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miércoles, 19 de julio de 2017

Una gira oval




El mundo del oval llevaba expectante varios meses ante la gira de los Lions (British and Irish Lions) que en junio de 2017 iban a hacer por Nueva Zelanda, y por lo tanto, para enfrentarse y testar a los All Blacks y a las franquicias kiwis del Super Rugby.
Pero también suponía la comparación entre el rugby del norte y el del sur; entre la concepción del juego más ortodoxa y ligada al choque, la del norte, y la del sur, basada más en la velocidad y la combinación. Dos formas que no deberían ser contrapuestas, sino más bien complementarias, explotando las virtudes y minimizando los defectos de cada una de las propuestas, pero que en realidad se muestran como antagonistas.
Mientras en Nueva Zelanda se trabaja con ahínco en la creación de jugadores dotados para la evasión y el juego a la mano, el Norte sigue apostando por un desarrollo más lento y basado en la supremacía de las fases estáticas por encima del movimiento a la mano.
Pero lo que hemos vivido durante el último mes y medio no sólo ha sido la confrontación entre dos de las formas, quizás las más contrapuestas, de entender el rugby dentro del profesionalismo, sino que además y de propina ha servido para comprobar en que situación está Nueva Zelanda a dos años del próximo Mundial de Japón 2019 y al que llegará después de ganar el Mundial de 2015 donde revalidó el título conseguido en 2011. Tras 2015 con la salida de grandes figuras (Dan Carter, Ma'a Nonu, y el capitán Richie McCaw entre los más destacados) existe la duda de ver como se integran los jóvenes. Nombres como Laumape, Naholo, Ardie Savea o Jodie Barrett (el pequeño de la saga que va para ser el zaguero del futuro) entre otros han ido formando parte de las probaturas que Hansen ha ido metiendo de cara al The Rugby Championship de dentro de un mes y sobre todo ante la Copa del Mundo de Japón 2019.
Aún con todo los All Blacks, no sólo son y siempre, los máximos favoritos para proclamarse y revalidar el título de campeón, sino que además al equipo del helecho plateado le rodea un aura de leyenda, como el Mejor equipo del mundo, no sólo del rugby y de este momento, sino de siempre y en cualquier disciplina deportiva.
Enfrente ha tenido a la selección de selecciones británica e irlandesa dirigida por un neozelandés, Warren Gatland, quien como suele hacer, ha sabido hacerse protagonista en lo anecdótico para salvaguardar la integridad del colectivo que ha creado y poder así competir con los All Blacks siendo coherente en su estilo y con una garantía de equilibrio entre ambos contendientes.
Como sucede habitualmente con las selecciones, para la convocatoria de los Lions todos, periodistas y aficionados, en las islas o en el resto del planeta oval, hemos tenido nuestra selección. En mi caso particular he echado de menos la presencia de los hermanos Gray. Los escoceses podían y debían haber estado primero por su rendimiento, y después sin atender ya tanto a la meritocracia, por su lectura del juego ofensivo a la mano donde tienen más recursos que la apuesta “inglesa” de los Itoje, Kruis y sobretodo Lawes.
Más presencia escocesa, quien sin duda ha sido la noticia más positiva del último VI Nations por su apuesta por un rugby más ofensivo y dinámico en detrimento de su tradicional y embarrado estilo, ha sido en general la mayor queja de los entendidos. A muchos nos parecía de recibo premiar al equipo y la apuesta que mejores sensaciones y momentos nos dejaron en el invierno pasado y que gracias al trabajo de otro neozelandés, Vern Cotter, al mando se postula como serio aspirante en los próximos 2 y 3 años.
Además de los Gray, tampoco aparecía en la primera lista su capitán y alma en la bisagra del 15 del Cardo Laidlaw quien finalmente acudió tras la renuncia del inglés Ben Youngs por motivos personales. Y sobre todo fue la ausencia de Finn Russell la que más críticas levantó toda vez que la apuesta para los centros de Gatland entraba lógica en el gales Jonathan Davis (elegido al final Mejor Jugador de la gira) y en el irlandés Heinshaw, pero que con la entrada de Te’o había muchísimas más dudas. Gatland quería músculo y presencia en los centros, quedándose con un jugador mejor defensor pero más robótico frente a uno con mucho más rugby como el escocés.
Y es que era la sobre presencia galesa lo que más críticas generaba, sobre todo tras el rendimiento en colectivo y en individual de no pocos de los del 15 del Dragón. Pero Gatland los conocía y apuró su apuesta sobre ellos en caso como Biggar, Webb, North, Halfpenny o Tipuric. No tuvo problemas para dejar en casa al capitán de la selección inglesa, ganadora de los dos últimos VI Nations, Hartley y a su zaguero titular Brown, no sólo por cuestiones deportivas, sino también porque en el rugby las formas y el respeto son parte tan importante como el juego, o más.
Gatland, anticipará o no la posible polémica por la convocatoria funcionó ante ella como viene haciendo habitualmente: tiró de socarronería para justificar sus decisiones, buscando por un lado poner el foco sobre él y no sobre los jugadores y por otro, demostró compromiso inequívoco y como no podía ser de otra manera con los jugadores que se llevaba de gira, y estos lógicamente, le devolvieron la confianza con el mejor rendimiento que podían dar.
Aquí quiero hacer notar un hecho curioso. Finalizada la polémica de la convocatoria con la propia rueda de prensa de Gatland, los medios británicos se olvidaron de los que no estaban y lanzaron un apoyo sin fisuras a sus chicos. Por supuesto han existido críticas, también de los aficionados, tras los partidos algunas veces con el resultado justificado y otras con el juego expuesto, pero no ha fallado en ningún momento el apoyo, así como un ánimo en disfrutar con el evento, con cada cita semanal bien en sábado o entre semana. En vivir y paladear algo que sucede cada 4 años y como este año, sólo cada 12: La gira de los Lions por Nueva Zelanda.
Por el contrario, desde los medios rugbísticos en español he encontrado una actitud para ir minusvalorando cuando no desprestigiando la gira usando el argumento de “que no van los mejores” o “no tienen ninguna posibilidad” o “proponen un rugby anticuado”. Por supuesto, cuando la atención mediática se ha ido disparando (siempre en los círculos del rugby en España) por las retransmisiones de Movistar Plus o porque ya empezaban los test matches con los All Blacks éste argumento se ha disipado. Pero como digo, me ha resultado muy curioso la actitud de unos, tratando de disfrutar pese a que hubiera disidencia con las decisiones de Gatland, y de otros que se han mantenido hasta que no han podido más en el enfado.

Pero ya voy a centrarme en el juego. En el rugby visto y vivido.

Los British and Irish Lions han jugado 10 partidos en Nueva Zelanda desde el 3 de junio hasta el pasado sábado 8 de julio con un bagaje de 5 victorias dos empates y tres derrotas, con 214 puntos a favor y 168 en contra con un total de 16 ensayos.
Comenzaron con una victoria 7-13 ante la Provincial Union XV, selección provincial neozelandesa; después vino la primera derrota ante los Blues 22-16 que arrasaron a unos Lions erráticos en ataque (algo normal) y sobrepasados en defensa ante la velocidad de los back de la franquicia kiwi peor clasificada en el Super Rugby. Las dudas se fueron manteniendo pese a ganar a Crusaders sin ningún ensayo (3-12) y con la derrota ante Highlanders (23-22) en uno de los mejores partidos por juego, de toda la gira.
Recuperaron sensaciones los turistas (tal y como en el argot se conoce al equipo de los Lions cuando lleva a cabo sus visitas al hemisferio Sur) ganando bien a los Maori All Blacks (10-32) y con un gran despliegue a Chiefs (6-34) para terminar su serie de partidos contra las franquicias con un empate a 31 frente a Hurricanes, ya habiendo iniciado sus test matches frente a los All Blacks, por lo que les faltaban no pocas piezas de importancia a los actuales campeones del Super Rugby.
Y es que 3 días antes se iniciaban los partidos grandes de la gira con el primero de los tres enfrentamientos entre los All Blacks y los Lions, donde los locales llevaron la mayor parte del tiempo la iniciativa del juego (sólo unos minutos al terminar la primera parte se vio más cómodo a los turistas, que culminaron un gran ensayo, el mejor de todo el mes, por medio de O’Brien tras una ruptura excepcional de Liam Williams). Durante casi todo el partido el oval volaba de lado a lado de las cortinas de los All Blacks con precisión y velocidad, reciclando jugadores y situaciones, y donde los Lions a duras penas sólo podían contener el vendaval. Al final 30-15 y la sensación previa de superioridad kiwi confirmada lo que hacía temer por una derrota estrepitosa en la serie de los del hemisferio Norte.
Pero nada más lejos de la realidad. Como decía más arriba Gatland acaparó las críticas en su persona, aisló al equipo de las mismas y lo amoldó a su estilo el juego y la respuesta táctica ante lo propuesto y ejecutado por Nueva Zelanda. Así, con un compromiso inquebrantable del plantel y con una intención clara de embarrar los rucks con pocos hombres para mantener retaguardia ante la conectividad All Black, lo que exigía mayor empaque físico y muscular frente a virtuosismo, fue como los Lions ganaron el duelo táctico.
La iniciativa en el juego siguió siendo kiwi, pero incluso sumando puntos, estos fueron haciendo lo que Gatland quería: Que no se descosieran los partidos y se mantuvieran en marcadores cortos. Para ello necesitaba que su guardia pretoriana galesa, los Warburton (capitán de la gira), Faletau y Alwin Jones se complementará con la cacería inglesa liderada por Itoje, y con el complemento de un inconmensurable Sean O’Brien para las abiertas y quizás el jugador más decisivo en el resultado final. Si además le sumamos la lluvia que torno épico el segundo partido de la serie, encontramos el escenario para la catástrofe perfecta de Gatland: Victoria 21-24 en Wellington.

Aquella lluviosa noche (calurosa y temprana mañana para mi) todo hacía indicar que habría un dominio abrumador de los All Blacks, pero la realidad es que los condicionantes como arbitraje, climatología y por encima de todo el saber hacer de Warren Gatland, concedieron la iniciativa del juego a los turistas. Y es que los Lions impusieron su modo y modelo de juego, con mucho tacticismo para parar el juego ofensivo rival e infligir mucha presión durante toda la serie por parte de unos Lions que supieron leer el partido mucho mejor en general. El juego al pie se convirtió en decisivo apareciendo nombres como Owen Farrell (tremendo al pie toda la gira) y sobretodo la bisagra irlandesa de Murray y Sexton que con patadas a la espalda de al cortina neozelandesa y Garryowens causaron estragos en la seguridad del rival. En vez de imbuir a más delanteros en los rucks, dejaron la iniciativa a los All Blacks, para concentrar fuerzas en defensa de la línea y poder apretar a los backs kiwis cuando estos reciben y tratan de hacer los despliegues. Así pese a que se sucedieron los golpes de castigo, minimizaron el número de ensayos encajados (8 en 3 partidos, son “pocos” para los All Blacks) y además encontraron el inusual bajo nivel al pie de Beauden Barrett, quizás con mucha exigencia física.

Los ensayos de Faletau, reciclándose al modo sureño como un ala, tras un genial despliegue Lion y de Connor Murray reviviendo el particular castigo que infringe a la bisagra All Black por el intervalo hicieron justicia con el planteamiento táctico y la lectura de juego de Warren Gatland.
La polémica final alimentada por un Hansen preocupado de justificar los resultados y el juego All Black, siempre en la serie por detrás de la lectura táctica de los Lions (gran victoria de Gatland) ha estado en el arbitraje. En el segundo test match, con el arbitraje de Jerome Garcés y la expulsión justificada de Sonny Bill Williams (tercera roja que ve un All Black en sus casi 114 años de historia) y el "perdón" a un Vunipola que además de sufrir en melé, por donde ha venido la notable ventaja All black en las estáticas, culminó un horrendo partido con hasta 5 infracciones sólo saldadas con un sin bin, sino también, con la permisividad para con los Lions en la normativa del fuera de juego, treta para ensuciar con el ánimo de dificultar la continuidad de juego de los All Blacks.

Lo más sorprendente quizá analizando el resultado con algo de tiempo y perspectiva es ver cómo han conseguido los Lions mantenerse en los partidos, ante un equipo como los All Blacks, absolutamente eficaz en aprovechar sus oportunidades y castigar inmisericorde los errores del rival. Y eso que hubo un buen número de fallos, tanto con el balón a la mano, como en forma de infracciones que se cometieron por ambos equipos.

Lo indudable y lo mejor es que al final hemos tenido un mes y medio de rugby muy interesante y entretenido. Con más emoción que calidad, la serie ha resultado empatada, y los grandes vencedores hemos sido los espectadores que hemos disfrutado de un mes de rugby de nivel, muy emocionante que en estas sobre cálidas mañanas de junio y julio nos han entregado a la pasión del deporte.

jueves, 7 de enero de 2016

Muchas Ciudades en una sóla Ciudad

Barcelona y el Mediterráneo desde el Parque Güell

Si existe una ciudad en nuestro país (o como sea la relación que tenemos entre unos y otros) que es referencia turística internacional. Cuyos emblemas y postales son automáticamente reconocidos. Con el que la mente del extranjero asocia las palabras España y progreso o siglo XXI. Esa ciudad es Barcelona.
Y a Barcelona tuve a bien encaminarme en noviembre en lo que iba a ser una escapada perfecta de fin de semana, en la que conocer tan magnífica ciudad en la previa, con la excusa de disfrutar de buena música en directo y de la compañía de mi pareja.
Pero lamentablemente la barbarie terrorista trajo el daño colateral de la suspensión de la gira de Foo Fighters donde el concierto de Barcelona se encuadraba. Hago aquí un alto para decir que aunque respetable, ¿no deberíamos como sociedades occidentales, avanzadas y sobretodo experimentadas ya en la lucha contra los fascismos, no parar nuestras expresiones culturales, no frenar el ritmo de nuestro modo de vida, más allá del luto debido y la seguridad necesaria? Es una reflexión que dejo ahí, abierta a vuestra participación vía comentario.
Por fortuna Barcelona supo hacerse valer y dejarnos unos días fantásticos en los que poder olvidarse de todo. Y es que es fácil hacerlo al caminar y disfrutar de una urbe poliédrica que por cada zona y barrio que visites se descubre ante ti como un espacio auténtico y propio, inseparable del conjunto de la capital catalana, pero que saben trasladarte más allá de la guía de viaje y el destino del billete de ida.
Estos barrios y distritos por si solos merecen la visita a Barcelona, y la preparación del viaje sabiendo dejar tiempo y espacio para su disfrute y comprensión. Su vislumbre y reflexión te hace empezar a comprender la cultura catalana y propia barcelonesa, además de acabar con la certeza de ver como natural la distinción de Barcelona como punta de lanza del turismo español (destino más visitado) así como de polo turístico mundial.
Con Barcelona no es fácil la tarea de decidir por donde empezar. Pero una vez llegados por el AVE a la Estación de Sants y alojados en el Hotel Sant Angelo (Consell de Cent, 74, Eixample; muy buen hotel por situación, servicios y precio), todo fue uno para deslizarse por el Metro y visitar el corazón de la ciudad, La Plaza Catalunya, lugar de encuentro e inicio de los paseos turísticos de las grandes tour-operadoras. Allí tras degustar unas hamburguesas en la Hamburguesería Bacoa (prometo informarme y escribir en un futuro sobre este negocio) iniciamos camino por el Paseo de Gracià, una avenida que perfectamente se podía confundir con las avenidas de las grandes capitales europeas, construida para el caminante a quien se guarda respeto por encima de la congestión de tráfico que padece. También tiene su espacio entre las innumerables terrazas y puestos el ciclista, todo ello jalonado por una arboleda que no puede competir con la belleza del bulevar salpicado por edificios modernistas de tremenda belleza, entre los que destacan como no podía ser de otra manera, por su imaginativa funcionalidad tanto la Casa Batló y la Casa Mila de Gaudí, Casa Lleó i Morera de Montaner y la Casa Amatller de Cadafalch (esta adosada a la Casa Batló, y particularmente me pareció de gran belleza y originalidad).


Arriba, Casa Milà de Gaudí; Abajo Casa Amatller de -Cdafalch a la izquierda y al a derecha la Casa Batló de Gaudí
 
Pero está serie de paseos reconocibles y nombradísimos no pueden o no deberían cerrar la visita a otras zonas como el distrito de Ciutat Vella donde reside en buena medida el espíritu barcelonés. Quizás tuve la inmensa fortuna de compartir este viaje con una persona que conoce y ama Barcelona, y que por supuesto buena parte de ese amor y cariño viene por conocer los rincones, me atrevo a decir más auténticos de la ciudad y sus establecimientos y calles más singulares.
Y en esa singularidad sobrevive centro histórico de la ciudad, recogido en este distrito de Ciutat Vella. En él conviven los barrios El Raval y el Barrio Gótico, el Born y la Barceloneta todos ellos con personalidad propia. Puedes perderte por las intrincadas calles del gótico, que igual que si estuvieras disfrutando del centro histórico de cualquier ciudad. Allí puedes pararte a vislumbra la gótica fachada de La Catedral de Barcelona, pero que fue construida en 1913, o bien puedes deleitarte con la belleza neoclásica del centro político de Catalunya, la Plaza Sant Jaume, con su maravilloso puente neo-gótico entre el Palacio de la Generalitat y la Casa dels Canonges, y continuar camino hasta llegar a los edificios históricos de la Universidad de Barcelona, pasando por una buena maraña de conventos, casa nobiliares y pequeñas plazuelas y fuentes jalonado siempre con estimulantes comercios.
El lugar de avituallamiento obligado debe ser la tetería Salterio (Carrer de Sant Domènec del Call, 4), un pequeño rincón de paz y misticismo donde se mezclan en el ambiente y en los sentidos la extrema amabilidad y delicadeza de su regente, con los mil y un sabores que las especias y productos naturales dotan a las riquísimas pócimas que en forma de infusiones y pastas y salados árabes ofrecen al cliente. Si vas una vez, casi seguro gestionarás tu agenda por Barcelona para volver una y otra vez.
Para empezar bien un día en el que quieres conocer hasta cuatro particularidades de este totum que es Barcelona, lo mejor que puedes hacer es acercarte a una de “Las Granjas”. Este tipo de establecimientos funcionan como el auténtico bar de desayunos, tradicional y castizo donde las principales armas son la sencillez en el trato y el arte de preparar los productos, la naturaleza y frescura de los mismos, así como el raigambre del espíritu histórico y popular del emplazamiento en el que se encuentra. Destaca La Granja Palleresa (Calle Petritxol, 11, en pleno Barrio Gótico), donde a un cuidado y servicio tradicional, le suman unos productos fantásticos, como un impresionante chocolate a la taza, así como artesanales ejemplos de repostería que van desde los churros y porras (con un mínimo toque grasiento) a magdalenas, ensaimadas y croissantes de producción propia. Y ni que decir tiene que los no menos artesanales flanes, arroz con leche o cremas catalanas son una invitación a pecar con la gula de aliada.
Bajando por La Rambla hasta caer al Born, donde en una suerte de “La Latina” barcelonesa se construye un barrio vivo y luminoso aspectos que se disfrutan al dialogar con los vecinos y los comerciantes y restauradores. Antes de llegar allí se puede disfrutar de la impresionante e imaginativa fachada del Palau de la Música, así del conjunto arquitectónico donde se engloba el Museo de Picasso en Barcelona. Y justo en la entrada de este barrio la Iglesia de Santa María del Mar, realmente bella e imponente, para posteriormente en otra plaza encontrarte con el moderno edificio del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA).
Un lugar de avituallamiento de obligado cumplimiento es El Xampanyet (Carrer de Montcada, 22) para degustar un vermut casero envidiable, así como la especialidad que da nombre al local (una suerte de vino blanco espumoso). Sus tapas son copiosas, destacando las anchoas. El precio me resulto algo caro, para ser el típico bar de toda la vida (lleva abierto más de 80 años), pero supongo que es lo que sucede cuando un local tradicional se lanza hacia el cliente extranjero y se convierte en referencia en las guías y recomendaciones.
Ya que se está por la zona no se puede dejar de visitar el parque de La Ciutadella, un lugar verde excepcional, fresco y acogedor, sobre el que descansar y huir del ruido de una urbe del tamaño de Barcelona. A la hora de comer más que recomendable resultó ser La Llavor dels Origens, cocina catalana en un ambiente juvenil y desenfadado. Un gran lugar para disfrutar de productos ecológicos con una gran presentación. Y todo para terminar la jornada por el entorno de La Barceloneta, que representa otra singularidad de Barcelona, que se presenta ahora como una ciudad marítima, abiertamente mediterránea, con bien diferenciados una peculiar y encantadora zona pesquera, con otra más turística y delimitada por el puerto deportivo. Tan destacable era disfrutar de la arena y el agua junto al sol de noviembre, como elevar la vista hacia las cumbres que dejan la ciudad entre la montaña y el mar.
Para descubrir otra personalidad de Barcelona se puede emplear una mañana para acudir al mercado Els Encants, en el barrio del Eixample. Lo que hoy podía pasar por un rastro de una ciudad cualquiera, es en realidad lo que queda de uno de los mercados de artesanía más antiguos de Europa (data del Siglo XIV) y en el conviven en su parte baja los puestos de venta ambulante, con la parte de arriba ya en el nuevo edificio diseñado para tal fin, con los puestos estables. En estos, para mi lo más interesante, puedes encontrar de todo entre los artículos de segunda mano y antigüedades. Desde música, tanto vinilos, cds, como tocadiscos y demás aparatos de reproducción. Productos artesanales, libros, decoración para el hogar, ropa, accesorios, juguetes, armas de colección... Especialmente estimulante encontré una tienda dedicada al mundo del coleccionismo en general y el frikismo en particular, donde encontrar desde muñecos de acción de cualquier cómic, peli o serie de tv, a posters de cine e incluso réplicas de los coches trabajados en Fast n'Loud. El establecimiento se llama Dacasa, y si hubiera estado currando unos 500€ no dudo que me habría dejado en ella. En definitiva, un lugar donde perderse, aprender y disfrutar comprando.

 Sagrada Familia de Gaudí
Desde allí es un agradable paseo por El Ensanche Barcelonés acercarse hasta la Sagrada Familia. Para que os hagáis a la idea es recorrer entre las imágenes del skyline barcelonés de la Torre Agbar (al lado del mercado Els Encants) hasta las torres de la póstuma composición de Gaudí. Por supuesto inacabada, abarrotada de gente y con una entrada a su interior insultantemente cara y abusiva es la foto más elemental de la capital catalana, pero no por ello, al menos en mi opinión la más bella. Ni siquiera como obra de Gaudí, puesto que considero sus casas nobles del paseo de Gracia así como los edificios que legó en León o Astorga de mucha mayor belleza y más aún indudable funcionalidad. Supongo que como se suele decir habrá que esperar a verla a acabada, valorando como se comporta con el entorno (encuadrada en un parque pero a la vez encerrada entre calles de tráfico rodado) así como la monstruosidad en cuanto a tamaños y exigencias técnicas.
No se puede decir que has visitado Barcelona si no se lleva a cabo un paseo para paladear el Barrio de Gracià. Sin duda alguna elemento del ensanche barcelonés donde se asentaron las clases trabajadoras y hoy sus vástagos, se empeñan en considerarse clase media. Pese a todo cabe indicar que hablamos de calles de inusitada belleza, compuesta por la racionalidad con la que se buscó maximizar la funcionalidad en el espacio, con plazas y parques que invitan a la vida en la calle, así como viviendas con amplias ventanas y coquetos balcones, donde colgar la estelada.
Mi incursión en Gracià fue pequeña, pero bastó para descubrir un magnífico lugar para vivir dentro de Barcelona, toda vez, que los precios de la vivienda sean razonables, ya que aunque con problemas de movilidad y tráfico si que ofrece al vecino y vecina todo lo necesario en cuanto a servicios para vivir.
El recorrido terminaba en otra muestra del genio de Gaudí, el Parc Güell, platea perfecta donde vislumbrar el Mar Mediterráneo con toda Barcelona expuesta a él. Un lugar mágico, como bosque de piedra, en el que perderse y encontrarse en la ruleta de un tiempo que detiene y arranca Gaudí expresión máxima del modernismo donde la búsqueda de belleza y utilidad se conjugan para crear espacios ideales. Si con la Sagrada Familia, en mi opinión pecó de opulento, aquí clavo un diseño que regala a Barcelona observar su propia imagen.
Para terminar esta primera experiencia por las calles de Barcelona, dejamos Montjuic y la Plaza de Espanya, en el distrito de Sants-Montjuic. Desde la Plaza Espanya y el Parc Joan Miró, dejando de la lado la antigua Plaza de Toros hoy convertida en multicentro comercial ascendemos por la montaña de Montjuic hasta el impresionante Edificio del Museo de Arte Nacional de Catalunya que va salvando la ascensión a través de terrazas coronadas con fuentes ornamentales. Ya en él se hace imprescindible rodearlo a través de los Jardines de Joan Maragall, donde además si uno se gira puede comtemplar la réplica a la panorámica desde el Parc Güell, volviendo a ver Barcelona en este caso, recorrer la línea de playa y extenderse hacía las montañas. Ya allí el paseo por la zona olímpica, con el Estadio, el Palau Sant Jordi, las piscinas Picornell y demás equipamientos deportivos legados por los Juegos Olímpicos del 92 enriquecen aún más el cóctel que Barcelona puede ofrecer.

Estadio Olímpico de Montjuic
Como me viene pasando de un tiempo a esta parte, no disfrute en demasía de la noche barcelonesa en su componente de fiesta. Aún así unos pequeños apuntes: El bar del museo de cera es un lugar fantástico para quedar y tomar una cerveza echando una gran conversación; en cuanto a baretos y pubs heavys, quizás fruto de mi desidia con el mundo nocturno, no había hecho una selección previa, pero aconsejado por mi cicerone particular acabamos (toda la noche) en El Tequila, con el detalle de tener auriculares colgados sobre la barra para poder escuchar la música a todo trapo, que le pedías al pincha, mientras el resto de la gente la escucha a un volumen que permite conversar. Quizás sabiendo que mi cultura musical es vasta, sólo nos concedieron un tema de Arch Enemy y otro de Foo Fighters, pero mientras sonaba Airbourne, Sober, Sepultura, Iron Maiden, Muse o Metallica no tuvimos a mal desgallitarnos, luchando por las mierdeces que colaba el resto de la peña y luchando por mantener nuestro espacio en la barra ante las avalanchas de guiris con invitaciones a chupitos que parece que es a lo que se dedica más el bar. Decir que estuvimos hasta el cierre del local y echando un parlao con unos finlandeses y con algunos que flipaban con tal ímpetu de demostración heavy. Después tras el cierre, continuar la fiesta exigía grandes desplazamientos, por lo que desistimos. Prometo volver, y si vuelvo, prometo llevar una agenda nocturna más aseadita.
Pero antes de todo esto, como parte del contrato con mi compinche en este viaje era visitar un tugurio muy especial. Otra peculiaridad de Barcelona, quizás la más singular y petarda. De travestido castizo envuelve un local donde lo decadente y lo sublime se tocan hasta lo pornográfico. Hablo de El Cangrejo (Carrer Montserrat, 9 bajos, en El Rabal).

Momento de la Actuación en El Cangrejo

Para entrar hay que echarle valor. La calle en la que está no te otorga esa seguridad que buscas habitualmente. Ya dentro, la decoración te lleva a través de una colección caledoiscópica que mezcla un museo de los horrores con el escenario low cost de Cuéntame. Pero lo mejor es aprovisionarte al escenario y disfrutar de lo que en él va a acontecer.
Y es que de un momento a otro se van a subir las diferentes drags, algunas incluso septuagenarias, residentes del local que cantan, bailan y se mofan sanamente de la actualidad, de su trasnochada y ajada vida con sus anécdotas más picantes y cachondas, así como de los espectadores con los que interactuán, lucrándose con la vida sexual de cada uno. Antes te habrán soplado 10€ por un tercio, pero con las carcajadas y el buen ambiente te habrás olvidado del precio hasta escribir tu reseña del local en Internet.
Para terminar con mi aproximación a Barcelona, un hecho a destacar es la comparativa. Quizás porque vengo de una ciudad que languidece apasos agigantados, donde su cultura y saber desfallecen ante lo zafio, cutre y rancio. Esa Salamanca abominable en la inmovilidad comparada frente a Barcelona que por el contrario se muestra abierta, orgullosa de su legado cultural y guardián de su intrínseco costumbrismo, pero sabedora de ser un potencial que forma parte de ese mismo carácter mediterráneo acogedor y atento a todo lo que puede ser beneficioso para si mismo y el conjunto de la sociedad.
Si ya de por si pierde la ciudad y perdemos todos los que deseamos un modelo social, de turismo y de ocio y cultura con unos mínimos estándares de calidad, con por ejemplo, Toledo, la cual ya bien conozco, que decir con una Barcelona que no tiene ningún problema es saber recibir oleadas de turistas de perfil bajo y a la vez saber cuidar y ganarse a esos turistas que no les importa gastarse “algo más de 10€”.
No es, por tanto, anecdótica la ya clásica disputa castellana versus catalana, que de un punto grotesco deriva a una disputa entre una Salamanca, cerrada, donde vencieron y convencieron, frente a una Barcelona, que lejos de clamar lo que es suyo (y de todos, personas e instituciones indistintamente), se toma con cierta guasa el affaire de los “Papeles de Salamanca”; es un ejemplo diáfano de dos caracteres enfrentados, que mal conviven en un estado y sociedad que de parte castellana, lejos de reconocer sus limitaciones y anquilosamientos se niega a abrirse a lo que Catalunya (y Euskadi) pueden ofrecerle, y donde por el otro lado, Catalunya lucha por desligarse incluso culturalmente de la influencia y riqueza de un pasado y presente común con Castilla y la vieja España.
Y lo mejor de todo es compartir estos momentos y estos espacios con alguien especial. Una persona que además ejerce de Cicerone asombrosa, descubriéndote esas otras ciudades escondidas. Barrios ajenos a los bullicios de tour-operadores y los agobios de las guías de viajes. Locales y rincones donde poder huir de todo, hasta de los problemas de la vida. Y sobretodo capaz de hacerme vivir en perenne sonrisa, reflejo de la suya propia.
Me quedan muchas “Barcelonas” por descubrir dentro de Barcelona, y no tengo ninguna duda de que volveré a hacerlo y a revivir y recordar en la piel y los sentidos lo experimentado por estos pocos días de noviembre en los que disfrute, aprendí y visite la capital condal.

 La Playa de la Barceloneta

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Arch Enemy, nunca defrauda


 


Llegábamos a La Riviera con media hora de retraso con respecto al horario indicado de apertura de puertas, y con bastante gente arremolinándose tanto al entorno de la sala como a los bares, de la zona, habitual punto de encuentro metalero previo a cualquier concierto en la sala madrileña. Digo esto porque una vez que recogímos nuestras entradas con el resguardo de la plataforma online habitual y pasamos los controles de seguridad, la sorpresa fue que ya estaba Hell en plena actuación, lo que quería decir que nos habíamos perdido a Drone.

La información que tenía en el resguardo indicaba claramente las 18:30 como hora de apertura de puertas, no de comienzo de los conciertos, pero lo cierto es que como en el día anterior llegamos con el espectáculo ya funcionando y sin ninguna otra explicación con que los alemanes empezaron a las 18:30.

Así decidimos olvidarnos y disfrutar de Hell, que continúa inmerso en la presentación de su disco de 2013 Curse and Chapter, de 6 años después de la vuelta a los escenarios de la banda que dejo huella en los 80.


No desmerecieron en absoluto ni a su fama ni a los platos fuertes del cartel, y con el espectacular David Bower a la cabeza ofrecieron un show tremendo, en el que la palabra clave es el carísma de tan peculiar frontman, con todo el lujo y la capacidad de impresionar que poseen que es imposible que deje indiferente a nadie. Capaz de auto flagelarse con un latigo, a vestir capas y sayos medievales o plantarse unos grotescos cuernos, Bower da cuerpo a una banda que sin disfrutar de un sonido muy bueno que digamos, a mi particularmente me gustaron y pusieron una buena piedra para seguirles y tenerlos en consideración para cualquier otra ocasión en los que se pueda disfrutar de ellos.

Así llegábamos, al menos para mi al punto principal de la tarde noche en La Riviera: Arch Enemy.

Los suecos volvían al mismo escenario dos años y un mes después de su anterior presencia en la capital, con disco nuevo, War Eternal, y con nuevos cambios en la formación como el de última hora de Jeff Loomis, ex guitarra de Nevermore, por Nick Cordle (cambio producido esa misma semana, puesto que Cordle grabó el nuevo disco), y sobretodo con el cambio de cantante que nos sorprendió a todos en marzo con el single de lanzamiento del nuevo album de la banda.


Llegaba la canadiense, cantante de The Agonist, Alissa White-Gluz con el tremendo papelón de sustituir a la alemana Angela Gossow, que parece se dedica a tareas de promoción y manager de la banda, así como, supongo, sigue casada con Michael Ammot (crónica en rosa) y a la que le deseo lo mejor, por el bestial trabajo que ha hecho con los suecos.

Pero si la pequeña canadiense de pelo azulado sonaba muy bien en el disco, en directo, no desmereció el nivel marcado por la Gossow. Del rubio cabello de está, al azul de la otra como única diferencia estética, puesto que Alissa pusó el mismo enfasis en la interpretación de los temas, tanto los de su disco de debut, como los de la anterior discografía, fue simpática y atenta al público allí congregado, mostró una sintonía fantástica con todos los miembros de la banda y fue el detonador que exploto toda la rabia, revolución y ganas de pasarlo bien de un público que en ningún momento, me atrevo a decir, hecho de menos a la germana.

Es evidente que los matices en el estilo gutural entre una y otra, existen, sobretodo a la hora de llegar a los picos más altos de intensidad, puesto que ambas voces trabajan sobre timbres distintos. Pero todo, como es habitual en las bandas nórdicas, sonó fenomenal, con la absoluta profesionalidad de banda y técnicos para maximizar el disfrute y gozo de una platea que ya vibraba con cada tema de los Arch Enemy.


Por supuesto que el resto del plantel estuvieron enormes, como me tienen acostumbrado. Tanto Daniel Erlandsson a la batería (sin ninguna duda y para mi el mejor bateria de la actualidad) como el gran Sharlee d'Angelo, el "Jon Nieve particular de mi fémina acompañante" acariciando y golpeando su bajo personalizado de la marca japonesa Ibanez. Y como no el líder y alma mater del proyecto Arch Enemy, Michael Ammot, que a su impresionante talento, le va a añadiendo poco a poco mayor empatía hacia al público dejando atrás su timidez, para pasar de casi ocultarse tras su espectacular guitarra Dean USA Michael Amott Signature Tyrant X Splatter y su melena roja a buscar la emoción y satisfacción de quienes ansían escuchar cada sólo, cada acorde, disfrutar del talento del sueco sobre las seis cuerdas de ácero.


Tras el preludio enlatado de Tempore Nihil Sanat (Prelude in F minor) sonó un War Eternal, potente que sirvió para encauzar a la ya enfervorizada masa hacia un concierto redondo, sin fisuras, pleno de intensidad, rabia y talento. No hicieron esperar temas de la "etapa Gossow" de Arch Enemy y Ravenous y una celebradísima My Apocalypse, mi favorita de ellos de siempre que sonó instrumentalmente rotunda y de calidad suprema, y que sirvieron de comparación entre ambas frontwoman, pudiendo comprobarse pequeños cambios de una a la otra en la entonación de los estribillos, pero la misma rabia e intensidad para dejar claro el mensaje: Esto es Arch Enemy y somos la banda del momento, éste quien éste.


Prosiguió You Will Know My Name, tema del nuevo disco, que a todos los presentes no sólo nos encantó sino que supuso uno de los cortes más celebrados y coreados, puesto que esa letra, plena de espíritu libertario es capaz de acampar en la mente y alma de cualquiera. La propia Alissa se sintió acompañada por todo el público y trato de elevarla aún más poniendo más empeño y con el acompañamiento en la base rítmica, bajo y bateria (de calidad brutal como siempre en Arch Enemy, grandes d'Angelo y Erlandsson).

Continuaron con Bloodstained Cross y Revolutinos Begins para colocar un excelso y siempre espectacular Under Balck Flags We March con las propias banderas negras ondeando sobre el escenario. As the Pages Burn, Dead Eyes See No Future, No Gods, No Maters y la imprescidnible en cualquier setlist de los suecos We Will Rise lanzaron el concierto a su final sin bajar ni un ápitece la intensidad, calidad del sonido y talento en cada parte de la actuación.

Una brillante Nemesis y Fields Of Desolation fueron los bises que regalaron los suecos, y que sirvieron para cumplir su leyenda. Un concierto cortó (no llego a hora y diez minutos), que te deja extasiado, pleno de emoción tras vivir un espectáculo intenso, con una calidad magnífica, y que rápidamente se traduce en las ganas de ver más, mucho más, más veces a los Arch Enemy, pero sin ningún tipo de reproche ante sus show tan cortos.

Sin duda ese es el síntoma más claro de la salud actual de Arch Enemy, sin ninguna duda, para mi, la banda del momento.



Tome cierta distancia para poder paladear y disfrutar el show de los trash metal clásicos alemanes, Kreator.


Sin ninguna duda les predecía su fama, y ante mi primer vislumbre de Kreator en directo, esperaba disfrutar de cada golpe, riff, sobrada, estimulando el headbanging, los saltos y los giros imposibles de cuello, así como los coros de las gargantas allí congregadas. Abrieron con su clasicazo Violent Revolution, quizás para seguir con la estela de conciencia política anti este sistema capitalista que nos habían dejado Arch Enemy, para colocar una pletórica Civilization collapse, From Flood Into Fire y la icónica Extreme Agression en una puesta en escena plagada de música inmisericorde y en el tope máximo de rabia. Si había alguien cansado o dormido, 15 minutos antes, ya estaba activado y disfrutando a tope con los Kreator.

Los alemanes que llegaban para presentar en España su disco de 2012, Phatom Antichrist (en mi opinión una obra maestra de lo que debe ser el trash metal en la segunda década del siglo XXI), ofrecieron un concierto pleno de eficiencia germánica sin fallos en la ejecución instrumental u vocal de los temas, y con una presencia sobre el escenario abrumadora de todos los integrantes, pero siempre con la figura del líder y leyenda "Ventor" Mike Petrozza, que a su característica voz, metió la profundidad de su guitarra, sin desmerecer en ningún momento a la banda que se comporto como sólo los elegidos pueden hacerlo: Como mitos en plena forma.


Sonaron Phobia, Enemy of God (uno de mis temas favoritos de ellos, que me encanto especialmente), Voices of the Dead, Endless Pain, Suicide Terrorist, para continuar sin descanso con una muy brillante Mars Mantra. Phantom Antichrist, Impossible Brutality y Hordes of Chaos para terminar con Pleasure to Kill.

Con los bises, nos dieron la sorpresa de un su archiconocido cover de The Number of the Beast que hizo las delicias de todos (especialmente los que llevaban camiseta de Iron Maiden) y sonó como si fueran los mismos británicos quienes la estuvieran descerrajando. Warcurse, People of the Lie y Flag of Hate fueron el cierre y la ovación hacia Kreator, que no sólo cumplieron con su fama y leyenda, sino que dejaron la seguridad de tener mucha cuerda para rato, tanto para componer nuevas muestras del mejor trash hecho a este lado del Atlántico, como de saber y disfrutar como si fuera el primer día sobre el escenario.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

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