viernes, 7 de enero de 2011
Sin familia
Fue un paseo en coche agradable. Prácticamente había anochecido y del mismo modo se dispersaron los grupos de gentes artificialmente felices. Es una noche para la familia. No se creían lo complicado que fue aparcar. Ni dentro de la residencia, ni en la carretera que conducía al pueblo, amplia y a ambos lados había un hueco libre. Monovolumenes, todoterrenos, familiares, berlinas de gama media, alta... Todo ocupado. Se apagaron las luces y eran los primeros de la fila, o mejor dicho los últimos. Les quedaba una caminata hasta la residencia de casi 10 minutos, cuando habían tardado lo mismo en el trayecto en coche. Hubo suerte de que no llovía y el frío, era escaso por ese cambio climático del que hablan de vez en cuando en los telediarios.
Cruzaron el umbral automático de la puerta tras el paseo y se agradecia la calefacción. Preguntaron por sus padres, don José y Aurora, y 3 minutos después la abuela se deshacía en lágrimas con sus nietos. El rigor de la vida les había tratado bien por fuera, pero por dentro la cosa era distinta. Al padre le costaba hilvanar 5 o 6 palabras seguidas, por ese vicio tan perseguido ahora como de moda hace unas décadas. Su ritmo iba a pilas, y a veces el deambular hacia el baño era un viaje doloroso por la bombona de oxigeno o el fallo del riñón. Con la abuela era díficil distinguir cuando se ponía nerviosa o cuando recibía un ataque del parkinson, por desgracia cada vez, más comunes. Pero lo increíble era la sonrisa que les había quedado por tener a los suyos, su hijo único, su yerna única, sus únicos nietos.
La misma escena se repetía por todo el salón de actos y comedor de la residencia. Familias de 3 y hasta 4 generaciones encontrándose, conociéndose, quedando bien. Regalos y caricias. Sorpresas, risas y alguna que otra lágrima. Pensándolo bien debe ser lo único bueno, y no comercializado, de la navidad. Pensándolo mejor aún, ¿por qué esa escena no se repetía más veces durante el año?
Lo peor es que iba llegando todo a su fin. Las horas pasaban y cada vez más cabezas de familia miraban su reloj. Se hacía la hora para reunirse con el otro lado de la familia o con amigos más plausibles a la gracia, la carcajada, sin ese tono lastimero tan propio de los que ya vieron pasar sus mejores momentos; en la propia, en otras casas, quizás en un restaurante. Dudo que quisieran ver el mensaje del Rey; esperaban compartir una cerveza o una copa de vino con otra persona, por lo que nuestros mayores, los suyos, sus padres y abuelos, iban a quedarse otra vez sólos. Tendrían que ventilarse la cena de nochebuena y unos pocos turrones, con unas muchas pastillas, ellos solos con los pocos cuidadores que han quedado, aunque curiosamente más que los que habrá el día de nochevieja.
Las despedidas iban aumentando en número. Con intensidad se ponían fin a abrazos interminables que desprendían un halo a último irrespirable. Iban marchando los peques algunos con regalos, otros con una paga, valiente esfuerzo de pensiones años sudadas y sufridas y que ahora apenas cubren gastos. Los adultos también salían con alguna que otra muestra de nostalgia y cariño, pero con una inhumana sensación de compromiso cumplido. Le parecía tan irritante y a la vez sorprendente. Qué injusticia no pasar esta noche aquí, o llevarse a casa a los abuelos. Qué menos que cenar con ellos. Pero ellos eran los únicos.
A las 9, en un horario tardío para lo que allí se destila, comenzaron a dar las cenas en la residencia. Eran un día especial, y también lo era aquel menú. Una sabrosa sopa de pescado, y unos entremeses abrieron boca para acabar degustando unos insípidos filetes de pescado o pollo a elección, para acabar con fruta y un corte de helado de nata y otro de tarta. Todo ello acompañado de agua o zumos, por lo que regar la comida con vino fue igual de díficil que conseguí un café para depués de la cena. Suerte, que los asistentes de la residencia encontraron el gesto de esta familia grande, sorprendente y digno, y no pararon de ofrecer toda su modesta comodidad y cordialidad a esta familia, tratando de reconpensarles por un gesto tan excepcional como normal debería de ser.
Las palabras y las risas de la mesa en la que estaban era una desconcertante sensación, en un comedor que a la tristeza habitual le añadía por un lado la soledad de estas fechas y la envidia de no sentirse tan querido por la familia. Aún así con los niños todos los ancianos de la residencia se deshacían. También sus padres a los que les valoraban un gesto de grandeza absoluto; y por supuesto, los abuelos, que recibían los saludos de sus "vecinos y amigos" y la enhorabuena por los afortunados que eran, porque aunque sólos, su soledad se aplacaba en ese día.
En lo excepcional y lo inaúdito quedo la noche. La despedida fue como siempre amarga, pero a ellos protagonistas de esa Navidad por tener memoria y reconocimiento a nuestros mayores se guardo una dosis de respeto y gratitud.
La salida del asilo fue vibrante. Las risas de los niños se oían a lo lejos, pese a convivir con la sopresa de los padres. -¡Esperaba que se quedarán con sus mayores!, dijo ella con aire de resignación y un nudo en la garganta.-Yo tampoco lo esperaba. No sé donde queda la humanidad cuando dejamos a nuestros padres sólos este día.
Las multicolores y centellantes luces de navidad del pueblo se veían a lo lejos. En el aparcamiento sólo había 8 coches, todos ellos bajo el porche del reserado para trabajadores. Las otras 40 plazas estaban libres. Desiertos estaban los árcenes de la carretera hasta su pequeño utilitario. Otros 10 minutos de paseo en la oscuridad, el frío y la soledad.
sábado, 4 de diciembre de 2010
Los cambios
Me siento liviano, alejado y aliviado de una carga que se habia convertido pesada. La daga clavada en mi corazón no me permitia mirar hacia adelante, seguir el camino, después de una experiencia maravillosa, inolvidable, pero al final tortuosa y sangrante. No hacia justicia poner un epílogo de odio y sufrimiento a una experiencia vitalizante, enérgica y que siempre he encontrado excitante.
No me arrepiento de amarte, ni antes que lo tenía seguro, ni ahora que creo que mis fuerzas empiezan a flaquear. Como siempre lo que he vivido y sentido lo he hecho con el máximo de fuerza. Con toda la pasión que mi corazón es capaz de poner en funcionamiento. Con todas las ganas, ahora escasas para robarte un beso. Han sido los mejores meses de mi vida, el año más especial, mas arrebatador. Ejemplo in vivo de todo lo que soy capaz; de todo lo que la fuerza del amor puede mover. También ha sido escarnio de la capacidad de soportar y aguantar, del no retroceder, hasta caer... No es el recuerdo que voy a tener. No lo quiero, y no alimenta mi alma. En mi pecho y en el disco duro de mi memoria van a estar las tardes de risas, de paseos y confidencias entre las sabanas, lo especial que me hacian sentir tus abrazos. He soñado, y supongo que seguiré haciéndolo todas aquellas veces que tu rostro de niña, se añinaba con burla para sacarme una sonrisa, una golosina, o un bombón de chocolate. Me has dado más de lo que nunca nada ni nadie me ha dado, y que desgraciadamente, no creo que se vuelva a repetir, por lo menos en un tiempo largo. Para nosotros espero que queden tantos sueños, nombres de niños, viajes que ahora emprenderé en la soledad o en la compañía, pero no en la tuya que fue la que me enamoró y me hizo soñar con ser feliz. Todo ello queda aparcado en un baúl de maravillosos recuerdos e increibles vivencias. Quedan los viajes e coche; horas y horas en mi saxo de ausencia, de cantar, de pensar. De pensar en ti, y de pensar en mi. De conocerme mucho más gracias a ti. Todo ello queda para mi. No quiero estos últimos sentimientos. Esta ira, esas ganas de olvidarme de todo porque no es justo, y porque no es lo que quiero. Permiteme recordar todo lo bueno.
Y aquí estoy con las emociones vividas y recordadas, guardando tu recuerdo. Y me encuentro bien, cada vez mejor, en este largo camino para volver a ser feliz; aún alejado del final pero orgulloso de hacer todo lo que he hecho, de ser como soy. No guardo rencor y no lo guardare. Es el momento de seguir adelante y de recobrar todas las ganas de vivir todo lo que siempre he querido, de continuar con los que están.

Aquel verano fue el gran siglo
de la vida, todo el futuro
de las palabras, una selva
de incendio adolescente y el hado
de la piedra abierta en su gema.
Más cierta que el perdón, una mentira
hasta el último sorbo bebida
de un licor de labios sonoros,
el amor ciego es una hinchazón
de polen que estalla en doble flor.
Ebriedad y conflicto por un rubor
de inocencia de brazos abiertos,
ruiseñor invisible fue el eco
de la sepración; servidor triste,
de la uva seca exprime tinta el tiempo.
domingo, 4 de abril de 2010
Amor Oscuro

Es imposible un amor alimentar,
Si hay dos corazones indecisos
Con almas incapaces de amar,
Ardiendo en las llamas de los celos.
Entre las penumbras, te busco,
Encuentro lo que parece ser mi muerte,
Mira que entre los besos hay un truco
y en mi mirada tu suerte.
Mira entre mi alma y mi corazón,
Te fijas que late muy lento,
Y solo tu sabes la razón,
Aun que, lo que vivo parece de cuento.
Quiero pasar una parte de mi vida
Contigo; compartir besos sanguinarios
Con caricias infernales, sin salida
Y sentimientos variados.
Apoderate de mi mente,
Dame un beso como si fuera el último
Pero sin estar triste,
Y apaga de mi corazón el humo.
Ten consideración hacia mi ser,
Deja que nuestro amor corra por mis venas
Y déjame en tus labios renacer,
Hazme sentir sensaciones nuevas.
La forma en que muerdes mi boca,
Me hace sentir tu amor de demonio,
Tal como tu mirada me vuelve loca
Pues ya soy de tu dominio.
Acércate a mí; en una noche de romance
Con una lluvia de sangre tuya y mía,
Y amor obscuro que nace,
Que no llegar a quererte es lo que me temía.
Sentir cada beso tuyo y ver tus ojos
Y en tus abrazos sentir tu calor,
Encontraras algo que ni en mil espejos
¿Sabes que es?... mi amor
Nuestro amor una bella canción,
Una mirada vale más que las palabras
Y un beso que una mirada que conquista mi corazón
“por favor hazme volar dame tus alas
Te quiero, pekeña,
domingo, 24 de enero de 2010
Y los tiempos...
Esta tarde vere la tv como un automata sin mas pretensiones que agotar las horas. A la noche buscaré lectura como placer más elevado; más tarde llamaré al amor, para saber como se encuentra, aliviar mi corazón, agitar la coctelera de mi cabeza por estar tan lejos de ti y tranquilizar mi corazón porque sigues ahí. Después mentire al decir que me voy a dormir, porque pasará tiempo hasta conseguirlo, y serán las lágrimas mi acompañante y el sustento de humedad de la almohada.
En los días de diario, que de frío invierno amanecen en la noche la rutina me abraza, no me suelta pero no logra que me olvide de ti. Puede que trabaje, que entrene o que simplemente espere el morir del día sentando en el sofá. La única certeza es que a cada actividad en cada hora le acompaña el recuerdo y el sueño de ser eternos, de poder ya, sin límites ni muros construir toda mi vida junto a ti, que eres lo que más quiero, la persona que siempre soñé...
En los findes, antiguo escaparate de ocios y divertimentos ahora me ahogó en el blanco de la pared y en lo negro de una supuesta diversión, que años después y agotado el engaño no consigue tan siquiera motivarme para esparcirme para buscar unas pequeñas horas de risas y amistad que te hagan salir algo de mi mente, para que te quedes en mi corazón. Tranquila, sin prisa, esperándome para soñar conmigo esta noche, para antes matarme en un lecho frío por tu ausencia y ahogado en lloros de angustia y dolor.
Antes quería que se acabará la obligación, el trabajo, la rutina... Ahora me da igual, porque pasadas esas 8 horas sigo estando a cientos de kilómetros de ti y me cuesta vislumbrar ese momento en el que quiero saludarte, sorprerte o que me sorprendas, verte en definitiva. Lo maravilloso de compartir días, habitaciones y salidas, de estar juntos no tiene comparación. No conozco adjetivos para calificarlo; jamás he tenido otro momento en mi vida que tenga valor de compararse con lo que siento cuando estoy contigo. Tampoco existe dolor más agudo igualable al que siento cuando nos tenemos que decir adiós, o mejor dicho hasta pronto.
La realidad es que cada día cabiló qué hacer o qué decir; cómo conseguir estar juntos ya, y poder regalarte desde ahora una vida plena con momentos inigualables, escenarios sólo vivos en la imaginación, y que queremos conocer, y no menos importante: conocernos en ellos. El paso de los días, no despeja las dudas y en cada momento la certeza que me rebasa aumenta. Me dice que me necesitas, que te necesito. Siento la terrible putada de no poder vivir, desde ahora y en adelante, ya plenamente porque es lo que queremos, lo que sentimos. Nunca pensé que tuviera que existir un tiempo previo de amistad o de conocerse, de ocultar los besos, las confidencias. Y ahora me lo has confirmado, justo tú, justo cuando más díficil parece, cuando me doy cuenta lo lejos que estamos.
Habrá mil trabas, o mil kilómetros entre nosotros. No me importa. Y sé que a ti tampoco. Sólo existe una realidad: Te quiero.
martes, 17 de noviembre de 2009
Sin ti...
Los días que pasan,
las luces del alba,
mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada...
Porque yo sin ti no soy nada,
sin ti no soy nada,
sin ti no soy nada...
(Sin ti no soy nada - Amaral)
Cómo odio ser tan absurdamente dependiente. Mira que he oído veces esta canción con la que empiezo el post, y siempre pienso que es justo lo contrario a lo que yo desearía para mí... pero al final caigo en lo mismo. En que te vas y sufro tu ausencia, lloró en una soledad vacía y viciada en sentimientos desgarradores de tiempo que dejan la oscuridad, la negruzca nitidez de mi dolor, cuando marchas con tu luz, que se ha convertido en mi fuerza.
La cama deshecha, aún caliente del último escarceo y las continuas caricias y besos que se anidan a este amor que siento. La soledad de lágrimas que mojan una piel seca, dolorida y ajada. Las grietas de mi rostro son reflejo de las de mi alma. Ambas curan y sanan cuando me miras. Estas lágrimas son el abono de mi felicidad, y sólo quiero que crezca siempre en mi corazón y mi vida; vida que no tiene sentido sin ti.
Es el eterno vaso medio vacío y medio lleno que cuando encuentras a alguien con quien llenarlo hasta el borde su ausencia provoca que se ponga al borde del precipio, y en ocasiones caiga. Nunca se rompe. Siempre el amor es más fuerte que los miedos y temores, pero estos, inevitables y fieros, le dibujan rajas y fracturas. De su profundidad, de sentir el agua entre los dedos o de verle robusto y perfecto para el uso diario varían las sensaciones, los momentos en los que mirarlo o usarlo. La lejanía no es plato de buen gusto, pero no dejo de confiar en el poder y capacidad que tengo para luchar y conseguir lo que quiero. De tu amor tampoco tengo dudas. De nuestro futuro sueños.
Estando sólo como sólo me dejas, busco refugio en amigos y amigas en todos los ocios posibles. Llegan las noches y me voy acostando tan pronto como puedo, para reencontrarnos en los sueños, donde me temo ya, somos eternos. A la mañana llego cansado tras una noche de pasión alegórica, y estiro las mantas para cubrir mi fria piel, helada sin tus abrazos. Miro alrededor, no estás despertándote junto a mi. Sólo vivo porque sé que es momentáneo, que cada día que pasa es una victoria, que más cerca estaremos juntos para siempre.
Pero me cuesta levantarme y cada día alargo el lecho donde te ame, donde te soñé, donde te amaré. El día se compone de rutinas que no llenan ni el vacío de tu sombra. Al trabajo voy llegando cada vez más tarde, cada día algo más, hasta que esta mañana ya me dió vergüenza, o me debería de haber dado. Intento y consigo abstraerme, ser profesional, hacer lo que me mandan. El coche sintoniza mis músicas que ahora son todas tuyas. Hago deporte como siempre. Consumo el gimnasio en una hora y exhausto y agujeteado salgo a buscar tu recuerdo. A veces, lo hago corriendo, donde aunque me concentró, sólo quiero llegar a dónde estas. Otras voy a casa. Allí ya ni conectó el pc, donde tantas veces nos hemos conocido. Consumo películas y discos que tan sólo me gustan a mí e intento leer pero derrotado caigo yermo ante el sueño de la noche anterior, ante la falta de aliento por tú ausencia.
Escribo porque viviendo tan al filo del dolor, la inspiración se agudiza y vitaliza. No tiene freno y la letra escrita es el curso de mis venas desangrándome a través de mis dedos. En la ausencia de luz el negro es el color predominante y en tu ausencia es la rabia la que me condimenta.
Soy feliz porque soy amado y estoy amando. Soy tristeza porque la inmediatez debe dejar paso a un sueño. Soy odio porque jamás me vi capaz de ser tan independiente y si lo soy, y el odio es miedo por verme sólo una posiblidad que tengo claro que es remota y que ya advierto no me va a resignar.
Te quiero
lunes, 7 de septiembre de 2009
Aprender a llorar
Entro en su reluciente coche negro, y al girar el contacto ya sonaban los acordes de viejos cantautores tarareando problemas eternos. No hizo falta mucha velocidad para que la luz de los xenón iluminará el asfalto más allá de los intervalos de sombra entre farola y farola. Llevaba 5 minutos al volante y enfocaba una amplía avenida cuyo final conocía pero no veía y que le sacaba directamente a la autopista. Inmerso en la conducción no había reparado en que apenas se había cruzado con algún coche, y mucho menos con un viandante, por eso se sorprendió al sentirse aminorando la velocidad al alcanzar a una joven que relucía una esbelta figura bajo la luz de una débil farola.
Casi sin consciencia y con la boca entreabierta se quedo perplejo al ver girarse a la muchacha. Su belleza era arrebatadora. La falda que a espaldas se intuía, se convirtió en un voluptoso y a la vez ceñido vestido blanco, con adornos bordados en la cintura. Partía tres dedos por encima de la desnuda rodilla y aunque no se intuía su final porque se resguardaba bajo una chaqueta negra de cuero, si pudo apreciar el cierre de un escote en V que marcaba su pecho y dibujaba el intermedio entre cordeles cruzados. Calzaba unos botines negros que le alzaban hasta poco más de la media pantorrilla, compaginados con el color de la chaqueta, el negro de su cabello y el brillo de sus ojos. De su rostro se sorprendió tener tanto detalle, pero los intensos ojos negros, enmarcados en unas cejas perfectas dejaban paso a una recta y proporcionada nariz, que te invitaba a besar su boca, dibujada en unos labios de perfecto volumen, intensa humedad y sútil color. Todo el rostro de blanca tez, resaltado por el negro color de su cabello. Una media melena abierta en el centro que encortinaba la ventana de su mirada.
El ya casi imperceptible rugir del motor acompañaba el viaje unos metros más en un baile ya de pasmosa lentitud, hasta el momento en el que clavo su mirada en el espejo retrovisor y la vió gritando, con la mano levantada. Paro el coche sin hacerlo forzadamente, puesto que llevaba frenando varios metros atrás, tal y como el que se apostilla ante cada opción para soñar. Durante breves segundos pensó en partir nuevamente, subir el volumén de la radio e intentar olvidar. Pero aquella imagen onírica ya la tenía clavada en su mente y le pudó más la curiosidad que el miedo o el pasotismo. Y eso era precisamente. Curiosidad. No había lujuria, ni violencia tras aquellos faros traseros de poderoso color rojo. Quiso pisar el embrague y dar marcha atrás, pero no tuvo tiempo, puesto que ya una frágil mano abria la puerta de acompañante.
"¡Hola!, -sonó en el habitáculo silenciando la música-, ¿tú eres de mi pueblo, no? Iba para la estación de autobuses a coger el primero a las 7 de la mañana, pero al verte me he dicho que quizás no te importaría llevarme, y por eso te salude".
La noche es imprevista y soñadora. Jamás se le hubiera ocurrido que una belleza tan atrayente se postrara ante su coche, pidiendo un favor, sin ninguna muestra de temor, quizás porqué ya estaba embaucado por sus cantos de sirena.
Agarrando con la mano izquierda el volante le dijo "¿Dónde Vives?", y ella le comento que en la urbanización a la entrada, en un pequeño chalet, en la calle Edimburgo. "Está bien; te llevo". Y sin perder más tiempo, el sonar del cierre de la puerta y un nuevo arrancar del coche, fueron todo en uno. Les esperaban un largo camino y una noche oscura, pero ambos tenían la certeza de que no lo hacían ya sólos.
"¿Y cómo te llamas?" Alba, me llamó Alba; "¡ahh, qué bonito! yo soy Esteban; ¿No recuerdo haberte visto pero si qué tu cara me suena?, no sé por qué." "Yo a ti si te he visto por allí, y tu coche también; es muy bonito" -replicó Alba. Consumían los últimos intervalos de luz artificial antes de inmiscuirse en la oscuridad de la autopista. La luz azulada que desprendía la ingeniería alemana iluminaba el asfalto, mientras ambos se acompañaban mutuamente. "¿Y cómo es que ibas sóla?" -le pregunto Esteban. La chica no se limitó a girar la cabeza o balbucear una respuesta de mala gana. Giro su cuerpo desde su cintura hacia la posición de Esteban, y con plena sensualidad junto sus muslos y separo a la vez sus pies, llenando el cuadro de inocencia y misterio. Su rostro jugaba con una media sonrisa de plena confianza, y una mirada viva y dulce que dieron dimensión eterna a la pregunta. Con confianza le contó que no estaba muy animada para continuar la "fiesta" y que pensaba en dar un paseo hasta la estación de autobuses. "¿No tienes miedo a la oscuridad?" -respondió en tono jocoso Esteban- "¡Qué va!; La noche es lo mejor. Poder salir y sentir la temperatura fría del ambiente, las almas que pululan en la noche... Es un lujazo, de verdad. Me encanta. Salir con mis amigas o pasear con mi perro... Se puede decir que soy un animal nocturno!!!". Divertida estalló en carcajadas, mientras Esteban fijamente se concentraba en la carretera y esbozaba una media sonrisa.
Pronto los kilómetros se empezaron a descontar del camino y a añadirse a la pesadez de los cuerpos que no de las mentes enfrascadas en tan placentera conversación. -¿Mi novia?, -preguntó sorprendido Esteban- Hace mucho que no tengo a nadie para decirle esa palabra, o dedicarle mi corazón. La pesadumbre, apareció en un rostro cansado de correrías sin destino y finales sin camino. -Cualquiera queria estar contigo, - si jeje, seguro. Tú si que puedes tener al que quieras, me sigue sorprendiendo que nadie se haya prestado esta noche para ir contigo. A la contestación de Esteban, no le siguieron palabras expulsadas de los labios de Alba. Fue su corazón el que dijo que hay caminos que inevitables se hacen por soledad, y un frío recorrió el habitáculo y helo los cuerpos.
El velocímetro por fin alcanzo los 120 km/h velocidad de crucero para el destino y para evitar sobresaltos. Y con la noche como testigo, hablaron de sueños. De cómo ser felices, de si alguna vez lo han sido, y ambos empezaron a soñar con hacerlo juntos. Así fue como Esteban descubrió entre miradas de intenso negro y latente curiosidad la simpatía que radiaba Alba, mientras ella a su vez dejo deslizar su chaqueta para quedarse con los hombros desnudos de nacar, y postrarse hacia el asiento trasero para dejar su prenda arrebatada.
Tal imagén mascullada con el rabillo del ojo provoco la turbación del conductor, que sin dejar de pensar en tan bella imagen, su cabeza sólo le hacia apreciar la inocencia y interés que despertaba la jovén Alba.
La soltura y la dinámica Alba sentenciaba al amor a un Esteban que a su vez conseguía en los oscuros ojos de su acompañante como conseguía él hacerse un hueco. Ambos reían y sentían crecer un sentimiento que casi siempre tarda mucho en hacerse fuerte, pero que en ocasiones puede abrazar dos almas gemelas, que sólo necesitan decirse una vez hola, para hacerse eternos.
De repente la niebla cerró la carretera y turbó el camino del que ya apenas quedaban unos 15 kilómetros. -Tengo unas ganas enormes de viajar -sentenció Alba. Siempre pensé en hacerlo con el chico que me gustará, en recorrer y conocer mundo, ir de aquí para allá, Italia, pero también España, América... Y ahora que no encuentro a nadie que quiera acompañarme me voy a tener que ir sola. Aquí comenzaron unas carcajadas mitad fruto de la ocurrencia, tres-cuartos de la frustación que Esteban no dudo en acompañar, con un rotundo, "yo voy a dónde tu quisieras". Así comenzaron a desengrañar destinos, playas vistas y oídas, pero jamás visitadas. Ciudades de indómita belleza tan sólo referenciadas en atlas y sueños. "Con un tio como tú, si que podría estar segura, jeje". "No iba a dejar que te pasará nada, en ningún sitio", soltó un ya confiado Esteban, mientras pensaba en cómo esta dulce criatura, había arañado su principal sueño de salir de esta misera provincia, de una paupérrima sociedad a nivel económico pero también moral.
Y así tomaron la salida 27. Era ideal para entrar en la urbanización de... Cinco o seis curvas, reviradas, a izquierdas y derechas, para enfilar una rotonda que daba el acceso a una retahíla de coquetos chalets unifamiliares, agrupados en unas 18 calles en forma de manzana. Calle Estocolmo. "No por aquí no, vete hasta el última calle y esa es", le dijo Alba. Esteban no pudo acelerar por el vaivén de los badenes, pero tampoco tardo en demasía para girar hacia la derecha. Coche de tan cuidado y preciso diseño, sumado a la pericia del conductor apenas provoco una turbación en el ambiente, pero eso no impidió que 3 o 4 casas adelante, se oyeran los ladridos de un perro. "Esté ya me ha olido" solto jocosa Alba, y señalaba su casa. "Mi perro siempre que dobló la esquina ya sabe que vengo".
Esteban aparco el coche, pero no quito el contacto. Las luces seguían iluminando el final de una calle, que se intuía pero desconocía, x la frondosidad de una niebla que nadie se habría atrevido a predecir. Ambos se miraron, y andaron el camino hacia un beso que deseaban más que nada. Pero Alba, no quiso encantar ya a su amado y deposito sus labios en la mejilla del jovén, para después pedirle que mañana viniera a buscarla, en un ruego, un susurro, que no consiguió silenciar el atronado ladrido del perro.
Alba, perdía una lágrima en la despedida que tenia su reflejo en la que resbalaba por el rostro de un Esteban, convencido de haber conocido al amor de su vida. La jovén abrió la puerta y salió del coche, para antes que Esteban la buscará atravesar la puerta, sólo pudiera encontrar el cierre de la valle del chalet. Hasta el perro había callado ante tal muestra de respeto y amor, e incluso la niebla abandonaba el lugar después de haber presenciado tan tierno espectáculo.
Esteban ya se disponía a buscar el camino a su cama, para quizás intentar continuar la noche con su nueva amada entre sueños, cuando se percató de que la chaqueta de Alba, estaba en su asiento trasero. Paró el coche, y pensó que hacer. No eran horas para ir a llamar a la puerta, pero vió que la luz de la entrada de la casa seguía encendida. Entonces agarró la prenda, y marcho con gran rapidez hacia la puerta que daba al jardín delantero. Allí de cuquillas, pudo ver al perro, un border coiler, echado, despierto pero con un rostro pleno de melancolía. Buscando la ecuanimidad entre gritos y susurros llamó a Alba, varias veces, hasta ver abrirse la puerta.
No fue la joven la que salió de la casa, sino una mujer ya mayor, que no vieja. De esas personas de belleza sutil e impulsiva, que sin duda era la madre de Alba. Rondaría unos 45 años, pero su rostro iluminado por la luz del recibidor, mostraba muchas más marcas, quizás no de edad y si de sufrimiento. "¿Qué quieres?", le expeto a un Esteban sorprendio y avergonzado. "Devolverle la chaqueta a Alba", y le mostró a la mujer la chaqueta de cuero negra, que lucía su hija. Está no pudo más que arrodillarse y comenzar a llorar, al darse cuenta de que era la prenda de su hija. De una hija que hacía ya mucho que no pasaba por casa, de una hija que ahora sólo puede llorar frente a una piedra. Una piedra que cayó en el ánimo de Esteban que enamorado y engañado por las ánimas sólo era capaz de encontrar el confort en la muerte.
viernes, 4 de septiembre de 2009
Destinos cruzados
Sin objetivo para estos días me he quedado, y aunque estoy muy confiado y seguro de mi mismo, no he dejado de tener ese impulso de ir a verte, de secuestrarte y quedarnos a vivir en cualquier parte; sin más necesidad que nosotros mismos. Conozco lo que sentimos y el por qué de no haber podido dormir juntos estas noches, y... sé que ambos queremos lo mismo...
Sin ninguna gana de fiesta, de disfrutar, de vivir. Pero no me resignó ni a luchar por ti, ni a intentar llevar mi vida, paso a paso, aunque sea sólo.
Sólo tú me miras con tanta pureza y belleza interior.
Sólo tú llenas de Alegría a mi Alma.
Sólo tú conoces mis secretos, deseos y anhelos.
Sólo tú me transmites calor con tus manos.
Sólo tú me das fuerzas para seguir viviendo.
Sólo tú me hablas con tanta dulzura.
Sólo tú me escuchas con tanta paciencia.
Sólo tú me acaricias con tanta delicadeza.
Sólo tú me besas con tanta ternura.
Sólo tú me comprendes con tanta sutileza.
Sólo tú haces que me sienta el Ser más Feliz del Universo.
Sólo tú me das tanta seguridad en mí mismo y en lo que siento.
Sólo tú me calmas y tranquilizas cuando estoy mal.
Sólo tú eres el que puede entrar en mi Corazón y en mi Ser.
Sólo tú me abrigas cuando tengo frío.
Sólo tú eres y serás la Dueña de mi Corazón.
Sólo tú eres mi Sueño hecho realidad.
Sólo tú eres y serás la que me ama y me amará siempre.
Sólo tú sabes mi destino, como yo sé el tuyo.
Sólo tú puedes soñar conmigo despierto.
Sólo tú tienes la fuerza para hacerme luchar.
Sólo tú eres capaz de hacerme llorar y reir, de reir y llorar, sucediéndose o a la vez,
risas y lágrimas de vida propia, nunca efímeras, siempre latentes.
Sólo tú me haces hablar del amor.
Sólo tú me has demuestrado lo que significa la sinceridad.
Sólo tú le das significado a todas las canciones.
Sólo tú mueves mis lápiceros, agitas mi mente,
Y sólo tú llevas puesto mi corazón de complemento.
Sólo tu recuerdo es más intenso que las caricias ajenas que no consiguen olvidarme de ti.
Sólo tú.
Sólo tú me distes el mejor momento de mi vida. (y el Palmar).
Sólo tú haces que me entregue.
Sólo por tus besos vale la pena luchar.
Sólo por verte despertar cada día, merece la pena vivir...
Sólo tú eres a la que amo y amaré eternamente!
lunes, 20 de julio de 2009
De lo extraño a lo sensacional una llamada
Marqué. Me respondiste. Y nuestras voces ya no fueron desconocidas para el otro. Me sorprendió tu risa nerviosa, las primeras palabras que te oía entrecortadas. Azorada me llegabas. Y yo, qué te puedo decir, que no te dieras cuenta, Anabel. Interpretaba un guión improvisado hacía 2 minutos, y lo hacía con las manos temblando, sujetando el teléfono. Temblaba porque no sabía que te pasaba. Me imaginaba lo peor, otra hostia que deformaba mi rostro, otro golpe para matar mi corazón. Pero pronto me calmaste, me resarcistes. Con tus primeras risas quedo ya mitigada esa desazón. Con las palabras, seguimos ese camino que llevamos andando tanto tiempo. Para conocernos, para divertirnos, para enamorarnos. Más confidencias, más verdades; la sensación de certeza que me inunda contigo y creo que te correspondo. De verdad que soy asi, creeme. No tengo porque cambiar de un medio a otro. No me hace falta engañarte durante 9 meses para echarte un "polvo". No tengo tanto tiempo libre, y aunque el oficio merece los menesteres, tu belleza radica en tu alma y yo no soy nadie para mancharla. Y así iba yo caminando por mi barrio conflictivo, entre saltos de farola, sintiendo tu farola y los ruidos extraños de la noche, pero feliz de escucharte. Tú estabas mojada, recién duchada; yo decidido, con el estomago revuelto, mitad por los nervios, la otra por los alcoholes más recientes... Luego te encargastes de hacerme reír, de sentirme tan feliz como hacía mucho tiempo no me sentía, y tan pleno, como nunca me he sentido. Ese miedo, la punta de un cuchillo que empezaba a profundizar mi piel, se cayó al suelo, solamente manchado por una gota de mi sangre.
Lo habías frenado tú. Al igual que me abrigas mientras sueño; como cuando me acercas una toalla, o cuando secas los platos que voy fregando... ahí te veo, te sueño, te imagino. También amándonos, siendo dos en uno, uno en dos... Me das tantas cosas y todavía no nos hemos visto. No pensaba llamarte. Siempre tenía ganas, y las sigo teniendo, pero me gustaba ese misterio. Ahora no existe. A cambio me has dado una noche genial, increíble. Me quede sin batería, y después tumbado en la cama, seguía conversando contigo.
Entiendo que no te guste y te de miedo, el que yo siempre recuerde esos malos momentos. No creas que lo hago siempre. Soy un ejemplo exacerbado del carpe diem. Vivir, gozar y disfrutar cada momento y poder recordarlo es mi meta; pero es necesario tener un bagaje y una precaución. No tengo miedo porque ya casi nada me queda por perder. Más de vivir de la ilusión a morir desilusionado hay un sólo paso... recibir latigazos en el rostro y bañado en dolor no sería la primera vez que me viera, y probablemente no será la última. Pero anoche me quede tranquilo, me quede a la vez exahusto y vital. Con ganas y cansancio. Cansado de no tenerte, de tenerte pero no tocarte, tocarte y no amarte, amarte y dormir en una solitaria cama, para asi despertar y volver a empezar. Y soy vital porque me das vida, me das objetivos, me haces mejor persona, tener más seguridad... Niña, por supuesto que yo sé que soy la hostia. Soy un tio genial, y una persona increible. Creételo. Es la verdad. La verdad siempre se ha dibujado en mi boca. Es mi única arma para paliar la fuerza del destino.
Ese cabrón que te marca con golpes cortos y te destroza con los golpes bajos. Toda la vida peleando con él, luchando por hacer que camine a donde voy yo. Pero es terco, esta armado y tiene muy mala leche. Si fuera amigo, esto de ahora hubiera sido el año pasado. Nada me ataba, los sueños estaban apagados, y sus cenizas eran el recuerdo de tiempos mejores y la señal de desdicha. Ahora una parte se cumple y me llena. Viajo por el tiempo acercandome a sueños, pero también tengo la sensación de alejarme del más bello de todos ellos.
Voy a luchar, porque soy un luchador. No me rindo y esta es mi palabra, que es inviolable. Si el destino es terco, yo lo soy más, y no me voy a plegar por más dificultades que aparezcan. Sé que tu y yo podemos re-escribir la felicidad.
martes, 14 de julio de 2009
17 noches sin ti, después de 9 meses

Me ha gustado mucho esta frase que me has dicho hoy. No sé por qué, ni tampoco para qué. Quizás solo valga para escribir una entrada en el blog o en el tuenti y así tener una excusa más para ver tus fotos. Lo que si que sé, es que me muero de ganas de abrazarte y amarte. Las ganas de seguir viviendo en un sueño y no despertar de él, pese a las bofetadas de la vida, las hostias de los rivales o las caricias y besos, de otras almas que también buscan burlar el tiempo para evitar su perdición, y que nunca se dan cuenta de que cada cuerpo extraño que ocupe su cama les acerca inevitablemente a la derrota.
Habían pasado varios días desde que nos dijimos adiós. Perdida la esperanza, vino a visitarme aquella vieja amistad ya olvidada, pero no perdida: la soledad.
Y es que pese a estar rodeado de personas, y poder gritar que me siento feliz, la ausencia de no tenerte, de no conocerte, de haber existido y nunca darme cuenta de dónde podías estar, o por donde aparecerías; si es que tenías que aparecer. Estaba claro que no me iba a quedar en casa, mi habitación había escuchado ya demasiadas historias tristes, demasiados gritos, demasiados llantos. Una noche más, otras horas a añadir, a unir. Días mutilados por la rutina y rutinarios ya en echarte de menos. En viajar con la mente y darme cuenta que por mucha fuerza o valentía que aporte, las locuras sigan siendo utopías y ensoñaciones que sólo me son útiles para mirar a los ojos al destino y llamarle cabrón, y bastardo.
Demasiadas cosas en tan poco tiempo. Jamás había vivido tan rápido. Necesitar de algo que nunca se ha tenido, puede parecer el culmen de la desgracia. Pero viviendo en la inopia adquirir felicidad es tan fácil como ponerse en marcha. Aún así el sentimiento de vacío y de culpabilidad no era frenado. Luchaba hasta la extenuación por derribarlo, mirar al frente y seguir, caminar, correr... Ni siquiera quería huir de él; ya estaba hechizado bajo sus armas y sólo me contentaba conocer otras historias. Cuentos no escritos con final feliz sin rima hortera, carentes de fantasía y llenos de realidad. Historias de iguales y distintos, matizadas por el dolor y la alegría, pero con un sabor final a trascendencia; a felicidad.
Sea como fuere, en ese único instante la soledad era mi único sentimiento. Caminaba por las calles grises y me acechaba la inmensa realidad de haberte perdido. Te alejaste sin más, sin mirar atrás. Intentaba adivinarte entre la gente mientras, minuto tras minuto, mi vida seguía su curso sin rumbo fijado, y tanta abrumadora tormenta de pensamientos me impedía razonar con claridad.
Era la hora de confundirse entre las nocturnas luces de la ciudad, entre la algarabía de los locales de fiesta, mojarse en alcohol y disfrutar del tiempo que se me había concedido, tiempo para mi, para nadie más…
Tres cervezas después, con los amigos y las amigas de siempre, ya me sentía de otra manera, sin complicarme tanto la existencia con mi propia personalidad. Si acaso, el alcohol estaba mitigando los problemas que pensaba que tenía, porque realmente tanto comerme la cabeza era mi verdadero problema.
Y mientras iban pasando las horas, las copas, las risas….iba retomando mi anterior vida justo donde la dejé.
Me sentía capaz de todo.
Me sentía por fin especial.
Me sentía libre.
Pero entonces llegastes, te hicistes fuerte. Vivir, reír y soñar se conjugan bajo tu nombre. Y ahora mi único anhelo es que en algún momento pueda saber como te sientes. Hasta entonces cuento los días, prometo no ahogarme en alcohol, ni morirme en las curvas. Al descanso y el relax, quiero que le siga el frenesí de recorrer tu cuerpo, saborear tu piel, y conquistarte a base de llenar tus sentidos.
miércoles, 1 de julio de 2009
No hay estrellas

Sin ruido, sin artificios, sólo en la montaña; elevar la mirada al horizonte y vislumbrar la rapida quietud de las estrellas capaces de acongojar al mayor coloso e influir valentía al más misero cobarde. Con un amor lejano y a la par ideal, ver el firmamento es ver el espejo de nuestras vidas, aparentemente solas en la vorágine, pero en realidad unidas, indisolubles y únicas, y también acompañadas por tantas almas en pena como rostros se pueden recordar.
El viento continúa su trayecto y a su paso moja mi rostro. La sangre fluye caliente por mis venas hasta mi corazón solo alimentado por el deseo de ser feliz una única noche. La inmensidad del espacio no es distancia para placar los sentimientos y jamás mi mente se detendrá de pensar en vos. Lucho sin espada frente al inframundo y los encajes de Hades, por salvar a mi Hera, princesa y reina, fiel y abnegada en el dolor de estar tan lejos...
Las tierras que dibujan el valle aterciopeladas en verde contienen la leyenda de brujerías y espíritus errantes. Caminar por el día a día sin acceso a la felicidad es peor que morir. El frescor de la noche añeja cada sueño. Y ya conocida todavía nunca viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos ser envuelto, atado y absorbido no es más que un alejado sueño. Todo lo que procedía de ella, me alimenta y me nutre de fuerza, valor y potencia. No poder vivirlo, extrañamente no me destruye porque no me importa si en el día o en la noche, muerto o vivo, siempre sentire su calor.
Cuando terminó de escribir, quedol muerto inmóvil, contemplando cada obra. Al mirar a mi alrededor veo que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos.
Pero cerrado el cuento a sacrílegos y vanidosos, mis sentidos despiertan a la belleza. No a lo sonoro o estimulante de mi prosa, o de cualquier letra. NO. El vello de la piel se eriza, las pupilas se abren, mi boca saliva, evoco una vez más las visiones de la inspiración para seguir construyendo este perfil y frente que me satisface y enorgullece. Sin deberle nada a nadie, camino. Ya no pido tampoco nada, porque nadie sabe como satisfacer las necesidades que provocan las mismas heridas de siempre. Incluso no existe melancolía porque siempre encuentro madriguera donde masturbar el tiempo y eyacularlo contra el aburrimiento. Mis pasiones y convicciones me hacen más fuerte. Esta es la primera de ellas, y acompañarla de música y acompañarme con la imagen de todas aquellas que si que me valoran dibuja mi maquiavélica sonrisa paralela al ala del sombrero entornado. Mi orgullo me hace invencible, pero se desvanece como el terrón de azucar que hay en mi mesa, cuando mi tercera lágrima cae pensando que estas tan lejos.
Y ahora amargo tomaré el café, pero su fuerza no frenará el impetú del hielo al que baña, y ambos se fusionarán en un líquido negruzco de intenso sabor y potente estímulo. Mi sangre funciona igual, con la salvedad del color, y la no menos importante del sabor, siempre aderezado por los estados de ánimo. La cólera, la felicidad, la tranquilidad, la excitación. 4 sabores para un único paladar.
Me detuve delante de aquel espejo en el cual nos habíamos contemplado tantas veces... tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado nuestra imagen, potente y firme, inresquebrajable, sin temor a perder brio ante el musgo o los insectos. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal -en aquel liso, enorme, vacío cristal- que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro!
Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós! Pero recordad que nuestra última belleza permanecerá, bien esculpida en granito dos cuerpos abrazados o bien clavado en la luz eterna de estrellas lejanas, que se abren a la vista noches claras y nítidas, de las que ya se han apropiado de su belleza, porque ya siempre que algo bello llega a mis sentidos, tú sales de mi corazón, y llegas a mi mente.
I am a man who walks alone
And when I'm walking a dark road
At night or strolling through the park
When the light begins to change
I sometimes feel a little strange
A little anxious when it's dark
Fear of the dark, fear of the dark
I have constant fear that something's always near
Fear of the dark, fear of the dark
I have a phobia that someone's always there
Have you run your fingers down the wall
And have you felt your neck skin crawl
When you're searching for the light?
Sometimes when you're scared to take a look
At the corner of the room
You've sensed that something's watching you
Have you ever been alone at night
Thought you heard footsteps behind
And turned around and no one's there?
And as you quicken up your pace
You find it hard to look again
Because you're sure there's someone there
Watching horror films the night before
Debating witches and folklores
The unknown troubles on your mind
Maybe your mind is playing tricks
You sense, and suddenly eyes fix
On dancing shadows from behind
Fear of the dark, fear of the dark
I have constant fear that something's always near
Fear of the dark, fear of the dark
I have a phobia that someone's always there
When I'm walking a dark road
I am a man who walks alone.
lunes, 18 de mayo de 2009
Murió Benedetti

Sin ti la poesía había fenecido,
Sin tu lucha la historia nos habría olvidado,
Pasados los años y los exilios,
Disfruto de tus versos,
porque ya son eternos...
Sin ti el coraje no habría tenido marco.
Sin ti una generación habría desonocido
como nombrar la belleza,
sujetar la certeza,
y amar con cabeza.
Tú nos regalastes versos,
de caliente juventud,
de amarga derrota y agridulce victoria.
Tú nos enseñastes a amar,
a la cercana mirada,
y la lejana ausencia.
No ha sido la mejor semana para la sensibilidad en el mundo. Dos de los grandes productores de la misma nos han dejado en menos de 7 días, y la muerte, la soledad o la injusticia que tantas veces clamaron en canciones y poemas, ahora se agiganta con la certeza de no vislumbrar ya más que epitafios sublimes, pero epitafios en definitiva. Mario Benedetti, el fantástico poeta e ideólogo uruguayo falleció anoche, víctima de fallos multiorgánicos, pero sobretodo de la soledad tras el amor, de la viudez sin su luz.
El poeta resistente, que vivió el exilio y la enfermedad (un asma pertinaz, obsesiva) le fueron rompiendo, pero él se mantuvo siempre "en defensa de la alegría". Finalmente, una agonía causada por un fallo intestinal, que hizo deprimentes sus últimos días, le rompieron del todo, y murió ayer a los 88 años, en su tierra, Montevideo. Nació en Paso de los Toros, pero esta urbe que parece un microcosmos literario fue el lugar al que volvió siempre, de todos los exilios. Era al final (y esta expresión la acuñó él) un desexiliado.
Su muerte se produjo semanas después de su última hospitalización por fallos multiorgánicos que al final le cegaron el humor y la vida; pero había empezado a morir mucho antes; hace tres años falleció su mujer, Luz, con la que vivió toda la vida, en la libertad y en el destierro; él creyó siempre que la enfermedad de Luz, que se olvidaba de apagar las luces de la casa, en Madrid, era una simple distracción, e incluso le compró artilugios con los que dominar las consecuencias de su sordera. El poeta del compromiso, del amor y de la alegría, sintió luego que, en efecto, esas ausencias eran debidas al alzhéimer que inundó la casa de desolación y de huida.
Se fue con ella, de nuevo, a Montevideo, y allí la cuidó hasta que le dejó del todo. Y le dejó malherido. Benedetti tuvo algunos momentos de alegría después, como cuando Hortensia Campanella, su biógrafa última, le entregó el manuscrito en el que se condensa la vida entera del escritor. Él ironizó ante tanto papel, y delante de Ariel, su fiel ayudante, dijo: "¿Tanto he hecho?".
Pero su alma estaba herida; seguía escribiendo, poemas, haikus, animado por su editor de poemas, Chus Visor; tenía la casa llena de literatura; en un tiempo fue política, sus poemas estaban al servicio de la rabia que le produjeron las dictaduras del sur, la suya, la uruguaya, que le persiguió a muerte, y la argentina, que también quiso matarle. Mató a un amigo suyo, el líder político Zelmar Michelini, y esta muerte fue un símbolo de las muertes que hubo antes y después en la vida acosada de hombres como él. Luz fue su bastón. Y Palma y Cuba y Lima sus lugares de exilio; a los tres les guardó siempre gratitud; fue un gran defensor de la Cuba de Fidel, por eso mismo, pero jamás utilizó esa afinidad para discutir, en los últimos tiempos sobre todo, lo que en esa revolución que él quiso se fue torciendo.
Era un hombre cordial, enteramente, pero era un tímido absoluto. Los que le conocieron en España le recuerdan, por ejemplo, en la Feria del Libro de Madrid, puntilloso, anotando con palotes los libros que firmaba; y le recuerdan rechazando el pescado con espinas y en general las tonterías; era un conversador tranquilo; llegaba a los sitios con su maletita marrón gastada, y dentro llevaba siempre poemas o cartas, en esos momentos en que cumplía compromisos parecía a la vez el escolar que fue y también el oficinista.
Su apariencia era la de un juez de paz, pero nunca hubo paz dentro de su alma, ni siquiera cuando se le vio feliz, con su mirada desvaída por las lentillas, con su bigote largo e invariable a lo largo de una vida en la que tantos se enamoraron con sus poemas o escuchaban las canciones que hicieron con sus versos su paisano Daniel Viglietti y Joan Manuel Serrat. Con Viglietti tiene una anécdota que se parece a algunas de las que le convertían también en un escolar huidizo al que le asustaba la fama, al tiempo que le agradaba que algunos, ante sus recitales multitudinarios, dijeran que parecía una estrella de rock.
Hubiera sido incapaz de cantar, pero un día se encontró con Viglietti en París, en un aeropuerto, y Daniel le dijo a Mario: "Estoy haciendo música para sus poemas". "Y yo estoy haciendo poemas". Entonces el poeta se quedó pensando, y añadió, riendo como reía, como para no molestar: "Tenemos que hacer algo con esta casualidad". De esa casualidad nacieron conciertos, libros; eran como dos en la carretera; cuando vimos a Viglietti en Montevideo, en el entierro de Idea Vilariño, a mediados de abril, la gran amiga generacional de Mario, el cantante nos dijo: "Y lo de Mario. Estamos tan mal, y vamos aún a lo peor".
Montevideo fue su último sitio, y fue casi el primero. Su largo recorrido por la vida conoció una interrupción terrible, cuando los médicos le detectaron tumores que aconsejaron operación, en el hospital 12 de Octubre de Madrid. Allí le atendió, entre otros, el doctor José Toledo, que le conocía, y todo el mundo se desvivió por él. Un día, poseído por el dramatismo al que a veces lo llevó su pesimismo, el que también está en su obra, Mario decidió abandonarse. Como hubiera dicho Idea, que le precedió en la muerte, empezó a decir para qué. Detrás de esa decisión de no seguir hay algunos versos, como éstos: "Me he ido quedando sin mis escogidos / los que me dieron vida / aliento / paso / de soledad con su llamita tenue / y el olfato para reconocer / cuánta poesía era de madera / y crecía en nosotros sin saberlo / Me he quedado sin Proust y sin Vallejo / sin Quiroga ni Onetti ni Pessoa / ni Pavese ni Walsh ni Paco Urondo / sin Eliseo Diego sin Alberti / sin Felisberto Hernández sin Neruda / se fueron despacito en fila india".
Con la enfermedad, Mario descuidó su aspecto, dejó de afeitarse, y alguien le dijo, una madrugada: "Así no puedes estar. Tú eres guapo, un hombre así parece enfermo. Ya no lo estás". Al día siguiente se rasuró del todo, se puso de limpio, y cuando este amigo le visitó y se hizo el distraído sobre su nuevo aspecto, el viejo poeta revivido le llamó la atención y le dijo:
-¿No te has fijado que hoy sí me afeité?
Era un hombre insobornable, el más comprometido de su tiempo. Su muerte deja en silencio mustio su época, su ejemplo y la raíz de sus versos. Pero los muchos que le cantan no lo dejarán, como él decía del verdadero amor, en lo oscuro.
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
lunes, 11 de mayo de 2009
Mis amores

Hoy han vuelto.
Por todos los senderos de la noche han venido
a llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.
Me lloraré a m mismo para llorarlos todos.
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.
Hay cabezas doradas al sol, como maduras...
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,
cabezas coronadas de una espina invisible,
cabezas que sonrosa la rosa del ensueño,
cabezas que se doblan a cojines de abismo,
cabezas que quisieran descansar en el cielo,
algunas que no alcanzan a oler a primavera,
y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas...
Me duelen como muertos...
¡Ah!... y los ojos... los ojos me duelen más: ¡son dobles...!
Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
abrasan si fulguran,
son caricias, dolor, constelación, infierno.
Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,
se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
Ellos me dieron sed de todas esas bocas...
de todas estas bocas que florecen mi lecho:
vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
con lises de armonía o rosas de silencio,
de todos estos vasos donde bebí la vida,
De todos estos vasos donde la muerte bebo...
El jardín de sus bocas venenoso, embriagante,
en donde respiraba sus almas y sus cuerpos,
Humedecido en lágrimas
ha rodeado mi lecho...
Y las manos, las manos colmadas de destinos
secretos y alhajadas de anillos de misterio...
Hay manos que nacieron con guantes de caricia;
manos que están colmadas de la flor del deseo,
manos en que se siente un puñal nunca visto,
manos en que se ve un intangible cetro;
pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes,
en todas, todas ellas, puede engarzar un sueño.
Con tristeza de alma,
se doblegan los cuerpos
sin velos, santamente
vestidos de deseo.
Imanes de mis brazos, panales de mi entraña
como a invisible abismo se inclinan a mi lecho...
¡Ah, entre todas las manos yo he buscado tus manos!
Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
de todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
de todos esos ojos, ¡tus ojos solos quiero!
Tú eres el más triste, por ser el más querido,
tú has llegado el primero por venir de más lejos...
¡Ah, la cabeza dorada que no he tocado nunca
y las oscuras pupilas que miré tanto tiempo sin darle nombre!
Las ojeras que ahondamos la tarde y yo inconscientes,
la palidez extraña que doblé sin saberlo,
ven a mí: mente a mente;
ven a mí: ¡cuerpo a cuerpo!
Tú me dirás qué has hecho de mi primer suspiro,
Tú me dirás qué has hecho del sueño de aquel beso...
Me dirás si lloraste cuando te dejé sola...
¡Y me dirás si has muerto...!
Si has muerto,
mi pena enlutará la alcoba lentamente,
y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo,
Y en el silencio ahondado de tiniebla,
y en la tiniebla ahondada de silencio,
nos velará llorando, llorando hasta morirse
nuestro hijo: el sueño.
lunes, 23 de marzo de 2009
Lejos

Kilómetros son barreras en las que lastrar la felicidad. Excusas baratas para no encontrar el sueño; para no completar el círculo. Queremos dibujarla circunferencia de nuestra vida, hacerlo completo, íntegro y propio y acobardados dejamos la tarea sin llegar a romperse la punta del lápiz. Encontrar en la letanía de los tiempos muertos por el horror una mirada cómplice, una palabra de amor es un sueño y a la vez una daga clavada en el espíritu. Sin conocernos el timbre de la voz, o la calidez de nuestras palabras, nuestras manos, el juego de caricias... nos amamos por perfección.
En la escala de la felicidad la suposición de agarrar tu belleza, ponerla a la altura de mis ojos y susurrarte que te quiero y me respondes, marcaría un 10. El dolor más extremo es insoportable ante la incerteza. Viajar por caminos que no conducen a tus besos, son torturas movidas por la avaricia y la lujuria que calman mis deseos carnales, pero enviolentan mi corazón. Corazón ajado por palabras indoloras que resquebrajaban mi alma, cerraban mis ojos para abrirlos vidriosos y mostraban negatividad, incluso rodeado de belleza... Las sinuosas pieles, vestidas solo por velos, enbaucaron armadas de sonrisas, caricias y armas, pero desbordados mis sentidos, viciada por sus caricias mi conciencia, era su crueldad la que borraba cualquier atisbo de alegría en el horizonte, para sumergir en lúgubre oscuridad mi existencia tan sólo abrazado mi cuerpo desnudo, por el atroz viento y su aullido de terror.
Pero ahora sé que existe la perfección asociado al nombre de una mujer. Soñar, imaginar, con un amor imperecedero en tiempos de desecho. Y volver a reir, a llorar. Que nuestras manos juegen; los dedos se deslicen, las caricias y los besos recorran cada centímetro de nuestra piel; que las lenguas batallen en mayor deseo. No voy a escribir en papel, o sobre un teclado los detalles con los que seremos eternos, aunque ya lo somos en nuestra imaginación sin habernos visto... Vivimos en nuestros sueños, en una imaginación valiente dentro de espíritus cobardes... Camino convencido de tenerte a mi lado sería el reflejo de mi vida perfecta, de nuestra felicidad exponenciada, de la relevancia del momento; Darías color a mi vida con unos lapiceros que jamás se gastarían. El destino cruel y necesario barajo las cartas y nos sitúo lejos, pero vivimos cerca...
domingo, 2 de noviembre de 2008
Otoño

Hoy he paseado por un parque y me he dado cuenta que ya es otoño, la estación en que los árboles presentan esa imagen dorada y de embrujo que me inspira a soñar.
Miro caer las hojas y pienso que, ese árbol de hoja caduca, a cumplido su ciclo anual de frondosidad. Ahora ya no es necesaria su sombra y, discreto y silencioso, se desnuda y duerme hasta que de nuevo nos sea necesario; no sé si es un reflejo de mi ser o una divagación espontánea. La naturaleza es tan sumamente bella que en todo momento nos ofrece sus encantos, y sin perder un ápice de su hermosura nos regala aquello que en cada momento necesitamos.
En mi paseo, me he sentado a descansar junto a un tronco de corteza desquebrajada y reseca, pero sé que en la próxima primavera, este tronco aparentemente muerto, volverá a brotar y volveremos a buscar su sombra y admirar la frondosidad de sus ramas, es ese corazón de madre naturaleza que nunca nos abandona, en sus raíces llevará la sabia y otros árboles le tomarán el testigo y nos darán el oxígeno necesario, la sombra, la humedad, y el aliento para vivir, ese aliento que hoy me faltaba. Y digo me faltaba porque en este descanso, en que me detengo para descansar el cuerpo, simultáneamente entro en reflexión y ordeno ideas y situaciones, por tanto, recobro ese ritmo tan necesario en cuerpo y mente. Mientras la música retumba en mis oídos, proviniente de la tecnología de concentración, en llamas, in flames siento el calor de mi pecho resoplar, de mi corazón luchador, para no ahogarme en mi cansancio y olvidar lo pasajero para seguir la marca de batir mis miedos.
En esta reflexión, el corazón se ensancha, la sensibilidad aflora y nos inunda de pasajes de nuestra vida guardados en los pliegues del tiempo, todos hermosos, todos únicos, todos de esa pureza exenta de rencores, para poder formar con todos los retazos de nuestras vivencias, nuestra historia, y como queremos que sea la más humana y la más bella, nos inclina a mejorarnos, a humanizarnos, a sensibilizarnos, en definitiva, a colaborar en un mundo mejor.
Nada es más triste que llegar al último tramo de nuestra existencia y mirar nuestras manos vacías, sin nada que ofrecer y sin nada por recibir a la hora de entregar el testigo. Este es el principal de los miedos que afloran mi alma, y por el que realmente creo, que mis lágrimas tienen la osadía de caer al vacío rajando mi rostro, y llevándose parte de mi agua.
Creo que a la vida llegamos para algo más que para vegetar, creo que estamos obligados a hacer camino, adornarlo y disfrutar en la andadura… El premio es, pasar a nuestra vejez con la tranquilidad del deber cumplido. Nada más hermoso que contarle a nuestros nietos que fuimos jóvenes, que maduramos y envejecimos llenos de vida, que llenamos las páginas de nuestro libro sin dejar espacios en blanco ni borrones para encubrir aquello que queramos ocultar, si tenemos que pedir perdón que sea con humildad, si tenemos que perdonar, que sea desde el corazón.
Recostado en el banco de madera, con mi sudadera gris empapada de mi sudor, los recuerdos me llevan a escenarios dibujados con sonrisas y lágrimas, todo tiene algo de hermoso y de triste, es el Yin Yang de nuestra existencia, pero al llegar al final todo se unifica en ese equilibrio llamémosle, natural de vida, donde, ni todo son flores ni todo son espinas. Lo importante es saber aceptar lo que en cada momento la vida nos ofrece.
Hecho una última mirada a este hermoso parque, hoy, de hojas amarillas y marrones y un suelo poblado con todas ellas. Tal vez no regrese hasta la primavera, en que este será otro escenario, las hojas brillaran los pájaros ocuparan sus copas y sus trinos borraran el silencio.
Con los muertos aún calientes en el recuerdo, las rosas negras robando luz al día y los besos no dados volando olvidados más allá de las montañas. La melancolía, la lenta agonía de morir sin pena ni gloria, con odio hacia un mundo cruel e inhumano, en el que ser bueno es ir en contra en todas las apuestas, ir desarmado a combates plenos de fiereza y nulos de cordialidad. Pero he descubierto un arma, de doble filo, que atañe riesgos y pliega voluntades como es valor, y ante este paisaje tan bello, solo permito que el sudor resbale por mi rostro y mi espalda, cojo el impulso necesario, me incorporo e inició la carrera, una metáfora de lo que necesito en realidad y por lo que no paro de luchar.
lunes, 22 de septiembre de 2008
La oscuridad destroza mi corazón

Por dónde se desvanecen los sentidos.
Víajaras conmigo al terraplen oculto,
allá donde el espíritu me desobedece y se enfanga en tinieblas.
Luchas conmigo un día a brazo partido,
para al siguiente dejas mi alma sola en el cadalso.
Destrozando mi líbido con la promesa de besos vacíos.
Ahogando en mi incertidumbre;
Roto por el dolor de saberte perdida,
con mi suerte esquiva como aliada,
sudó por no caer en la pesadumbre
y transformar mis lágrimas en cristales roídos.
En la soledad de la cama más solitaria.
Acompañado por almas en pena que profesan fé a dioses vencidos.
La frialdad de mi aliento contrasta con lo caliente de mi piel
cuando estoy junto a ti.
Quiero despertar de esta pesadilla.
¿Qué puedo hacer para desterrar la desazón?
Cercionado de nunca más vivir prevenido
Ahogado por el sueño de una vida interrumpida,
entre paréntesis de temor, vivo rodeado por tan sólo
las letras que forman la palabra soledad.
Ahora que veo el mundo tan sólo por una merilla.
Una vez más toca luchar sin armas más allá de mi deapuperado corazón
y el correr de un reloj que acerca el olvido.
Duermo sin sueños y el desasosiego me despierta en estampida,
y gimiendo lucho por arañar un minuto tan sólo,
pero sin éxito, permito que el terror me presente a la horrenda realidad.
Desharrapado intento convencerme de ser capaz de luchar;
más cuando hay que encontrar fuerzas
mi conciencia me invita a placeres mínimos,
ajenos a mi persona y olvidados por vivirlos en soledad.
Ante el sueño de una vida nunca imaginada,
compite la realidad de un mundo desleal, engañoso y perdido.
Angustiado por lo que los cristales empañados dibujan
salgo por la puerta de atrás,
buscando unos ojos que me conquisten,
y hagan olvidarme de este horror.
Mancebado a base de pesadillas
conservo el honor de no ser domesticado.
Pero camino entre no-muertos sin conciencia de su existencia,
en un presente sin futuro,
un camino sin sentido.
Mi letra cada vez es más pequeña.
Borrosa es la turba de mi ingenio.
Sumido en la desesperación más profunda.
Quiero sobrevivir a la tragedia,
mientras tu recuerdo pasa como una centella.
Aniquilada la esperanza de reinar en tu reino,
me arrastro por esta vida malhumorada,
sin un anhelo que me olvide de la envidia.
Mi libertad es la coartada de los poderosos.
Muerta la resistencia en el rugir de los tiempos,
encuentro paz al sentir el filo punzante,
derrotando las convincciones de mi frente.
Mil lanzas punzantes empalan cada uno de mis recuerdos.
La sangre ahoga mi garganta y ensucia mis palabras.
Exhasperado por griáarselas a este infeilz mundo,
muero cada día, sin remisión y morfina,
notando como cada herida y cada llaga,
pelean por llegar cada vez más hondo,
y atravesar mi corazón una vez más.
Indultado por el horror y el sufrimiento,
conservo cordura en la locura.
Aquí y ahora encuentro el destino de una vida
que es servir a la muerte.
domingo, 31 de agosto de 2008
A veces el destino te sorprende
pero, duele, tanto
tan profundamente
que el alma que era mía huyo en tu búsqueda
el dolor nunca acaba
de día, de noche
de todas las horas, de todos los minutos
con sus infames e hirientes segundos,
camino en busca de paz y siempre
regreso a mi lugar
con las manos vacías, el ánimo cansado
el sueño extraviado
sólo queda
refugiarme en tu recuerda
pendiente de la vaga promesa de tus labios...
"Volveré"
Porque a veces el tiempo obra mal sueñas con romper el maleficio. Otras ya el destino te jugo una mala pasada colocándonos en lugares distintos sin caminos asfaltados. Con el sueño venciéndome me agarro a tu imagen para recordarte entre desvelos. La duda es mi perdición; la seguridad aún así no existe; ¿si acabará siendo posible sería tan perfecto?
La certeza de tu amor sincero ata mis sueños a la realidad. Lo sé. Lo sabes. Místico y fantástico, y a la vez tan real y esperanzador. El corazón lucha por hacerse fuerte en momentos sin razón. No sé como se deparará esta maravillosa historia, los próximos días, meses, años... quizás pueda parecer que lo busque, que me quise aprovechar de una situación ventajosa. No. No fue mi intención, no fue provocado; tan sólo sucedió sacudiendo mi razón y nuestros espiritús. El regalo de tu compañía abrigo mi espiritú, no tan solitario como otras veces pero igual de vacío. Buscamos un momento y un lugar para nosotros y la sinceridad de tu mirada, y el roce de tus manos hizo el resto...
Imposible será la tarea de ordenar una vez más mis ideas, mis sentimientos y encontrar decisiones que me otorguen libertad y felicidad. No quiero que pienses mal, porque aunque lo que paso, fue algo que turbo mi sueño, no busque el mapa para llegar a tus labios. La sinceridad es lo que me queda, y es lo que te puedo dar. Sigo sin saber que podre hacer, y ni imagino las posibles consecuencias. También desconozco como será mi actitud y los hechos que escriban mis palabras y miradas con el devenir de los acontecimientos, de los enigmas, los sueños o tus decisiones que seguro que son plenas de valentía y amor. Esto es lo que yo tengo que encontrar ahora, aunque ayer andastes conmigo el principio del camino.
Mis brazos te abrazaban pintando el cuadro de tus sueños. Cuán díficil es salir de algo tan extraño cuando son tus labios lo que no dejo de recordar. Pienso que nunca me sentí amado y que tú haces que me sienta alguien especial, porque como dijo el maestro, un hombre no lo es, hasta que no oye su nombre de los labios de una mujer que lo ama.
jueves, 21 de febrero de 2008
El Reloj sin tiempo
No puedo recordar nada
No puedo decir si esto es verdad o un sueño
En lo mas profundo de mi ser quiero gritar
Este terrible silencio me detiene....
Las hechuras de mi vida se resquebrajan cada vez que adquieren vigor. La única luz que mi vida iluminó fue la de tus primeras sonrisas... y cegado ahora por lo que en mi despiertas debo buscar el camino del olvido... Quiero romper todas las viandas que me atan al odio y el sufrimiento; pero cada esfuerzo, nuevo y poderoso se pierde y rompe en áspera realidad.
Me despierto y no puedo ver
Que no queda mucho de mí
Ahora nada es real, solo el dolor....
Cada vez que cierro los ojos te veo; te busco en mi soledad y en la oscuridad de la habitación; cerrada deseo que entres, y en la desnuda almohada deposites la seda negra que engrandece tu mirada, para destrozar todo el sufrimiento que tantos años se forzó tras luchas en baldé y golpes en el corazón...
Aguanta mi respiración así como yo deseo la muerte
Oh por favor Dios, despertarme
La certeza de lo que necesito ciega el amanecer de cada día... y sólo las nieblas y brumas huirán cuando esa nueva luz llegué y se quede...
La vuelta al útero es demasiado real
La vida que debo sentir entra bombeando
Pero no puedo continuar para revelar
Miro el momento en que viviré.
Soy un soldado que malherido vino de una guerra que no busco, pero que agarró con tal fuerza hasta hacerla propia. Mis heridas nunca curan y jamás curarán... tan sólo el abrigo de uno de tus besos podrá paliar mi dolor; pero dudo de tener munición para poder robártelo...
Alimentado por un tubo que esta pegado a mi
Como una nueva técnica de la guerra
Atado a maquinas que me hacen existir
Desconéctame de esta vida...
La solitaria esperanza es no haber oído un NO desde hace mucho tiempo... pero sacar algo de tu boca se convierte en una utopía... Sin brazos, sin piernas, sin aliento... no quiero más guerras ni en pantallas ni a través de mis ojos. Sólo aspiro a la libertad: para todos, para aprender, para ser feliz, para encontrar, para amar, para morir... Escuchar junto a ti, este himno fue uno de los momentos más tristes de mi vida... reconocer entres estos acordes que muero en tu indiferencia. No quiero que te creas que soy preso de tu poder... tan sólo soy preso de la felicidad, y de como ella se torna en realidad si lo que una vez dibujastes con tus ojos en los míos, fuera la verdad.
Ahora el mundo se fue y soy solo uno
Oh Dios ayúdame
Aguanta mi respiración así como yo deseo la muerte
Oh por favor Dios, ayúdame
Ese mísero que busca prebendas de todos aquellos que jamás entendieron el sufrimiento del mundo, nunca me ofreció esperanza. No busco perdón, redención, ni tampoco su magnanimidad; el destino vive tras el girar de los astros y el crepúsculo de rocas de fuego e hielo, que antes de ser nombradas ya estaban creadas...
La oscuridad haciéndome prisionero
Todo lo que veo, horror absoluto
No puedo vivir, no puedo morir
Atrapado en mí mismo
El cuerpo mi propia celda...
Mi mente, mi corazón... mis posibilidades... la única prueba de justicia se esconde en la sabiduría y en la inteligencia. Tan sólo ellas son nuestras guías... Todo lo demás son sólo elucubraciones de vísceras, sin ecuanimidad en lo real o en lo fantástico. No busco ya nada, porque la nada es mi esperanza. Encontrarte será mi tesoro, como tesoro es la muerte para el lisiado. Horriblemente mutilado en el frente está vivo, pero es sólo un torso sin rostro. Los sueños son vagas ilusiones generadas por la simplicidad de lo cotidiano. Embriagan nuestra consciencia para hacer menos pesada esta vida, llena de sufrimiento y sin sabores...
La mina terrestre se llevó mi vista
Se llevó mi voz, se llevó mi audición
Se llevó mis brazos, se llevó mis piernas
Se llevó mi alma, me dejó con vida en el infierno
viernes, 24 de agosto de 2007
Una semana más
Pasan las semanas con tal celeridad que no llego a acostumbrarme de los nuevos retos y sucesos que llegan a mis ojos. Mi mente busca ocupaciones que son desocupaciones en otros momentos y otros lugares pero que aquí ante tal desidia cobran sentido. En momentos como estos es cuando nos damos cuenta de donde esta nuestro lugar, donde nuestros amigos y gente que nos quieren, o por lo menos recuerdan nuestro nombre y se acuerdan de uno. Qué ingrata es esta vida en la que cuando más sientes el amor es cuando más difícil tienes la opción de expresarlo.
El lecho del tiempo es firme y su caída inexorable. Por cada momento vivido creamos la imagen de lo que podía haber sido, y de lo que no ha sido. Solo espero que todo lo que sucede y esos sacrificios que no puedo explicar tengan salida y la recompensa valide tantos malos momentos.
El hecho de que este nuevo empleo no cuaje y no me acabe de involucrar pasa de momentos en los que me enfada a otros en los que apenas me inmutó. Siempre se encuentra gente nueva, y porque lo mejor de la vida son las personas (no entremos a concoerlas) las satisfacciones y los placeres siguen su curso, aunque son de un carácter tan momentaneo que apenas guardarán cobijo en la memoria. La nueva vida con su morada, tanto física como personal, se adentra en un valle tan angosto como la ranura que separa dos glosetas del suelo. El espacio es el que es, y sea donde dejar sus pertenencias o pertrechar una cama o ese en el que se guardan las emociones, sueños, recuerdos y pensamientos, es siempre tan caro que no hay billete con innumerables ceros que lo pague. Qué rara también es esta vida en la que habitas una casa con gente pero te encuentras solo, en la que ves la nevera llena y el salón siempre vacio, pero son otra de las circunstancias en las que nos hemos visto introducidos y de la que habra que saber aceptar al igual que al tiempo luchar.
Las nuevas experiencias y las nuevas posibilidades son en realidad sucedáneos de emociones y de búsqueda de re-vivir experiencias ya vividas y mucho mejor recordadas. Tiempos pasados fueron mejores.
domingo, 12 de agosto de 2007
huevos fritos con azucar, un cuerpo cubierto con una sabana
En cuanto a mi vivienda (gran eufemismo -> habitación) pues las cosas están bien. Creo que he acertado y de momento no tengo pegas. Habrá que ver si ya le doy los últimos retoques para hacerlo todo más práctico y acogedor.
Además ya hemos empezado nuestro curso intensivo de "cocinillas" y ya con todo el material adecuado ejercitamos el noble arte culinario, mejorando la destreza en el desarrollo de los platos de pasta, ensaladas y fritos varios. Me gusta bastante cocinar (y comer, más) pero la falta de tiempo por el trabajo me va a obligar muchos días a comer en restaurantes con lo notoriamente agobiante que eso es. Pero en fin,las cosas han venido así y no hay más que apretar y tomarlo como viene, con ganas e inteligencia.
Y esta semana rara ha sido porque los acontecimientos dictan nuestras vidas y nadie está exento. Ni siquiera ese Dani. Se nos había ido de vacaciones con su novia tolosarra, pero el asunto no cuajo, y al final tuvo que huir. Huyo a Mostoles para estar cerca de Salamanca y vivir con su tía, y el tio, me llamo y me contó la historia, como se había portado ella (algunas tías son especialmente raras) y como se había portado él (fenomenal). Y por ahí hemos andado viendo esos megacentros comerciales, comiendo hamburguesas y haciendo en la tarde del viernes el viaje a Salamanca. Además quede (yo solo y luego con Dani) con nuestras amigas de Mostoles. Muy majas todas ellas, simpáticas y agradables. Gracias por sacarnos un poco de la rutina y esperemos que la cosa vaya bien siempre.
Lo peor una imagen que nunca se me olvidará: La de una sabana cubriendo un cuerpo en una carretera.
Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal
Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...