Mostrando entradas con la etiqueta No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros. Mostrar todas las entradas

sábado, 15 de mayo de 2021

Recuerdo de la Indignación



Hoy es 15M. Y hoy se cumplen 10 años de aquel 15 de mayo de 2011. Estábamos a las puertas de unas elecciones municipales y autonómicas. Se barruntaba el descalabro electoral de un PSOE en el gobierno que aplicó inmisericorde políticas económicas de derechas para paliar las consecuencias de la crisis provocada por la desmesurada avaricia de los poderosos, la excesiva desregularización de los mercados y las burbujas financieras que solapaban en relación de 20 a 1, a la economía real.

Era claramente un movimiento urbano y juvenil que iba a ayudar a desmembrar el bipartidismo provocando la “pasokización” del PSOE y que éste, siguiera los designios del resto de partidos socialdemócratas en la Europa occidental.

Sin duda es el PSOE la pata del bipartidismo que más está sufriendo la emergencia del 15M, constituido como movimiento político contra la política establecida. Fue su electorado el que salió a las calles aquella primavera. Muchas personas de izquierdas votantes tradicionales o cuando menos votantes potenciales del PSOE en un escenario de voto útil (tradicional axioma del bipartidismo de votar con la nariz tapada a quien menos nos gusta para que no nos gobierne quien no nos gusta nada) se vieron huérfanos de representación ante las políticas con las que el gobierno Zapatero intentaba paliar los efectos de la crisis, estafa, económica de 2008, socializando las pérdidas y asegurando los privatizados beneficios a base de recortes en las condiciones laborales y los servicios sociales. Ahí estuvo el desencanto y con él, el germen de la movilización del 15M, dentro del grupo de personas jóvenes, de entornos urbanos, con estudios y expectativas de vida de alta calidad, trastocadas por estas políticas.

Recuerdo como se fue caldeando el ambiente. Como a través de Democracia Real Ya, surgía la convocatoria estatal para aquel domingo. Me acuerdo, como contrariamente a lo ocurrido en otras ocasiones, los mensajes fluían entre personas de toda condición y como era el comentario la semana previa en toda reunión. Un “pues hay una manifestación el domingo”, que pensando en quienes lo expresaban hacían creer que se estaba preparando algo grande.

De aquel domingo recuerdo como subí a Salamanca, con mi hermano a tomar el café. Como estábamos tranquilos disfrutando de la conversación en nuestra cafetería de cabecera. Tanto que llegamos 10 minutos después de la hora de convocatoria. Y recuerdo llegar a la Plaza de los Bandos y comprobar el gentío que se agolpaba. Como sonaban los primeros lemas. Ahora escribiendo revivo la sensación al leer pancartas reivindicativas, llenas de ácido ingenio y áspera denuncia. “No hay pan para tantos chorizos”, “Si somos el futuro, por qué nos dais por culo", "PP y PSOE la misma mierda son", "Bipartidismo = Dictadura", "Me sobra mes para llegar a fin de sueldo", "Qué pasa, Qué pasa, Qué no tenemos casa", "Queremos un pisito, como el del principito", "Menos bodas reales, más gastos sociales", "Aquí está, este es. El estado de Malestar", "Qué no, Qué no. Qué no nos representan", "Con este sistema vamos de culo", "Si seguís así os hacemos la islandesa", "No nos mirés, ¡Únete!", "Te están robando y te quedas mirando", y tantas otras…

 
 

Aquella explosión de dignidad y empoderamiento ciudadano supuso por lo pronto convertir la apatía en impulso, la resignación en activación, el miedo en coraje y la pesadumbre por el presente y el futuro en la alegría segura en la victoria.

El 15M pillaba de sorpresa a los partidos tradicionales (y a los medios) porque no había nadie, aparentemente, detrás de aquellas movilizaciones.

Se enfrentó a esos medios tradicionales, entre ellos, los medios de ultra derecha, que vieron al principio con simpatía el movimiento porque iba contra el gobierno del PSOE, para después al comprobar que se trataba de planteamientos de ruptura con el orden establecido, criminalizarlos, manipular y desinformar sobre lo que realmente estaba pasando en las plazas.

Su gran valor fue colocar en la agenda tanto de los partidos, como de los medios, multitud de problemas que robaban dignidad y que compartían entre sí las mismas causas y los mismos problemas para poder resolverse. Esta puesta en común generó profundas redes de ayuda cooperativa, ampliando así los megáfonos y las protestas, y también enriqueciendo debates.

Hay quienes nos preguntamos para qué sirvió el 15M. Que si mucho ruido y pocas nueces. Que si se le da una importancia desmesurada por una parte de la sociedad y/o se ignora por la contraria. Pero lo único cierto y lo absolutamente innegable es que la deslegitimación tan grande que sufre hoy el Régimen surgido de la transición, o “transacción” como prefiero llamarlo yo aprendiendo del añorado Julio Anguita, los partidos políticos convencionales y las instituciones (incluidos los medios de comunicación de masas ligados a emporios empresariales) no se debe sólo a sus deméritos (corrupción, oligarquía, represión, caciquismo, violencia, capitalismo de amiguetes, etc.) sino que, y muy especialmente, a esa marea indignada que a partir del 15 de mayo del 2011 ocupó, sin pedir permiso, el espacio público, tanto físico como ideológico. El malestar cristalizó entonces en forma de un desafío sin precedentes a “políticos y banqueros”. Y a partir de ahí, la “democracia”, la Constitución, la Monarquía… han visto su legitimidad erosionada. Atrás quedan los tiempos en los que estas instituciones eran prácticamente incuestionables.

Era la Indignación de Stephane Hassel, hecha carne, ocupando espacios, abriendo debates, removiendo conciencias y promoviendo análisis de causas y planteando en ocasiones, alternativas racionales. Era la desobediencia de Thoreau tomando conciencia y encontrando espacios de diálogo y comunión entre distintas reivindicaciones y activaciones sociales. Era y es el discurso de José Luis Sampedro motivando a la juventud para buscar un futuro en el que los pobres fueran menos pobres.

La corrupción, la impunidad, las puertas giratorias entre lo público y lo privado, y el expolio colectivo que estamos sufriendo se daba ya antes del inicio de la gran estafa llamada crisis, pero esta puso blanco sobre negro la cruda realidad y la desposesión masiva a la que nos somete la oligarquía financiera. Éramos y somos Mercancía en las manos de políticos y banqueros, y todavía hoy lo seguimos siendo aunque buena parte de la sociedad se haya activado y suplicado la pastilla roja para despertar de Matrix.

Esa realidad no ha cambiado y se sigue manifestando con la misma virulencia, pese a las buenas intenciones con las que apareció el Movimiento 15M y miles de personas bien intencionadas participamos.

Con el tiempo muchos y muchas de los que estábamos ahí, colaborando y ayudando observamos como se fue instrumentalizando el Movimiento. Aquella herramienta según pasaban los meses y bajo el paradigma de la mayoría absoluta más grande en democracia, la de un corrupto y retrógrado PP, fue convirtiéndose en una plataforma de lanzamiento, siendo capitaneada, tanto a nivel nacional como por ciudades por ciertos personajes que de una supuesta “nada” venían a resolver todos nuestros problemas.

Así aparecieron Podemos y sus candidaturas de confluencias o marcas blancas periféricas, y con ello se vaciaron las calles. La gente se fue a su casa a afilar un voto, numeroso si, pero insuficiente y que no ha servido de nada, salvo para guerrear pequeñas batallas. Los planteamientos de ruptura del sistema no se han ido, pese a lo que si que se ha roto ha sido esa ensoñación de una izquierda organizada, unida y representativa del pueblo. 

En una difusa neblina Podemos se convirtió en casta, mientras que a plena luz del día se configuraba un poder en la sombra, para desacreditarles, eliminarlos del tablero político y de paso, borrar todo atisbo de movilización social que quiera recuperar dignidad, compromiso y futuro. Fuimos inocentes al delegar en la política ordinaria, cuando era esa ordinariez y esa opresión económica sin atisbo de representación lo que veníamos a cambiar.

Poco se ha conseguido tangible en el Parlamento donde la mayoría bipartidista y la de su agente naranja de renovación impusieron sus políticas ultraliberales, conservadoras y fachas. Ahora con un gobierno de coalición se pelea unas pocas mejoras, mientras se atascan el problema de la vivienda (la propiedad de la Tierra del siglo XXI) o la derogación de lesivas reformas laborales, de antideocráticas Leyes Mordaza. Y sobretodo, y mucho más doloroso, no ha servido de nada en los llamados "Ayuntamientos del cambio" donde tras una legislatura de mandato, no se pudieron hacer efectivas políticas reales de cambio, tanto en lo tangible como en lo simbólico (salvo honrosas excepciones).

Por supuesto que estas corporaciones municipales que Podemos y sus Mareas ostentaron y las que mantienen, sufren la contra-ofensiva neoliberal, la estela conservadora y el yugo presupuestario de Montoro, pero desde luego existen temas y campos, con las competencias suficientes para con atrevimiento devolver la toma de decisiones a la gente, y resolver problemas, como los de vivienda y habitacionales en nuestras ciudades.

Lejos de acercar la democracia a las calles en los "Ayuntamientos del cambio" se siguieron mostrando claramente corporativistas con los bancos y el IBEX35, temerosos de los medios de opinión tradicionales (que lógicamente los tienen en su punto de mira) y presos de un electoralismo que atenazó políticas atrevidas y revolucionarias que vinieran a solventar muchos de los problemas e indignidades que salieron a la palestra en el 15M.

Al tiempo, salvo con eventos muy especiales y significativos, las calles están vacías. No hay conflictividad física pese a las agresiones que los poderosos y el capital nos infringen cada día. La extrema ultra derecha ha usurpado la calle a la dignidad, mientras miramos el móvil embelesados. El femenismo es la punta de lanza. No se trata de mujeres, sino de derechos humanos. Pero mientras, tanta corrupción, tanto olor nauseabundo de conveniencia entre gobernantes y magnates no provoca el estallido de las gentes. La falsa "Paz Social" mantiene en un cajón la convocatoria de huelga general y toda esta inactividad hace imposible ganar adhesiones y simpatías a la causa, vierte por el desagüe el ánimo y el trabajo de los más activos.

Tan necesario como estar en las instituciones es plantear una estrategia de contestación social en las calles, los centros de trabajo, los servicios públicos en su defensa y en cada tropelía y ofensa que se hace contra la clase trabajadora (deshaucios, gentrificación del centro de las ciudades, preferentes, lucha contra las minas ilegales e irracionales, las agresiones al medio ambiente, etc.). 

Se han trastocado resortes del poder económico y político y roto estructuras oligarcas que han construido un edificio en esencia fascista. España es un su cortijo privado y la respuesta es de víscera, odio y violencia. La situación de Catalunya explota por la ruptura del pactismo entre el rancio centralismo y la burguesía catalana, ambas expuestas con acierto por el empuje del 15M. La Monarquía pierde justificación y sentido semana a semana mientras descorcha toneladas de inmundicia moral injustificables. El cambio climático, la España Vaciada o el machismo son tres lacras por las que luchar.  Somos generaciones pérdidas, manoseadas y explotadas. Precarizados y atomizados hasta la nausea. Y hacerlo contra el individualismo exacerbado de una sociedad llevada hasta el egoísmo extremo, la barbarie y absolutamente dependiente de los estados de opinión que generan los poderes fácticos. Y más aún, en una situación de pandemia global y de un capitalismo ultraliberal que se desmorona por momentos.

Por todo esto la desilusión y la apatía es un ingrediente a tener en cuenta a la hora de valorar la trascendencia y legado del 15M en éste 2021. Pero sin duda, afirmo que hay hueco para la ilusión por cambiar un sistema político, económico y sobretodo de valores que favorezca la vida y nos devuelva dignidad. Que exprima la justicia como garante de igualdad y libertad y generé una economía al servicio de las personas, garantizando la supervivencia y la recuperación de los espacios naturales de todas y todos.

La situación no es buena. Y venimos de un palo tremendo; pero es indudable que sin el 15M, sin su aparición, legado y consecuencias estaríamos mucho peor, porque no habría habido esa activación y sin ella tampoco existiría todo el trabajo ya hecho en favor de devolver bienestar y futuro a nuestro planeta y sociedad.

 

Hacer el camino es lento porque vamos lejos.




 

domingo, 6 de diciembre de 2015

Dos Constituciones, Dos Democracias, Dos Españas.

 

La estafa llamada crisis económica ha puesto de manifiesto una profunda crisis institucional que cuestiona las bases del sistema político nacido con la Constitución de 1978. En un momento en que agentes y entidades al servicio del capitalismo campan a sus anchas en el espacio público, la ciudadanía se siente más desamparada que nunca. Máxime cuando vuelve la mirada hacia la norma fundamental del sistema jurídico, la Constitución de 1978, y no encuentra allí instrumentos que defiendan los derechos fundamentales o la participación ciudadana en los asuntos públicos. Esta estafa no ha hecho sino agravar los déficits estructurales del sistema constitucional español desde la Transición, un sistema que sentó las bases para una sociedad desigualitaria, individualista, machista, poco participativa y nada sostenible en la que hoy vivimos.

En este contexto resulta imprescindible volver la mirada hacia la experiencia republicana y su Constitución, la primera experiencia democrática en la España del siglo XX. No sólo para rememorar un pasado del que muchXs extraemos lo mejor para recuperarlo, sino como prueba de que es posible articular un sistema jurídico-político basado en los valores de compromiso democrático, libertad, responsabilidad y justicia social.

Justo con ese espíritu plasmado en la izquierda articulamos un discurso que cada día es más evidente. Es necesaria una nueva Constitución y con ella una nueva forma de hacer política en la que lXs ciudadanXs no sean requeridos una vez cada 4 años, sino que formen parte, tomen decisiones y se sientan representados e informados en todo momento.

Y ese camino puede empezar el próximo 20 de diciembre en las elecciones generales, donde ahora, en pre-campaña y campaña electoral se enfrentan un modelo de simples reformas y maquillaje para que nada cambie y todo siga igual, de los partidos que aparecen como aspirantes (PSOE, Ciudadanos y Podemos) frente a un PP en el gobierno imagen del inmovilismo, todos ellos aupados y mantenidos por los medios de comunicación. En frente está Unidad Popular, la candidatura social y aglutinadora de Izquierda Unida para estas elecciones que antepone un modelo de ruptura con el actual estado de las cosas, con el espíritu de la Transición y su Constitución ya extintos.

Ahora que la estructura regional del país se resquebraja es el momento del federalismo. Ahora que las desigualdades de toda índole, pero sobretodo económica hace estragos y pone en peligro la cohesión social, la seguridad y el bienestar de todXs necesitamos un cuerpo constitucional que no anteponga los beneficios de una oligarquía o de inmorales extranjeros al bien común. Ahora que los servicios sociales, la sanidad, la educación, la dependencia o la igualdad entre hombres y mujeres se diluye por políticas ultra liberales pro orgasmo capitalista, es necesario una Constitución que no sea papel mojado en todos sus artículos sociales (por lo que será necesario defenderla con una Justicia y un Tribunal constitucional eficientes, limpios y despolitizados). Ahora que los derechos fundamentales se hunden en el barro de una Ley Mordaza, es vital una Constitución que los proteja, que ponga a la libertad de pensamiento, asociación, expresión y protesta como pilares del debate político y social.

Por todo ello, es el momento de una Nueva Constitución.

Ruptura vs reforma

1931 La República nace con la vocación de transformar radicalmente la realidad de la España que se encontraron y construir una sociedad moderna identificada con la democracia, la libertad, los derechos humanos y la justicia social. Los republicanos eran conscientes de que ello exigía un cambio radical de actitudes, comportamientos y prácticas ciudadanas y utilizaron la Constitución como instrumento desde el que llevar a cabo esta labor.
1978 La Constitución nació como un texto de transición. Bajo el escaparate de una democracia formalmente representativa en el marco de una economía capitalista, su articulado permitió que conservaran sus privilegios quienes durante la dictadura controlaron los resortes de los poderes políticos, económicos y mediáticos.

Democracia vs genética

1931 La creencia de la República en la democracia y en la voluntad ciudadana se manifiesta ya desde la elección del jefe del Estado –el presidente de la República–, sometida al principio de soberanía popular que preside de inicio a fin el texto republicano.
1978 Una Constitución que se reclama democrática y basada en el principio de soberanía nacional, pero que después somete la jefatura del Estado a las leyes de la genética. Deja al margen de la voluntad popular una cuestión tan importante y simbólica como la elección del jefe del Estado. El desprecio a la democracia es tan grande que el rey ni siquiera ha llegado a jurar nunca la Constitución (y sí, por dos veces, las leyes fundamentales franquistas).

Parlamento vs gobierno

1931 La República recogió los cánones principales del parlamentarismo que se había desarrollado en la Europa de entreguerras. Su texto constitucional dejó bien claro la preeminencia del poder legislativo, en cuanto expresión de la voluntad general, frente a las atribuciones del poder ejecutivo o gobierno. Se concebía el parlamento como centro de la vida política y como instancia de control del gobierno. 
1978 Bajo la excusa de terminar con los “excesos” del parlamentarismo, la Constitución configuró una democracia de baja intensidad en la que despreció los mecanismos parlamentarios efectivos de control del gobierno, limitó la moción de censura y redujo a su mínima expresión la iniciativa legislativa popular. Consolida un gobierno fuerte frente a un parlamento débil.

Participación vs representación

1931 La República extendió la democracia mucho más allá de los estrechos márgenes de los partidos políticos. Se constitucionalizó por primera vez en España el referéndum legislativo, que permitía al pueblo decidir sobre las leyes votadas en el parlamento. Se apostó por el jurado como mecanismo de participación ciudadana en la administración de justicia.
1978 Se rechazó incluir en el texto constitucional aquellas medidas que avanzaban hacia la democracia directa, auténtico temor de los constituyentes. Se consolidó un sistema electoral tendente al bipartidismo, y se estableció un sistema de reparto de cargos institucionales (Defensor del Pueblo, magistrados del Tribunal Constitucional, etc.) para los dos partidos mayoritarios.

Laicidad vs aconfesionalidad 

1931 La República constitucionalizó un Estado laico, que enmarcara la cuestión religiosa a la esfera privada y que terminara con el poder que la Iglesia católica -reaccionaria y antidemocrática- había mantenido durante épocas pasadas. Las confesiones religiosas pasaron a tener el estatuto de asociaciones, limitadas exclusivamente a las actividades relacionadas con el culto, y se las obligó a cumplir las normas tributarias del país y ajustarse al principio de auto financiación.
1978 Tras ser la jerarquía de la Iglesia católica uno de los pilares básicos de la dictadura, la Constitución nacida de la transición consagró el principio de aconfesionalidad del Estado. Fue esta una fórmula pensada para que la Iglesia católica pudiera tener una relación preferente con los poderes públicos, como se manifiesta en el hecho de que el Estado –es decir, todos, católicos y no católicos– financie sus actividades. La Constitución mantiene los privilegios económicos, fiscales y jurídicos de la Iglesia católica.

Derechos vs retórica

1931 La República planteó un amplio catálogo de derechos, extendiéndolo a ámbitos históricamente privados, como el matrimonio, la educación, la familia, el trabajo o la economía. Prueba de esta vocación de ampliar derechos fue la cuestión de la igualdad de género. Se instauró el voto femenino, el matrimonio civil con plena igualdad de derechos y deberes de los cónyuges o el divorcio, entre otras medidas tendentes a romper con la sociedad patriarcal.
1978 Los constituyentes fueron incapaces de garantizar algo más que un catálogo de derechos liberales. Derechos sociales como el trabajo o la vivienda se incorporaron en el texto como meros principios rectores de la política social y económica, sin posibilidad de ser demandados ante los tribunales. Tales derechos quedan subordinados a la proclamación constitucional de la “economía de libre mercado”, eufemismo bajo el que calificar al sistema capitalista.

Educación pública vs educación concertada

1931 Se garantiza el carácter obligatorio de la educación básica, pública y gratuita. A raíz de esta proclamación constitucional, se llevó a cabo el mayor esfuerzo económico en este ámbito por parte del Estado de la historia de España. Se constitucionalizó la laicidad de la enseñanza, prohibiendo su ejercicio a las órdenes religiosas. 
1978 Se reconoce el derecho a la educación. Junto a ello se estableció un subterfugio para que el Estado, detrayendo fondos público para financiar a la educación privada: los colegios concertados. Es la derrota del modelo de enseñanza pública y laica de raíz republicana frente al poder de la Iglesia católica, que además ha mantenido que se imparta la asignatura de religión también en los colegios públicos.

Una diferencia esencial: Un instrumento de futuro vs un arma para blindar el pasado

1931: La Constitución republicana es un instrumento de futuro en la medida en que demuestra cómo es posible articular una propuesta de cambio radical de la sociedad en términos progresistas. Debemos releerla y aprender de su texto y espíritu a la hora de conseguir la necesaria hegemonía social, cultural y política que requiere enfrentarnos a un futuro proceso constituyente.
1978: Bajo las palabras de la Constitución resuenan todavía demasiados ecos franquistas. Su silencio respecto al pasado republicano es una buena prueba de que la sombra del franquismo influyó en su articulado. Hoy, no es un instrumento útil desde el que construir la sociedad igualitaria y democrática que necesitamos.

lunes, 4 de mayo de 2015

Podemos y la traición al 15M


De hoy en 11 días celebraremos el cuarto aniversario del 15M. De estos cuatro años se ha escrito ya mucho y aún así queda mucho por hacer en cuanto a un análisis riguroso, histórico y social de la trascendencia del movimiento en el contexto en el que nació y se ha desarrollado hasta hoy, tanto que ya no solo daría para un libro, sino para varios volúmenes; incluso para una enciclopedia. Y un buen tomo de esa enciclopedia sería el que haría referencia a Podemos.
Podemos surgió de la calle. De las protestas espontáneas ante tanto atropello a los derechos fundamentales. De la indignación por los abusos de un poder insaciable que llamó crisis a una estafa que generó desempleo, exclusión y desigualdades inconcebibles. Podemos se convirtió inmediatamente en el vehículo de la esperanza en un momento donde parecía que nada era posible a favor de una sociedad justa. Podemos fue -y tal vez todavía sea- la rebelión posible para que "El mundo va a cambiar de base... Los nada de hoy todo han de ser", como canta en una de sus primeras estrofas La Internacional.
La situación era y es más que propicia ante la decadencia evidente de la "casta". Eso de lo que algunos llaman el "bipartidismo", lo que quizá no sean más que las dos caras de la misma moneda. El PP (#PartidoPutrefacto) atormentado y derruido por sus políticas depredadoras y por una corrupción sistémica inocultable e incontenible; y el PSOE (#PPSOE) tratando de recuperar un discurso mínimamente de izquierdas que disimule un poco su inserción hasta el cuello en un sistema que se derrumba. Ambos se muestran incapaces de ofrecer alguna salida al desastre, que no sea más que cavar en el hoyo del capitalismo neoliberal depredador. Mientras Izquierda Unida y UPyD se muestran (nos mostramos) incapaces de aglutinar el voto descontento con el bipartidismo de ambas vertientes, izquierda y derecha, víctimas de nuestras propias contradicciones y por qué no decirlo, del rumiaje de liderazgos trasnochados y la incapacidad para dejar paso a nuevas ideas, nuevas políticas y en definitiva nuevas personas.
Entonces hace un año y unos meses, en enero de 2014 surgió Podemos. Ahí teníamos la herramienta del cambio. Por fin el 15M estructuraba todo el maravilloso, impagable y sustancial trabajo en pro de democracia real ya y un sistema económico más humano en una opción de voto. Dirigidos por casi seguro las personas más capaces en materia política y social (y electoral, como la tercera pata del andamiaje de una formación política) teníamos la alternativa para una verdadera Transición democrática, para sustituir la constitución violada que sufrimos por una Constitución libertaria y por aplicar ética, cordura y honradez a la vida política de este país.
Llegaron las europeas y dentro del estado de malestar y el pasotismo político en que se ha convertido #Españistan, Podemos irrumpió con fuerza aprovechando el desgaste del corrupto partido en gobierno, del inoperante partido de la oposición y no lo olvidemos, de la suscripción electoral única. Pero aquella primera bocanada de aire fresco en el maltrecho corpus político patrio avivaba el fuego de la ilusión por la regeneración. Incluso se podía decir que se podía atisbar la victoria anti fascista y la celebración de políticas pro-humanas con una economía que funcione al servicio de todos y todas. Eso fueron los meses de mayo, junio y julio.
El Régimen reaccionó. Lo primero que hizo fue abrir las ventanas, airear el castillo y cambiar las caras de las instituciones. Después comenzó la campaña de acoso y derribo. Así como hasta ese momento del éxito los jóvenes de Podemos eran novedosos, curiosos y hasta graciosos, al ver la convocatoria que tenían, los poderosos se asustaron y comenzaron a acusarlos de todo un poco. Les dijeron radicales, por ejemplo, como si el neoliberalismo y el Poder fueran moderados; o extrema izquierda, a pesar de que jamás propusieron ninguna medida que excediera el capitalismo; irreales, porque para ellos existe una sola realidad, la suya, y el resto queda fuera de lo razonable; venezolanos o -más grave aun- "bolivarianos", para confundirlos con el demonio; populistas, para minimizar su arraigo popular; y un montón de cosas más, para afectar su credibilidad y tratar de emparejarlos con la corrupción imperante. "¿Ven? Son tan casta como nosotros", fue el mensaje subliminal. Como todo esto, bajo la notable influencia mediática de Iglesias y lo suyos no acabo de funcionar (se comían y comen a las huestes ultras, reaccionarias y liberales de la casta). Esto era inevitable y evidente. Cuando algo amenaza al Poder, este pone toda su maquinaría, al servicio de la causa de destrozar al rival.
Por si esto no fuera suficiente, la dirección de Podemos y bajo el paradigma de la transversalidad, viró a mi juicio notabilisimamente, su ideario político de la calle, de la izquierda, hacia unos preceptos más centristas, por no llamarlos conservadores. Se paso de clamar referéndum y república en la jornada de proclamación de Felipe VI a un inocuo pero insultante "Ahora no toca"; se dejaron atrás ideas sobre la recuperación de servicios públicos privatizados en un segundo o incluso tercer lugar y ya no se volvió a hablar de la legitimidad de la deuda, mientras que en el otoño Syriza lo hacia su emblemahacia su victoria en las elecciones griegas.
Por cambiar cambiaron el principio de horizontalidad del partido, el funcionamiento asambleario por una dirección que lo regía absolutamente todo, lo que ha llevado a desilusiones colectivas, a pérdidas de confianza de algunos participantes destacados ante las maniobras oscurantistas llevadas a cabo por la dirección de Podemos para que nada se escape del triángulo de la Complutense.
Mientras llenaban los platos y maximizaban las audiencias, dejaban de lado los círculos y la controversia y debate internos.
Han seguido tanto la centralidad que han seguido los artesonados con los que funciona el bipartidismo ante sus casos de corrupción. Hablamos de Juan Carlos Monedero y su affaire con Hacienda y de Errejón y su asunto con la Universidad de Málaga aireados por el sector ultra de la caverna mediática. Estos lo han negado todo, han clamado que son objeto de persecución, han dado respuestas esquivas cuando no evitado preguntas incómodas y se han mantenido en el cargo (cargo en el partido dicho sea de paso). Incluso y esto lo sé de buena tinta, no han tenido reparos en que las candidaturas para las próximas municipales en las que participan se hayan llenado de algunos personajes sospechosos o hayan sido totalmente impulsadas por personas que conforman los círculos, lo que es de hecho un fraude de ley, puesto que agrupaciones de electores, las han pasado a formar 100% personas vinculadas a círculos de Podemos.
El asunto está en cómo defenderse: profundizando el cambio deseable o suavizándolo para no irritar a los que mandan. Podemos optó por retroceder en su impulso renovador. En ir rebajando sus postulados más atrevidos, que de todos modos nunca se pasaron de la raya sensata, hasta hacerlos parecer aceptables para toda la gente de buena voluntad. En fin, se fueron alejando del pueblo, de los estafados y de los indignados para abarcar más simpatías; se arrepintieron públicamente de los malos pensamientos; y se asearon y arreglaron para estar presentables ante los ojos inquisidores del capitalismo alerta.

Ahí vino el impulso en las encuestas comiendo votos de todos los lados: Ambos polos del bipartidismo, nacionalistas bisagra, Izquierda alternativa, partido renovación de carácter centrista (UpyD). Era febrero de 2015 y ya había encuestas que les daban primeros en intención de voto directa. La estrategia del poder no estaba funcionando y estos decidieron ir un paso más allá y erigieron los cambios para en el fondo no cambiar nada y como parte de esa estrategia de supervivencia idearon al partido bisagra perfecto, a la marca blanca del bipartidismo: Ciudadanos. La formación de Albert Rivera ya había funcionado bajo ese mismo prisma en Cataluña y por qué no el Régimen del 78 pensó que podía hacer lo mismo en clave nacional.
 
Y lo más grave de todo fue una decisión que nadie ha dado a la dirección de Podemos, pero que es real y tangible. Un hecho que aparentemente no es responsabilidad de nadie pero que puede traer trágicas consecuencias, porque este país, #Españistan no puede soportar 4 años más de un sistema político para usufructo de unos pocos, de una democracia caciquil garantista de que el poder esté donde ha estado los últimos 80 años y que ahora ampara un giro en el sistema económico para convertirnos a todos en carne de cañón de cuya espoleta nunca estaremos al cargo.

Con Podemos creciendo en las encuestas y posicionándose como opción de voto y alternativa de gobierno, se paro la conflictividad en las calles. Se han parado las mareas ciudadanas, ya no hay asambleas del 15M con lo que eso suponía a nivel de grupos y activistas que allí nos sentábamos. Tan sólo Stop Deshaucios ha continuado con sus acciones, pero llevadas únicamente a parar lanzamientos. Y los mineros. Siempre los mineros nos recuerdan donde está la dignidad.

A mi personalmente me parece un error tremendo que no se haya trabajado todavía más en exponenciar el estado de malestar vigente a principios de 2014. En aquel momento la ciudadanía no estaba ni mucho menos cansada de estar en las calles, aunque efectivamente en provincias siempre nos viéramos los mismos. No, al contrario. Se había conseguido que buena parte de la "mayoría silenciosa" de Rajoy apoyase las protestas porque se había logrado la visualización de todos los problemas que las políticas fascistas, los recortes y la corrupción sistémica que nos asola habían provocado. La dignidad estaba a flor de piel y quiero creer que quedaba poco para ese Rubicón en el que la sociedad española decidiera empoderarse definitivamente y clamar un "Basta Ya. Estamos hartos. Luchemos por convertirnos en una sociedad plena democrática".

Ahora ya y con todo esto en las encuestas la intención de voto a Pablo Iglesias ha bajado. No vamos a obviar que la mayoría de ellas están manipuladas. Comprendemos además el adelanto de las elecciones andaluzas como una forma de evitar su crecimiento en el juego que se trae Susana Díaz más por su causa que por la de los andaluces.
Pero es que además en Podemos yano eran de izquierdas. Eran de los de abajo, y prácticamente la totalidad de todo ideario de izquierdas con el que nacieron y compitieron en las europeas de mayo de 2014, y que no olvidemos eran propuestas nacidas en el 15M, las mareas ciudadanas y las Marchas de la Dignidad que se transmitieron tal cual a los círculos, se diluyó con un buen rollismo, una especie de social democracia renovada que ya muchos sabemos que acaba en el cubo de basura del neo conservadurismo económico y que no sólo no arregla los problemas de la mayoría sino que los agrava.
Podemos en su táctica no quiere molestar al gran capital. Esa mano invisible que todo lo domina y dirige. Incluso las democracias. Puede que la estrategia sea certera y así se consiga conseguir una fuerza electoral y un respaldo social lo suficientemente amplio y mayoritario como para discutir la intromisión del capital en la vida pública, la supremacía financiera de unos pocos sobre los derechos y libertades de todos y todas.
Pero, ¿se trata sólo de ganar? ¿Para qué queremos ganar, solo para adecentar el sistema o para cambiarlo? Y si no ganamos, ¿se termina la política, la lucha por la dignidad y la esperanza de una sociedad mejor, justa y realmente democrática? ¿Por qué el insistente rechazo a la integración de Izquierda Unida en un frente común?
Para mi todas esas preguntas tienen una fácil respuesta, y sin embargo, nos hemos encontrado con la contraria desde Podemos, en lo que supone toda una traición al movimiento indignado. Una traición al 15M sustentada en quitarle su identidad que estaba en la calle, en el debate político y social, para aglutinarlo en una papeleta electoral, que todo parece indicar servirá para actualizar el software de la política española. Una "Transición 2.0", que volverá a funcionar como una transacción, en la que habrá los mismos agentes de siempre, pero con trajes nuevos y con un denominador común: La baja calidad democrática del país y de la sociedad; el desapego por la política de buena parte de la población y la sumisión de la mayoría de la población a un sistema económico, el capitalismo neo liberal y ultra conservador, que esclaviza y esquilma el planeta.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...