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viernes, 16 de noviembre de 2018

Filosofía como esencia de la vida


Bustos de Socrates y Locke en la Biblioteca del Trinity Collegue de Dublín


Hoy viernes 16 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Filosofía. Llega en pleno debate sobre su restitución como enseñanza humanística troncal, dotándola para ello de poder -que inevitablemente pasa por la importancia de su nota- en las enseñanzas medias. El Gobierno de Pedro Sánchez trabaja ya en “su” reforma educativa, y lo hace para reescribir la reaccionaria y medieval propuesta de Wert que encontró unidos a profesores, alumnos, padres y defensores de la educación pública en su repulsa.
Así se vuelve a poner de moda el mantra de si es útil y merece la pena enseñar y practicar la filosofía (sin embargo, tenemos que aceptar la sobre dimensión de la enseñanza religiosa -católica- por encima de la filosófica, y pagada con los impuestos de todos).
En la medida en qué nos preguntamos sobre nuestra vida, sobre su esencia y trascendencia; sobre la muerte, sobre la sociedad, la historia, el mundo; la política, por el futuro, la educación; sobre la verdad y la mentira. Sobre el porvenir; la desigualdad, la injusticia; la subsistencia del planeta y de sus habitantes; sobre la moral y la ética... en la medida en que hacemos todas esas preguntas, sin sujetarnos a dogmas, y desarrolladas por nosotros mismos, hacemos filosofía. Al buscar esas respuestas -aunque no las consigamos- obtenemos filosofía.
La filosofía por lo tanto es inevitable porque ante cualquier duda que nuestra existencia plantea es allí donde acabamos. Es la herramienta primera para componer nuestra personalidad y conocernos. Y es el eslabón que conecta todo el saber, desde las ciencias a las letras, de los conocimientos técnicos y tecnológicos hasta las humanidades. Y de la teoría y la práctica. Y por supuesto y de manera muy importante como vehículo del lenguaje para hacerlo accesible, inclusivo y patrimonio eterno de la humanidad.
Ante un mundo cambiante, vertiginoso y presidido por la incertidumbre y el individualismo, no caben más salidas que practicar la filosofía como análisis de causas y consecuencias y como plan de alternativa por un futuro donde la dignidad y la vida se impongan.
Hoy, ahora tenemos un mundo y una vidas desorganizadas, cayendo, junto a todos los derechos y conquistas sociales que considerábamos seguras desapareciendo, al igual que el medio ambiente y el patrimonio de todos -los que estamos aquí pero también las generaciones pasadas y futuras-, en la ola del capitalismo más desaforado, un neoliberalismo amoral y suicida que ha traído de vuelta los viejos fantasmas del pasado: El fascismo.
Como ya adelantó Noam Chomsky en los años 70, “El fascismo es el último recurso de las clases dirigentes cuando ya no pueden mantener de otra forma sus privilegios”. La reacción del poder, de la oligarquía, que lleva dominando el mundo desde que es mundo (desde que somos conscientes de que existimos y nos organizamos para regular nuestra existencia) a las revoluciones que trataban de salvar la poca dignidad, libertad y expectativas de futuro hundidas con la estafa, llamada crisis, de las élites financieras corruptas.
Por eso ahora, debemos de tener a la filosofía como faro y guía de nuestras vidas, y consecuentemente, no puede más que ser importante en la educación de todas y todos. No como una retahíla de autores, ideas o libros que cumplen un curriculum, sino como esencia de nuestro pensamiento, fundamental para crear por sí mismo, enseñándonos y aprendiendo a pensar, estableciendo la duda como pasaporte a la creación de nuevas ideas y pensamientos críticos que vengan a solucionar los viejos problemas.
La filosofía es una práctica de vida que nos dice cómo vivir, pensar o actuar, analizando para entender y luego decidir. La esencia de la filosofía es el análisis conceptual y la deliberación. Es un ejercicio de reflexión, privada y pública, que tiene un efecto transformador sobre las opiniones, las actitudes y las leyes. Precisamente, la dimensión pública de la filosofía favorece la participación y la “inter-disciplinariedad”, a través de la divulgación, la información y la transparencia.
El arte de preguntar es la filosofía y su desarrollo contribuye decisivamente a la creación de ciudadanos libres con conciencia crítica, con opinión propia sometida a la razón que también analiza las opiniones de los demás, empezando por la del orden establecido. Así se crea la libertad de pensamiento frente a los dogmas, prejuicios y corsés impuestos por las estructuras opresores de poder.
Por todo ello es fácil entender porque la derecha reaccionaria y fascista trata continuamente desde el principio de los tiempos aparcarla, quitarle importancia y olvidarla, cuando no prohibirla y perseguirla. Frente a su beligerancia ante el pensamiento crítico y razonado, nosotros como sociedad, nos ponemos junto a filósofos, pensadores, docentes y pedagogos que saben de la importancia de la vitalidad de la filosofía y su inclusión en la educación de todas y todos, más si cabe, dentro de la enseñanza pública.
Más vital si cabe defenderla en un contexto de inseguridad (personal, social, jurídica, vital, medio ambiental, laboral,...) tan grande como el que tenemos. Hacerlo sin concesiones, adecuándola a espacios, escenarios y audiencias. Involucrando a las mujeres como parte activa (imprescindible incluir a autoras y sus luchas en los curriculums y en ayudar a las mujeres a desarrollar su propia actitud filosófica) y defendiendo el humor y la libertad de expresión ante los ataques del pensamiento único.
Un día como hoy, es perfecto para animarnos a todos a practicar el ejercicio de filosofar, y recordar su importancia primero como arma de empoderamiento de los seres humanos, desde su individualidad, hasta su comunidad y hacia la sociedad; y también como patrimonio inmaterial, esencial, de la vida.


 

Intervención de Fernán Vello defendiendo la asignatura de filosofía en el pleno del Congreso (21 de junio de 2017)



miércoles, 12 de julio de 2017

Must show go on?

Se que dando mi opinión sobre este tema voy a causar polémica y debate. También soy consciente que lo voy a escribir y voy a expresar se puede volver en mi contra en un futuro, con otro desgraciado accidente o atentado y ser yo y mis acompañantes, los que nos quedemos sin un concierto, un festival o un evento cualquiera. De hecho ya me ha ocurrido. Mi pareja y yo nos quedamos sin ver en 2015 a Foo Fighters en Barcelona, cuando estos suspendieron su gira tras el atentado en la sala Bataclan de Paris en noviembre de 2015 cuando tocaban los que iban a ser sus teloneros Eagles of the Death Metal.
Aquella vez tras lamentarnos y fastidiarnos, y porque no decirlo lanzar ciertas maldiciones, nuestra frustración se torno en cierta comprensión, debido a que entendíamos lo difícil que tiene que resultar seguir con tu trabajo, tu día a día o con el espectáculo cuando ocurren hechos tan desgraciados y lamentables.
La decisión de Foo Fighters creo fue pausada y con plazos suficientes para hacer efectivas devoluciones y cambios. Sin embargo, lo que ocurrió el viernes necesitaba de una respuesta directa y sin fisuras.


Se llamaba Pedro Aunión y era actor, bailarín y coreógrafo. Era artista. Era un trabajador. Era una persona. El viernes, durante una actuación en el festival MadCool, se precipitó al vacío desde una altura de 30 metros perdiendo la vida delante de miles de personas. Ante un suceso como este, ¿se puede decir eso de la vida sigue? ¿vale apelar al espectáculo debe continuar? O es necesario hacer un alto en el camino, en la agenda, parar la vorágine de nuestros días para reflexionar y rendir homenaje tranquilo, sincero y sentido a quien ha abandonado este mundo.
La realidad fue una vez más cruel, cuando Pedro Aunión, actuando, trabajando, se precipitaba al vacío y era atendido por los servicios de emergencia para al final fallecer delante de miles de espectadores. Pero esa realidad cruel se convirtió además en miserable cuando la dirección del festival decidió continuar como si nada hubiera pasado.
Para justificarse han lanzado un comunicado informando que fue la policía quien aconsejó ante la posible emergencia de disturbios y altercados que continuará la programación tras el fatal accidente. A su vez, Green Day quien era el grupo que a continuación actuó, ha lanzado su comunicado indicando que no fue informado de lo sucedido, y que de haberlo sabido, y por respeto al artista fallecido, habría cancelado su actuación.
Desde luego leyendo algunas de las reacciones en Twitter de algunos “anónimos” que tengo el criterio de no seguir cuando el nombre de Pedro Aunión o “Mad Cool” se convirtieron en trending topics, está más que justificada la posición expresada por la policía y las fuerzas de seguridad, ya que la sintonía general era el “Show must to go on”, o “yo he venido aquí a ver a Green Day”, o el resignado “que se la va hacer, la vida sigue”, algunos de ellos sin ni siquiera lamentarse de tal lamentable hecho luctuoso.


Así me pasa que cada vez me siento más fuera de esta sociedad. Más desubicado. Des contextualizado, me creo incluso, atemporal. Vivimos en un mundo y bajo un sistema en el que el goce y el disfrute máximo e individual es lo más importante por encima de cualquier otra consideración, sea ética o moral. Ese disfrute viene asociado a una sobre exposición y explotación en las redes sociales donde hoy en día se busca la aceptación y el inflado del ego, por las reacciones viscerales de quienes ni siquiera, en la mayoría de los casos, conocemos. Una suerte de prolongación de la adolescencia a través del ordenador y la pantalla del móvil en el que a través de esas redes sociales conseguimos un retrato muy amplio del sentir y del opinar de la mayoría de la sociedad o en escalado de un público determinado. Y a veces, esas opiniones o reacciones nos sorprenden, nos intimidan, atemorizan e incluso apesadumbran.
Es evidente que estamos desnaturalizados ante la muerte. No sabemos enfrentarnos a ella, y el proceso de insensibilización al que nos ha sometido la cultura pop no ayuda, ya que percibimos sin más la muerte y el sufrimiento ajenos (de alguien que no conocemos o no tratamos) sin tener ni la más mínima capacidad, ni el más nimio interés en empatizar, para poder así respetar y preservar la memoria de quien muere.
Si no lo hacemos cuando alguien delante de nuestros ojos cae desde 30 metros y fallece tras agonizar en el suelo en el que se ha estrellado, cómo hacerlo con los miles de millones que por azar de haber nacido en un lugar concreto, nuestro sistema consumista les otorga el papel de prescindibles.


Está claro que en el mundo del arte, del escenario, existe un mantra, una especie de subgestión colectiva que se expresa en ese “el espectáculo debe continuar”. No acabo de entender como alguien es capaz de salir a actuar después de que haya fallecido un ser querido o este en una situación penosa. Me parece que aquel que trabaje de cara a la audiencia desarrollando un evento artístico o cultural y por lo tanto intelectual, no está en sus mejores momentos para ofrecer todo lo que puede dar, pero sobretodo, se debe respeto a si mismo y a su luto e intimidad.
Aunque no comparto esta servidumbre que parece ya propia de la profesión y del hecho artístico, me parece repugnante e inmoral que se haya instalado en nuestra mente y por ende en la sociedad el “la vida sigue” como bálsamo y escape inmediato ante un accidente tan escalofriante, una tragedia tan pavorosa, un atentado o una catástrofe humanitaria.
En la vorágine informativa que se adhiere a nuestras rutinas diarias (trabajo y/o estudios, vida familiar, aficiones, descanso, etc.) pasamos con un mensaje de consternación y solidaridad en las redes sociales, y al menos yo, con algunos minutos reflexionando a las cifras de muertos, desaparecidos y víctimas que nos proponen los medios, o que si somos más avezados y concienciados buscamos nosotros mismos.
Un incendio forestal en Portugal; un fuego que devora una torre de viviendas en Londres; otro atentando en Europa; Guerra y violencia en Oriente Próximo; hambre y emergencia sanitaria en el Cuerno de África; inmigrantes ahogados en el Mediterráneo… son algunas de las tragedias que recientemente nos han asaltado y sobre las que ya no nos acordamos. Y cómo lo vamos a hacer si “somos” capaces de seguir bailando cuando una persona ha muerto delante de nuestras narices.
Nos, QUÉ DIGO, a algunos les parece bien que salga un tipo disfrazado de conejo a hacer el imbécil mientras alguien que estaba trabajando se debatía entre la vida y la muerte. Mientras otros luchaban por salvarle.
Escribo entre apesadumbrado e indignado. Incapaz de comprender como hay alguien capaz de poner la vida humana en un segundo lugar. Me da igual lo que pongamos en primer orden: el capital, la ideología, la fiesta, la seguridad, el negocio. Cuando la vida, y las condiciones de la misma, no están en el primer lugar de las preocupaciones y de el más básico concepto de dignidad, deberíamos replantearnos seriamente la sociedad que “estamos construyendo”.
Qué ética, qué moral estamos usando si somos incapaces de tener la más mínima empatía para con quien ha muerto trágicamente. Qué mundo es éste el que hemos construido, y por primera vez en la historia, y gracias al uso de la tecnología, también han participado los jóvenes dando Me Gustas y compartiendo opiniones.
Sólo decir que cada día me siento más fuera de este sistema y más convencido de que es la decisión correcta. Y por último trasladar mi más sentido pésame a la familia y seres queridos de Pedro Aunión, y a la de todas y todos aquellos, anónimos, que mueren y sufren accidentes mientras desarrollan su trabajo.


domingo, 26 de febrero de 2012

El peor error de la historia de la humanidad




Hace unos días a través de menéame llegue a un artículo de euribor.com titulado El peor error de la historia en el que hacían referencia a un ensayo de 1987 de Jared Diamond (The Worst mistake in the History of the Human Race) en el que estudiando las condiciones de vida de los omínidos de hace 10.000 años llegaba a la conclusión de que en aquella época prehistórica, cuando el ser humano, o mejor dicho los homínidos antecesores, vivían como nómadas dedicándose a la caza y la recolección disfrutaban de más horas de tiempo libre, puesto que únicamente dedican entre 12 y 19 horas a la semana para tales menesteres.

Evidentemente, no tenían ni twitter, ni televisión, ni fútbol para perder el tiempo, y parece ser que su tiempo de ocio era totalmente dedicado al uso y disfrute del cuerpo humano. Es decir, al sexo. No cabe duda de que en aquella época, con los códigos de comunicación y sin situación social, puesto que no existía una sociedad en su versión moderna, se follaba mucho más.

Pero lo más destacable del ensayo de Jared Diamond es lo que él titulaba como "El mayor error en la historia de la humanidad". Y ese error fue la agricultura. El hecho de que hace 10.000 años los humanos comenzaran a utilizar herramientas y su inteligencia y observación para la producción de alimentos supuso un terrible atraso. La gente se establecía en un lugar para mantener sus cultivos, lo que además le llevaba a emplear más horas en el tajo, incluyendo el cuidado de las tierras ante posibles hurtos e inclemencias climatológicas. Esto, pese a que pueda parecer lo contrario fue malo para su salud ya que les llevó a una dieta menos variada (la estatura media disminuyó casi 20cm, y cayó la esperanza de vida de unos 65 años a apenas 40), trajo enfermedades epidémicas y lo que es peor, creó una división de clases ya que a diferencia de la caza, la agricultura permitía conservar los alimentos por mucho tiempo, o lo que es lo mismo, pemitió el ahorro o lo que es lo mismo, ricos y pobres. En pocas palabras, Diamond postula, que convertirse en especies basadas en la agricultura fue «el peor error de la historia de la humanidad» que con diversos altibajos en la historia nos ha llevado a trabajar cada vez más.

Y luego la historia de la economía y la sociedad mundial ya la conocemos. Hoy en día la gente, en occidente, trabaja entorno a 40 horas semanales, y la realidad es que todos acabamos inmersos en un circulo vicioso de trabajo y consumismo. Viven para trabajar, trabajan para ganar dinero y ganan dinero para comprar cosas. En esa ecuación falta un hecho importante que los investigadores han descubierto acerca de la mayoría del consumo material de las sociedades ricas: la mayor parte del placer y satisfacción que obtenemos al comprar es temporal, efímera y principalmente solo relativa a aquellos que nos rodean (que se esfuerzan por consumir aún más en una espiral sin fin).

Todo ello lejos de la profecía de John Maynard Keynes quien en los años 30 auguraba que para estos momentos los ciudadanos trabajarían unas 3 horas diarias, y tendrían el resto de la jornada para vivir y autorealizarse, generando una sociedad mucho más rica, culta y perfecta que tendería inequívocamente a ir finiquitando las injusticias y desigualdades sociales. Por distintos avatares, y en última y rabiosa estancia la crisis, lo cierto es que no sólo ha habido una disminución en las horas semanales de trabajo a menos de 30 semanales, sino que hoy en día, ajusticiados por la teoría del miedo (Doctrina del Kaos) la población permite el aumento de horas de trabajo a cambio de sueldos más bajos y peores condiciones de vida.

Reflexionándo con lógica, cualquiera es capaz de considerar la semana de 21 horas esencial para ello por dos razones: redistribuiría el trabajo remunerado, ofreciendo la esperanza de una sociedad más equitativa (ahora hay demasiados con exceso de trabajo o desempleados) y al mismo tiempo, nos permitiría disponer de tiempo para aquellas cosas importantes para nosotros pero para las que rara vez contamos con tiempo para hacerlas bien, como cuidar de nuestra familia, viajar, leer o seguir aprendiendo. Por supuesto, manteniendo salarios y condiciones de vida y laborales previas al desmembramiento del bienestar social que está llevando a cabo el neoliberalismo con la excusa de la salida de la crisis.

Incluso cabría decir que esta reducción de la jornada laboral, en todo el mundo, sería la condición más justa y necesaria para evitar el descalabro social, sin cargarse el planeta, puesto que tal objetivo implicaría aumentar 6 veces el PIB mundial, lo que llevado a cabo con los actuales modelos productivos, basados en la injusticia y la especulación, no sólo aumentarían las desigualdades sociales, sino que además acabarían con todos los recursos del planeta.

Evidentemente, la profecía de Keynes ha sido errónea (se han ocupado, muy bien de aquí así lo fuera), más en el propio hecho, que en el sentido del planteamiento, puesto que la evolución de la sociedad pasa inexorablemente por una mejor utilización de los recursos, entre ellos el tiempo, y su uso para mejorar el mundo en el que vivimos, sin pretensiones económicas, pero con trascendencia.

Seguramente no hacía falta una reforma laboral. Sino más bien, una reforma mental. Un cambio en la manera de pensar de una sociedad consumista, anquilosada en la apariencia y la zafiedad y que teje hoy en día, sus relaciones con sus iguales en base al interés, la avaricia y una demostración impúdica y perversa de superioridad económica ante la falta de moral.

jueves, 12 de enero de 2012

En la ausencia



En algunas ocasiones ya he hablado de esto. El porque ponerse a escribir... el porque publicarlo... el porque de no hacerlo o de no encontrar esas ganas.

Alguno o alguna de los que caiga por aquí, con cierta periocidad, habra advertido que he estado ausente de mi pequeño rincón en la blogosfera. No ha sido por falta de tiempo y si de ganas. Parte de esa merma de ganas ha venido porque necesitaba un descanso para ordenar ideas, ante un año el 2011, plagado de experiencias nuevas, trascendentes y enriquecedoras, y ante otro año, el 2012, que se presenta igual de convulso e interesante en lo social; intentaremos que divertido y vital en lo personal.

La otra parte de la ausencia de ganas ha venido más que nada porque estas semanas, últimas del año y primera del de en curso, han sido de lo más movidas. Nada especial. No por en si mismo, sino por su cotidianiedad, pero como entre comer, trabajar, entrenar cuerpo y mente, y vivir situaciones que uno jamás quiere vivir, ha de quedar tiempo para el esparcimiento y para dormir, no he encontrado el momento para escribir y publicar, aunque ni faltan temas, ni como ya he dicho ganas.

Aclarado esto, damos entrada a un nuevo año "blogueril" en el que ya anticipo va a haber mucho que escribir, pero también mucho que hacer. Saludos y feliz año a todos y a todas...

ANOCHE PASÉ FRÍO

Anoche pasé frío, y me desenamoré un poco.
Anoche pasé frío y fui poeta.
Anoche mientras mi carne se helaba
y mi alma en mi cuerpo se escondía,
vi, como mi amor para ti,
era un juguete ya pasado de moda
que ya nada valía.

Cualquier amanecer echarán
al viejo juguete de mi amor a un carro de basura
y, alejándose en la amarga soledad,
oirá al carretero dar palos a su mula,
que todo se lo da por un poco de paja
y a veces podridas uvas.

Y estaré allí donde ya nada vale nada
hasta que algún día una dulce melodía
de bisoños y alegres mirada y sonrisa,
limpie con su atención
la suciedad que la sociedad pegó a mi alma.
Y volveré a ser un juguete reluciente de amor y de alegría.

Qué importa que me engañes y luego me sonrías.
Que importa ser poeta o ser basura.
Anoche pasé frío en el cuerpo y en el alma.
Anoche pasé frío y quedo mi libertad de amor... helada.


jueves, 27 de octubre de 2011

La vida es cambio



Hace un tiempo escuche o leí, no recuerdo bien que "El destino es una creación humana para acomodar sus acciones en lo incierto y no en lo verdadero". Lo que si recuerdo, es que me hizo reflexionar, en como somos nosotros mismos y no consecuencias o elementos de teorías y personajes conspiranóicos los que nos llevan por un camino u otro. Y el anterior video de Emilio Duró confirma esa idea, puesto que es la positividad, el optimismo, la busca y el transcurso de la felicidad lo que nos llega a hacernos, efectivamente, felices.


La vida es cambio, tal y como  todo cuanto nos caracteriza es movimiento, dinamica celestial de cuerpos solapados en el espacio-tiempo, plano de emociones en el que quedamos definidos por variables subyacentes  mas alla de nuestro entender.

Cualquier nueva situacion es una nueva puerta que se abre al entendimiento, un dominio a ser conquistado por nuestro inquieto intelecto. Ansiosos, de manera primitiva, en pro de una seguridad basada en el conocimiento y la sabiduria otorgada por la rutina. Asi caminamos, asi avanzamos estadios de desarrollo como sociedad.

La tan populosa reverencia a la innovacion o la mejora de los procesos de produccion no deja de ser una mera simplicidad y extension de lo que nuestra especie, de manera innata, ha venido desarrollando durante siglos, esto es, fragmentacion, especializacion y adaptabilidad al entorno. Aunque lamentablemente esta flexibilidad de adaptacion haya llevado a deteriorar el medio natural que nos da refugio y que configura nuestro ecosistema vital.

La naturaleza parece configurarse como un continuo flujo de incesante armonia, procesos independientes que se interrelacionan para generar la mas bella de las anomalias, nuestra propia vida humana. Sin embargo, el milagro que se esconde detras de cada infima proporcion de universo que nos rodea es una continua fuga de energia. A un nivel mas humano, pudieramos simplificar la interaccion entre individuos como un aluvion de emociones, sentimientos de todo tipo que configura el caracter y el comportamiento de unos u otros, todos unidos por un lazo vital de principio y fin.

En ocasiones he escrito algun que otro texto sobre la dinamica que se cierne sobre nuestras vidas cuando, por cada etapa de nuestra vida, puede asociarse un determinado numero de personas. Amigos, relaciones sentimentales, conocidos, etc, etc… un continuo ir y venir de personas, una continua fluidez de apariciones y huidas sin rastro, un desapego de costumbres y, sobre todo, habitos, que configuran relaciones y que termina por enraizar sentimientos y vinculos fraternales.

La vida nos presenta incertidumbres, cambios, antecedentes, miedos y temores, esperanza y muchos otros sentimientos que nos hacen luchar o rendirnos hacia un destino, una quimera sin retorno. Para que la vida transcurra y se produzca un encuentro con el destino hay que exponerse a la realidad. Exponerse a la realidad es dejar que te ocurran las cosas tal cual van sucediendo, no quedándote de brazos cruzados, sino provocando encuentros, desencuentros, acelerando o ralentizando procesos.

¿Pero qué es el destino? ¿Existe el destino? Sólo por nacer en una familia y no en otra, nacer hombre o nacer mujer, nacer en un país y no en otro, el destino ya ha jugado un papel en nosotros. Hay que saber vivir eso que nos toca antes de nacer. Como también hay que saber enfrentarse, más bien prepararse, para el único destino cierto, la muerte.

Respecto al destino en el transcurso de la vida, y no ya sobre las condiciones en que venimos a la vida, el destino es lo que nuestro deseo marca. Y para no sufrir hay que seguirlo, sin que pensamientos o dudas nos alejen de él. Encontrarse con el destino quiere decir realizar lo que los deseos indican. Y para realizar los deseos hay que jugársela.

Las enfermedades, las guerras o las catástrofes son obstáculos de la vida que no hay que confundir con el destino, aunque sería cuestionable también su vinculación con el deseo. Este tipo de situaciones hay que saber afrontarlas, porque por ejemplo no todos los enfermos de cáncer lo viven igual, ni todos los que sufren desgracias las padecen del mismo modo. Estas adversidades no deben servir para apartarnos de nuestro destino, al cual podemos llamar deseo, sea éste cual sea (ser profesor, formar una familia, publicar un libro…) Porque hay personas, que sabiendo su deseo, se rinden al primer contratiempo o simplemente deciden no trabajar para su deseo.

El destino, pues, se puede dirigir. O más bien, en esta vida hay que tener claro lo que se quiere, y en la medida que se vuelca el interés y el esfuerzo en ese objetivo, se tiene ahí el encuentro con el destino. Todo se construye. Es decir, el destino entendido como producto de un trabajo. Un destino que sólo se puede saber conforme vamos haciendo cosas y tomando una u otra actitud.

Cambio es estar vivo, vivir es someterse al cambio. Nunca habra perdida real que nos mantenga con vida, solo ganancia, experiencia vital, desarraigo o fortuna, siempre un porvenir del que aprender.

Cualquier cambio es un avance, porque dos situaciones jamas seran similares y, por tanto, nunca podran ser juzgadas como mejoria o empeoramiento. Cada situacion se basa en una serie de condicionantes que lo definen.

Pero la vida, la vida es maravillosa, lo mas bello y enérgico, lo único que nos pertenece. Solo de pensar en ello deberiamos explotar de extasis, sonyar con recorrer la galaxia, conocer cada rinconcito de este mundo, hablar con cada persona de este globo, buenas, malas, alegres, tristes… porque venimos a aprender, tanto de unos como de otros, porque todas las personas y todas las situaciones son parte de un mismo ser, porque entre todos conformamos una verdadera identidad que nos define y modela como esperanza de progreso y bienestar conjunto.

La vida es genesis si, y solo si, lo plasmamos en la manera en que respiramos, si damos ejemplos de ética y coherencia con cada uno de nuestros pasos.

La vida es cambio y cada cambio es una oportunidad para crecer como persona.
 
Es curioso que llegue a esta conclusión en este momento. Momento en el que aunque activo, el cambio no es tal. Es decir, mantengo mi mente y cuerpo ocupada. Tengo ante mí nuevos retos, situaciones y acciones que me apasionan, animan y aumentan la ilusión por un mundo mejor. Por un cambio en si mismo.

Tengo los cambios en el curro. Un sinfin de proyectos, ideas, mejoras y aspectos a mejorar, pulir o simplemente a realizar. Aunque uno pase por momentos de agobio y desazón, es sin duda mucho más sana esta situación de cosas y muchas por hacer, que no de estar mirando como se caen las paredes. Milímetro a milímetro. Además mantengo sueños, lecturas, ganas de hacer más cosas. Y es que es bueno estar ocupado, pero no preocupado.

En el gimnasio y seguir entrenando, el cambio pasa por montar una nueva tabla o rutina. Más lecturas, series y pelis. Disfrutar del deporte, de mi hermano, de los ya pocos amigos y amigas que quedan, de los cuerpos y ganas de las chicas que se acercan... Pero la realidad, de todo esto, no es en que ocupo mi tiempo y mi mente, sino en que me encuentro feliz, contento con lo que hago y muy importante, cómo lo hago, y por eso, se puede llegar a conseguir cierta trascendencia, es decir, que una vida valga para algo.

lunes, 11 de julio de 2011

Transición

No es la primera vez e imagino que no será la última. No tiene porque ser malo, ni tampoco bueno. Son momentos de sosiego, de conocerse a uno mismo a través de la reflexión y la experiencia. Los réditos y débitos que uno ha ido dejando por el camino de la vida y que en definitiva, te pueden dejar vacío o satisfecho.

Yo ahora me encuentro en transición. Miro el panel de las vacaciones en la empresa y veo todos los días por escoger. Salvo una semana allá por octubre y que posiblemente deje para hacer sólo un viaje que me haga recordar caminos que acabarán en la sana soledad buscada por uno mismo, para encontrarse, resetear y volver a empezar.

No sé si coger algún día o semana y si lo hago es por hacer gasto, por quizás no tener que currar con este calor. No hay muchas espectativas, tampoco muchas ganas, y seguro que menos dinero, pero aún así no me encuentro mal, ni desganado, pesimista, ni abocado. Todo lo contrario. Estoy pletórico, me siento muy bien, contento y con mucho ánimo para seguir cubriendo etapas, cumpliendo sueños, luchando por edificar una vida, por seguir sintiéndome igual y mejorando.

Parece una situación extraña, contradictoria. Pero la verdad es que me encuentro a gusto. Disfruto del trabajo, donde evolucionamos y luchamos por mejorar y también sobrevivir, cada día. Entreno bien, para mantenerme en forma, y liberalizar la mente. Cuanto tiempo llevaba yo indignado, cabreado por como se esta yendo al garete el mundo, y ahora me encuentro movilizado tomando partido, siendo uno más, y poniendo mi granito de arena para intentar cambiar esta basura de mundo que vamos a acabar dando en herencia a nuestros hijos. Aprovecho para conocerme y conocer a otros, disfrutar de las pequeñas cosas. Un día en la piscina, una tarde de tapas, una conversación con una vieja amiga, lecturas, series por internet, alguna película o jugar y distraerme, quizás no parar de luchar.

También está ella, o estás tú. Con el dolor que me agota vigente, con resignación y con decepción, pero con mucho orgullo. Mucha fuerza por todo por cómo lo hice, que senti y el valor que le empeñe. Mucha de mi paz y felicidad actual viene del hecho de sentirme orgulloso por como funcione, por tener las ganas y fuerzas para luchar y no amilanarme, por emplear mi empeño en ti hasta las últimas consecuencias y por querer dejar el mejor recuerdo, el que merecíamos, en mi memoria, ese que a veces el muy cabrón me hace caer alguna lagrima. Pero son las cosas de la vida y del amor, las etapas que uno va cumpliendo.

Este es mi momento. Esto es ahora. Me encuentro bien y en una especie de momento vallado y parado, pero que me mantiene vivo, atento y alimentando mis todavía pendientes muchos sueños.

sábado, 5 de febrero de 2011

El motor de los cambios

¡Qué año!. Esa exclamación fue lo único que pasaba por su cabeza mientras apuraba la última uva que aquella noche ponía fin al año. Ni tan siquiera imagino repetirlo, ampliarlo o volverse a ver pensar lo mismo, un año después, pero por experiencias distintas. Ya con veinte y muchos sabía que la vida no acostumbra a clonar sus vivencias, y una vez pasados, más que en momentos esporádicos no tienden a repetirse los momentos que solemos calificar como inolvidables. Más aún brindó con sus padres y con su hermano; escribió un par de mensajes a esas personas especiales para felicitarles por poder sumar uno al último digito del calendario, y agarró las llaves del coche, su ya desgastada chaqueta negra y se esfumó por la puerta hacia la calle. Cincuenta euros tenían la culpa y eran la excusa para emborrachar la conciencia.

A muchos kilómetros el ambiente era algo diferente. Casi recién cumplidos los veintitrés años, “la niña de la casa” sonreía junto a sus padres y hermanos. Hace un momento engullía las doce uvas con un solo deseo, que su padre superará esta depresión que me lo está quitando en vida, por culpa de lo que hace siete días el rey en su mensaje navideño, llamó “situación cíclica de reajuste financiero y recesión del PIB”. Universitaria soñaba con culminar su anhelo de poder ser maestra y no tener que deberle nada a nadie (o casi). Jamás quiso saber nada de política o sociología, pero veía con sus propios ojos como la alegría y la tranquilidad en su hogar, se habían esfumado por el retrete el mismo día que su padre recogió el número 89 en la cola para apuntarse a cobrar el subsidio de desempleo.

Prácticamente estaba preparada ya para elevar la libido de todos los jovenzuelos y sin vergüenzas que conocía de siempre, y que nunca le gustaron. Resignada hace mucho tiempo de encontrar al “hombre de su vida” sólo quería beber, reír quizás, pasar el mal trago de salir por obligación.

El primer acorde del “Breaking the law” de Judas Priest sonaba enlatado en el coche. Empezaba la fiesta y por un momento al volante le vinieron a la cabeza las nueve o diez “damas” que conquistó el año anterior. Hubo güiris, también dos o tres niñatas, y un par de maduras, una casada infiel y aburrida de ser un apéndice del estorbo de su marido y una divorciada cercana a la cuarentena que empezó por calentarle la bragueta y después la cabeza allá por el mes de julio. No había hecho falta que Rob Halford soltara el primer alarido del himno del metal, para que fuera él quien soltará un explícito: “Año nuevo, vida nueva”. Lo sorprendente sería que un año después no se acordaba del nombre de ninguna de ellas.

Aunque separados por mucha distancia, la luna llena era igual en la pequeña ciudad de interior y en el pueblecito cercano al mar. También el final de la noche para ambos amantes desconocidos fue el mismo. Y las sabanas y un analgésico fueron incapaces de domesticar la cruel resaca que se ceba con aquellos que consumen con nocturnidad bebidas hechas de un “quimi-juego”.

La rutina tiene la cualidad indudable de reconducirnos a todos. Nadie se acordaba ya de las navidades y la cuesta de enero se había subido como se había podido. El ajetreo del taller de chapista donde trabaja de lunes a sábado (hasta la mediodía) le tenía tan absorto que poco importaba la felicidad pasada. O la que pudiera llegar. Hacía mucho tiempo que aparcó los sueños, las necesidades. Seguía leyendo filosofía, historia o lo que pasará por sus manos y mantenía el tono físico en el gimnasio y salía a correr como vivía. En soledad. Era sorprendente, pero intentando mejorar el tiempo o no siendo atropellado se daba cuenta de que estaba en su vida tan sólo como jamás lo había estado. Se había separado del mundo. “Ya no encuentro a nadie a quién pueda llenar. Ni tan siquiera que me entretenga a mi un minuto. Estoy fuera del mundo”. Pensaba en el mismo momento, en el que una joven que apuraba las horas de sueño para estudiar el último tema antes del examen coincidía en ese pensamiento.

“Es una sensación terrible”. Separados por cientos de kilómetros confesaban lo mismo a sus mejores amigos. Luís, pidió otra cerveza para él y para su amigo Dani. “Tío, estoy cansado de todo. Tengo un vacío enorme”. “Ya no llamas a las zorritas del año pasado, eh”, interrumpió Dani para continuar con un “habrá que buscarse otras”. “No estoy de broma”. Tengo ya una pila de años, no soy ningún niño, y me he dado cuenta que he tirado mi vida. Ni he estudiado lo que quería. Trabajo esclavizao, para mantenerme en un alquiler sangrante, joder”.

“Eso de estar con varias mujeres alternando esta muy bien para vacilar a los colegas y reír. Pero esas risas me matan por dentro porque te aseguro que ninguna me ha dejado algo de valor. Con eso les puedo engañar, pero a mi mejor amigo no. Y a mi mismo, mucho menos”. Fue el alegato final de un Luís, consciente a viva voz de la inopia de su vida.

“¡Vámonos de aquí!”. “¡Ya estamos, tía!” soltó cabreada Laura porque Isabel volvía con el tema de siempre. Ya cansada de salir de fiesta porque sí, tenía claro que aquella noche no quería pasarla entre babosos y a oscuras forzaron su salida entre los improperios de los aprendices a Tony Manero y las “canis” enjoyadas en clave gitana.

Durante los veinte minutos que duró el paseo hasta casa de Isabel, nació la sinceridad entre ambas. “Joder, yo no lo entiendo. Estas estudiando, vives sola, no le debes nada a nadie y siempre estas amargada”. “No soy amargada, ni tampoco lo estoy. Sólo que no quiero hacer lo que todo el mundo. Y encima por más niñatos que se acercan y conozco ya sea en ese antro o en cualquier sitio, ninguno es capaz de hacerme amar”. Isabel termino la última palabra entre un sollozo incontrolable que no incomodó a Laura. “Bueno, esta bien… -trataba de tranquilizarla-. La semana que viene hacemos una cosa: Tengo la casa de mi tío Lucas en la playa libre podemos ir y charlamos un poco y de paso nos damos un bañito”. “Bueno, ya te avisaré entre semana…” fue la despedida de Isabel, que decidió nada más levantarse un domingo oscuro y triste confirmar un par de días de descanso con su amiga, lejos de aquella intimidad pública que reinan en los pueblos pequeños.

Luís e Isabel no veían la misma nube esa mañana aunque la buscaban con los mismos ojos. Estaban demasiado lejos como para dar esa casualidad, pero si que en sus pupilas se aglutinaban las lágrimas de rabia y dolor, de un sentirse vacío e inútil que rajaban corazones mucho más fuertes que lo que ambos pensaban. La ventana del salón de casa de ambos era un acceso directo a la desidia y la falta de amor. Ambos habían construido una vida quizás por accidente o por convencimiento, pero les faltaba el ingrediente que pusiera excelencia a los días y pasión en las noches. Aunque no se puede decir que vivían inmersos en su vida cotidiana con aburrimiento la falta de metas, y la ausencia del amor verdadero dejaba su rastro en lágrimas que surcaban rostros, ya demasiado habituados a esa humedad. Les faltaba algo.

Ese era el primer pensamiento de la mañana y el último del día. Eran las comillas a sus días, y hasta que no se encontrarán esos días seguirían siendo rara-avis en el destino que tienen marcados. La necesidad les urgía y así Luís decidió dejar su trabajo, buscarse un retiro para una temporada y preparar su acceso a la Universidad. Era el primer paso para vivir su vida.

Por su parte, Isabel apuraba el desayuno y se convenció de que tenía que cambiar, quizás salir del ambiente en el que se movía y que conocía hasta con los ojos cerrados. “Quizás la felicidad esta ahí fuera”, y ahí llamó a Isabel, para despertarla de su dormitar bañado en alcohol y confirmarle que el próximo finde lo pasarían lejos de la ciudad, para sincerarse y como primer paso para ordenar una vida que dejaba escapar por el desagüe la pasión y el amor.

La puerta de la oficina no volvería a ser la misma tras ese portazo. Luís no se había cambiado, y sin embargo interrumpió el primer café de la semana del gerente del taller donde llevaba arreglando “boyos” de los coches y montando faldones y alerones de niñatos y pijos nueve años. “Prepárame la cuenta que el jueves es el último día que trabajo aquí”, espeto sin un buenos días. “Ah, y me vas a dar la liquidación tal y como si te hubiera dado el mes de preaviso porque sino iré a Inspección de Trabajo a informar de que tienes a tres sin papeles currando aquí desde hace cuatro años, ni tampoco que pasáis a los pijales material de desguace como si fuera nuevo, ni que hacemos más horas que el reloj. Ya me cuidaré de no decírselo al soplón ese al que untáis”. Era una amenaza tan firme que en la conciencia del administrativo no hizo ni tan siquiera mella el segundo portazo que cerro el paréntesis en su desayuno de lunes. Llegó el jueves, y Luís sólo tuvo que recoger sus cosas, decir un “Oye que me marchó, qué ha sido un placer”. En una mano una bolsa de deporte y en la otra un sobre beige con un cheque para no estar preocupado en los próximos dos o tres años, más cinco mil euros de propina en billetes de 50.

Era viernes al mediodía y las dos amigas decidieron comer en un restaurante de menú del día junto a la playa. No era de Guía michelín, pero por poco más de 7 euros por persona se podía comer un primero-segundo más postre, más que digno. Ambas apuraban el primer plato, un arroz a la cubana, y coincidían en que fue una buena idea venir a aislarse un poquito, que luego marcharían a la playa, y esta noche saldrían a pasear y bailar. Qué mañana emplearían la noche para conversar, sincerarse y apoyarse como amigas igual que hacían cuando eran apuraban meriendas infantiles en el parque del barrio.

Al mismo tiempo, a unos escasos ya 3 kilómetros entraba en una rotonda un coche gris con una matrícula de las antiguas y un distintivo geográfico bastante alejado e inusual por esos lares. Luís llevaba 7 horas al volante, pero no estaba ni en un ápice cansado. Su coche si, puesto que llevaba equipaje para una larga temporada y sobre todo un par de cajas de mediano tamaño que contenían el material de uno de sus sueños. Por lo menos el que pensaba más fácil conseguir, porque venía autoconvenciéndose todo el camino, de que iba a sacarse esa carrera que tanto le apasionaba. Libros, apuntes y material para estudiar y pasar el examen de acceso a la Universidad para mayores de 25 años.

El camino ha sido largo y dilatado de música. Una botella de agua ha sido su único interlocutor. Le ha hecho los coros en los himnos históricos y asentía con un leve cabeceo -no se sabe si por conformidad o por el vaivén del asfalto- cada alegato del conductor. “Con dos cojones” y “he hecho lo que tenía que hacer” fueron las más repetidas. Pensaba en el momento en el que se marcho de su casa alquilada metiendo las llaves en el buzón de su casero. También en la bronca con sus padres, mientras apilaba en la cochera 4 cajas de mudanza y embalaje con las cosas que no se podía llevar a su viaje existencial. Y por supuesto en el momento en el que echó la inscripción para el examen de acceso a la Universidad para mayores de veinticinco años. Recogió el temario para pasarlo y más para entrar en Filosofía y en Geografía e Historia. Era el momento de vivir su sueño y el primer paso estaba dado

Una de las mejores formas de hacer una digestión es pasear por una playa de fina arena, con el primer Sol primaveral atizando levemente y la fría agua refrescando los pies. Para sincerarse ocurre lo mismo. Laura e Isabel llevaban aproximadamente una hora repasando los últimos años de sus vidas. A ambas les quedaba un año para acabar la carrera de sus sueños y poder trabajar como maestras de educación infantil. Sus estudios les apasionaban y aunque con altibajos sus notas eran más que aceptables. Precisamente algunos de esos altibajos truncaron uno de sus sueños, puesto que no pudieron obtener beca para pasar una temporada en el extranjero. Italia o Francia hubiera sido lo deseado, pero se tuvieron que conformar con una facultad semi-vacía durante el último año y soportar las anécdotas y fotografías de amigos y amigas con más “suerte” en la asignación de prestaciones. Esto solía suceder en los actos sociales de la comunidad universitaria. Es decir, en los botellones. Y como la envidia y el enfado se hacía latente en ambas, discretamente dejaron de aparecer y se convirtieron en ausentes para el resto de compañeros.

“De verdad, que estoy cansada, Laury”. No de la carrera o del apoyo de mi familia o de ti, pero si de la gente, de esas amistades y colegas que sólo te quieren para hacer bulto”. Las palabras de Isabel sonaban como una canción melancólica de esos antiguos cantautores, sólo que esta vez el acompañamiento melódico era el crepitar de las olas. “A mi me pasa igual, pero por lo menos Oscar me ayuda”. Laura queriendo ayudar a su amiga respondió con la verdad de que su novio ya no era un rollete de verano, un chico que tengo por ahí, o un pasatiempo. Sin saberlo ella se había enamorado tan locamente de este chaval al que al principio deshacía en negativas y sin él, ahora es incapaz de vivir.

“No me quejo en absoluto de él. Me quiere, me apoya y ayuda. Cada día que pasa estoy más segura de lo que tenemos y sólo deseo poder estar juntos para siempre. Quizás, deberías tu buscar y encontrar ya a esa persona”. Laura trataba de ayudar, pero lo que hizo fue tirar de la cadena. A Isabel nunca le gustó aquel muchacho, pero la envidia de ver a tu mejor amiga sentirse amada y amante, no es plato de buen gusto, si mientras tanto tú te conformas con estirar la mano en la cama y no encontrar a nadie. “Ya, no estaría mal”, dijo sollozando. “Pero aquí los tíos, son unos niñatos, no vale ninguno para nada y todos son más que decepcionantes”. “Joder, que generalidad si llevas sin salir con alguien más de un año y encima a parte de los tonteos de noche y en los bares no haces nada”. “Con tres imbéciles me vale y me he dado cuenta de que con diez palabras me es suficiente para comprobar que ninguno tiene sensibilidad, inteligencia o humor para que me enamore de él”. Las últimas palabras Isabel las pronunció mirándose los pies mientras se encalaba el bolso sobre los hombros con más fuerza para que el incipiente viento no se lo descolgará aún más.

“Buff. Joder tía, ¡qué mal rollo!” –soltó Laura subiendo el volumen de la conversación y finalizó su intervención al mirar a su eterna amiga, ensimismada esta vez, no en la arena, sino en la figura de un joven que se mojaba los pies hasta la altura de la pantorrilla y miraba hacia mar adentro como el que hace mucho tiempo que no ve lo que contemplan sus ojos o como quien espera la llegada del barco que le trae a alguien querido.

Isabel estaba absorta. Y tiempo después se lo recordaría una Laura que respeto el silencio y ensoñación de su amiga que no podía apartar la mirada del joven. Este llevaba unos pantalones vaqueros de azul oscuro intenso remangados sobre la rodilla. Vestía una chaqueta verde y la media melena que lucía volaba al viento sobre unos hombros sustento de los brazos cruzados en el pecho. Despreocupadamente había dejado en la playa casi desierta sus zapatillas deportivas, con los calcetines apelotonados en su interior y un pequeño bolso de esos masculinos que ahora se han puesto de moda.

La imagen provocaba en la joven Isabel la misma sensación que quien contempla por primera vez en vivo, in situ, un cuadro de un gran maestro renacentista o un paisaje espectacular.

“No tienes miedo a que te lo roben”, grito una Laura que ni a voces consiguió sacar de su ensoñación a Isabel. Sin embargo Luís se giró sobre si mismo, sonrió y con un expresivo gesto dijo “No”. En ese instante comenzó a caminar a hacia la orilla. No sabía el que pero algo le empujaba a saludar y presentarse a esas dos muchachas.

Por su parte Laura no le daba ya más importancia y hacia ademán de intentar continuar su camino, pero comprobó que Isabel no deseaba moverse de allí sin conocer a ese extraño. Por eso la imagen de ambas chicas paradas sobre sus zapatillas turbó algo a un Luís que con gracejo y ante una mar, nuevamente tranquila llego hasta ellas y saludó con dos besos. Primero a Laura, “Hola, soy Luís”. “Yo Laura, encantada”. Dos besos en las mejillas que no provocaron ninguna ruborización en ambos. “¿Y tú cómo te llamas?” –interpuso gracioso Luís. Le siguió un “esta sorda, hija” de Laura, que surgió efecto inmediato en Isabel que se presento y beso a un Luís que la dedicaba una mirada de absoluta devoción. Otros dos besos chocaron en las mejillas, pero esta vez él sintió la mano de ella sobre su hombro, y ella la mano derecha de él sobre su cintura. Fueron tres segundos desde que se presentaron hasta que a Isabel se le descolgó definitivamente el bolso para este caer sobre las zapatillas de Luís.

Fueron tres segundos, pero en ellos el mundo se paro. No rompió ninguna ola ni en esa playa ni en ninguna otra. El viento paro las nubes y donde llovía se pudieron contar las gotas de agua. La luna y el Sol pararon su baile para dedicarle una mirada al unísono al momento Acabaron todos los llantos de niños dejando ahora el sonido de sus risas. Los agonizantes suspiraron porque se dieron cuenta de que no querían morir sin una nueva historia de amor en el mundo. Las lágrimas se volvieron sonrisas. Él vio la felicidad en una sonrisa, unos ojos llenos de ternura de amor que regalar. Ella se vio sorprendida por el destino que le decía en ese instante tengo a alguien para ti. Dos personas, un hombre y una mujer, se habían enamorado.

Ambos se arrodillaron apresuradamente para recoger el bolso de Isabel de la arena y allí por primera vez sus manos se tocaron. Se sorprendieron en la calidez de la mano del otro y volvieron a mirarse alborozados, para en un sonreír tenue incorporarse. Laura escucho la invitación de Luís. “Voy a tomar una cerveza en una cervecería que he visto en esa calle que se ve. Esta a unos 40 metros. ¿Venís?”. En otra situación cualquiera de las dos hubiera sido más que descarada puesto que si algo compartían era su odio y repugnancia hacia los chulos o pretenciosos. Pero ninguno de estos adjetivos se podían aplicar a la invitación de Luís. Además los tres, y sobretodo Isabel y el propio Luís se veían empujados a conocerse.

La cervecería revestida en su interior de madera oscura de roble albergaba una pequeña mesa en la esquina más alejada de la puerta. Una ventana daba una magnífica vista a la playa aunque el trajín de personas en ese momento, no dejaba ver más que el azul en los intervalos entre transeúntes. No había mucha luz en el local, en el que sólo se hallaba una camarera, de mediana edad y aspecto norte-europeo y otros dos clientes que también respondían a esa misma descripción. Tampoco importaba demasiado, puesto que la mejor cualidad del amor es que puede surgir en cualquier momento y lugar.

Tres enormes pintas de cerveza de importación albergaba ya la mesa, cuando las palabras y las miradas empezaron a fluir. Los tres se pusieron en antecedentes. Y especialmente Isabel y Luís ávidamente interesados en la vida del uno y de la otra. Pronto Laura se dio cuenta de que “sobraba”, aunque realmente no era así. Más bien fue la que sacó las palabras en un principio y motivo las conversaciones. Así supieron la situación de Luís, como había dejado su trabajo el día anterior, su ya no tan tierna edad, y su lejana procedencia. También su deseo de estudiar y hacer con su vida algo más que reparar golpes de frenazos tardíos.

Asimismo, Luís, entendió la apatía y el vacío que Isabel sentía y por fin comprendió que a él hasta ese momento le había pasado igual. El no saber donde se encuentra esa persona especial, que el destino reserva; aquella con la que las coincidencias son gloriosas y los desacuerdos oportunos. Donde los besos más perfectos se podrán hacer eternos. Allí ante ya una cerveza medio acabada entendió que se había enamorado de una muchacha que acababa de conocer, y que le miraba con sus mismos ojos; con los ojos del amor.

Agotaron el primer envite y pronto sucumbieron ante un segundo extracto de cebada. “Me encanta la cerveza”, reconoció una entusiasmada Isabel. Luís asintió y apurando un sorbo, añadió: “La cerveza es buena; y ahí que reconocer que el paisaje de una playa es algo precioso de lo que la gente de esta zona podéis gozar. Pero lo mejor es vuestra compañía”. Como respuesta sólo obtuvo la risa de Laura, y el enrojecimiento de las mejillas de una Isabel que se sentía por primera vez enamorada.

“Bueno, yo creo que después de 4 pintas ya esta bien, no”. Sentenció Laura. El dorado líquido había corrido por las gargantas de los tres, y las miradas entre Luís e Isabel también. Cada uno de ellos miraba al otro con pasión. Ambos se dieron cuenta de que estaban amando y siendo amados. Luís recordó un pasaje de un libro, leído hace mucho tiempo, y que en palabras de un escritor latinoamericano describía la vida como el camino, el sendero de las decisiones que con fuerza, convencimiento y sinceridad puede hacernos especiales. Por su parte, Isabel, a su vez, añoraba un verso del primer poema que leyó en la soledad de su habitación con poco más de quince años:

“Despierta, tiempo al mirarte;

dormida, me atrevo a verte;

por eso, alma de mi alma,

yo velo mientras tú duermes.

Al salir de la taberna la apacible tarde costera se había convertido en un oscuro anochecer motivado por unas nubes que ya empezaban a descargar su presencia. Los tres corrieron al coche de Luís y durante el camino hacía el chalet del tío de Laura, convencieron al conductor para cenar con ellas. Al llegar a casa se introdujeron en la cocina y todos empezaron a elaborar una sencilla cena basada en una ensalada de canónigos con queso fresco, manzana, nueces y ciruelas y un guiso de champiñones con gambas. Mientras desempeñaban las funciones culinarias alguno de los nuevos amantes desaparecieron en algún momento de la cocina. Primero fue Luís que decidió ir a buscar una botella de vino a su apartamento alquilado, a unos cinco minutos en coche. Tardo poco menos de un cuarto de hora en llegar de vuelta a la casa de las dos muchachas y lo hizo con un reserva de 2001 de La Rioja que había comprado en el supermercado esa misma mañana al poco de llegar.

Durante la ausencia de Luís ambas ya viejas amigas sabían de que hablar.”¡Qué! te gusta, eh…” soltó una despreocupada Laura. Isabel trato con sus palabras de ocultar que se había quedado absolutamente enamorada de Luís, pero sus gestos fueron más allá. Al “no está mal”, se le sumó una sonrisa fresca, un timbre de voz agitado, un nervisiosismo en sus manos provocado por un corazón agitado y un brillo en los ojos. Ese brillo que se siente cuando estás viviendo algo trascendental.

En el escaso cuarto de hora que Luís estuvo sólo, no hacía más que preguntarse (y no precisamente al volumen de los pensamientos), qué quién es esa tía, que nunca había sentido esto, qué la quiere conocer, amar,… Así turbado llegó nuevamente a la casa ya casi a punto para ponerse a cenar. La fina lluvia que presagiaba algo mayor, cumplió las expectativas y descargaba ya con una virulencia inusitada en ese rincón.

Montaron la cena y justo antes de sentarse a la mesa, Luís aprovecho para dar un pequeño papel doblado a Isabel que apresuradamente guardo en un coqueto bolsillo posterior que su falda albergaba.

Cuando el sonriente y seguro Luís fue a tomar asiento, vio otro papel, de un rosa coqueto y cuidadosamente doblado en la silla, que sólo pudo advertir al retirarla de la mesa. Con naturalidad trato de salvar la situación, pero la seguridad de hace unos segundos se había marchado, y en su lugar, dejo una tiritona en sus manos y piernas que casi le hace caer de la silla al tomar asiento.

La cena siguió en el mismo tono cordial de toda la tarde. O mejor dicho seguía la evolución natural de esa cordialidad, hacia la amistad eterna pasando por el respeto y simpatía mutua, el simple colegueo y el de algo más. Trataron temas diversos durante una cena de aproximadamente 25 minutos, coronada con un poco de fruta, mandarinas y manzanas, para acabar en una sobremesa con un café con hielo para él y Laura y un poleo-menta para Isabel.

Mientras exprimía el sobrecito de la infusión Isabel no podía borrar de la cabeza la ilusión y la incertidumbre sobre que pondrá en el papelito que le ha entregado Luís y que azares de la vida contiene ese secreto sobre el que esta sentada en este momento. Luís, a su vez sentía el mismo cosquilleo y siempre más nervioso, atacado por un impulso irrefrenable, se disculpó de sus dos compañeras comensales, con la excusa de ir a buscar un poco más de café. En cuanto se aseguro que no le veían saco el papel rosado y leyó:

“Nunca te había visto y me eres tan natural, conocido,

mi vida se ha ido vaciado poco a poco,

y ahora que he conocido el acento que siempre busque,

creo encontrar el amor que nos es reservado,

en una persona a conocer y hacer esposo,

en ti mi amado, te pido amor para siempre.”

Azorado Luís volvió a la mesa. Pensaba en lo leído en la misma sensación descrita y que él albergaba en el corazón. También pensó en su mensaje en el que había escrito con tinta azul y el mismo nerviosismo que el que acababa de leer. Ni se dio cuenta de que ambas mujeres ya estaban recogiendo la mesa, y se sorprendió al ver que Laura se quedaba con él. Pero Isabel quiso con delicadeza tener su momento de soledad para descubrir la misiva que le había sido dedicada, y así otra vez con la cocina como escenario de amor en verso, leyó:

“He probado de mil rosas el veneno,

y renegada mi mente y mi cuerpo prometieron evitar castigo.

Y aquí que he conocido el amor,

sólo quiero probar de ti el Morfeo,

que me pueda llevar al cielo,

que sólo será si tu acompañas mi trasiego….”

La velada ya estaba avanzada y las cartas removidas. Habían sido 9 horas de conversación, compañía y descubrimiento. Y ambos deseaban estar a solas. No hizo falta forzar la situación y Laura, recientemente enamorada y conocedora de ese paso, decidió marchar, con sueño como alegato y un jocoso “¡No os portéis mal!, como despedida…

Los nervios apenas hicieron mella en los dos nuevos amantes que se descubrieron, por fin en soledad, con la única compañía de la brisa que había quedado tras la tormenta. Quizás por respeto, o incluso por miedo a romper la magia o el hechizo apenas aflojaron la luz del salón. En ese instante se dieron cuenta de que no tenían necesidades. Ni sed, ni hambre, tampoco frío o excesivo calor… No les apetecía una copa, ni tener música como acompañante, tampoco les apetecía asomarse a la ventana a ver el paisaje… Comprendieron que el amor es la necesidad más grande, la sensación que otorga plenitud a una vida. La pasión se adueño de su alma y el amor por extensión comprendió su poder cuando sentados en el sofá, a escasos diez centímetros el rostro de ambos, se quedaron inmóviles, sumergidos en una mirada.

En ese momento no había más que decir. Sólo, tan sólo, les quedaba vivir el sueño de toda su existencia. Ser felices haciendo feliz a la persona amada. Ambos en esa mirada lo compartían. Luís e Isabel se hicieron eternos en el momento en el que juntaron los labios por primera vez. Jamás tendrán que decirse uno al otro “Dime que me quieres”… Con sus ojos se estarán lanzando un continúo “Te quiero” por el resto de sus vidas.

El amor no tiene otra arma que su inmortalidad. Y no le hace falta

más cómplices, que dos almas idóneas…

sábado, 4 de diciembre de 2010

Los cambios

Estoy aquí sentado y viviendo las primeras horas del puente. De unas vacaciones programadas antaño, hace meses. En unas circunstancias que han cambiado, irrecuperables, y que quiero dejar en la papelera por prescindible. Quiero quedarme con todo lo vivido previamente. Vitalizador, me quedo con todo lo bello compartido y con esa extraña sensación de pasar la noche contigo siempre, aunque en la cama estuviera solo, aunque estuvieras 5 o 6 provincias al sur...

Me siento liviano, alejado y aliviado de una carga que se habia convertido pesada. La daga clavada en mi corazón no me permitia mirar hacia adelante, seguir el camino, después de una experiencia maravillosa, inolvidable, pero al final tortuosa y sangrante. No hacia justicia poner un epílogo de odio y sufrimiento a una experiencia vitalizante, enérgica y que siempre he encontrado excitante.

No me arrepiento de amarte, ni antes que lo tenía seguro, ni ahora que creo que mis fuerzas empiezan a flaquear. Como siempre lo que he vivido y sentido lo he hecho con el máximo de fuerza. Con toda la pasión que mi corazón es capaz de poner en funcionamiento. Con todas las ganas, ahora escasas para robarte un beso. Han sido los mejores meses de mi vida, el año más especial, mas arrebatador. Ejemplo in vivo de todo lo que soy capaz; de todo lo que la fuerza del amor puede mover. También ha sido escarnio de la capacidad de soportar y aguantar, del no retroceder, hasta caer... No es el recuerdo que voy a tener. No lo quiero, y no alimenta mi alma. En mi pecho y en el disco duro de mi memoria van a estar las tardes de risas, de paseos y confidencias entre las sabanas, lo especial que me hacian sentir tus abrazos. He soñado, y supongo que seguiré haciéndolo todas aquellas veces que tu rostro de niña, se añinaba con burla para sacarme una sonrisa, una golosina, o un bombón de chocolate. Me has dado más de lo que nunca nada ni nadie me ha dado, y que desgraciadamente, no creo que se vuelva a repetir, por lo menos en un tiempo largo. Para nosotros espero que queden tantos sueños, nombres de niños, viajes que ahora emprenderé en la soledad o en la compañía, pero no en la tuya que fue la que me enamoró y me hizo soñar con ser feliz. Todo ello queda aparcado en un baúl de maravillosos recuerdos e increibles vivencias. Quedan los viajes e coche; horas y horas en mi saxo de ausencia, de cantar, de pensar. De pensar en ti, y de pensar en mi. De conocerme mucho más gracias a ti. Todo ello queda para mi. No quiero estos últimos sentimientos. Esta ira, esas ganas de olvidarme de todo porque no es justo, y porque no es lo que quiero. Permiteme recordar todo lo bueno.

Y aquí estoy con las emociones vividas y recordadas, guardando tu recuerdo. Y me encuentro bien, cada vez mejor, en este largo camino para volver a ser feliz; aún alejado del final pero orgulloso de hacer todo lo que he hecho, de ser como soy. No guardo rencor y no lo guardare. Es el momento de seguir adelante y de recobrar todas las ganas de vivir todo lo que siempre he querido, de continuar con los que están.

Aquel verano fue el gran siglo
de la vida, todo el futuro
de las palabras, una selva
de incendio adolescente y el hado
de la piedra abierta en su gema.

Más cierta que el perdón, una mentira
hasta el último sorbo bebida
de un licor de labios sonoros,
el amor ciego es una hinchazón
de polen que estalla en doble flor.

Ebriedad y conflicto por un rubor
de inocencia de brazos abiertos,
ruiseñor invisible fue el eco
de la sepración; servidor triste,
de la uva seca exprime tinta el tiempo.
De Di brace in brace de Libero de Libero

martes, 3 de noviembre de 2009

A Francisco Ayala


En la muerte de Francisco Ayala, un homenaje:


"Yo pienso que todo esto no se corresponde con mi personalidad. Yo no soy vanidoso. Y esto es un regalo para los vanidosos, que se vuelven locos con los agasajos. Yo lo veo como desde fuera. Lo veo fríamente. Lo he pasado bien y lo estoy pasando bien. Pero soy el mismo. El mismo que se ríe hasta de sí mismo."

La literatura

"Yo digo que la literatura es lo esencial, lo básico. Todo lo que no sea literatura no existe. Porque, ¿dónde está la realidad? Un árbol lo es porque uno lo está nombrando. Y al nombrarlo está suscitando la imagen inventada que teníamos. Pero si no lo nombras el árbol no existe."

"Yo he escrito desde siempre; claro, primero serían pavadas, tonterías, pero siempre estuve escribiendo. El sentido de mi vida está en la literatura, esa es la verdad y creo que la literatura es la verdadera realidad. A la vejez última he descubierto que eso de literatura y realidad es una falsa contraposición, la realidad es la literatura. La realidad real, no es real, no existe."

La infancia

"La realidad básica es la de la infancia y la adolescencia, y el resto va acumulando cosas, pero son esos tiempos los que de modo tácito siguen en nosotros. Y uno puede sacar o no sacar de ese baúl."

El secreto de su longevidad

"Influyen la biología, la suerte y la fortaleza de ser sincero consigo mismo... La mala conciencia inquieta y no deja vivir. Si uno no ha obrado bien puede que viva atormentado. Y yo no tengo nada de lo que arrepentirme."

Ayala según Ayala

"Un novelista, en el sentido de creador... En la última fase de mi obra he roto las fronteras entre la imaginación y la experiencia. No hay fronteras."

Granada

"¿Que qué significa Granada para mí? La niñez y la adolescencia dejan una marca indeleble que configura a la persona. Mi marca, para siempre, es granadina, andaluza."

La muerte

"Casi desde que nací tuve conciencia de la muerte, esa fatalidad que tarde o temprano a todos nos afecta. Hay que aceptarla, guste o no guste. A veces he podido entender a los que se suicidan. Incluso les he podido respetar. Pero yo he aguantado todo lo que tenía que aguantar. Y no ha sido poco."

El exilio

"El exilio es un horror, nadie lo duda, es un sentimiento insoportable. Pero la realidad para mí fue otra, mucho menos dura. De entrada, la mayoría de los españoles que nos fuimos a América subimos de categoría profesional, los profesores de instituto eran catedráticos, éramos un exilio privilegiado. El obrero cambió el cocido por el bife argentino. Sí, detalles materiales, pero reales. Así que nada de llorar penas, nada de víctimas, nada de pobre exiliado."

"Yo quería integrarme en la nueva realidad y no enquistarme como tantos hicieron. No quería ser uno de esos republicanos de café, dando vueltas al pasado, pensando obsesivamente en un regreso que, cuando menos, parecía bastante incierto. Yo no quería pensar en volver a España en mucho tiempo, quizá nunca. Sabía que nunca podría regresar a la España que dejé, que volvería a otra España muy distinta a la que habíamos vivido. Me sorprendían muchos compatriotas que cada día soñaban con volver mañana, regresar a sus mismos puestos. Yo no quería que me pasara lo que a un antiguo amigo, a un conocido escritor, que después de haber hecho su carrera en América, volvió y se sintió desencantado porque aquello que vio ya no era lo que había dejado. ¡Pero qué se pensaba, ni al día siguiente hubiera sido lo mismo que dejamos!"

Inmortalidad

"No, no creo en la inmortalidad, ojalá. Creo en la literatura, que es lo mismo que la vida para mí. Viviré algo más en mis libros, durante algún tiempo, y ya está. Ésa es toda la inmortalidad a la que aspiro."

Felicidad

"¿Que si he sido feliz? Yo no tengo una escala para medir la importancia de las cosas en mi vida, o para decir fue mejor esto o lo otro. Pero sí puedo decir que este momento en el que estoy con ustedes es un momento de felicidad para mí; que haya tantas personas interesadas en lo que soy yo y en lo que ha sido y será mi vida, me emociona."

El Quijote

"Empecé a hablar con ese lenguaje, de pronto, para increpar a los supuestos enemigos, que podrían ser mis primos, mis hermanos; empleaba palabras gruesas, insultos que resultaban extemporáneos, no tenía ni idea del valor de aquellas palabras. Una vez me preguntó mi madre: de dónde has sacado esas palabras... de ese libro. Se sorprendió, no se imaginaba que estaba leyendo el Quijote. Yo tendría unos doce años."

El cine

"Para mí el cine es una de las más importantes expresiones que ha tenido la expresión de la cultura en el pasado siglo. El cine y mi vida han sido inseparables, lo fueron desde el comienzo y lo es hasta ahora. La primera vez que fui al cine la recuerdo, en un cine de la Gran Vía granadina. Al que fui con mi madre. La película era La bestia humana, basada en la novela de Zola. La actriz era la estrella italiana Francesca Bertini, que aparecía en la pantalla en un primer plano y jadeando, ah, ah, ah, y entonces yo le decía a mi madre: 'Mamá, esa es la bestia humana', y ella me decía: 'calla, tonto'. Los recuerdos infantiles son muy vivos, persisten, son misteriosos. Uno se puede olvidar de lo que comió ayer, pero recuerda una comida de hace noventa años."

Su recuerdo

"Que me recuerde cada uno como le dé la gana."

jueves, 29 de octubre de 2009

Las casualidades de la vida II

Ya en tono jocoso pasamos a rememorar algunas de las casualidades, de índole putada, que pueden llegar a suceder:
FÓRMULA PARA HACER QUE SUENE EL TELÉFONO:

1. ENTRE EN LA DUCHA.
2. ENJABÓNESE BIEN LA CABEZA.
3. CUENTE HASTA TRES.
ENTONCES, SONARÁ EL TELÉFONO. EN ESE MOMENTO SE ABRIRÁN DOS CAMINOS:
A) SI LO ATIENDE, ERA UNA EQUIVOCACIÓN.
B) SI NO LO ATIENDE, VEINTE DÍAS MÁS TARDE SE ENTERARÁ DE QUE ERA UNA LLAMADA IMPORTANTE.

FÓRMULA PARA HACER QUE LLUEVA:

1. DIGA:"QUÉ DÍA TAN BONITO,OJALÁ SIGA ASÍ..."
2. LAVE EL COCHE.
3. RIEGUE EL JARDÍN.
4. LAVE TODA LA ROPA QUE TENGA Y PÓNGALA A SECAR.
5. ORGANICE UNA BARBACOA PARA LA NOCHE.
6. SALGA DE CASA A PIE Y SIN ABRIGO.

FÓRMULA PARA ECHAR LIMÓN AL PESCADO:
1. PONGA EL PESCADO SOBRE SU OJO DERECHO.
2. TOME UN LIMÓN Y EXPRÍMALO APUNTANDO EN CUALQUIER DIRECCIÓN, NUNCA FALLA.

FÓRMULA PARA HACER APARECER UN AUTOBÚS:

1. LLEGUE A LA PARADA.
2. ESPERE VEINTE MINUTOS.
3. ENCIÉNDASE UN CIGARRILLO Y, EN LA MITAD DE LA PRIMERA CALADA,APARECERÁ.
NOTA: SE HAN REGISTRADO CASOS DONDE HAN APARECIDO HASTA TRES AUTOBUSES JUNTOS.


FÓRMULA PARA NO PODER APARCAR CERCA DE CASA:

1. PEGUE TRES VUELTAS EN LA MANZANA DE SU CASA BUSCANDO APARCAMIENTO.
2. PÉGUESE TREINTA MINUTOS MÁS DANDO VUELTAS EN LAS 10 MANZANAS MÁS PRÓXIMAS.
3. TERMINE APARCANDO FINALMENTE EN OTRO BARRIO A 30 MINUTOS A PIE DE SU CASA.
4. CUANDO LLEGUE A CASA A PIE, VERÁ DOS O TRES SITIOS VACÍOS DELANTE DE ELLA.

L E Y E S I N E X O R A B L E S:

"CUANDO NECESITES ABRIR UNA PUERTA CON LA ÚNICA MANO LIBRE, LA LLAVE ESTARÁ EN EL BOLSILLO OPUESTO". ( Ley de Mecago Enlamar)

"LA ÚNICA VEZ QUE LA PUERTA SE CIERRA SOLA ES CUANDO HAS DEJADO LAS LLAVES DENTRO". ( Ley de Angustias Negro Destino )

"CUANDO TENGAS LAS MANOS LLENAS DE GRASA, TE COMENZARÁ A PICAR LA NARIZ". (Ley de Vayusté Pordiós )

"EL SEGURO LO CUBRE TODO. MENOS LO QUE TE SUCEDIÓ" ( Ley de Esoco Rede Sucuenta )

"CUANDO LAS COSAS PARECEN IR MEJOR, ES QUE HAS PASADO ALGO POR ALTO". ( Axioma de Chungo Palos Pollos )

"SI MANTIENES LA CALMA CUANDO TODOS PIERDEN LA CABEZA, SIN DUDA ES QUE NO HAS CAPTADO LA GRAVEDAD DEL PROBLEMA". ( Axioma de Noten Teras )

"LOS PROBLEMAS NI SE CREAN, NI SE RESUELVEN, SÓLO SE TRANSFORMAN".( Ley de Esto Noesvida )

"LLEGARÁS CORRIENDO AL TELÉFONO JUSTO A TIEMPO PARA OÍR COMO CUELGAN". ( Principio de Ring Ring )

"SIEMPRE QUE TE VAYAS A CONECTAR A INTERNET, SE PRODUCIRÁ LA LLAMADA QUE HABÍAS ESTADO ESPERANDO DURANTE TODO EL DÍA". ( Principio de Justo Ahora Hombre )

"SI SOLO HAY DOS PROGRAMAS EN LA TELE QUE VALGAN LA PENA VER, SERÁN A LA MISMA HORA".( Ley de Queco Jones Tienen)

"LA PROBABILIDAD DE QUE TE MANCHES COMIENDO, ES DIRECTAMENTE PROPORCIONAL A LA NECESIDAD QUE TENGAS DE ESTAR LIMPIO". ( Ley de Menudo Lamparón )

"TODO CUERPO SUMERGIDO EN LA BAÑERA HARÁ SONAR EL TELÉFONO". ( Ley de Mevi Amatar )

"TODO CUERPO SENTADO EN EL INODORO HARÁ SONAR EL TIMBRE DE LA PUERTA". ( Ley de Nicagar Puedeuno )

"LA VELOCIDAD DEL VIENTO AUMENTA PROPORCIONALMENTE SEGUN HAYA SIDO EL PRECIO DEL PEINADO".
( Principio de LLongueras )

"CUANDO TRAS AÑOS DE HABER GUARDADO UNA COSA SIN USARLA DECIDES TIRARLA, NO PASARÁ MÁS DE UNA SEMANA SIN QUE LA NECESITES DE VERDAD". ( Ley de Lama Dreque Loparió )

"SIEMPRE QUE LLEGUES PUNTUAL A UNA CITA NO HABRÁ NADIE ALLÍ PARA COMPROBARLO, Y SI POR EL CONTRARIO LLEGAS TARDE, TODO EL MUNDO HABRÁ LLEGADO ANTES QUE TÚ Y QUEDARÁS FATAL" (PRINCIPIO DE LONGINES )

"NO TE TOMES TAN EN SERIO LA VIDA, AL FIN Y AL CABO NO SALDRÁS VIVO DE ELLA". ( Teorema de Muertoaloyo Vivoalbollo )

martes, 27 de octubre de 2009

Las casualidades de la vida

Baje a comprar pan, porqué sí, y porqué me hacia falta, y resulta que como suele ser normal acabas picando, y entre pipas de calabaza y pistachos, el montante ascendió a loas 3'50, cantidad que humildemente en mi monedero albergaba, en forma de 3 monedas de euro, una de 20 centimos, 2 de diez y 2 de cinco. Lo acojonante es que los frutos secos se compran a granel y resulta que palada a palada tanto de pipas de calabaza como de pistachos en ambas fuí a depositar la misma cantidad (gramo y medio, puesto que el precio del gramo era un euro, y el de la barra de pan 50 centimos, hagánme las cuentas).

El caso es que llegados a este punto del aburrimiento supino en el que me embarco en algunos momentos durante la jornada laboral he decidio matar el tiempo construyendo esta entrada que en si misma es un ejemplo de lo que en ella se contiene, por qué no es casualidad que este escribiendo sobre chorrada tan grande si estuviera entretenido.

Quizás si o quizás no. El caso es que algo sucede. No sé si son fuerzas ajenas a nuestro control las que otorgan diversos sucesos que interrelacionados y expuestos a múltiples factores acompañan al ser humano, dándole experiencias, opciones o simplemente quitandóselas. O quizás la otra vertiente sea que el hombre conocedor de sus posibilidades y anhelando sus deseos, inconscientemente funcione para que los diversos acontecimientos de varida índole que se sucedan no le incomoden, pueda realizarlos y así conseguir sus objetivos.

Yo me tiendo a esta segunda parte. Porque creo firmemente que cuando queremos que algo pase, conspiramos, tanto a razón como en inconsciencia a que nuestros deseos salgan cumplidos. E incluso muchas veces nuestros sentidos, vista u oído, ven y oyen lo que queremos ver y oír. Si alguién nos cae mal, el entablar conversación y relación con esa persona siempre será negativa por mucho interés en sacar algo positivo que pongamos, porque siempre será más fuerte el desinterés o interés de nuestro subconsciente de lo más visceral que alimenta nuestros gustos, filias y fobias, al interés, ya sea simulado o sincero, que pongamos en captar sin prejuicios a nuestro interlocutor.

Así siempre que tenemos el control de una situación lo que realmente deseemos estará próximo a cumplirse, por mucho que otros factores contaminen o dificulten la consecución de los más variados sueños. Y por el contrario si el desánimo y la desazón son el sustento de nuestras vidas, mucho más díficil es conseguir objetivos, cortos o grandes, a medio o a largo plazo. El intelecto y la capacidad de lucha se verá menguada conforme a no tomar con ganas la consecucción de los sueños y anhelos, mientras que por el contrario contra más ganas y apretar de dientes pongamos, más se acercan a nuestra orilla la balsa de los objetivos.

En definitiva, la predisposición a conseguirlo todo, la actitud, suma gran parte del objetivo final y esa mentalidad "positiva" es el principal arma con el que nos enfrentamos al día a día y también a la vida.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...