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jueves, 27 de agosto de 2020

La obra culmen de Mastodon: The Last Baron

 


Caminas por una calle, estás sentado leyendo, estudiando o viendo twitter. Puede que vayas en transporte público o haciendo deporte. Visitando un museo, tomando un café en tu cafetería de cabecera. O simplemente te encuentras ante ella y te asalta, atrae y atrapa. Los acordes se disparan conjugándose en la composición de melodías. Los distintos temas en cada instrumento bailan sobre tus percepciones, doblando el espacio y el tiempo envolviendo tus sentidos. Comienza una letanía en voz llevando la letra con cadencia, ciñiéndose al traje de cada intérprete. Nos hacen partícipes de su talento e inspiración. El pulso se acelera inperceptiblemente. Mientras cada átomo por arte de magia resplandece con cada acorde, cada propuesta. La vuelves a poner cuando termina -pasados más de 12 minutos- y sigues disfrutando percibiendo la entrada de cada instrumento, de cada tema y leiv motiv acústico y estilístico. Las sensaciones en tu cerebro, piel y alma se disparan con cada muestra de talento y pericia en la ejecución mientras se saborea hasta lo pornográfico la calidad compositiva de una obra maestra, culmen, de un hito que celebra y elogia una carrera musical, artística y personal. Y así una y otra vez; y cuando llegas a casa ya sin los cascos, a todo volumen.

Hablo de The Last Baron, la canción cierre del Crack the Skye, cuarto disco de la banda de Atlanta, Mastodon.

Con The Last Baron, los estadounidenses pusieron todo su talento al servicio de una obra magna pensada para el disfrute y la reflexión de sus fans, pero sobretodo para cerrar un disco redondo que versa sobre las experiencias irreales, los viajes astrales, con reminiscencias a la astrofísica, la astronomía y las mitologías tanto hindú, budista como chamanística haciéndola diferenciar de las referencias biblícas tanto de nuevo como de viejo testamento.

En pleno 2000 Mastodon asaltaba el panorama metalero con una destreza musical colosal puesta al servicio de un doom metal que poco a poco iba virando en la exploración a sonidos y temáticas más complejas. Así con los años Mastodon entraba de lleno y por la puerta grande al aula magna del metal progresivo, sentándose en su cátedra y llamando la atención con composiciones plenas de virtuosismo e intención tanto de estilo como de temas.

Crack the Skye culmina una primera etapa de la banda, justo a los 10 años de su creación en el que el sonido y la estética navegan de lo oscuro a un caleidoscopio con claras reminiscencias al hardcore británico de los 70 y 80 sin negarse en ningún momento como hijos de su tiempo, combinando estilos con los sonidos más contemporáneos.

Y The Last Baron es el cierre épico a tal viaje. En ella el cuarteto de Georgia da rienda suelta a su imaginación y nos suben a una nave espacial en la que viajamos sintiendo cada acorde y cada tema, cada nota y cada instrumento, interactuando entre ellos y con nosotros. La experiencia se dota de un in crescendo a la par místico y científico, en el que sentimos la matemática de la composición fundirse con nosotros creando una estructura de una belleza inigualable.

The Last Baron es una epopeya que cierra la progresiva y conceptual obra publicada hace 10 años. Trece minutos de emociones y de música de una banda en estado de gracia, tanto en la creación, composición, armonía y ejecución. La voz de Hinds surfea con maestría sobre el huracán de riffs que su propia guitarra y la de Brian Kelliher cocinan mientras el bajo de Troy Sanders marca ritmo con pericia. Todo ello mientras un revuelo de percusión con un estilo personal fusión del metal y el jazz obra de Brann Dailor ayuda a transportarnos en la dinámica de una canción sublime. Todo subiendo en calor y efervescencia hacia un climax épico en el que la sucesión de solos de los cuatro instrumentistas se combinan para dejarnos en éxtasis. En el descanso del orgasmo. Si esto no es perfecto, poco le falta.

La letra es vital y ayuda a redondear la sensación. En ella bajo la temática de todo el disco viajamos en una nave interestelar acompañados por The Last Baron, una referencia a la mitología mesopotámica pero que en realidad recubre de misticismo toda una obra dedicada a la hermana de Hinds quien se suicidó siendo adolescente y evidentemente marcó y marca la vida de éste genial músico. Los lamentos y la pulsión narrativa de la obra reciben como guinda especial el especial registro de voz de un doliente hermano que muestra una capacidad interpretativa llena de sentido, dramatismo y talento. Cada vez que la escucho se me eriza la piel y acelera y pausa el puslo. Una obra maestra.

Otra importante y evidente pieza de este rocambolesca composición son las horas de estudio, de trabajo y de diversión, en la concepción y creación, no sólo de la canción, sino de todo el disco y el directo que le acompaña. Se nota la camadería y compañerismo de una banda que viaja por el mundo llevando su música sin fisuras personales desde hace ya veinte años. Y los que quedan para gozo de todos los aficionados al género que con Mastodon tenemos una banda de un talento colosal, mastodóntico.

 


 

 

 

martes, 14 de abril de 2020

Día 31 de confinamiento: Resistiré. Si pero con Barón Rojo



Las 8 de la tarde es la hora de los aplausos. Y también de atronar al vecindario con himno y canciones inocuas que fortalezcan nuestro espíritu y nos auto-refuercen durante el confinamiento. La más usada es el Resistiré del Dúo dinámico. Verdaderamente una canción de radio fórmula añeja, bien intencionada y fácilmente coreable, que no provoca más reacción que una leve sonrisa y un rato de desapego de la realidad. Poco vas a pensar, ni durante, ni tras la escucha, y puedes volver a cerrar la ventana, bajar la persiana y continuar con el encierro otras 24 horas más.
Pero hay otro Resistiré. Hay otra canción que apela al sentimiento de supervivencia y de no rendirse jamás. Hay una letra que denuncia el estado de las cosas, que pone palabras a la sensación de hartazgo, desazón y miedo. Y que lanza un mensaje de revolución y dignidad por encima de lo que nos quieren hacer creer, empezando por la aceptación sumisa de la situación que vivimos.
Es Barón Rojo quien la firma y el grupo madrileño, una de las grandes bandas -si no, la que más- del metal español, la ha llevado a concierto durante sus 40 años de vida. Dentro del Volumen brutal, segundo álbum del grupo publicado en 1982, se incluía una canción que con su letra de rebeldía y activación frente a la resignación se plasmaba como un himno también ante la situación del país en aquella época, con también, y cuando no, una amenaza fascista de por medio.
Todo el disco fue un gran éxito tanto en España como en Reino Unido y ayudó no sólo a dar a conocer al grupo, sino al metal hecho en castellano, lo que abrió las puertas de los grandes conciertos europeos a la música heavy hecha en nuestro país.
Propongo, hoy 14 de abril, y de hoy en adelante, colocar en el vecindario el Resistiré de Barón Rojo.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Anvil. Una historia de rock


Anvil es una banda canadiense surgida a finales de la década de los 70 y que en la primera mitad de la década de los 80 tuvo gran repercusión y seguimiento tanto de críticas como de público. Su estilo desenfadado, agresivo, fiestero, netamente metalero sentaron las bases de lo que debía ser el siguiente paso en la evolución del metal como género. Deudores y seguidores del metal británico de Black Sabbath, Judas Priest, Motörhead o Iron Maiden funcionaron como el eje sobre el que entro esta ola de rock británico (NWOBHM) en América. El heavy puro y genuino que surgió en el Reino Unido se adapto al estilo de los Anvil, formándose así una de las primeras bandas de Speed Metal de la historia, e incluso creando un nuevo género, el Trash Metal, del que el Big Four, grupos como Metallica, Megadeth, Antrax y Slayer, reconocen la influencia e inspiración que los canadienses les supusieron.




En su máximo apogeo en esos primeros 80, Anvil llenaba estadios y causaba furor (sobretodo en Japón). Compartían cartel con grupos como Scorpions, Whitesnake o unos bisoños Bon Jovi. Firmaron con una importante discográfica y pese al gran éxito de Metal on Metal en 1981, no llegaron a vender tantos discos ni mucho menos conseguir los mismos números que sus herederos naturales. Fue su final. No consiguieron volver a brillar de igual manera, pasando de los grandes festivales a tocar en los tugurios cercanos a sus casas. Lo sorprendente del caso no es que el grupo no se disolviera tras esta jibarización de su popularidad sino que sus fundadores, Steve ‘Lips’ Kudlow (voz y guitarra) y Robb Reiner (batería), mantuvieran intacta la ilusión por su proyecto. Pese a ganarse la vida con trabajos diametralmente opuestos a la ética del rock’n’roll, pese a que el mundo no paraba de mandarles señales disuasorias, su fe en las posibilidades de éxito de la banda se mantenía inamovible, a prueba de bombas.


Lo increíble de todo ello es que Lips y Reiner, siguen tocando. Siguen luchando. Siguen con la ilusión intacta para salir del reparto de comida en los colegios o de demoliciones para coger las baquetas y la guitarra irse a un local cercano y tocar en directo para sus incondiciales; o para ensayar; para escribir y crear... para vivir. Y bajo esta historia, real, conmovedora y auténtica se crea "Anvil: El sueño de una banda de Rock".

Este documental, rodado, escrito e ideado por un fan de la banda, como el ya guionista de éxito Sasha Gervasi, se adentra en el día a día de los dos fundadores y únicos integrantes originales de la banda, y en la última oportunidad de logar su sueño, reverdecer viejos laureles, y de seguir en la carretera. Situaciones cotidianas, rutinarias y comunes en sus puestos de trabajo, sus hogares, con sus familias. Y también y especial entre ellos, en los ensayos y ya en los viajes y en una gira europea que raya lo esperpéntico y que pone a los protagonistas al límite de su capacidad emocional y que construye maravillosamente bien un retrato genial de la vida, muerte y resurrección de un sueño, y de todos los que tienen que ver con él.

La pelí­cula se centra especialmente en los dos miembros que quedan de la formación original, Steve “Lips” Kudlow y Robb Reiner, amigos de toda la vida. El primero, vocalista lí­der del grupo, el segundo, baterí­a y contrapeso sensato, que además se llama casi igual que Rob Reiner, el director que en su dí­a hiciese el falso documental This Is Spinal Tap, también sobre una banda de heavy metal. Cosas de la vida. El caso es que esa amistad es lo que mantiene unido al grupo y lo que le ha permitido sobrevivir a los innumerables varapalos en los casi 30 años de trayectoria del grupo. Varapalos que han convertido a Lips en repartidor de comida en comedores escolares y a Reiner en una empresa de demoliciones, aunque siempre dejando tiempo para tocar en pequeños locales de su ciudad. Ambos son el núcleo de un documental que enamora por su brutal sencillez y humildad.

Durante hora y media compartimos las aventuras de dos bellísimas personas, y no logramos entender cómo se les ha negado de forma tan cruel el sitio de honor que tanto merecen en el Valhalla del heavy metal. Queda claro que de talento musical y espiritu van sobrados y eso se demuestra en un documental emocionante y sorprendente con una gran capacidad de cautivar gracias a la esencia humana que emana, a la pureza de sus protagonistas, al profundo repaso que da a las motivaciones, contexto y aspiraciones de la banda, y al fin y al cabo "Anvil: El Sueño de una Banda de Rock" habla de la vida, de cómo afrontar tus desafíos y metas y del espíritu para encauzar tus anhelos y ambiciones de la forma más honesta posible. Y habla además de un valor en constante deterioro y postergado al espacio del último de los valores del ser humano y su moralidad, muerta esta en la vorágine, incertidumbre y maximizar beneficios del primero. Ese valor es la coherencia, y Lips y Reiner, ambos son coherentes. Con ellos mismos, con como se sienten y quieren hacerlo, con su inseperable amigo; con sus familias, y con su legado. Con el musical. Sus 13 discos, giras, actuaciones, este documental y lo que a través de su arte han transmitido a todos los hijos del metal. Y también y por supuesto más importante, su legado vital: El de no rendirse jamás y buscar su meta siendo auténtico, siendo uno mismo.

Se demuestra el egoísmo intrínseco de un artista, que se excluye voluntariamente del mundo y arrastra (secuestra) en su arrebato a las personas que le aman. Anvil podría leerse de una forma parecida, con el muy significativo matiz de que sus protagonistas son, en esencia, “buena gente”; niños grandes que se niegan a despertar de su sueño. Y que en su lucha y camino, les ponen en situaciones reales, que no lo parecen y que constantemente pone a prueba su amistad.

Una amistad forjada a base de años y sufrimiento sirve de excusa para mostrarnos una de las historias —de ficción o no— más intensas que se han podido ver en pantalla grande, una película documental que debería considerarse de obligado visionado pues aunque no sea ninguna obra maestra es toda una oda a la perseverancia y la amistad como se han visto pocas. Lo que pudo ser y no fue, el destino y la mala fortuna, son elementos en los que el documental te hace reparar e invita a la reflexión, te obliga a plantearte si realmente solo los mejores llegan al podio o solo los más afortunados. En cualquier caso siempre queda el camino recorrido, el esfuerzo invertido, el amor y la pasión empleados, y en definitiva el legado que dejan 'Lips' y Robb es mayor que sus doce o trece álbumes, su legado es un concepto que no envejece ni relega al olvido y jamás muere: la mayor de las recompensas y el mejor de los tributos es tener a alguien con quien compartir tus pasiones, tus penas, tus glorias.

Es, para acabar y trascender, "Anvil. El sueño de una banda de rock", una película con un mensaje grandioso, prodigioso y sugerente. Por encima de todo es un alegato a la coherencia y el espíritu, a sentirse vivo y mantenerse fuerte y seguro de la opción y de la búsqueda que uno decide hacer con su vida, más allá de todos los golpes que recibas en el camino de consecución de ese sueño, o en el desarrollo mismo de la vida. Y es también una obra que habla y engrandece la amistad. La de dos hombres que se conocen desde hace más de 40 años... distintos e iguales; que comparten una ilusión y un espíritu, pero también un camino turtuoso por la montaña rusa de la vida, en la que vivieron un fugaz camino al estrellato y una rápida vuelta a la oscuridad y las penumbras de las que constantemente y por más impetu que ponen no consiguen salir.






Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...