miércoles, 16 de enero de 2019

Tiempo después, mil años arriba, mil años abajo



Ayer acudí al cine -que pereza me da tener que hacerlo acudiendo a un siempre detestable centro comercial- para ver Tiempo después, la última película del genio del absurdo José Luis Cuerda.
Vista la cinta a uno no le extraña los tremendos problemas que Cuerda ha tenido para hacerla. Desde finales de los 90 el veterano director ha querido filmar tal obra, encontrando la oposición frontal de las productoras del estado español. Resignado publicó a finales de 2005, como novela el guión de la película, gracias a la editorial independiente Pepitas de Calabaza. Años más tarde, un grupo de cómicos y humoristas como los chanantes, el Terrat de Buenafuente y sobretodo Arturo Valls trabajaron codo con codo para llevar adelante el proyecto, formando parte de él, no sólo como interpretes, sino también como productores y consiguiendo con gran esfuerzo sumar a un gran reparto de actores y actrices de la primera plana. Al final con todos estos ingredientes los grandes agentes de la industria o arte del cine español se sumaron a la película, imagino que deseando las ganancias económicas que tal plantel pueden reunir.
Decía hace unas líneas lo de los problemas visto el tono y el tema que Cuerda trata. La película es una crítica feroz y absoluta la modelo de sociedad actual, y lejos de seguir el juego metafórico de sus anteriores obras como Amanece que no es poco o Así en el cielo como en la tierra, se presenta de forma áspera y directa. No deja ningún estamento libre de juicio y usando el ingenio, el costumbrismo y el humor muestra las verdades y contradicciones del sistema y sus actores.
Funcionando como una distopía, Tiempo después, pasa por el filtro a la monarquía, a la autoridad en forma tanto política como policial, a la juventud a la que después dedicaré un párrafo más amplio, a las clases empobrecidas, y a toda la izquierda a la que desnuda en su falta de criterio y en su pérdida de foco con respecto a las necesidades de la clase trabajadora.
Pero sobretodo este sistema ultra liberal es puesto en solfa, con la misma presentación de la película, con unos pocos, elegidos, viviendo con todas las comodidades en un edificio-castillo frente a las hordas antes precarias, ahora paradas, malviviendo en poblados y luciendo sus andrajos que le son propios. Las propias contradicciones del capitalismo, del consumismo y la hiper-competitividad que nos impone como sociedad discurren de forma natural en las interacciones de personajes costumbristas estereotipados como pueda ser la Jefa de gabinete, un cura fascista -qué grande eres Antonio de la Torre-, la relación entre los dos barberos, el pastor y las pijas que toman el sol, o la relación jerárquica y homosexual de la pareja de guardias civiles con un Miguel Rellán, como siempre en su salsa como fetiche de Cuerda.
Todo ello a través de frases demoledoras y diálogos que se convertirán en iconos y símbolos de la insoportable necedad del hombre y la mujer del siglo XXI. El sarcasmo y la mala leche resbalan por todo el metraje atacando con acierto a todos los poderes, haciéndolo sin una posición ideológica previa, sino con la razón de la experimentación probada por el estado de las cosas. El tipo de humor, personajes y situaciones que le gustan a Cuerda y que componen su ideario de cine y de película que quería hacer.
En cuanto a la juventud probablemente sea el estamento al que más se tira al suelo -con razón- por su desidia, por su nihilismo impostado y por su actitud siempre contestataria. De las discusiones filosóficas entre el existencialismo hegeliano y el raciovitalismo ortegano se pasa a una continúa huida del conflicto y de un posicionamiento por postureo sin convicción ni análisis. En Tiempo después los jóvenes se muestran como dolorosamente estamos viendo en muchas de las luchas que empezamos para tratar de cambiar la situación, y se entiende con razón, que se llega a donde se llega por la falta de fuerza y empaque político de unas juventudes acomodadas, y lo que es peor, sin perspectivas. Afortunadamente hay personas que no cumplen este patrón, que todo hay que decirlo para evitar ofendiditos. A todo esto, gran actor en ciernes, Miguel Herrán.
Dentro de 25 años, al igual que ha pasado con Amanece que no es poco (y próximamente con Así en el cielo como en la tierra), Tiempo después se convertirá en una película de culto. Le crecerán los fans de debajo de las encinas, se harán quedadas, excursiones, grupos en facebook y quien no se declaré “Amanecista” o como diablos quieran llamarlo será bloqueado en twitter y considerado cuasi un paria social. Sin embargo, hoy tenemos criticas más o menos interesantes a considerar, lamentando la pérdida de frescura del autor con respecto a sus anteriores obras, que no tiene ni (puta) gracia, que no se entiende o que se queda a medio camino, como si supieran a dónde quería llegar José Luis Cuerda.
Pues oiga la película, ya ahora, es una película de culto. Una obra de contracultura pura, que viene a decirnos lo que no oímos en ningún otro sitio, porque no nos lo cuentan y por eso ha costado tanto sacarla adelante. Y nos pone a todos en nuestro sitio. Ambientada en 9177, mil años arriba, mil años abajo, que tampoco queremos pillarnos los dedos, Tiempo después es una película tan actual como imprescindible. Tiene humor e ironía en un mensaje que no podemos obviar.
Acostumbrados como estamos a un cine español basado en clichés y frases y chascarrillos manoseados hasta lo indigno, que nos presenten una película como Tiempo después, basada en el humor del absurdo y tan ajustada en su tiempo como crítica de la sociedad actual es una buenísima noticia que no debemos dejar de escapar.
No vayan a verla pensando en ver un remake de su idealizada Amanece, sino acuda con ganas de pasar un buen rato mientras le hacen pensar que la situación es más grave de lo que parece. La película que José Luis Cuerda quería hacer. Lo que no es poco.



En la misma línea y ya para terminar quiero dejar colgado un video de Bob Pop en el que viene a contar a través de una experiencia personal y con un tono muy amanecista lo que pasa en éste mundo:


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