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viernes, 28 de mayo de 2010

¿Puedo dormir a tu espalda todas las noches de mi vida?

Siempre me gusto el ajedrez. Es un juego de destreza, precisión, planteamiento e improvisación. Como la vida misma. Es un deporte, un juego, un pasatiempo y también una teoría de vida, una cuadrícula donde analizar los avatares de la realidad y un escenario de vida y muerte, que ha resuelto y planteado situaciones desde tiempos inmemoriales. Ha servido a los árabes; fue estrategia medieval, herramienta de la perfección, entreno de la mente. Ocupo mis tiempos como hobbie en batallas interminables con mi padre, mi hermano, algún que otro amigo y desconocidos en los dos campeonatos que participe (en ambos acabe entre los 4 mejores de una competición con más de 50 aficionados). Algún momento intente hacer paralelismos con lo que es la vida real, y por supuesto ahora los hago con lo que he asimilado como verdadero motor del mundo: el amor, la pasión.

Nunca me vi como esas torres que se deslizan cuadriculadamente, hacia delante y hacia atrás, izquierda y derecha, como cumpliendo un guión premeditado, sin tener la posibilidad de improvisar y probar nuevos sabores, espacios distintos. No me gusta, ni gustó, el movimiento de los alfiles; espectantes de si mismos, adaptados a la tangente como estilo de vida sin capacidad de conocer los espectáculos más mundanos. Pese a anarquista y libertario, no me gustaba el libertinaje de los caballos, imprevisibles, testarudos, demasiado propensos a encerrarse en situaciones de vida o muerte, y que para ellos siempre suponen sacrificio. Me exasperaba la lentitud, una a una, de los peones, su estrechez de miras y su único camino inexorable al otro lado de la bahía, como anhelo para convertirse en reina postiza. El Rey era un títere del sistema, en principio vital, en el fondo prescindible. Delegados sus poderes en el corazón de su consorte, la efigie sólo podía huir a pasos lentos sin más dirección que la defenestración. Era en el juego (como en la vida) la Reina quien derrocaba defensas y organizaba ataques, con su capacidad para la sorpresa y la no siempre bien medida arrogancia de sus movimientos, la primera pieza que definía la victoria o las tablas.

Descritas las piezas, memorizado el plan y absorto en el tablero las defensas, clásicas, improvisadas o inventadas las primeras en ejecutar. Enroques, cierres y aperturas. Dejar caminos para que torres y alfiles vuelen libres y seguros por los flancos. Protección de la pareja real buscando la primacía para que la reina domine todo el terreno. Blancas siempre tienen la dominancia y la iniciativa, negras seguían. Principio de ataque y defensa costoso de cambiar. Menos en partidas de simples aficionados. Era el entretenimiento de muchas tardes.

Pero ahora el juego se cubre de polvo. No encuentra uno tiempo para dedicarle, porque el ajedrez real, el del damero sobre el que pisamos se desarrolla continúamente. En él he encontrado la llave de la victoria que es esto que siento. Me he enrocado para defender mi postura y evitar, en la medida de lo posible, los ataques y las decepciones. Y para conseguir el éxito que es encontrar tu felicidad, adopto todas las posiciones, ejercito todos los movimientos, como única pieza y como único regimiento. Soy el peón que pasito a pasito protege y busca llegar a tu lado, sentir tus caricias detras de mi cabeza. Lucho por ser el alfil aventurero que trata de improvisar para conseguirte, sin descuidar a la torre que busca cumplir su destino y hacer lo que se debe en la conquista y perseverencia de tu amor. Me siento con la nobleza, entereza y espíritu del caballo. Y soy el Rey valiente y seguro de si mismo que conoce sus poderes pero también sus limitaciones. Quiero encontrar tu compañía en el lecho todas y cada una de las noches. Mi anhelo era asignar rostro a la reina y ahora que la he encontrado tu eres la reina de mi corazón y de mi tablero.

Tu sabes que me levanto triste porque he soñado contigo, y despertarme sin ti es un dolor...; pero no sé como lo haces que te recuerdo y sonrió. Es así, es así desde el primer día. Y si sé cómo lo haces. Es tu sonrisa, tu bondad, los abrazos conscientes e inconscientes en los que deseas que nos unamos toda la vida. Sentir el roce de tu piel es el antídoto a cualquier mal y el sueño de hacerlo eterno la suficiente motivación y estímulo para buscar tu sonrisa cada día, este junto a ti, teniendo la fortuna de vivirte o aquí en la desdicha de vivir en un solitario recuerdo decorado con tu rostro. Añoro tus ojos castaños posarse en los mios, recibir tus cálidos labios, sentirte respirar el mismo aire que yo tengo el privilegio de compartir contigo... y todo es tan bello y delicado que he tomado con fuerza el deseo y el impulso de hacerte feliz!!! Ese es mi sueño.

lunes, 3 de mayo de 2010

¿Y lo qué me faltas tú?



Las noches ya acostumbradas a tu presencia son interminables lagos negros en tu ausencia. Siempre noto tu cercania, tu amor, aunque la distancia persista en mis ojos cansados, en el cuentakilómetros del coche; en ese surco que se dibuja en mi rostro cuando te recuerdo mientras me alejo de ti.

Soy llama cuando estoy contigo y ceniza cuando muere un día y no te he visto. Disfruto cada segundo de mi vida en tu compañía como si fuera el último y aumenta mi ánimo y capacidad de lucha para continuar en la brecha, seguir sufriendo y esperarte o esperarnos.

Y mientras las cortinas de mi ventana se ondean con una simple sinuosidad, se abren y se manifiesta que el día está llegando a su fin. Vuelvo a tener sueño, a dormirme en las esquinas. Lejos de ti es mi almohada la cómplice para verte, sonreírte... Es en sueños o llorando la distancia cuando recuerdo los buenos momentos, los mejores que van a ir llegando, y ese día que anhelo en el que podremos decir que en todas y cada una de nuestras noches estaremos juntos. Ese es mi mayor deseo.

No me fatigan estos dias en los que únicamente nos recordamos, llamamos o simplemente descontamos para vernos más pronto que tarde. Pero es inevitable que cualquier parecido de la realidad al sueño que es estar junto a ti me hagan perder cualquier motivación desde el primer segundo en que despierto. Y asi sin ningún tipo de esperanza más allá que el acercarme a tus labios deambulo durante los días cada vez más convencido y seguro de que mi corazón, mi cabeza, todo mi yo quiere estar junto a ti ya.

Estoy seguro de que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y sólo deseo que no pierdas nunca esa sonrisa. Ser quién te la alimente, promueva y por quién brille y se haga eterna. Quiero hacer de mi vida un detonante de tu felicidad. Quiero que juntos seamos lo que siempre soñamos y ya creíamos perdido.

Me he aficionado a tus cariños, al impetú andaluz de tu voz y a esos momentos en los que me susurras al oído. Deseo sentir tus abrazos, cómo me estrujas y poder descubrir a la semana siguiente marcas y morados en mis brazos, retazos de nuestra pasión.

Me encantan la improvisación y esas cosas quizás de tu rutina que a mi me fascinan y hasta, por qué no decirlo, envidió. Es increible la sensación de compartir esos destinos y lugares que han sido decorado de tu vida y que ahora compartes conmigo. Pero es la más absoluta rutina, nuestra emparejada "soledad" lo que me vuelve loco y fascina. Nunca había sentido nada igual, ni siquiera parecido. Y es esta sensación de completo por lo que camino de noche y de día seguro de mi mismo, de ti y de este sueño que es nuestra relación.

Te amo, pkña!!


Y de regalo la pequeña de Schubert

sábado, 9 de enero de 2010

Hasta luego, nena




Y ahora qué escribir. Cómo expresar esta rabia, el sentimiento de desasosiego, la soledad extrema. El alejarnos una vez más, una vez menos ya a descontar. Todos los caminos llevan al mismo sitio. Estos senderos que son las fechas en las que tú y yo, nos podemos juntar, son alegrías, esperanzas y certezas. La alegría de seguir edificando una vida plena, de haber encontrado a la persona idónea, de que seamos felices. La esperanza de que muy pronto estaremos juntos, otra vez, pero no como ahora, no con una fecha marcada de límite; si con un objetivo, con el principio, con el deseo de abrazarte al acostarnos y de despertarme junto a ti todos los días de mi vida.

No hace ni una hora que has marchado a continuar con tu rutina, como yo sigo con la mía aquí, en la frialdad y la soledad, y ya te echo de menos. Te echo de menos porque mis lágrimas no tienen el bálsamo de tus labios. Te echo de menos porque se harán difíciles las risas surgidas de la nada. Te echo de menos, porque hasta vernos, me tendré que conformar con un recuerdo, una foto, y llamadas a 700 kilómetros. Y te echo de menos porqué estas palabras asaltan la pantalla con dolor extremo, gritando por un paréntesis, soñando por volver a estar como todas estas noches.

Me alimenta el espíritu, mi fortaleza y mi certeza de que eres y serás mi vida. Te espero ya, y ya te anhelo. Sólo sueño con volver a vivirnos juntos, enamorados y felices. Esta es mi única ilusión.

Deja caer las rosas y los días
una vez más, segura de mi huerto.
Aún hay rosas en él, y ellas, por cierto,
mejor perfuman cuando son tardías.

Al deshojarse en tus melancolías,
cuando parezca más desnudo y yero,
ha de guardarse bajo su oro muerto
las violetas más nobles y sombrías.

No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.

Y como ahora al florecer se inflama,
leño seco, a tus plantas encendido,
ardiente rosas te echarán en su llama.

Alma venturosa
Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.

Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía...
Con tu rubor me iluminó al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.

Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un júbilo tan blando,

que nuentros labios susiraron quedos...
y tu alma estemecía en tus dedos
como si se estuviera deshojando.




viernes, 11 de diciembre de 2009

Negro sin ti



Me paso los días soñando con un momento. Un momento que refleja un abrazo, un beso. Una mirada de felicidad que borre de mi alma tu rostro lloroso enmarcado por tu domesticada melena. Imagen que me acompaña cada día, que me mata lentamente pero que no ciega el resto de recuerdos plenos de alegría, felicidad. Imágenes de un futuro a la par certero y cercano, de una vida que sin ti no tiene sentido.

La rutina es una soga que se ajusta a mi cuello a cada segundo con la fuerza aplicada por tu recuerdo. No encuentro ánimos para proseguir con alegría si no me queda ya ni el eco de tu risa. No me apetece ni la luz del día, ni tampoco las sombras de la noche. Guardo todo para tenerlo contigo, con mi amor. Es difícil encontrar estímulos para horas interminables. Los días en esta soledad se alargan sin premura. Las paredes se deshacen ante mis ojos y el silencio me aprisiona hasta hacer estallar mis oídos.

El cansancio físico no me trae el sueño, y el mental sólo estrangula mi alma. Los parpados caen derrotados cuando ya he desgastado tu recuerdo, cuando el cuerpo ya frío y sombrío se ha quedado huérfano de tus caricias. Ahora puedo dormir, buscarte en los sueños y por fin, durante unas horas y sin consciencia, ser feliz.

No puedo vivir sin ti, sin echar de menos tus caricias. No puedo dormir sin ti, porque mi cama se hace eterna. No puedo, tan siquiera ser feliz sin vivirte.


Cuando me encuentro con la aurora,
O acostado espero la noche para soñar,
He oído dentro a mis huesos balbucear:
Otro día, otra noche, otra hora.

Cuando estos sentidos se deshagan
Estos pensamientos de polvo descansarán,
El hombre de carne y espíritu morirá,
Y el hombre de los huesos persistirá.

Esta lengua que habla, estos pulmones que gritan,
Esta vitalidad que nos apresura y desea,
Este cerebro que llena el cráneo con ideas,
Silbando tranquilo en su colmena de sueños,

Estos hoy que tan orgullosos poseemos,
Pequeños señores de un ínfimo ahora:
Los huesos inmortales tomarán el control
De la carne muerta y la muerta hora.

Hasta que la víspera y el ocaso se hayan ido:
Lenta baja la interminable noche,
Y el nuevo nacimiento cae sin reproche,
Que durará tanto tiempo como la tierra.

Vagabundos del este, peregrinos inquietos,
¿Saben por qué no pueden descansar?
Es que cada hijo de su madre terrenal
Viaja con su propio esqueleto.

Acuéstate en tu lecho de polvo;
Saborea la fruta que debes soportar,
Trae la semilla eterna hacia la luz,
Y tus albas serán iguales a la noche.

Descansa de la pena y la maldad,
Ya no le temas al calor o al sol,
Ni a la nieve del invierno salvaje,
Tu nueva labor es en soledad.

Buque vacío, mortaja desgarrada,
Nuestra caja y vestidos no son eternos,
-Otro día, otra noche, otra hora-
Así balbucean dentro mis huesos.

Por lo tanto harán mi voluntad,
Hoy, que aún soy el señor de un día,
La vida y la carne aún son mías,
Y el aliento hosco es mi esclavo.

Antes de que el fuego del sentido decaiga,
Este humo del pensamiento golpeará la distancia,
Flotando en la antigua noche sin besos
Como un ejército de inmortales huesos.


martes, 1 de diciembre de 2009

Vivéndo un Sueño

Y si me repito rebuscando entre las rocas un misterio,
si la roca sigue murmurando su rasguido,
si repito el error de errar por los ríos de mi sangre,
si baten sus desganas las cosas,
si siempre sangra la piel,
si los abrigos siempre sangran,
si todo y nada copulan cuando roban a lo eterno
un instante,
si me saquea el tiempo en que me reitero,
será -tan solo- para encontrar una sombra
nueva.



Encontrar en un recuerdo sólo el impulso para no morir en el siguiente minuto. Sentado camino sobre el agua de un espacio ajeno. La estridencia débil y armoniosa pinta de vivo el entorno. Sonrisas nativas, que guardan sueños truncados por una realidad incontrolable, nos despiden. El ojo de cielo, profundo de todo, crea una mirada inmensa que invita. Amarillo y naranja se contonean en una danza sensual que razga de rojizo al azul. Me adueño, lo enfrasco y te dedico este atardecer . Me estás dando tanta vida, esperanza y sueños que las lágrimas descienden por mis mejillas sin freno. Las ganas de tenerte me pueden y tener en los zapatos ganas de marchar y quedarse prisioneros en un mundo que solo nos deja soñar...solo soñar...

Kilómetros de asfalto que nos separan, espejos que no distinguen la lluvia de mis lágrimas. El viaje se hace eterno porque el llanto así lo es. Imaginar tu rostro si volviera sólo para seguir acariciándote unos pocos días más es un estímulo demasiado poderoso. Vivo y muero a la vez. En el tomar una decisión. Naufragó continuamente en el dualismo entre mi cabeza y mi corazón, entre dejarlo todo y hacer lo que realmente siento, ahora de manera instantánea o por el contrario, aguantar, saber sufrir y buscar en los calendarios y las posibilidades fechas siempre limitadas para vernos y amarnos, alargando la agonía de los continuos días sin poder verte, pero sabiendo que facilitaría nuestro sueño para cuando podamos estar. Porque estar vamos a estar, no sólo eso. Vamos a Ser. No tengo ninguna duda ni más sueños de lo que siento y por todo ello voy a luchar. Estoy en la lucha. Cada acto de cada día, tiene un fin, el fin de verte dormir todas las noches.

Un camino por recorrer, un sueño que dejó atrás. Pero no me cierro a luchar por él. Esas lágrimas con las que empapó cada noche la almohada por tu ausencia, por nuestra lejanía, son gritos de silencio para desgarrar el dolor. Cada día, a cada minuto te re-invoco en mis pensamientos. Mi imaginación se agita con tu recuerdo, alimentada por la gestualidad, el cariño, la pasión y el deseo. Estoy convencido de que no puedo vivir sin ti y de que a ti te pasa lo mismo. No me asusta lo que siento porque jamás me he sentido tan pleno, tan bien y realizado.

Te quiero y voy a luchar por ti.


jueves, 5 de noviembre de 2009

Suicidio pasional




Suicidio pasional sería no estar contigo, deshecharte, quedarse sin luchar por lo que realmente siento. Una noche de poco dormir, y de hacerlo para despertar antes que tú y contemplar que una vez más me haces soñar en vida.

Esa hora en la que te he estado viendo dormir, me ha vuelto a decir que quiero sentirte respirar junto a mi toda nuestra vida. La única certeza que ahora estructura mi futuro es que no tengo futuro sino es estando con ella, porque ella es mi alma, mi vida, los sueños pasados y futuros y el presente que vivo día a día, noche en noche y beso a beso.

Siempre me oiréis decir que soy de fiar, porque mi palabra es lo que vale y es verdad. Pero no importa tu palabra, sino a quién se la das, y mi palabra ahora viaja a tu ser, a unos oídos cansados de no ser regalados, a un corazón que necesita de mi ternura y cariño para la eternidad. Eres tú el motivo de que mi vida vaya a merecer la pena o no, de su utilidad, transcendencia e importancia. Todas las palabras que escriba o cada canción que escuche son por ti. Cada acto nuevo o rutinario que surja en mi día a día es porque tú eres el motor de mis motivaciones y besarte significa poner ocaso a todas las frustraciones y miedos que alguna vez encontraron en mi corazón hogar. La fuerza que tengo ahora estuvo aparcada en un rincón oscuro y no tuvo contacto que la hiciera reaccionar. Ahora una mirada tuya, la primera sonrisa del día o tu voz son capaces de enrabietar la colérica tranquilidad a la que fue sometida, y como un rayo atravesar tiempo, espacio, triturar dolores y franquear imposibilidades por ti.

Durante toda mi vida he intentado aprovechar noches y mañanas... he tirado de mis amigos, de mis aficiones y pasiones... he tratado de estudiar lo que he podido y he llegado a la conclusión de que tampoco me apasiona... deporte, música o literatura han llenado muchas de mis horas para no dejar arrastrarme con la soledad por un precipicio de final mortuorio... he agarrado un par de comas etílicos y descubierto que ya no sé beber... he perdido 10 kilos y he engordado 15, no tuve nada en el pecho... y sentía una pregunta tan aburrida, pero ¿que coño haré de mi vida?

Ahora lo sé. Y me fascina. No quedan dudas que puedan hacer oscurecer el día. Apagar la luz que me brindas es imposible y no queda ya nada para hacer realidad todos los sueños, palabras y hechos. Juntarnos en un interminable abrazo para vernos reflejados en un espejo vibrante y lleno de vida como son nuestros ojos. Amarnos y hablar. Y antes de hablar volver a amarnos. Y otra vez amarnos, porque no hay dos sin tres, porque a la quinta va la vencida, porque sí, porque nos quedamos dormidos exhaustos pero plenos.

En el silencio siento pasar hora tras hora,
como un cortejo lento, acompasado y frío...
¡Ah! Cuando tú estás lejos, mi vida toda llora,
y al rumor de tus pasos hasta en sueños sonrío.

Yo sé que volverás, que brillará otra aurora
en mi horizonte, grave como un ceño sombrío;
revivirá en mis bosques tu gran risa sonora
que los cruzaba alegre como el cristal de un río.

Un día, al encontrarnos tristes en el camino,
yo puse entre tus manos pálidas mi destino
¡y nada de más grande jamás han de ofrecerte!

Mi alma es frente a tu alma como el mar frente al cielo:
pasarán entre ellas, tal la sombra de un vuelo,
¡la Tormenta y el Tiempo y la Vida y la Muerte!

viernes, 16 de octubre de 2009

Un hasta luego...


Mi hogar se ha quedado vacío. Has sido mi invitada y de mi familia y te has ganado todo su cariño, respeto y amor. Y yo, que ya enamorado estaba, ahora vivo aumentando todos esos sueños, alimentando la certeza de que la vida que me espera junto a ti, va a ser la mejor; de que tengo ganas de estar junto a ti y empezar a vivirnos cotidianamente. Amarte en mi lecho ha sido un regalo divino, que tenía su ocaso en verte dormir y un postre maravilloso en despertarte, captar tu sonrisa y mirada dormida unos segundos antes de cagarte en el momento y en mi por no dejarte dormir, para al momento fundirnos en un abrazo extremo que nos fusionaba en una misma alma sobre la cama, igual que la noche anterior.

Efectivamente hacías falta en mi casa. Y también para que engañarnos, en mi vida. Necesitaba un amor, un reto, una alegría por la que vivir y luchar. Alguien capaz de controlarme, de hacerme ser ese muchacho de carácter y sensible que siempre he sido. Ser mejor persona en definitiva. Es lo que intento, mantener la coherencia e intentar ser feliz y hacer feliz a los que me rodean. Y tu llegada es el impulso, el gatillo para disparar todos los sueños que he tenido durante mi vida, y que sigo acumulando año tras año, y que ahora si, contigo, tengo la intención de ir superando.

Tu amor por las cosas pequeñas, por la belleza de momentos y situaciones que al resto de almas pasan desapercibidas, nos hermana. Una simple hoja de un árbol, caída y roída es para nosotros nuestro corazon. Una tarde como la del viernes 9 de octubre es inolvidable, uniéndonos como pareja, como hombre y mujer con un mismo objetivo, con muchos aspectos en común, en un paseo por Salamanca, en un museo maravilloso como la Casa Lis, sonriendo y amándonos ante los pequeños objetos de gigantesca belleza que fueron testigos de nuestro amor. Pasear por ese rinconcito nuestro que es el Huerto de Calixto y Melibea. Revivir a los amantes, pero no para morir, sino para vivir, para llegar al mañana viviendo el dia de hoy. Y así unos días bellos, mágicos, que ya me han convencido del todo, porque pequeña, somos el uno para la otra y la una para el otro; somos uno, como la luna a la noche, el violín a la música o la rebeldía al sentimiento.

Por gustarme me gusto hasta nuestra despedida. No te engañes, no es que quisiera que te fueras. Pero fue mucho mejor que aquella en Chiclana. Llorando cerrando nuestro amor sobre el hierro que une Salamanca y Cádiz, para al rato reírnos y amarnos por última vez hasta dentro de unas semanas. Fue la mejor manera; porque las lágrimas las vertimos estando solos, porque beberemos de ellas muy pronto. Ahora me encuentro bien, muy alegre... también mal, porque no puedo vivir sin verte y sin estar contigo, e imagino que a ti cielin, te pasa igual. Pero el tiempo es todo y es nuestro, y uno sólo de tus besos merece todos los sacrificios, cuanto más la realidad de que estaremos juntos.

Ahora todo es diferente, ya nada es oscuro ni gris, ya no hay nubes, ya nada es oscuro, ya el sol volvió a brillar, la calma se hizo en mi, ya no hay ganas de huir, de dejarlo todo, de salir, de escupir, de pedir al mundo que pare que me bajo aquí, en la nada en el vació, ese mismo es alqo que ya no hay, ahora todo cada segundo es nuevo, se llena de sentimientos de nuevo, ya no hay infierno, ya no me quemo, al revés vivió apacible y tranquilo, esperando que llegue la siguiente ola, para subir a mi tabla y disfrutar de las olas del mar.

Pienso que estoy en una nube tumbado como si fuera algodón y la muerdo, y no me caigo, pienso que todo es un sueño que nada es real, todo es producto de la fabrica de mis dibujos de mis ilusiones, pero de repente algo me agarra, me toca, lo siento, no es un sueño estas ahí, delante mio.

Gracias por hacerme sentir lo que es la vida, ya no por volver a sentirme querido, zafio sentimiento, ilusión de almas no entregadas. Sino amado. Sentir que me quieres es lo más grande y bello que me podía pasar, y yo que ahora estoy certero de que nunca lo sentí, sentirlo así y contigo es sinónimo de alcanzar la más alta cima en la felicidad de la vida y derribar el anhelo vital de una vida.

Te has convertido en lo que más quiero en el mundo, en parte de mi familia y en la mujer con la que voy a pasar mi vida. Así de claro; se puede decir más alto, pero nunca será tan contundente de que me has hecho muy feliz, y que quieres y sabes como hacer que lo sea durante toda nuestra vida.



miércoles, 14 de octubre de 2009

Novios

Ni siquiera soñaba con que esto fuera a ser así. Me ha sorprendido. Me has sorprendido. Incluso yo mismo, me he sorprendido. Había esperado el momento de verte, de estar juntos tantos días y noches, desde siempre, desde el primer momento que tuve consciencia e intento de ser feliz. Después de hacerlo unos escasos días, ver acercar la fecha de estar nuevamente juntos era un ejercicio de ilusión y desahogo, de sueño cumplido, victorioso y exultante de alegría, frente a días grises, noches de sabanas más compañía que tu recuerdo.

Y así llegué a buscarte, recogerte o como quieran llamarlo. No me importa. Sólo me interesa tu amor, nuestra vida, nueva, común e indisoluble. Tiempo futuro construido en un presente de confianza, pasión, amor y deseo. Enseñarte mi cotidianidad ha sido un ejercicio de mirar al mañana a una vida maravillosa llena de felicidad, sueños y proyectos personales, construcción de un edificio de alegría y sentimiento.

Descubrirte Salamanca... sus rincones, garitos, sidras, cervezas y pinchos. Fiestas y costumbres. Monumentos de belleza que decoran los momentos más especiales de mi vida, porque mi vida ya no tiene sentido sino es contigo. La Catedral, la Universidad. Buscar esa ranita cumpliendo mi sueño más anhelado, pleno de belleza y sentimiento. Haciendo eterno el momento, desde atrás señalando el sitio opuesto para que tu mirada se equivoque pero tu corazón no. La Casa de las Conchas, su patio, el Patio de Escuelas, el Patio Chico,... pasear entre oro y viento es Salamanca. Doblar calles adoquinadas y sentir tu expresión ante las formas, los colores dorados como los de tu cabello, tu piel bronceada. Sentir juntos nuestra alegría, sonrisas que no apagarán las lagrimas de una despedida.

El caminar por las calles de mi ciudad con nuestros brazos entrelazados. Amarte solo con miradas y preludio de noches inacabables, inolvidables, fantasiosas. Un batido, un café. Cervezas y amistades. Incluso me sirves para recuperar viejos amigos que tras situaciones parecidas desaparecieron en las catacumbas del olvido. Pero lo nuestro es distinto. Porque soñamos mucho más y tenemos mucha más fuerza para vivir esos sueños que todas las distancias que se empeñen en ponerlos. Cada paso dado, sea corto o largo, rápido o lento, nos ha unido mucho más. Un segundo contigo ha valido toda la espera y las lagrimas derramadas. Así buscamos hacer especial y bello cada instante con las múltiples compañías que me acompañan en mi rutina, o simplemente en la soledad. Las luces de la noche iluminan monumentos y el monumento más grande que se hizo jamás al amor, qué es un beso nuestro.

Cenas en ventanas inigualables. Llevarte a la plaza haciéndote despertar de un sueño, con tu sonrisa iluminando el salón de mi ciudad. Sentir todos esos atardeceres de la mano. Y a cada momento que estoy sin ti desearte aún más, imaginar divertido una vida así. Puede parecer que estoy muy ilusionado, y es la verdad; también que soy muy inocente, y puede que lo seamos, pero nunca, jamás había sentido algo tan especial por nadie, ni tampoco me había sentido tan amado y querido. Tenemos planes futuros de vidas plenas y llenas. Pero jamás había recogido un rostro de mujer entre mis manos y visto a la mujer con la que quiero pasar toda mi vida.

Tantos sueños y visiones hechos realidad. Verte con mis sudaderas, mis pijamas. Sonreírme como lo haces, con la sonrisa más bella que este mundo jamás había imaginado, y que tu me distes a mi, en la intimidad de nuestro amor, en al altar en el que te has convertido en mi diosa. Compartir un partido del Avenida, una tarde de pinchos, unas noches de fiestas, paseos, monumentos. Domingos de relax, sábados y viernes de algarabía. Las risas de mis padres, que ahora tienen una nueva hija; o el cachondeo de mi hermano y Tamara, que tienen nueva hermana.

Por mi parte yo tengo un amor, una novia, una prometida. Tenía una amiga, una compañera, pero ahora me he dado cuenta de que eres la persona que toda mi vida he estado esperando, y esta vida que había sufrido y resistido ante tu ausencia, una vez conocida tu presencia, muere y yace sin verte, para extinguirse en la certeza de no volver a verte. Pero jamás dejaré llegar ese dolor. Lucharé por ti, porque sé que tu también lo haces y lo harás. Es una más de las certezas que me llenan, donde la más fuerte es que te amo y que tu a mi también.

Por supuesto que no quiero estropear tus sueños. No me lo perdonaría porque yo sé que soy para ti uno de ellos, el más importante y bello, pero hay otras experiencias que te quedan por vivir y debes hacerlo, aunque haya algunos viajes y destinos que yo también tenga marcado en rojo. Pero tú eres mi sueño, el más importante, el que me llenará de felicidad. Tengo otros, que tu has despertado, que había aparcado en un estante, sobretodo por imposibilidad, también que cojones, por falta de valor... pero ahora no tengo porque frenarme, tener miedo o no acercarme a lo que realmente siempre quise conocer.

Dos enamorados reescribiendo la historia más grande de todos los tiempos, eso somos tú y yo. Anabel y Angel. Enamorados, locos por vivirnos juntos y alcanzar la felicidad; porque si algo tengo claro, es que sino estamos juntos, nunca seremos felices. Te quiero, pequeña.

viernes, 28 de agosto de 2009

Vacaciones 2009: Inolvidable y loco por volver

Esperar todo un año para disfrutar 15 días no se ajusta a la realidad. Ni tampoco para ver la playa y saborearla. La verdad es que se trabaja, sufre y lucha todos los días para poder sacarles partido, diariamente y también en el nocturno. Vivir, maximizar las experiencias y mejorar los momentos es el reto que se asume al levantarse y trabajar o ahorrar nos lo dan con más felicidad. Y llegar, anhelar el verano, para estas dos semanas de asueto y descanso (y también fiesta) son un premio más.

Han sido unas vacaciones estupendas, geniales y muy recomendables. Por supuesto que Cádiz me ha ganado para la causa y pronto volveré. Espero y quiero hacerlo con mi chica, para buscarla, conocer su tierra, su pueblo y su gente. Pero también lo haré porque sí. Porque soy yo el que decido y después de haber disfrutado como un enano con las playas, los mojitos, la gente, las chicas y la noche no hacerlo sobrepasaría la frontera con la locura.

Lo primero de todo es disculparse. En primer lugar por tardar tanto en relatar esta vivencia, pero es que ando con mil cosas en la cabeza, y una más en el corazón por lo que a mi habitual dispersión, he de añadir lo fulgurante de amar y sentirse amado. En segundo lugar, porque quizás se me pasen detalles, acontecimientos, nombres y lugares, pero a todos ellos pedirles disculpar mi estado, que poco tiene que ver con ese posible olvido, y si más con mi memoria, repleta de momentos inolvidables y siempre recordados, pero que quizás ahora, en este momento en el que me planto para escribir, tenga su ausencia como respuesta.

No fue fácil encontrar acomodo. La primigenia idea de alojarnos en Conil, fue en baldío dadas las condiciones económicas y la ausencia de la anteriormente vital piscina. Y es que nosotros, acostumbrados a los lujos baratos, eramos reacios a no tener la piscina al peldaño de la puerta o la vuelta de la esquina, y sumándose a lo caro del alquiler, emigramos a Chiclana como destino vacacional. Chiclana-Costa para ser más exactos, dónde consiguió Dani un coqueto apartamento, dentro del residencial Al-Andalus. Salón y 2 habitaciones, hasta 5 plazas para dormir sin recurrir al suelo, su terraza adornada con “motivos Haddock”, cocina repleta de utensilios para las labores culinarias y la hospitalidad de nuestro arrendatario, Manuel, y su mujer que nos aconsejaron como movernos por tan meridional provincia.

Y así en la madrugada del viernes 31 al sábado 1, Dani, Miguel y yo viajamos a Chiclana, con unas ganas tremendas de descansar y disfrutar que se han cumplido totalmente. No voy a dedicar más que dos líneas a la putada y el egoísmo de Miguel, porque no merece la pena; y como ya he tomado la decisión de empezar a mirar por mi, por mi hermano y mis padres, mi chica y por las pocas personas escogidas que me están demostrando como es realmente la amistad, con adelgazar la agenda de aprovechaos y tristes me vale. Conmigo ya no pueden contar.

“No me quites la arena de estos zapatos que es de la playa de La Barrosa”, dice El Barrio en una de sus canciones, y nos lo preludió Daniel en una de sus alusiones. Chiclana besa el mar con la fina arena de La Barrosa como labios y los bañistas como testigo de tanta belleza junta. La primera playa vista y ya nos tenía enamorados, perfecta para consumir las primeras horas de auténtico descanso tras el largo viaje. Viaje largo no solo en la distancia, sino también en el tiempo, porque por distintas circunstancias sólo tener una vez al año (o poco más) el privilegio de ver y vivir el mar, la playa y esa refrescante y sana sensación que nos deja a los “chicos” del Norte, que más bien somos del centro no tiene ninguna comparación y es el único motivo para atravesar media España, aguardar el fastidioso y caluroso verano “mesetario” en espera de momentos como estos.

Viajamos más aún los primeros días para vislumbrar en la lejanía el marino castillo de Santi Petri y también disfrutar de su playa extensa, airosa y relajante. Era el empezar a vislumbrar lo que estos 15 días iban a ser: llenar la neverita con cervezas, viajar a una playa paradisíaca, olvidarse de lo mundano y cotidiano y abrazar el descanso a vista de bellezas y salud marítima.

Los kilómetros se iban sumando a nuestra particular resta y el coche consumió varías veces el depósito avisándonos de nuestra imparable marcha. Así de día -de noche es otra cantar- llegamos a Cádiz una mediodía. En la ciudad isleña disfrutamos por este orden, primero de las refrescantes cervecitas y frituras, de la freiduría Las Flores (tremenda, clase del hombre tirando las cañas, y comidos los señores por 30 euros). Después un paseo para relajarnos con la dorada cúpula de la catedral gaditana como fin de nuestros pasos, rebordeando la playa de La Victoria. Y por fin, esta última para limpiarse y refrescarse del paseo, y tomar unos baños en una de estas múltiples costas gaditanas, kilométricas, de blanca arena, fresca mar y durante nuestra visita, insignificante Levante.

Otro de esos destinos era la playa de El Palmar, entre Conil y Vejer de la Frontera. Ni conocía su existencia, pero ahora ya no conozco el descanso sin poder ir de vez en cuando a ella. Desconocida, un tanto inaccesible y en muchos aspectos casi virginal. También larga y ancha, de arena fina si es bañada por el Atlántico y dura y espesa si no lo es, debido a la mucha concha con la que fue “replantada” no hace demasiado tiempo. Pasarela de madera mediante, sin paseo, sin agua corriente, ni duchas ni chiringuitos en la propia costa, sólo arena, mar y Sol. Por un lado Conil pueblo es el punto de inicio, el final quizás el Cabo de Trafalgar. Siempre con ambiente, nunca llena. Adornada con los chalets y exclusivas casas de estilo Mediterráneo, una de ellas donde trabaja Ricardo, ya amigo e inseparable en las corredurías y nocturnidades varias; tio de Daniel, no sólo nos dio agua, cerveza, un café genial o nos prestó sombrilla, tumbonas y sillas... Nos animó, nos hizo reír, y juntos disfrutamos de ello, de todas sus ocurrencias y de las continúas cacerías empezadas y nunca acabadas. Su humor y amistad fue un regalo más en estas vacaciones y un aspecto a no desestimar y jamás olvidar.

El Sol, la brisa y el mar y tampoco la compañía de Ricardo eran los únicos alicientes de esta recóndita playa. Poseía un chiringuito/bar especializado en mojitos, cócteles y puestas de Sol para quitar el sentido. La decoración feng-shui invitaba al misticismo del ambiente, y la amalgama de sabores y olores a disfrutar de tantos brebajes y pociones para enervar los sentidos. La simpatía de camareros y camareras (sumemos también su belleza) fue otro gran descubrimiento, así como la sucesión de espectáculos, ya fueran traga-fuegos, malabaristas de estrellas, batutas y capoehiras mediante. Mojitos, daikiris, soberbios cafés o ya las más mundanas copas regaron las bocas secas e intentaron turbar sin piedad nuestros sentidos, pero ante tanta belleza, espiritualidad y trascendencia, quedaron en infructuosos intentos y jocosos comentarios.

Con olfato y gusto ocupados el vislumbrar el atardecer bajo en la playa era un regalo más imposible de cegarse en mi memoria. Sentarme en la arena y rodearte con mis brazos, para ver como moría un día, es algo que ya deseo hacer toda mi vida, de continúo, a la carrera. Estemos donde estemos, aunque con menos belleza paisajística, apoyaré mi cabeza sobre tu hombre, y mi rostro en el tuyo, para sin palabras decir que te amo, siendo el Sol el que escriba mis poemas, con fuego y azufre sobre el tapiz del horizonte.

Más playas albergaron nuestros días como Punta Paloma en Tarifa, donde a la ya cotidiana belleza gaditana del paisaje nos sumo la novedad de embadurnarse en barro, volviendo a aquellas funestas tardes de otoño y juegos infantiles. Conil también nos regalo momentos plenos de descanso y pasión por el día, igual que nos sumo fiesta y cansancio en la noche, dentro de un pequeño pueblo costero y pesquero en sus orígenes, pero ahora mudado al turismo cuidado y respetable con entorno, tradiciones, descansos y residentes. La fiesta, la noche, el ambiente es genial, y se podía vivir desde los botellones a ras de playa, hasta los tugurios de pachangueo del centro, enclavados en casas tradicionales, que con su patio interior daban ese toque pintoresco y a la vez “cool”, para ir terminando en las discotecas más puras donde re-escuchar una y otra vez, cada noche, los mismos temas musicales aburridos y convencionales. Por todas ellas viajamos, sólos o en compañía, puesto que por nuestra “morada” llegaron la amiga de Dani, que con su atropellada marcha nos asustó, para luego tranquilizarnos y por último maldecir el que no pudiera disfrutar más días. También pasaron la sofi y su prima, como tiene que ser, y también llego mi vida, mi amor, Mo cuishle…

Y Cádiz me enamoro. Lo hizo lentamente pero seguro. Aplicó sus armas más contundentes. Su playa, su clima, el calor de sus gentes, su ambiente, y utilizó la bala más preciada de su bello arsenal. Volveré, no una ni dos, muchísimas veces. Sueño hacerlo contigo Ana, pero si tengo que hacerlo solo me conformaré con acompañarme de tu recuerdo. Hasta pronto, Cái!!!

miércoles, 19 de agosto de 2009

Te amo, Anabel

Más felicidad imposible. O sí; Si claro que sí. Si ya estuvieras aquí conmigo o yo contigo viviéndonos no me faltaría nada. Y es que, qué más voy a pedir a mi vida o al destino, si no es que estemos juntos, porque eso ya haría plena la alegría, la felicidad.

Nos vimos y al momento nos amamos. Todo el nerviosismo de esos días en los que queríamos estar juntos, sin saber yo si tú, y tú si yo de verdad que lo queríamos. Y claro que lo queríamos. Después de 600 Km otro 30 para verte. Pasar a tu lado en una efímera imagen me atacó los nervios. Te vi de espaldas, hablando por teléfono, también nerviosa. Quizás pensabas que estabas haciendo, si merecía la pena, si estabas loca. Y si que lo estás, tanto como yo, que ya soy capaz de todo por hilvanar tus besos. Aparque con los ya tradicionales problemas. Y empine la calle para abrazarte. Cumplir mi palabra y mi deseo de abrazarte. 9 meses después lo conseguí; y no sé quien de los dos pusimos más fuerza, ni a cuál de nosotros nos vibraba más el corazón. Tu risa nerviosa, mis miedos ya vencidos. Y allí nos sentamos, nos miramos, en un segundo nos amamos. El impulso por besarte fue mayor que el decoro o el respeto a tu decisión, necesitaba amarte; lo llevaba necesitando mucho tiempo y ahora sigo necesitándolo.

Pero pronto te fuístes de mis brazos. Tus planes se entrometían en el camino de 15 días de amor, y tuve que esperar otra semana para amarte, convencerme totalmente de que te quiero y necesito. Qué agobio de Chiclana, pasando por calles, buscándote para al final encontrarte y amarte atado por el cinturón de seguridad.

Y en ese paraíso que es la playa de El Palmar, retome el cuento por donde lo deje. En la palabra amarte, que convencido ando se repetirá incansablemente hasta el final de mis días. Y allí, con la puesta de Sol como escenario y contigo como protagonista absoluta, decidí enseñarte aquella mítica escena de De Aquí a la eternidad, y siendo tu mi Deborah Kerr y yo tu Burt Lancaster, dibujamos el amor con la arena y la espuma del agua como lápices. Tantas películas para verlas juntos, pero sobretodo vivirlas.

Y juntar noches y días con tu piel como mi vestido es a lo máximo a lo que aspiro. Acariciarte en el frío de la noche o tenerte en mis brazos. Protegerte del viento en la playa o del frío agua de tu mar. Momentos ya históricos en mi vida, donde jamás fui tan feliz.

Días que jamás había vivido y que me hacen esperar nuevos. La distancia es nuestro enemigo pero con tanto amor, no tiene capacidad para paliarnos ni en un rasguño. Y ahora que no te veo más que en fotos que no logran mantener viva nuestra imagen, porque está ya irradia vitalidad en mi mente y mi corazón, sigo pensando en ti, en esto, en que eres lo mejor que me ha pasado y qué mereces mucho la pena. Tanto para luchar, blandirme ante hierros y ante palos, y también para reemplazar sueños actuales, por los originales, como siempre fueron, el vivir y ser feliz junto a alguien excepcional.

El mañana no lo sé. Si que sé el hoy, y lo que siento es algo nuevo, inaudito en el ayer. Pienso en la lejanía, en que mi Sol se pone media hora antes que el tuyo cada día, y lloro. Lágrimas que caen mi rostro hasta mi boca, donde encuentran colina que no pueden atravesar. Porque al momento sonrió, rió incluso. Se apaga la tristeza de mi alma y surge la satisfacción y la alegría, por conocerte, quererte y que me quieras. Por estar juntos. Con esta fuerza no hay rival, ni muro, ni distancia que nos separé. Me estoy acostando contigo todas estas noches, y aunque me levanto y echo en falta tu mano en mi pecho, tu carita angelical durmiendo y tu despertar sonriéndome, salgo más convencido aún de lo que quiero y cuánto lo quiero.

Te amo Anabel; Un beso.

lunes, 20 de julio de 2009

De lo extraño a lo sensacional una llamada

Se me acumularon todos los sentimientos. No sabía que hacer. Romper ese misterio, esa magia... o mantenerlo aún a riesgo de que los nervios que me inundan pudieran hacerlo perder. Iba a ser imposible conciliar el sueño, sin saber que pasaba, que sentías,... si algo o alguien te perturbaba, si tu no duermes, yo no puedo hacerlo. Una despedida seca, ajada, sin letras, sin pasión. No eras tú, no era mi niña, no parecías de Cádiz. Las idas y las venidas rebotaban en mi cabeza, acuchillabas mi alma con los mensajes automáticos... le eché valor y me puse las zapatillas, y el primer pantalón y camiseta que encontré. Cogí las llaves y el teléfono, cómplice anoche de este sueño que me lleva inundando meses. Ni siquiera cogí un pañuelo, un paquete de cleanex; la prisa me hacia volar para encontrarte, y ni siquiera me arme de analgésico para borrar las heridas que otra posible puñalada me podía provocar. No había tiempo, no lo hubo.

Marqué. Me respondiste. Y nuestras voces ya no fueron desconocidas para el otro. Me sorprendió tu risa nerviosa, las primeras palabras que te oía entrecortadas. Azorada me llegabas. Y yo, qué te puedo decir, que no te dieras cuenta, Anabel. Interpretaba un guión improvisado hacía 2 minutos, y lo hacía con las manos temblando, sujetando el teléfono. Temblaba porque no sabía que te pasaba. Me imaginaba lo peor, otra hostia que deformaba mi rostro, otro golpe para matar mi corazón. Pero pronto me calmaste, me resarcistes. Con tus primeras risas quedo ya mitigada esa desazón. Con las palabras, seguimos ese camino que llevamos andando tanto tiempo. Para conocernos, para divertirnos, para enamorarnos. Más confidencias, más verdades; la sensación de certeza que me inunda contigo y creo que te correspondo. De verdad que soy asi, creeme. No tengo porque cambiar de un medio a otro. No me hace falta engañarte durante 9 meses para echarte un "polvo". No tengo tanto tiempo libre, y aunque el oficio merece los menesteres, tu belleza radica en tu alma y yo no soy nadie para mancharla. Y así iba yo caminando por mi barrio conflictivo, entre saltos de farola, sintiendo tu farola y los ruidos extraños de la noche, pero feliz de escucharte. Tú estabas mojada, recién duchada; yo decidido, con el estomago revuelto, mitad por los nervios, la otra por los alcoholes más recientes... Luego te encargastes de hacerme reír, de sentirme tan feliz como hacía mucho tiempo no me sentía, y tan pleno, como nunca me he sentido. Ese miedo, la punta de un cuchillo que empezaba a profundizar mi piel, se cayó al suelo, solamente manchado por una gota de mi sangre.

Lo habías frenado tú. Al igual que me abrigas mientras sueño; como cuando me acercas una toalla, o cuando secas los platos que voy fregando... ahí te veo, te sueño, te imagino. También amándonos, siendo dos en uno, uno en dos... Me das tantas cosas y todavía no nos hemos visto. No pensaba llamarte. Siempre tenía ganas, y las sigo teniendo, pero me gustaba ese misterio. Ahora no existe. A cambio me has dado una noche genial, increíble. Me quede sin batería, y después tumbado en la cama, seguía conversando contigo.

Entiendo que no te guste y te de miedo, el que yo siempre recuerde esos malos momentos. No creas que lo hago siempre. Soy un ejemplo exacerbado del carpe diem. Vivir, gozar y disfrutar cada momento y poder recordarlo es mi meta; pero es necesario tener un bagaje y una precaución. No tengo miedo porque ya casi nada me queda por perder. Más de vivir de la ilusión a morir desilusionado hay un sólo paso... recibir latigazos en el rostro y bañado en dolor no sería la primera vez que me viera, y probablemente no será la última. Pero anoche me quede tranquilo, me quede a la vez exahusto y vital. Con ganas y cansancio. Cansado de no tenerte, de tenerte pero no tocarte, tocarte y no amarte, amarte y dormir en una solitaria cama, para asi despertar y volver a empezar. Y soy vital porque me das vida, me das objetivos, me haces mejor persona, tener más seguridad... Niña, por supuesto que yo sé que soy la hostia. Soy un tio genial, y una persona increible. Creételo. Es la verdad. La verdad siempre se ha dibujado en mi boca. Es mi única arma para paliar la fuerza del destino.

Ese cabrón que te marca con golpes cortos y te destroza con los golpes bajos. Toda la vida peleando con él, luchando por hacer que camine a donde voy yo. Pero es terco, esta armado y tiene muy mala leche. Si fuera amigo, esto de ahora hubiera sido el año pasado. Nada me ataba, los sueños estaban apagados, y sus cenizas eran el recuerdo de tiempos mejores y la señal de desdicha. Ahora una parte se cumple y me llena. Viajo por el tiempo acercandome a sueños, pero también tengo la sensación de alejarme del más bello de todos ellos.

Voy a luchar, porque soy un luchador. No me rindo y esta es mi palabra, que es inviolable. Si el destino es terco, yo lo soy más, y no me voy a plegar por más dificultades que aparezcan. Sé que tu y yo podemos re-escribir la felicidad.

martes, 14 de julio de 2009

17 noches sin ti, después de 9 meses


Me ha gustado mucho esta frase que me has dicho hoy. No sé por qué, ni tampoco para qué. Quizás solo valga para escribir una entrada en el blog o en el tuenti y así tener una excusa más para ver tus fotos. Lo que si que sé, es que me muero de ganas de abrazarte y amarte. Las ganas de seguir viviendo en un sueño y no despertar de él, pese a las bofetadas de la vida, las hostias de los rivales o las caricias y besos, de otras almas que también buscan burlar el tiempo para evitar su perdición, y que nunca se dan cuenta de que cada cuerpo extraño que ocupe su cama les acerca inevitablemente a la derrota.

Habían pasado varios días desde que nos dijimos adiós. Perdida la esperanza, vino a visitarme aquella vieja amistad ya olvidada, pero no perdida: la soledad.

Y es que pese a estar rodeado de personas, y poder gritar que me siento feliz, la ausencia de no tenerte, de no conocerte, de haber existido y nunca darme cuenta de dónde podías estar, o por donde aparecerías; si es que tenías que aparecer. Estaba claro que no me iba a quedar en casa, mi habitación había escuchado ya demasiadas historias tristes, demasiados gritos, demasiados llantos. Una noche más, otras horas a añadir, a unir. Días mutilados por la rutina y rutinarios ya en echarte de menos. En viajar con la mente y darme cuenta que por mucha fuerza o valentía que aporte, las locuras sigan siendo utopías y ensoñaciones que sólo me son útiles para mirar a los ojos al destino y llamarle cabrón, y bastardo.

Demasiadas cosas en tan poco tiempo. Jamás había vivido tan rápido. Necesitar de algo que nunca se ha tenido, puede parecer el culmen de la desgracia. Pero viviendo en la inopia adquirir felicidad es tan fácil como ponerse en marcha. Aún así el sentimiento de vacío y de culpabilidad no era frenado. Luchaba hasta la extenuación por derribarlo, mirar al frente y seguir, caminar, correr... Ni siquiera quería huir de él; ya estaba hechizado bajo sus armas y sólo me contentaba conocer otras historias. Cuentos no escritos con final feliz sin rima hortera, carentes de fantasía y llenos de realidad. Historias de iguales y distintos, matizadas por el dolor y la alegría, pero con un sabor final a trascendencia; a felicidad.

Sea como fuere, en ese único instante la soledad era mi único sentimiento. Caminaba por las calles grises y me acechaba la inmensa realidad de haberte perdido. Te alejaste sin más, sin mirar atrás. Intentaba adivinarte entre la gente mientras, minuto tras minuto, mi vida seguía su curso sin rumbo fijado, y tanta abrumadora tormenta de pensamientos me impedía razonar con claridad.

Era la hora de confundirse entre las nocturnas luces de la ciudad, entre la algarabía de los locales de fiesta, mojarse en alcohol y disfrutar del tiempo que se me había concedido, tiempo para mi, para nadie más…

Tres cervezas después, con los amigos y las amigas de siempre, ya me sentía de otra manera, sin complicarme tanto la existencia con mi propia personalidad. Si acaso, el alcohol estaba mitigando los problemas que pensaba que tenía, porque realmente tanto comerme la cabeza era mi verdadero problema.

Y mientras iban pasando las horas, las copas, las risas….iba retomando mi anterior vida justo donde la dejé.

Me sentía capaz de todo.
Me sentía por fin especial.
Me sentía libre.

Pero entonces llegastes, te hicistes fuerte. Vivir, reír y soñar se conjugan bajo tu nombre. Y ahora mi único anhelo es que en algún momento pueda saber como te sientes. Hasta entonces cuento los días, prometo no ahogarme en alcohol, ni morirme en las curvas. Al descanso y el relax, quiero que le siga el frenesí de recorrer tu cuerpo, saborear tu piel, y conquistarte a base de llenar tus sentidos.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...