miércoles, 1 de abril de 2020

Día 17 de confinamiento. Maratón de series, Futurama



Tras algo de más de dos semanas de confinamiento nos han servido para ver y disfrutar de Futurama, la serie de animación que el año 2000 llegaba a la Fox para presentarnos un futuro en absoluto idealizado o mejor.


En 1999 Matt Groening vendía la idea de Futurama amparado por el éxito incomparable de The Simpsons -que ya en esos años, su duodécima temporada- presentaba claros síntomas de agotamiento. Con Futurama Groening conseguía mantener el listón de diversión y humor mordaz e inteligente de las temporadas previas de la exitosa familia amarilla de Springfield, para además darle mucha mayor complejidad con tramas que iban a atacar los dogmas de la sociedad americana de cambio de milenio bajo el escenario de un año 3000 ultra moderno y deshumanizado. Se notaba el ambiente libre en el que los creadores se movían con la nueva serie y que ha sido la constante durante su vida.
La presentación de la serie es tal y como sigue: Philip J. Fry un repartidor, precario, puteado por todos y sin aspiraciones de ningún tipo, es congelado en el primer minuto del año 2000 en Nueva York despertando la nochevieja de 999 años después. Llega a un mundo confuso, futurista, en la Nueva Nueva York, donde rápidamente comienza a interactuar con humanos, mutantes, extraterrestres y robots. La tecnología lo ha ocupado todo y su arcana mente primero tiene que lidiar con los avances de mil años de ciencia y tecnificación, para después, unirse en su comportamiento con un ser humano más egoísta, más individualista, más egocéntrico, consumista y amoral. Se siente en su salsa y aunque sigue sin ser comprendido y admitido por la nueva sociedad se siente feliz y emocionado.
Cada capítulo funciona como una distopía por la parte en la que se describe y pone a prueba un aspecto o el conjunto de la sociedad. Evidentemente las referencias desde mil años hacia adelante para con la época actual otorgan grandes momentos y reflexiones.
Se ríe y llora de la ineficacia de las administraciones, de su corrupción y su fascismo indisimulado (el acierto de utilizar al personaje de Nixon es tremendo). Se presentan a las deshumanizadas multinacionales, multi-planetarias, explotadoras de las clases trabajadoras -humana o robótica-, expoliando hasta el fin cada recurso natural e inmisericorde con el medio ambiente de éste o aquel planeta si se pone en medio de su cuenta de resultados.
En el año 2000 Futurama ya nos hablaba en clave de crítica y denuncia de la obsolescencia programada, la comida basura, del calentamiento global, de la súper población. Lo hacia con humor. Con verdades puras e incontestables que aparecen gracias a la ironía y cinismo, pero también con una actitud transgresora.
Y en este caso no es recomendable seguir a la pista de la versión original porque si algo queda claro es que los dobladores en español, disfrutaron como enanos haciendo su trabajo, y con ello nos han regalado una versión pletórica, divertida y cachondísima. Personajes como Zoidberg y por supuesto el capitán Zapp Brannigan se guardan en la memoria por la cantidad de frases míticas que colocan durante la serie, haciéndolo con unas voces marcadísimas, plenamente reconocibles y a las que siempre asociaremos. Mi enhorabuena y agradecimiento al equipo de actores de doblaje que trabajaron en Futurama. Y en especial a José Padilla perpetrador de los más reconocibles y divertidos.
Los personajes son parte importante de la serie. Los principales Fry, Leela y Bender, el cínico, egoísta y vago robot (fantástica contradicción) llevan el peso de la serie y muestran sus traumas y convenciones mentales sin matices. Son humanos, si incluso el robot, y fallan o aciertan, esto lo menos, mientras tratan de sobrevivir a las misiones suicidas que les lanza su jefe, el profesor Farnsworth, longevo y lejano sobrino de Fry.
Pero lo fundamental son las tramas. Estas casi siempre se cierran en si mismas en cada capítulo y trufadas de referencias a la ciencia y la física, a la cultura freak y a la critica social nos enseñan los aspectos más cutres y lamentables de nuestra sociedad, dejándonos claro que no será la tecnología lo que nos salve, sino la capacidad de la humanidad para con ética, moral y sentido común construir un mundo mejor.
Siempre se ha dicho que The Simpsons predijeron este o aquel hecho. Pero en Futurama pasa lo mismo, con lo cual, la capacidad de predicción y de visionario de Groenning y los guionistas se torna antológica. Por ejemplo, Zoidberg en un capítulo se come la bandera y lo que sucede después nos recuerda lo que no hace tanto le pasó a un humorista cuando se suena los mocos con la bandera.
Hay filosofía en Futurama a paladas. El debate moral y ético despierto por Fry cuando mejora y cambia como persona gracias a unos parásitos intestinales. O al dilema sobre el veganismo y la moralidad de comer animales. Y qué me decís de la continua disertación de los robots, y en especial Bender, en cuanto a sus sentimientos, ausencia o evolución de ellos. La muerte y la vejez son descritas y trabajadas desde la cada vez más perpetua deshumanización de la sociedad. Las relaciones de pareja son constantemente puestos a prueba en particular en lo referente al futuro y a la creación de la familia con las dificultades que tenemos y en contraposición a los ideales del catolicismo en occidente (y en especial en Estados Unidos).
Ahora, vista la serie de nuevo un montón de años después, me ha gustado encontrar más guiños y referencias muchos de ellos a la subcultura de la conspiración y la dominación del mundo. Los grados de la burocracia de Hermes son idénticos a los de las logias masónicas; las conspiraciones a la ordenación y control mundial de reptilianos y clubes elitistas son sutiles pero no dejan lugar a dudas. Pazuzu, una gárgola propiedad del profesor que toma su nombre (y aspecto) del dios de los demonios del viento de las mitologías asiria, sumeria y arcadia.
Aún con todo, y como es natural, existen episodios más redondos y altibajos en el discurrir de la serie. Hay capitulos tronchantes como el de las Amazonas y el del viaje a Roswell. Y hay capítulos más sentimentales, acariciando el melodrama, como el del perro de Fry, el de su hermano o el de su propia muerte. También hay otros en los que pese a una buena dosis de humor y gags con intención de divertir y enfatizar no acaban de llegar tanto. Todo ello siempre trufado de crítica y sátira de la sociedad actual, la del año 2000 y principios, bajo el telón de un mundo futurista y plagado de razas alienígenas lo que nos descubre que el racismo, la homofobia y el machismo son lacras que se alargarán en el tiempo si no evolucionamos y empatizamos más con el diferente.


Al final, Futurama tuvo una vida relativamente corta. Cuatro temporadas en televisión y 6 años después tres directamente a DVD. Esto permitió a los creadores y desarrolladores crear un final consecuente y redondo, quizás el mejor final para una serie. Con una legión de fans incondicionales del producto, los guionistas crearon las condiciones para terminar con un giro al punto de inicio, jugando con la posteridad en la que ha quedado la obra, siempre a mano de ser recuperada y re-visionada.
Futurama es una serie de culto y hagas lo que vayas a hacer, abordarla por primera vez o recuperarla durante este confinamiento o en otro momento, estoy convencido que la vas a disfrutar y te va a trascender. ¿Y no es eso lo que busca cualquier obra cultural?


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