martes, 17 de marzo de 2020

Día 3 de confinamiento. Un poco de rugby desde el salón



«Nous cherchons tous le bonheur, mais sans savoir où, comme des ivrognes qui cherchent leur maison, sachant confusément qu’ils en ont une».
Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo confusamente que tienen una”
Voltaire
En estos días de confinamiento no tengo que buscar casa pues el problema viene de no poder salir de ella. La situación se agrava eso sí a la hora de matar buena parte del tiempo despierto que pasamos en el hogar, más si cabe cuando se es un gran aficionado al deporte, con el cierre de las temporadas de los deportes profesionales.
Baloncesto, balonmano, ciclismo y rugby, que son los que más me entretiene en eso del sillón ball, han dejado las competiciones nacionales, internacionales e incluso pre-olímpicas a medias o directamente sin empezar y todo hace indicar que dadas las medidas restrictivas empleadas nos veamos con una muesca en los palmares en referencia al año 2020. Asteriscos y llamadas a pie de página para resaltar la excepcionalidad del curso deportivo vigente con campeonatos terminados, campeones exentos y de momento clubes y trabajadores sin saber muy bien qué hacer mientras se supera la crisis del coronavirus.
El rugby no ha sido menos y ha echado el cierre a todas las competiciones en Europa, incluso al SuperRugby recién comenzado en el Hemisferio Sur. El VI Naciones suspendió su última jornada que debió disputarse éste pasado finde (además del Irlanda vs Italia en Dublín de la semana anterior) y en principio se deberá cerrar el torneo en la ventana internacional de noviembre, lo que hará recolocar todos las competiciones de clubes, puesto que en el mes otoñal ya estaban dispuestas las fechas para las visitas de las potencias del sur.
Así tendremos una última jornada en la que se decidirá casi todo -sólo una improbable victoria italiana en la capital irlandesa abriría también el melón de la Cuchara de Madera- y en el que habrá que ver como llegan los equipos con lo cual la clasificación final quedará seriamente desvirtuada, por lo que para hacer una análisis de lo visto en el primer VI Naciones tras el último mundial en octubre del año pasado hay que sentarse ahora y reflexionar.

Siguiendo la clasificación al revés de abajo a arriba.
Italia. El XV Azurri se encuentra en una situación más que comprometida. Salvo sorpresa mayúscula en el Aviva, certificara una nueva Cuchara de Madera más y un año más, el cuarto consecutivo sin sumar una victoria. Lejos de eso y teniendo en cuenta que ha seguido una renovación de nombres, con el último el capitán Parisse que cerrará su etapa en el último partido en el Olímpico de Roma ante Inglaterra, la desazón viene en como han sido esos partidos. No ha disputado ninguno.
Defensivamente en ataques cerrados se sigue mostrando fuerte y capaz de recuperar ovales. El problema es ofensivo, como desplegarse, como avanzar metros sin perder el balón que es ahí en el contraataque rival donde han tenido dificultades severas para replegarse y frenar el avance contrario.
Todo ello mientras al calor del dinero empezando por la pasta que gana la candidatura oficialista a la presidencia de World Rugby los rumores de su exclusión del torneo para dejar hueco a Sudáfrica se han disparado. Se buscaría mayor incertidumbre en el vetusto campeonato y justo vendría a imponerse ahora donde en la categoría sub20 su selección compite y vence a sus rivales. Va a tener que sudar tinta en los despachos y en los campos de entrenamiento y juego para mantener su posición en tan prestigioso torneo.

Gales. Un año después de su Grand Slam y apenas 5 meses tras su semifinal mundialista el XV del Dragón parece desnortado y desmoralizado. Sin duda la marcha de su líder, el entrenador Warren Gatland ha dejado huérfano a un equipo antaño muy difícil de batir y con mucha mordiente en ataque. Su sustituto, Wayne Pivac, no ha introducido ni nuevos nombres ni nuevas tácticas y lo expuesto en el campo es lo mismo que antes, pero se están viendo las costuras al juego galés que resulta monótono y plano, con serias dificultades para dominar a las delanteras rivales en fases estáticas, y con una bisagra tremendamente errática.
Tiene mimbres y tiempo Gales para mejorar pero visto lo expuesto en estas primeros cuatro partidos ya crecen voces clamando por la vuelta de Gatland. Movida está también la cosa en Cardiff.

Irlanda. En el XV del trebol todavía nos estamos preguntando que pasó antes del Mundial de Japón como para disertar sobre lo visto hasta ahora en el VI Naciones. El equipo imbatible en 2018 se convirtió en una máquina irregular en el rendimiento, incapaz de llevar el ritmo de los partidos y por ende sufriendo lo indecible. El famoso informe que la Union solicitó a su ex-seleccionador Joe Schmidt debía explicar algo de lo sucedido y más allá de notables ausencias en la convocatoria, algunas por lesión (O’Brien, Leavy, Conan) otras por decisión técnica (Marmion, Toner, Murphy) el nivel de Murray y Sexton pueden explicar lo ocurrido en Japón y visto ahora en el 2020. Hasta empiezan a sonar reclamaciones para que el talento que atesora Leinster se distribuya más equitativamente por las otras provincias de la isla.
La bisagra irlandesa, un año más mayores, no está rindiendo como se esperaba. Murray arrastra una lesión desde verano de 2018 y no ha vuelto al excepcional nivel que mostró en aquel VI Naciones. Y el siempre mimado Sexton tampoco está desarrollando el nivel que le valió ser elegido sin discusión mejor jugador del mundo ese año.
Ahora ya con Andy Farrell como seleccionador Irlanda ha apostado por un mayor control defensivo. Se está sufriendo en delantera ya que la retirada de Best no ha traído un talonador que iguale el nivel del ex de Ulster y los problemas de la bisagra impiden lanzar un ataque que sea eficiente y divertido. Irlanda aburre, pese al buen nivel dado por los centros (Aki y Henshaw) y de la tercera (O’Mahoney, Van der Flier y Stander) e incluso salta al campo desangelada y sin poner apenas oposición como en la tercera jornada en Twickenam. Hasta Stockdale aparece triste y sin incidencia por los partidos de Irlanda.

Escocia. Sin duda el XV del Cardo ya ha cumplido. Venció a Italia en Roma y a Francia en Murrayfield y ha ido creciendo en el torneo gracias a su delantera, en especial a su flanker Hamish Watson. Como viene siendo habitual los de Townsend permanecen en los partidos, los compiten hasta el último minuto y tácticamente funcionan impecables. Eso sí, les falta magia puesto que el zaguero Hogg ya no es lo que era y el affaire Russell les ha dejado huérfanos de la improvisación que el brillante apertura es capaz de destilar.
El enfrentamiento entre entrenador y estrella, Townsend y Finn Rusell, impidió el debut del fino estilista en el torneo y hace que al juego de Escocia le falte atractivo e improvisación. Aún así son un equipo que cuando te sientas a verles sabes lo que te van a ofrecer y lo cumplen.

Inglaterra. Eddie Jones ha conseguido al frente del XV de la Rosa construir una apisonadora, predecible y bien conjuntada, pero bastante aburrida. Siempre son favoritos y Jones ha introducido a muchos jugadores en el grupo de la selección encontrando muchas variantes tácticas aprovechando el físico de sus jugadores y exprimiendo al máximo un reglamento del que también hay que hablar.
A priori parece que en noviembre lo tengan más fácil que nadie para ganar el torneo, y al igual que en el pasado Mundial consiguen resultados con un aire de monotonía, al estilo Sarracens, pero siempre con la duda de si podían haber jugado mejor.

Francia. La única noticia destacable de éste VI Naciones hasta la irrupción del coronavirus. Con Fabien Galthié el XV del Gallo se ha acercado algo al tradicional rugby champán combinativo y vertiginoso de la gran Francia.
La apuesta es sobretodo sobre unos jugadores en torno a los 26 años (que en el Mundial de 2023 en casa, tendrán su edad óptima) que han aportado mucha frescura y un nuevo ambiente alejado de los fracasos de los últimos 10 años. El capitán Olivion, el n.º 8 Alldrit, el zaguero Bouthier y sobretodo la bisagra del medio de melé Dupont y el apertura Ntamack son los nombres más destacados. Especialmente el nº10 cuyo rendimiento a la hora de lanzar a sus compañeros ha sido espectacular. Su baja por un golpe en la cabeza mediada la primera parte en Edimburgo allanó la victoria escocesa y supuso cerrar las aspiraciones de Gran Slam para les blues.
Parece que Francia tiene un plan, y si se cumple, puede dejar con un par de narices a los equipos británicos.

El arbitraje. No es bonito tener que hablar de los que no se debería de hablar jamás en un partido de rugby, pero habiendo visto todos los partidos de este torneo, tengo que decir que el nivel ha sido bajo y los errores constantes. El rugby profesional actual, tan rápido, debido a unos físicos tan portentosos, se ha convertido por lógica, en un rugby más violento con choques más peligrosos y los árbitros tienen que estar prestos para pararlo, sancionarlo y favorecer así que las técnicas de placaje, disputa del ruck y en fases estáticas (melés, touch y mauls) se cumplan. Va mucho en ello, empezando por la propia seguridad de los jugadores, pero también de los que se inician en el rugby.
Tampoco se han parado tácticas de equipo manifiestamente antirreglamentarias para paliar los despliegues del rival en las fases estáticas y el uso del fuera de juego a la hora de defender es ya una constante que afea muchísimo nuestro juego y que en buena parte explican la sensación de tedio que hemos vivido en el torneo de este año.
Por último, y más lacerante, en éste VI Naciones se han sucedido trifulcas y tanganas en todos los partidos y varias veces y los castigos, in situ en el campo, o después en la revisión durante la semana han sido excepcionales. Sólo tras la última jornada se sancionaron varios de estos comportamientos. Nunca es tarde y son bienvenidos. Que continúen.

Bonus track. El VI Naciones B
Están todas las selecciones de éste torneo ajustando y probando para cuando la cosa se ponga seria, en 2022, con una nueva edición a doble vuelta en la que disputar las dos plazas europeas del Mundial de Rugby.
España no es una excepción y ahí han entrado otra buena tanda de jugadores extranjeros nacionalizados, y con uno de ellos Bell, de origen sudafricano, hemos vuelto a tropezar en la misma piedra.
Vuelven a pasar las semanas y esperamos que se pronuncie Rugby Europe y Rugby World sobre la alineación indebida de un jugador extranjero por parte de España y siendo ya reincidentes las posibles sanciones pueden dejar tocado al XV del León. No se atisban ni asimilación del error, ni dimisiones y bajo la mentira del competir se plantea hacer defensa de lo, con los datos en la mano, indefendible.
Pero es que además, creo que ya pasó el tiempo de emplear jugadores foráneos. Había una disposición de jugadores que han funcionado en el sub23 suficiente para haber metido en este torneo y probado. Aunque llegasen las derrotas, así se podría dentro de dos años jugar con lo máximo por el Mundial.
Pero puede que antes de eso nos quiten la posibilidad de disputarlo por nuestra reincidencia. Sería trágico. Si no estamos para el VI Naciones B, se dice, se asume y se trabaja para remediarlo. Pero no podemos estar año a año introduciendo más jugadores extranjeros porque resulta un plan a corto plazo que no ayuda a hacer del rugby un deporte y de la selección un equipo propios en nuestro país.


Así que así han quedado las cosas en el Rugby de selecciones. Habrá que esperar y ver como se solucionan las cosas.

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