Lo
ha vuelto a hacer. Una
vez más me voy a mi casa, o me levanto de la
butaca,
excitado, sorprendido, alucinado tras ver una
película de M. Night Shyamalan.
El director de origen hindú no defrauda en el que quizás sea el
culmen de su carrera, y continúa y pone el listón más alto, como
principal exponente del cine
de suspense
en la actualidad. El más digno y ferviente seguidor del gran Alfred
Hitchcock. Y lo hace poniendo colofón a la trilogía de superhéroes
más estimulante del cine actual.
La
trilogía
en sí se presentó como un giro de guión, del maestro
de los giros de guión.
Quizás el giro más osado y a la vez más estimulante, no sólo de
su filmografía sino quizás de la historia del cine. No había
noticia alguna de esta trilogía hasta el final de los títulos de
crédito de la segunda de las partes, Split (en español, Múltiple),
y que
enlazaba
por sorpresa,
con la primera parte El
Protegido,
estrenada 19 años antes.
En
Glass,
Shyamalan pone al servicio de la historia y de la reacción que busca
en los espectadores -sean fans
irreductibles o acérrimos haters-
su majestuosa pericia para la dirección, tanto técnica, como
artística. Los planos proyectan la historia a través de un
caleidoscopio por el que identificar a personajes. La cámara
funciona como un recurso narrativo más, sucediéndose escenas de
cámara al hombro, planos picados, de shooter
en
un videojuego tras
la cabeza de uno de los protagonistas, el juego de las cámaras de
seguridad,… Y el montaje destila la narración con el aderezo de la
música justificada para crear sensaciones y expectativas en quienes
ven la película pero también, en quien la está haciendo.
Pero
es
con el trabajo actoral donde destaca
Glass,
y ahí, brilla,
tanto o más que en Split,
un James
McAvoy
entregado a la causa. Se nota que el actor escocés ha disfrutado
muchísimo metido en el personaje de Kevin y
en las personalidades de este enfermo mental con trastorno
de identidad disociativo (personalidad múltiple).
En
un salto hacia adelante en cuanto a su interpretación en Split,
Shyamalan
plantea en Glass,
escenas en las que se suceden las personalidades de Kevin de forma
continuada, sin giro de cámara, ni
fin de plano
(y en ocasiones, cogiendo
el foco,
hasta 5 personalidades distintas) y McAvoy acepta el reto con una
facilidad pasmosa. Sin caer en la caricatura, con simples movimientos
de la cabeza, las manos, los ojos, la boca o el modular de la voz se
pasa de una personalidad a otra, y nosotros como espectadores nos
quedamos tan maravillados como a la vez hipnotizados. Lejos de la
publicidad de los premios a los que películas como esta parecen
ausentes -sin contar, que Shyamalan parece un proscrito
para las academias-, se recordará durante mucho tiempo la
interpretación que James
McAvoy hace de Kevin Wendell Crumb,
como una de las más grandes de la historia, para un personaje
de culto,
de una
película -una trilogía- de culto.
Vuelven
Bruce Willis en su papel de David Dunn de El Protegido, así como su
hijo, interpretado por Spencer Treat Clark, que no se ha prodigado
mucho los últimos 15 años. Lo hace con un papel desplazado de la
acción dramática frente al impulso que toma Samuel L. Jackson como
deus
ex-machina
de toda la historia, pero
además, y sobretodo, como autor
intelectual,
como el cerebro detrás de la maldad.
Don
Cristal
(don
Glass)
asume todo el protagonismo mediada la película, pero no lo hace
sólo. El personaje interpretado por Sarah Paulson como la doctora
Ellie Staple que trata de desenmascarar los delirios de grandeza del
trío protagonista gana
peso, funcionando como desencadenante de las diversas sensaciones que
tienen cada uno de los tres protagonistas y
de las consecuentes reacciones que llevan a cabo.
Cuando
hoy
en día te sientas a ver una película en el cine y recibes tres y
hasta cuatro trailers
de películas hollywoodienses, exprimiendo
los cómic,
y los superhéroes (y superheroínas) da gusto ver una película que
empleando el mismo tema evita los efectos especiales por ordenador
para que nos fijemos principalmente en la historia.
Y
así, poniendo a héroes de inteligencia, maldad, bondad o
capacidades físicas extraordinarias en el mundo real, tangible
y perfectamente identificable,
podemos disfrutar de un mensaje evocador y a la vez provocador.
Shyamalan
construye finalmente su trilogía, la obra
maestra
de su carrera,
para recordarnos que nosotros, como individuos podemos hacer más,
mucho más, de lo que nuestra rutina y ritmo de vida nos impone. Y
hasta aquí puedo leer.
No
puedo deciros más, para animaros a que vayáis a verla y que os
sorprenda, emocione y estimule como a mi ha hecho. Ver
Glass.
Disfrutar de la trilogía de superhéroes más brillante y mejor
hecha. Sin duda alguna Glass, Split y El Protegido, las mejores películas de superhéroes jamás hechas.
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