cruz, al filo del descanso.

La vuelta a la pista para la segunda parte plasmó esta imaginación y Avenida salió encorajinado, con una mayor implicación en ambos lados, llegando ya a puntear tiros de Rivas, cerrar el rebote defensivo y a jugar con mayor claridad en ataque, aunque todavía el acierto era una quimera. Pero fruto de esa mayor implicación traspasaron parte de los nervios, la precipitación y los errores a un Rivas, que vió como se oscurecía su juego ofensivo. De ahí al final ambos equipos anotarían más por calidad individual y bemoles, que por juego de equipo.

Poco a poco Avenida fue limando las diferencias pero al inicio del último cuarto se llegaba +10 para  Rivas (40-50). Sin jugar un baloncesto excelso y combinativo Avenida pudo correr y anotar rapido, e incluso libero varios tiros para desde la larga distancia animar su anotación. Rivas entraba en ese último cuarto con un triple de Bermejo, pero pasó varios minutos sin anotar y viendo como Avenida encontraba algo más el aro, hasta que a 5 minutos del final un triple de Marta Fernández, dejaba el partido en 4 puntos. Lo sucedido a partir de ahí, de guión hollywoodinese:

Estira la diferencia Rivas con un triple de Honti, al que le responde uno de Currie. Rivas por momentos no consigue anotar con claridad, pero sus dos jugadoras más expertas Kurasova y Vadja encuentras resquicios para sumar y acercar la victoria a las madrileñas. En ese momento Xargay reconoce que con haber recuperado la manija del juego no valía y que el equipo necesitaba de sus puntos, y lanza. Y anota. Le sigue LeCoe con un fantástico 2+1, al que responde Vadja. A dos minutos del final tras malos ataques de ambos equipos un 2+1 de Kurasova deja el partido cuesta arriba para las salmantinas, que tienen un oportuno tiempo muerto de Victor Lapeña, para pensar y reaccionar. Lo hacen con otro triple, esté sobre la bocina de Marta Fernández (no es una tiradora, no está en un buen momento y cometió muchos errores, pero hay que reconocerle unos ovarios como las dos catedrales). Rivas parece acusar el golpe hasta que encuentra de nuevo a Kurasova que anota un triplazo que hiela Würzburg. Por un momento el partido Rivas lo ve ganado y comete el error de defender mal la siguiente jugada, y en menos de 10 segundos Sulciute anota un triple que vuelve a dejar el partido en 1 punto.

Lo siguiente, al igual que lo anterior, pero resplandeciente por lo importante del momento, es parte de la historia de este maravilloso deporte y fantástico equipo. Ataca Rivas y quedan 30 segundos. No piden tiempo muerto para poner la bola en juego (mis calculos dicen que les quedaba uno) y Vadja comete pasos, no señalados, a los que les sigue una falta de Sulciute (2ª de equipo en ese cuarto para Avenida). Rivas ataca con +1 en el marcador y 24 segundos de juego ante la defensa en zona de un Avenida, que no puede hacer faltas para llevar al tiro libre al rival, y aquí viene el error que le costó el partido al equipo ripense: Honti decide penetrar (quedan 10 segundos) ante una defensa salmantina muy cerrada y sin posible carga del rebote, por parte de sus compañeras. Y falla, la suspensión. La carga del rebote de Rivas es tardía, y Currie rebotea y saca el contragolpe hacia Marta Fernández, acompañada de Lecoe. Dos contra una puesto que Casas guarda la viña ripense. El tuya-mia entre la escolta catalana y la ala-pivot estadounidense se salda con el error de Marta Fernández en la suspensión a tablero y bajo canasta, el siguiente palmeo de Sulciute que llegaba de trailer que se sale por poco, rebote de Lecoe y falta, clara y dentro de tiempo, de Nicholls.

Más allá de otras jugadas y situaciones de partido en las que Rivas, quizás legitimamente pueda verse perjudicada (Avenida defendió en zona, pero fuerte, el último cuarto, y sólo hizo le pitaron dos faltas en ese periodo), la jugada que decidió la liga, estuvo muy bien arbitrada y consensuada con la mesa. Las repeticiones constataron la realidad.

Lo siguiente; Increíble. La tensión era abrumadora e iba creciendo, durante los dos largos minutos desde el final del partido hasta que Lecoe se dispuso en la línea de tiros libres a entrar en la historia del deporte salmantino y del Perfumerias Avenida. Dos minutos de nervios, agobio, de aplastamiento bajo la presión y el calor, producido por la masa humana allí presente, la lluvia de la tormenta abrumadora de la tarde. Todo el pabellón era un invernadero a punto de explotar. Y la espoleta era Lecoe Willlingham.

Llegada a mitad de temporada la ala-pivot de Georgia, ha demostrado un compromiso y un carácter ejemplarizantes. Todo profesionalismo y disposición, unas veces más acertada que otras, ayer fue la luchadora que fue apuntalando la remontada hasta ponerse por delante ya con el tiempo cumplido.

Y demostró unos nervios de acero, enchufando el primer tiro, sin titubeos, para llevar el partido, como mínimo a la prórroga. Y el segundo. El segundo hizo estallar un pabellón entero, casi una ciudad. Una alegría inmensa inflada por la ilusión que Perfumerías Avenida significa para muchas personas, muchas familias en esta ciudad, y también dopada por el exceso de la remontada, la lucha sin cuartel, el camino a través de una cuerda, cada segundo más estrecha, en un sentido de marcha sobre el vacío sin red de seguridad.

Lecoe, deseaba el balón más aún que en el tiro anterior, hace apenas 15 segundos. Así son los y las ganadores. Cuando lo tuvo en sus manos, lo boto una vez; lo recogió sobre su mano derecha y lo sostuvo con la izquierda; mira al aro por última vez antes de lanzar, y ejecuta rapida, segura e impasible el último tiro libre de la Liga Femenina 2013.

Y ahí brotó toda la tensión en una explosión de alegría y pasión incontenible. Las risas, la alegría, los abrazos y por qué no decirlo en un tio de un metro setenta y ocho y 80 kilos de peso, de 30 años, también las lágrimas.

jueves, 5 de febrero de 2009

El más díficil todavía


Después del espectáculo de la semana pasada, hubo que volver a Salamanca a definir la eliminatoria, con el factor cancha a nuestro favor, pero con el temor metido en los huesos, por las últimas derrotas del Avenida, contando la paliza que nos dió el Ros, y el segundo partido jugado el viernes en Moscú. Pero cuando el público entra en Wurzburg, se cierran las puertas, y el balón sale disparado al cielo en el salto inicial, la lógica y la razón dejan su puesto a la pasión y la emoción. Y es que una noche más la simbiosis entre club, mister, jugadoras y afición volvió a saltar una barrera más, para seguir creciendo, para re-escribir la historia y hacer oír el nombre de esta ciudad, que se va a acostar con la ilusión de tener máxima representación deportiva en el panorama europeo, si en un deporte minoritario y su acepción femenina, pero ¡¡¡podemos!!!.

Y si hace 8 días la victoria era trabajada, pero sólida, contundente, plagada de espectáculo, acierto y confianza, anoche nuevos actores acudieron a la cita. El trabajo no sólo se mantuno sino que se intensificó, cual Stajanov, para sobreponerse a las dudas, los errores y el acierto rival. La fantasía y armonía ofensiva dejaron su lugar a la fé y la garra, impulsadas por un entrenador y una afición de más de 4000 personas que ahogaron al rival con gritos y elevaron las fuerzas de las propias hasta el límite de la extenuación.

El primer cuarto dejó claro que nada tenía que ver con lo vivido hace una semana. El Avenida de la mano de Basko y Snow encontró el camino a la canasta, aunque limitado por las primeras pérdidas ofensivas (un lastre del año pasado que ha aparecido en las últimas semanas). Por su parte el CSKA (que contaba con la importante baja de Katie Douglas) decidió empezar a mandar en el ritmo de juego impuesto entre Lawson y Hammon, siendo la MVP de las finales de la WNBA de hace 2 temporadas la que creará toda la oleada ofensiva moscovita, con continúos cortes, penetraciones y asistencias plenas de belleza y fantasía, que nos hicieron emocionarnos por su showtime, pero alarmanos por el cáliz que tomaba la situación. Este primer cuarto fueron los minutos de mayor claridad ofensiva y al final de el mismo se llego con 17-19.

En el segundo la crisis ofensiva de las charras fue colosal y sólo un arreón final evitó que se escapará el campeón ruso. Y es que las pupilas de Grudin dieron un giro a la intensidad defensiva, y ante la ausencia de decisiones arbitrales, las pérdidas se acumularon en el conjunto local, lo que permitió correr a las huestes lideradas en cancha por una sobresaliente Hammon. Pero aquí no acababa todo, porque la desidia también estaba en la defensa 5x5 donde no se freno a la menuda base nacionalizada rusa, sino que se quedo atrás en la batalla por el rebote, concediendo hasta 6 rechaces ofensivos en este período. Al descanso, momento "empanadilla" el público llena el gaznate con un preocupante 30-42.

Se conoce que José Ignacio Hernández pegó los cuatro gritos oportunos en el vestuario para aumentar la implicación e intensidad de sus púpilas, amén de corregir aspectos tácticos (defensa de Hammon, o ayuda de las aleros en el rebote). La respuesta fue en el ánimo pero apenas tuvo reflejo en el marcador, ya que los errores se seguían continuando en ataque, pero por lo menos se colapso el juego en ataque ruso. Primero sumo Willingham su primera canasta en el choque, luego Stampalija, pero como la ventaja no aminoraba con la velocidad suficiente, entro en pista Isa Sánchez, para que a través de su garra, desparpajo y también su acento sobre los árbitros, comenzar a menguar la ventaja rusa, bien con 1x1 o provocando faltas. Un robo con canasta fácil de Silvia Domínguez fue la chispa para que se volviera a creer. El CSKA aguantaba el envite con más pena que gloria gracias a Hammon, pero sobretodo en este momento a Wauters, siendo la pivot belga la única fuente de puntos constante del equipo moscovita... Pero la ilusión ya había cuajado en la afición y al grito de ¡Si se puede! la primera piedra de la remontada quedo colocada (44-51).

Último cuarto no apto para cardíacos. El Avenida remonta 7 puntos en él a base de intensidad, momentos llenos de garra en ataque y el exarcerbado espíritu de la afición expoleada por la implicación mostrada en la pista. Snow (23 puntos y 14 rebotes al final) domina ya en ambas zonas y abarca todo el rebote escupido por los aros. Pero el CSKA es un grande y no se amilana y son entre la novel McCarville y la veterana Lawson las que desatascan el juego ante una secada Wauters, una Korstin ya muy preocupada del arbitraje y una Hammon a quien las faltas y el cansancio le hacen mella, llegando el momento fundamental a 2 minutos y media cuando Hammon quedo eliminada al cometer su quinta falta personal en ataque (hasta tres fueron en ataque). Y fue la base francesa la que empinó la cuesta al equipo local con un tiro fácil a minuto y medio que ponía el +5 para las visitantes. Responde Snow en ataque y en defensa, anotando y robando un balón, que Anke de Mont transformaría en un triple salvador y apoteósico que enbocaba el partido a la prórroga tras fallar Wauters un tiro sobre la bocina (60-60).

En el primer tiempo extra, no empezaron mal las cosas para el Avenida, pero otra vez Lawson y la secundaria Gorbunova complicaba el asunto, teniendo que disfrazarse de SuperWoman, Michelle Snow para lanzar desde tres en retificado y punteado por Wauters su primer triple desde que llegó a España y sobre la bocina rematar el empate que explotaba el pabellón, las gargantas de los aficionados y la confianza de sus compañeras.

Del 66-66 al 83-74 final en 5 minutos donde sucedió de todo. El éxtasis y el subidón vivido por la afición y el equipo cuadriplicó las opciones locales mientras minaba extraordinariamente la moral rusa. Aún así otra vez Gorbunova y McCarville metieron el susto en el cuerpo, pero fue la sevillana Isa Sánchez la que doblegará la resistencia rusa. Un triple suyo a 3 minutos colocaba en franquicia al Avenida. Paso un minuto sin moverse el marcador, hasta que la andaluza se situó en la línea de tiros libres para certificar a ritmo de mambo el pase histórico, por primera vez, del Halcón Avenida a los cuartos de final de la máxima competición europea. (83-74)

Y con esta emoción, con el pulso acelerado, la garganta afónica, las manos doloridas de aplaudir, rotos por la ilusión, el sentirse participés de un éxito, de la historia, aclamamos a nuestras heroínas, a nuestro "maestro Zen" particular José Ignacio Hernández, a estas dos empresas que están llevando el nombre de Salamanca por Europa... Vibrar, temblar por lo vivido, mientras los ojos se vidrian de la felicidad más extrema, de 4000 almas que saltaron, chillaron, soltaron el lastre de sus vidas, por abrazar un sueño, un éxtasis vivido una fría noche de febrero y ya jamás olvidado en la memoria de los que allí estuvimos.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...