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viernes, 15 de febrero de 2013

No es lugar para enamorados

Será por el día que es... tan inevitablemente mediatizado, prostituido hasta en los telediarios por vete tu a saber que intereses económicos de El Corte Inglés... o será porque ya estoy vacunado con "el mejor sólo que mal acompañado", pero es casual, que sea hoy, justo hoy, cuando haya decidido escribir sobre esto. Mejor dicho, revisar y publicar sobre ideas y sensaciones que he venido sintiendo desde hace un tiempo.

¿Por qué pedir perdón? ¿Disculpas? ¿Por qué? ¿Para qué?... No entiendo, no comprendo, esa manía de justificarse ante todo, por todo. Ahora, pasado el tiempo, y sobrepasado el tiempo de reflexionar no me quedan más que recuerdos, y siempre he procurado y conseguido que sean los mejores, y la sensación, imborrable y orgullosa de haber hecho en cada momento lo que quería. Desde el primer momento, hasta el último. Todo un año moviéndome por lo que quería y creía único y trascendente. Y lo volvería a hacer. Es lo más grande, lo más importante en toda vida. No hay nada más genial que vivir con el sentimiento a flor de piel, palpable en cada mirada, certeza comprobada en cada una de mis palabras, escritas o pronunciadas, en aquellos días de mi vida. Cada decisión y cada paso dado con un destino, maerializando el sueño en cada atardecer y amanecer, cerca o lejos, en todos los kilómetros recorridos, en los besos dados, las caricias vistas y las miradas ardientes que evitaban cualquier desencanto ydecepción. Ser capaz de reconocerlo, admirarlo y mostrarlo orgulloso con el tiempo es una de las pocas cosas que me ha quedado.

Pero como se traduce por estas palabras, esta sensación, la memoria de esta bitácora, o el sino de los tiempos, todo acabo. Y hace mucho tiempo. Hoy soy un tio feliz, orgulloso de como soy y "como me lo he montado". Con sexo, amigos y amigas, experiencias vividas y por vivir. Recorrido hecho y por hacer. Con retos que atacar, con pequeños pasos a hacer y grandes cambios a provocar. No me hace falta ningún recuerdo presente que caliente lo muerto. Sobretodo si viene armado de falsa superioridad, para pecar con los mismos golpes, para sacar mi misma vehemencia, inalterable en el tiempo. Me reconozco feliz, ya en la treintena, mientras cambia mi mundo más cercano, asumiendo retos distintos, muchas veces los dictados por el sentido común, la tradición y el que dirán. Todavía no soy excluido, y lo más importante, no me siento alejado. Roto el tabú de días sin hablar con nadie, pero con el ser más importante que es uno mismo, algo que probe en aquellas horas de carretera, y que ahora recuerdo, como el principio del continuo conocimiento de uno mismo.

No me cierro puertas salvo la de tu recuerdo. No quiere decir que me olvide de lo que viví junto a ti, aunque la mayoría de las veces estuvieras a 800 km. Es que no habrá presente y futuro en ese pasado, puesto que con los errores se ha de aprender, no revivir, ni siquiera en memoria, sino más bien, coger lo bello, guardarlo con cariño y precisión relojera para que no tergiverse, y mirar cada día como el camino a recorrer.

Agradezco tu esfuerzo de aquellos últimos días. Comunicación forzada por el mundo feliz de Disney en el que todos son amigos. Y también, reconozco en ambos sentidos, sincero cariño.  Pero nada más. Sólo unos días de prueba, confirmando mi continúa idea, quizás autocumplida por mi mismo, pero que siempre he tenido clara. Y es que no hay más despedida que la del calor de un abrazo, unas bellas palabras y el ardor roto por una venganza.


Como se arranca el hierro de una herida
su amor de las entrañas me arranqué;
aunque sentí al hacerlo que la vida
¡me arrancaba con él!

Del altar que le alcé en el alma mía,
la voluntad su imagen arrojó;
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.

Aún para combatir mi firme empeño
viene a mi mente su visión tenaz...
¡Cuánto podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!

Gustavo Adolfo Bécquer

Esto lo escribí hace un par de años:

Un amor imposible es sólo un amor sin destino, y sin destino me encuentro.
Quisiera que al verme entendieras en secreto lo que me pasa por dentro.
Es un amor sin patria, desterrado, por siempre forzosamente abandonado.
Es el encuentro del desencuentro, el choque entre cariños a trasmano.

Si pudiera escoger entre amarte o no haberte conocido, fácil la respuesta
Lo que siento es el vacío del silencio hecho carne y vida por una orquesta
No es nueva la soledad, sólo que se ha manifestado terriblemente cruenta
Un gigante frente al cual no tengo armas, un torrente destructor sin represa

Y no tener a nadie a quien contarle esto, me deja más solo aún en mi sino
Silencio, secrecía, el amor en una caja escondida con extrema celosía
Y para no herir a nadie, me hiere a mí, me cercena la guadaña del destino
De un amor encadenado, desprovisto de alas, sin futuro ni medio camino

Que ha de permanecer a las sombras como un encarcelado, un fugitivo

Las canciones y todo me recuerda a tí;
no te puedo arrancar de mi pensamiento;
te traigo metida hasta el alma,
y si llegara a sufrir por tu amor,
no te culpes que nunca pediste amarme

Me fui alejandome de tu destino, pues bien sabia que no eres mia,
que solo fue una fantasia que pudo más conmigo que contigo;
ahora ya estoy lejos en distancia, pero mi corazón aun te siente cerca;
imagina cada cosa, cada sonrisa que regalas al día...

Mientras que yo estoy muy lejos de tu destino...
Esperando sanar la herida que no habia imaginado causaria a mi corazón...
Solo vivo porque sé que eres feliz, tan feliz como los dos fuimos algun día...
Te quiero pero no dejaré morir a mi corazón por esa herida...

Ayer te dije adios, Y ahora siento que todo acabó;
Tuve miedo al amor y te aleje de mi,
Y si de consuelo te sirve, Me duele,
Cada dia pienso en ti, En todas partes esta tu nombre,
Y me siento a morir, ¿Pero cómo pedir perdon?,

Creo que te mereces a alguien mejor,
Aunque yo tenga que sufrir...


Ángel Domínguez

lunes, 6 de febrero de 2012

En la i de la ilusión



La situación. El momento. Como describir esta sensación que tengo. Esa idea, y esa persona que se han adueñado de mi cabeza, desde hace unas horas... Desde hace ya unos días. Por qué el ser humano tiene esa fijación por complicarse la vida; por no limitarse a lo fácil, masticado y conseguido, sino buscar el más díficil todavía, juntar un anhelo a una vida continuamente para el reto de cada día, el compromiso de año nuevo. Después de días y meses de felicidad in crescendo, de sentirse bien, de hacer lo que se quiere, sin molestar a nadie, ahora parece que me he cansado o que realmente descubro que es lo que necesito. Pero a veces la propia felicidad viene del mismo hecho de sentirse vivo. De esas dudas que te tiran la manta hacia los pies cuando vas a dormir... o que escuchas en tu cabeza al sonar el despertador por la mañana ignorando al locutor de radio.

Y digo mi cabeza, porque por suerte, aunque de manera provisional consigo atar en corto a tan atrevida hechicera. No sé por cuanto tiempo. Quizás sea eternamente porque no puedo conseguir la intimidad de una conversación de confidencias y verdades. Palabras y miradas que desnudarán nuestra alma, nos harán transparentes al otro, y que me impedirán mantenerme sereno, o eliminarán la incógnita de como eres realmente, y si es posible que me enamores. O de que lo haga yo contigo. Es aquí y ahora que se me acercan ofreciéndome y dándome el sustento del cuerpo, carne, sexo y lecho, resulta que descubro en ti lo que ya había olvidado; lo extraviado y ajado; lo que ya había renunciado a que existiera. O al menos eso vislumbró en mi atalaya. En los espacios cortos, en gestos y sonrisas; palabras con dedicadeza, sorna y compañía, donde hace ya tiempo encontre feeling y sintonía. Todo reducido a un paisaje; el mismo decorado; la misma escenografía y mismos acompañantes de una función en la que cada día y desde hace mucho bailamos. Creo que juntos. Aunque a veces me veo interpretando un monólogo. Pero algo me dice que este movimiento lo marcamos juntos, desde la simpatía y hacia un verso lleno de más poesía, pero también de realidad.

Un final de partida en el que habrá antes y después. O el indeseado de la indiferencia; el fortalecimiento de lo que tenemos... o la aventura que nos invita a sentirnos vivos. No sé que pasará, o si realmente algo pasará. Pero tengo ganas de saber de que pasta estas hecha, qué te motiva, con qué sueñas, y si en ese sueño alguna vez estuve, estoy o estaré; y si más pronto que tarde podré saber como abres los ojos una mañana. Hasta tanto ahora no sé si llegaré o llegaremos, pero quiero quitar el adjetivo de provisional, desechar la duda que lleva días ahogándome y si se puede volar.

Uno acaba corriendo el riesgo de perder a quien verdaderamente le ama, por alguien a quien realmente no le importas. Pero qué es la vida sin eses riesgo, sin esa acción. Hoy nada abriga mi corazón. Y me siento bien. No tengo carencias ni ausencias, porque no hay nadie que considere digno de mis caricias, versos y desvelos. Sólo es ahora que resulta que bien cerca me surje una ilusión y una duda, con alguien que siempre estuvo ahí, con esa confianza del no pasarse, esa cercanía fría, que ahoga con timidez lo que interpreto como una llama poderosa: una persona capaz de enamorarme.

Sabes que te estoy buscando,
que te estoy llamando.

Te llamo y no contestas,
te pregunto y no respondes.

Se que estas pero no te veo,
se que me escuchas y no te oigo.
Y no se ni el motivo ni la razón
y se que no me lo dirás.

Pero te lo dije una vez
y te lo vuelvo a decir,
una y otra vez,
me vuelco con quien me importa,
me importan mis amigos,
y tú que eres mi amigo,
tú me importas.

Insistiré hasta encontrarte
insistiré hasta que contestes,
insistiré e insistiré hasta que respondas,
hasta verte y oirte,
hasta que sigas siendo mi amiga.

sábado, 5 de febrero de 2011

El motor de los cambios

¡Qué año!. Esa exclamación fue lo único que pasaba por su cabeza mientras apuraba la última uva que aquella noche ponía fin al año. Ni tan siquiera imagino repetirlo, ampliarlo o volverse a ver pensar lo mismo, un año después, pero por experiencias distintas. Ya con veinte y muchos sabía que la vida no acostumbra a clonar sus vivencias, y una vez pasados, más que en momentos esporádicos no tienden a repetirse los momentos que solemos calificar como inolvidables. Más aún brindó con sus padres y con su hermano; escribió un par de mensajes a esas personas especiales para felicitarles por poder sumar uno al último digito del calendario, y agarró las llaves del coche, su ya desgastada chaqueta negra y se esfumó por la puerta hacia la calle. Cincuenta euros tenían la culpa y eran la excusa para emborrachar la conciencia.

A muchos kilómetros el ambiente era algo diferente. Casi recién cumplidos los veintitrés años, “la niña de la casa” sonreía junto a sus padres y hermanos. Hace un momento engullía las doce uvas con un solo deseo, que su padre superará esta depresión que me lo está quitando en vida, por culpa de lo que hace siete días el rey en su mensaje navideño, llamó “situación cíclica de reajuste financiero y recesión del PIB”. Universitaria soñaba con culminar su anhelo de poder ser maestra y no tener que deberle nada a nadie (o casi). Jamás quiso saber nada de política o sociología, pero veía con sus propios ojos como la alegría y la tranquilidad en su hogar, se habían esfumado por el retrete el mismo día que su padre recogió el número 89 en la cola para apuntarse a cobrar el subsidio de desempleo.

Prácticamente estaba preparada ya para elevar la libido de todos los jovenzuelos y sin vergüenzas que conocía de siempre, y que nunca le gustaron. Resignada hace mucho tiempo de encontrar al “hombre de su vida” sólo quería beber, reír quizás, pasar el mal trago de salir por obligación.

El primer acorde del “Breaking the law” de Judas Priest sonaba enlatado en el coche. Empezaba la fiesta y por un momento al volante le vinieron a la cabeza las nueve o diez “damas” que conquistó el año anterior. Hubo güiris, también dos o tres niñatas, y un par de maduras, una casada infiel y aburrida de ser un apéndice del estorbo de su marido y una divorciada cercana a la cuarentena que empezó por calentarle la bragueta y después la cabeza allá por el mes de julio. No había hecho falta que Rob Halford soltara el primer alarido del himno del metal, para que fuera él quien soltará un explícito: “Año nuevo, vida nueva”. Lo sorprendente sería que un año después no se acordaba del nombre de ninguna de ellas.

Aunque separados por mucha distancia, la luna llena era igual en la pequeña ciudad de interior y en el pueblecito cercano al mar. También el final de la noche para ambos amantes desconocidos fue el mismo. Y las sabanas y un analgésico fueron incapaces de domesticar la cruel resaca que se ceba con aquellos que consumen con nocturnidad bebidas hechas de un “quimi-juego”.

La rutina tiene la cualidad indudable de reconducirnos a todos. Nadie se acordaba ya de las navidades y la cuesta de enero se había subido como se había podido. El ajetreo del taller de chapista donde trabaja de lunes a sábado (hasta la mediodía) le tenía tan absorto que poco importaba la felicidad pasada. O la que pudiera llegar. Hacía mucho tiempo que aparcó los sueños, las necesidades. Seguía leyendo filosofía, historia o lo que pasará por sus manos y mantenía el tono físico en el gimnasio y salía a correr como vivía. En soledad. Era sorprendente, pero intentando mejorar el tiempo o no siendo atropellado se daba cuenta de que estaba en su vida tan sólo como jamás lo había estado. Se había separado del mundo. “Ya no encuentro a nadie a quién pueda llenar. Ni tan siquiera que me entretenga a mi un minuto. Estoy fuera del mundo”. Pensaba en el mismo momento, en el que una joven que apuraba las horas de sueño para estudiar el último tema antes del examen coincidía en ese pensamiento.

“Es una sensación terrible”. Separados por cientos de kilómetros confesaban lo mismo a sus mejores amigos. Luís, pidió otra cerveza para él y para su amigo Dani. “Tío, estoy cansado de todo. Tengo un vacío enorme”. “Ya no llamas a las zorritas del año pasado, eh”, interrumpió Dani para continuar con un “habrá que buscarse otras”. “No estoy de broma”. Tengo ya una pila de años, no soy ningún niño, y me he dado cuenta que he tirado mi vida. Ni he estudiado lo que quería. Trabajo esclavizao, para mantenerme en un alquiler sangrante, joder”.

“Eso de estar con varias mujeres alternando esta muy bien para vacilar a los colegas y reír. Pero esas risas me matan por dentro porque te aseguro que ninguna me ha dejado algo de valor. Con eso les puedo engañar, pero a mi mejor amigo no. Y a mi mismo, mucho menos”. Fue el alegato final de un Luís, consciente a viva voz de la inopia de su vida.

“¡Vámonos de aquí!”. “¡Ya estamos, tía!” soltó cabreada Laura porque Isabel volvía con el tema de siempre. Ya cansada de salir de fiesta porque sí, tenía claro que aquella noche no quería pasarla entre babosos y a oscuras forzaron su salida entre los improperios de los aprendices a Tony Manero y las “canis” enjoyadas en clave gitana.

Durante los veinte minutos que duró el paseo hasta casa de Isabel, nació la sinceridad entre ambas. “Joder, yo no lo entiendo. Estas estudiando, vives sola, no le debes nada a nadie y siempre estas amargada”. “No soy amargada, ni tampoco lo estoy. Sólo que no quiero hacer lo que todo el mundo. Y encima por más niñatos que se acercan y conozco ya sea en ese antro o en cualquier sitio, ninguno es capaz de hacerme amar”. Isabel termino la última palabra entre un sollozo incontrolable que no incomodó a Laura. “Bueno, esta bien… -trataba de tranquilizarla-. La semana que viene hacemos una cosa: Tengo la casa de mi tío Lucas en la playa libre podemos ir y charlamos un poco y de paso nos damos un bañito”. “Bueno, ya te avisaré entre semana…” fue la despedida de Isabel, que decidió nada más levantarse un domingo oscuro y triste confirmar un par de días de descanso con su amiga, lejos de aquella intimidad pública que reinan en los pueblos pequeños.

Luís e Isabel no veían la misma nube esa mañana aunque la buscaban con los mismos ojos. Estaban demasiado lejos como para dar esa casualidad, pero si que en sus pupilas se aglutinaban las lágrimas de rabia y dolor, de un sentirse vacío e inútil que rajaban corazones mucho más fuertes que lo que ambos pensaban. La ventana del salón de casa de ambos era un acceso directo a la desidia y la falta de amor. Ambos habían construido una vida quizás por accidente o por convencimiento, pero les faltaba el ingrediente que pusiera excelencia a los días y pasión en las noches. Aunque no se puede decir que vivían inmersos en su vida cotidiana con aburrimiento la falta de metas, y la ausencia del amor verdadero dejaba su rastro en lágrimas que surcaban rostros, ya demasiado habituados a esa humedad. Les faltaba algo.

Ese era el primer pensamiento de la mañana y el último del día. Eran las comillas a sus días, y hasta que no se encontrarán esos días seguirían siendo rara-avis en el destino que tienen marcados. La necesidad les urgía y así Luís decidió dejar su trabajo, buscarse un retiro para una temporada y preparar su acceso a la Universidad. Era el primer paso para vivir su vida.

Por su parte, Isabel apuraba el desayuno y se convenció de que tenía que cambiar, quizás salir del ambiente en el que se movía y que conocía hasta con los ojos cerrados. “Quizás la felicidad esta ahí fuera”, y ahí llamó a Isabel, para despertarla de su dormitar bañado en alcohol y confirmarle que el próximo finde lo pasarían lejos de la ciudad, para sincerarse y como primer paso para ordenar una vida que dejaba escapar por el desagüe la pasión y el amor.

La puerta de la oficina no volvería a ser la misma tras ese portazo. Luís no se había cambiado, y sin embargo interrumpió el primer café de la semana del gerente del taller donde llevaba arreglando “boyos” de los coches y montando faldones y alerones de niñatos y pijos nueve años. “Prepárame la cuenta que el jueves es el último día que trabajo aquí”, espeto sin un buenos días. “Ah, y me vas a dar la liquidación tal y como si te hubiera dado el mes de preaviso porque sino iré a Inspección de Trabajo a informar de que tienes a tres sin papeles currando aquí desde hace cuatro años, ni tampoco que pasáis a los pijales material de desguace como si fuera nuevo, ni que hacemos más horas que el reloj. Ya me cuidaré de no decírselo al soplón ese al que untáis”. Era una amenaza tan firme que en la conciencia del administrativo no hizo ni tan siquiera mella el segundo portazo que cerro el paréntesis en su desayuno de lunes. Llegó el jueves, y Luís sólo tuvo que recoger sus cosas, decir un “Oye que me marchó, qué ha sido un placer”. En una mano una bolsa de deporte y en la otra un sobre beige con un cheque para no estar preocupado en los próximos dos o tres años, más cinco mil euros de propina en billetes de 50.

Era viernes al mediodía y las dos amigas decidieron comer en un restaurante de menú del día junto a la playa. No era de Guía michelín, pero por poco más de 7 euros por persona se podía comer un primero-segundo más postre, más que digno. Ambas apuraban el primer plato, un arroz a la cubana, y coincidían en que fue una buena idea venir a aislarse un poquito, que luego marcharían a la playa, y esta noche saldrían a pasear y bailar. Qué mañana emplearían la noche para conversar, sincerarse y apoyarse como amigas igual que hacían cuando eran apuraban meriendas infantiles en el parque del barrio.

Al mismo tiempo, a unos escasos ya 3 kilómetros entraba en una rotonda un coche gris con una matrícula de las antiguas y un distintivo geográfico bastante alejado e inusual por esos lares. Luís llevaba 7 horas al volante, pero no estaba ni en un ápice cansado. Su coche si, puesto que llevaba equipaje para una larga temporada y sobre todo un par de cajas de mediano tamaño que contenían el material de uno de sus sueños. Por lo menos el que pensaba más fácil conseguir, porque venía autoconvenciéndose todo el camino, de que iba a sacarse esa carrera que tanto le apasionaba. Libros, apuntes y material para estudiar y pasar el examen de acceso a la Universidad para mayores de 25 años.

El camino ha sido largo y dilatado de música. Una botella de agua ha sido su único interlocutor. Le ha hecho los coros en los himnos históricos y asentía con un leve cabeceo -no se sabe si por conformidad o por el vaivén del asfalto- cada alegato del conductor. “Con dos cojones” y “he hecho lo que tenía que hacer” fueron las más repetidas. Pensaba en el momento en el que se marcho de su casa alquilada metiendo las llaves en el buzón de su casero. También en la bronca con sus padres, mientras apilaba en la cochera 4 cajas de mudanza y embalaje con las cosas que no se podía llevar a su viaje existencial. Y por supuesto en el momento en el que echó la inscripción para el examen de acceso a la Universidad para mayores de veinticinco años. Recogió el temario para pasarlo y más para entrar en Filosofía y en Geografía e Historia. Era el momento de vivir su sueño y el primer paso estaba dado

Una de las mejores formas de hacer una digestión es pasear por una playa de fina arena, con el primer Sol primaveral atizando levemente y la fría agua refrescando los pies. Para sincerarse ocurre lo mismo. Laura e Isabel llevaban aproximadamente una hora repasando los últimos años de sus vidas. A ambas les quedaba un año para acabar la carrera de sus sueños y poder trabajar como maestras de educación infantil. Sus estudios les apasionaban y aunque con altibajos sus notas eran más que aceptables. Precisamente algunos de esos altibajos truncaron uno de sus sueños, puesto que no pudieron obtener beca para pasar una temporada en el extranjero. Italia o Francia hubiera sido lo deseado, pero se tuvieron que conformar con una facultad semi-vacía durante el último año y soportar las anécdotas y fotografías de amigos y amigas con más “suerte” en la asignación de prestaciones. Esto solía suceder en los actos sociales de la comunidad universitaria. Es decir, en los botellones. Y como la envidia y el enfado se hacía latente en ambas, discretamente dejaron de aparecer y se convirtieron en ausentes para el resto de compañeros.

“De verdad, que estoy cansada, Laury”. No de la carrera o del apoyo de mi familia o de ti, pero si de la gente, de esas amistades y colegas que sólo te quieren para hacer bulto”. Las palabras de Isabel sonaban como una canción melancólica de esos antiguos cantautores, sólo que esta vez el acompañamiento melódico era el crepitar de las olas. “A mi me pasa igual, pero por lo menos Oscar me ayuda”. Laura queriendo ayudar a su amiga respondió con la verdad de que su novio ya no era un rollete de verano, un chico que tengo por ahí, o un pasatiempo. Sin saberlo ella se había enamorado tan locamente de este chaval al que al principio deshacía en negativas y sin él, ahora es incapaz de vivir.

“No me quejo en absoluto de él. Me quiere, me apoya y ayuda. Cada día que pasa estoy más segura de lo que tenemos y sólo deseo poder estar juntos para siempre. Quizás, deberías tu buscar y encontrar ya a esa persona”. Laura trataba de ayudar, pero lo que hizo fue tirar de la cadena. A Isabel nunca le gustó aquel muchacho, pero la envidia de ver a tu mejor amiga sentirse amada y amante, no es plato de buen gusto, si mientras tanto tú te conformas con estirar la mano en la cama y no encontrar a nadie. “Ya, no estaría mal”, dijo sollozando. “Pero aquí los tíos, son unos niñatos, no vale ninguno para nada y todos son más que decepcionantes”. “Joder, que generalidad si llevas sin salir con alguien más de un año y encima a parte de los tonteos de noche y en los bares no haces nada”. “Con tres imbéciles me vale y me he dado cuenta de que con diez palabras me es suficiente para comprobar que ninguno tiene sensibilidad, inteligencia o humor para que me enamore de él”. Las últimas palabras Isabel las pronunció mirándose los pies mientras se encalaba el bolso sobre los hombros con más fuerza para que el incipiente viento no se lo descolgará aún más.

“Buff. Joder tía, ¡qué mal rollo!” –soltó Laura subiendo el volumen de la conversación y finalizó su intervención al mirar a su eterna amiga, ensimismada esta vez, no en la arena, sino en la figura de un joven que se mojaba los pies hasta la altura de la pantorrilla y miraba hacia mar adentro como el que hace mucho tiempo que no ve lo que contemplan sus ojos o como quien espera la llegada del barco que le trae a alguien querido.

Isabel estaba absorta. Y tiempo después se lo recordaría una Laura que respeto el silencio y ensoñación de su amiga que no podía apartar la mirada del joven. Este llevaba unos pantalones vaqueros de azul oscuro intenso remangados sobre la rodilla. Vestía una chaqueta verde y la media melena que lucía volaba al viento sobre unos hombros sustento de los brazos cruzados en el pecho. Despreocupadamente había dejado en la playa casi desierta sus zapatillas deportivas, con los calcetines apelotonados en su interior y un pequeño bolso de esos masculinos que ahora se han puesto de moda.

La imagen provocaba en la joven Isabel la misma sensación que quien contempla por primera vez en vivo, in situ, un cuadro de un gran maestro renacentista o un paisaje espectacular.

“No tienes miedo a que te lo roben”, grito una Laura que ni a voces consiguió sacar de su ensoñación a Isabel. Sin embargo Luís se giró sobre si mismo, sonrió y con un expresivo gesto dijo “No”. En ese instante comenzó a caminar a hacia la orilla. No sabía el que pero algo le empujaba a saludar y presentarse a esas dos muchachas.

Por su parte Laura no le daba ya más importancia y hacia ademán de intentar continuar su camino, pero comprobó que Isabel no deseaba moverse de allí sin conocer a ese extraño. Por eso la imagen de ambas chicas paradas sobre sus zapatillas turbó algo a un Luís que con gracejo y ante una mar, nuevamente tranquila llego hasta ellas y saludó con dos besos. Primero a Laura, “Hola, soy Luís”. “Yo Laura, encantada”. Dos besos en las mejillas que no provocaron ninguna ruborización en ambos. “¿Y tú cómo te llamas?” –interpuso gracioso Luís. Le siguió un “esta sorda, hija” de Laura, que surgió efecto inmediato en Isabel que se presento y beso a un Luís que la dedicaba una mirada de absoluta devoción. Otros dos besos chocaron en las mejillas, pero esta vez él sintió la mano de ella sobre su hombro, y ella la mano derecha de él sobre su cintura. Fueron tres segundos desde que se presentaron hasta que a Isabel se le descolgó definitivamente el bolso para este caer sobre las zapatillas de Luís.

Fueron tres segundos, pero en ellos el mundo se paro. No rompió ninguna ola ni en esa playa ni en ninguna otra. El viento paro las nubes y donde llovía se pudieron contar las gotas de agua. La luna y el Sol pararon su baile para dedicarle una mirada al unísono al momento Acabaron todos los llantos de niños dejando ahora el sonido de sus risas. Los agonizantes suspiraron porque se dieron cuenta de que no querían morir sin una nueva historia de amor en el mundo. Las lágrimas se volvieron sonrisas. Él vio la felicidad en una sonrisa, unos ojos llenos de ternura de amor que regalar. Ella se vio sorprendida por el destino que le decía en ese instante tengo a alguien para ti. Dos personas, un hombre y una mujer, se habían enamorado.

Ambos se arrodillaron apresuradamente para recoger el bolso de Isabel de la arena y allí por primera vez sus manos se tocaron. Se sorprendieron en la calidez de la mano del otro y volvieron a mirarse alborozados, para en un sonreír tenue incorporarse. Laura escucho la invitación de Luís. “Voy a tomar una cerveza en una cervecería que he visto en esa calle que se ve. Esta a unos 40 metros. ¿Venís?”. En otra situación cualquiera de las dos hubiera sido más que descarada puesto que si algo compartían era su odio y repugnancia hacia los chulos o pretenciosos. Pero ninguno de estos adjetivos se podían aplicar a la invitación de Luís. Además los tres, y sobretodo Isabel y el propio Luís se veían empujados a conocerse.

La cervecería revestida en su interior de madera oscura de roble albergaba una pequeña mesa en la esquina más alejada de la puerta. Una ventana daba una magnífica vista a la playa aunque el trajín de personas en ese momento, no dejaba ver más que el azul en los intervalos entre transeúntes. No había mucha luz en el local, en el que sólo se hallaba una camarera, de mediana edad y aspecto norte-europeo y otros dos clientes que también respondían a esa misma descripción. Tampoco importaba demasiado, puesto que la mejor cualidad del amor es que puede surgir en cualquier momento y lugar.

Tres enormes pintas de cerveza de importación albergaba ya la mesa, cuando las palabras y las miradas empezaron a fluir. Los tres se pusieron en antecedentes. Y especialmente Isabel y Luís ávidamente interesados en la vida del uno y de la otra. Pronto Laura se dio cuenta de que “sobraba”, aunque realmente no era así. Más bien fue la que sacó las palabras en un principio y motivo las conversaciones. Así supieron la situación de Luís, como había dejado su trabajo el día anterior, su ya no tan tierna edad, y su lejana procedencia. También su deseo de estudiar y hacer con su vida algo más que reparar golpes de frenazos tardíos.

Asimismo, Luís, entendió la apatía y el vacío que Isabel sentía y por fin comprendió que a él hasta ese momento le había pasado igual. El no saber donde se encuentra esa persona especial, que el destino reserva; aquella con la que las coincidencias son gloriosas y los desacuerdos oportunos. Donde los besos más perfectos se podrán hacer eternos. Allí ante ya una cerveza medio acabada entendió que se había enamorado de una muchacha que acababa de conocer, y que le miraba con sus mismos ojos; con los ojos del amor.

Agotaron el primer envite y pronto sucumbieron ante un segundo extracto de cebada. “Me encanta la cerveza”, reconoció una entusiasmada Isabel. Luís asintió y apurando un sorbo, añadió: “La cerveza es buena; y ahí que reconocer que el paisaje de una playa es algo precioso de lo que la gente de esta zona podéis gozar. Pero lo mejor es vuestra compañía”. Como respuesta sólo obtuvo la risa de Laura, y el enrojecimiento de las mejillas de una Isabel que se sentía por primera vez enamorada.

“Bueno, yo creo que después de 4 pintas ya esta bien, no”. Sentenció Laura. El dorado líquido había corrido por las gargantas de los tres, y las miradas entre Luís e Isabel también. Cada uno de ellos miraba al otro con pasión. Ambos se dieron cuenta de que estaban amando y siendo amados. Luís recordó un pasaje de un libro, leído hace mucho tiempo, y que en palabras de un escritor latinoamericano describía la vida como el camino, el sendero de las decisiones que con fuerza, convencimiento y sinceridad puede hacernos especiales. Por su parte, Isabel, a su vez, añoraba un verso del primer poema que leyó en la soledad de su habitación con poco más de quince años:

“Despierta, tiempo al mirarte;

dormida, me atrevo a verte;

por eso, alma de mi alma,

yo velo mientras tú duermes.

Al salir de la taberna la apacible tarde costera se había convertido en un oscuro anochecer motivado por unas nubes que ya empezaban a descargar su presencia. Los tres corrieron al coche de Luís y durante el camino hacía el chalet del tío de Laura, convencieron al conductor para cenar con ellas. Al llegar a casa se introdujeron en la cocina y todos empezaron a elaborar una sencilla cena basada en una ensalada de canónigos con queso fresco, manzana, nueces y ciruelas y un guiso de champiñones con gambas. Mientras desempeñaban las funciones culinarias alguno de los nuevos amantes desaparecieron en algún momento de la cocina. Primero fue Luís que decidió ir a buscar una botella de vino a su apartamento alquilado, a unos cinco minutos en coche. Tardo poco menos de un cuarto de hora en llegar de vuelta a la casa de las dos muchachas y lo hizo con un reserva de 2001 de La Rioja que había comprado en el supermercado esa misma mañana al poco de llegar.

Durante la ausencia de Luís ambas ya viejas amigas sabían de que hablar.”¡Qué! te gusta, eh…” soltó una despreocupada Laura. Isabel trato con sus palabras de ocultar que se había quedado absolutamente enamorada de Luís, pero sus gestos fueron más allá. Al “no está mal”, se le sumó una sonrisa fresca, un timbre de voz agitado, un nervisiosismo en sus manos provocado por un corazón agitado y un brillo en los ojos. Ese brillo que se siente cuando estás viviendo algo trascendental.

En el escaso cuarto de hora que Luís estuvo sólo, no hacía más que preguntarse (y no precisamente al volumen de los pensamientos), qué quién es esa tía, que nunca había sentido esto, qué la quiere conocer, amar,… Así turbado llegó nuevamente a la casa ya casi a punto para ponerse a cenar. La fina lluvia que presagiaba algo mayor, cumplió las expectativas y descargaba ya con una virulencia inusitada en ese rincón.

Montaron la cena y justo antes de sentarse a la mesa, Luís aprovecho para dar un pequeño papel doblado a Isabel que apresuradamente guardo en un coqueto bolsillo posterior que su falda albergaba.

Cuando el sonriente y seguro Luís fue a tomar asiento, vio otro papel, de un rosa coqueto y cuidadosamente doblado en la silla, que sólo pudo advertir al retirarla de la mesa. Con naturalidad trato de salvar la situación, pero la seguridad de hace unos segundos se había marchado, y en su lugar, dejo una tiritona en sus manos y piernas que casi le hace caer de la silla al tomar asiento.

La cena siguió en el mismo tono cordial de toda la tarde. O mejor dicho seguía la evolución natural de esa cordialidad, hacia la amistad eterna pasando por el respeto y simpatía mutua, el simple colegueo y el de algo más. Trataron temas diversos durante una cena de aproximadamente 25 minutos, coronada con un poco de fruta, mandarinas y manzanas, para acabar en una sobremesa con un café con hielo para él y Laura y un poleo-menta para Isabel.

Mientras exprimía el sobrecito de la infusión Isabel no podía borrar de la cabeza la ilusión y la incertidumbre sobre que pondrá en el papelito que le ha entregado Luís y que azares de la vida contiene ese secreto sobre el que esta sentada en este momento. Luís, a su vez sentía el mismo cosquilleo y siempre más nervioso, atacado por un impulso irrefrenable, se disculpó de sus dos compañeras comensales, con la excusa de ir a buscar un poco más de café. En cuanto se aseguro que no le veían saco el papel rosado y leyó:

“Nunca te había visto y me eres tan natural, conocido,

mi vida se ha ido vaciado poco a poco,

y ahora que he conocido el acento que siempre busque,

creo encontrar el amor que nos es reservado,

en una persona a conocer y hacer esposo,

en ti mi amado, te pido amor para siempre.”

Azorado Luís volvió a la mesa. Pensaba en lo leído en la misma sensación descrita y que él albergaba en el corazón. También pensó en su mensaje en el que había escrito con tinta azul y el mismo nerviosismo que el que acababa de leer. Ni se dio cuenta de que ambas mujeres ya estaban recogiendo la mesa, y se sorprendió al ver que Laura se quedaba con él. Pero Isabel quiso con delicadeza tener su momento de soledad para descubrir la misiva que le había sido dedicada, y así otra vez con la cocina como escenario de amor en verso, leyó:

“He probado de mil rosas el veneno,

y renegada mi mente y mi cuerpo prometieron evitar castigo.

Y aquí que he conocido el amor,

sólo quiero probar de ti el Morfeo,

que me pueda llevar al cielo,

que sólo será si tu acompañas mi trasiego….”

La velada ya estaba avanzada y las cartas removidas. Habían sido 9 horas de conversación, compañía y descubrimiento. Y ambos deseaban estar a solas. No hizo falta forzar la situación y Laura, recientemente enamorada y conocedora de ese paso, decidió marchar, con sueño como alegato y un jocoso “¡No os portéis mal!, como despedida…

Los nervios apenas hicieron mella en los dos nuevos amantes que se descubrieron, por fin en soledad, con la única compañía de la brisa que había quedado tras la tormenta. Quizás por respeto, o incluso por miedo a romper la magia o el hechizo apenas aflojaron la luz del salón. En ese instante se dieron cuenta de que no tenían necesidades. Ni sed, ni hambre, tampoco frío o excesivo calor… No les apetecía una copa, ni tener música como acompañante, tampoco les apetecía asomarse a la ventana a ver el paisaje… Comprendieron que el amor es la necesidad más grande, la sensación que otorga plenitud a una vida. La pasión se adueño de su alma y el amor por extensión comprendió su poder cuando sentados en el sofá, a escasos diez centímetros el rostro de ambos, se quedaron inmóviles, sumergidos en una mirada.

En ese momento no había más que decir. Sólo, tan sólo, les quedaba vivir el sueño de toda su existencia. Ser felices haciendo feliz a la persona amada. Ambos en esa mirada lo compartían. Luís e Isabel se hicieron eternos en el momento en el que juntaron los labios por primera vez. Jamás tendrán que decirse uno al otro “Dime que me quieres”… Con sus ojos se estarán lanzando un continúo “Te quiero” por el resto de sus vidas.

El amor no tiene otra arma que su inmortalidad. Y no le hace falta

más cómplices, que dos almas idóneas…

martes, 19 de octubre de 2010

Aquí y Ahora



Aún no despierto
y ya los cielos me interrogan
cuando me estremezco,
y ya mis manos no te descubren
con apacible ensueño
y ya no deseo nacer en este desvelo.

Aún no entreabro mis parpados
y ya no me siento entero,
me encuentro desatando los cielos
y a las nebulosas interrogando,
tañendo plegarias al cielo
y recitando versos inconexos,
palabras que anuncian
un desvelado destierro,
un desconocido anhelo.

Aún no entrego mi alma al cielo
y ya lo deseo con tal fuerza
que no me siento ni comprendo,
porque no encuentro bajo este cielo
la más mínima sombra
de lo que del cielo anhelo.

Porque en este viejo mundo
de cuevas y avernos
también habitan seres sin ser
que anuncian impasibles
el fin de la vida del amor,
el fin del cosmos y de la luz,
el fin de todo lo nuestro
tan querido y amado
que Dios nos legó.

Aún no despierto
y ya sueño
con no despertar
de mi sueño,
aun así…,
me entrego y destierro
como cada día
al silencioso desasosiego
corazón anidado
por cada alma que no encuentro
y por el alma de la persona
que más quiero.

¿Dónde dejo mi beso de cada noche?
No quiero pensar en las noches en las que estas destapada.
Fría y distante; alejada de mis brazos,
sorda ante mis gritos
y yo ya afónico sólo puedo pedir un beso más.
Uno más. Sólo para morir. Morir feliz.

Me duele la salvaje realidad de vivir sin ti.
No puedo pensar en la obligación de hacerla toda mi vida.
No puedo con tanta oscuridad,
ahora que me acostumbre al brillo de tu sonrisa.
La luz de tu alegría, fue la más sútil de las drogas,
pero la que definitivamente me derroto, me conquisto.
Soy tuyo, como suyo nunca fuí.
Te pertenezco porque el hechizo de tus besos,
probado está que ni las bombas de la distancia y la soledad lo han borrado.

Llueve…y llueven los recuerdos…
Escucho el sonido de gotas contra el suelo que me traslada en el tiempo,
Intentando no pensar, vuelvo a vivir muchos momentos.
Quiero correr, pero huir;
quiero llegar a tus abrazos,
quiero descansar por fin, en tu regazo.

Lagrimas salada mezclándos con lágrimas dulces de lluvia…
Besos eternamente tatuados en mi alma por cada gota de agua
Abrazos húmedos de deseo, entre las ropas mojadas
una mano en mi cara que me sega el agua
unos brazos que me elevan hasta el cielo.

Unos ojos que brillan gritando que me aman
una sonrisa que me hace sonreír,
ser feliz unos dedos dibujando muy despacio mis labios.

Miradas que no dejan de mirarse, de decirse que se aman.
Bocas acercándose despacio, que se rozan,que se tocan
que se besan entre dulces gotas de agua.
Ya no llueve...
Aqui y ahora espero... que el tiempo seque mis recuerdos

Hoy desperté y aun sin verte pude sentirte...
Mi alma sigue rodando por las colinas sinuosas
de mi vida, arriba y abajo, en un continuo ir y
venir buscando a ciegas la salida.
A gatas tus besos...
soñando vivirte.
La salida a este dolor que me hizo preso,
la salida en la que me encontraré de nuevo a mí mismo,
más viejo, más sediento. Igual de soñador,
la salida en la que sentiré de nuevo que sigo
vivo la salida en que tú y yo,felices,
intercambiaremos sonrisas.

Apareciste ahí pero no te veía,
y en mi pecho un calor latente
me arrastraba con una fuerza desmedida
¿qué es esto?¿por qué ahora?
me has descubierto la alegría...

Y te lo agradeceré eternamente,
dure lo que dure, suceda lo que suceda,
ya sea que te vayas y no vuelvas,
ya sea que hayas venido para quedarte
y no te vayas jamás de mi vera.

lunes, 21 de junio de 2010

Ella


Era el canto bello de su voz,
que se expandía, dentro de mi piel,
y sentía que moriría
antes de volverla a ver.

Cada noche sentada en el parque,
ella esperaba a su gran amor,
recordaba, sueños del pasado,
que se han quedado para siempre atrás.

No ha olvidado los años dorados,
en el que el tiempo la recompenso,
pero así mismo el destino actúa,
y lo alejo de ella, para no verlo más.

Desde mi ventana la veo llorar,
sin consuelo se aferra a la vida,
es su alma que quiere morir,
pero aun así siente su compañía.

Aun espera a su gran amor,
para abrazarlo por toda la eternidad,
sin hacer nada yo solo la veía,
comprendí que nada puedo hacer.

Con el tiempo, pasaron los años,
y aunque hace mucho no la he vuelto a ver,
en noches frías escucho su canto,
salgo a buscarla pero ella no esta.

Tomar tu mano para guiarte en esa obscuridad y regresarte de nuevo a la luz de donde deberias estar, donde se encuentra tu verdadero lugar

Ser tu guia
Ser tu Novio
Ser tu sosten
Ser tu esperanza

Donde encontrare a tal mujer si solo me limito a ver?

Cuando sera el dia que deje de soñar y despierte a ti, en ti, y contigo a mi lado

Cuantos dias cuantas semanas, meses decadas años
Cuantas vidas me tomara encontrarte?

Cuanto mas...

Se que buscar pero... donde?

Quiero me llene el sonido de tu voz
Quiero sentir el calor de tu frio
Quiero saber de tu piel
Quiero saborear de tus besos
Quiero sentir el tacto de tus manos de tus dedos
Quiero abrazarte
Quiero abrazarme en tus cabellos
Quiero llorar ya en tus senos
Quiero derramar mi sangre, Sangre nueva en tu abdomen

Quiero ser parte de ti...

Silencios de una noche negra
Gritos ahogados en el alma,
Desconsoladas palabras
Quieren escaparse con ella,
buscan alguna estrella solitaria
que quiera compartir su dolorosa eternidad
Se han enamorado del “no” ser
Y aun así ser mas…

Los sentimientos
Han seguido el camino del dolor
y buscan refugiarse ahora en alguna pena
para mitigar sus heridas...
(y no dar lugar a lo que sienta el corazón--)

Las palabras se han prometido
no callar mas sus tormentos,
juegan incasablemente con la vida
los sueños, la lujuria y la muerte,
y vagamente intentan
ahuyentar al amor.

Que les ha llevado a conocerse
el destino? el dolor?
Vivirán una fuerza insostenible
silencios que no callaran,
caminos ocultos…

¿Se arriesgan a transitarlo
Amantes de las penas…?
Pero los podría llevar al dolor...
A la muerte lenta…
Del corazón…


Habia estado toda una vida perdido y vacio. En la extrema soledad el viento de la noche ya se había quedado sin ramas que agitar. Todo era desierto, yermo y olvidado de placeres exiguos y victorias pírricas, en las grandes hazañas, y de derrotas amargas que habían perdido ya su sabor por acostumbrado el paladar.

Era ya mejor morir que seguir sufriendo, era mejor guardar las armas y dejar de luchar, no había estrella que orientase el futuro. Nada hacía y sentía marcar el camino. Por eso habiéndolo encontrado mi misión es cuidarlo, hacerlo eterno, dichoso y feliz. Sólamente como haces que me sienta.

No quiero sentir otra piel ajena, no quiero llorar más esta ausencia. Soy adicto a esa sensación que tengo contigo, al deslizar mi mano por tu piel, al besarnos. Me enamoro cada segundo de ese silencio entre el paréntesis de nuestros cuerpos. Quiero sentir tu alma tranquila en mi pecho; mientras mi espíritu se agita cuando te entorno sobre tus hombros, cuando mi pecho siente tu respiración, tu mariposa parpadeo aletear sobre mi corazón...

Entiendo los roces el dolor de sentirse solo, de sentirnos alejados. Bálsamo muchas veces vacío, con ganas de hacer juntos en la tierra los castillos que habitan en el aire. Me doy cuenta de que no quiero una vida al teléfono, de escasos días en la monotonía de no disfrutarnos, de no amarnos. Cada día y cada noche se me hace más díficil hacerme a la idea de que no estamos juntos. Eres lo mejor que me ha pasado, la única persona que me hace o ha hecho sentir el amor, como algo grande, único y especial.

La peripecia de perdir perdón desde la distancia. Sin en el consuelo de tu sonrisa, sin el reparador de un beso... Más fácil que antaño seguro que es, más emocionado que nunca estoy.


Amar en la noche con esencia,
tranquila y petrea en esta ausencia;
el dolor infrigido sin causa previa.
No quiero ser listado en un sarcofago.
No quiero morir entre llantos,
Sólo me espera la labor de reconfortarte
Sólo puedo pedir una noche más para amarte.

Me queda el camino de cumplir mi deseo;
que es ver tu felicidad, tu sonrisa, cada día...
reconfortarte en cada noche de este frio que esta
ya en mis huesos...

Sé que el futuro es nuestro. Que la felicidad se conjuga en nosotros.
Espero tu alma encaminada al deseo,
la flor deshojada yerma y amarilla,
que me antoja un beso;
no el último, nunca el póstumo, sólo el siguiente.



jueves, 3 de junio de 2010

Silencio olvidado




El joven Amor yace durmiendo
Bajo el mayo de cada año,
Entre los lirios bañado
Por su tierna luz:
Blancos corderos pastorean,
Blancas palomas tejen sus nidos,
Y alrededor de su sueño
Los arbustos de mayo son blancos.

Suave es la almohada de musgo
Para una suave mejilla;
Las hojas lanzan sombras
Sobre los ojos cansados:
El viento y las aguas
Crecen abatidas y apenas hablan;
Allí persiste el crepúsculo
Estirándose en los cielos.

El joven Amor yace soñando;
¿Pero quién conoce su sueño?
Un sol perfecto
Sobre la cima del bosque,
O una luna perfecta
Sobre el arroyo escarpado;
O un silencio perfecto,
Una canción sobre los labios amados.

Se queman aromas en torno a él
Hasta llenar el aire soñoliento;
El silencio baila alrededor,
De un lado a otro;
Pues en el despertar
El paisaje no es tan bello,
Ni el silencio ni la canción,
Ninguno es como en el sueño.

El joven Amor yace soñando
Hasta que los días del verano mueran;
Soñando y lamentando
Lejos en un sueño perfecto:
Él ve la Belleza del sol
Sin observar hacia arriba,
Y saborea la fuente
Indeciblemente profunda.

Él es la música perfecta
Que huye hacia los sueños;
Y a través de las pausas
Calma un silencio perfecto:
Pobres las voces de la tierra,
Del este al oeste,
Y pobre la quietud de la tierra
Entre sus delicadas gemas.

El joven Amor yace dormitando
Lejos de la muerte;
Frías sombras se atraviesan
Sobre el rostro durmiente:
Así cae el verano
Con un delicioso aliento cálido;
¿Qué habrá de darnos
El otoño en su lugar?

Acercaos a las cortinas
De la planicie siempre verde;
El cambio no puede tocarla
Con sus dedos oscuros:
Aquí las primeras violetas,
Tal vez un lirio perdido
Con una paloma, quizás,
Retornen a descansar.

El silencio inevitable del despertar de la vida
Rompe la molestia y mi sentido camina.
No siento más que mis pies llevándome a la orilla,
Una orilla que me muestra la verdad y la mentira

Un recuerdo estremece tras otro que emerge
No hay destino aquí se me asemeje
Puedo tener mi vida en un equipaje que deje
Solo se me castiga, por la verdad hereje

Se vacían mis recuerdos y pertenencias,
El corazón y algunas vivencias.
El amor que se desparrama por mis antiguos pasos
Se quedan ahí, un linaje en descendencias.

Que escriben mi vida en el silencio que habita,
Un momento y una fecha en mis venas
Que se marcan en cada calle que se agita
la ventosidad de la niebla en mi mente,
cuando no es nada lo que hay,
Es un sueño y una vida decadente.

viernes, 7 de mayo de 2010

Pasión



Algunos han ganado un placer salvaje,
Por arriesgarse ante el salvaje dolor,
Yo podría esta noche ganar tu amor
Y sufrir mañana el peligro de la muerte.

Podría estremecerte en la batalla,
y arrancar una mirada de tu ojo.
¡Qué frágil es el corazón que arde,
Embriagado de intentos y anhelos!

Bienvenidas las noches de sueños rotos,
Y los días de crueles matanzas.
¿Puedo considerar que llorarías
Al oír mis acechantes tribulaciones?

Dime si con errantes peregrinos
Deambulas lejos de todo,
¿Vagas tú por aquellos campos distantes
Sin extraviar tu espíritu?

Salvaje, profundo, suena un cuerno en la distancia,
Dejádme, dejádme ir,
Dónde el sheik y el británico luchan,
Sobre las márgenes de los ríos.

La sangre ha teñido aquellas riberas
Con manchas escarlatas, lo sé;
Las fronteras se cubren de tumbas,
Y sin embargo, dejádme ir.

Aunque la crueldad del holocausto
Suba como el vapor de las naciones,
Con placer me sumaría a las huestes muertas,
Si la orden me fuese dada.

La esencia de la pasión debe templar mi brazo,
Su ardor agita mi vida,
Hasta que la fuerza humana tema el encanto
Deberán sucumbir entre gritos de alarma,
Como los árboles abatidos luchan con la tormenta.

Si yo, excitada por la guerra, buscase tu amor
¿Te atreverías a estar a mi lado?
¿Te atreverías a reprobar mi pasión,
Presa del desprecio, del orgullo más exasperante?

No, mi voluntad sometería la tuya,
Tan alta y libre,
Y el amor domaría esa alma altiva.
Si, con ternura me amarías.

Leeré mi victoria en tus ojos,
Contemplando, y probando el cambio;
Luego dejaré, indiferente, mi noble premio
En manos de las armas distantes.

Desearía morir cuando se alce la espuma,
Cuando el vino resplandezca alto;
Sin esperar que en la copa exhausta
Caiga la abúlica vida en hediondas mentiras.

Entonces el amor será coronado con dulces recompensas,
Bendecido con esperanza y plenitud.
Desearía montar aquel corcel, desenvainar la hoja,
Y perecer entre los aullidos de la batalla.




lunes, 3 de mayo de 2010

¿Y lo qué me faltas tú?



Las noches ya acostumbradas a tu presencia son interminables lagos negros en tu ausencia. Siempre noto tu cercania, tu amor, aunque la distancia persista en mis ojos cansados, en el cuentakilómetros del coche; en ese surco que se dibuja en mi rostro cuando te recuerdo mientras me alejo de ti.

Soy llama cuando estoy contigo y ceniza cuando muere un día y no te he visto. Disfruto cada segundo de mi vida en tu compañía como si fuera el último y aumenta mi ánimo y capacidad de lucha para continuar en la brecha, seguir sufriendo y esperarte o esperarnos.

Y mientras las cortinas de mi ventana se ondean con una simple sinuosidad, se abren y se manifiesta que el día está llegando a su fin. Vuelvo a tener sueño, a dormirme en las esquinas. Lejos de ti es mi almohada la cómplice para verte, sonreírte... Es en sueños o llorando la distancia cuando recuerdo los buenos momentos, los mejores que van a ir llegando, y ese día que anhelo en el que podremos decir que en todas y cada una de nuestras noches estaremos juntos. Ese es mi mayor deseo.

No me fatigan estos dias en los que únicamente nos recordamos, llamamos o simplemente descontamos para vernos más pronto que tarde. Pero es inevitable que cualquier parecido de la realidad al sueño que es estar junto a ti me hagan perder cualquier motivación desde el primer segundo en que despierto. Y asi sin ningún tipo de esperanza más allá que el acercarme a tus labios deambulo durante los días cada vez más convencido y seguro de que mi corazón, mi cabeza, todo mi yo quiere estar junto a ti ya.

Estoy seguro de que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y sólo deseo que no pierdas nunca esa sonrisa. Ser quién te la alimente, promueva y por quién brille y se haga eterna. Quiero hacer de mi vida un detonante de tu felicidad. Quiero que juntos seamos lo que siempre soñamos y ya creíamos perdido.

Me he aficionado a tus cariños, al impetú andaluz de tu voz y a esos momentos en los que me susurras al oído. Deseo sentir tus abrazos, cómo me estrujas y poder descubrir a la semana siguiente marcas y morados en mis brazos, retazos de nuestra pasión.

Me encantan la improvisación y esas cosas quizás de tu rutina que a mi me fascinan y hasta, por qué no decirlo, envidió. Es increible la sensación de compartir esos destinos y lugares que han sido decorado de tu vida y que ahora compartes conmigo. Pero es la más absoluta rutina, nuestra emparejada "soledad" lo que me vuelve loco y fascina. Nunca había sentido nada igual, ni siquiera parecido. Y es esta sensación de completo por lo que camino de noche y de día seguro de mi mismo, de ti y de este sueño que es nuestra relación.

Te amo, pkña!!


Y de regalo la pequeña de Schubert

jueves, 8 de abril de 2010

Del oscuro pasado al luminoso presente y brillante futuro



Delgadas son las faldas que la noche dejó atrás,
Antes de que el día quiebre el cielo con su crepitar.
Delgados son los jirones del sueño,
Oscilando en el espíritu cansado del viento;
Pero en medio de aquel reposo inquieto
Que desgarra la trama del olvido y el recuerdo,
Mi alma se estira hacia la tuya,
Cada vez más cerca.

Nuestras vidas nunca se unen;
Nuestros pensamientos nunca se distancian,
Aquello que aferra tu corazón al mío,
Parece disolverse en un brillo sombrío.
Esta noche, el Amor ejerce un control total,
Y con deseo y con pesar,
Mi alma se arrastra hacia la tuya,
Cada vez más cerca.

¿Existe un hogar, dónde la pesada Tierra
Se derrita en el aire brillante,
Y dónde el mal no se respire;
Dónde el agua barra el eco de la sed,
Y el fuego sea el reflejo de nuestra fe?
Si la voluntad yace atada al objetivo,
Tal vez allí pueda su esperanza engendrar.
Mi alma, en esta hora desolada,
Se agita hacia la tuya,
Cerca, siempre un poco más.

Y en las horas más ruidosas de la razón,
Todavía existe un incesante susurro: Te amo;
Único consuelo y soliloquio del corazón.

Tu moldeas mi esperanza, vestida en mi interior;
Liderando todas mis palpitaciones, fluyendo en mi dolor.
Tu yaces en mis muchos pensamientos, como la luz,
Como la dulce luz del crepúsculo,
O la visión anticipada del verano rompiendo en el arroyo,
Nubes reflejadas en un lago.
Y mirando hacia el cielo que se arquea sobre ti,
Muy a menudo, bendigo al dios que me ha hecho amarte así.

domingo, 4 de abril de 2010

Amor Oscuro





Son palabras de amor, de cielo y de suelo, de terreno conocido y soñado. Alejado en el viento, más allá de las lluvias y las soleadas tardes de ausencia y nostalgia, de deseo y ánimo, en mi memoria encuentro tu rostro, acarecido entre mis manos soñado en lágrimas que humedecen sábanas nuevas en el roce del amor. Esperado en ese recuerdo pierdo cualquier miedo y sólo encuentro el amor, el deseo a tu cuerpo, a tu vida, a nuestro futuro. Te amo mi anabe!

Es imposible un amor alimentar,
Si hay dos corazones indecisos
Con almas incapaces de amar,
Ardiendo en las llamas de los celos.

Entre las penumbras, te busco,
Encuentro lo que parece ser mi muerte,
Mira que entre los besos hay un truco
y en mi mirada tu suerte.

Mira entre mi alma y mi corazón,
Te fijas que late muy lento,
Y solo tu sabes la razón,
Aun que, lo que vivo parece de cuento.

Quiero pasar una parte de mi vida
Contigo; compartir besos sanguinarios
Con caricias infernales, sin salida
Y sentimientos variados.

Apoderate de mi mente,
Dame un beso como si fuera el último
Pero sin estar triste,
Y apaga de mi corazón el humo.

Ten consideración hacia mi ser,
Deja que nuestro amor corra por mis venas
Y déjame en tus labios renacer,
Hazme sentir sensaciones nuevas.

La forma en que muerdes mi boca,
Me hace sentir tu amor de demonio,
Tal como tu mirada me vuelve loca
Pues ya soy de tu dominio.

Acércate a mí; en una noche de romance
Con una lluvia de sangre tuya y mía,
Y amor obscuro que nace,
Que no llegar a quererte es lo que me temía.




Sentir cada beso tuyo y ver tus ojos
Y en tus abrazos sentir tu calor,
Encontraras algo que ni en mil espejos
¿Sabes que es?... mi amor

Nuestro amor una bella canción,
Una mirada vale más que las palabras
Y un beso que una mirada que conquista mi corazón
“por favor hazme volar dame tus alas


Hechos de luz , reflejo de nuestro sueño más profundo y real. Somos la existencia amada y soñada, la felicidad extrema expuesta a nuestras manos y caricias. Sentir pleno el deseo de encontrar la alegría y el sentido a la vida, poner apellidos al futuro, alojar en un baúl recuerdos y poder hacerlo juntos... Sentir que el camino no existe hasta que no damos un paso, con la certeza ahora de que sólo a trompicones hemos avanzado. Que siendo desconocidos nos hemos ayudado por ser principio y fin de nuestro deseo; y ahora encontrados y enamorados construir con nuestros pasos el recorrido a nuestras vidas a la plena felicidad, a evitar el centímetro entre nuestros labios, el segundo antes de besarte, el Sol intempestivo que se atreve a despertarme de este sueño, a despertarte de dormir en mi pecho...

Te quiero, pekeña,

domingo, 7 de marzo de 2010

Te echo de menos...



Con este himmno Fito y tu recuerdo me robastéis las primeras lágrimas... Él ya me resarció; Sólo espero que tú también y me confirmes esta vida genial que nos espera. Te quiero, anabel



Sangre que hierve en las venas...
espíritu elevado al altar de la esperanza.
El dolor seguirá infringiendo en la memoria...
castigo en noches sin tu amor como labranza.

He pasado siglos sin más ánimo que mis vestigios.
Heridas infringidas, sangrantes torrentes, sin más sutura que el tiempo y el olvido.
Naufragado en el dolor continuo, en la desdicha, extranjero de sentimientos en un mundo sin ellos.

Descubrir el significado del amor en la distancia.
En meses no querer más que borrarla,
Acercarme a tus labios, rodearte en mis brazos...
Aprender a querer viendote dormir.
Decirle a tus sueños que quiero pasar mi vida junto a ti.
Declaración jurada de amor eterno,
pues te quiero sin freno,
te anhelo en la lejania,
y busco sobrevivir en tu recuerdo,
para pronto recobrar
nuestra común e indisoluble vida.

Siento frio en tu ausencia. Hielo con el rechazo.
Ultrajado, decepcionado... apagado. Mi fatídico desatino se conjuga en gerundio.
Pero imperativo mis ganas por amarte, por sentirte dormida una vez más en mi pecho.
No olvido las cosas tribales, los ritos banales.
Momentos de cotidianiedad que enamorados son especiales.
Orígenes perdidos, recobrados en tu corazón,
lugar maravilloso donde habito y te prohibo que me olvides.
Soy espejo y esclavo de la pequeña que crece en mi interior reclamando mis lágrimas y risas, mis sueños y rutinas, porque todos son suyos. Son tuyos.

La lucha esta planteada. Tenemos un tablero lleno de obstaculos.
Pero poseemos el arma con que derribarlos, con que vencer y ser felices y eternos...
Tenemos el amor suficiente para desear vivirnos y conseguirlo.
No voy a renunciar por la distancia a ti; por muchos agobios, por muchos errores, el mayor desasosiego y quebradero será rendirme sin luchar por ti.

Las lágrimas han inundado mi vida, y en tu ausencia las nubes se han sucedido, descargando.
llantos de lamento, lamentos en suicidio...
sin ideas, sin sueños navego a la deriva.
pero tengo el bote de que tu amor por mi existe y también es fuerte.
Será remando contra corriente, como juntos encontraremos nuestra felicidad
destino en una isla paradisiaca, sin mas necesidades que desnudarte al anochecer,
arroparte en los amaneceres.

No quiero más noches solitarias, alejado de ti. Odio las mañanas en las que despierto sin tu rostro a mi lado. Necesito vivir y creer, hacerte feliz ya. Eres la princesa de mi cuento, y yo tu principe, armado con lápiz y valor para escribir el final feliz. El feliz final de un amor eterno...

Sé que soy como siempre has querido tener a un hombre.
Eres la mujer que echaba de menos incluso antes de conocerte.
Es la primera vez que puedo afirmar sobre una persona que es la mujer de mi vida y esa eres tú. Y por ti voy a luchar, para cumplir esto que siento, que sé que tu también guardas en tu interior.

Te amo, pkña!!

domingo, 24 de enero de 2010

Y los tiempos...

Pasan días y semanas. Lunes a viernes continúos, con el paréntesis de findes ínfimos y superficiales, banales y prescindibles, que aglutinan noches, algunas, ajenas y solitarias, todo ello en un compendio de tiempo, que en tu ausencia se hace lento, farragoso y doloroso.

Esta tarde vere la tv como un automata sin mas pretensiones que agotar las horas. A la noche buscaré lectura como placer más elevado; más tarde llamaré al amor, para saber como se encuentra, aliviar mi corazón, agitar la coctelera de mi cabeza por estar tan lejos de ti y tranquilizar mi corazón porque sigues ahí. Después mentire al decir que me voy a dormir, porque pasará tiempo hasta conseguirlo, y serán las lágrimas mi acompañante y el sustento de humedad de la almohada.

En los días de diario, que de frío invierno amanecen en la noche la rutina me abraza, no me suelta pero no logra que me olvide de ti. Puede que trabaje, que entrene o que simplemente espere el morir del día sentando en el sofá. La única certeza es que a cada actividad en cada hora le acompaña el recuerdo y el sueño de ser eternos, de poder ya, sin límites ni muros construir toda mi vida junto a ti, que eres lo que más quiero, la persona que siempre soñé...

En los findes, antiguo escaparate de ocios y divertimentos ahora me ahogó en el blanco de la pared y en lo negro de una supuesta diversión, que años después y agotado el engaño no consigue tan siquiera motivarme para esparcirme para buscar unas pequeñas horas de risas y amistad que te hagan salir algo de mi mente, para que te quedes en mi corazón. Tranquila, sin prisa, esperándome para soñar conmigo esta noche, para antes matarme en un lecho frío por tu ausencia y ahogado en lloros de angustia y dolor.

Antes quería que se acabará la obligación, el trabajo, la rutina... Ahora me da igual, porque pasadas esas 8 horas sigo estando a cientos de kilómetros de ti y me cuesta vislumbrar ese momento en el que quiero saludarte, sorprerte o que me sorprendas, verte en definitiva. Lo maravilloso de compartir días, habitaciones y salidas, de estar juntos no tiene comparación. No conozco adjetivos para calificarlo; jamás he tenido otro momento en mi vida que tenga valor de compararse con lo que siento cuando estoy contigo. Tampoco existe dolor más agudo igualable al que siento cuando nos tenemos que decir adiós, o mejor dicho hasta pronto.

La realidad es que cada día cabiló qué hacer o qué decir; cómo conseguir estar juntos ya, y poder regalarte desde ahora una vida plena con momentos inigualables, escenarios sólo vivos en la imaginación, y que queremos conocer, y no menos importante: conocernos en ellos. El paso de los días, no despeja las dudas y en cada momento la certeza que me rebasa aumenta. Me dice que me necesitas, que te necesito. Siento la terrible putada de no poder vivir, desde ahora y en adelante, ya plenamente porque es lo que queremos, lo que sentimos. Nunca pensé que tuviera que existir un tiempo previo de amistad o de conocerse, de ocultar los besos, las confidencias. Y ahora me lo has confirmado, justo tú, justo cuando más díficil parece, cuando me doy cuenta lo lejos que estamos.

Habrá mil trabas, o mil kilómetros entre nosotros. No me importa. Y sé que a ti tampoco. Sólo existe una realidad: Te quiero.

sábado, 9 de enero de 2010

Hasta luego, nena




Y ahora qué escribir. Cómo expresar esta rabia, el sentimiento de desasosiego, la soledad extrema. El alejarnos una vez más, una vez menos ya a descontar. Todos los caminos llevan al mismo sitio. Estos senderos que son las fechas en las que tú y yo, nos podemos juntar, son alegrías, esperanzas y certezas. La alegría de seguir edificando una vida plena, de haber encontrado a la persona idónea, de que seamos felices. La esperanza de que muy pronto estaremos juntos, otra vez, pero no como ahora, no con una fecha marcada de límite; si con un objetivo, con el principio, con el deseo de abrazarte al acostarnos y de despertarme junto a ti todos los días de mi vida.

No hace ni una hora que has marchado a continuar con tu rutina, como yo sigo con la mía aquí, en la frialdad y la soledad, y ya te echo de menos. Te echo de menos porque mis lágrimas no tienen el bálsamo de tus labios. Te echo de menos porque se harán difíciles las risas surgidas de la nada. Te echo de menos, porque hasta vernos, me tendré que conformar con un recuerdo, una foto, y llamadas a 700 kilómetros. Y te echo de menos porqué estas palabras asaltan la pantalla con dolor extremo, gritando por un paréntesis, soñando por volver a estar como todas estas noches.

Me alimenta el espíritu, mi fortaleza y mi certeza de que eres y serás mi vida. Te espero ya, y ya te anhelo. Sólo sueño con volver a vivirnos juntos, enamorados y felices. Esta es mi única ilusión.

Deja caer las rosas y los días
una vez más, segura de mi huerto.
Aún hay rosas en él, y ellas, por cierto,
mejor perfuman cuando son tardías.

Al deshojarse en tus melancolías,
cuando parezca más desnudo y yero,
ha de guardarse bajo su oro muerto
las violetas más nobles y sombrías.

No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.

Y como ahora al florecer se inflama,
leño seco, a tus plantas encendido,
ardiente rosas te echarán en su llama.

Alma venturosa
Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.

Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía...
Con tu rubor me iluminó al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.

Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un júbilo tan blando,

que nuentros labios susiraron quedos...
y tu alma estemecía en tus dedos
como si se estuviera deshojando.




miércoles, 16 de diciembre de 2009

Y van 27...

Buenas a todos y a todas y gracias por las felicitaciones en este día, 16 de diciembre en el que tuve a bien nacer hace 27 años. Esto de cumplir años es un chasco porque cada vez las cosas buenas y la diversión se hacen más caras e innacesibles y aunque siempre es bienvenido el ir asumiendo responsabilidades y completando la existencia, bastante mayor es la desazón por quizás no recuperar lo ya vivido (y bueno), anhelar tiempos pasados o incluso llegar a olvidarlos.

Para personas como yo, el ir cumpliendo etapas es importante. Más aún si el hacerlo supone como ha sido este último año, vivir cosas nuevas, ponerse a prueba y llegar a la onomástica teniendo la certeza de haber aprovechado el año de los 26, sentirme casi pleno y cuasi feliz y manteniendo la ilusión por vivir (incluso haberla aumentado). En este año ha habido fiesta, amistad, buen rollo y muchos momentos inolvidables. Se han llegado metas, iniciado escaladas y continuado la vida. También existen estancamientos. He tenido trabajo, diversión, amistades, confraternaciones (si es que existe la palabra) y por supuesto amor.

Se alimenta en mi la desdicha por no tener a la persona con la que estoy convencido pasaré mi vida junto a mi en este momento. Es temporal y un obstáculo que no impide nuestro amor y nos da más pasión, un sentimiento de mayor aprovechamiento de cada tiempo. Tengo la certeza, pequeña, de que me complementas y yo a ti en igual medida y no tengo duda de que siempre será así. El valor por luchar por ti, Anabel, me alimenta cada día, y aunque me toca enjugar lágrimas de vez en cuando, es ese valor y espíritu lo que me sirve de pañuelo.

Simplemente y para acabar agradecer a todos mis amigos por los buenos momentos vividos, los recuperados y los especiales, a Dani por tener ese ánimo para sacarme de casa. A Karmen por estar siempre ahí. A mis compañeros de curro o gimnasio por hacer especiales muchas horas que en principio sólo admitían el adjetivo de necesarias. A mis padres. A mi hermano por apoyarme, comprenderme y quererme, a parte de ofrecerme sus amistades (Tamara, David, Nerea, Lidia,...). Y a ti Anabel, por enseñarme a amar, por hacerme sentir tan enamorado y a la vez haberte enamorado. Por ser eternos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Vivéndo un Sueño

Y si me repito rebuscando entre las rocas un misterio,
si la roca sigue murmurando su rasguido,
si repito el error de errar por los ríos de mi sangre,
si baten sus desganas las cosas,
si siempre sangra la piel,
si los abrigos siempre sangran,
si todo y nada copulan cuando roban a lo eterno
un instante,
si me saquea el tiempo en que me reitero,
será -tan solo- para encontrar una sombra
nueva.



Encontrar en un recuerdo sólo el impulso para no morir en el siguiente minuto. Sentado camino sobre el agua de un espacio ajeno. La estridencia débil y armoniosa pinta de vivo el entorno. Sonrisas nativas, que guardan sueños truncados por una realidad incontrolable, nos despiden. El ojo de cielo, profundo de todo, crea una mirada inmensa que invita. Amarillo y naranja se contonean en una danza sensual que razga de rojizo al azul. Me adueño, lo enfrasco y te dedico este atardecer . Me estás dando tanta vida, esperanza y sueños que las lágrimas descienden por mis mejillas sin freno. Las ganas de tenerte me pueden y tener en los zapatos ganas de marchar y quedarse prisioneros en un mundo que solo nos deja soñar...solo soñar...

Kilómetros de asfalto que nos separan, espejos que no distinguen la lluvia de mis lágrimas. El viaje se hace eterno porque el llanto así lo es. Imaginar tu rostro si volviera sólo para seguir acariciándote unos pocos días más es un estímulo demasiado poderoso. Vivo y muero a la vez. En el tomar una decisión. Naufragó continuamente en el dualismo entre mi cabeza y mi corazón, entre dejarlo todo y hacer lo que realmente siento, ahora de manera instantánea o por el contrario, aguantar, saber sufrir y buscar en los calendarios y las posibilidades fechas siempre limitadas para vernos y amarnos, alargando la agonía de los continuos días sin poder verte, pero sabiendo que facilitaría nuestro sueño para cuando podamos estar. Porque estar vamos a estar, no sólo eso. Vamos a Ser. No tengo ninguna duda ni más sueños de lo que siento y por todo ello voy a luchar. Estoy en la lucha. Cada acto de cada día, tiene un fin, el fin de verte dormir todas las noches.

Un camino por recorrer, un sueño que dejó atrás. Pero no me cierro a luchar por él. Esas lágrimas con las que empapó cada noche la almohada por tu ausencia, por nuestra lejanía, son gritos de silencio para desgarrar el dolor. Cada día, a cada minuto te re-invoco en mis pensamientos. Mi imaginación se agita con tu recuerdo, alimentada por la gestualidad, el cariño, la pasión y el deseo. Estoy convencido de que no puedo vivir sin ti y de que a ti te pasa lo mismo. No me asusta lo que siento porque jamás me he sentido tan pleno, tan bien y realizado.

Te quiero y voy a luchar por ti.


domingo, 29 de noviembre de 2009

Luis Cernuda, deseo y realidad



V
Quiero, con afán soñoliento,
gozar de la muerte más leve
entre bosques y mares de escarcha,
hecho aire que pasa y no sabe.

Queiro la muerte entre mis manos,
fruto tan cenicientoy rápido,
igual al cuerno frágil
de la luz cuando nace en el invierno.

Quiero beber al fin su lejana amargura;
quiero escuchar su sueño con rumor de arpa
mientras siento las venas que se enfrían,
porque la frialdad tan sólo me consuela.

Voy a morir de un deseo,
si un deseo sútil vale la muerte;
a vivir sin mí mismo de un deseo,
sin despertar, sin acordarme,
allá en la luna perdido entre su frío.

XIII
Se goza en sueño encantado,
Tras espacio infranqueable,
su belleza irreparable
El Narciso enamorado.
Ya diamante azogado
O agua helada, allá desata
Humanas rosas, dilata
Tatno inmóvil paroxismo.
Mas queda sólo en su abismo
Fugaz memoria de plata

XIV

Ingrávido presente.
Las ramas abren trémulas.
Cándidamente escapan
Estas horas sin fuerza.

En la playa remota
El mar no visto canta;
Sobre su verde espuma
Huye el aire en volandas.

Va sus vírgenes fuerzas
Deponiendo la tarde.
La esperanza se duerme
Entre el verdor unánime.

Olvidarán más días
Su abánico de humo
Y un ángel lo abrirá
Una noche ya mustio.

Una noche que finja
lo distante inmediato.
Y bajará la luna
a posarse ¿en qué mano?

XIX


La desierta belleza sin oriente
A la prision nocturna ciñe un cielo;
de su seno mortal levanta el suelo
el puro hastío que la llama siente

Un ídolo corona negra frente
sobre voraz sonrisa. ¿cuál anhelo
al ébano del vientre tendió el vuelo
Y en su nido se duerme blandamente?

Soledad sin amor ni claro día,
la indolencia del ánimo se adueña,
postrada y fiel huye la edad mudable.

Hurta el primer placer su melodía,
y el tiempo mira un cuerpo que se sueña
en el cristal, fingido irreparable.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El primer beso


Ausente con tus ficciones de endebles romances,
Aquellos harapos de falsedad tejidos por la locura;
Dadme el espíritu fugaz con su débil resplandor,
O el arrebato que habita en el primer beso de Amor.

Si, poetas, vuestros pechos con fantasías brillarán,
Aquella pasión en la arboleda danzará con ardor;
Y de la bendita inspiración vuestros sonetos fluirán,
¿Pero podrán alguna vez saborear el primer beso de amor?

Si Apolo debe rehusar su asistencia,
O las Nueve dispuestas están a tu servicio;
No las invoquéis, decidle adiós a las Musas,
Y prueba el efecto del primer beso de amor.

Los odio, y odio vuestras frías composiciones,
Aunque el prudente me condene,
Y el intolerante lo repruebe;
Yo abrazo las delicias que brotan del corazón,
Cuyos latidos y alegría son el primer beso de amor.

Vuestros pastores y sus rebaños, aquellos temas fantásticos,
Tal vez puedan divertir pero nunca conmoverán.
Arcadia se despliega como un sueño de bello color,
¿Pero cómo podría compararse con el primer beso de amor?

¡Oh, cesad de afirmar que el hombre, desde que surgió
Del linaje de Adán, ha luchado contra la miseria!
Algunas parcelas del Cielo vibran en la Tierra,
Y el Edén resurge con el primer beso de amor.

Cuando los años hielen la sangre, cuando nuestros placeres pasen,
(Flotando durante años en las alas de una paloma)
El recuerdo más amado será siempre el último,
Nuestro monumento más dulce, el primer beso de amor.


Bueno amigos, me voy 7 dias de vacaciones a seguir con los sucesivos besos de amor a mi niña!!!, ay madre, como te quiero! Nos vemos dentro de un par de findes.
Para que la espera no se os haga excesivamente dura, la acorto en 10 minutos y utilizo a jimmy como alegoría del viaje que voy a hacer yo. Lástima que el mio no fuera de 10 minutos y el video de 7 horas...



Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...