El capitán All Black, Ritchie McCaw levantando la Copa Web Ellis como Campeón de la Copa del Mundo de Rugby 2015
Y
ayer disfrutamos de un partido histórico. De una final dignísima y
colofón a un mes y medio de absoluto espectáculo y pasión en el
mejor mundial
celebrado hasta la fecha.
Wallabies
vs All Blacks.
Australia
vs Nueva Zelanda
disputaron una final (arbitrada por el siempre genial Nigel
Owens)
que pese al dominio constante de los All
Blacks
mantuvo buena parte la incertidumbre en el resultado, ya que
Australia, gracias al trabajo de su tercera, con especial mención a
Pocock y Michael Hooper (espectacular el 7, que con tan sólo 24 años
se ha destapado como el mejor flanker del mundo) mantenían a raya
los avances rivales.
Pero
el cansancio iba haciendo mella y según pasaban los minutos, los
lesionados Aussies (Guitau, Douglas, Moore...) y entraban los
suplentes el partido se les fue poniendo cuesta arriba para al final
tornarse en misión imposible.
En
la primera parte, los 30 primeros minutos, mientras aguantaba el
resuello de la tercera aussie, el impetú neozelandes para romper y
dar dinamismo a las jugadas era frenado continuamente, metiendo el
partido en una lucha sin cuartel por barrer en los agrupamientos y
percutir al intervalo para volver a empezar. Pero según se acercaba
el momento de descanso el cansancio y la falta de aire en los
pulmones australianos dió el hueco suficiente para la primera
conquista del partido, firmada por un Milner-Skudder que al
igual que ha hecho durante toda la temporada en el Super Rugby
se ha dibujado en el jugador revelación del torneo. Siempre
impredecible, ganando metros, apareciendo en el momento oportuno y
sin perder el balón. Todo un descubrimiento que se ha venido
desenvolviendo como ala, mientras en Hurricanes ha ocupado la
posición de zaguero.
A
todo esto, el Man
on the Match
ayer, un Dan
Carter,
simplemente perfecto (salvo por una conversión que se le escapo) fue
dando brío al marcador, encontrando respuesta en el pateador aussie,
un Bernard Foley que ha hecho también un mundial sobresaliente. Pero
ayer era el día de un Carter con ganas de resarcirse (se perdió la
final de 2011 por lesión) y de despedirse de la camiseta All
Black
(se incorpora a Racing de Paris a partir de ahora y como el jugador
mejor pagado del mundo) como se merece, quizás como el
mejor jugador del mundo.
Y es que a su magnífica patada, le sumo un notable acierto en el
movimiento de balón a la mano y una especial intensidad en defensa,
placando como pocas veces se le ha visto.
Con
sensación de que el partido se escapaba se iba al descanso
con un 16-3. Y esa sensación se consumaba con un espectacular ensayo
de Ma Nonu para Nueva Zelanda, transcurridos un par de minutos
de la reanudación. El centro maorí, a su potencia y carrera le ha
añadido recursos técnicos tanto en el manejo como en la evasión, y
dos tremendos contrapies sentaron a sus oponentes y las aspiraciones
aussies de victoria.
Parecía
en ese momento el partido ganado y aún quedaban casi 40 minutos.
Pero el rugby es el juego del quiero. Es el deporte de la
intensidad. Y del respeto. Y Australia no se iba a rendir, nunca
lo hizo, y apreto los dientes, para dando cierta dosis de anarquía e
improvisación al ritmo de partido, conseguir ganar por tres veces la
línea a Nueva Zelanda en el siguiente ataque, hasta conseguir el sin
bin para el 15 All Black, Ben Smith, que se marchaba 10 minutos
al banquillo por levantar a su oponente.
Eran
los mejores minutos de los Wallabies en la final y primero
poniéndole ruedas al maul y después aprovechando el único error de
bulto de su rival, ensayaba en dos ocasiones consecutivas con sendas
conversiones de un Foley tremendo todo el mundial con el pie.
Saltaban las alarmas y por momentos parecía que estábamos ante una
de las mayores gestas de la historia del deporte. Pero una larga
jugada de ataque neozelandesa, traducida con no muchos metros
ganados, pero los suficientes para dar el espacio suficiente a Dan
Carter quien efectuara un majestuoso drop y pusiera el
partido en +7 (ensayo convertido).
Tras
la genialidad del medio apertura All Black, 24-17 mostraba el
marcador y el siguiente ataque australiano tornaba trascendental.
Pero en esta ocasión la precipitación no dió tan buen resultado y
nuevas pérdidas decantaron la final para el lado oriental del
Estrecho de Tasmania. Primero una infracción supuso el rapido
contraataque All Black que Dan Carter contabilizó en tres puntos
más, tras un golpe de castigo, sentenciando así el título mundial.
Y
al final, pese a otro intento funesto, aguerrido y encorajinado de
Australia por marcharse con dignidad de un Mundial en el que
han rayado a un muy buen nivel (mérito de su entrenador Mike Cheika,
que tras ganar el Super Rugby y la Heineken Cup (con Leinster) ha
convertido a un equipo sin alma, plagado de egos, en eso, en un
E-QUI-PO con mayúsculas), volvió a castigar Nueva Zelanda
para con una carrera descomunal de Beauden Barrett volver a
ensayar y dejar el marcador final en 34-17. Mención especial al
joven Barret, un nombre a apuntar y no olvidar. El heredero natural
de Dan Carter, máximo prospect y para mi próxima figura del
rugby mundial, sino su mejor jugador.
Nueva
Zelanda Campeona de Mundo de Rugby.
Por tercera vez. Por segunda vez consecutiva. Por primera vez fuera
de tierras maoríes. Los All
Blacks,
el mejor
equipo del mundo,
contando todas las disciplinas deportivas. Y ahora en todas las
épocas. Y es que esta Rugby
World Cup 2015
ha supuesto la manifiesta excelencia competitiva y de juego de unos
All Blacks que llevan dos ciclos mundialistas excelsos, con grandes
resultados (en torno al 90% de victorias desde 2008) pero en los que
quedaba alguna duda con respecto al nivel de juego. Pero este mes y
medio en tierras británicas ha supuesto la absoluta supremacía
All Black en el mundo del oval.
Y no sólo en cuanto a los resultados se refiere sino también en
cuanto a un juego el desarrollado por los pupilos de Steve
Hansen
donde el dinamismo, la velocidad y la precisión han sido los tres
ejes que han vertebrado su actuación.
Reciclando
cualquier jugador en cualquier situación. Imprimiendo velocidad a
cada acción. Desarrollando una intensidad a ambos lados del ruck.
Con una clara mejora en la disputa de delantera en las fases
estáticas y siempre brillantes y excelsos con el balón al juego
a la mano Nueva Zelanda ha ido dando exhibiciones y muestras de
empeño colectivo, confiando en la batería inagotable de recursos
con la que contaban ya desde el primer momento y no tanto en las
superiores prestaciones que encontraban avanzado el partido cuando
los banquillos entraban a jugar.
Los
All Blacks son el mejor equipo de la historia. No sólo del rugby y
no sólo en este momento. Además lo son con la tiranía
suficiente para no ver comprometido su dominio ahora ante la
desbandada de jugadores al calor, metafórico, de las libras y los
euros. McCaw, Nonu, Carter entre otros dejan los All Blacks al firmar
contratos en Europa (recordamos la norma que impide vestir la
elástica negra a quien no tenga firmado un contrato en el Super
Rugby) y los relevos parecen más que asegurados.
Un mes inolvidable
271
ensayos y 2,439 puntos conseguidos en 48 partidos durante 44 días.
Momentos especiales los vividos ante la televisión del pub o de casa
con unas cervezas mediante y en compañía de mi hermano y también
con amigos y amigas.
Para
empezar a destacar algo se tiene que empezar con la
mayor sorpresa en la historia de los mundiales de rugby.
Ya venía barruntando que Japón
(anfitrión en 2019) era un equipo a vigilar y degustar. También
temía que Sudáfrica (pese a su tercer puesto final) está en una
situación comprometida, más de crisis que de oportunidad, con la
cuesta abajo y salida de numerosos totem
y la llegada de no tantos jugadores jóvenes capaces de ocupar su
lugar. Pero el partido que nos dejaron el segundo día de competición
más que para el recuerdo se queda en la memoria de las gestas
deportivas en las que la ambición, las
ganas de ganar
se sobreponen a todo. Japón, The
Cherry Blossoms,
recogió más allá del minuto 80, con un postrero ensayo, lo que
había venido sembrando todo el partido, yendo a buscar cada vez el
ensayo, desechando cobrarse golpes de castigo, alimentando un juego a
la mano de lo mejor de toda la competición, pleno de intensidad y
afán de victoria. El ensayo de Hesketh en el 84 lo celebro todo el
pub en el que me encontraba como si estuviéramos en el mismo centro
de Tokyo, porque suponía la gesta y el premio al coraje de un equipo
humilde, pero tremendo que transmitía pasión y ambición. Y como
tremendo es su zaguero, uno de los 3 mejores del mundo, Goromaru
que además posee un record al pie temible. Ojo al equipo nipón, que
va a empezar a desarrollar su profesionalización con la inclusión
de una franquicia en el Super
Rugby
(también Argentina incluye un equipo allí).
El
otro gran momento de la primera fase ha sido el
mayor descalabro de la historia de los Mundiales.
Inglaterra
partía como organizadora y favorita, para muchos, a llevarse el
título. Particularmente quien les escribe lleva varios años
diciendo que los del 15
de la Rosa
son el equipo más sobrevalorado del mundo del oval, pero si bien es
cierto les daba cierto aire (hasta 4os) puesto que Gales, venía muy
mediatizado por sus lesiones. Pero nada más lejos de la realidad. En
el mejor partido
en el que no han participado una de las 4 grandes del Sur, los
galeses derrotaron a una Inglaterra sin carisma, ni juego, muy
mediatizado a ese rugby control que se han auto impuesto, pero en el
que carecen de una delantera óptima para su desarrollo. Si además
añades que estratégicamente deciden ir a efectuar el golpe de
castigo en vez de buscar el ensayo, pues no deja de ser de justicia
poética que hayan salido tan trasquilados de la primera fase y de su
mundial. Y es que una
semana después Australia, los dejaba fuera, pasándolos por
encima y sin darles una opción de meterse en el partido.
Y
esto era la tendencia que se marcaba antes y durante la primera fase,
pero que se fraguó con un fin de semana nefasto para el rugby del
norte, en el que las selecciones del sur, Nueva Zelanda, Sudáfrica,
Australia y Argentina, barrieron
a sus oponentes del norte.
Eso
sí, casi todas. Y es que Escocia
(Cuchara de Madera del último VI Naciones) puso
contra las cuerdas al Campeón del Rugby Championship, Australia,
jugando muy vivo, mutando el tradicional juego embarrado escoces por
una sucesión de alegres combinaciones en las que intervienen todos
los jugadores. Escocia es un equipo de futuro y si sigue está línea
a medio y largo plazo pueden venir éxitos.
Un
Gales muy mediatizada por sus lesiones antes y durante el Mundial
poco pudo
hacer frente a una Sudáfrica que dió su mejor nivel del torneo
en el partido de cuartos. Mientras que Irlanda
quizás haya perdido la opción perfecta de una magnífica
generación. Nunca habían pasado de cuartos y siguen sin hacerlo,
tras
sucumbir frente a una Argentina que también llegó a su tope de
juego el día de cuartos. Los del Trébol compitieron y llevaron el
partido al empate a 20 minutos del final pero también eran pasto de
las bajas por lesión (O'Connell, O'Mahoney, Sexton,...) y sanción
(O'Brien) y poco pudieron hacer para paliar el mayor poderío que se
saco del banquillo una Argentina que ha crecido notablemente tanto en
sus prestaciones como en su juego, poniendo ese rugby moderno,
ofensivo y rápido que han venido demostrando las potencias del sur.
Y
si el cuarto del Rugby Championship ganaba sin excesivos problemas al
doble Campeón del VI Naciones, pues ¿que iba a hacer Nueva Zelanda? En
la mayor exhibición ofensiva y de rugby total, los All Blacks
humillaron a Francia.
Hasta 9 ensayos culminaron los de Nueva
Zelanda,
arrollando y sobrepasando cada vez a un 15
del Gallo
que paga el haber pasado de un rugby de champán, característico en
el que el cuidado del oval era seña de identidad al cemento y la
fuerza bruta.
Curiosamente
mientras Escocia, Gales e Irlanda, todas ellas
entrenadas por técnicos neozelandeses que han implementado modelos
de formación, entrenamiento y juego más moderno en los que el Rugby
a 7 es un recurso y no un lunar, pueden ser moderadamente
optimistas en el desarrollo de su rugby para poder competir en 4 años
con los equipos del sur, Francia e Inglaterra, los dos
países con las dos ligas económicamente más potentes tienen por
delante una época tortuosa.
Mas
si cabe, los franceses, cuyo modelo de formación ha naufragado al no
poder entrar con las garantías suficientes en el rugby
profesionalizado (algo que puede pasarle al basket
español, por cierto) y donde su máximo exponente, la selección
nacional también hace aguas desde hace mucho tiempo. La crisis del
rugby francés es tremenda y coincide en el momento cuando más
amplio es su dominio en el rugby europeo de clubes con el
archimillonario Toulon
tricampeando.
Con
Phillip Sant André como seleccionador nacional la antiguamente
exquisita Francia ha mutado el modelo donde destacaban jugadores como
Parra, Michalak o Machenaud y donde el dominio del oval y la rapidez
eran señas de identidad al cemento, y el musculo, dopando de fuerza
bruta desde la tercera línea hacia atrás con los Basteraud, Pape,
Dusatoir y compañía.
Pero
sea como fuera, lo cierto es que está Rugby World Cup 2015 ha
supuesto la constatación empírica de la supremacia del Rugby del
Sur. Quizás haya primado el momento de competición, donde los
equipos del The Rugby Championship llegaron tras terminar el
torneo y apenas un mes finalizado el Super Rugby, mientras que
los equipos del Rugby tras acabar a finales de mayo la competición,
hicieron una ronda de tests matches de preparación que se ha
antojado insuficiente.
Pero
aún así, sería atrevido descartar el resultado obtenido si el
mundial se hubiera celebrado en otro momento del año. No deja de
haber un salto en la calidad y la velocidad del rugby ejecutado por
unos equipos o por otros y eso ya se venía notando cuando las
potencias del Sur vienen de gira por Europa a principios de Noviembre
(en plena competición en el Norte) mientras ellos están en un
momento más de preparación que otra cosa.
Pero
todo ello puede cambiar. No para el próximo año, ni tampoco para el
Mundial de 2019. Hay un progreso y universalización del rugby, pero
van a seguir mandando las potencias del Sur, y por encima de todas
ellas Nueva Zelanda.
La extensión del rugby en el mundo
Esta
Rugby World Cup ha supuesto la consolidación del crecimiento
del rugby en todo el mundo. Un deporte que se ha desarrollado
notablemente en los últimos años, conjugando el romanticismo del
amateurismo histórico con la profesionalización excesiva del mundo
capitalista actual y en el que el cambio de normas de hace 10 años
ha sido el detonante para dar al rugby del suficiente dinamismo para
hacerlo atractivo a las retransmisiones televisivas, sin casi
distinción de públicos y con ello a la entrada de muchas marcas y
patrocinadores.
El
Mundial de Rugby ya no es ese evento que sólo interesa
exclusivamente a los países anglosajones y a algunos freaks
escogidos. Muchos hemos entrado en este mundo en los últimos años y
cada vez, nos sentimos más enamorados de un deporte que es más
una actitud hacia la vida que un juego. Pasión y respeto deben
seguir dominando la liturgia de la confrontación deportiva y
alimentando los grandes momentos que nos deja a todos los que
participamos de él, ya sean jugadores, técnicos, árbitros,
periodistas o aficionados.
Y
es que ante el espectáculo desbordado este último mes y medio es
imposible pensar en que el rugby no se haga más popular. Pero aquí
es donde ha de guardarse la esencia del juego, que ya nos había
atrapado a muchos antes. Las acciones antideportivas, tanto durante
el desarrollo de la competencia, como en la celebración de la
victoria deben cuidarse. No se puede olvidar y obviar que es el
respeto lo que emana de un balón oval. Un respeto reverencial al
rugby y a todos sus participantes. La Federación internacional
debe ser beligerante con esas actitudes, así como también han de
serlo las federaciones y organismos más locales, con especial
atención al deporte formativo.
Sólo
así se guardarán los valores del rugby en un cofre seguro y a salvo
de todas las intoxicaciones comerciales que pueden acabar por
desvirtuar la cara más expuesta, la de un profesionalismo que tiene
que guardar reverencia al rugby amateur, el de los aficionados, el de
los que lo jugamos cuando tenemos un rato libre y que empieza con ir
al campo y calzarse las botas, disfrutar de su práctica sobre el
césped y después con las cervezas en el tercer tiempo. O
directamente con los compañeros, amigos y familia disfrutando de un
buen partido de rugby profesional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario