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miércoles, 21 de mayo de 2025

Gojira o el arte de hacer progresivo el death metal

 

En la actualidad el Heavy Metal vive un importante momento de encrucijada. Si bien en estos tiempos que corren, cualquier entendido y apasionado en este género nos mostramos entusiasmados ante la pléyade de propuestas y grupos que convierten en un frondoso bosque el árbol de la música heavy, no deja de ser cierto que, contrariamente a lo que ocurría en épocas anteriores, el hecho es que carecemos de una banda totem, un referente absoluto de este apartado de la música contemporánea. Hoy se hace muy difícil reconocer a esa banda estandarte con la que identificar tipo y momento como sí sucedía con Iron Maiden en los 80 o Metallica en los 90.

Quizás una de las grandes virtudes de la era de Internet y la globalización cultural sea que ha permitido que el Metal también englobe a todas las propuestas, subgéneros y grupos del planeta, dándoles espacio y difusión, y en definitiva, enriqueciendo un micro-cosmos donde la calidad y la diversidad, en el talento para la composición y la grabación sirven para un fin último y supremo: la interpretación en directo delante de los fans y aficionados al Heavy Metal.

Ya en los años 2000, bajo el Ñu Metal, la compartición peer to peer por Internet, la proliferación de festivales y el decidido interés de los medios convencionales por seguir distribuyendo y dando a conocer nuevas formas de hacer música asaltó el trono que poseía Metallica, tras el paso atrás total de Nirvana y todo el subgénero del hard rock que envolvía. El trash seguía siendo el género predominante dentro del metal, cuando una ristra de bandas americanas que conformaban el Metalcore y el rap-metal no se hicieron con su propio hueco, pero debido a lo artificial de las distintas propuestas (salvo honrosas excepciones) y por el predominio de otros géneros musicales comerciales no acabaron de asaltar la posición que la banda de Heitfield y Ulrich tenían.

Slipknot, Limp Bizkit, System of a Down, Marilyn Manson, Rage Against the Machine o Linkin Park parecían las bandas encargadas de abanderar el estilo que irrumpió con fuerza en los primeros dosmiles, pero por unas cosas o por otras, acabaron dejando desierta la bandera y el género del Heavy Metal ha parecido ajeno a la potencia de una banda, una marca, que lo hiciese presente en los medios de comunicación de masas.

Ya he escrito en otras ocasiones de que esto ha sido bien buscado, y conseguido, por los propios medios capitalistas, dejando al Heavy Metal en el lado oscuro y a la sombra de otras propuestas mucho más interesantes para el sistema. Adoctrinantes en el consumismo, el individualismo, dejando fuera propuestas trascendentes de expresión a través de la cultura y la música de los problemas sociales o del hombre como individuo u colectivo.

Esto no es del todo malo. Los que estamos somos los que somos, los que amamos y compartimos todo lo que engloba el Heavy Metal. Nos involucramos en su defensa y promoción, a veces con demasiada saña, pero para el heavy lo irrenunciable e innegociable es la autenticidad sin menoscabo de la originalidad, y la destreza y la presentación en vivo y en directo de nuestra música.

Si algo ha destacado al Heavy Metal estos 25 años es la proliferación de bandas y estilos dentro del género, haciendo caer las fronteras físicas y virtuales, al tiempo que nos regala un número tendiente a infinito de grupos que seguir en sus giras y novedades como se puede ver en mi carpeta de música en el ordenador, en mi cada vez más grande estantería de cedés y en los abarrotadísimos cajones de camisetas.

Y dentro de este ecosistema hay una banda que a mi, y a muchos, nos tiene siempre en vilo. Una seña de calidad con la que contar y de la que estar atento para sus nuevas propuestas, como sobretodo para contar con la posibilidad de verlos, y re-vivirlos en directo.

Hablo de la banda francesa Gojira, célebres a nivel global por participar en la inauguración de los JJOO de París 2024.

Antes de 2024 para los heavys Gojira ya era un nombre más que conocido. La banda liderada por los hermanos Duplantier (Joe guitarrra y voz, y Mario batería), junto a Christian Andreu como guitarra solista y Jean-Michel Labadie al bajo, tiene una carrera de ya casi 30 años, cuando desde su Bayona natal comenzaron a hacerse un nombre con una propuesta de death metal muy original e imaginativo, pleno de virtuosismo hasta inundar también lo progresivo.

Sus influencias van desde el Ride the lighting de Metallica, Rage Against the Machine, el Anema de Tool y por supuesto, no cabe ninguna duda, Sepultura. Y es que los ritmos y la distorsión de Gojira beben sin emborracharse del legado de la banda brasileña de los hermanos Cavalera, por lo que una buena cimentación trasher está presente en su música.

En cuanto al estilo de Gojira la complejidad de sus composiciones, tanto en acordes como en la base rítmica, son su principal característica. La pericia de Mario Duplantier no solo le hace fácilmente reconocible, sino que aporta un sonido variado, de difícil ejecución y de una plasticidad apabullante. La voz de su hermano Joe cabalga entre el gutural death y tonalidades rasgadas propias del punk. Las letras y temas de sus canciones y discos van desde el amor por la naturaleza y la denuncia en favor de su conservación, heredado de su infancia y juventud entre los bosques y el mar del País Vasco francés, a propuestas más espirituales donde se ven los influjos de la educación alternativa de los Duplantier.

En conjunto presentan un sonido característico, muy trabajado e imaginativo, que no cae en el lado del metal pedante del más cansino progresivo, sino que se muestra vivo y ataca los sentidos porque todo esto lo hace sin salirse de los códigos del trash y el death metal. Por eso, el principal valor de Gojira, la potencia con la que la banda de Bayona muestra en sus directos destaca tanto.


 

 

Ver en concierto a Gojira es una cita obligada para cualquier aficionado al género, y además, el mejor portal de entrada que los neófitos pueden tener. Se trata de una experiencia total donde el sonido envuelve toda la vivencia y te golpea. Y te agita. Y hace que pienses qué me está pasando por encima. El placer que se siente cuando se ve a Gojira en vivo y en directo es una de las mejores experiencias que el dinero puede pagar, y yo que ya los he catado en 3 ocasiones, ya estoy salivando por la cuarta que llegará a final de año. No puedo deciros más que animaros a buscarlos y a sumergirse en su arte y su talento.

En cuanto a sus discos, el recorrido de Gojira me sirve para inmiscuirme en uno de los principales problemas del Heavy Metal hoy en día. Se trata de la batalla abierta en los foros y en las conversaciones, tanto en Internet, como en un bar, o en concierto o en un festival, entre los recién llegados y los heavies de toda la vida, los que me gusta llamar Metalpacos.

La polémica eterna dentro del Heavy Metal es la autencidad en origen, el apropiarse del descubrimiento de la excelencia, desechando y menospreciando lo nuevo. Si esto ha pasado con Iron Maiden, Helloween, Judas Priest, o hasta con Metallica, qué no pasará con bandas nuevas que aparecen y llegan cuando ya somos más talluditos y se supone entedemos más de música. Es difícil no posicionarse. Todos tenemos nuestros gustos y favoritos. Y a todos se nos hacen bola ciertas propuestas por ser demasiado tenues, algunas novedosas o con más bagaje, por limitar demasiado con otros estilos de música (especialmente a mi me cuesta esa difusa línea entre el rap y el metal), carecer de la mínima pericia técnica demandada o ser abiertamente comerciales.

 

Gojira debutaba en 1996 con Terra Incognita que culminaba unos inicios con varios lps y conciertos que ya habían llamado la atención en el país vecino. Su álbum de debut partía de un decidido death metal pero acababa ofreciendo un metal progresivo altamente innovador por esa tendencia extrema que fue recibido por los entendidos con entusiasmo. Se ofrecían nuevas melodías al tiempo que tanto en las letras, como en los colosales temas instrumentales, Gojira invitaba a reflexionar sobre las dimensiones personales y privadas de la mente humana.

Este exitoso inicio se vio refrendado con las siguientes propuestas. The Link en 2003, From Mars to Sirius en 2007 y The Way of All Flesh para 2008. Si bien las tres obras se materializan en escaso tiempo por la presión de la discográfica, la calidad y la originalidad en la propuesta no baja, y son aclamados por crítica y público, por lo que comienzan a girar por toda Europa y Estados Unidos, acompañando a bandas consolidadas como Amon Amarth, Trivium o Machine Head.



La expectación ante un nuevo trabajo en 2011 es máxima y con Sea Shepherd alcanzan el máximo reconocimiento en el mundillo del metal lo que les sirve para entrar de lleno en los festivales.

Pero será con L’Enfant Sauvage en 2012 cuando asalten por talento la cima del Metal. El tema homónimo de presentación es un compendio de lo mejor de Gojira, con las guitarras creando una atmósfera propia a base de riffs plenos de perfección e imaginación, a la que se incorpora una rítmica en estado de gracia, con Duplantier desatado a las baquetas.

 


 

Las siguientes propuestas Magma (2016) y Fortitude (2021) no han tenido la misma aceptación por parte de la crítica, y de unos cuantos metal-pacos, que ya los acusan de repetitivos, “poco” originales o entregados a lo fácil. Aquí resuenan nombres como Airbourne, Dream Theater o hasta con cada nuevo disco de Iron Maiden (menudo sacrilegio). Es curioso porque cuando otras bandas innovan exploran otros entornos y temas, o directamente se abren para conquistar un gran público, que no al metalero en exclusividad, se les acusa de “vendidos”, que han perdido la esencia, o el Norte directamente. Entre estos hay numerosos ejemplos pero los más rotundos son Metallica (crucificados con cada nuevo lanzamiento y en especial la “escasa” pericia de Ulrich), las bandas de gothic metal, especialmente si tienen cantante femenina (Epica, Nightwish, Within Temptation) proclives a que las discográficas mainstream las ofrezcan a públicos más amplios. O Muse, que sin ser una banda de Heavy metal, también es dilapidada por haber experimentado con la música electrónica o la sinfónica.

 

Y sin embargo a mi Fortitude me parece unos de los discos más sólidos y estimulantes de los salidos en la década de los 20 del siglo XXI. Si el primer golpe Born for One Thing es un compendio de lo que Gojira puede ofrecer, el segundo Amazonia, es un alegato ecologista y antropológico que remueve conciencias al tiempo que rinde un homenaje más que sentido a Sepultura.


 

A continuación todo el disco deja momentos sublimes con Another world y su estribillo pegadizo al que ayuda un riff de entrada potente que culmina en una sucesión de solos pletóricos de guitarras y batería. Hold on es una muestra más de la capacidad imaginativa de la banda combinando ritmos, algunos de ellos impropios del heavy, y de como conforman atmósferas auténticas y personales a las que nos trasladan para soliviantarnos o relajarnos a gusto del consumidor.

New Found devuelve más vigor al desarrollo del disco con más velocidad en la composición para mostrar todo el virtuosismo de la banda al más puro estilo progresivo, para al final dejar una atmósfera propia donde se desliza una base melódica confortable y muy identificable con Gojira.

 

Forititude es el siguiente corte que sirve de entrada a la sorprendente y adictiva The Chant que denuncia la situación social e histórica en el Tíbet transportándonos directamente al Himalaya y a la tensión entre países, religiones y comunidades. Un aldabonazo que musicalmente se muestra original y atrevida, y que a continuación es borrada de un plumazo con Sphinx el siguiente corte mucho más vertiginoso y que ahora nos lleva al Gojira más intenso y death. Qué ganas de vivirla en concierto.

Into The Storm es otro pelotazo inconmensurable donde brilla el virtuosismo en la batería de Mario al que se suben sus compañeros para acabar el tema en todo lo alto con dos solos de guitarra pletóricos. 

 

El cierre de álbum corresponde a The Trail que es un viaje a ritmos más calmados y a coger algo de aire en los pulmones para Grind que al igual que al inicio descerraja varios riffs intensos y una batería certera y acelerada idóneo para los headbangers más exigentes.

En esencia un disco tremendo, que me encanta, y que permite identificar a Gojira plenamente porque circula por todos sus registros y todas sus etapas. Fortitude es un disco complejo y denso, pero a la vez es útil y funciona a la perfección para mostrar a la banda y para que se sumerjan en su trabajo, que como decía un poco más arriba, tiene que terminar con verlos en concierto.



jueves, 27 de agosto de 2020

La obra culmen de Mastodon: The Last Baron

 


Caminas por una calle, estás sentado leyendo, estudiando o viendo twitter. Puede que vayas en transporte público o haciendo deporte. Visitando un museo, tomando un café en tu cafetería de cabecera. O simplemente te encuentras ante ella y te asalta, atrae y atrapa. Los acordes se disparan conjugándose en la composición de melodías. Los distintos temas en cada instrumento bailan sobre tus percepciones, doblando el espacio y el tiempo envolviendo tus sentidos. Comienza una letanía en voz llevando la letra con cadencia, ciñiéndose al traje de cada intérprete. Nos hacen partícipes de su talento e inspiración. El pulso se acelera inperceptiblemente. Mientras cada átomo por arte de magia resplandece con cada acorde, cada propuesta. La vuelves a poner cuando termina -pasados más de 12 minutos- y sigues disfrutando percibiendo la entrada de cada instrumento, de cada tema y leiv motiv acústico y estilístico. Las sensaciones en tu cerebro, piel y alma se disparan con cada muestra de talento y pericia en la ejecución mientras se saborea hasta lo pornográfico la calidad compositiva de una obra maestra, culmen, de un hito que celebra y elogia una carrera musical, artística y personal. Y así una y otra vez; y cuando llegas a casa ya sin los cascos, a todo volumen.

Hablo de The Last Baron, la canción cierre del Crack the Skye, cuarto disco de la banda de Atlanta, Mastodon.

Con The Last Baron, los estadounidenses pusieron todo su talento al servicio de una obra magna pensada para el disfrute y la reflexión de sus fans, pero sobretodo para cerrar un disco redondo que versa sobre las experiencias irreales, los viajes astrales, con reminiscencias a la astrofísica, la astronomía y las mitologías tanto hindú, budista como chamanística haciéndola diferenciar de las referencias biblícas tanto de nuevo como de viejo testamento.

En pleno 2000 Mastodon asaltaba el panorama metalero con una destreza musical colosal puesta al servicio de un doom metal que poco a poco iba virando en la exploración a sonidos y temáticas más complejas. Así con los años Mastodon entraba de lleno y por la puerta grande al aula magna del metal progresivo, sentándose en su cátedra y llamando la atención con composiciones plenas de virtuosismo e intención tanto de estilo como de temas.

Crack the Skye culmina una primera etapa de la banda, justo a los 10 años de su creación en el que el sonido y la estética navegan de lo oscuro a un caleidoscopio con claras reminiscencias al hardcore británico de los 70 y 80 sin negarse en ningún momento como hijos de su tiempo, combinando estilos con los sonidos más contemporáneos.

Y The Last Baron es el cierre épico a tal viaje. En ella el cuarteto de Georgia da rienda suelta a su imaginación y nos suben a una nave espacial en la que viajamos sintiendo cada acorde y cada tema, cada nota y cada instrumento, interactuando entre ellos y con nosotros. La experiencia se dota de un in crescendo a la par místico y científico, en el que sentimos la matemática de la composición fundirse con nosotros creando una estructura de una belleza inigualable.

The Last Baron es una epopeya que cierra la progresiva y conceptual obra publicada hace 10 años. Trece minutos de emociones y de música de una banda en estado de gracia, tanto en la creación, composición, armonía y ejecución. La voz de Hinds surfea con maestría sobre el huracán de riffs que su propia guitarra y la de Brian Kelliher cocinan mientras el bajo de Troy Sanders marca ritmo con pericia. Todo ello mientras un revuelo de percusión con un estilo personal fusión del metal y el jazz obra de Brann Dailor ayuda a transportarnos en la dinámica de una canción sublime. Todo subiendo en calor y efervescencia hacia un climax épico en el que la sucesión de solos de los cuatro instrumentistas se combinan para dejarnos en éxtasis. En el descanso del orgasmo. Si esto no es perfecto, poco le falta.

La letra es vital y ayuda a redondear la sensación. En ella bajo la temática de todo el disco viajamos en una nave interestelar acompañados por The Last Baron, una referencia a la mitología mesopotámica pero que en realidad recubre de misticismo toda una obra dedicada a la hermana de Hinds quien se suicidó siendo adolescente y evidentemente marcó y marca la vida de éste genial músico. Los lamentos y la pulsión narrativa de la obra reciben como guinda especial el especial registro de voz de un doliente hermano que muestra una capacidad interpretativa llena de sentido, dramatismo y talento. Cada vez que la escucho se me eriza la piel y acelera y pausa el puslo. Una obra maestra.

Otra importante y evidente pieza de este rocambolesca composición son las horas de estudio, de trabajo y de diversión, en la concepción y creación, no sólo de la canción, sino de todo el disco y el directo que le acompaña. Se nota la camadería y compañerismo de una banda que viaja por el mundo llevando su música sin fisuras personales desde hace ya veinte años. Y los que quedan para gozo de todos los aficionados al género que con Mastodon tenemos una banda de un talento colosal, mastodóntico.

 


 

 

 

martes, 29 de agosto de 2017

Fernando Alonso: Talento, decisiones y las dos Españas

 Alonso en el último GP, el pasado domingo, en Spa Francorchamps

Hay una suerte de prejuicio, dicho popular o consigna frente al “catetismo” que viene a afirmar que para desmitificar ese espacio geográfico llamado España, con todo lo que supone a nivel social y cultural, es conveniente comenzar a viajar por el extranjero. Si se hace además, durante intervalos amplios mejor que mejor. Pues bien, para el tema que me ocupo en esta ocasión, tampoco está de más leer prensa extranjera (que para eso si es útil google translate) o ver y escuchar las retransmisiones deportivas de las carreras que se hacen en otros países.
En un país sin ningún tipo de tradición en el seguimiento de la Fórmula 1 surgió una estrella hace 15 años que iluminó con su presencia todo el panorama deportivo patrio. Un nuevo Quijote, un pionero más en eso de traer otras costumbres, otras prácticas y ampliar los horizontes acostumbrados a ser más bien cortos e introvertidos.
Aparecía un joven asturiano sonriente y con aires de seguridad al que le acompañaban no pocas loas del periodismo especializado por su desbordante talento, su capacidad de aprendizaje y su ambición sin límites. Ingredientes todos ellos que han cocinado una suerte de deportistas que han traído éxitos multi disciplinares a nuestro deporte. La famosa “Edad de oro del Deporte español” de cuyo lado más perverso hablaba ayer.
Era Fernando Alonso y en aquel momento iniciaba una carrera deportiva que atraía la atención de la prensa tanto generalista como deportiva, por lo que ya se vislumbraba el fenómeno social. Aquellos primeros pasos eran pausados y conscientes en quemar etapas en un mundo, la Fórmula 1, donde los contactos eran importantes pero el dinero lo es todo.
Así de la mano de Flavio Briatore, Alonso y su equipo personal junto a su familia asaltaba el status quo de una competición abocada al aburrimiento por la dictadura férrea del Ferrari de Michael Schumacher. Parecía que nadie podía aplacar la tiranía del Kaiser, pero un casi imberbe asturiano montado en un coche prometedor, pero no ganador como era aquel precioso Renault, en tan sólo tres años, era capaz de primero llegar al podio. Luego ganar una carrera. Y luego ya en 2005 ganar su primer título de Campeón del Mundo de Fórmula 1, logro que replicaría al siguiente año.


Pero el cuento de hadas torno en pesadilla. En un doloroso penar por las temporadas, los circuitos y las gorras de los equipos.
Como doble Campeón del Mundo, Alonso llegaba a McClaren en 2007. Todo parecía indicar que asomaba la época tiránica de Alonso, subido a las flechas plateadas que eran el equipo con el coche más dominante en aquel momento. Lo que sucedió después, todos lo sabemos, todos lo recordamos amargamente. McClaren y la FIA, trataban de allanar el camino del compañero de Alonso, un debutante inglés llamado Lewis Hamilton. La relación entre ambos era competitiva y explosiva. El espectáculo era tremendo y la polémica incendiaria porque el inglés dejaba notas de su gran calidad y también fallos propios de su edad, y Alonso se sobreponía a todas las zancadillas con exhibiciones y genialidades memorables como el fantástico Gran Premio de Europa en Nürburgring (para mi la mejor carrera de todos los tiempos), o en Hungría. Los lances de carrera hicieron que la superioridad manifiesta de los McClaren se disipará y los títulos fueran a parar a Ferrari, tras el famoso affaire del caso de espionaje, del que nunca se ha sabido a ciencia cierta el papel que jugó nuestro protagonista.
Aún con todo, acabado el año, Alonso tuvo las puertas para continuar en McClaren en un coche, que insisto era claramente el mejor (de hecho, al año siguiente Hamilton salió Campeón del Mundo). También fue tentado por Red Bull que trabajaba en un proyecto ganador y que años después amargó la estantería de trofeos del asturiano.
Y es que la parrilla, los directores técnicos, ingenieros, los medios especializados y los grandes aficionados coincidían, sin atender a banderas, que no había un piloto como Fernando. Por talento, carisma y aura de leyenda del indomable a imagen y semejanza del gran Senna del que se siempre se ha declarado admirador.
Pero Alonso a la espera del hueco en Ferrari eligió Renault. Un equipo ya en franca retirada, y casi sin competitividad pero que aún así nos dejó, tremendas actuaciones exprimiendo un coche que sería el quinto o sexto de la parrilla y con el que incluso llegó a ganar carreras (Singapur, primer Gran Premio nocturno en la historia con el “affaire” Nelsinho Piquet; y en Japón).
Aquel hueco en Ferrari llegó en 2010 cuando ya era evidente la llegada del Red Bull de Vettel y sobretodo Adrian Newey para construir uno de los coches más brillantes y competitivos de la historia. Que Alonso consiguiera llegar durante dos temporadas a la última carrera con opciones de victoria en el Campeonato del Mundo es un hecho que prueba la competitividad y habilidad del asturiano para sacar todo el jugo a lo que dispone. Mientras los medios británicos, absolutos expertos en automovilismo, destacaban el trabajo de Alonso y los tiffossi italianos disfrutaban con su talento, la relación entre piloto y directiva de los de Maranello se deterioraba, volviéndose insostenible en 2014 cuando las apuestas técnicas en aquel coche se mostraron horrendamente ineficaces, y los errores en estrategia y planificación de carrera habían dilapidado varias carreras, algunas decisivas, para nuestro piloto.
Así, Alonso, se volvía a ver en la tesitura de elegir una vez más un volante para competir, ya con clara intención de estar en la disputa del Mundial de Pilotos. Y que apareciera McClaren con Honda como motorista, rememorando la relación que ambos llevaron junto a Senna para ser dominadores del Mundial hace 25 años era un caramelo demasiado tentador.


Pero aquel caramelo ha sido un amargo veneno que ha matado las expectativas de Alonso, pero sobretodo de un público que se ha cansado o se toma a guasa esas “pretemporadas ilusionantes” o “ese coche tan competitivo en octubre” o “esas mejoras que vienen”. Honda no ha sabido propulsar el buen coche de McClaren y Alonso, no ha podido competir en ninguna carrera con la parte alta pese a dejar exhibiciones de pilotaje que le han hecho merecedor el apelativo del Mejor piloto con el peor coche de la historia. Con un coche que es claramente el peor de toda la parrilla, sin velocidad, y lo peor de todo sin fiabilidad, tras tres años de fallos y pruebas erradas.
Y aquí vuelvo al principio donde digo que leo y escucho alguna retransmisión en inglés, donde los locutores y los comentaristas como Brandle, Eddie Jordan, Coulthard o Hill coinciden en aplaudir el tesón y talento de Alonso que consigue llegar a los puntos cuando acaba la carrera con un coche lamentable que además duele en el corazón británico por todo lo que McClaren representa para ellos.
Pasado el ecuador de la presente temporada el trío amoroso entre McClaren, Honda y Alonso está roto. O bien el proveedor de motores, o bien el piloto, saldrán de la relación. En ambos casos el futuro inmediato no parece halagüeño para el asturiano, puesto que en caso de continuar en Woking se empezará de 0 con un nuevo motor, ya sea Renault o una versión siempre anticuada de Mercedes, que exigirá un replanteamiento del coche. Y saltar otra vez de escudería para llevar otra gorra, se antoja también difícil para conseguir pelear por el Mundial en un plazo corto, ya que los principales equipos están cerrados.
La realidad se torna dura y no sé si Fernando Alonso acabará ganando su tercer mundial algún día y poder retirarse alcanzando a su gran ídolo Ayrton Senna. Desde luego nada me gustaría más. Sería una vuelta a Itaca en la que nuestro Ulises en monoplaza volvería a la senda del éxito, ya remoto, alejado, casi olvidado y cuya trascendencia ya hemos visto esta en entredicho. Un final magnífico para un viaje épico cargado de tragedia, también de comedia y por supuesto de diversión.
Que Fernando Alonso es el mejor piloto, por talento, de la parrilla actual es indiscutible. Que es capaz de exprimir sus coches y sacarles hasta la última gota de rendimiento, nadie lo duda. Uno de los mejores de la historia, sin lugar a dudas. Pero que en ocasiones ha tomado decisiones deportivas que con el paso del tiempo se han demostrado como erróneas, bien por la explosión de otros competidores, bien por boicoteos propios o ajenos, o bien porque desprende un gafe, también parece evidente.
Pero lo más certero de todo es que tras inocular el veneno de la pasión por la Fórmula 1 en España, personaje y persona, son carne del tradicional maniqueísmo patrio. Las dos Españas, vuelven a aparecer como Anti-Alonsistas o Alonsistas, como quien menosprecia y minusvalora el legado e influencia del piloto asturiano, y quienes lo exacerbamos y quizás también disculpamos sin critica algunas de las cosas que le suceden, que además tratamos como afrenta nacional.
Es difícil que este país que con la misma facilidad sube al pedestal a alguien, para luego derribarlo en medio de un tumultuoso apedreamiento podamos sacar una imagen razonada y sosegada de Alonso, que no generé un debate visceral. Parece complicado que muchos aficionados, afincados en una u otra vertiente sentimental con respecto a su trabajo, talento y legado, consideremos a Alonso como lo que es, un excelente piloto de Formula 1, y que nos ha hecho disfrutar, y también cabrearnos, durante un buen número de años. Un mismo disfrute que parece es la última causa de la supervivencia de Alonso en el "Circo de la Fórmula 1".
Si sigue, es para divertirse, pasárselo bien, competir, intentar luchar por ese tercer título mundial... y los aficionados, al deporte, a la Fórmula 1 o a Fernando Alonso, en exclusiva, deberíamos acompañarle, también disfrutando y saboreando lo que van a ser los últimos años en la élite de un piloto que trasciende por talento e incidencia, habiendo otorgado al sentir polideportivo y cultural de este país, una pasión, a veces desmedida, por el automovilismo.

 Épica imagen tras el abandono del año pasado en Brasil

lunes, 26 de junio de 2017

Eurobasket 2017: El deporte femenino que no para de ganar




Afortunadamente se está convirtiendo en una sana y agradable costumbre dedicar unas líneas cada verano a la selección femenina de baloncesto.
Desde hace varios años, podíamos decir 15, los éxitos se suceden gracias a un proyecto que ha ido aunando, con sus altibajos, varias generaciones ganadoras de mujeres deportistas. Su última victoria, ayer, el Eurobasket 2017, que se ha venido celebrando en Praga durante la última semana.
En primer lugar, es necesario acordarse y felicitar a quienes han hecho y hacen posibles estos éxitos. A las jugadoras que ponen pasión por el baloncesto. A las familias, padres y madres que muchas veces gestionan una agenda complicada para hacer que las niñas y jóvenes puedan continuar haciendo deporte. A los monitores deportivos y entrenadores de formación, que comparten esa misma pasión y transmiten los hábitos y conocimientos para que las chicas se desarrollen, como jugadoras, y también como personas. Y lo hacen muchas veces con problemas de impagos y problemas laborales. A los directivos, de clubes importantes o humildes y escuelas municipales que muchas veces con escasez de recursos tratan de que todo funcione y las niñas puedan seguir jugando los sábados y entrenando durante la semana. A los árbitros, imprescindibles, también formadores y educadores, que merecen reconocimiento y respeto. A los funcionarios y las administraciones y federaciones que ponen todo lo necesario: instalaciones, equipamientos, seguros... A los medios que trabajan en el baloncesto femenino tratando de ayudar en su rentabilidad como altavoz de su día a día que ayuden a mejorar las condiciones de todas y todos. Y a los aficionados que vibramos con cada partido, cada éxito, ya sea en un pabellón internacional, o en una modesta cancha de colegio.
Ayer, en Praga, España pasaba por encima de Francia y se proclamaba Campeona de Europa. Un Oro al que han precedido una plata olímpica el año pasado en Rio, un bronce europeo en 2015, una plata mundialista en 2014 y otro Campeonato de Europa en 2013 en Francia y ante las anfitrionas de quienes, al igual que con los chicos, nos hemos convertido en su némesis.
Para lograrlo España desplegó una vez más su baloncesto rápido en transiciones, aguerrido e intenso, y a la vez pleno de virtuosismo. Atacando con intención de hacer daño en todo momento. Incisivo y acertado, creció de la mano de una Alba Torrens (MVP del Torneo) que como siempre demostró un brillante arsenal de recursos para anotar. Poco a poco fueron entrando más jugadoras a aportar, siempre llevando la iniciativa por delante de la defensa gala, dejando sin efecto ni la potencia física ni el recurso a la extrema dureza. España anotaba con fluidez, tanto por dentro como fuera, e incluso cuando Torrens se atascaba o descansaba aparecía Anna Cruz, secundaría de lujo, que ayer desesperó al banquillo rival. Y para rematar, para apuntalar la victoria, llegaron los puntos de Sancho Lyttle. La nacionalizada, una vez más puso toda la implicación posible, y junto a su clase, y a ese físico tan privilegiado apareció en ataque para cerrar el partido y culminar así de redonda, una actuación que sólo por su trabajo defensivo merecía el calificativo de brillante.
Y es que, parafraseando a Lucas Mondelo, "es en la defensa donde nacen las victorias". España volvió a ahogar a su rival en base a un libreto defensivo variado en lo táctico y de trabajo grupal en lo efectista, con Nicholls y Sancho -también Gil- de cierre del aro y apoyo en las ayudas, pero donde también brillan las exteriores muy agresivas a balón, lo que permitió muchos robos, apartado en el que destacó, también Sancho Lyttle, que anuló la incidencia de la "gigante" Ciak, al birlarle varios balones.
De este modo, España, con un juego alegre y de fundamentos en ataque, y tenaz y brillante en defensa, apuntaló la victoria final con ventajas en torno a los 10 puntos al descanso que llegaron al final a la veintena entre la alegría hispana y la absoluta impotencia y resignación de las galas.
Un nuevo éxito a añadir al increíble palmarés de Lucas Mondelo, quien tras el fiasco de no clasificarse para los juegos de Londres 2012, cogió las riendas de la selección con la clara misión de reforzar la idea de equipo en lo deportivo y de hermanamiento en lo personal. Con un baloncesto rico y brillante, y con un cuidado exquisito en las relaciones, España ha completado un ciclo olímpico majestuoso coronado con la plata en Río y ha comenzado de la mejor manera el que terminará en 3 veranos en Tokio. El Eurobasket conseguido ayer es una viga más para reforzar el edificio del baloncesto femenino español, donde Mondelo, como arquitecto principal, tiene la misión de ir engranando distintas generaciones brillantes de jugadoras, "hartas" ya de ganar competiciones internacionales en categorías inferiores y que llegan al profesionalismo en una liga nacional, depauperada y fuera de los circuitos mediáticos habituales, por lo que se hace necesario y justo recuperar su retransmisión en Tv y su redundancia en los medios deportivos.
Anoche fue, en principio, el último partido de Laia Palau, capitana y jugadora con más internacionalidades de nuestro baloncesto, y si algo está claro, es que el relevo está asegurado. Por ejemplo, para el año que viene, con Mundial a celebrar en España (increíblemente, no se conocen aún las sedes; otra de esas cacicadas que José Luis Sáez y sus acólitos de la FIBA también han sabido perpetrar) y donde no cabe ninguna duda de que este equipo nos hará disfrutar y casi con toda seguridad llegará a las rondas finales en lucha por las medallas (mínimo exigible).

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...