El
pasado domingo 15 de septiembre y un par de semanas después de que
se cumpliera el décimo tercer aniversario del primer título mundial, la Selección
Masculina de Baloncesto
se proclamaba Campeona
del Mundo.
Lo
hacia culminando con solvencia una competición al máximo de sus
prestaciones. Y lo hacía para refrendar una de las mayores sorpresas
en la historia del baloncesto, del deporte nacional y del deporte
mundial.
La
España de Scariolo llegaba sin mucha presión y con menos
expectativas aún. El sorteo del calendario no había sido malo y
cifraba en un hipotético partido en la segunda fase contra Italia el
acceso a cuartos y la garantía del pre-olímpico. Esa era la
exigencia real para el combinado nacional toda vez que las bajas eran
prácticamente completas y que todos teníamos el deseo de ver a Pau
Gasol en sus quintos Juegos Olímpicos y por qué no, luchando por el
oro.
Pau
era la primera de las notabilísimas
bajas
con las que iba a contar la selección. Sin competir desde mediados
de marzo por
una grave lesión
y ante su última (o no) temporada en la NBA, el mayor de los Gasol
fijaba el verano como recuperación y puesta a punto para un año que
se prevé largo.
El
siguiente en borrarse era el Chacho que ha aducido cansancio, una
mudanza a otro nuevo país y pasar tiempo con la familia como causas
a su baja. Sorprendente se sumaba a las bajas de los juniors
de oro
que como Navarro primero y luego ya Felipe o Calderón
entre los más ilustres ya se bajaron del carro de la
familia.
Pero
no fueron menos sorprendentes las renuncias de Mirotic e Ibaka. Un
culebrón de cada verano en el que había que decidir que extranjero,
y con qué capacidades, se sumaba al equipo. Primero fue el
hispano-congoleño cansado de ser segundo plato estos últimos años
quien renunció. Un par de meses después, apenas a horas de darse
la convocatoria, fue el hispano-montenegrino quien explico en un
comunicado su cansancio para con el baloncesto, sobretodo la NBA y su
necesidad de tener un verano más tranquilo. Tranquilidad alterada
con su vuelta a Europa confirmada un par de días después y al
acérrimo rival de su anterior equipo.
Contadas
estas ausencias (más la de Abrines recuperándose de una depresión
entre los ilustres) España presentaba un equipo de perfil bajo pero
no exento de calidad y sobretodo de experiencia.
Scariolo
había hecho un trabajo previo en las
ventanas
para con jugadores de rotación ACB con veteranos como Fran Vázquez,
Oliver, Beiran o Colom y jóvenes como Brizuela clasificar
al equipo a la Copa del Mundo.
No
hemos sido pocos los que hemos demonizado el invento de las
ventanas por parte de la FIBA
en su particular cruzada contra la Euroliga, pero hay que decir que a
España le han venido de perlas para articular una transición entre
el equipo de los Juniors
de Oro
y las nuevas generaciones aún salvando el escollo de no pocos
jóvenes valores que estaban enrolados en la NBA.
En
esos partidos de clasificación se vio a una España
solida en defensa,
priorizando mucho el rebote defensivo (para poder correr), solidaria
en las ayudas y en la que destacaba en el factor anotador Quino
Colom.
A
ellos se sumaban los hermanos Hernangomez desde la NBA, los Rudy,
Llull, Ribas, Claver y Oriola desde la Euroliga. Marc
Gasol
que venía de ser Campeón de la NBA con Toronto Raptors (donde
Scariolo era entrenador ayudante). Y Ricky
Rubio
que en su madurez ha engrandecido su precoz talento para con las
experiencias de la vida dotar de calma su baloncesto.
En
la previa de la Copa del Mundo España se sabía un equipo
complicado. Con no muchos puntos entre las manos, pero los
suficientes para dificultar la vida a cualquiera. Muy trabajado en
defensa pero con dudas a la hora de anotar.
Esas
dudas se exponenciaban al ver los equipos que se confirmaban en otras
selecciones. Parecía
que España sería incapaz de competir contra esas plantillas,
y eso que había bajas en casi todos los equipos -la larguísima
temporada de NBA y Euroliga masacran a los jugadores- pero nadie,
absolutamente nadie, dudaba de la capacidad de Serbia, Australia,
Grecia o Francia. Tampoco y mucho menos de Estados Unidos que pese a
las renuncias de la super élite (Irving, Curry, Thompson, Harden,
Lebron, Durant, Davis) presentaba un buen conjunto de jugadores NBA
con puntos en las manos, físico y la sapiencia al banquillo de
Popovich.
Había
que llegar al día clave, el de cuartos, al 100% y por eso tanto la
preparación como la primera fase ante las débiles Túnez, Puerto
Rico e Irán fue una puesta
a punto progresiva
para que todo el mundo diera su mejor versión en el momento más
importante.
España
mejoro sus prestaciones ante la siempre anárquica Italia y llamo la
atención de manera sobresaliente derrotando con solvencia a la gran
favorita: Serbia.
En
los cuartos en el cataclismo del baloncesto actual,
España no tenía excesivos problemas para derrotar a una
voluntariosa Polonia. Y en un auténtico partidazo Argentina
eliminaba a Serbia
con la misma receta con la que dio España: Incomodidad en el ataque
serbio aprovechando el despilfarro de recursos (los pivots) de
Serbia, apretar a sus bases a ambos lados de la pista y dominar el
rebote.
En
el otro lado del cuadro y en otro partidazo Francia
se imponía a Estados Unidos y
confirmaba algo que me parece evidente: Cuando Estados Unidos es
batible, se viene un torneo espectacular porque todo el mundo les
juega con todo para ganarles. Y aún así, Estados Unidos ganará en
9 de cada 10 ocasiones, pero sudarán y todos disfrutaremos
muchísimo.
Australia
se convertía en el cuarto semifinalista y en rival de España al
ganar sin esfuerzo a una República Checa que aún limitada ha hecho
uno de los baloncestos más interesantes de estas dos semanas.
Así
teníamos otro partido brillante para las semifinales. Liderados por
Patrick Mills, Australia trataba de desenmarañar las trampas
defensivas del equipo español al que le costaba muchísimo anotar.
El partido se mantenía bajo unos guarismos que no eran malos para
España (sobre 40 puntos al descanso) cuando en el tercer cuarto aparecía Marc
Gasol para empezar a anotar y dominar la zona, tanto en defensa como
en ataque donde repartía juego. Así Marc acababa firmando su mejor
partido con la camiseta nacional.
Se
jugaban dos prórrogas donde los nervios y la agonía fueron los
mejores aliados de la selección nacional, más bregada en este tipo
de batallas en los últimos años donde supieron sobreponerse ante
una cada vez más desquiciada
Australia.
La
caja y uno sobre Mills (con varios defensores sobre él) agotaron al
base de los Spurs y apagaron todas las luces de un equipo que hasta
entonces se
había mostrado una maquina de anotar.
España
había sufrido como casi siempre en las semifinales y en la final le
esperaba otra sorprendente Argentina
que se había desecho de Francia.
Y
una vez más siguiendo el guión de anteriores torneos la final
resultaba más plácida teniendo en cuenta el sufrimiento de dos días
antes. Argentina quedo prácticamente desactivada con una decisión
de entrenador: Scariolo
colocaba en el quinteto titular a Oriola para emparejarlo con Scola,
reemplazando a Victor Claver. El perfil del ala-pivot catalán se
acomodaba mejor a las condiciones de Scola, faro del juego argentino,
y éste no sumo hasta que el partido ya estaba visto para sentencia.
No
hay que desmerecer el torneo de Argentina porque utilizando las
mismas armas que España se plantó en la final con un equipo más
limitado de talento que el de la anterior generación, pero con
muchísimo trabajo y aprovechando el dinamismo de sus bases.
Argentina
como España plantearon en el torneo un ritmo de juego más lento,
controlado. Impidiendo la velocidad en las transiciones del rival y
volviendo al juego en la zona en tiempos del triple y los
aprovechamientos de lanzamientos y posesiones. Un
baloncesto más pausado, de un 5vs5 inclusivo. Con cortes y juego sin
balón, dejando el uno contra uno como recurso y no como plan de
juego. Y defensa. Mucha
defensa.
Habrá que ver si el éxito de este planteamiento de juego en éste
Mundial, se convierte en una tendencia para batir a los equipos que
con dinamismo y triples dominan en el baloncesto de clubes hoy en
día.
Para
España la conexión Ricky-Marc, como 1-5, desde el poste alto era la
clave de inicio del juego para con bloqueo y abrirse del pivot o con
la penetración del base encontrar los puntos. Sin un tirador fiable
llegaron los triples (Rudy, Juancho o Llull) cuando el rival se
cerraba, pero España
ha marcado tendencia en este mundial recuperando el juego en la zona
y la predominancia del tiro de dos.
Canastas fáciles y posiciones cómodas de tiro que venían de la
visión de juego de Marc y Ricky.
En
defensa, España ha dado un manual de trabajo de ayudas,
especialmente con Victor
Claver
que por fin ha dejado de ser el jugador 11 o 12 de la rotación para
ser ese alero multiusos, bisagra entre el juego interior y exterior,
y líder desde lo oscuro del juego para beneficio del colectivo.
También nombres como los de Rudy, Oriola o Ribas han brillado atrás
dejando claro en cada momento que hacerle puntos a esta España iba a
costar sangre, sudor y lágrimas.
Es
curioso pero Claver, Ricky o Scariolo que se han llevado todos estos
años muchas de las criticas que han acompañado al juego -que no a
los resultados- de la selección, se han convertido en claves del
éxito. El primero siendo el mejor amigo de sus compañeros en
defensa.
Ricky
Rubio,
después de momentos muy duros en lo personal y lo profesional
(muerte de su madre por cáncer y falta de confianza de
la NBA en él)
se ha coronado como MVP dominando
cada uno de los partidos
desde el puesto de base, como hacía en categorías inferiores, con
multitud de recursos en ataque, encontrando a sus compañeros y
liderando la defensa.
Y
Sergio
Scariolo
que toda vez que quedo claro que con las bajas la autogestión
no podía ser el patrón del grupo, ha dado clases magistrales de
scouting
sobre el rival y de conocimientos tácticos notables para aprovechar
lo que tenía, haciendo un equipo que cuando ha llegado la hora de la
verdad ha jugado un muy
buen baloncesto a ambos lados de la cancha.
Y
ha sido, sin duda, el artífice de dotar de hambre e intensidad a un
colectivo, una familia, que se mueve como un ente único. Con el
ejemplo de volver a la selección cuando el ocaso de la generación
dorada se hacía evidente, con el
marrón de las ventanas
de por medio y trabajando para la NBA su mensaje caló hondo en un
vestuario que se ha ido remodelando en nombres pero no en confianza
ciega en su entrenador.
Scariolo
hoy es Campeón del Mundo
y tiene un anillo de la NBA como entrenador asistente. Con la
selección suma tres oros europeos (los tres únicos de la historia),
y una plata y un bronce olímpicos. Ha sido absolutamente
imprescindible en éste éxito minimizando los defectos propios y
virtudes ajenas a la par que maximizando nuestras fortalezas y
golpeando en los puntos débiles del rival.
Atrás
queda el mayor fracaso de esta selección que fue el Mundial
2014 en casa,
donde el monstruo de la autogestión devoró
a
Orenga y a todas las ilusiones del país.
El
desastre agudizaba la idea del final de una era que podía volver a
dejar el baloncesto en un lugar muy incómodo a nivel de seguimiento
en España. Muchas de aquellas cosas no han mejorado pero España,
de la mano de sus selecciones hoy es Campeona
del Mundo masculino
y Campeona
de Europa en femenino.
Y un montón de medallas más en este verano 2019. Disfrutémoslo.
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