Más felicidad imposible. O sí; Si claro que sí. Si ya estuvieras aquí conmigo o yo contigo viviéndonos no me faltaría nada. Y es que, qué más voy a pedir a mi vida o al destino, si no es que estemos juntos, porque eso ya haría plena la alegría, la felicidad.
Nos vimos y al momento nos amamos. Todo el nerviosismo de esos días en los que queríamos estar juntos, sin saber yo si tú, y tú si yo de verdad que lo queríamos. Y claro que lo queríamos. Después de 600 Km otro 30 para verte. Pasar a tu lado en una efímera imagen me atacó los nervios. Te vi de espaldas, hablando por teléfono, también nerviosa. Quizás pensabas que estabas haciendo, si merecía la pena, si estabas loca. Y si que lo estás, tanto como yo, que ya soy capaz de todo por hilvanar tus besos. Aparque con los ya tradicionales problemas. Y empine la calle para abrazarte. Cumplir mi palabra y mi deseo de abrazarte. 9 meses después lo conseguí; y no sé quien de los dos pusimos más fuerza, ni a cuál de nosotros nos vibraba más el corazón. Tu risa nerviosa, mis miedos ya vencidos. Y allí nos sentamos, nos miramos, en un segundo nos amamos. El impulso por besarte fue mayor que el decoro o el respeto a tu decisión, necesitaba amarte; lo llevaba necesitando mucho tiempo y ahora sigo necesitándolo.
Pero pronto te fuístes de mis brazos. Tus planes se entrometían en el camino de 15 días de amor, y tuve que esperar otra semana para amarte, convencerme totalmente de que te quiero y necesito. Qué agobio de Chiclana, pasando por calles, buscándote para al final encontrarte y amarte atado por el cinturón de seguridad.
Y en ese paraíso que es la playa de El Palmar, retome el cuento por donde lo deje. En la palabra amarte, que convencido ando se repetirá incansablemente hasta el final de mis días. Y allí, con la puesta de Sol como escenario y contigo como protagonista absoluta, decidí enseñarte aquella mítica escena de De Aquí a la eternidad, y siendo tu mi Deborah Kerr y yo tu Burt Lancaster, dibujamos el amor con la arena y la espuma del agua como lápices. Tantas películas para verlas juntos, pero sobretodo vivirlas.
Y juntar noches y días con tu piel como mi vestido es a lo máximo a lo que aspiro. Acariciarte en el frío de la noche o tenerte en mis brazos. Protegerte del viento en la playa o del frío agua de tu mar. Momentos ya históricos en mi vida, donde jamás fui tan feliz.
Días que jamás había vivido y que me hacen esperar nuevos. La distancia es nuestro enemigo pero con tanto amor, no tiene capacidad para paliarnos ni en un rasguño. Y ahora que no te veo más que en fotos que no logran mantener viva nuestra imagen, porque está ya irradia vitalidad en mi mente y mi corazón, sigo pensando en ti, en esto, en que eres lo mejor que me ha pasado y qué mereces mucho la pena. Tanto para luchar, blandirme ante hierros y ante palos, y también para reemplazar sueños actuales, por los originales, como siempre fueron, el vivir y ser feliz junto a alguien excepcional.
El mañana no lo sé. Si que sé el hoy, y lo que siento es algo nuevo, inaudito en el ayer. Pienso en la lejanía, en que mi Sol se pone media hora antes que el tuyo cada día, y lloro. Lágrimas que caen mi rostro hasta mi boca, donde encuentran colina que no pueden atravesar. Porque al momento sonrió, rió incluso. Se apaga la tristeza de mi alma y surge la satisfacción y la alegría, por conocerte, quererte y que me quieras. Por estar juntos. Con esta fuerza no hay rival, ni muro, ni distancia que nos separé. Me estoy acostando contigo todas estas noches, y aunque me levanto y echo en falta tu mano en mi pecho, tu carita angelical durmiendo y tu despertar sonriéndome, salgo más convencido aún de lo que quiero y cuánto lo quiero.
Te amo Anabel; Un beso.
No hay distancia que el amor no pueda salvar.
ResponderEliminarQuizás algún día las distancias se acaben y esteis juntos permanentemente.
Un saludo.