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miércoles, 19 de julio de 2017

Una gira oval




El mundo del oval llevaba expectante varios meses ante la gira de los Lions (British and Irish Lions) que en junio de 2017 iban a hacer por Nueva Zelanda, y por lo tanto, para enfrentarse y testar a los All Blacks y a las franquicias kiwis del Super Rugby.
Pero también suponía la comparación entre el rugby del norte y el del sur; entre la concepción del juego más ortodoxa y ligada al choque, la del norte, y la del sur, basada más en la velocidad y la combinación. Dos formas que no deberían ser contrapuestas, sino más bien complementarias, explotando las virtudes y minimizando los defectos de cada una de las propuestas, pero que en realidad se muestran como antagonistas.
Mientras en Nueva Zelanda se trabaja con ahínco en la creación de jugadores dotados para la evasión y el juego a la mano, el Norte sigue apostando por un desarrollo más lento y basado en la supremacía de las fases estáticas por encima del movimiento a la mano.
Pero lo que hemos vivido durante el último mes y medio no sólo ha sido la confrontación entre dos de las formas, quizás las más contrapuestas, de entender el rugby dentro del profesionalismo, sino que además y de propina ha servido para comprobar en que situación está Nueva Zelanda a dos años del próximo Mundial de Japón 2019 y al que llegará después de ganar el Mundial de 2015 donde revalidó el título conseguido en 2011. Tras 2015 con la salida de grandes figuras (Dan Carter, Ma'a Nonu, y el capitán Richie McCaw entre los más destacados) existe la duda de ver como se integran los jóvenes. Nombres como Laumape, Naholo, Ardie Savea o Jodie Barrett (el pequeño de la saga que va para ser el zaguero del futuro) entre otros han ido formando parte de las probaturas que Hansen ha ido metiendo de cara al The Rugby Championship de dentro de un mes y sobre todo ante la Copa del Mundo de Japón 2019.
Aún con todo los All Blacks, no sólo son y siempre, los máximos favoritos para proclamarse y revalidar el título de campeón, sino que además al equipo del helecho plateado le rodea un aura de leyenda, como el Mejor equipo del mundo, no sólo del rugby y de este momento, sino de siempre y en cualquier disciplina deportiva.
Enfrente ha tenido a la selección de selecciones británica e irlandesa dirigida por un neozelandés, Warren Gatland, quien como suele hacer, ha sabido hacerse protagonista en lo anecdótico para salvaguardar la integridad del colectivo que ha creado y poder así competir con los All Blacks siendo coherente en su estilo y con una garantía de equilibrio entre ambos contendientes.
Como sucede habitualmente con las selecciones, para la convocatoria de los Lions todos, periodistas y aficionados, en las islas o en el resto del planeta oval, hemos tenido nuestra selección. En mi caso particular he echado de menos la presencia de los hermanos Gray. Los escoceses podían y debían haber estado primero por su rendimiento, y después sin atender ya tanto a la meritocracia, por su lectura del juego ofensivo a la mano donde tienen más recursos que la apuesta “inglesa” de los Itoje, Kruis y sobretodo Lawes.
Más presencia escocesa, quien sin duda ha sido la noticia más positiva del último VI Nations por su apuesta por un rugby más ofensivo y dinámico en detrimento de su tradicional y embarrado estilo, ha sido en general la mayor queja de los entendidos. A muchos nos parecía de recibo premiar al equipo y la apuesta que mejores sensaciones y momentos nos dejaron en el invierno pasado y que gracias al trabajo de otro neozelandés, Vern Cotter, al mando se postula como serio aspirante en los próximos 2 y 3 años.
Además de los Gray, tampoco aparecía en la primera lista su capitán y alma en la bisagra del 15 del Cardo Laidlaw quien finalmente acudió tras la renuncia del inglés Ben Youngs por motivos personales. Y sobre todo fue la ausencia de Finn Russell la que más críticas levantó toda vez que la apuesta para los centros de Gatland entraba lógica en el gales Jonathan Davis (elegido al final Mejor Jugador de la gira) y en el irlandés Heinshaw, pero que con la entrada de Te’o había muchísimas más dudas. Gatland quería músculo y presencia en los centros, quedándose con un jugador mejor defensor pero más robótico frente a uno con mucho más rugby como el escocés.
Y es que era la sobre presencia galesa lo que más críticas generaba, sobre todo tras el rendimiento en colectivo y en individual de no pocos de los del 15 del Dragón. Pero Gatland los conocía y apuró su apuesta sobre ellos en caso como Biggar, Webb, North, Halfpenny o Tipuric. No tuvo problemas para dejar en casa al capitán de la selección inglesa, ganadora de los dos últimos VI Nations, Hartley y a su zaguero titular Brown, no sólo por cuestiones deportivas, sino también porque en el rugby las formas y el respeto son parte tan importante como el juego, o más.
Gatland, anticipará o no la posible polémica por la convocatoria funcionó ante ella como viene haciendo habitualmente: tiró de socarronería para justificar sus decisiones, buscando por un lado poner el foco sobre él y no sobre los jugadores y por otro, demostró compromiso inequívoco y como no podía ser de otra manera con los jugadores que se llevaba de gira, y estos lógicamente, le devolvieron la confianza con el mejor rendimiento que podían dar.
Aquí quiero hacer notar un hecho curioso. Finalizada la polémica de la convocatoria con la propia rueda de prensa de Gatland, los medios británicos se olvidaron de los que no estaban y lanzaron un apoyo sin fisuras a sus chicos. Por supuesto han existido críticas, también de los aficionados, tras los partidos algunas veces con el resultado justificado y otras con el juego expuesto, pero no ha fallado en ningún momento el apoyo, así como un ánimo en disfrutar con el evento, con cada cita semanal bien en sábado o entre semana. En vivir y paladear algo que sucede cada 4 años y como este año, sólo cada 12: La gira de los Lions por Nueva Zelanda.
Por el contrario, desde los medios rugbísticos en español he encontrado una actitud para ir minusvalorando cuando no desprestigiando la gira usando el argumento de “que no van los mejores” o “no tienen ninguna posibilidad” o “proponen un rugby anticuado”. Por supuesto, cuando la atención mediática se ha ido disparando (siempre en los círculos del rugby en España) por las retransmisiones de Movistar Plus o porque ya empezaban los test matches con los All Blacks éste argumento se ha disipado. Pero como digo, me ha resultado muy curioso la actitud de unos, tratando de disfrutar pese a que hubiera disidencia con las decisiones de Gatland, y de otros que se han mantenido hasta que no han podido más en el enfado.

Pero ya voy a centrarme en el juego. En el rugby visto y vivido.

Los British and Irish Lions han jugado 10 partidos en Nueva Zelanda desde el 3 de junio hasta el pasado sábado 8 de julio con un bagaje de 5 victorias dos empates y tres derrotas, con 214 puntos a favor y 168 en contra con un total de 16 ensayos.
Comenzaron con una victoria 7-13 ante la Provincial Union XV, selección provincial neozelandesa; después vino la primera derrota ante los Blues 22-16 que arrasaron a unos Lions erráticos en ataque (algo normal) y sobrepasados en defensa ante la velocidad de los back de la franquicia kiwi peor clasificada en el Super Rugby. Las dudas se fueron manteniendo pese a ganar a Crusaders sin ningún ensayo (3-12) y con la derrota ante Highlanders (23-22) en uno de los mejores partidos por juego, de toda la gira.
Recuperaron sensaciones los turistas (tal y como en el argot se conoce al equipo de los Lions cuando lleva a cabo sus visitas al hemisferio Sur) ganando bien a los Maori All Blacks (10-32) y con un gran despliegue a Chiefs (6-34) para terminar su serie de partidos contra las franquicias con un empate a 31 frente a Hurricanes, ya habiendo iniciado sus test matches frente a los All Blacks, por lo que les faltaban no pocas piezas de importancia a los actuales campeones del Super Rugby.
Y es que 3 días antes se iniciaban los partidos grandes de la gira con el primero de los tres enfrentamientos entre los All Blacks y los Lions, donde los locales llevaron la mayor parte del tiempo la iniciativa del juego (sólo unos minutos al terminar la primera parte se vio más cómodo a los turistas, que culminaron un gran ensayo, el mejor de todo el mes, por medio de O’Brien tras una ruptura excepcional de Liam Williams). Durante casi todo el partido el oval volaba de lado a lado de las cortinas de los All Blacks con precisión y velocidad, reciclando jugadores y situaciones, y donde los Lions a duras penas sólo podían contener el vendaval. Al final 30-15 y la sensación previa de superioridad kiwi confirmada lo que hacía temer por una derrota estrepitosa en la serie de los del hemisferio Norte.
Pero nada más lejos de la realidad. Como decía más arriba Gatland acaparó las críticas en su persona, aisló al equipo de las mismas y lo amoldó a su estilo el juego y la respuesta táctica ante lo propuesto y ejecutado por Nueva Zelanda. Así, con un compromiso inquebrantable del plantel y con una intención clara de embarrar los rucks con pocos hombres para mantener retaguardia ante la conectividad All Black, lo que exigía mayor empaque físico y muscular frente a virtuosismo, fue como los Lions ganaron el duelo táctico.
La iniciativa en el juego siguió siendo kiwi, pero incluso sumando puntos, estos fueron haciendo lo que Gatland quería: Que no se descosieran los partidos y se mantuvieran en marcadores cortos. Para ello necesitaba que su guardia pretoriana galesa, los Warburton (capitán de la gira), Faletau y Alwin Jones se complementará con la cacería inglesa liderada por Itoje, y con el complemento de un inconmensurable Sean O’Brien para las abiertas y quizás el jugador más decisivo en el resultado final. Si además le sumamos la lluvia que torno épico el segundo partido de la serie, encontramos el escenario para la catástrofe perfecta de Gatland: Victoria 21-24 en Wellington.

Aquella lluviosa noche (calurosa y temprana mañana para mi) todo hacía indicar que habría un dominio abrumador de los All Blacks, pero la realidad es que los condicionantes como arbitraje, climatología y por encima de todo el saber hacer de Warren Gatland, concedieron la iniciativa del juego a los turistas. Y es que los Lions impusieron su modo y modelo de juego, con mucho tacticismo para parar el juego ofensivo rival e infligir mucha presión durante toda la serie por parte de unos Lions que supieron leer el partido mucho mejor en general. El juego al pie se convirtió en decisivo apareciendo nombres como Owen Farrell (tremendo al pie toda la gira) y sobretodo la bisagra irlandesa de Murray y Sexton que con patadas a la espalda de al cortina neozelandesa y Garryowens causaron estragos en la seguridad del rival. En vez de imbuir a más delanteros en los rucks, dejaron la iniciativa a los All Blacks, para concentrar fuerzas en defensa de la línea y poder apretar a los backs kiwis cuando estos reciben y tratan de hacer los despliegues. Así pese a que se sucedieron los golpes de castigo, minimizaron el número de ensayos encajados (8 en 3 partidos, son “pocos” para los All Blacks) y además encontraron el inusual bajo nivel al pie de Beauden Barrett, quizás con mucha exigencia física.

Los ensayos de Faletau, reciclándose al modo sureño como un ala, tras un genial despliegue Lion y de Connor Murray reviviendo el particular castigo que infringe a la bisagra All Black por el intervalo hicieron justicia con el planteamiento táctico y la lectura de juego de Warren Gatland.
La polémica final alimentada por un Hansen preocupado de justificar los resultados y el juego All Black, siempre en la serie por detrás de la lectura táctica de los Lions (gran victoria de Gatland) ha estado en el arbitraje. En el segundo test match, con el arbitraje de Jerome Garcés y la expulsión justificada de Sonny Bill Williams (tercera roja que ve un All Black en sus casi 114 años de historia) y el "perdón" a un Vunipola que además de sufrir en melé, por donde ha venido la notable ventaja All black en las estáticas, culminó un horrendo partido con hasta 5 infracciones sólo saldadas con un sin bin, sino también, con la permisividad para con los Lions en la normativa del fuera de juego, treta para ensuciar con el ánimo de dificultar la continuidad de juego de los All Blacks.

Lo más sorprendente quizá analizando el resultado con algo de tiempo y perspectiva es ver cómo han conseguido los Lions mantenerse en los partidos, ante un equipo como los All Blacks, absolutamente eficaz en aprovechar sus oportunidades y castigar inmisericorde los errores del rival. Y eso que hubo un buen número de fallos, tanto con el balón a la mano, como en forma de infracciones que se cometieron por ambos equipos.

Lo indudable y lo mejor es que al final hemos tenido un mes y medio de rugby muy interesante y entretenido. Con más emoción que calidad, la serie ha resultado empatada, y los grandes vencedores hemos sido los espectadores que hemos disfrutado de un mes de rugby de nivel, muy emocionante que en estas sobre cálidas mañanas de junio y julio nos han entregado a la pasión del deporte.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Un mes y medio en un mundo oval

El capitán All Black, Ritchie McCaw levantando la Copa Web Ellis como Campeón de la Copa del Mundo de Rugby 2015


Ayer sábado termino la octava edición de la Copa del Mundo de Rugby que se ha venido celebrando en Inglaterra (y Gales) desde mediados de septiembre. Y acabo a lo grande, con un auténtico partidazo, por final en la que Nueva Zelanda no sólo revalidó su titulo obtenido en 2011, convirtiéndose así y de una tacada en el primer equipo en mantener el cetro mundial y en ganar tres ediciones, sino que además al levantar su capitán Ritchie McCaw la Copa Webb Ellis rompían la maldición que perseguía a los All Blacks incapaces de ganar el título mundial lejos de su país.

Y ayer disfrutamos de un partido histórico. De una final dignísima y colofón a un mes y medio de absoluto espectáculo y pasión en el mejor mundial celebrado hasta la fecha.
Wallabies vs All Blacks. Australia vs Nueva Zelanda disputaron una final (arbitrada por el siempre genial Nigel Owens) que pese al dominio constante de los All Blacks mantuvo buena parte la incertidumbre en el resultado, ya que Australia, gracias al trabajo de su tercera, con especial mención a Pocock y Michael Hooper (espectacular el 7, que con tan sólo 24 años se ha destapado como el mejor flanker del mundo) mantenían a raya los avances rivales.

Pero el cansancio iba haciendo mella y según pasaban los minutos, los lesionados Aussies (Guitau, Douglas, Moore...) y entraban los suplentes el partido se les fue poniendo cuesta arriba para al final tornarse en misión imposible.

En la primera parte, los 30 primeros minutos, mientras aguantaba el resuello de la tercera aussie, el impetú neozelandes para romper y dar dinamismo a las jugadas era frenado continuamente, metiendo el partido en una lucha sin cuartel por barrer en los agrupamientos y percutir al intervalo para volver a empezar. Pero según se acercaba el momento de descanso el cansancio y la falta de aire en los pulmones australianos dió el hueco suficiente para la primera conquista del partido, firmada por un Milner-Skudder que al igual que ha hecho durante toda la temporada en el Super Rugby se ha dibujado en el jugador revelación del torneo. Siempre impredecible, ganando metros, apareciendo en el momento oportuno y sin perder el balón. Todo un descubrimiento que se ha venido desenvolviendo como ala, mientras en Hurricanes ha ocupado la posición de zaguero.

A todo esto, el Man on the Match ayer, un Dan Carter, simplemente perfecto (salvo por una conversión que se le escapo) fue dando brío al marcador, encontrando respuesta en el pateador aussie, un Bernard Foley que ha hecho también un mundial sobresaliente. Pero ayer era el día de un Carter con ganas de resarcirse (se perdió la final de 2011 por lesión) y de despedirse de la camiseta All Black (se incorpora a Racing de Paris a partir de ahora y como el jugador mejor pagado del mundo) como se merece, quizás como el mejor jugador del mundo. Y es que a su magnífica patada, le sumo un notable acierto en el movimiento de balón a la mano y una especial intensidad en defensa, placando como pocas veces se le ha visto.

Con sensación de que el partido se escapaba se iba al descanso con un 16-3. Y esa sensación se consumaba con un espectacular ensayo de Ma Nonu para Nueva Zelanda, transcurridos un par de minutos de la reanudación. El centro maorí, a su potencia y carrera le ha añadido recursos técnicos tanto en el manejo como en la evasión, y dos tremendos contrapies sentaron a sus oponentes y las aspiraciones aussies de victoria.

Parecía en ese momento el partido ganado y aún quedaban casi 40 minutos. Pero el rugby es el juego del quiero. Es el deporte de la intensidad. Y del respeto. Y Australia no se iba a rendir, nunca lo hizo, y apreto los dientes, para dando cierta dosis de anarquía e improvisación al ritmo de partido, conseguir ganar por tres veces la línea a Nueva Zelanda en el siguiente ataque, hasta conseguir el sin bin para el 15 All Black, Ben Smith, que se marchaba 10 minutos al banquillo por levantar a su oponente.

Eran los mejores minutos de los Wallabies en la final y primero poniéndole ruedas al maul y después aprovechando el único error de bulto de su rival, ensayaba en dos ocasiones consecutivas con sendas conversiones de un Foley tremendo todo el mundial con el pie. Saltaban las alarmas y por momentos parecía que estábamos ante una de las mayores gestas de la historia del deporte. Pero una larga jugada de ataque neozelandesa, traducida con no muchos metros ganados, pero los suficientes para dar el espacio suficiente a Dan Carter quien efectuara un majestuoso drop y pusiera el partido en +7 (ensayo convertido).

Tras la genialidad del medio apertura All Black, 24-17 mostraba el marcador y el siguiente ataque australiano tornaba trascendental. Pero en esta ocasión la precipitación no dió tan buen resultado y nuevas pérdidas decantaron la final para el lado oriental del Estrecho de Tasmania. Primero una infracción supuso el rapido contraataque All Black que Dan Carter contabilizó en tres puntos más, tras un golpe de castigo, sentenciando así el título mundial.

Y al final, pese a otro intento funesto, aguerrido y encorajinado de Australia por marcharse con dignidad de un Mundial en el que han rayado a un muy buen nivel (mérito de su entrenador Mike Cheika, que tras ganar el Super Rugby y la Heineken Cup (con Leinster) ha convertido a un equipo sin alma, plagado de egos, en eso, en un E-QUI-PO con mayúsculas), volvió a castigar Nueva Zelanda para con una carrera descomunal de Beauden Barrett volver a ensayar y dejar el marcador final en 34-17. Mención especial al joven Barret, un nombre a apuntar y no olvidar. El heredero natural de Dan Carter, máximo prospect y para mi próxima figura del rugby mundial, sino su mejor jugador.

Nueva Zelanda Campeona de Mundo de Rugby. Por tercera vez. Por segunda vez consecutiva. Por primera vez fuera de tierras maoríes. Los All Blacks, el mejor equipo del mundo, contando todas las disciplinas deportivas. Y ahora en todas las épocas. Y es que esta Rugby World Cup 2015 ha supuesto la manifiesta excelencia competitiva y de juego de unos All Blacks que llevan dos ciclos mundialistas excelsos, con grandes resultados (en torno al 90% de victorias desde 2008) pero en los que quedaba alguna duda con respecto al nivel de juego. Pero este mes y medio en tierras británicas ha supuesto la absoluta supremacía All Black en el mundo del oval. Y no sólo en cuanto a los resultados se refiere sino también en cuanto a un juego el desarrollado por los pupilos de Steve Hansen donde el dinamismo, la velocidad y la precisión han sido los tres ejes que han vertebrado su actuación.

Reciclando cualquier jugador en cualquier situación. Imprimiendo velocidad a cada acción. Desarrollando una intensidad a ambos lados del ruck. Con una clara mejora en la disputa de delantera en las fases estáticas y siempre brillantes y excelsos con el balón al juego a la mano Nueva Zelanda ha ido dando exhibiciones y muestras de empeño colectivo, confiando en la batería inagotable de recursos con la que contaban ya desde el primer momento y no tanto en las superiores prestaciones que encontraban avanzado el partido cuando los banquillos entraban a jugar.

Los All Blacks son el mejor equipo de la historia. No sólo del rugby y no sólo en este momento. Además lo son con la tiranía suficiente para no ver comprometido su dominio ahora ante la desbandada de jugadores al calor, metafórico, de las libras y los euros. McCaw, Nonu, Carter entre otros dejan los All Blacks al firmar contratos en Europa (recordamos la norma que impide vestir la elástica negra a quien no tenga firmado un contrato en el Super Rugby) y los relevos parecen más que asegurados.

 

 

Un mes inolvidable


271 ensayos y 2,439 puntos conseguidos en 48 partidos durante 44 días. Momentos especiales los vividos ante la televisión del pub o de casa con unas cervezas mediante y en compañía de mi hermano y también con amigos y amigas.

Para empezar a destacar algo se tiene que empezar con la mayor sorpresa en la historia de los mundiales de rugby. Ya venía barruntando que Japón (anfitrión en 2019) era un equipo a vigilar y degustar. También temía que Sudáfrica (pese a su tercer puesto final) está en una situación comprometida, más de crisis que de oportunidad, con la cuesta abajo y salida de numerosos totem y la llegada de no tantos jugadores jóvenes capaces de ocupar su lugar. Pero el partido que nos dejaron el segundo día de competición más que para el recuerdo se queda en la memoria de las gestas deportivas en las que la ambición, las ganas de ganar se sobreponen a todo. Japón, The Cherry Blossoms, recogió más allá del minuto 80, con un postrero ensayo, lo que había venido sembrando todo el partido, yendo a buscar cada vez el ensayo, desechando cobrarse golpes de castigo, alimentando un juego a la mano de lo mejor de toda la competición, pleno de intensidad y afán de victoria. El ensayo de Hesketh en el 84 lo celebro todo el pub en el que me encontraba como si estuviéramos en el mismo centro de Tokyo, porque suponía la gesta y el premio al coraje de un equipo humilde, pero tremendo que transmitía pasión y ambición. Y como tremendo es su zaguero, uno de los 3 mejores del mundo, Goromaru que además posee un record al pie temible. Ojo al equipo nipón, que va a empezar a desarrollar su profesionalización con la inclusión de una franquicia en el Super Rugby (también Argentina incluye un equipo allí).

El otro gran momento de la primera fase ha sido el mayor descalabro de la historia de los Mundiales. Inglaterra partía como organizadora y favorita, para muchos, a llevarse el título. Particularmente quien les escribe lleva varios años diciendo que los del 15 de la Rosa son el equipo más sobrevalorado del mundo del oval, pero si bien es cierto les daba cierto aire (hasta 4os) puesto que Gales, venía muy mediatizado por sus lesiones. Pero nada más lejos de la realidad. En el mejor partido en el que no han participado una de las 4 grandes del Sur, los galeses derrotaron a una Inglaterra sin carisma, ni juego, muy mediatizado a ese rugby control que se han auto impuesto, pero en el que carecen de una delantera óptima para su desarrollo. Si además añades que estratégicamente deciden ir a efectuar el golpe de castigo en vez de buscar el ensayo, pues no deja de ser de justicia poética que hayan salido tan trasquilados de la primera fase y de su mundial. Y es que una semana después Australia, los dejaba fuera, pasándolos por encima y sin darles una opción de meterse en el partido.

Y esto era la tendencia que se marcaba antes y durante la primera fase, pero que se fraguó con un fin de semana nefasto para el rugby del norte, en el que las selecciones del sur, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia y Argentina, barrieron a sus oponentes del norte.

Eso sí, casi todas. Y es que Escocia (Cuchara de Madera del último VI Naciones) puso contra las cuerdas al Campeón del Rugby Championship, Australia, jugando muy vivo, mutando el tradicional juego embarrado escoces por una sucesión de alegres combinaciones en las que intervienen todos los jugadores. Escocia es un equipo de futuro y si sigue está línea a medio y largo plazo pueden venir éxitos.

Un Gales muy mediatizada por sus lesiones antes y durante el Mundial poco pudo hacer frente a una Sudáfrica que dió su mejor nivel del torneo en el partido de cuartos. Mientras que Irlanda quizás haya perdido la opción perfecta de una magnífica generación. Nunca habían pasado de cuartos y siguen sin hacerlo, tras sucumbir frente a una Argentina que también llegó a su tope de juego el día de cuartos. Los del Trébol compitieron y llevaron el partido al empate a 20 minutos del final pero también eran pasto de las bajas por lesión (O'Connell, O'Mahoney, Sexton,...) y sanción (O'Brien) y poco pudieron hacer para paliar el mayor poderío que se saco del banquillo una Argentina que ha crecido notablemente tanto en sus prestaciones como en su juego, poniendo ese rugby moderno, ofensivo y rápido que han venido demostrando las potencias del sur.

Y si el cuarto del Rugby Championship ganaba sin excesivos problemas al doble Campeón del VI Naciones, pues ¿que iba a hacer Nueva Zelanda? En la mayor exhibición ofensiva y de rugby total, los All Blacks humillaron a Francia. Hasta 9 ensayos culminaron los de Nueva Zelanda, arrollando y sobrepasando cada vez a un 15 del Gallo que paga el haber pasado de un rugby de champán, característico en el que el cuidado del oval era seña de identidad al cemento y la fuerza bruta.

Curiosamente mientras Escocia, Gales e Irlanda, todas ellas entrenadas por técnicos neozelandeses que han implementado modelos de formación, entrenamiento y juego más moderno en los que el Rugby a 7 es un recurso y no un lunar, pueden ser moderadamente optimistas en el desarrollo de su rugby para poder competir en 4 años con los equipos del sur, Francia e Inglaterra, los dos países con las dos ligas económicamente más potentes tienen por delante una época tortuosa.

Mas si cabe, los franceses, cuyo modelo de formación ha naufragado al no poder entrar con las garantías suficientes en el rugby profesionalizado (algo que puede pasarle al basket español, por cierto) y donde su máximo exponente, la selección nacional también hace aguas desde hace mucho tiempo. La crisis del rugby francés es tremenda y coincide en el momento cuando más amplio es su dominio en el rugby europeo de clubes con el archimillonario Toulon tricampeando.

Con Phillip Sant André como seleccionador nacional la antiguamente exquisita Francia ha mutado el modelo donde destacaban jugadores como Parra, Michalak o Machenaud y donde el dominio del oval y la rapidez eran señas de identidad al cemento, y el musculo, dopando de fuerza bruta desde la tercera línea hacia atrás con los Basteraud, Pape, Dusatoir y compañía.

Pero sea como fuera, lo cierto es que está Rugby World Cup 2015 ha supuesto la constatación empírica de la supremacia del Rugby del Sur. Quizás haya primado el momento de competición, donde los equipos del The Rugby Championship llegaron tras terminar el torneo y apenas un mes finalizado el Super Rugby, mientras que los equipos del Rugby tras acabar a finales de mayo la competición, hicieron una ronda de tests matches de preparación que se ha antojado insuficiente.

Pero aún así, sería atrevido descartar el resultado obtenido si el mundial se hubiera celebrado en otro momento del año. No deja de haber un salto en la calidad y la velocidad del rugby ejecutado por unos equipos o por otros y eso ya se venía notando cuando las potencias del Sur vienen de gira por Europa a principios de Noviembre (en plena competición en el Norte) mientras ellos están en un momento más de preparación que otra cosa.

Pero todo ello puede cambiar. No para el próximo año, ni tampoco para el Mundial de 2019. Hay un progreso y universalización del rugby, pero van a seguir mandando las potencias del Sur, y por encima de todas ellas Nueva Zelanda.

La extensión del rugby en el mundo


Esta Rugby World Cup ha supuesto la consolidación del crecimiento del rugby en todo el mundo. Un deporte que se ha desarrollado notablemente en los últimos años, conjugando el romanticismo del amateurismo histórico con la profesionalización excesiva del mundo capitalista actual y en el que el cambio de normas de hace 10 años ha sido el detonante para dar al rugby del suficiente dinamismo para hacerlo atractivo a las retransmisiones televisivas, sin casi distinción de públicos y con ello a la entrada de muchas marcas y patrocinadores.

El Mundial de Rugby ya no es ese evento que sólo interesa exclusivamente a los países anglosajones y a algunos freaks escogidos. Muchos hemos entrado en este mundo en los últimos años y cada vez, nos sentimos más enamorados de un deporte que es más una actitud hacia la vida que un juego. Pasión y respeto deben seguir dominando la liturgia de la confrontación deportiva y alimentando los grandes momentos que nos deja a todos los que participamos de él, ya sean jugadores, técnicos, árbitros, periodistas o aficionados.

Y es que ante el espectáculo desbordado este último mes y medio es imposible pensar en que el rugby no se haga más popular. Pero aquí es donde ha de guardarse la esencia del juego, que ya nos había atrapado a muchos antes. Las acciones antideportivas, tanto durante el desarrollo de la competencia, como en la celebración de la victoria deben cuidarse. No se puede olvidar y obviar que es el respeto lo que emana de un balón oval. Un respeto reverencial al rugby y a todos sus participantes. La Federación internacional debe ser beligerante con esas actitudes, así como también han de serlo las federaciones y organismos más locales, con especial atención al deporte formativo.

Sólo así se guardarán los valores del rugby en un cofre seguro y a salvo de todas las intoxicaciones comerciales que pueden acabar por desvirtuar la cara más expuesta, la de un profesionalismo que tiene que guardar reverencia al rugby amateur, el de los aficionados, el de los que lo jugamos cuando tenemos un rato libre y que empieza con ir al campo y calzarse las botas, disfrutar de su práctica sobre el césped y después con las cervezas en el tercer tiempo. O directamente con los compañeros, amigos y familia disfrutando de un buen partido de rugby profesional.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...