sábado, 26 de enero de 2019

Glass



Lo ha vuelto a hacer. Una vez más me voy a mi casa, o me levanto de la butaca, excitado, sorprendido, alucinado tras ver una película de M. Night Shyamalan. El director de origen hindú no defrauda en el que quizás sea el culmen de su carrera, y continúa y pone el listón más alto, como principal exponente del cine de suspense en la actualidad. El más digno y ferviente seguidor del gran Alfred Hitchcock. Y lo hace poniendo colofón a la trilogía de superhéroes más estimulante del cine actual.
La trilogía en sí se presentó como un giro de guión, del maestro de los giros de guión. Quizás el giro más osado y a la vez más estimulante, no sólo de su filmografía sino quizás de la historia del cine. No había noticia alguna de esta trilogía hasta el final de los títulos de crédito de la segunda de las partes, Split (en español, Múltiple), y que enlazaba por sorpresa, con la primera parte El Protegido, estrenada 19 años antes.
En Glass, Shyamalan pone al servicio de la historia y de la reacción que busca en los espectadores -sean fans irreductibles o acérrimos haters- su majestuosa pericia para la dirección, tanto técnica, como artística. Los planos proyectan la historia a través de un caleidoscopio por el que identificar a personajes. La cámara funciona como un recurso narrativo más, sucediéndose escenas de cámara al hombro, planos picados, de shooter en un videojuego tras la cabeza de uno de los protagonistas, el juego de las cámaras de seguridad,… Y el montaje destila la narración con el aderezo de la música justificada para crear sensaciones y expectativas en quienes ven la película pero también, en quien la está haciendo.
Pero es con el trabajo actoral donde destaca Glass, y ahí, brilla, tanto o más que en Split, un James McAvoy entregado a la causa. Se nota que el actor escocés ha disfrutado muchísimo metido en el personaje de Kevin y en las personalidades de este enfermo mental con trastorno de identidad disociativo (personalidad múltiple).
En un salto hacia adelante en cuanto a su interpretación en Split, Shyamalan plantea en Glass, escenas en las que se suceden las personalidades de Kevin de forma continuada, sin giro de cámara, ni fin de plano (y en ocasiones, cogiendo el foco, hasta 5 personalidades distintas) y McAvoy acepta el reto con una facilidad pasmosa. Sin caer en la caricatura, con simples movimientos de la cabeza, las manos, los ojos, la boca o el modular de la voz se pasa de una personalidad a otra, y nosotros como espectadores nos quedamos tan maravillados como a la vez hipnotizados. Lejos de la publicidad de los premios a los que películas como esta parecen ausentes -sin contar, que Shyamalan parece un proscrito para las academias-, se recordará durante mucho tiempo la interpretación que James McAvoy hace de Kevin Wendell Crumb, como una de las más grandes de la historia, para un personaje de culto, de una película -una trilogía- de culto.
Vuelven Bruce Willis en su papel de David Dunn de El Protegido, así como su hijo, interpretado por Spencer Treat Clark, que no se ha prodigado mucho los últimos 15 años. Lo hace con un papel desplazado de la acción dramática frente al impulso que toma Samuel L. Jackson como deus ex-machina de toda la historia, pero además, y sobretodo, como autor intelectual, como el cerebro detrás de la maldad.
Don Cristal (don Glass) asume todo el protagonismo mediada la película, pero no lo hace sólo. El personaje interpretado por Sarah Paulson como la doctora Ellie Staple que trata de desenmascarar los delirios de grandeza del trío protagonista gana peso, funcionando como desencadenante de las diversas sensaciones que tienen cada uno de los tres protagonistas y de las consecuentes reacciones que llevan a cabo.
Cuando hoy en día te sientas a ver una película en el cine y recibes tres y hasta cuatro trailers de películas hollywoodienses, exprimiendo los cómic, y los superhéroes (y superheroínas) da gusto ver una película que empleando el mismo tema evita los efectos especiales por ordenador para que nos fijemos principalmente en la historia.
Y así, poniendo a héroes de inteligencia, maldad, bondad o capacidades físicas extraordinarias en el mundo real, tangible y perfectamente identificable, podemos disfrutar de un mensaje evocador y a la vez provocador. Shyamalan construye finalmente su trilogía, la obra maestra de su carrera, para recordarnos que nosotros, como individuos podemos hacer más, mucho más, de lo que nuestra rutina y ritmo de vida nos impone. Y hasta aquí puedo leer.
No puedo deciros más, para animaros a que vayáis a verla y que os sorprenda, emocione y estimule como a mi ha hecho. Ver Glass. Disfrutar de la trilogía de superhéroes más brillante y mejor hecha. Sin duda alguna Glass, Split y El Protegido, las mejores películas de superhéroes jamás hechas.



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