«Nous
cherchons tous le bonheur, mais sans savoir où, comme des ivrognes
qui cherchent leur maison, sachant confusément qu’ils en ont une».
“Buscamos
la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su
casa, sabiendo confusamente que tienen una”
Voltaire
En
estos días de confinamiento no tengo que buscar casa pues el
problema viene de no poder salir de ella. La
situación
se agrava eso
sí a la hora de matar buena parte del tiempo despierto que pasamos
en el hogar, más si cabe cuando
se es un gran aficionado al deporte,
con el cierre de las temporadas de los deportes profesionales.
Baloncesto,
balonmano, ciclismo y rugby, que son los que más me entretiene en eso del sillón ball, han
dejado las competiciones nacionales, internacionales e incluso
pre-olímpicas a medias o directamente sin empezar y todo hace
indicar que dadas las medidas restrictivas empleadas nos veamos con
una muesca en los palmares en referencia al año 2020. Asteriscos y
llamadas a pie de página para resaltar
la excepcionalidad del curso deportivo vigente con campeonatos
terminados, campeones exentos
y de momento clubes y trabajadores sin saber muy bien qué hacer
mientras se supera la
crisis del coronavirus.
El
rugby no ha sido menos y ha echado el cierre a todas las
competiciones en Europa, incluso al SuperRugby recién comenzado en
el Hemisferio Sur. El VI
Naciones
suspendió su última jornada que debió disputarse éste pasado
finde (además del Irlanda vs Italia en Dublín de la semana
anterior) y en principio se deberá cerrar el torneo en la ventana
internacional de noviembre, lo que hará recolocar todos las
competiciones de clubes, puesto que en el mes otoñal ya estaban
dispuestas las fechas para las visitas de las potencias del sur.
Así
tendremos una última jornada en la que se decidirá casi todo -sólo
una improbable victoria italiana en la capital irlandesa abriría
también el melón de la Cuchara de Madera- y en el que habrá que
ver como llegan los equipos con lo cual la clasificación final
quedará seriamente desvirtuada, por lo que para hacer una análisis
de lo visto en el primer VI
Naciones
tras el último mundial en octubre del año pasado hay que sentarse
ahora y reflexionar.
Siguiendo la clasificación al revés de abajo a arriba.
Italia.
El
XV Azurri
se encuentra en una situación más que comprometida. Salvo sorpresa
mayúscula en el Aviva, certificara una nueva
Cuchara de Madera
más y un año más, el cuarto consecutivo sin sumar una victoria.
Lejos de eso y teniendo en cuenta que ha seguido una renovación de
nombres, con el último el
capitán Parisse que cerrará su etapa en el último partido en el
Olímpico de Roma ante Inglaterra,
la desazón viene en como han sido esos partidos. No ha disputado
ninguno.
Defensivamente
en ataques cerrados se sigue mostrando fuerte y capaz de recuperar
ovales. El problema es ofensivo, como desplegarse, como avanzar
metros sin perder el balón que es ahí en el contraataque rival
donde han tenido dificultades severas para replegarse y frenar el
avance contrario.
Todo
ello mientras al calor del dinero empezando por la pasta que gana la
candidatura oficialista a la presidencia de World Rugby los rumores
de su exclusión del torneo para dejar
hueco a Sudáfrica
se han disparado. Se buscaría mayor incertidumbre en el vetusto
campeonato y justo vendría a imponerse ahora donde en la categoría
sub20 su
selección compite y vence a sus rivales. Va a tener que sudar tinta
en los despachos y en los campos de entrenamiento y juego para
mantener su posición en tan prestigioso torneo.
Gales. Un año después de su Grand Slam y apenas 5 meses tras su semifinal mundialista el XV del Dragón parece desnortado y desmoralizado. Sin duda la marcha de su líder, el entrenador Warren Gatland ha dejado huérfano a un equipo antaño muy difícil de batir y con mucha mordiente en ataque. Su sustituto, Wayne Pivac, no ha introducido ni nuevos nombres ni nuevas tácticas y lo expuesto en el campo es lo mismo que antes, pero se están viendo las costuras al juego galés que resulta monótono y plano, con serias dificultades para dominar a las delanteras rivales en fases estáticas, y con una bisagra tremendamente errática.
Tiene
mimbres y tiempo Gales para mejorar pero visto lo expuesto en estas
primeros cuatro partidos ya crecen voces clamando por la vuelta
de Gatland. Movida está también la cosa en Cardiff.
Irlanda. En el XV del trebol todavía nos estamos preguntando que pasó antes del Mundial de Japón como para disertar sobre lo visto hasta ahora en el VI Naciones. El equipo imbatible en 2018 se convirtió en una máquina irregular en el rendimiento, incapaz de llevar el ritmo de los partidos y por ende sufriendo lo indecible. El famoso informe que la Union solicitó a su ex-seleccionador Joe Schmidt debía explicar algo de lo sucedido y más allá de notables ausencias en la convocatoria, algunas por lesión (O’Brien, Leavy, Conan) otras por decisión técnica (Marmion, Toner, Murphy) el nivel de Murray y Sexton pueden explicar lo ocurrido en Japón y visto ahora en el 2020. Hasta empiezan a sonar reclamaciones para que el talento que atesora Leinster se distribuya más equitativamente por las otras provincias de la isla.
La
bisagra irlandesa, un año más mayores, no está rindiendo como se
esperaba. Murray
arrastra una lesión desde verano de 2018 y no ha vuelto al
excepcional nivel que mostró en aquel VI
Naciones.
Y el siempre mimado Sexton
tampoco está desarrollando el nivel que le valió ser elegido sin
discusión mejor jugador del mundo ese año.
Ahora
ya con Andy
Farrell
como seleccionador Irlanda ha apostado por un mayor control
defensivo. Se está sufriendo en delantera ya que la retirada de Best
no ha traído un talonador que iguale el nivel del ex de Ulster y los
problemas de la bisagra impiden lanzar un ataque que sea eficiente y
divertido. Irlanda
aburre,
pese al buen nivel dado por los centros (Aki y Henshaw) y de la
tercera (O’Mahoney, Van der Flier y Stander) e incluso salta al
campo desangelada y sin poner apenas oposición como en la tercera
jornada en Twickenam. Hasta Stockdale aparece triste y sin incidencia
por los partidos de Irlanda.
Escocia. Sin duda el XV del Cardo ya ha cumplido. Venció a Italia en Roma y a Francia en Murrayfield y ha ido creciendo en el torneo gracias a su delantera, en especial a su flanker Hamish Watson. Como viene siendo habitual los de Townsend permanecen en los partidos, los compiten hasta el último minuto y tácticamente funcionan impecables. Eso sí, les falta magia puesto que el zaguero Hogg ya no es lo que era y el affaire Russell les ha dejado huérfanos de la improvisación que el brillante apertura es capaz de destilar.
El
enfrentamiento entre entrenador y estrella, Townsend y Finn Rusell,
impidió el debut del fino estilista en el torneo y hace que al juego
de Escocia le falte atractivo e improvisación. Aún así son un
equipo que cuando te sientas a verles sabes lo que te van a ofrecer y
lo cumplen.
Inglaterra. Eddie Jones ha conseguido al frente del XV de la Rosa construir una apisonadora, predecible y bien conjuntada, pero bastante aburrida. Siempre son favoritos y Jones ha introducido a muchos jugadores en el grupo de la selección encontrando muchas variantes tácticas aprovechando el físico de sus jugadores y exprimiendo al máximo un reglamento del que también hay que hablar.
A
priori parece que en noviembre lo tengan más fácil que nadie para
ganar el torneo, y al igual que en el pasado Mundial consiguen
resultados con un aire de monotonía, al estilo Sarracens,
pero siempre con la duda de si podían haber jugado mejor.
Francia. La única noticia destacable de éste VI Naciones hasta la irrupción del coronavirus. Con Fabien Galthié el XV del Gallo se ha acercado algo al tradicional rugby champán combinativo y vertiginoso de la gran Francia.
La
apuesta es sobretodo sobre unos jugadores en torno a los 26 años
(que en el Mundial de 2023 en casa, tendrán su edad óptima) que han
aportado mucha frescura y un nuevo ambiente alejado de los fracasos
de los últimos 10 años. El capitán Olivion, el n.º 8 Alldrit, el
zaguero Bouthier y sobretodo la bisagra del medio de melé Dupont y
el apertura Ntamack son los nombres más destacados. Especialmente el
nº10 cuyo rendimiento a la hora de lanzar a sus compañeros ha sido
espectacular. Su baja por
un golpe en la cabeza mediada la primera parte en Edimburgo allanó
la victoria escocesa y supuso cerrar las aspiraciones de Gran Slam
para les
blues.
Parece
que Francia tiene un plan, y si se cumple, puede dejar con un par de
narices a los equipos británicos.
El arbitraje. No es bonito tener que hablar de los que no se debería de hablar jamás en un partido de rugby, pero habiendo visto todos los partidos de este torneo, tengo que decir que el nivel ha sido bajo y los errores constantes. El rugby profesional actual, tan rápido, debido a unos físicos tan portentosos, se ha convertido por lógica, en un rugby más violento con choques más peligrosos y los árbitros tienen que estar prestos para pararlo, sancionarlo y favorecer así que las técnicas de placaje, disputa del ruck y en fases estáticas (melés, touch y mauls) se cumplan. Va mucho en ello, empezando por la propia seguridad de los jugadores, pero también de los que se inician en el rugby.
Tampoco
se han parado tácticas de equipo manifiestamente antirreglamentarias
para paliar los despliegues del rival en las fases estáticas y el
uso del fuera de juego a la hora de defender es ya una constante que
afea muchísimo nuestro juego y que en buena parte explican la
sensación de tedio que hemos vivido en el torneo de este año.
Por
último, y más lacerante, en éste VI Naciones se han sucedido
trifulcas y tanganas en todos los partidos y varias veces y los
castigos, in
situ
en el campo, o después en la revisión durante la semana han sido
excepcionales. Sólo tras la última jornada se sancionaron varios de
estos comportamientos. Nunca es tarde y son bienvenidos. Que
continúen.
Bonus track. El VI Naciones B
Están
todas las selecciones de éste torneo ajustando y probando para
cuando la cosa se ponga seria, en 2022, con una nueva edición a
doble vuelta en la que disputar las
dos plazas europeas del Mundial de Rugby.
España
no es una excepción y ahí han entrado otra buena tanda de jugadores
extranjeros nacionalizados, y con uno de ellos Bell, de origen
sudafricano, hemos vuelto a tropezar en la misma piedra.
Vuelven
a pasar las semanas y esperamos que se pronuncie Rugby Europe y Rugby
World sobre la alineación indebida de un jugador extranjero por
parte de España y siendo ya reincidentes las posibles sanciones
pueden dejar tocado al XV
del León.
No se atisban ni asimilación del error, ni dimisiones y bajo la
mentira del competir se plantea hacer defensa de lo, con los datos en
la mano, indefendible.
Pero
es que además, creo que ya pasó el tiempo de emplear jugadores
foráneos. Había una disposición de jugadores que han funcionado en
el sub23 suficiente para haber metido en este torneo y probado.
Aunque llegasen las derrotas, así se
podría
dentro de dos años jugar con lo máximo por el Mundial.
Pero
puede que antes de eso nos quiten la posibilidad de disputarlo por
nuestra reincidencia. Sería trágico. Si
no estamos para el VI Naciones B, se dice, se asume y se trabaja para
remediarlo. Pero no podemos estar año a año introduciendo más
jugadores extranjeros porque resulta un plan a corto plazo que no
ayuda a hacer del rugby un deporte y de la selección un equipo
propios en nuestro país.
Así
que así han quedado las cosas en el Rugby de selecciones. Habrá que
esperar y ver como se solucionan las cosas.