Mostrando entradas con la etiqueta humor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta humor. Mostrar todas las entradas

miércoles, 10 de julio de 2024

Un autor y un personaje: Santiago Lorenzo

Captura de pantalla de su entrevista en Pagina2 con motivo de la publicación de su última novela, Tostonazo. (Canal de Youtube de la2)

 

Más que un fenómeno literario, que lo fue y de una manera apabullante, Los asquerosos de Santiago Lorenzo, para mi fue un descubrimiento personal que me hizo crecer y reflexionar, a la par que divertirme, a través de las páginas de una novela generacional, irreverente y descriptivamente certera del estado de las cosas. En particular sobre las que rondan mi cabeza desde hace unos años.

Yo no voy a ser un pedante de pega, que reniega de Los Asquerosos, la califica de la “peor novela de Lorenzo” porque, “¡oh!” resulta que afirma haber descubierto al más castellano de los autores actuales con algunas de sus obras anteriores. A Los millones, Los huerfanitos, Las ganas yo llegué a través de las páginas de Los Asquerosos, y de las recomendaciones más mainstream posible que enmarcaba en Zarzahurdiel, una Arcadia convertida en espacio vital de Manuel, del autor y de todos nosotros. Antes para mi, como para la mayoría, pues estamos hablando de unas novelas cuyas primeras ediciones estuvieron sobre los 4.000 ejemplares vendidos, Santiago Lorenzo no existía. Y apareció y se convirtió en referencia cuando me convertí en uno de esos que atesora una primera edición de Los Asquerosos, a parte de media docena más de adquisiciones para regalar de esos 200.000 libros que ha vendido hasta ahora de esta magnífica novela.

Ni que decir tiene que no puedo más que recomendar todos los trabajos de Santiago Lorenzo. En Los millones, del año 2010, la trama transcurre en torno “uno del G.R.A.P.O. al que le toca la Lotería Primitiva y no puede cobrar el premio porque no tiene DNI”. En Los huerfanitos, de 2012, los protagonistas son unos hermanos que se han quedado tirados por los desfalcos de su padre putativo, y en cómo tienen que ingeniárselas para echar hacia adelante un proyecto escénico que permita aliviar las deudas del progenitor y la caradura de todos los que pululan por el teatro heredado. Con Las ganas, de 2014, Santiago Lorenzo nos habla con su habitual sorna y lucidez de la soledad y la falta de oportunidades de un desgraciado cualquiera para poder catar el sexo complementario. Sobre Los asquerosos ya os hablé. Y en cuanto a su última novela (a parte de un libro de relatos breves), Tostonazo, el autor vuelve sobre su pasado en torno al mundo del cine con las vicisitudes de un joven sin oficio ni beneficio, que le pega al anís y que primero acaba de meritorio en una productora chusca, y después como acompañante de un viejo malencarado de una pequeña capital de provincias.

Antes de su particular exilio al mundo rural y al de la escritura como profesión a tiempo parcial, Santiago Lorenzo presenta una etapa inmerso en el mundo del cine, tanto como productor, guionista (de hecho alguna de sus novelas han sido guiones de cine reconvertidos) y director. Fruto su idilio con las películas es una sólida carrera en cortos y mediometrajes, así como dos obras. La última, una prescindible comedia facilona de la que reniega y le mando directo al mundo de las letras. Y su ópera prima, Mama es boba, una comedia personalísima, del año 1997, en la que el escenario, la Palencia de antes del siglo XXI es un personaje más a través del asfixiante, verdulero y metomentodo ambiente que recrea sobre la familia protagonista. El niño nos hace de narrador dándose cuenta de que todo el clan es víctima de la chanza de sus convecinos, cuando no de su escarnio y acoso público y notorio, verbal e incluso violento (cuidado con como presenta Lorenzo en sociedad el acoso escolar hace ya más de 25 añazos), al calor de las ocurrencias, vagancias y malajes venidos de la capital del reino a hacer eso precisamente: un buen capital y a reinar a costa de los provincianos. Los padres son unos auténticos desgraciados, cuya bondad y simpatía es tomada a guasa, junto a una calamitosa incapacidad social y unas luces más bien cortas, tirando a inexistentes. Por eso al final, la resolución -que os dejo a vuestro descubrimiento- se hace la única y coherente para continuar con sus vidas.

Fruto de esta etapa vital en el mundo del cine Santiago Lorenzo ha heredado su profundo conocimiento sobre el medio, así como su gran pasión en la construcción de escenografías y maquetas, actividad que hace para goce propio, pero en la que había destacado en su pequeña productora cuando trataba de arrancarla. De casa ya venía con un humor muy propio y un ingenio capaz de dotar a sus escritos de mucha frescura y agilidad. Su prosa es directa, en cascada y llena de humor. Y sus personajes resultan muy singulares, con profundos claro-oscuros, donde las miserias y las genialidades se combinan de azarosa forma sobre situaciones cotidianas que se resuelven de forma inesperada, pero no carente de realismo.

Otro aspecto fundamental en la obra de Lorenzo es la creación y desarrollo de los personajes, tanto protagonistas, como secundarios, que se convierten en inolvidables al destilar unas personalidades complejas, a veces contradictorias, y con matices reales que los hace al lector reconocibles y cercanos. Hombres y mujeres con los que empatizar, o a los que directamente detestar.

Con todo ello, parecen subyacer notas autobiográficas del propio autor en personajes, situaciones, causas y consecuencias, que combinadas con la propia originalidad de los planteamientos de Santiago Lorenzo, hacen que se acerque a realidades sociales y políticas de forma sutil, pero sin hacer amigos. Despieza este mundo que nos ha tocado vivir en las crueles, incoherentes y marcianas conductas que provoca, al tiempo que lo despoja de cualquier matiz aleatorio y natural, para presentarlo en su relación clara e inequívoca con el comportamiento del ser humano actual, tan entregado al individualismo y al placer inmediato. De este modo, consigue una crítica a la par certera y divertida de la actualidad contemporánea ofreciendo una mirada lúcida de la realidad que nos invade.

De esta forma, llegamos al punto que define la forma de escribir de Santiago Lorenzo que es esa fina línea que separa lo trágico y lo cómico, lo cruel de lo divertido, el drama de la risa, o en definitiva, lo positivo de lo negativo. Temas universales como el amor, el sexo, la amistad, la soledad, la aceptación, y la búsqueda de la felicidad sirven para hacernos pasar unas horas divertidísimas leyendo, a la vez que podemos reflexionar sobre nuestras propias miserias y existencias.

En general, solo puedo decir que os acerquéis a la obra de Santiago Lorenzo porque os va a hacer mejores personas y os va a hacer divertiros. Un autor diferente, hecho así mismo (manida frase hecha, pero que en este caso es totalmente definitoria), con sus propias contradicciones, miserias y aciertos, y que presenta un relato trascendente, profundo y revelador.


jueves, 6 de julio de 2023

Norwegian reaggeton: La canción del verano total


 

Ya está aquí el verano. Con sus olas de calor. Sus incendios forestales. Con esos días y noches eternos, sin poder descansar bien. Con sus estaciones de transporte y carreteras abarrotadas. Con las terrazas a tope. Con el ruido incesante. Y con sus canciones del verano.

Me dejo muchas cosas en el listado anterior, si, pero voy a lo importante sin más dilación para poder entrar en lo trascendente.

Ya he hablado en esta bitácora de ese reclamo publicitario de baja estofa, oda al consumismo alienado en base a producto prefabricado de fácil paladeo, pero insoportable digestión. La canción del verano es la sintonía que acompaña los calores durante el estío. Melodía machacona que es bombardeada inmisericorde por los medios del capital -en particular y profusión, las radiofórmulas, y su moderna versión, las plataformas de audio-, proponiendo un éxito bailable, con una letra, por lo general deleznable, y que es acompañada por una coreografía sencilla y propia para adoctrinar al populacho. Para completar la escena, todo ello se acompaña por la imagen de los intérpretes, necesariamente, escasitos de ropa. Sobretodo ellas.

Sin embargo, hace unos años, y pese a la ingente inversión en publicidad de diversos métodos y estilos, la canción del verano consiguió a ser un fenómeno de internet, propuesto desde abajo, por el público general y en particular el metalero. Norwegian reaggeton, era la propuesta de acceso gratis y compartida por Nanowar of steel, el grupo italiano de freak metal, y fue un éxito rotundo.

Nanowar of Steel, como digo es una banda italiana de metal surgida en 2003. Su intención siempre ha sido reírse de los convencionalismos más manidos del Heavy Metal, y en particular del power y una de las bandas mas míticas, -y profusamente envueltas en la polémica-, del género: Manowar.

Tomando el nombre de los norteamericanos y cambiando la primera letra para reproducir un llamamiento que en el propio italiano, y en otras lenguas del mediterráneo, se emplea como lenguaje coloquial y chabacano. Posteriormente y dado el aluvión de demandas por parte de los propios Manowar -que desde 2008 los tienen bloqueados y amenazados-, añadieron al nombre of Steel, tomando el recurso que los originales Rhapsody, tuvieron que tomar para sobrevivir a las disputas legales entre los miembros. La tipografía se añadía como un trampantojo hecho en el paint por un inexperto diseñador gráfico y las risas estaban hechas.

Pero no acababa ahí su cachondeo para con la banda liderada por Joey DeMaio, y en su primer disco, Triumph of True Metal of Steel (parodia del disco de Manowar The Triumph of Steel), colocaban en todas las canciones el término true metal en el título, exagerando así la manía de la banda estadounidense de declararse como la única banda de "metal verdadero" del mundo. El cachondeo estaba servido, al tiempo que empezaron a llegar las demandas de fanáticos de Manowar, así como de la propia discográfica y banda americanas.

En su ya prolija discografía y giras han empleado los convencionalismos más notables del Heavy Metal. Sin menospreciar en absoluto una calidad compositiva y destreza musical han generado varios himnos que nos sirven para alimentar la fiesta y reírnos de nosotros mismos. Ejercicio, por otra parte, bien necesario.

Su indumentaria siempre ha bebido de los estándares de los subgéneros a los que han dedicado cada uno de sus discos. Pasando del black metal, al viking, sin olvidar el rapcore, pero sobretodo destacando en el power, del que por otro lado se declaran fans acérrimos y al que homenajean con humor y con cariño, aunque haya quien se lo tome a mal. Así, letras y riffs, iconografía de los discos, poses y actitudes, y sobretodo, las vestimentas, se han empapado de la imagen de los más grandes entre los grandes como puedan ser Rob Halford y Judas, Guns n’Roses y Mötley Crue, las bandas de black metal tipo Dimmu Borgir o Dark Funeral. Y por supuesto, Manowar.

Si está propuesta de reírse de un mismo y pasárselo bien sin mirar a ningún otro lado ya había calado entre los propios heavies y es bien celebrada, cuando se incluyen en festivales y conciertos, Nanowar of Steel, adquirió celebridad cuando hace unos veranos se lanzaron a implantar los ritmos del reaggeton a la música heavy. No deja de tener su guasa limitarse a unas escalas tan básicas y repetitivas con un sonido que enseguida te invita a plantear complejidad, composición e imaginación, pero el propio hecho rompedor, de tomar las estrecheces compositivas de este tipo de música para meterle un filtro de black metal, estaba su éxito.

La letrade Norwegian reaggeton recogía los valores y clichés más conocidos fuera de Escandinavia para meterlos en la coctelera y emplear los mismos recursos industriales de la música actual, generando así una cacofonía hecha para el disfrute y regocijo del personal. La distorsión de las guitarras y la pulsión del doble bombo, suplían a la perfección los sonidos generados por ordenador, y además de demostrar la pericia de los músicos, nos añadía un par de solos muy meritorios. Las estrofas en inglés se alternan con el estribillo, en castellano, pero un castellano exagerado procurando imitar los tonos propios del habla latinoamericana, así como los matices que se sustituyen a la voz cuando se pasan por filtros. Este estribillo:

Corazón vikingo de Santo Domingo

La iglesia quemada, la piña colada

Vamos a bailar con "Det som engang var"

Guerrero cubano, bailarín pagano

Tomando mojito en el sacrificio

Vamos a bailar con Hellhammer y Varg



se va calando en el subconsciente y el ritmo se contagia a las botas de los metaleros que empiezan a disfrutar poniéndose al sol, arriesgándose a unas quemaduras.

No puedo dejar de recordar el genial Bogavante de El Reno Renardo, y particularmente, el momento de catarsis que vivimos en el concierto de Valladolid en 2010. Ambos temas son parte de la idiosincrasia del Heavy y de una crítica, por otra parte, absolutamente básica a la música convencional convertida en producto de consumo masivo.

Nanowar of Steel. aunque también se han sumergido en un recurso básico de su subgénero, las parodias y covers de imitación de los grandes himnos del Metal, por lo general, tienen sus propias canciones empleando un power metal de muchísima calidad junto a unas letras desternillantes. Y todo este caudal musical, artístico y del cachondeo está disponible bajo licencia Creative commons en internet. Su web, su canal de youtube o sus perfiles en aplicaciones para compartir su música y su agenda de conciertos, a parte de su merchandising, que son la fuente de sus ingresos. Abogan por la música libre y que esta sea compartida, como por ejemplo de The Number of the Bitch (parodia de The Number of the Beast de Iron Maiden) o Master of Pizza (Master of Puppets de Metallica).



Nanowar of Steel están de lleno en el corazón del Heavy Metal, como otras bandas del freak metal, para hacernos divertir y para reírnos de nosotros mismos. Y de los demás. Una actitud, de lo más saludable.


miércoles, 1 de abril de 2020

Día 17 de confinamiento. Maratón de series, Futurama



Tras algo de más de dos semanas de confinamiento nos han servido para ver y disfrutar de Futurama, la serie de animación que el año 2000 llegaba a la Fox para presentarnos un futuro en absoluto idealizado o mejor.


En 1999 Matt Groening vendía la idea de Futurama amparado por el éxito incomparable de The Simpsons -que ya en esos años, su duodécima temporada- presentaba claros síntomas de agotamiento. Con Futurama Groening conseguía mantener el listón de diversión y humor mordaz e inteligente de las temporadas previas de la exitosa familia amarilla de Springfield, para además darle mucha mayor complejidad con tramas que iban a atacar los dogmas de la sociedad americana de cambio de milenio bajo el escenario de un año 3000 ultra moderno y deshumanizado. Se notaba el ambiente libre en el que los creadores se movían con la nueva serie y que ha sido la constante durante su vida.
La presentación de la serie es tal y como sigue: Philip J. Fry un repartidor, precario, puteado por todos y sin aspiraciones de ningún tipo, es congelado en el primer minuto del año 2000 en Nueva York despertando la nochevieja de 999 años después. Llega a un mundo confuso, futurista, en la Nueva Nueva York, donde rápidamente comienza a interactuar con humanos, mutantes, extraterrestres y robots. La tecnología lo ha ocupado todo y su arcana mente primero tiene que lidiar con los avances de mil años de ciencia y tecnificación, para después, unirse en su comportamiento con un ser humano más egoísta, más individualista, más egocéntrico, consumista y amoral. Se siente en su salsa y aunque sigue sin ser comprendido y admitido por la nueva sociedad se siente feliz y emocionado.
Cada capítulo funciona como una distopía por la parte en la que se describe y pone a prueba un aspecto o el conjunto de la sociedad. Evidentemente las referencias desde mil años hacia adelante para con la época actual otorgan grandes momentos y reflexiones.
Se ríe y llora de la ineficacia de las administraciones, de su corrupción y su fascismo indisimulado (el acierto de utilizar al personaje de Nixon es tremendo). Se presentan a las deshumanizadas multinacionales, multi-planetarias, explotadoras de las clases trabajadoras -humana o robótica-, expoliando hasta el fin cada recurso natural e inmisericorde con el medio ambiente de éste o aquel planeta si se pone en medio de su cuenta de resultados.
En el año 2000 Futurama ya nos hablaba en clave de crítica y denuncia de la obsolescencia programada, la comida basura, del calentamiento global, de la súper población. Lo hacia con humor. Con verdades puras e incontestables que aparecen gracias a la ironía y cinismo, pero también con una actitud transgresora.
Y en este caso no es recomendable seguir a la pista de la versión original porque si algo queda claro es que los dobladores en español, disfrutaron como enanos haciendo su trabajo, y con ello nos han regalado una versión pletórica, divertida y cachondísima. Personajes como Zoidberg y por supuesto el capitán Zapp Brannigan se guardan en la memoria por la cantidad de frases míticas que colocan durante la serie, haciéndolo con unas voces marcadísimas, plenamente reconocibles y a las que siempre asociaremos. Mi enhorabuena y agradecimiento al equipo de actores de doblaje que trabajaron en Futurama. Y en especial a José Padilla perpetrador de los más reconocibles y divertidos.
Los personajes son parte importante de la serie. Los principales Fry, Leela y Bender, el cínico, egoísta y vago robot (fantástica contradicción) llevan el peso de la serie y muestran sus traumas y convenciones mentales sin matices. Son humanos, si incluso el robot, y fallan o aciertan, esto lo menos, mientras tratan de sobrevivir a las misiones suicidas que les lanza su jefe, el profesor Farnsworth, longevo y lejano sobrino de Fry.
Pero lo fundamental son las tramas. Estas casi siempre se cierran en si mismas en cada capítulo y trufadas de referencias a la ciencia y la física, a la cultura freak y a la critica social nos enseñan los aspectos más cutres y lamentables de nuestra sociedad, dejándonos claro que no será la tecnología lo que nos salve, sino la capacidad de la humanidad para con ética, moral y sentido común construir un mundo mejor.
Siempre se ha dicho que The Simpsons predijeron este o aquel hecho. Pero en Futurama pasa lo mismo, con lo cual, la capacidad de predicción y de visionario de Groenning y los guionistas se torna antológica. Por ejemplo, Zoidberg en un capítulo se come la bandera y lo que sucede después nos recuerda lo que no hace tanto le pasó a un humorista cuando se suena los mocos con la bandera.
Hay filosofía en Futurama a paladas. El debate moral y ético despierto por Fry cuando mejora y cambia como persona gracias a unos parásitos intestinales. O al dilema sobre el veganismo y la moralidad de comer animales. Y qué me decís de la continua disertación de los robots, y en especial Bender, en cuanto a sus sentimientos, ausencia o evolución de ellos. La muerte y la vejez son descritas y trabajadas desde la cada vez más perpetua deshumanización de la sociedad. Las relaciones de pareja son constantemente puestos a prueba en particular en lo referente al futuro y a la creación de la familia con las dificultades que tenemos y en contraposición a los ideales del catolicismo en occidente (y en especial en Estados Unidos).
Ahora, vista la serie de nuevo un montón de años después, me ha gustado encontrar más guiños y referencias muchos de ellos a la subcultura de la conspiración y la dominación del mundo. Los grados de la burocracia de Hermes son idénticos a los de las logias masónicas; las conspiraciones a la ordenación y control mundial de reptilianos y clubes elitistas son sutiles pero no dejan lugar a dudas. Pazuzu, una gárgola propiedad del profesor que toma su nombre (y aspecto) del dios de los demonios del viento de las mitologías asiria, sumeria y arcadia.
Aún con todo, y como es natural, existen episodios más redondos y altibajos en el discurrir de la serie. Hay capitulos tronchantes como el de las Amazonas y el del viaje a Roswell. Y hay capítulos más sentimentales, acariciando el melodrama, como el del perro de Fry, el de su hermano o el de su propia muerte. También hay otros en los que pese a una buena dosis de humor y gags con intención de divertir y enfatizar no acaban de llegar tanto. Todo ello siempre trufado de crítica y sátira de la sociedad actual, la del año 2000 y principios, bajo el telón de un mundo futurista y plagado de razas alienígenas lo que nos descubre que el racismo, la homofobia y el machismo son lacras que se alargarán en el tiempo si no evolucionamos y empatizamos más con el diferente.


Al final, Futurama tuvo una vida relativamente corta. Cuatro temporadas en televisión y 6 años después tres directamente a DVD. Esto permitió a los creadores y desarrolladores crear un final consecuente y redondo, quizás el mejor final para una serie. Con una legión de fans incondicionales del producto, los guionistas crearon las condiciones para terminar con un giro al punto de inicio, jugando con la posteridad en la que ha quedado la obra, siempre a mano de ser recuperada y re-visionada.
Futurama es una serie de culto y hagas lo que vayas a hacer, abordarla por primera vez o recuperarla durante este confinamiento o en otro momento, estoy convencido que la vas a disfrutar y te va a trascender. ¿Y no es eso lo que busca cualquier obra cultural?


martes, 29 de enero de 2019

La mochufa



Lo último de provecho que he hecho ha sido leer, casi mejor dicho, devorar, Los asquerosos, última novela del genial e irrepetible Santiago Lorenzo. Han sido en unas horas, tres o cuatro, que he dedicado con vehemencia, gusto, sarcástica satisfacción y orgásmico deleite a sumergirme en la pequeña Arcadia propuesta por el autor, en la que se refugia Manuel, y que su tío, como fantástico narrador, nos cuenta.
Lean este libro. Es lo único que puedo decir. Fue el mandato en Pagina2 (la imprescindible cita semanal con la lectura en la2) y en las newsletters de mis librerías favoritas (Letras Corsarias, por ejemplo) y no puedo decir más que aciertan. Y de pleno.
Los asquerosos es un libro redondo y acertado. Una lectura imprescindible en los tiempos que corren. Necesaria para descubrirla, pero también para releerla de vez en cuando con garantía de pasar un magnífico rato y como refresco de la lucidez en el análisis descarnado y certero de la sociedad capitalista actual y del estado de las cosas de #Españistan.
La acción circula a través de la narración del tío de Manuel, que nos cuenta la huida a esa España vacía (como la que retrato Sergio del Molino hace no tanto tiempo) de su sobrino Manuel, motivada por un acontecimiento trágico y trascendente. Manuel, como el Walden de Thoreau, marcha al campo, a un pueblo abandonado de nuestra patria indómita, pero no bajo una forma bucólica o idealizada, sino real y dolorosa por cómo se mueren, o se han muerto, muchos de nuestros pueblos (con todo lo que arrastran en su muerte).
Allí Manuel vivirá su vida y de paso y de propina nos redescubre a todos nosotros, empezando por él mismo, el verdadero significado de la palabra austeridad, y de lo que significa la reflexión. Y también la importancia del tiempo, como bien y como derecho humano, por encima de los bienes y las necesidades materiales, poniendo con ello en solfa las convicciones sociales relativas al trabajo, las relaciones o la trascendencia de una vida.
El momento culmen será cuando a Zarahurdiel (localidad ficticia, pero reconocible cuando viajas por esa España de carreteras secundarias) llegué la Mochufa. Es decir, el “cuñadismo” supino, la bobería continúa, los diálogos a gritos, el consumismo más visceral, la barbarie en forma de estupidez urbanita, “chaletera” y dominguera.
Tengo la sensación de que el autor, Santiago Lorenzo inventa una palabra, la Mochufa, por no llamar, o llamarnos mejor dicho, a todos y todas, gilipollas. Y además, llamárnoslo con razón. Porque todos, y no admito distinciones, cometemos los mismos pecados y la misma ausencia de auto crítica, que la Joaqui y su tropa de descerebrados. Incluso caemos en esa perdición cuanto más luchamos por evitarlo.
Ahí radica buena parte de la crítica social y política, que Santiago Lorenzo lanza en Los asquerosos. No hace prisioneros. A través de la narración del tío de Manuel nos trae un retrato crítico, para nada amable y por lo tanto necesario de nuestra sociedad. En un consumismo desaforado. En un capitalismo irracional. En una soberbia infantil. En unas relaciones personales huecas y estereotipadas. En un vivir por y para las “pantallitas”. En un país arrasado por corrupción y fascismo clerical.
Da gusto encontrar a un autor patrio, tan actual y vivaracho, dedicándose a la novela social con tintes de humor, bebiendo de la mejor tradición patria en la materia como pudieran ser los Mihura, Jardiel o Azcona, pero sin sonar a antiguo o pedante. Las profusas descripciones, tanto en los detalles, como en la verborrea adjetivada, de personas, cosas, lugares y situaciones son el vehículo perfecto para sacarnos una sonrisa, una carcajada y sobretodo reflexiones certeras sobre el estado de las cosas y el devenir de una sociedad caótica, irracional, amoral y anti natural.
Santiago Lorenzo firma una obra redonda, tanto en el estilo, como en la trama, y me atrevo a decir la primera novela que tras la estafa llamada crisis, clava el estado de nuestra sociedad y el devenir absurdo e infantiloide por el que nos deslizamos hacía abajo.
Lo dicho. Lean este libro. Lean Los asquerosos.

miércoles, 16 de enero de 2019

Tiempo después, mil años arriba, mil años abajo



Ayer acudí al cine -que pereza me da tener que hacerlo acudiendo a un siempre detestable centro comercial- para ver Tiempo después, la última película del genio del absurdo José Luis Cuerda.
Vista la cinta a uno no le extraña los tremendos problemas que Cuerda ha tenido para hacerla. Desde finales de los 90 el veterano director ha querido filmar tal obra, encontrando la oposición frontal de las productoras del estado español. Resignado publicó a finales de 2005, como novela el guión de la película, gracias a la editorial independiente Pepitas de Calabaza. Años más tarde, un grupo de cómicos y humoristas como los chanantes, el Terrat de Buenafuente y sobretodo Arturo Valls trabajaron codo con codo para llevar adelante el proyecto, formando parte de él, no sólo como interpretes, sino también como productores y consiguiendo con gran esfuerzo sumar a un gran reparto de actores y actrices de la primera plana. Al final con todos estos ingredientes los grandes agentes de la industria o arte del cine español se sumaron a la película, imagino que deseando las ganancias económicas que tal plantel pueden reunir.
Decía hace unas líneas lo de los problemas visto el tono y el tema que Cuerda trata. La película es una crítica feroz y absoluta la modelo de sociedad actual, y lejos de seguir el juego metafórico de sus anteriores obras como Amanece que no es poco o Así en el cielo como en la tierra, se presenta de forma áspera y directa. No deja ningún estamento libre de juicio y usando el ingenio, el costumbrismo y el humor muestra las verdades y contradicciones del sistema y sus actores.
Funcionando como una distopía, Tiempo después, pasa por el filtro a la monarquía, a la autoridad en forma tanto política como policial, a la juventud a la que después dedicaré un párrafo más amplio, a las clases empobrecidas, y a toda la izquierda a la que desnuda en su falta de criterio y en su pérdida de foco con respecto a las necesidades de la clase trabajadora.
Pero sobretodo este sistema ultra liberal es puesto en solfa, con la misma presentación de la película, con unos pocos, elegidos, viviendo con todas las comodidades en un edificio-castillo frente a las hordas antes precarias, ahora paradas, malviviendo en poblados y luciendo sus andrajos que le son propios. Las propias contradicciones del capitalismo, del consumismo y la hiper-competitividad que nos impone como sociedad discurren de forma natural en las interacciones de personajes costumbristas estereotipados como pueda ser la Jefa de gabinete, un cura fascista -qué grande eres Antonio de la Torre-, la relación entre los dos barberos, el pastor y las pijas que toman el sol, o la relación jerárquica y homosexual de la pareja de guardias civiles con un Miguel Rellán, como siempre en su salsa como fetiche de Cuerda.
Todo ello a través de frases demoledoras y diálogos que se convertirán en iconos y símbolos de la insoportable necedad del hombre y la mujer del siglo XXI. El sarcasmo y la mala leche resbalan por todo el metraje atacando con acierto a todos los poderes, haciéndolo sin una posición ideológica previa, sino con la razón de la experimentación probada por el estado de las cosas. El tipo de humor, personajes y situaciones que le gustan a Cuerda y que componen su ideario de cine y de película que quería hacer.
En cuanto a la juventud probablemente sea el estamento al que más se tira al suelo -con razón- por su desidia, por su nihilismo impostado y por su actitud siempre contestataria. De las discusiones filosóficas entre el existencialismo hegeliano y el raciovitalismo ortegano se pasa a una continúa huida del conflicto y de un posicionamiento por postureo sin convicción ni análisis. En Tiempo después los jóvenes se muestran como dolorosamente estamos viendo en muchas de las luchas que empezamos para tratar de cambiar la situación, y se entiende con razón, que se llega a donde se llega por la falta de fuerza y empaque político de unas juventudes acomodadas, y lo que es peor, sin perspectivas. Afortunadamente hay personas que no cumplen este patrón, que todo hay que decirlo para evitar ofendiditos. A todo esto, gran actor en ciernes, Miguel Herrán.
Dentro de 25 años, al igual que ha pasado con Amanece que no es poco (y próximamente con Así en el cielo como en la tierra), Tiempo después se convertirá en una película de culto. Le crecerán los fans de debajo de las encinas, se harán quedadas, excursiones, grupos en facebook y quien no se declaré “Amanecista” o como diablos quieran llamarlo será bloqueado en twitter y considerado cuasi un paria social. Sin embargo, hoy tenemos criticas más o menos interesantes a considerar, lamentando la pérdida de frescura del autor con respecto a sus anteriores obras, que no tiene ni (puta) gracia, que no se entiende o que se queda a medio camino, como si supieran a dónde quería llegar José Luis Cuerda.
Pues oiga la película, ya ahora, es una película de culto. Una obra de contracultura pura, que viene a decirnos lo que no oímos en ningún otro sitio, porque no nos lo cuentan y por eso ha costado tanto sacarla adelante. Y nos pone a todos en nuestro sitio. Ambientada en 9177, mil años arriba, mil años abajo, que tampoco queremos pillarnos los dedos, Tiempo después es una película tan actual como imprescindible. Tiene humor e ironía en un mensaje que no podemos obviar.
Acostumbrados como estamos a un cine español basado en clichés y frases y chascarrillos manoseados hasta lo indigno, que nos presenten una película como Tiempo después, basada en el humor del absurdo y tan ajustada en su tiempo como crítica de la sociedad actual es una buenísima noticia que no debemos dejar de escapar.
No vayan a verla pensando en ver un remake de su idealizada Amanece, sino acuda con ganas de pasar un buen rato mientras le hacen pensar que la situación es más grave de lo que parece. La película que José Luis Cuerda quería hacer. Lo que no es poco.



En la misma línea y ya para terminar quiero dejar colgado un video de Bob Pop en el que viene a contar a través de una experiencia personal y con un tono muy amanecista lo que pasa en éste mundo:


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...