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domingo, 26 de febrero de 2012
El peor error de la historia de la humanidad
Hace unos días a través de menéame llegue a un artículo de euribor.com titulado El peor error de la historia en el que hacían referencia a un ensayo de 1987 de Jared Diamond (The Worst mistake in the History of the Human Race) en el que estudiando las condiciones de vida de los omínidos de hace 10.000 años llegaba a la conclusión de que en aquella época prehistórica, cuando el ser humano, o mejor dicho los homínidos antecesores, vivían como nómadas dedicándose a la caza y la recolección disfrutaban de más horas de tiempo libre, puesto que únicamente dedican entre 12 y 19 horas a la semana para tales menesteres.
Evidentemente, no tenían ni twitter, ni televisión, ni fútbol para perder el tiempo, y parece ser que su tiempo de ocio era totalmente dedicado al uso y disfrute del cuerpo humano. Es decir, al sexo. No cabe duda de que en aquella época, con los códigos de comunicación y sin situación social, puesto que no existía una sociedad en su versión moderna, se follaba mucho más.
Pero lo más destacable del ensayo de Jared Diamond es lo que él titulaba como "El mayor error en la historia de la humanidad". Y ese error fue la agricultura. El hecho de que hace 10.000 años los humanos comenzaran a utilizar herramientas y su inteligencia y observación para la producción de alimentos supuso un terrible atraso. La gente se establecía en un lugar para mantener sus cultivos, lo que además le llevaba a emplear más horas en el tajo, incluyendo el cuidado de las tierras ante posibles hurtos e inclemencias climatológicas. Esto, pese a que pueda parecer lo contrario fue malo para su salud ya que les llevó a una dieta menos variada (la estatura media disminuyó casi 20cm, y cayó la esperanza de vida de unos 65 años a apenas 40), trajo enfermedades epidémicas y lo que es peor, creó una división de clases ya que a diferencia de la caza, la agricultura permitía conservar los alimentos por mucho tiempo, o lo que es lo mismo, pemitió el ahorro o lo que es lo mismo, ricos y pobres. En pocas palabras, Diamond postula, que convertirse en especies basadas en la agricultura fue «el peor error de la historia de la humanidad» que con diversos altibajos en la historia nos ha llevado a trabajar cada vez más.
Y luego la historia de la economía y la sociedad mundial ya la conocemos. Hoy en día la gente, en occidente, trabaja entorno a 40 horas semanales, y la realidad es que todos acabamos inmersos en un circulo vicioso de trabajo y consumismo. Viven para trabajar, trabajan para ganar dinero y ganan dinero para comprar cosas. En esa ecuación falta un hecho importante que los investigadores han descubierto acerca de la mayoría del consumo material de las sociedades ricas: la mayor parte del placer y satisfacción que obtenemos al comprar es temporal, efímera y principalmente solo relativa a aquellos que nos rodean (que se esfuerzan por consumir aún más en una espiral sin fin).
Todo ello lejos de la profecía de John Maynard Keynes quien en los años 30 auguraba que para estos momentos los ciudadanos trabajarían unas 3 horas diarias, y tendrían el resto de la jornada para vivir y autorealizarse, generando una sociedad mucho más rica, culta y perfecta que tendería inequívocamente a ir finiquitando las injusticias y desigualdades sociales. Por distintos avatares, y en última y rabiosa estancia la crisis, lo cierto es que no sólo ha habido una disminución en las horas semanales de trabajo a menos de 30 semanales, sino que hoy en día, ajusticiados por la teoría del miedo (Doctrina del Kaos) la población permite el aumento de horas de trabajo a cambio de sueldos más bajos y peores condiciones de vida.
Reflexionándo con lógica, cualquiera es capaz de considerar la semana de 21 horas esencial para ello por dos razones: redistribuiría el trabajo remunerado, ofreciendo la esperanza de una sociedad más equitativa (ahora hay demasiados con exceso de trabajo o desempleados) y al mismo tiempo, nos permitiría disponer de tiempo para aquellas cosas importantes para nosotros pero para las que rara vez contamos con tiempo para hacerlas bien, como cuidar de nuestra familia, viajar, leer o seguir aprendiendo. Por supuesto, manteniendo salarios y condiciones de vida y laborales previas al desmembramiento del bienestar social que está llevando a cabo el neoliberalismo con la excusa de la salida de la crisis.
Incluso cabría decir que esta reducción de la jornada laboral, en todo el mundo, sería la condición más justa y necesaria para evitar el descalabro social, sin cargarse el planeta, puesto que tal objetivo implicaría aumentar 6 veces el PIB mundial, lo que llevado a cabo con los actuales modelos productivos, basados en la injusticia y la especulación, no sólo aumentarían las desigualdades sociales, sino que además acabarían con todos los recursos del planeta.
Evidentemente, la profecía de Keynes ha sido errónea (se han ocupado, muy bien de aquí así lo fuera), más en el propio hecho, que en el sentido del planteamiento, puesto que la evolución de la sociedad pasa inexorablemente por una mejor utilización de los recursos, entre ellos el tiempo, y su uso para mejorar el mundo en el que vivimos, sin pretensiones económicas, pero con trascendencia.
Seguramente no hacía falta una reforma laboral. Sino más bien, una reforma mental. Un cambio en la manera de pensar de una sociedad consumista, anquilosada en la apariencia y la zafiedad y que teje hoy en día, sus relaciones con sus iguales en base al interés, la avaricia y una demostración impúdica y perversa de superioridad económica ante la falta de moral.
domingo, 7 de marzo de 2010
Te echo de menos...
Con este himmno Fito y tu recuerdo me robastéis las primeras lágrimas... Él ya me resarció; Sólo espero que tú también y me confirmes esta vida genial que nos espera. Te quiero, anabel
Sangre que hierve en las venas...
espíritu elevado al altar de la esperanza.
El dolor seguirá infringiendo en la memoria...
castigo en noches sin tu amor como labranza.
He pasado siglos sin más ánimo que mis vestigios.
Heridas infringidas, sangrantes torrentes, sin más sutura que el tiempo y el olvido.
Naufragado en el dolor continuo, en la desdicha, extranjero de sentimientos en un mundo sin ellos.
Descubrir el significado del amor en la distancia.
En meses no querer más que borrarla,
Acercarme a tus labios, rodearte en mis brazos...
Aprender a querer viendote dormir.
Decirle a tus sueños que quiero pasar mi vida junto a ti.
Declaración jurada de amor eterno,
pues te quiero sin freno,
te anhelo en la lejania,
y busco sobrevivir en tu recuerdo,
para pronto recobrar
nuestra común e indisoluble vida.
Siento frio en tu ausencia. Hielo con el rechazo.
Ultrajado, decepcionado... apagado. Mi fatídico desatino se conjuga en gerundio.
Pero imperativo mis ganas por amarte, por sentirte dormida una vez más en mi pecho.
No olvido las cosas tribales, los ritos banales.
Momentos de cotidianiedad que enamorados son especiales.
Orígenes perdidos, recobrados en tu corazón,
lugar maravilloso donde habito y te prohibo que me olvides.
Soy espejo y esclavo de la pequeña que crece en mi interior reclamando mis lágrimas y risas, mis sueños y rutinas, porque todos son suyos. Son tuyos.
La lucha esta planteada. Tenemos un tablero lleno de obstaculos.
Pero poseemos el arma con que derribarlos, con que vencer y ser felices y eternos...
Tenemos el amor suficiente para desear vivirnos y conseguirlo.
No voy a renunciar por la distancia a ti; por muchos agobios, por muchos errores, el mayor desasosiego y quebradero será rendirme sin luchar por ti.
Las lágrimas han inundado mi vida, y en tu ausencia las nubes se han sucedido, descargando.
llantos de lamento, lamentos en suicidio...
sin ideas, sin sueños navego a la deriva.
pero tengo el bote de que tu amor por mi existe y también es fuerte.
Será remando contra corriente, como juntos encontraremos nuestra felicidad
destino en una isla paradisiaca, sin mas necesidades que desnudarte al anochecer,
arroparte en los amaneceres.
No quiero más noches solitarias, alejado de ti. Odio las mañanas en las que despierto sin tu rostro a mi lado. Necesito vivir y creer, hacerte feliz ya. Eres la princesa de mi cuento, y yo tu principe, armado con lápiz y valor para escribir el final feliz. El feliz final de un amor eterno...
Sé que soy como siempre has querido tener a un hombre.
Eres la mujer que echaba de menos incluso antes de conocerte.
Es la primera vez que puedo afirmar sobre una persona que es la mujer de mi vida y esa eres tú. Y por ti voy a luchar, para cumplir esto que siento, que sé que tu también guardas en tu interior.
Te amo, pkña!!
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