Mostrando entradas con la etiqueta VI Naciones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta VI Naciones. Mostrar todas las entradas

martes, 17 de marzo de 2020

Día 3 de confinamiento. Un poco de rugby desde el salón



«Nous cherchons tous le bonheur, mais sans savoir où, comme des ivrognes qui cherchent leur maison, sachant confusément qu’ils en ont une».
Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo confusamente que tienen una”
Voltaire
En estos días de confinamiento no tengo que buscar casa pues el problema viene de no poder salir de ella. La situación se agrava eso sí a la hora de matar buena parte del tiempo despierto que pasamos en el hogar, más si cabe cuando se es un gran aficionado al deporte, con el cierre de las temporadas de los deportes profesionales.
Baloncesto, balonmano, ciclismo y rugby, que son los que más me entretiene en eso del sillón ball, han dejado las competiciones nacionales, internacionales e incluso pre-olímpicas a medias o directamente sin empezar y todo hace indicar que dadas las medidas restrictivas empleadas nos veamos con una muesca en los palmares en referencia al año 2020. Asteriscos y llamadas a pie de página para resaltar la excepcionalidad del curso deportivo vigente con campeonatos terminados, campeones exentos y de momento clubes y trabajadores sin saber muy bien qué hacer mientras se supera la crisis del coronavirus.
El rugby no ha sido menos y ha echado el cierre a todas las competiciones en Europa, incluso al SuperRugby recién comenzado en el Hemisferio Sur. El VI Naciones suspendió su última jornada que debió disputarse éste pasado finde (además del Irlanda vs Italia en Dublín de la semana anterior) y en principio se deberá cerrar el torneo en la ventana internacional de noviembre, lo que hará recolocar todos las competiciones de clubes, puesto que en el mes otoñal ya estaban dispuestas las fechas para las visitas de las potencias del sur.
Así tendremos una última jornada en la que se decidirá casi todo -sólo una improbable victoria italiana en la capital irlandesa abriría también el melón de la Cuchara de Madera- y en el que habrá que ver como llegan los equipos con lo cual la clasificación final quedará seriamente desvirtuada, por lo que para hacer una análisis de lo visto en el primer VI Naciones tras el último mundial en octubre del año pasado hay que sentarse ahora y reflexionar.

Siguiendo la clasificación al revés de abajo a arriba.
Italia. El XV Azurri se encuentra en una situación más que comprometida. Salvo sorpresa mayúscula en el Aviva, certificara una nueva Cuchara de Madera más y un año más, el cuarto consecutivo sin sumar una victoria. Lejos de eso y teniendo en cuenta que ha seguido una renovación de nombres, con el último el capitán Parisse que cerrará su etapa en el último partido en el Olímpico de Roma ante Inglaterra, la desazón viene en como han sido esos partidos. No ha disputado ninguno.
Defensivamente en ataques cerrados se sigue mostrando fuerte y capaz de recuperar ovales. El problema es ofensivo, como desplegarse, como avanzar metros sin perder el balón que es ahí en el contraataque rival donde han tenido dificultades severas para replegarse y frenar el avance contrario.
Todo ello mientras al calor del dinero empezando por la pasta que gana la candidatura oficialista a la presidencia de World Rugby los rumores de su exclusión del torneo para dejar hueco a Sudáfrica se han disparado. Se buscaría mayor incertidumbre en el vetusto campeonato y justo vendría a imponerse ahora donde en la categoría sub20 su selección compite y vence a sus rivales. Va a tener que sudar tinta en los despachos y en los campos de entrenamiento y juego para mantener su posición en tan prestigioso torneo.

Gales. Un año después de su Grand Slam y apenas 5 meses tras su semifinal mundialista el XV del Dragón parece desnortado y desmoralizado. Sin duda la marcha de su líder, el entrenador Warren Gatland ha dejado huérfano a un equipo antaño muy difícil de batir y con mucha mordiente en ataque. Su sustituto, Wayne Pivac, no ha introducido ni nuevos nombres ni nuevas tácticas y lo expuesto en el campo es lo mismo que antes, pero se están viendo las costuras al juego galés que resulta monótono y plano, con serias dificultades para dominar a las delanteras rivales en fases estáticas, y con una bisagra tremendamente errática.
Tiene mimbres y tiempo Gales para mejorar pero visto lo expuesto en estas primeros cuatro partidos ya crecen voces clamando por la vuelta de Gatland. Movida está también la cosa en Cardiff.

Irlanda. En el XV del trebol todavía nos estamos preguntando que pasó antes del Mundial de Japón como para disertar sobre lo visto hasta ahora en el VI Naciones. El equipo imbatible en 2018 se convirtió en una máquina irregular en el rendimiento, incapaz de llevar el ritmo de los partidos y por ende sufriendo lo indecible. El famoso informe que la Union solicitó a su ex-seleccionador Joe Schmidt debía explicar algo de lo sucedido y más allá de notables ausencias en la convocatoria, algunas por lesión (O’Brien, Leavy, Conan) otras por decisión técnica (Marmion, Toner, Murphy) el nivel de Murray y Sexton pueden explicar lo ocurrido en Japón y visto ahora en el 2020. Hasta empiezan a sonar reclamaciones para que el talento que atesora Leinster se distribuya más equitativamente por las otras provincias de la isla.
La bisagra irlandesa, un año más mayores, no está rindiendo como se esperaba. Murray arrastra una lesión desde verano de 2018 y no ha vuelto al excepcional nivel que mostró en aquel VI Naciones. Y el siempre mimado Sexton tampoco está desarrollando el nivel que le valió ser elegido sin discusión mejor jugador del mundo ese año.
Ahora ya con Andy Farrell como seleccionador Irlanda ha apostado por un mayor control defensivo. Se está sufriendo en delantera ya que la retirada de Best no ha traído un talonador que iguale el nivel del ex de Ulster y los problemas de la bisagra impiden lanzar un ataque que sea eficiente y divertido. Irlanda aburre, pese al buen nivel dado por los centros (Aki y Henshaw) y de la tercera (O’Mahoney, Van der Flier y Stander) e incluso salta al campo desangelada y sin poner apenas oposición como en la tercera jornada en Twickenam. Hasta Stockdale aparece triste y sin incidencia por los partidos de Irlanda.

Escocia. Sin duda el XV del Cardo ya ha cumplido. Venció a Italia en Roma y a Francia en Murrayfield y ha ido creciendo en el torneo gracias a su delantera, en especial a su flanker Hamish Watson. Como viene siendo habitual los de Townsend permanecen en los partidos, los compiten hasta el último minuto y tácticamente funcionan impecables. Eso sí, les falta magia puesto que el zaguero Hogg ya no es lo que era y el affaire Russell les ha dejado huérfanos de la improvisación que el brillante apertura es capaz de destilar.
El enfrentamiento entre entrenador y estrella, Townsend y Finn Rusell, impidió el debut del fino estilista en el torneo y hace que al juego de Escocia le falte atractivo e improvisación. Aún así son un equipo que cuando te sientas a verles sabes lo que te van a ofrecer y lo cumplen.

Inglaterra. Eddie Jones ha conseguido al frente del XV de la Rosa construir una apisonadora, predecible y bien conjuntada, pero bastante aburrida. Siempre son favoritos y Jones ha introducido a muchos jugadores en el grupo de la selección encontrando muchas variantes tácticas aprovechando el físico de sus jugadores y exprimiendo al máximo un reglamento del que también hay que hablar.
A priori parece que en noviembre lo tengan más fácil que nadie para ganar el torneo, y al igual que en el pasado Mundial consiguen resultados con un aire de monotonía, al estilo Sarracens, pero siempre con la duda de si podían haber jugado mejor.

Francia. La única noticia destacable de éste VI Naciones hasta la irrupción del coronavirus. Con Fabien Galthié el XV del Gallo se ha acercado algo al tradicional rugby champán combinativo y vertiginoso de la gran Francia.
La apuesta es sobretodo sobre unos jugadores en torno a los 26 años (que en el Mundial de 2023 en casa, tendrán su edad óptima) que han aportado mucha frescura y un nuevo ambiente alejado de los fracasos de los últimos 10 años. El capitán Olivion, el n.º 8 Alldrit, el zaguero Bouthier y sobretodo la bisagra del medio de melé Dupont y el apertura Ntamack son los nombres más destacados. Especialmente el nº10 cuyo rendimiento a la hora de lanzar a sus compañeros ha sido espectacular. Su baja por un golpe en la cabeza mediada la primera parte en Edimburgo allanó la victoria escocesa y supuso cerrar las aspiraciones de Gran Slam para les blues.
Parece que Francia tiene un plan, y si se cumple, puede dejar con un par de narices a los equipos británicos.

El arbitraje. No es bonito tener que hablar de los que no se debería de hablar jamás en un partido de rugby, pero habiendo visto todos los partidos de este torneo, tengo que decir que el nivel ha sido bajo y los errores constantes. El rugby profesional actual, tan rápido, debido a unos físicos tan portentosos, se ha convertido por lógica, en un rugby más violento con choques más peligrosos y los árbitros tienen que estar prestos para pararlo, sancionarlo y favorecer así que las técnicas de placaje, disputa del ruck y en fases estáticas (melés, touch y mauls) se cumplan. Va mucho en ello, empezando por la propia seguridad de los jugadores, pero también de los que se inician en el rugby.
Tampoco se han parado tácticas de equipo manifiestamente antirreglamentarias para paliar los despliegues del rival en las fases estáticas y el uso del fuera de juego a la hora de defender es ya una constante que afea muchísimo nuestro juego y que en buena parte explican la sensación de tedio que hemos vivido en el torneo de este año.
Por último, y más lacerante, en éste VI Naciones se han sucedido trifulcas y tanganas en todos los partidos y varias veces y los castigos, in situ en el campo, o después en la revisión durante la semana han sido excepcionales. Sólo tras la última jornada se sancionaron varios de estos comportamientos. Nunca es tarde y son bienvenidos. Que continúen.

Bonus track. El VI Naciones B
Están todas las selecciones de éste torneo ajustando y probando para cuando la cosa se ponga seria, en 2022, con una nueva edición a doble vuelta en la que disputar las dos plazas europeas del Mundial de Rugby.
España no es una excepción y ahí han entrado otra buena tanda de jugadores extranjeros nacionalizados, y con uno de ellos Bell, de origen sudafricano, hemos vuelto a tropezar en la misma piedra.
Vuelven a pasar las semanas y esperamos que se pronuncie Rugby Europe y Rugby World sobre la alineación indebida de un jugador extranjero por parte de España y siendo ya reincidentes las posibles sanciones pueden dejar tocado al XV del León. No se atisban ni asimilación del error, ni dimisiones y bajo la mentira del competir se plantea hacer defensa de lo, con los datos en la mano, indefendible.
Pero es que además, creo que ya pasó el tiempo de emplear jugadores foráneos. Había una disposición de jugadores que han funcionado en el sub23 suficiente para haber metido en este torneo y probado. Aunque llegasen las derrotas, así se podría dentro de dos años jugar con lo máximo por el Mundial.
Pero puede que antes de eso nos quiten la posibilidad de disputarlo por nuestra reincidencia. Sería trágico. Si no estamos para el VI Naciones B, se dice, se asume y se trabaja para remediarlo. Pero no podemos estar año a año introduciendo más jugadores extranjeros porque resulta un plan a corto plazo que no ayuda a hacer del rugby un deporte y de la selección un equipo propios en nuestro país.


Así que así han quedado las cosas en el Rugby de selecciones. Habrá que esperar y ver como se solucionan las cosas.

lunes, 17 de marzo de 2014

Un amor tardío

La última camiseta de Brian 0'Driscoll con Irlanda, colgada minutos antes del Francia vs Irlanda, del VI Nations 2014

Sólo he llorado 3 veces por el deporte en mi vida. La primera por la UEFA del Atleti, la segunda por avenida el año pasado y la tercera este sábado por el VI Naciones y la victoria de Irlanda...




La tensión es máxima. Se nota su peso aplastando cada atomo de cada cuerpo y de la hierba mojada de sudor y esfuerzo tras 80 minutos de lucha. La materia oscura del universo se torna en presión y emoción entre las líneas de lateral, de ensayo y los palos. El orgullo herido de unos y el miedo, el pánico, al fallo de los otros, atenazan cada batiente y añaden el peso del mundo del rugby al oval.

Van 5 minutos conteniendo al rival en la 22 propia tras un encuentro plagado de nervios y errores que oscurece el tremendo e inapelable trabajo de las semanas previas. Nadie se puede equivocar, nadie puede ceder. Hay que morir en cada centímetro, placar y embestir, atacar y defender, retirarse y limpiar... todo para volver a empezar, así una y otra vez, mientras los segundos se desangran terriblemente rapido para unos y lastimosamente lento para otros.

Pero en ese instante surge un error, unas milesismas de segundo en que se llega tarde, y el rival lo aprovecha para limpiar e imprimir más velocidad. El error se encadena, en una sucesión de intentos tardíos de placaje y en una transición izquierda derecha fluida hasta el penúltimo hombre, donde Papé, en el quizas pase más sencillo de un ataque que va por su úndecima fase, comete avant, anulando el ensayo de Choulet. Un error por otro error.

Pero durante un minuto el fracaso lo impregna todo. El estadio es silencio pese a los gritos de miles de franceses, las miradas entre los que visten de verde sobre el cesped se nublan de lagrimas. No tienen respuestas, no tienen fuerzas. Hasta que la imagen del Instant Replay demuestra la infracción gala, todos nos lamentamos una vez más, otra ocasión en la que se escapa la victoria entre los dedos. Pero el árbitro confirma lo que la pantalla gigante ofrece a través de la repetición y vuelve la alegría y la fiereza al equipo verde. Habrá mele con introducción de los visitantes.

Pero El Gallo sigue crecido y su empuje abasalla a la línea del trébol, y durante 3 fases hacen contener la respiración, ya con el tiempo cumplido, hasta que la precipitación les hace llevar el oval al flanco más fuertemente protegido, donde la presión verde les cierra la salida y cometen infracción por retención.

Pita el árbitro, pierden el balón y el partido acaba. Irlanda gana en Francia. Irlanda gana el VI Naciones.

Todos estallamos de alegría. Los abrazos, felicitaciones, las sonrisas y lágrimas se entremezclan. Se completa un círculo. El curriculum perfecto. El adiós soñado.

Habían sido muchos años de derrotas y sin sabores aunque también de de victorias y alegrías como el Grand Slam de 2009 o las Triples Coronas que daban lustre al dominio de los clubes (Munster, Ulster y Leinster) en la máxima competición de clubes (la Heineken Cup).

Y ahora se culminaba el trabajo de todo el torneo, sumado sus semanas previas, sus descansos y partidos.

De la inauguración con Escocia en el Aviva donde los del cardo aguantaron con oficio durante 35 minutos hasta sucumbir bajo el peso de la delantera irlandesa. De ahí al final se amplió la ventaja, dando unos puntos que a la larga serían vitales para la resolución del torneo. Y una semana después el primer momento clave.

Con el nivel de los 6 equipos, cualquier partido entre irish, dragones, el 15 de la rosa o el 15 de gallo, le da el epíteto de trascendental y la visita de País de Gales al Aviva no iba a ser menos. Sobretodo teniendo en cuenta la pírrica victoria francesa sobre Inglaterra en la jornada inaugural, y los problemas que los propios galeses tuvieron para doblegar a Italia.

Y es que la selección roja no ha estado al nivel de los dos VI Naciones anteriores, y el partido frente a los irish men fue una prueba más de ello, donde la intensidad y el empuje de los locales sobrepaso en todo momento a la gran delantera galesa llevando el partido a un dominio continuo solo paliado por los arrebatos de Williams y las patadas de Halfpenny. Hasta que ya en la segunda parte con los cambios, bajo la intensidad un punto más en Gales, mientras que Irlanda continuaba a lo suyo para poder así añadir otro buen carro de puntos para el average total del torneo.

La tercera jornada traía el partido más sentimental en las islas. El Inglaterra vs. Irlanda en Twickenam no sólo llevaba a flor de piel los más antiguos y enraizados sentimientos de ambas naciones, sino que además era la muestra o no de la candidatura irlandesa a Grand Slam, dejando ya atrás a Inglaterra, lo que le daba al choque el apelativo de vital.

Y así resulto ser. Duro y muy intenso, sólo 10 minutos de despiste generalizado Irish daba una ventaja a los ingleses, mantenida al pie por Farrell y en los choques por un Mike Brown excelso (el zaguero de Harlequins ha sido elegido Mejor Jugador del Torneo), pero que siempre estuvo en el alambre, puesto que los verdes apretaron los dientes y gracias a su delantera, con el inestimable empuje de O'Connell y Toner empezaron a dominar todas las zonas de encuentro, siendo castigados por el puntal que supone Sexton y sus incursiones al intervalo. El partido era pura pelea y emoción y ambas defensas en varias ocasiones conseguían mantener el oval fuera de su zona de ensayo luchando frente al empuje del rival que convertían todo el partido en memorable.

Al final, Inglaterra sumaba la victoria aprovechando los nervios irlandeses ya comentados y algún que otro error impropio tanto al pie de Sexton, como a la mano de O'Driscoll, borrando la opción del Grand Slam (Francia que era la otra invicta antes de la disputa de la tercera, salía apabullada de su visita al Millenium, ante un Gales herido y que demostró quien era el campeón vigente).

Acabada la jornada teníamos ya La Cuchara de Madera asignada a Italia que había perdido ante Escocia (meritorio torneo el suyo) en Roma, y a Irlanda, Gales, Inglaterra y Francia empatados con un 2-1 ante dos semanas de descanso activo (con jornada de ligas domésticas por medio) antes de encarar la fase final del VI Naciones más emocionante, intenso, abierto y de calidad de los últimos años.

Así llegamos a la penúlitma jornada donde Irlanda, de la mano de su seleccionador, el neozelandes Joe Schdmit ex-del Leinster doble Campeón de Europa, ya había asimilado que el torneo iba a decidirse por el average de puntos, por lo que debían aprovechar la visita de la deprimida Italia para aumentar su casillero lo máximo posible. Así salió el 15 del trebol al Aviva para someter a la Azzurra desde el primer minuto y llevándoles a una defensa estoica de su zona de ensayo durante la primera parte, lo que motivo que Italia batiera así el record de placajes en una mitad, puesto que no disfrutaban del oval, aunque de la mano del genial Orquela pudieron sumar algunos puntos que les mantenían relativamente cerca. Pero Irlanda seguía empujando, desgastando y aplicando velocidad y dinamismo al ataque hasta que en la reanudación fueron cayendo los ensayos, incrementándose su ritmo con la inclusión "de la segunda unidad" comandada por los Madigan, Ross, Paddy Jackson o "el catalán" Jordi Murphy.

Irlanda había cumplido y ya sabía que llegaría al Stade de France con los deberes hechos. Ahora el turno corría para Francia, que por tercera vez en el torneo, al igual que contra Inglaterra y contra Italia, ganaba el partido, en este caso en Murrayfield frente a Escocia, en los últimos minutos, mostrando un nivel inferior a su rival una vez más (los del cardo merecieron mucho más) y gracias al ala Huget, su mejor jugador en este VI Naciones.

Así al día siguiente se cerraba La Triple Corona con el duelo en Twickenamm entre Inglaterra y Gales, que a la postre fue uno de los mejores partidos no sólo del torneo sino de los últimos años.

El orgullo del campeón, la revancha por la afrenta del último enfrentamiento entre ambos y las opciones de victoria tanto en el día de hoy como al final, se conjugaban para diseñar un auténtico partidazo de rugby del Siglo XXI lleno de intensidad, velocidad, acierto, emoción, lucha y entrega conformando un coctel para paladear por cualquier aficionado, desde el más experto hasta un neofito al que queramos atraer a este maravilloso deporte.

El duelo al pie entre los dos pateadores Owen Farrell por parte inglesa y Leigh Halfpenny por la galesa resumía todo lo acontecido, manteniendo en vilo a todo el planeta rugbístico y castigando los errores del rival. El choque de delanteras en melés y mauls era brutal y en ninguna acontecía un ganador claro. Las terceras líneas trabajaban a destajo y el dinamismo del juego era un regalo sólo equiparable a la emoción que se sentía. Estaba claro que un ensayo, sólo uno, iba a desnivelar la contienda dada la igual fortaleza, en ataque o defensa, y en todas las líneas que se plasmaban.

Y fue Inglaterra la que con la raza de Brown consiguió ensayar en una larga jugada que empezo el zaguero y que tras varias fases desnivelo al final Burrell aprovechando una apertura con el pie del otro medio TwelveTrees...

Pero no se rindieron los actuales campeones y aplicaron más intensidad para vivir sus mejores minutos en el partido y apurar sus opciones de torneo. Pero Inglaterra aguanto y el pie de Farrell certifico la victoria de los "Lancaster".

Y así se llegaba a una última jornada apasionante en la que Inglaterra trataria de ampliar su average de puntos frente a Italia, esperando una ayuda francesa y con el Gales vs Escocia disputado un día antes que deparó un palizón gales abusando de su rival al que al final se le hizo el torneo demasiado largo.

Ya en la mediodía de sábado sólo hubo un equipo en el Olímpico de Roma: Inglaterra que desde el primer minuto se hizo dueña de los metros importantes, ganó todas las disputas claramente y encontro en Farrell el acento anotador a todo el empuje que su delantera movía, frente a una Italia que parece haber dado un par de pasos atrás tras sus dos últimos grandes torneos, quizás por un conjunto demsiado veterano que no parece encontrar relevo natural a los Parisse, Castrogiovanni, Orquela, Campangaro o Ghiraldini.

Inglaterra había hecho sus deberes y tocaba mirar al Stade de France, a París, donde Irlanda iba a tratar despedir al gran Brian O'Driscoll con un VI Naciones a sumar al de 2009, frente a una Francia que ya no tenía nada que hacer en el torneo tras la paliza inglesa en Roma.

A dos días de San Patricio (17 de marzo) Irlanda sabía que dependía de si misma, pero necesitaba ganar en terreno maldito por segunda vez en 42 años. La primera en 2000 cuando un bisoño O'Driscoll fascino al planeta oval con 3 ensayos para terminar con la maldición verde en Francia y ayudando así a escribir el titular en el Independent de Dublin: In BOD WE Trust.

Liderazgo

El partido llevaba todo el peso del torneo más añejo y valorado del deporte, así como todo el sentimentalismo del adios de una leyenda. Irlanda debía ganar. Debía ganar a Francia, para sumar el VI Naciones. Y debía ganar para rendir homenaje con victoria a su más firme baluarte. A su "artista fajador". A Brian O'Driscoll.

Seguro que el 13 había impregnado todo el espíritu de lucha y de equipo en la tradicional charla de capitanes de antes de salir a calentar. Pero tras el sonido de los himnos, La Marsellesa francesa, y el "Amhrán na bhFiann" (La Canción del Soldado) y el Ireland's Call por parte irlandesa, empañaban los ojos del centro de Leinster, y con ellos se nublaba el alma verde.

Y tras esto, no empezaba bien el partido para Irlanda. La supuesta superioridad en la delantera irish no aparecía y si por el contrario una primera francesa que llevaba a Irlanda a cometer los primeros errores, que se traducían en puntos convertidos por Machenaud. Además el oval no duraba en manos de irlandeses, que precipitados y con errores no podían salvar la presión francesa y tenían que seguir bregando en su 22 para no ceder más puntos. Era un 6-0 tras 10 minutos y parecía que el torneo se esfumaba. Entonces, tras el segundo golpe de Machenaud, la imagen se centra en O'Driscoll que en el habitual corrillo mientras se prepara el pateador rival, ha aleccionado a los suyos: "No somos nosotros los que estan jugando hoy aquí. Vamos a luchar por Irlanda".

Y hubo ese cambio de sentido del juego. La primera de Irlanda pasó a dominar, no claramente, pero si por lo menos para ganar touches y melés, y sobretodo para limpiar el juego ofensivo verde que consiguió enlazar fases y jugadas de carrera y pase para certificar dos ensayos: El primero tras combinación coral, con un Murray inspirado, de toda la segunda culminada por Sexton (que no consiguió convertir) y el segundo tras una contra que Trimble (gran torneo suyo) ensayaba, esta vez si, con conversión del medio apertura.

Fueron los mejores momentos de juego de Irlanda en el Stade de France, pero este juego y este torneo son tan grandes, que nunca se conjugaba el verbo derrotar. Francia imprimió más intensidad y consiguió ensayar a través de Dulin, y con los errores al pie (drop galo y golpe no convertido por Sexton) se llegaba con un abierto, igualado y emocionante 13-12 que daba el torneo a Inglaterra.

En la reanudación y tras el paso por vestuarios (no me puedo imaginar el llamamiento a la gloria y la épica soltado en esos 15 minutos en las entrañas del Stade de France, ¡y lo qué hubiera pagado por verlo y sentirlo!) la intensidad por ambos bandos se incremento, pero no pararon los errores por ninguna de las batientes. Ni en defensa, ni en ataque. Así Irlanda perdió hasta dos oportunidades de ensayar ya en la 22 (una por un error a la mano tras gran jugada, y otra por infracción) y Francia, también perdió otro balón en la 22 rival, que con una fantástica transición entre Trimble y O'Driscoll estuvo a punto de hacer ensayar a #InBODWeTrust como hace 15 años, pero al final fue Sexton el que conseguía sumar de 5 en 5.

Convertía y pasaba minutos después un golpe el apertura ex-Leinster y ahora en Racing Metro de Paris, y parecía poner un marcador, 13-22, que arrimaba el VI Naciones a la isla verde. Pero todavía quedaba mucho. Y Francia no se rindió.

Había errores a la mano por ambas partes, pero eso no fue impedimento para que el primera Szarzewsky ensayará con conversión de Machenaud para comprimir el marcador. La tensión y la disputa era máxima y nadie cedía. Pese a luchar contra imposibles. Y así tuvo que abandonar Sexton el terreno, con un collarín, por tratar de placar a Besteraud (aproximadamente 60 kilos más que el irlandes). Poco tiempo después, el sustituto de Machenaud, Doussain, fallaba un golpe de castigo sencillo y dejaba el marcador en un 20-22 tras una mele girada por la primera francesa.

Irlanda iba a afrontar los últimos 15 minutos sin sus dos medios, pero tanto Reddan como Madigan, suplieron a la perfección a Sexton y Murray, y durante 10 de esos minutos enlazaron una gran jugada de ataque que les llevo a la puerta del ensayo. Tras 6 fases en la 22 francesa, no pudieron convertir, ni los saltos a intervalo de los dos medios, ni la potencia de O'Connell, ni la fantasía de O'Driscoll, hasta que la perdida de balón se hizo inevitable, deparando un final no apto para cardíacos.

Así como al principio decíamos, Francia llevo el oval rápido a la 22 rival, ante unos irlandeses que sólo podían retirarse, ceder y reagruparse. Hasta la jugada resuelta por el Instant Replay con el avant de Papé sobre Chouly todos los que empujábamos por la causa verde contuvimos la respiración ante la aceleración del ritmo cardíaco.

Pero la tecnología se alió con el 15 del trebol, y la posterior mele y precipitación francesa llevaron a la conclusión del partido, y con él del VI Naciones 2014, con victoria de Irlanda.

Era el último partido del hombre record. Del mejor jugador irlandes de todos los tiempos. Del estandarte. Del artista fajador. Del líder. Con 141 caps a sus espaldas (132 con Irlanda y 9 con los British and Lions; Record absoluto) colgaba la verde Brian O'Driscoll. Acabado el partido, su último partido con Irlanda el centro más fiero, indómito e imprevisible que ha pisado un campo con Irlanda, enfilará el túnel de vestuario como suele hacer. Felicitando al árbitro por su actuación y agradeciendo a los rivales el esfuerzo y a sus compañeros la solidaridad. Porque como le gusta decir "por encima de cualquier cosa, yo soy un jugador de equipo". Sólo puedo decir: Muchas gracias, Brian O'Driscoll.

Un juego especial

El rugby es un juego especial. Dicen que el rugby es un deporte de bárbaros jugado por caballeros, que se diferencia del fútbol (deporte de caballeros jugado por truhanes) por el sentimiento de respeto. Hay respeto al rival. Al final del juego independientemente del resultado los dos equipos se aplauden y se homenajean formando pasillos. Y existe el Tercer Tiempo, donde las cervezas, los aperitivos y las risas, dejan atrás el barro, los agarres y placajes, con los comentarios de las jugadas o los partidos profesionales. O cualquier aspecto de la vida.

Hay respeto al árbitro. No hay protestas. No hay aspavientos. Sólo el capitán con los brazos destensionados puede dirigirse al colegiado, y nunca con el tono de voz elevado. Este explica con el mismo tono la decisión y en los grandes partidos profesionales puede ayudarse del Instant Replay y el juez de video. Nadie finge una lesión, y este si es un deporte de contacto, puesto que significa defender o atacar la siguiente jugada con uno menos, ya que estan permitidas las entradas de las asistencias médicas sin parar el reloj.

Y hay respeto al juego. Aunque no te juegues una clasificación, aunque el partido este ya acabado y la victoria decidida, no se cede. En el rugby no. En cada segundo y en cada centímetro sobre la hierba se pelea y se disputa. Hay victoria y hay derrota. Pero por encima de todo hay respeto.

Es un deporte vivo, tremendamente agotador, pero extremadamente divertido, apasionante y que cuando te pica por primera vez ya no va a salir de tu sangre.

Y así me siento yo con él, con una relación especial, de diversión y trascendencia por haber entrado en mi vida, y también de cierto lamento, por no haber llegado a él antes, mucho antes. Haber empezado a jugarlo en su versión 15vs15 de aprendizaje y formación con esos 8 ó 9 años. Quién sabe cual hubiera sido mi historia entonces. Envidio ese sentimiento de respeto máximo al juego, al rival, a los compañeros. A árbitros y asistentes. A uno mismo como principio de algo que acaba en el todo, en el equipo.

Risas, abrazos y cervezas, después del rechinar de dientes, la máxima expresión del esfuerzo, los placajes, carreras y agarrones, la lucha continua por cada centímetro, cada pulgada. Las miradas de complicidad con compañeros y de agresividad y fiereza frente a los rivales. El respeto impregnándolo todo. El barro, la hierba, la sangre y el sudor. Victoria y derrota. Diversión y trascendencia. Todo esto es el rugby.


 
Image by Irish rugby

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...