Más de un mes ha pasado desde las Elecciones Municipales, Autonómicas y Europeas del 26 de mayo. Un mes pensando. Madurando. Reflexionando. Un mes poniendo en orden multitud de datos, sucesos y opiniones. Más de 30 días aprovechando los ratos de esperas y paseos para tratar de entender desde lo puntual y concreto hacia a lo genérico y de conjunto y viceversa. Y no es fácil sacar conclusiones que se puedan convertir en axiomas. En una hipótesis ni siquiera refrendable sobre las inercias que se mueven en la política nacional y más allá en circunscripciones más grandes o más pequeñas. Componer un análisis crítico y auto-crítico, desde la responsabilidad personal hasta la conjunta de un partido o movimiento resulta un ejercicio titánico que aún así, a de quedar perenne para no sufrir bajo los vaivenes de la ultimísima hora y marcar una tendencia en la acción que dé respuesta a los múltiples escenarios en los que nos encontramos.
La
doble cita electoral compuesta
por la del domingo
26 de mayo
y la anterior del 28
de abril
en forma de Elecciones
Generales
tanto
por su planteamiento, como sobretodo su resultado han supuesto el fin
a la convulsión que la vida política española ha vivido estos
últimos años. Cuidado, no quiere decir esto que la emergencia
social que había provocado tal situación se haya terminado y mucho
menos solucionado. No. Todo lo contrario.
Hace
8 años la indignación y la desesperación llevaron a cientos de miles de personas, en su
mayoría jóvenes con estudios y altas pretensiones vitales, hijos e
hijas de la clase trabajadora y en entornos eminentemente urbanos, a
tomar las calles y las plazas. Y a dialogar. A discutir. A plantear y
denunciar problemas y poner sobre la mesa soluciones que venían de
un ejercicio de empoderamiento admirable,
necesario y revolucionario.
Desde
entonces han pasado multitud de cosas. Se han laminado los cimientos
de una frágil democracia que viste el desnudo, rancio y putrefacto
sistema dictatorial español. Privilegios de realeza, iglesia,
jueces, militares, nobles y grandes empresarios se han puesto en
solfa al mismo tiempo que se hacía una crítica general a un
sistema capitalista que se desmorona
y que se muestra -evidentemente- incapaz de mejorar el bienestar de
todas y todos.
Problemas
como el cambio climático,
los movimientos migratorios, el fin cada vez más cercano de los
combustibles fósiles que han alimentado un sistema global y una
crisis
del capitalismo
a escala planetaria, sobretodo en su vertiente más extrema la
financiera y desregulada, no sólo NO se han resuelto sino que se
agravan como parte de la patada adelante del sistema capitalista
occidental.
El
cambio del paradigma de un mundo uni-polar, regido por Estados Unidos
a través del FMI y la OTAN vira en estos momentos a un nuevo
escenario en que nuevos actores como China (y el resto de países
emergentes) o viejos como Rusia parecen llevarnos a un mundo
multi-polar de impredecibles consecuencias. En medio está una
Unión
Europea débil y acomplejada
como Unión de los capitales y subsidiaria de Estados Unidos y que se
ha resquebrajado en una línea argumental paralela tras el Brexit.
Hoy,
con todo lo sucedido -y votado- la
fractura social sigue abriéndose.
Cada vez hay más desamparados, más desahuciados, más precarios,
más parados. Cada
vez somos más pobres
en números absolutos y relativos. Cada vez nuestro entorno se
deteriora con mayor velocidad. Cada vez más energúmenos e
ignorantes convierten la libertad en libertinaje, degradando la
cultura y el planeta. Las mujeres lejos de alcanzar la igualdad
continúan sumidas bajo el yugo de un machismo capitalista y
militante que las considera inferiores, propiedad y elementos de
estatus de los hombres. El mundo vive una desesperada inmigración
Sur-Norte; y en España el verdadero drama territorial es una España vaciada que no encuentra solución y provoca numerosos problemas más.
Se ha reforzado en toda Europa una peligrosísima derecha clasista y fascista que
amenaza con dinamitar los acuerdos y tenues convivencias que nos
habíamos dado desde finales de los años 40.
Aquel
16 de mayo parecía que empezábamos una “Segunda
Transición”.
Tomando las plazas y más adelante discursos, de reconocimiento de
problemas y planteamiento de soluciones daba la sensación de que el
pueblo iba a asaltar el “Palacio
de Invierno”
y una revolución política, social y económica iba a construir un
país (un mundo) mejor.
Sin
embargo, el sistema se ha defendido como gato panza arriba, lanzando
zarpazos, hiriendo a su propio pueblo, sabedor de que no podía
perder el control del poder. Las estrategias no han sido nuevas sino
que ya
estaban
probadas. Ya las utilizo antes en el Crack
del 29
y tras la Crisis
del petróleo de 1973
y la Guerra del Yom
kipur.
Lo
primero siempre es decir “No
se puede”.
Recordar que se decía, que se escribía sobre los Indignados.
Como el poder se guardaba la carta de la legitimidad democrática
para presentarse como garantes de las instituciones y una voluntad
popular mayoritaria
que la
mayoría de las veces era
estafada
y olvidada.
Y
cuando un voto numeroso se articulo en un nuevo partido, siguiendo
ese mantra
que desde las calles no se podía hacer política, lanzaron toda su
maquinaría propagandística para tergiversar, mentir y acoplar un
mensaje de que “vais
a estropear todo”.
La
segunda estrategia usada para mantener el poder ha sido la amenaza y
donde han necesitado la creación de la gran
coalición liberal-socialdemócrata
para frenar la entrada en gobiernos de partidos de izquierdas.
La
tercera estrategia ya asume mucho mayor riesgo para el pueblo, porque
es la de utilizar a botarates del propio sistema para enfrentarlos
bajo un populismo nacionalista contra
las ideas que surgen desde la izquierda. Es lo que es Vox y es lo que
fue el nazismo alemán o el ruido de sables de la Transacción
española. La
reacción siempre es tele dirigida desde despachos.
Y
por último, si todo lo de antes no funciona siempre queda el
recurso de la violencia,
en potestad del poder y de ejercerla sobre cuantos revolucionarios
sea necesarios. Ha pasado siempre y me temo que volverá a suceder.
Dicho
todo esto y antes de entrar en un análisis electoral más sesudo, me
aparecen en la cabeza muchas preguntas: ¿puede
la izquierda y con ella las masas populares sobre las que caen el
peso de las ganancias de la oligarquía, ganar bajo las reglas
creadas por esa propia oligarquía?
¿Existe un relato orquestado, medido y probado para que nos
conformemos con los resultados de una elección o una votación?
¿cómo podemos, tanto a nivel individual, de partido y de estrato
social, resolver la paradoja de la representación de nuestros
propios representantes? ¿cuándo un representante elegido por el
pueblo se convierte en “casta”? ¿cuándo se
produce
la traición ideológica? ¿Cuánto tiempo podemos soportar como masa
que sus ganancias cada vez más exageradas recaigan en nuestras
pérdidas cada vez más draconianas?
Lampedussa
es un señor de Murcia
-
El PSOE fue el gran triunfador de las elecciones. Tanto en su doble ciclo 28 de abril-26 de mayo, como en la triple confrontación de municipales, autonómicas y europeas. En estas últimas como eje a considerar por su carácter de circunscripción única representando una amplia mayoría.
Debería (y debe) formar gobierno central. En las regiones y ayuntamientos importantes ha ampliado su mayoría (Castilla la Mancha, Extremadura..., Vigo, Valladolid,…) y parece con todo que ha pasado su momento más bajo y recupera una posición centrista y predominante en el discurso mediático e ideológico en el país. -
El PP gracias fundamentalmente a su potente implantación en todo el territorio español aguanta el tirón. Beneficiado por las candidaturas municipales que se han presentado en todos los ayuntamientos y que tiraron a los candidatos de autonomías y europeas, Casado consiguió parar el adelanto por parte de Cs. Y además se ha visto beneficiado por la táctica miope y ultra conservadora de Rivera que les ha mantenido en gobiernos de regiones y municipios (Castilla y León, ... Madrid, Salamanca,…).
El PP parece seguir desgastándose, mitad por la continúa sangría de corrupción y nepotismo, mitad por la pérdida efectiva del discurso de la derecha tanto en su posición liberal, como de extrema derecha. En principio, no parecen muy capacitados los nuevos líderes y lideresas de tal formación para aguantar el tirón. Y más ahora, que con todo, los ingresos vía representación institucional van a menguar considerablemente y muchos estómagos agradecidos o desagradecidos pueden reclamar su parte. -
En la doble cita electoral, Ciudadanos, ha salido reforzado. El problema viene en que tras acortar la distancia con el PP la estrategia de alianzas con la extrema derecha de Vox para mantener en el poder a ese mismo PP, va a hacer muy difícil, cuando no improbable, el adelantamiento de la nueva formación de derechas. Valls desde Barcelona y como outsider venido de Francia ya les ha dado una lección que tardarán tiempo en olvidar.
Ya se oyen voces de la oligarquía que a través de los medios del capital vuelven a llamar a la gran coalición liberal-socialdemócrata, afeando la conducta de un Rivera que no quiere ni ver a Sánchez ni en pintura. Que el IBEX35 y los poderes fácticos del estado confabulen por ese extremo es la prueba determinante de lo perjudicial que sería para el interés general y el de las clases populares.
Tan perjudicial como la actitud de un partido que tratando de posicionarse como referente de la derecha pacta y blanquea con el fascismo y mantiene en el poder a un PP corrupto y chabacanero. -
Nuevo tope mínimo de Unidas Podemos. Parece claro que la estrategia de la confluencia electoral acordada por las direcciones de Podemos e Izquierda Unida no sólo no suma, sino que resta, por lo que se le puede dar como fallida. Baste como ejemplo los resultados de las europeas y su circunscripción única: Se ha pasado del 10,03% de los votos de Izquierda Unida más el 7,98% de Podemos en los anteriores comicios, en 2014, a los 10,05% de Podemos-IU, juntos, ahora.
Aún con todo, es evidente que hay una izquierda alternativa numerosa en electorado (y también en el espectro ideológico a la izquierda del PSOE hay mucho de que hablar) que hay que considerar y recuperar para una militancia activa en la calle. Y también que la representación obtenida es vital para formar un gobierno progresista que no sólo es necesario sino que además es bien visto por casi tres cuartas partes de la población.
La caída de Podemos está siendo tan apresurada como fue su auge.
Sin duda, en los pésimos resultados de Unidas Podemos a vuelto a influenciar muy negativamente lo ocurrido en Madrid. -
En alguna ocasión ya he hablado de éste estado centrista, en torno a cuya capital Madrid, se marca todo el eje político y social y el calor abrasador mediático arrastrando al resto de territorios.
El PP ha recuperado el ayuntamiento de Madrid con la inestimable ayuda de Cs y Vox y parece que mantendrá la Comunidad tras toda la ola imparable de corrupción y despilfarro que sus veinte años de gestión han provocado.
Madrid como ayuntamiento del cambio siempre ha estado en entredicho para un servidor. Es indudable que es preferible una alcaldía como la de Manuela Carmena a la de cualquiera de la recua de maleantes que antes y ahora ocupan el cargo. Pero no es menos indudable que la manera de trabajar de esta señora y su séquito ha dinamitado toda construcción de una izquierda alternativa en al capital y región centro y símbolo del poder español. Las y los electores de los barrios periféricos de Madrid han castigado la nula implicación de la corporación de Carmena en los problemas del día a día de estas zonas ya fueran precariedad, desahucios, casas de apuestas, limpieza viaria, inseguridad… Enfangados en el Madrid cool, el de Distrito Centro y barrios molones como Chueca y Malasaña los votantes que auparon a Carmena en 2015 se quedaron en casa o votaron por otras opciones.
Desde luego el daño infligido a la izquierda de éste país es profundo y se hace necesario, vital, que todos los implicados construyan desde la humildad y el compromiso con las clases trabajadoras una izquierda fuerte, representativa y con más ganas de trabajar, que de hacerse publicidad. -
Entre el fiasco de la izquierda hay tres buenas noticias que remarcan que trabajando, informando y educando a los vecinos y vecinas y estando en el conflicto, con responsabilidad, humildad, transparencia y escuchando y proponiendo se pueden hacer grandes cosas.
En Zamora, Paco Guarido e IU casi triplicaron sus votos, aumentando su representación hasta la mayoría absoluta como premio a la magnífica gestión hecha estos 4 años en la ciudad de Viriato y que ha sido reconocida por zamoranos y zamoranas sin atender a cuestiones de partido convirtiéndola a esta si, como verdadero Ayuntamiento del cambio.
Lo mismo se puede decir de Cádiz, donde Kichi y Anticapitalistas mantienen la alcaldía.
Y en Valencia Compromís con la gestión de Joan Ribó.
Hay muchos pueblos, en la provincia de Cádiz o en Asturias donde el trabajo, sin ruido mediático ni disputas de poder internas, sino para mejorar la vida de la gente ha sido reconocido y refrendando por las urnas. Es la hora de dejarse de tonterías y ponerse a trabajar. -
Sobre Santa Marta de Tormes, por mi pasado ahí, escribiré más adelante.
-
Parece evidente que el sistema nos quiere llevar de nuevo a un tablero político nacional bipartidista. El sistema electoral, con sus circunscripciones provinciales y el sistema parlamentario bicameral favorecen ese extremo, potenciando el fenómeno del voto útil, pese a que es evidente, que en la calle, en los pueblos y ciudades de éste país hay bastantes posiciones que van mucho más allá de las dos Españas.
Como
sociedad tenemos que ser muy cuidadosos de asimilar ciertos discursos
que en aras de una supuesta gobernabilidad vengan a proclamar esa
gran coalición o las bondades de votar a una de las dos fuerzas
mayoritarias
con el uso de un partido bisagra como Ciudadanos.
Tal extremo no sólo es injusto y antisocial, es que además no
representa la situación política y social del país.
Un
lampedussa español ha hecho de las suyas y parece que volvemos a la casilla de
salida de antes del 15M o el estallido independentista en Catalunya.
El
PSOE aquel partido contra el que se revolucionó la juventud y la
izquierda en 2011 es de nuevo el partido mayoritario. La derecha,
causante de casi todos los males, se mantiene trampeando, desligando
los discursos liberal-económico e ideológico-(ultra)conservador. El
capitalismo no se discute
y ni tampoco los beneficios y posiciones dominantes de quienes se
lucraron por la Guerra Civil y la dictadura.
¿Qué
va a suceder?
De
entrada me parece absolutamente bochornoso y una tomadura de pelo al
pueblo la actitud de Pedro Sánchez y el PSOE esperando a no sé qué
e incluso amenazando con la repetición de elecciones (repetición
que de darse, a parte de profundizar en el hartazgo de la sociedad
para con la política y sobretodo los políticos, debería ser con
otros candidatos puestos que estos -Sánchez, Rivera e Iglesias- no
valen, porque no se ponen de acuerdo).
Es
evidente que el país no puede esperar a formar gobierno.
Por si no lo recuerdan en pleno julio de 2019 éste país funciona
bajo los presupuestos de 2017, los presupuestos que Rajoy y Cs
pactaron, y que el gallego asumió al año siguiente cuando no le dió la gana pasar por el Parlamento.
Esto
me lleva a una cuestión subalterna que es reflexionar sobre cuál es
la utilidad e importancia del sistema de representación política en
forma de partidos, toda vez que el país, parece funcionar y como una
maquinaria bastante bien engrasada, con el piloto automático de
personas y funcionarios.
Pero
volviendo al
quid de la cuestión,
viendo los resultados de ambas contiendas la fortaleza del PSOE es
amplía, pero no lo suficiente como para enrocarse en las
negociaciones. Hace
mucho que ya
conocemos al PSOE.
A su cúpula de baronías retrógradas, aburguesadas y notoriamente
pro-sistema.
Pero
aquí y ahora necesita
a Unidas Podemos. Necesita a Pablo Iglesias, que además es la
persona del panorama político nacional, que mejor puede mediar en
Catalunya (y Euskadi). Y el PSOE tendrá que aceptar y tragar con
ciertas medidas sociales de izquierdas que Podemos, IU y Equo puedan
sacarles, así como también con una, dos o tres personas de estos
partidos en el Gabinete.
Amenazar
con la repetición de elecciones (por muy bien que les dibujen las encuestas),
buscar el pacto nuevamente con Cs o asumir unas líneas rojas de
manera pública y notoria para entorpecer las negociaciones son tres
escenarios que el PSOE -partido que personalmente me importa una
mierda y
del que no me fío, como tampoco de su líder-
no se puede permitir. Es que el país, y la gente que vivimos en él,
no nos lo podemos permitir.
Hasta
el momento, he aplaudido la audacia de Pedro Sánchez,
un prohombre del sistema, hoy y siempre, pero que con humildad,
reconociendo errores pasados y acercándose a las bases del PSOE
había recuperado parte de la ilusión para hacer de éste país un
lugar mejor donde
vivir.
Pero ahora naufragando en su propio tacticismo, Pedro Sánchez está
en camino de cometer una de las mayores traiciones a la cultura
democrática de su propio partido, a sus propias palabras y a la
urgencia social que necesita el país.
Esperemos
que reaccione y recapacite y se pueda construir una mayoría estable,
de izquierdas y que comience a hacer efectivas políticas que
devuelvan por fin dignidad a las gentes de éste país. Si no es así,
veremos cuanto tarda en estallar esta restauración
del sistema.
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