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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Esta derecha tan nuestra

 

Aracelí Hidalgo, de 96 años, primera persona en España en recibir la vacuna contra el COVID-19



Después del año de dolor, sufrimiento y pérdida de vidas hay que ser un imbécil, un miserable y una mala persona para dedicarse a sembrar la discordia el día que comienza la vacunación contra la COVID-19. Que los que se han dedicado a poner banderas en playas, en plazas, en balcones, en correas de reloj, cinturones, tirantes, en las luces de Navidad y hasta en las putas mascarillas se quejen de que la caja que contiene la primera remesa de viales con la vacuna traiga los emblemas nacionales es tomarnos a todos por idiotas.

Es lo que tiene tener una derecha que considera el estado su cortijo y sus símbolos (bandera, himno, jefatura del estado) de su propiedad y uso exclusivo, y que por lo tanto pueden usar a su antojo para atacar al adversario, sobretodo si osa emplearlos. Es parte de la estrategia de una derecha reaccionaria y antidemocrática que antepone su supervivencia política a las buenas noticias y a la salud de todas y todos. Esto ha sido así siempre y no va a cambiar.

Que se supere la pandemia y podamos recuperar ciertas dosis de normalidad comparada a la vida pre covid para el PP, Cs y Vox no es una buena noticia. Tampoco lo fue el fin de la banda terrorista ETA y por lo tanto ya deberíamos estar prevenidos ante el funcionamiento de los fascistas. Que como sociedad superemos un escollo, incluido el más grande con el que ha tenido que topar el mundo en los últimos 80 años, no es una buena noticia para quienes consideran el gobierno y el poder de su propiedad y no aceptan el juego democrático de la alternancia ni siquiera cuando está tan encorsetado en los rigores de la democracia sometida a la economía neoliberal.

Las enseñas “sólo” le pertenecen a la derecha y ese gobierno supuestamente bolivariano, etarra y comunista no puede usarlos. Acusar de propaganda a la mera logística de un hecho histórico es a partes iguales nauseabundo e hipócrita. Lo primero porque nos demuestra -una vez más-, como entiende esta derecha tan nuestra la política: como un medio para garantizar los privilegios de una minoría que pisotea a la mayoría; y lo segundo, porque bien que callaron cuando la impresentable y absurda Ayuso llenaba de banderas mascarillas, se ausentaba de reuniones por recibir aviones o montaba una macro fiesta por el cierre del hospital de campaña en IFEMA. Denuncian propaganda los que han inaugurado un dispensador de gel en una estación de metro o los que celebraron la re apertura de la hostelería cortando una cinta a una terraza.

El asunto de la bandera en el contenedor de las vacunas nos tendría que pillar vacunados sobre esta derecha de extremo “centro” acostumbrada a manosear lo que es de todos. Desde el mismo dinero y riqueza nacional usurpada para disfrute de unos pocos en base a mordidas, comisiones, nepotismos y corrupciones. También con el aprovechamiento de los recursos naturales y patrimoniales de todos puestos al servicio de intereses de las élites aunque estas sean extranjeras. Y por supuesto hostigando a quien no piensa igual con los símbolos patrios que nos deberían identificar y unir.

Y es que en España, como decía Antonio Maestre hace unos días, “no tenemos liberales, tenemos gorrones”. Es más, yo diría que tenemos gorrones fascistas que no sólo se aprovechan del esfuerzo colectivo para parasitar el sistema, sino que además hacen ostentación de ello con altas dosis de cuñadismo y pequeñas gotas de elitismo.

Es el lastre de este país. Una clase parasitaria intrínsecamente fascista, que no cree en la democracia, pero si en los parabienes del mercado bajo un convencimiento ultraliberal. Lo mejor de cada casa vamos. Son nuestros patrioteros, que no patriotas, porque no quieren una España que avance, que sea mejor, un lugar más digno para vivir. La quieren suya en exclusividad, aunque este derruida hasta los cimientos por su continuo egoísmo y descaro. Su argumentario político es ruin y miserable y a poco que rascas ves como necesitan el dolor de la gente para sobrevivir estrujando al pueblo, oprimiendo su libertad y usurpando su riqueza.

En contra de esta tóxica visión estamos la otra mitad del estado. Incluso más puesto que ya nos han clasificado como "hijos de puta fusilables en número de 26 millones". No nos preocupan en demasía banderas, himnos o sus reyes. Nuestra patria son las y los trabajadores, el avance científico y la preservación de la Naturaleza y el patrimonio histórico y cultural. Nuestro país son los derechos y deberes que con esfuerzo de décadas y la lucha de millones se convierten en garantías. Gracias a ese esfuerzo se agranda nuestro país con leyes que han permitido el divorcio, el aborto (gran noticia que también en Argentina avanzan en este derecho que ha matado miles de mujeres pobres), el matrimonio entre personas del mismo sexo o ahora la eutanasía.

En frente, siempre ha estado esta derecha “tan nuestra” con sus emporios mediáticos, su iglesia católica, su ejército y fuerzas de seguridad. Y aún con todo esto han sido incapaces de frenar el avance social de un país que necesita respirar libertad. Nuestra lucha colectiva frena sus ansiás coercitivas.

Porque al final lo que eran sus privilegios de cuna y billetera se han trasladado como derechos de ciudadanía. Nadie los ha obligado y nos lo obligará a divorciarse. Ni a casarse con otro hombre. Ni a abortar. Y ahora tampoco se va a “matar” a un enfermo terminal. Simplemente, se le va a dar una muerte más humana, que en muchos casos (y esto lo sé de buena fuente) supone poder despedirse en paz de sus seres queridos sin un sufrimiento atroz e innecesario.

El año acaba con la aprobación de la ley de eutanasia y muerte digna con una mayoría superior a la de la moción de censura de 2018 y de la investidura del mes de enero. Y acaba con la ilusión de una vacuna, una respuesta del trabajo de millones de personas, para con la ciencia, dotarnos de una herramienta con la que superar la crisis sanitaria más grave en 100 años. Un hito de la ciencia. Un hito de la educación pública. Y un hito también de la globalización entendida, no como un fenómeno mercantil que permita el viaje de dinero de un punto a otro del globo, sino como la naturaleza de las sinergias que el conocimiento y su acceso propone el fenómeno globlalizador.

La crisis del coronavirus tensiona aún más los resortes del gobierno de coalición en el que ya tenían que convivir dos almas: Por un lado el PSOE de toda la vida. Entregado al pactismo y al modelo neoliberal. Con tecnócratas como Nadia Calviño en su gabinete buscando mantener un modelo fracasado desde 2008 y que evidentemente tiene que cambiarse. Por el otro, Unidas Podemos, con su propia ciénaga de descomposición y con Pablo Iglesias y Yolanda Díaz tratando de dar algo de dignidad a las clases trabajadoras.

La realidad es que una vez garantizados los primeros presupuestos parece hecho el camino de salvar la legislatura. Obviamente, las dificultades son enormes, ya lo eran antes de que llegará la COVID-19, pero hay terreno para ir legislando en modernizar el país (jefatura del Estado, acuerdos con la Iglesia, modelo territorial) y atacar los grandes problemas (modelo productivo, vivienda, España vaciada, machismo, cambio climático).

Aracelí de 96 años ha sido la primera persona que ha recibido la vacuna en España. Lo ha hecho en una residencia pública. Una mujer. Trabajadora. Mayor. Con escasos recursos. Frente a la especulación y la comercialización, tenemos a un gobierno, que será más o menos simpático o de nuestra onda, pero que por lo menos en este caso está garantizando que la vacuna llegue a todas y todos sin importar sus condiciones, empezando la de si son o no productivos para el sistema. Se trata de garantizar la vida.

La vacuna arranca 2021 representando lo mejor que la sociedad, el hombre y la mujer, pueden ofrecer como garantía del bien común. Por eso la derecha está crispada. Qué se les atraganten las uvas.


 

 

miércoles, 11 de febrero de 2009

Eluana Englaro (II)



Relato publicado en EL PAÍS, el martes 10 de febrero de 2009, el día después de la muerte de Eluana Englaro:

"No podemos vernos mañana, ha pasado una cosa más grande que nosotros". Así dio la noticia a este periódico Beppino Englaro, este lunes a las 20.25. La muerte de su hija Eluana acababa de ocurrir, a las 20.10 en la clínica La Quiete, de Udine.

Englaro, siempre un caballero, ha llamado por teléfono para anunciar que debía suspender una entrevista con la cadena de televisión española Cuatro que se iba a celebrar este martes en Lecco, donde el padre de Eluana tenía un juicio para quitarle la patria potestad de su hija. Estaba tranquilo, calmado. "No puedo explicar por qué, ya lo entenderás". Qué tipo, Beppino Englaro.

Su hija Eluana dejó de respirar cuando en el Senado se debatía la ley que el Gobierno había preparado para intentar salvarle la vida, o esa pantomima de vida que ella, y su familia, siempre se negaron a admitir. Sin dignidad, sin sentimientos, sin libertad. Atada a una máquina. Con la intimidad violada y la voluntad secuestrada.

Tras 17 años en estado vegetativo, y 11 de batalla legal, su espíritu indomable de libertad y el ejemplo cívico de una familia heroica estaban a punto de perecer a manos del Gobierno Berlusconi. Éste, aliándose con la jerarquía integrista de la Iglesia, y sirviéndose de invocaciones huecas a la vida y la libertad, decidió inventarse una ley Eluana. A ese golpe de escena, Eluana, que es una verdadera purasangre de la libertad, respondió con un mutis por el foro definitivo e impidió que esa norma prefabricada pasara a la historia con su nombre.

Como diciendo, ahí os quedáis. El primer ministro expresó su "profundo dolor por la muerte" de Eluana. "Es grande la amargura, porque no han dejado avanzar la acción del Gobierno para salvarla", dijo. "Nos lo han impedido".

El presidente de la República, Giorgio Napolitano, expresó su "profunda proximidad al dolor de la familia y de todos los que estaban cerca de la pobre Eluana". La mujer, según confirmó su neurólogo, Carlo Defanti, sufrió una crisis imprevista, "sobre cuya naturaleza decidirá la autopsia, que ya estaba previsto realizar".

Beppino Englaro, sereno por fuera y roto por la emoción, recordó las palabras de Eluana antes del accidente. "Siempre decía que la muerte formaba parte de la vida. No debéis preocuparos por mí, quiero estar solo, no quiero hablar con nadie, lo único que pido a mis verdaderos amigos es que no me busquen. Estoy hecho así, y espero que me respeten".

La amiga del alma de Eluana, Laura Portaluppi, dijo: "Espero que ahora esté en un sitio mejor y que esté tranquila".

Las campanas de la ciudad de Udine sonaron para anunciar la muerte de Eluana, y decenas de personas que apoyaban a su padre encendieron velas en su honor fuera de la clínica. Otros pidieron a la policía judicial que aclararan la muerte de la mujer.

El Vaticano, poniendo broche a su actuación en la historia, lanzó sospechas explícitas sobre la causa del fallecimiento la mujer a través del cardenal Javier Lozano Barragán: "Hace falta ver cómo ha muerto, si por la suspensión de la alimentación y la hidratación o por otras causas. Si la intervención humana se revela decisiva para la muerte de Eluana, seguiré afirmando que es un delito", afirmó. El cardenal Saraiva Martins, prefecto para la Congregación de la Causa de los Santos, resumió: "Ha sido un homicidio".

Lozano, presidente del Pontificio Consejo para la Sanidad, añadió que el Vaticano "recomienda rezar por ella y pide perdón al Señor por todo lo que le han hecho". "Esperamos que Dios le abra la puerta del paraíso". El cardenal, de todos modos, excluyó que pueda producirse la excomunión de los médicos que llevaron adelante el protocolo dictado por el Tribunal Supremo. "En este momento debemos tener espíritu de perdón y reconciliación, no abrir polémicas, y continuar promoviendo el respeto absoluto a la vida".

En el momento preciso en que se apagó Eluana, en el Senado hablaba el oncólogo Umberto Veronesi, especialista en testamento vital del Partido Demócrata. Pedía a los políticos que no aprobaran una ley "ilógica, irracional y emotiva" cuyo único objetivo, señaló, era "condenar a Eluana a vivir artificialmente hasta el infinito".

Fue un discurso maravilloso, el mejor homenaje posible. Habló de la libertad inviolable de las personas, de la invasión tecnológica que es capaz de producir la medicina moderna, de la "pésima información" que ha rodeado el debate sobre el fin de la vida en Italia, de la ola de emociones levantadas por el discurso de la Iglesia y el Gobierno, "víctimas del cambio de paradigma que abre a la conciencia la vida artificial".

Cuando acabó, llegó a la cámara la noticia de la agencia Ansa. El presidente, Renato Schifani, pidió un minuto de silencio. Tras la pausa se alzó una voz en las filas de la derecha: "¡Eluana no ha muerto, la han matado!". Era el vicepresidente del grupo del Pueblo de la Libertad, Gaetano Quagliariello. La asamblea derivó entonces en una bronca impresionante. La oposición insultaba a la derecha; éstos gritaban "asesinos, asesinos" a la izquierda.

Schifani apremió a los grupos a calmarse y proseguir con la iniciativa legislativa, pero la derecha ya no le encontró sentido. "Nosotros", espetó Quagliarello, "no tragamos". La líder de los senadores del Partido Demócrata (PD), Anna Finocchiaro, le replicó con voz alterada: "Siguen ustedes perpetrando el enésimo acto de vandalismo político".

Schifani levantó la sesión, y reunió a los jefes de grupos. El PD se negó a seguir adelante con la aprobación de la ley. El Gobierno propuso aplazar el debate al día siguiente para trabajar "con mayor serenidad". A pesar de que la urgencia ya no tenía sentido, la mayoría está dispuesta a aprobar la ley lo más rápido posible: "Hay que evitar que se repita un caso igual".

La muerte de Eluana despojó en realidad de todo sentido la tardía y precipitada intervención de la política, que en las últimas semanas habían enfangado la transparencia y honestidad mostrada siempre por la familia Englaro durante su larga su lucha por ver reconocida la libertad fundamental de Eluana. Y de paso hizo pedazos los falsarios argumentos de una Iglesia más implicada que nunca en la política italiana, y a la vez incapaz de ejercer la piedad cristiana con tal de conseguir su objetivo de legislar contra las suspensiones de la alimentación artificial.

Los senadores italianos, convocados de urgencia por el primer ministro, Silvio Berlusconi, habían abandonado por un día los numerosos problemas generales del país para aprobar a toda prisa una ley minúscula (apenas cinco líneas) y transitoria, de aspecto inmaculado y que tendrá un alcance devastador para la libertad de los pacientes, según la oposición.

"Esta ley es un golpe al Estado de derecho", dijo la senadora radical Emma Bonino. "Cuando uno impone lo que uno no haría a todos los demás, eso es un Estado totalitario, un Estado ético".

Según lo previsto, la ley exprés diseñada por el Gobierno y el Vaticano para bloquear la sentencia del Tribunal Supremo que autorizó a detener la alimentación a Englaro iba a ser aprobada hoy mismo por amplia mayoría. El Partido Demócrata aconsejó el "no" a sus filas, pero dejó libertad de conciencia. Los senadores radicales presentaron más de mil enmiendas al texto y tres prejuicios de inconstitucionalidad. El presidente Schifani solo aceptó 70.

Solo la muerte de Eluana detuvo la sensación de farsa. La representación de los políticos italianos fue durante todo el día una ópera bufa. A media tarde, el Gobierno se dio cuenta de que el texto de la ley estaba redactado de forma tan chapucera que condenaba no solo a todos los enfermos, sino también a sus cuidadores a ser alimentados artificialmente y contra su voluntad.

El texto decía así: "A la espera de la aprobación de una completa y orgánica disciplina legislativa en materia del fin de la vida, la alimentación y la hidratación, en cuanto formas de ayuda vital y fisiológicamente indicadas para aliviar el sufrimiento, no pueden en ningún caso ser rechazadas por los sujetos afectados ni por quien asista a sujetos que no pueden valerse por sí mismos".

Bonino explicó que la ley "condenará a todos, pero a todos, a vivir colgados de una sonda para siempre". Y añadió: "El texto ha sido sometido a un Parlamento domesticado y chantajeado por el pietismo televisivo".

La carrera contrarreloj del Gobierno y la Curia para torear a la Constitución pedaleaba de forma irreparable hacia el esperpento. Si se aprueba finalmente, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, debería promulgar la ley en la Gaceta de la República. Podría negarse a hacerlo y devolverla a las Cámaras para un nuevo examen (solo una vez, y si vuelve sin cambios debe aprobarla por fuerza), pero nadie en su sano juicio piensa en Italia que, tras tumbar el primer decreto, Napolitano vaya a ser de nuevo el héroe que salve el orden constitucional subvertido por Berlusconi en aras de "la vida y la libertad".

El secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone, llamó el sábado a Napolitano para comunicarle "el vivo aprecio" de la Curia a la aceleración dada a la ley por el Gobierno. Por supuesto, el Vaticano definió la llamada como "cortés" y explicó que Bertone aclaró que no es intención del Papa interferir en los asuntos de otros Estados. Eluana sabe la verdad.

Berlusconi y el Vaticano han protagonizado una obscena carrera contrarreloj para impedir, con la ayuda de una apresurada y forzada ley ad hoc de dudosa factura constitucional, que se cumpliera la voluntad de Eluana Englaro de que se la desconectara de la sonda que la mantenía con vida vegetativa desde hace 17 años. Tan frágil debía ser el hilo que mantenía a su cuerpo que ha bastado para que se rompiera el cese de la alimentación durante unas horas. Su muerte ha desactivado el enfrentamiento entre la familia y el jefe del Gobierno italiano, que ha enarbolado este caso como contraejemplo de sus particulares ideas o creencias sobre la vida y la muerte, con el apoyo entusiasta del Vaticano.

En esa cruzada ideológica, Berlusconi no ha tenido reparos en utilizar sus poderes de jefe del Ejecutivo para poner en riesgo al Estado de derecho, burlarse del Tribunal Supremo boicoteando su sentencia inapelable sobre el caso, y presionar y amedrentar a las clínicas y médicos dispuestos a cumplirla. Y lo que es más grave y muestra la verdadera índole moral de Il Cavaliere: se ha mostrado dispuesto a sacrificar los derechos de Eluana, que sus padres han defendido y protegido con las armas de la ley y el derecho, en el altar de una ideología y moral determinadas -las suyas y las del Vaticano-, que intenta imponer al Estado contra las leyes del Estado mismo.

Eluana Englaro cayó en el estado en que se encuentra sin hacer testamento vital escrito. Pero dejó uno verbal, del que sus padres son depositarios, al manifestarles su hija -a ellos y a amigos- que no querría vivir como vive tras el accidente de tráfico sufrido. Ese testamento ha sido avalado por el Tribunal Supremo, que verificó en un minucioso proceso la autenticidad de la voluntad testamentaria y dictaminó su conformidad con la ley.

La voluntad de Eluana sobre su forma de vivir y morir es diáfana. También lo es su adecuación a la ley. El deber de un gobernante democrático era respetar esa voluntad y la ley que la amparaba. Pero Berlusconi reaccionó sin importarle el monumental estropicio institucional que ha provocado: ha intentado forzar al jefe del Estado para que firmara un decreto ley inconstitucional; ha desafiado y deslegitimado al Tribunal Supremo; y ha forzado al Parlamento para que promulgara en unas horas una ley que respondía sólo a su particular interés: satisfacer sus ambiciones políticas, coincidentes con los deseos de dominación moral del Vaticano.

Libertad para todos, para decidir, para elegir... Que la muerte de Eluana, sus 17 años de agonía sin vida y de muerte en vida de su familia. 17 años de pleitos, de búsqueda de la elección libre, ante la hipocresía, la barbarie y salvaje anestesia mediática puesta en marcha contra el dolor de un padre... La religión, el conservadurismo, el control político y moral... La manera de luchar de Beppino Englaro es un ejemplo y una lucha que pasa y pasará a la posteridad como símbolo de libertad suprema, ganada con sudor y sangre, en un mundo de dictadura en los ideales y los deseos; y que en España deberíamos tomar ejemplo para legislar algo, que del puro hecho de no estarlo lo hace necesario.

domingo, 8 de febrero de 2009

Eluana Englaro


El 18 de enero de 1992, Eluana Jolanda Giulia Englaro, con 22 años sufría un accidente de tráfico que la dejó en permanente e irreversible estado vegetativo. Desde ese día con el dolor clavado en su pecho, su padre Benippo Englaro, , comenzó una carrera contra todos los estamentos italianos para tratar de conseguir la desconexión de su hija, ya que, según él, "habría expresado claramente el deseo de morir en caso de sufir un accidente que la dejara en coma o en estado vegetativo". Pero pronto las trabas aparecieron ante la ausencia de un testamento vital, que corroborará la versión patriarcal y permitiera el descanso de su hija. Durante 13 años el proceso judicia y legislativo que permitierá la muerte digna de Eluana estuvo parado hasta que en 2005 se admitió a trámite la causa, obteniendo sentencia firme por parte del Tribunal Supremo Italiano en julio de 2008, momento desde entonces, las voces de los derechos pro-vida o de la Iglesia católica se han levantado en armas para parar el proceso y seguir alargando el cautiverio en vida de Eluana y de su familia, condenados por siempre al sufrimiento.

El pasado martés Eluana fue trasladada a un hospital privado de Udine en el que podía´n serle desactivadas las máquinas que permiten la hidratación y el alimento que recibe la paciente, en un "reallity" retransmitido en directo por el emporio períodistico y propagandístico de Berlusconi, que "sorprendente" se ha puesto del lado católico. Manifestantes pro-vida intentaban parar la ambulancia a gritos de "Eluana despierta", gritos tan vacíos, tan amorales y tan tardíos, porque seguro que su padre los lleva gritando 17 años, y que la hoquedad mental de estos intentan robar. Todo ello mientras las altas esferas del gobierno fascista y conservador y el Vaticano afilaban armas y contra-atacaban a suerte de abrazar la ilegalidad y saltarse la constitución en un último acto de posicionamiento político arcaico y brutal. Berlusconi, ese personaje dictatorial de la Italia de los últimos 20 años, "reconocido" págano, mujeriego, adúltero, mundano y acumulador de riquezas sin fin es la punta de lanza de esta batalla de la Iglesia contra la libertad individual y la felicidad personal. "Il Cavalieri" movió parlamento y senado a su antojo para sacar una ley ilegal, contraria a una sentencia en firme del Tribunal Supremo (donde su grupo perdió la mayoría por la muerte de un juez de 92 años) y por lo tanto inconstitucional, que evitará la muerte de Eluana. Esto le pasaba el marrón al presidente de la República Napolitano, a quien ya desde el emporio mediático, Berlusconi, había tildado de masón, comunista y que desilusionaria al Vaticano. Napolitano recordó sus viejos tiempos, y se negó a firmar el decreto, tachándolo de insconstitucional y permitiendo la continuación del proceso.

Eluana en estos momentos ya esta en la clínica Quotte de Udine donde un grupo de médicos voluntarios han procedido a retirar su conexión vital a las máquinas, en acto mismo de barbarie, en nada calificativo de muerte digna, ya que el proceso no culminará hasta dentro aproximadamente de 3 semanas. 21 días más en los que Eluana agonizará en la cama que le ha retenido la mitad de su vida, y toda su vida adulta, por tan simplemente no firmar un documento, que hubiera garantizado el respeto a su decisión última y a su vida y muerte. Sin duda estas tres semanas latran la voluntad y el hecho mismo de muerte digna, pero más lo hacen los 17 años que lleva padeciendo, muerta en vida, Eluana. Ahora que ya casi no queda un resquicio de esa muerta digna, siguen azotando el nacional-catolicismo los deseos y libertades individuales.

Sin duda este es el caso más extremo de posible eutanasía. No existe reflejo ni prueba argumental de la voluntad de Eluana, ni antes, ni por supuesto, después del accidente, más allá del testimonio del padre, quien no puedo imaginar el dolor que lleva sufriendo 17 años sin una hija y atado a una cama para no poder olvidar. En otros casos como los de Ramón Sampedro o el adolescente francés, Vincent Humbert, que envió una misiva a Chirac para poderle ser aplicada la eutanasia. Aquí ya no sólo es necesaria una persona que suministre personalmente el véneno o el método de muerte al paciente sino que tiene que haber el valor, humano y jurídico, para tomar la decisión.

Sin duda en todos los países hace falta y mucha, legislar esta cuestión, pero siempre se encuentra con el fervor y el fanatismo religioso y católico y el de sus huestes, ya sean vociferos mediáticos y neo-cons. El testamento vital cuesta unos 16 o 18 euros, dependiendo autonomía, por los formularios necesarios y unos entre 50 o 70 que nos cobrará el notario para dejar constancia en documento público. Aún así no están garantizadas nuestras decisiones sobre el último momento, ya que se trata de un fenómeno alegal, en el que no hay constancia legislativa y que puede alargarse indefinidamente, con recursos de los médicos o asociaciones pro-vida, e incluso con el tampoco legislado en España, derecho a la objección de conciencia. Aún así, no cabe duda, de que es una buena inversión porque nunca se sabe como acabaremos, pero si que tengo claro como no quiero acabar. La muerte digna, en un momento en el que los cuidados paliativos están en su máximo auge es imprescindible. Pero con los casos ya sucedidos el rastro de esa muerte digna, es difusa y se pierde, hasta que no exista la libertad, total e impersonal, sobre el primer y último aspecto de la existencia humana. La vida y la muerte, y como actuar ante ellas, con el simple alimento de nuestra razón, con la mínima contaminación de morales y conductas externas, y siempre salvaguardada de la intromisión en la intimidad propia, de agentes externos que se inmiscuyen en aspectos que claramente no le competen, como es la propia libertad de cada uno.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...